Centrémonos, se acabaron las vacaciones. Llevo quince días en plan vago y ahora, repasando lo pendiente, compruebo que es demasiado. Tengo como diez reseñas a medias y cuatro o cinco rondándome la cabeza, amén de todas las que me obligo a descartar, que son unas cuantas.
Pero vayamos por partes. De momento veamos cómo ha sido este mes a pesar de que mi poca predisposición a la lectura –al menos durante la segunda quincena- acabó medio arruinándolo todo.
“La visita al maestro” y “Zuckerman desencadenado” de Philip Roth, son las dos primeras novelas de la conocida como saga o ciclo Zuckerman, en la que el autor explora el lado salvaje de ser escritor. Esto es lo de tener familia y que ésta se vea reflejada en lo que cuentas. Hasta donde yo sé -por no abrir la wikipedia, así de prisa tengo por terminar- Roth escribió estas novelas como consecuencia directa del aplastante éxito que fue en su momento “El mal de Portnoy”, que debió dejar hecho unos zorros sus relaciones personales. También ésta la (re)leí, este mes, después de muchos años, aunque eso lo descubrí después. Que la había leído, quiero decir. Pensé que no, pero sí. También es verdad que no recordaba casi nada, lo que demuestra que uno debería empezar a leer a los cuarenta y esperar a los sesenta para empezar a escribir. Resumo: las tres novelas son fantásticas porque Roth es fantástico. A destacar, por supuesto, esa obra maestra que es “El mal de Portnoy” y que no leer debería ser constitutivo de delito.
“Alma” de Javier Moreno y “Los ingrávidos” de Valeria Luiselli las reseñé hace muy poquito aquí y aquí. Creo haberlo dicho todo por lo que no volveré sobre ellas. Tampoco diré nada de(l peñazo que fue) “El fin de semana” de Bernhard Schlink porque ya me despaché a gusto en una reseña –la única que escribí estando de vacaciones- que publicaré cualquier día de estos.
Antes leí un pequeño ensayo de Emil Ludwig sobre Tres dictadores: Hitler, Stalin y Mussolini (y un cuarto, Prusia). En general me gustó mucho. Resulta sorprendente lo acertado de las apreciaciones de hizo Ludwig en su momento sobre estos hombres. La mejor la de Mussolini, sin duda, a quien por momentos Ludwig parece admirar. El segundo ensayo del mes, también muy chiquitito, fue “Una habitación en Holanda” de Pierre Bergounioux, acerca de cómo y porqué fueron los Países Bajos el entorno ideal para el desarrollo de parte de la obra de Descartes. El tono, y esto lo digo como un cumplido, me recordó al que utilizó Jorge Edwards en “La muerte de Montaigne”; un tono sereno y reflexivo que hace de esta pequeña novela una pequeña joya tanto por la forma como por el fondo. Lo único que lamento es no haberle prestado la atención y dedicado el silencio que merecía.
También fue el mes de Alejando Zambra. “Formas de llegar a casa” es lo primero que leo de él. Pero me dije “prejuicios fuera” y los maté; me la leí y aunque en el durante me gustó mucho en el después quedó en casi nada. Sí destacar, porque es de recibo, el exquisito estilo de Zambra; un estilo que acompleja a cualquiera pero que de tan lírico se ve que se mueve mejor en las distancias cortas. Si a esto mismo le dedica 500 páginas por más que mate a puñaladas a medio reparto seguramente acabaría en la misma estantería de la que lo rescaté sin dejarme arañazos en la memoria, por ponerme yo también algo poeta. La novela, ya digo, ni fu ni fa, pero seguramente tuvo mucho que ver que el tema de los hijos de la dictadura y la memoria de los padres y la reconciliación de ambos y tal pascual lo tenía muy reciente con la novela de Pron, de la que ya hablé en su momento. A pesar de lo dicho, y sin que sirva de precedente, recomiendo su lectura porque leerla es como deslizarse y porque se aprende mucho de cómo hacer las cosas bien. Me ha quedado una parrafada tan larga que voy a pasar de hacerle reseña en el futuro. Mira, lo que me ahorro.
