jueves, 26 de diciembre de 2013

“El ruletista” de Mircea Cărtărescu

Cărtărescu es, para unos, el mejor escritor de Rumanía; para otros, un perfecto desconocido. Eterno candidato al Nobel. Carne de quiniela. En lo personal Cărtărescu es, desde hace un par de meses, una espinita que tenía yo clavada y que me he quitado con la lectura de este libro (que he elegido por breve y por esas cosas que tienen tanto que ver con las recomendaciones robadas en la red, y esa suerte de común acuerdo que se alcanza tan pocas veces sobre lo que debe ser una obra maestra).

Recuerdo haber visto, hará cosa de diez años (según imdb, no más de ocho), una película francesa llamada 13 Tzameti. Trataba sobre un chaval que iba algo escaso de dinero cuando daba por casualidad con la forma de entrar en un circuito de ruletistas (de ruleta rusa, se entiende). A cambio de jugarse la vida, se sacaba un buen dinerillo. La cosa era bastante aburrida, creo recordar, pero la idea de las apuestas y el juego en sí no estaba falto de interés. Lo que viene siendo una idea mal desarrollada seguramente porque la historia, que no merecía más de media hora, se alargaba hasta unos eternos 95 minutos. El director, Géla Babluani, repitió experiencia en las Américas cinco años después, en un remake protagonizado por Mickey Rourke y Jason Stathman que no llegué a ver.

No sé si el bueno de Babluani leyó el relato que Cărtărescu intentó publicar sin éxito (maldita censura) en 1989 y que no vio la luz hasta 1993 pero es de suponer que sí y es de suponerlo por varias razones: la primera es el tema (si obviamos ciertos detalles), la segunda es esa sensación de la historia estaba basada en un relato corto, tan corto como pudiera ser el de Cărtărescu que se lee en poco menos de una hora. En cualquier caso, leyendo uno y viendo el otro, queda claro lo que es un buen escritor y lo que es un mal director: es difícil no ser capaz de trasladar a la pantalla ni una sola idea interesante de las doscientas que hay entre las cincuenta o sesenta páginas que pueda tener el relato. (Vamos a evitar el recurso fácil de trasladar este ejemplo al plano exclusivamente literario de extensas novelas de contenido cero).



Pero estoy divagando.

En El ruletista un señor escritor muy mayor muy mayor muy mayor narra la historia de un hombre al que un día conoció, un pobre infeliz, un delincuente no especialmente inteligente, que de lo único que podía presumir era de tener muy mala suerte. Un buen día este escritor, tras perderle la pista, se lo vuelve a encontrar protagonizando el arriesgado deporte de ruletista. En el relato, inmediatamente detrás la figura de este sujeto-objeto está la del apostador, representado por hombres de nivel adquisitivo alto que se juegan en locales clandestinos la vida de otros hombres, generalmente pobres desgraciados que tienen ya muy poco que perder y sí, en cambio, mucho que ganar.

En el relato de Cărtărescu el ruletista alcanza un status como no se ha visto antes para alguien “de su clase”. Encadena éxito tras éxito y cada apuesta lo hace más y más rico hasta el punto de resultar incomprensibles las razones que lo llevan a arriesgarse más y más cada vez metiendo dos balas en recámara, tres, cuatro, cinco. Seis.

Personalmente me quedo, de entre todas las posibles lecturas, con aquella que habla del valor que muchos, con su desprecio, dan a la vida ajena: poco más que un pedazo de carne. El típico tema universal que, lamentablemente, nunca pasa de moda: los abusos que se permite el poder utilizando como excusa la economía. (Pilladito por los pelos, es verdad, pero me van a perdonar: últimamente se me acumula la indignación.)


11 comentarios:

  1. El ruletista es un cuento extractado de Nostalgia, un libro infinitamente recomendable, uno de los mejores publicados en los últimos años. Lamentablemetne, la buena literatura parece suscitar menos comentarios que Olmos o Luna Miguel.

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    1. Bueno, aunque Olmos no es Cartarescu, no lo consideraría ejemplo de mala literatura sino todo lo contrario. El tatami en la novela de Olmos me parece un elemento tan imaginativo y significativo como la ruleta rusa en Cartarescu. El problema, como he dicho, es que nadie es profeta en su tierra. Te sorprendería lo mal que se habla en ciertos círculos literarios bucarestinos sobre Cartarescu. Es más, si a ciertos rumano le dices que Cartarescu es buena literatura se reíran de ti. Te lo digo por experiencia.

