En el resumen de lecturas de noviembre de 2013 (clic) comenté de pasada la lectura de este comic. Concretamente dije esto: “[Historias de barrio] es una recopilación de “anécdotas” de Gabi Beltrán de jovencísimo. Es el dibujo de un lugar (un barrio) muy concreto y de una época también muy concreta que a la vez es todos los lugares y todas las épocas. Normalita, tirando a interesante. Ideal para nostálgicos.” Y entonces alguien me llamó la atención sobre el hecho de que al hablar de nostalgia en esos términos tan abstractos podía dar la idea (equivocada) de que aquellos tiempos (aquella experiencia de Gabi Beltrán) eran o podían haber sido unos tiempos felices, una experiencia satisfactoria, y que lo que nos íbamos a encontrar en el comic tendría de fondo masturbaciones en grupo, huidas a la playa, guitarritas y fandangos. Y no.
“Historias de barrio” va de un joven Gabi Beltrán en un barrio de putas, el barrio de su infancia, donde la juventud era, las más de las veces, sinónimo de delincuencia. Recoge una serie de anécdotas que tienen que ver con aquello. La historia del amigo con el que robó un coche, la del atraco a la frutería o el supermercado, la de irse de putas, la de los marineros y el sueño americano. Niños que se buscaban la vida como buenamente podían. Lo habitual. Gabi Beltrán hace el papel de víctima de las circunstancias de corazón noble y bondadoso.
Más que unas memorias personales puras y duras, se trataría de un pedacito de la historia común de todos los que, como Gabi, se las vieron y se las desearon para salir de un pozo. Y como tal historia entra y como tal se recuerda. Los textos que acompañan las viñetas, sobrios, breves, alejados de toda poesía, están entre lo mejor, quizá precisamente porque no hay poesía en lo que se cuenta ni ganas de andar decorando la prosa. Supongo que si uno se va a meter a recordar ciertas cosas, necesitará mantener cierta distancia. Y otra cosa no, pero en este comic distancia parece haber para rato.
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