No tengo muchas ganas de escribir, honestamente, pero tampoco quiero quedarme con las ganas de decir unas palabras para una vez que me llevo una sorpresa agradable: el último libro de Patricio Pron me ha gustado. Esto se va a traducir en una reseña vergonzosa, ya verán.
Me quedo con la sensación (y ésta es terrible porque viene a significar que me estoy muriendo o algo) de que debería decir algunas palabras más después del “me ha gustado” porque así, solo, queda un poco desangelado y lo mismo me acusan de falta de rigor crítico objetivo intelectual. Cuando en el párrafo anterior hablo de sorpresa agradable lo hago porque esta novela ya vino estigmatizada para casa: un amigo me pronosticó que no valdría la pena, que lo intuía. Mi amigo tiene una intuición cojonuda pero no siempre coincidimos en gustos. Al poco de empezar a leer, yo solito me puse a la defensiva por culpa de este párrafo que puentea las páginas 14 y 15:
“En ocasiones no podía dormir; cuando eso me sucedía, me levantaba del sofá y caminaba hacia la estantería de libros de mi anfitrión, siempre diferente pero también siempre, de forma invariable, ubicada junto al sofá, como si sólo pudiera leerse en la incomodidad tan propia de ese mueble en el que uno nunca está completamente tendido pero tampoco adecuadamente sentado.”
A mi estas reflexiones tan de charla entre amigos después de la tercera copa me parecen oportunas en según qué novelas, que suelen coincidir además con las que no me gustan. Llegado este punto, y a pesar del prometedor comienzo, me temía lo peor para el librito de Pron.
[Antes de continuar déjenme contarles que desde que hice pública mi intención de leerla fueron varios los seres humanos –no uno, ni dos, ni tres sino tropecientosmil- los que me recomendaron, antes de leer esta novela, hacer lo propio con el librito de relatos anterior, uno que se llama “El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan” (Pron demuestra tener mucho mejor gusto que Espinosa en lo que a títulos largos se refiere). Pues bien, sepan que yo por lo general hago mucho caso de los consejos excepto cuando se trata de leer otros libros para llegar al objetivo original. Eso no me gusta y suelo hacer oídos sordos. Este es el ejemplo perfecto. Ambos los saqué de la biblioteca el mismo día y el de relatos sigue esperando un turno que ya veremos si le llega.]
Pero estábamos hablando de la mala impresión que me llevé con el citado párrafo. Porque soy un poco cabrón pensé en recogerlos todos para, si no me gustaba el libro, hacer una entrada demoledora con ellos (teniendo cuidado de no destripar el argumento, of course). No ha sido necesario. Parece que a Pron el estilo Marías tampoco le va y aquello quedó en un simple tropiezo. El resto de la novela, ya lo dije, me gustó. Moderadamente, es cierto, un poco porque sí (atención al criterio) y otro poco por prudencia, porque cuando escribo esto acabo de terminarlo y quizá es demasiado pronto para escribir sobre él. De todo, aunque en conjunto la novela es más que correcta, me quedo con la segunda parte, una suerte de novelización de una historia de intriga en clave documental. Esto que suena tan raro es la mejor forma de expresar lo que en ella tiene lugar pero les voy a hacer un resumen de la historia para que lo acaben de entender: Pron (protagonista en la novela) tiene un padre enfermo al que va a visitar. También tiene un problema de memoria y no recuerda su infancia. En eso somos iguales. En casa de su padre y mientras éste permanece ingresado encuentra un libro de recortes que contienen la historia de una desaparición que tiene en apariencia escasa o nula importancia pero que le sirve al protagonista para reconciliarse con el mundo y con su familia y ver las cosas con otros ojos y tal. Lo que viene siendo una novela de resucitación en toda regla. Un poco la parábola del hijo pródigo pero de puertas para dentro y con dictadura de fondo. Es una novela muy sentida, muy bonita y muy tierna que por momentos me ha recordado al “Blanco Nocturno” de Piglia, no por la calidad (aquella me gustó más) sino por el retrato social de un pueblo en el que se comete un crimen y la forma en que se resuelve, a la manera de los pueblos.
Si la novela está basada en hechos reales o no, si tiene más de verdad que de mentira, es algo que por lo general no me importa más allá de lo anecdótico aunque Pron ha tenido la deferencia (y ante esto no puedo hacer otra cosa que quitarme el sombrero) de incluir en su blog una entrada en la que detalla lo que es cierto (casi todo, sospecho) y lo que no. No se lo contaría aunque lo supiera, pero no lo sé. No quiero leerlo hasta haber acabado esta reseña (de ahí, también, las prisas) para evitar que influya en mi valoración final de la novela.
* * * * * * * * * *
En definitiva y porque sé por experiencia que muchos prefieren leer los párrafos finales para hacerse una idea rápida de lo que se pueden encontrar les diré que sí, que la novela, en mi opinión, merece el aprobado. Me gusta la historia; me gusta el estilo (casi siempre); pero sobre todo me gusta el montaje, esa mezcla de documental y ficción y la sutileza con que se llega al verdadero asunto de la novela a través de otro. Por la contra me sobran algunas páginas - las de los sueños, por ejemplo - y el exceso de sentimentalismo. Los finales emotivos nunca son de fiar. La lagrimita final ha hecho míticas películas que no valen un pimiento. Supongo que de algo de eso padezco yo también, que en el fondo tengo un corazón que no me cabe en el pecho, pero en conjunto me parece una novela correcta e interesante (dejémoslo ahí) y Pron un tipo al que vale la pena seguir la pista.
