Hay reseñas que se escriben solas (1). No soy amigo de recomendar lecturas a golpe de citas. A ver, no me importa poner algunas de vez en cuando pero por lo general es un sistema que, insisto, no me gusta demasiado y si recurro a ello es únicamente para tratar de demostrar algo que haya expuesto inmediatamente antes. Este no es uno de esos casos, sino el otro, el contrario. En esta ocasión las citas serán la reseña; por dos razones: uno, porque esta novela de Gaddis es demasiado potente y lo más probable es que cualquier cosa que dijese no le haría justicia y dos, porque me he reído mucho con ella y yo soy terriblemente malo contando los chistes de los demás.
De modo que aquí está: mis momentos favoritos (sin desmerecer el resto) de “Ágape se paga”. (Las negritas son mías.)
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1. El siguiente párrafo me parece un resumen perfecto de lo que es esta novela en lo que a estilo se refiere. Muy Bernhard, como verán; una influencia de la que Gaddis presume.
[…] no sé que me da que estoy mezclando un poco las cosas pero esto lo tengo que escribir lo tengo que escribir antes de que se me pierda, antes que me lo roben, se trata de poner en orden la secuencia, a ver qué viene después de qué, post hoc ergo este jueguecito en el que no se puede ganar porque no es ésa la razón de que se juegue se trata de cultivar toda esta ciénaga de caos y de azar, de paradoja y perversidad, de borrar del todo la idea misma de causa y efecto y, y, a ver si recupero el resuello antes que se me escape el, estos ventrílocuos y yoes extraíbles extraídos que se crían y se clonan para su reproducción porque ése es el meollo de la cuestión, es ahí donde se pierde lo individual, donde desaparece lo único, donde la autenticidad se pierde no sólo la autenticidad sino todo el concepto de autenticidad, ese amor por la belleza de la creación antes de ser creada que eso, ¿no era Chesterton? (Pág.58)
2. Esto es un resumen muy resumido de la idea de fondo del texto. La tecnología y arte no siempre son compatibles.
[…] recobrar el resuello evitar el estrés quitar de la cabeza el, vuelta a la pantomima y a los clones y a la mecanización de todo lo que a la vista está, el entretenimiento el ocio le llaman y el sistema binario y el ordenador del todo o nada que es de donde proviene toda esta tecnología de entrada. (Pág.64)
3. Este párrafo pertenece a mi particular catálogo de maldades: el silencio del escritor clásico frente a la excesiva exposición (voluntaria) del escritor actual, llámese contemporáneo, español o no.
[…] Ahí está Flaubert, eso es, “Todo el sueño de la democracia”, dice, “consiste en elevar al proletariado al mismo nivel de estupidez alcanzado por la burguesía”. ¿No querías la esencia misma del elitismo? Ahí la tienes, toda para ti, su idea del arte de que “el artista no debe aparecer en su obra tal como Dios no aparece en la naturaleza, el artista ha de ingeniárselas para que la posteridad crea que ni siquiera existió” Dios del cielo, a qué velocidad cambian las cosas, una generación viene a durar cuatro días a lo sumo, ¿qué posteridad? (Pág. 66)
4. Momento Tolstoi. Un extracto de sus diarios que habla por sí solo.
[…] Mi único impulso consiste en trabajar y olvidar”, dice Tolstoi, “aunque olvidar qué. No hay nada que olvidar” ¿y entonces? Ahí va el trozo de turno: “No escribiré más ficción”. Tiene unos treinta años. “La gente llora, muere, se casa, ¿y yo he de sentarme a escribir libros para decirles que “ella lo amaba”? ¡Es una vergüenza!” Y dónde más, si, aquí mismo lo tengo, “leer libros malos me ayuda a detectar mis propios fallos mejor que leer los buenos. Los buenos me reducen a la desesperación”, […] (Pág.67)