Yo quería ser breve pero no voy a poder. Ánimo, apenas quedan cinco libros. El de Marc Pastor, “El año de la plaga”, es la cosa más previsible que te puedas echar a la cara, tanto como que es la enésima versión de “La invasión de los ladrones de cuerpos”, cuyo mayor mérito, en esta ocasión, es ofrecer un final diferente. Para frikis de la historia, como yo, y para aquellos que crean que las novelas de verano existen está bien, el resto hagan lo que quieran. Siguiente: más de otro español, en este caso Victor Balcells Matas, que escribió una recopilación de relatos cortos de morirse, llamado “Yo mataré monstruos por ti”. Lo hace muy bien, divinamente; especialmente los primeros son un prodigio, de verdad, pero tal como me ocurrió con Zambra, gracias a que no extiende que si no es por eso lo iba a leer su prima. Estoy exagerando. Lo cierto es que la primera mitad (el resto se me hizo más pesado) me pareció muy trabajado y me hizo disfrutar con algunas historias de amor, a mí, que por lo general me repelen. Pienso en si hacer una reseña de un libro tan pequeño vale la pena. Creo que no, pero ya veremos.
Y hasta aquí la narrativa. El resto, que ya comentaré con más calma, fue puro teatro. No es un chiste ni estoy cantando es que de verdad que me dio por ahí. Empezó con Henrik Ibsen y su “Casa de muñecas” que me pareció una delicia de principio a fin por mucho que todo el mundo se empeñe en decir que el final es forzado y que la reacción de Nora, la protagonista, es injustificable. Paparruchas. Ibsen lo clava, de principio a fin. Y ya que estaba…, más de lo mismo: “Solness, el constructor” es más floja porque se pasa de simbolista y me pilló con el paso cambiado. Aún así muy bien; ya quisieran muchos. Mejor me fue “El pato Salvaje”, del mismo autor, aunque aquí sí encontré algo forzadas las actitudes de ciertos personajes. Aparte de eso nada que objetar. Ibsen forever. Y ya para terminar lo último que leí y que terminé ayer in the afternoon: “Teatro” de Don Delillo. Pues miren, no me gustó. Sonará a blasfemia pero me da igual. Yo a Delillo lo adoro y no tengo problema en dejar que me azote con una vara de pelo de rinoceronte si le place pero al César lo que es del César y por mucho que sus obras sean en extremo dinámicas y muy profundas se le va un poco la mano con el surrealismo en algunas partes. No todo, ojo. La primera, cuyo título no recuerdo, y la última, “Sangre de amor engañado”, son estupendas. Los dos que tiene de “un minuto” (es lo que duran) estarán muy bien para las jornadas de teatro experimental pero yo no doy por ellas un duro.
Fin.
Bueno, te perdono ese leve comentario sobre el Pato Salvaje ( para mí siempre será silvestre) porque a mí cuando lo leí ni me gustó ni lo entendí, eso fué en tercero de bachiller, dos años después tuve la suerte de ver una representacion teatral de la obra emitida por televisión, se me pone la carne de gallina cuando lo recuerdo, hasta el punto de que me atrevo a juzgar de necio a quien ose a hablar de Ibsen sin quitarse el sombrero.
ResponderEliminarDíganos, señor Tongoy,
ResponderEliminarqué novela está mejor,
la de Zambra o la de Pron,
el pequeño trepador.
Yo me quedo, sin dudarlo,
con la chilena, que la otra
me parece llama a engaño.
Ya sea tarde o bien Pronto,
quien miente y quien escala,
tomando a todos por tontos,
acaba en su misma mierda,
asco de su propio olor.
¿Vale la pena tanto leer para tan pocas alegrías? Casi mejor hacer pesas, que siempre pesan lo mismo. ¿O no?
ResponderEliminaranónimo: la campaña Pron está siendo bastante salvaje, aunque no llega a tanto como la que hicieron/hacen con el nocillero AFM
ResponderEliminarpersonalmente, estoy de la auto-ficción memorialística hasta las narices, más si se trata de pijos de malasaña que resulta quen tuvieron un antepasado en buenos aires que...etc
eso se lo dejamos ya al grupete de Quimera, se autoparodian, etc
tenemos un problema muy grave, un grupete que quieren ser el nuevo D.F. Wallace, y cierto, están bastante de la olla, pero ni tienen el talento, ni la imaginación, ni aqui hay un público para ese tipo de narrativa
así, están todos ellos entre sí, entrelazados, twitter, facebook, blogs y lo más divertido de todo: se aplauden entre ellos. "Felicidades, Olmos, te han metido en la lista de los blogs", "Gracias, Vicente: humildemente te remito mi mapa de la blogosfero, humildemente..."