Gran post, Mr. Tongoy. Pron tiene estilo y clase (escribiendo se entiende) pero esta novelita es una ful.
ResponderEliminarSegunda parte copia de Piglia. Copia burda de Bolaño en el pasaje de los sueños Sentimentalismo y heroicidad impostada para el final. Hacer ver que NO se han escrito grandes novelas sobre los desaparecidos...
En fin, buen escritor, pequeña novela.
Aún así no creo, como dicen en otros sitios, que sea la Shakira de la literatura.
Alejandro Melon
No había leído nada sobre esa comparación musical pero mal vamos porque a mi Shakira me gusta bastante poco.
ResponderEliminarUna de las cosas que menos me gustaron (en el buen sentido: me refiero a algo que realmente desafinaba) es la parte en que "recupera" la memoria y todo vuelve a él y tal y cual. Me parece un buen truco para acortar la novela y contra eso no tengo nada que objetar pero es demasiado efectista, muy peliculero y para nada necesario.
Gracias por pasarte, Alejandro. Un saludo,
Ay, Alejandrito...somos pocos y nos conocemos mucho...
ResponderEliminarYa me pondrán ustedes un día de estos al corriente de sus tejemanejes. Sospecho que me estoy perdiendo algo interesante.
ResponderEliminarViniendo de ti, eso de que "merece el aprobado" es para descorchar una botella. Me llama la atención lo que dices de la segunda parte, a mi juicio desproporcionadamente extensa. Está bien la idea de novelizar el seguimiento del caso Burdisso a través de las infumables crónicas de El Trébol Digital (un retrato saludablemente feroz y despiadado de la situación actual del periodismo, creo), pero me fatigó. De lo demás, el punto de vista me parece muy interesante (las simetrías, etc.). Considérate influyente: tenía dudas, pero que Knockemstiff es lo próximo que leeré. Saludos, Carlos.
ResponderEliminarGracias Cadou. A mi esa segunda parte también me cansó un poco pero precisamente por eso la puntuo como lo mejor. Me explico: creo que Pron arriesgó mucho en ese capítulo, él tenía que saber que se estaba pasando pero sospecho que antepuso el valor informativo documental (ver cita inicial del libro) antes que el interés comercial. También tiene que ver que a mi estas chorradas me gustan mucho. Nunca olvidaré lo bien que lo pasé con "El gabinete de un aficionado" de Perec.
ResponderEliminarOjo con Knockemstiff. Es oscura y los últimos cuentos algo más flojos. Lo digo porque no todo el mundo aguanta este tipo de historias. Pollock odia a sus personajes. Me acordé mucho de Salinger cuando lo leía porque era todo lo contrario: él adoraba a los suyos.
P.D. Merece más que el aprobado. Merece el "bien (alto)". En Goodreads le puse tres estrellitas y además siento curiosidad por el resto de obra. Y eso, en mi caso, créeme, es mucho decir.
Un saludo,
De verdad, Carlos, qué falta de rigor objetivo intelectual. Como siga expresandose así en sus reseñas acabaré por pensar que usted trata de dar su opinión sobre los libros que lee. Cómo puede ser tan descarado, hombre...
ResponderEliminarPor cierto, me va apeteciendo leer a Pron, pero voy a dejar que me vaya pringando de subjetividad -si es que usted se anima a seguir leyéndolo y no le importa que yo me aproveche de ello- y ya voy decidiendo por qué empiezo.
Me da confianza lo que escribe. Soy un crédulo sin remedio.
A mi también me jode (lo del rigor y tal) pero me voy a hacer un Curso de Inteligencia Objetiva y "sus vais a cagar tos" porque así, cuando tenga el título, a ver quien el chulo que me quita la razón en lo que diga.
ResponderEliminarYa sabe usted que se puede aprovechar de mí cuanto quiera mientras no tenga que pagar yo los condones. Es broma, claro, ni que decir tiene. (Este chiste tenía mas gracia sin confesarlo pero así no me expongo a una denuncia por difamación). No tema, anoche tome la firme determinación de leerme todo lo este señor aprovechando que es joven y no ha publicado demasiado. Si este me pasa con Paco Umbral otro gallo cantaría.
[Estas tonterías que digo tienen mucho que ver con lo mucho que me gusta el libro que estaba leyendo ahora mientras comía. Esto me pone siempre de muy buen humor. Y el café, claro, que me acabo de tomar y empieza a hacer efecto.]
Y gracias por el cumplido. Yo prometo no mentirle nunca. (Otra cosa ya... los gustos de cada cual. Yo ahí no puedo hacer nada sin hacer uso de la violencia).
Horreur, el libro de Pron es como curarse la lepra con supositorios. Tiene razón Gándara más pose que sustancia.
ResponderEliminar