"Sonata a Keutzer" es una minúscula novela de Tolstoi que, al igual que “La felicidad conyugal” trata el espinoso asunto del matrimonio. En “La felicidad…” Tolstoi estaba soltero, que no entero, y quieras que no eso se nota. (Click para la reseña) En esta ocasión Tolstoi escribe la novela con sesenta años, varios hijos (muchos hijos) y una mujer que le ha acompañado la mitad de su vida. La sonata es, ya se podrán imaginar, una novela no sólo mucho mejor, más perfecta (y también menos divertida) sino infinitamente más creíble. La experiencia es un grado.
La novela (que leí en julio) cuenta la historia de un hombre que ha matado a su mujer y, una vez exculpado, se dedica a ir contándolo ahí. El principio es este señor en un tren con cara de pocos amigos llorándole al vecino de enfrente la causa de su desgracia, aquello que lo llevó a cometer semejante atropello. (La cosa fue más o menos así: él era joven y un poco sátiro, un follador nato, un golfo a quién un día le da por el amor. Se prenda de una joven por culpa de su futura suegra, que malmete y malmete hasta que la criatura, tonta del bote, cae con todo el equipo. Llegando a la luna de miel el protagonista ya está hasta los cojoncillos de la muchacha porque en el fondo aquello que parecía amor no era más que un calentón y una vez follada lo que era un colmado de virtudes lo es ahora de defectos. Novela didáctica, pues. Y aquí la lección: en la cosa del amor puede mucho la flora intestinal, que es ingrediente fundamental del arrepentimiento. Cuando se necesita amar, nos cuenta la novela, cuando es realmente una necesidad perentoria, se rebajan a tal punto las expectativas que se puede amar lo mismo a un sujeto ejemplar que a un lobo con piel de cordero. Otro cantar, ya, sus manías personales: lo del desayuno según cómo o la comida de tal manera y a tal hora o quiero a mi madre siempre conmigo o tú que te has creído, gilipollas, por quién me has tomado. Castigado sin mojar. Esto lo mismo para él que para ella. La novela es aquello de que los problemas de convivencia tienden a ser peores cuanto menos se conocen los interfectos. No basta con decir te quiero desde la ventana o subirte al lomos de un corcel para garantizar un estado de felicidad (quisierase) permanente. No hay amor verdadero, en definitiva, que pueda nacer de un contacto fugaz si no es por azar. Pues esto es exactamente lo que ocurre: dos que se casan, dos que no aman, dos que no lo aguantan y un error fatal.)
Bromas aparte, esta novela de Tolstoi es una pequeña joya del realismo social descarnado, con todos esos detalles sobre la cosa matrimonial de celos, odios y problemas de entendimiento y un final liberador donde los haya. No se lo cuento porque soy muy buena gente pero sepan que ella se muere por una razón más grave que el haberle quemado la lengua al marido con la puta sopa. Novelón como la copa de un pino, con un Tolstoi demostrando lo que vale en cada página. Es empezar y no saber cómo parar.
Cierto. Esta novelita es un joya literaria de primera. Una buena reseña para empezar el 14. Por cierto feliz año Carlos... y felices lecturas... qué ya veo que estás con los relatos del "Imitador de voces"... divertidos y sarcásticos, Mala uva y humor negro típico de Bernhard.
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