5. Otra maldad: una patada en toda la boca a las giras a las someten las editoriales a los escritores.
[…] Flaubert escribe a Georges Sand y le dice que “creo que la chusma, la masa, el rebaño, siempre será detestable. No hay nada que tenga importancia, salvo un pequeño grupo de intelectos que siempre son los mismos y que son los portadores de la antorcha”, trata de sentarte enderézate deja de temblar y sécate el intelecto está más claro que el agua, todo va encajando en su sitio a ver si lo apuntas todo antes que vuelvan los ventrílocuos con la muerte del autor, la empresa solitaria del artista con el lector individual del que hablaba Hawthorne horrorizado ante el éxito cosechado con el gusto del público, con la multitud, lo cual significaba que uno se había vendido, ¿y reenviar al autor de El fauno de mármol de gira promocional? ¿A dar lecturas públicas de fragmentos de El romance de Blithedale para entretener a esa chusma boquiabierta de personas al azar que buscan el placer, ese enorme mercado de los analfabetos funcionales y los analfabetos del todo que devorasen a los poetas que compusieran para complacer el mal gusto de la crítica y terminar con instrucciones de los unos a los otros, qué, si no, viene a ser esta gloriosa democracia de las artes? Anda, levántate y adelántate con eso que Hawthorne llamaba “la maldita chusma de las escritorzuelas” […] (Pág. 67-68)
6 y 7. Premios. Gaddis hablando por boca de su personaje de los premios es, no se lo pierdan, des-ter-ni-llan-te. Y real como la vida misma. El primer recorte es impagable: recurriré a ella en el futuro. El segundo corte es muy largo, pido disculpas por ello de antemano, pero creo que merecerá la pena el esfuerzo.
[…] olvidado en el estante olvidada la obra olvidados mis premios olvidados cuando un premio aún significaba algo ahora todo el mundo anda dando premios a diestro y siniestro premios que ni siquiera son para ganadores qué va somos todos comparsas de los que dan los premios, pantomimos de imitación de entretenimiento repitemonas para esa chusma supina de analfabetos funcionales y los analfabetos del todo que anda por ahí sueltos y a los que hay que leerles, es todo, Dios del cielo, ¿para qué habremos aprendido a leer, digo yo?[…] (Pág.70-71)
[…] ni que nuestro lenguaje literario no se amolde a ese rebaño común de millones de personas al azar que andan por ahí sueltas a lo mejor resulta que sí que inventan el suyo, ¿has ido últimamente al cine? ¿Has escuchado las letras, incluso de las canciones? Tío o sea ya menterao soplapollas de mierda chúpame el rabo joputa cada cual es su propio artista en este democracia de las artes en línea con Walt Whitman y su canto este cuerpo eléctrico ¿no es así? Un clásico norteamericano como Hojas de hierba dice que el mérito del poeta viene determinado por la multitud Dios del cielo, escribe lo que quieren y terminarás con un Premio Pulitzer que no te dejará a sol ni a sombra hasta que dé con tus huesos en la tumba. A lo mejor ganó la medalla de Honor la Cruz de George e incluso el Nobel pero una vez estigmatizado con el sello definitivo de la mediocridad en su necrológica se dirá Novelista galardonado con el Pulitzer muere a la edad que sea porque no es el ganador lo que se publicita ni mucho menos. No, es toda esta plaga de premios donde quiera que uno mire, son los que dotan los premios los que se promocionan solos, los que tratan de rescatar su profesión, completamente desacreditada, del periodismo. “La prensa es una escuela que sirve para convertir a los hombres en bestias”, escribe Flaubert a George Sand, “porque les alivia de la tarea de pensar”. ¿Los premiados? No son más que aderezos, caricatos, periodistas deportivos, entendidos de la política, fotos en primera plana y cuanta más sangre mejor si en ese instante de fama que envuelto el pescado de mañana, Dios del cielo, ¿cuántos Premios Pulitzer andan por ahí sueltos? Mas de mil quinientas entradas, catorce categorías para periodistas porque si uno empieza su propia esclavitud ya ha hecho la mitad del camino, con toda la anda de patrocinadores, miembros del consorcio, miembros del jurado, Dios sabe qué más, que han sobrevivido al propio abismo de la desesperación y han salido a flote tanto que han llegado a la cima. Echa un vistazo al New York Times del día siguiente, una página tras otra llenas a reventar de autocongratulaciones, y siete categorías más para seguir dando la matraca, sobre la música, eso que se empeñan en llamar drama y, cómo no, libros en los que la Dama Gris si así llaman al propio periódico al final se sale con la suya y se lleva de calle a sus periodistas, que son los que hacen reseñas de libros, como si fuera una ingenua de ojo nublados, pero que se destruye a las escritoras y sólo por dárselas de justa atraviesa la frontera del género de algún asesinato de ocasión, ¡que le den a esa señora un Pulitzer con ramos de hojas de robre! Los libros candidatos al premio los lee un jurado cuyas decisiones son remitidas a los miembros del olímpico consorcio, que no pierden de vista los gustos de la multitud. Nosotros somos miles y ellos son millones, escribe la ficción que quieren o no escribas nada en absoluto […] (Pág.74-75)
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A buen entendedor “pocas palabras” (es un decir) bastan.