Zambra es un buen autor, sin pegada, de momento. Lo describe muy certeramente la crítica de Peón. Lirismo musical, minutos musicales. Leí con interés un autor argentino que habia quedado finalista del Herralde hace dos años, parecía tener un mundo propio. Alguien se acuerda de Busqued? Porqué nadie habla de él y por otro lado se empeñan en vendernos al Pron machaconamente como el nuevo Thomas Mann de la modernidad?
Ah, qué divertido es todo esto.
ALBA
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ResponderEliminarNo seré yo quien ose ofenderlo, O (me refiero al anónimo de las 16:30). Ibsen me ha parecido genial.
ResponderEliminarAnónimo de las 17:21 (sería mucho más fácil si se inventasen apodos). Me quedo con la de Zambra también pero quizá por otras razones. El estilo de Zambra me parece más elegante, más elaborado, quizá por aquello de que es poeta. Eso sin desmerecer el trabajo de Pron. Sé a qué se refiere con su crítica y tiene razón aún así el experimento de la segunda parte me sigue gustando bastante a título personal.
Anónimo de las 22:18 o ALBA: Busqued, vale, anotado. "Bajo este sol tremendo", verdad?. Esta semana o la que viene iré a por la biblioteca y lo encargaré, pues han de traerlo allende los mares.
Quique, ¿Pocas alegrías? Joder, pero si este mes ha sido cojonudo! Mire: tres de Ibsen, tres de Roth, Zambra, Edwig, la de la habitación en Holanda. Incluso, si me apura, Los Ingrávidos cuya primera parte disfruté bastante. La cagada fue Alma y Schlink y la de Marc Pastor sabía perfectamente donde me metía pero sentía curiosidad y se lee en una patada a pesar de sus casi cuatrocientas páginas. Yo diría que como mes no ha estado mal. Los he tenido mucho peores.
Pensaba escribir lo que será este mes pero mejor lo dejo. Entre que lo voy planificando sobre la marcha y que no se yo si tendré mucho tiempo... mejor me calló. Sí leeré a Elvira Navarro y a Olmos (y a Busqued), más Zambra, una biografía sobre Diderot, con los cuentos de Chejov estoy ahora y creo que abandonaré Pigmeo de Palahniuk y descartaré Arthur Miller. Y creo que lo volveré a intentar con Magrinya, a ver si a la tercera va la vencida (lo intenté dos veces con "Habitación doble" y erré ambas).
Elegido, qué bueno verte. Empecé a ver ese video pero no entiendo casi nada. Serán los altavoces, no sé.
Saludos a todos,
Qué alegría ver que alguien se acuerda de Ibsen, Mr. Tongoy.
ResponderEliminarCoincido con usted también en que el teatro de DeLillo... bueno, que no es un autor de teatro.
Zambra es mucho más que musiquita, anímese con Bonsai y La vida privada... Allí hay un proyecto literario. Pron no se merece la comparación con él (aunque es cierto que la promoción de Pron agota), es un hombre que escribe bien, aunque el libro le haya salido tramposo.
No se lance a leer a Busqued, es un truño mayúsculo, un escritor resentido y cursi a matar.
Y haga caso a Cadou, Magrinya, Magrinya, Magrinya... Y si le queda tiempo, y un mes libre: Hilos de sangre.
E.
Llevo unos meses haciéndome el tonto con "Hilos de Sangre", pero ya veo que no me voy a poder librar. Bien, vale, pero no para este mes porque tanto rascarme los huevos todo el día no me deja tiempo para leer. Suena a chiste pero es verdad. Maldito agosto!
ResponderEliminarCon Zambra ya pensaba seguir. No me disgustó lo que leí. Simplemente no me pareció "para tanto". Pero leeré lo viejo y lo que vaya sacando.
Busqued. Bien, ya tengo quien dice que genial, que normal, que no es para tanto y que fatal. Si hay un libro que tengo que leer este mes es este, sin duda.
Y sí, Magrinyá. Ojo, que me leí uno, el anterior, "Intrusos y huéspedes" y me dejó medio frío.
Ibsen A Ibsen le haría una entrada con gusto pero no sé ni por donde empezar. Qué tio! ¡Que pena de reediciones!