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    2. Efectivamente, “El Ruletista” es el primero de los cinco cuentos que forman parte del conjunto de “Nostalgia”, que además tienen el mismo narrador como nexo común, de ahí que pueda recomendarse a quienes no tengan suficiente con el aperitivo de la pistola rusa. Mientras ese excelente relato se puede leer en poco más de una hora, como comenta Tongoy en la reseña, otros como “REM” me han llevado a mí más de una semana por lo enrevesado de su argumento (a la manera Borgiana, “El Aleph” como referencia…); atención también a “El arquitecto”, el último de los cinco, tan cortito y contundente como “El Ruletista”. En todo caso a mí también me parece un libro muy recomendable…

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  2. Una anécdota para entender el relato que he descubierto in situ:

    http://es.wikipedia.org/wiki/Terremoto_de_Vrancea_de_1977

    El terremoto del 77 destruyó gran parte del antiguo Lipscani (el barrio viejo de Bucarest), lo cual sirvió a Ceausescu para construir el Palacio del Parlamento. La gente mayor recuerda todavía cómo destruyó un teatro, refugio de numerosos artistas bohemios, mientras se representaba una función, al parecer. De ahí sale la anécdota. Es posible interpretar el terremoto como símbolo de la dictadura comunista, pues propició el establecimiento del mayor símbolo comunista rumano, el Palacio, cuya construcción sumió al país en su mayor depresión económica (tanto que dura hoy). Pero supongo que es algo que sólo se entiende estando aquí y mezclándose con los intelectuales para entender cómo la literatura rumana contemporánea, de las más vivas dentro del panorama europeo, construye su nueva identidad a partir de los símbolos de la opresión comunista.

    El relato es extremadamente simbólico. Recuerda mucho a "Un artista del hambre" de Kafka, por la forma en que Cartarescu establece una relación entre arte y sociedad, entre expresión y poder, entre la manera en que la ruleta rusa (y subrayo rusa por sus connotaciones) aliena al ruletista a medida que va alcanzando éxito social, a medida que va esclavizándose más y más a la imagen que proyecta de sí mismo ante el público, como si la fama para el artista fuera una forma de condena, esto es, un suicido del espíritu de la bohemia en favor de ese estatus que anula toda posibilidad de subversión artística, es decir, desde el momento en que una expresión artística marginal se convierte, pues, en un producto de consumo para las masas o bien en un apuntalamiento de un sistema político concreto. Es posible, por consiguiente, sostener que Cartarescu intenta representar la naturaleza abyecta (altermoderna para que los hipsters me entiendan) de las nuevas expresiones artísticas posmodernas (performance, happening, etc.) y el modo en que éstas suponen la crónica de un suicidio anunciado para el verdadero arte. El terremoto no es más que el Deus Ex Machina que inspira a todo artista, el destino sobre el que construye su identidad, la epifanía final sobre la que deposita toda su esperanza de salvación.

    En fin, ya sabes que con Cartarescu soy imparcial. Y ojo, aquí he descubierto que hay muchísimos rumanos que no lo soportan. Es para ellos algo así como para nosotros Marías. Por desgracia, nadie es profeta en su tierra.

    Feliz Año, Carlos.

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    1. Gracias Dr. Diable por el comentario. Pensaba que era yo quien conducía en dirección contraria. Aunque "el destino sobre el que construye su identidad" No sé, no sé...quizá... .

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  3. Quise introducir un comentario antes, para felicitar las fiestas y apuntar los paralelismos entre el cuento de Cartarescu y "El Hombre del Sur" de Roald Dahl, pero explorer no me dejó. A ver si con Chrome tengo más suerte. Lo dicho:
    ¡Muy felices fiestas para todos!

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  4. Pues ahora que la menciona, yo recuerdo haber visto la película "13 Tzameti", y más que la película, lo que recuerdo es el título, lo demás se borró de mi mente hace bastante. Debe ser que, como dices, es bastante mala. El caso es que este relato corto es uno de mis eternos pendientes -y ya van...-. De este 2014 no pasa.

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  5. 13 Tzameti era tan interesante en el planteamiento como discutible en ejecución. Lo peor es que los americanos hicieron un remake, con la ocasión de hacer algo grande a partir de esa premisa, y también se quedó en poquita cosa...

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  6. Joder. Yo todavía no he visto Pretty Woman y algunos de por aquí ya van por 13 Tzameti. En qué mundo vivo.

    Quique

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  7. Felices lecturas para el 2014, Tongoy and company :)

    Un abrazo

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  8. Hola, sobre "El ruletista" ¿Alguien podría comentarme algo de la introducción de Marian Ochoa de Uribe? Lo pregunto por la desafortunada introducción de Edmundo Paz Soldán del relato en la novela de Nostalgia, aunque visto los comentarios de diferentes lectores y algún crítico, no sé que decir, ¿Seré yo quien no ha entendido ni papa del relato? Veamos... la historia del ruletista es accesoria, no importa los sucesos que relata, "el relatador"(Debería titularse así, o no) desea unir las dos historias para tratar de eludir...mañana sigo.

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