(1) Si obviamos el hecho de haber tenido que teclear cada línea por no disponer de la versión digital de la novela.
http://www.onlineocr.net/
ResponderEliminarEl OCR, un gran invento. Escaneas la página, le pasas el OCR y plas, reconoce los caracteres. ¡Se acabo el teclear y teclear!
¿Y funciona? Maravilloso!
ResponderEliminarMuchas gracias, me ahorrará muchísimo trabajo en futuro.
si sigues enseñando la oreja te la van a cortar por "alusiones", como en Novecento, aunque algunas gentes llegan a tal nivel de autoengaño que no se arredran ni a cañonazos. Como decía el Arcipreste y canta Paco Ibáñez "mucho hace el dinero, mucho se le ha de amar" y si a ello le juntas la vanagloria, apaga y vámonos.
ResponderEliminarPeazo novela, texto río o afluente o lo que se quiera. con un par. Para escribir algo asi, hace falta, al menos: haber vivido, no estar becado o viviendo de dineros públicos, tener un trabajo liberal (por cuenta ajena), haberte follado unas cuantas de las que has deseado (tener un buen ratio targets/conseguido), haber viajado, haber bebido a gusto, y comido, y leido. Y haber asimilado esas cosas.
ResponderEliminarLo cual excluye ya de por sí, por cuatro o cinco motivos de los reseñados, a todos los post-bolañistas ibéricos; los de la narrativa de las post-dictaduras del cono sur (prones, zambras, wieners, belanos varios...); a los de la lista Espanta/Mondadori y demás becados de la REsidencia o de las Autonomías; a los del nuevo vómito, la última luna, o el penúltimo Abdullah Laden de Torrejón de Ardoz. Quien queda?
GADDIS.
Más que suficiente.
Quien no queda?
DAvid Foster Wallace, alias el ilegible interminable.
Viva el Agape!
Dr. Jacques, enólogo.
Quisiera casarme con Rodrigo Fresán y que esté todo el día hablándome y recomendándome libros...
ResponderEliminar¿Haber vivido? Y más, diría yo. Hay que estar muriéndose, eso es lo que hay.
ResponderEliminarOveja, ya de perdidos... al río.
Saludos,
¿y Los reconocimientos de Gaddis? ¿lo has leído? es difícil de encontrar, yo no lo he leído, pero me dijo Jonathan Franzen que le influyó mucho al escribir Las correcciones. Una vez lo encontré en una biblioteca, pero no pude sacarlo como préstamo :(
ResponderEliminarsalu2
No, no lo he leído. Gaddis siempre me ha intimidado demasiado precisamente por este libro. Me apetece más leer "JR", que conste, pero parece que "Sexto Piso" se lo está tomando con calma. Me voy a dar un voltio un día de estos por la feria del libro antiguo a ver si toca la flauta aunque yo sí lo puedo sacar como préstamo.
ResponderEliminarNo sé por qué algunos autores se empeñan en dejarse las comas en algunos párrafos. Quizá se crecen al creer que de esa manera son Joyce, Bernarhd o Saramago. !Adecuación de la Forma al contenido!: una regla tan vieja como el Talión.
ResponderEliminarContaba Casavella que un conocido premio Nobel, durante la fiesta de la gala después del acto de entrega, recorría el salón histérico y exageradamente agobiado. Su mujer le preguntó que qué le ocurría, que se relajase y disfrutase del momento. Él contestó de malos modos: "!Miralos, míralos cómo me miran. Seguro que el año que viene no me lo dan!"
Bueno, yo con las comas soy comprensivo, sobretodo si es una traducción. Incluso me atrevería a decir que el arte de poner comas a un texto debería considerarse independientemente del texto en sí. ¡Demonio!. Últimamente destilo mostos platónicos.
ResponderEliminarsobre todo subido
ResponderEliminar¿Leyendo a Torné? Realmente quiero leer esta reseña. Yo no me he animado a leer Hilos de sangre porque las críticas negativas vienen de personas en las que confío mucho más que las que lo han calificado positivamente. Ya veremos.
ResponderEliminarFantástico blog e inmnjoable reseña. Lo había visto y dudado pero si los fragmentos son representativos, ya he tomado la decisión.
ResponderEliminarUn saludo, con tu permiso me quedo por aquí
Como odio no leer dos veces antes de enviar..
ResponderEliminarinmejorable, lo copiaré veinte veces
http://www.aviondepapel.tv/2011/02/gonzalo-torne-un-escritor-debe-estar-al-margen-de-la-critica/
ResponderEliminarVarias cosas:
ResponderEliminar1º. Mientrasleo, muchas gracias por pasar y el cumplido. Lea a Gaddis, no se arrepentirá. Nos leemos.
2º. Estoy con el anónimo de las 16:35: no me molesta el asunto de las comas en absoluto. Además en esta novela está muy bien utilizado. Es un texto delirante y puede permitirse casi todo. De todos modos Gaddis confesó que Bernhard había sido su "inspiración" para dar con la forma de expresarse en este caso concreto.
3º. Anónimo de las 18:38: Leyendo a Torné, no, ex-leyendo a Torné. Ayer decidí dejaro. Lleva 60 páginas leyendo sin auténtico interés. Había sido una cuestión de fe; no había ni mirado el argumento. Ayer leí esto en el enlace de avióndepapel: "“Hilos de sangre” es la historia de Clara, una mujer, que mientras lucha por superar una crisis matrimonial, bucea en el pasado de su abuelo Gabriel, durante los años convulsos del anarquismo en aquella Barcelona de la Guerra Civil española. " Definitivamente no me interesa. Quizá en otra ocasión.
Saludos,
¿Cómo es posible elogiar esta novela sin mencionar, ni siquiera de pasada, la excelente traducción es obra de Miguel Martínez-Lage? A cada uno lo suyo. Todos esos fragmentos no los ha escrito Gaddis en castellano.
ResponderEliminarNunca elogio las traducciones porque por muy buenas que me parezcan yo de traducciones no tengo ni puta idea. Tendría que tener el original conmigo e ir comparando, pero creo que ni con esas. No veo otro modo de hablar bien o mal de una traducción más allá de los defectos que saltan a la vista (o de la omisión de datos de interés ininteligibles para el lector). La mayoría de las veces las traducciones son actos de fe. Es como el doblaje de las películas: si no te queda otra...
ResponderEliminarPero habrá que nombrar al traductor, ¿no? Aunque no se comente nada más. Me parece de justicia. Está claro que no se puede hacer una crítica de la traducción sin comparar con el original. Pero no se trata de eso.
ResponderEliminarOK. Lo tendré en cuenta en la próxima novela de Gaddis.
ResponderEliminarUn saludo,
Gracias. Es que ayer era el día del traductor :)
ResponderEliminarSaludos y que sigamos disfrutando con tu medicina.
Elena