A continuación el habitual y (ya supongo que) esperadísimo resumen de mis lecturas del mes de abril. En esta ocasión, por aquello de agilizar, vamos a hacerlo un poco diferente, a ver qué sale: nos dejamos de zonas cálidas, templadas y frías en favor de una exposición cronológica, mucho menos traumática para aquellos de los que vaya a hablar fatal.
El mes no pudo empezar peor: al “Nocilla Dream” de Agustín Fernandez Mallo le siguió el “Richard Yates” de Tao Lin. Malo uno, peor el otro. “Nocilla Dream” me hubiese valido como experimento si no hubiese sido comparado en su momento por algunas personas con aquella otra novela también desestructurada, también de montar, que era y es “Rayuela”. Entraré en detalles dentro de unos días, cuando pueda dedicarle unos minutos robados. Respecto al libro de Tao Lin ya hablé en su momento largo y tendido aquí y no tengo nada más que añadir. Inmediatamente después, un caramelo: “Levantad carpinteros, las vigas del tejado”, otra pequeña obra maestra de J.D.Salinger: una lección de estilo, una narración elegante, un relato íntimo y apasionado y apasionante que debería ser lectura obligada en los colegios. Salinger, todo el mundo lo sabe, huía de la luz pública, exactamente lo mismo que hace el autor de mi siguiente lectura, Thomas Pynchon. La elegida fue su última novela, “Vicio Propio”, de la que también hablé aquí y por la que también bebo los vientos desde entonces. Ella me metió el gusanillo del “negro” en el cuerpo y me sentí afortunado al haber incluido “Las niñas perdidas” de Cristina Fallarás entre los proyectos del mes de abril. Una lectura entretenida y ágil, un relato salvaje con el que quizá fui demasiado duro en su momento, estando como estaba demasiado influenciado por la excelsa calidad de las obras leídas inmediatamente antes. El tiempo me resta parte de razón y hoy la recuerdo con agrado.
(Fue inmediatamente después cuando empecé a incumplir el proyecto de lectura del mes de abril. Yo esto lo hago mucho (comprometerme con lecturas y no cumplir después, quiero decir) y fue gracias a ello (a la costumbre) que ni me causó trastorno ni me sentí culpable y así pude disfrutar de un mes insuperable.)
La elegida, inesperadamente, fue la sensacional “1280 almas” de Jim Thompson. Una novela apasionante e intemporal, como lo es siempre la violencia extrema. Esto lo único que consiguió fue alimentar mi sed de venganza y muertes y mujeres fatales, pero todo eso tendría que esperar; antes debía zanjar un pequeño compromiso con Don Delillo y su “Punto Omega”, una novela que también pudiera ser entendida en clave de western reflexivo. La novela de Delillo está hecha de una pasta que ya no se estila: inteligente, serena, íntima. Un lujo. Inmediatamente después “Cosecha Roja” de Dashiell Hammett, la novela que inspiró Yojimbo y “Last Man Standing”, me proporciono dos o tres de los días mas trepidantes de mi vida como lector. De las que no se olvidan y a las que hay que volver una y otra vez. Así es como se cuenta una historia.
Luego, otro paréntesis, en esta ocasión para el drama pasional llamado “Los enamoramientos” de Javier Marías, de la que en su momento ya hablé largo y tendido y sobre la que no tengo intención de volver. Y justo después, más negra, pero en esta ocasión de la ligera, la de detectives, aquella que no atiende a géneros al tratar de romperlos. Primero fue “Un detective en Babilonia” de Richard Brautigan, al que no tenía el placer de conocer y que me proporcionó un par de días bastante divertidos. Luego un viejo conocido: Ricardo Piglia. “Blanco nocturno”, también enmarcada en el género detectivesco -aunque en esta ocasión de campo- es de esas novelas que sorprenden por su elaborada construcción, con personajes interesantes, inteligentes, con un trasfondo histórico enriquecedor. Es de esas novelas que hacen malas a las demás por lo que supongo que no tardarán demasiado en pegarle un tiro en la nuca al pobre Ricardo todos esos envidiosos que escriben noveluchas de mierda. Ya iré dando nombres. Bien. ¿Qué más? Como verán ha sido un mes de lo más productivo.
Tocaba cambio de registro. Necesitaba algo diferente y me tropecé en la biblioteca, un poco bastante por casualidad, con la novela “Nada” de Janne Teller, que dicen que ha vendido la de dios es cristo y que por eso ahora todos los niños escandinavos se la tienen que leer porque sí. Vale, no sólo por eso, también por el brote de filosofía existencialista que incorpora y del que quieren sacar provecho obligando a pensar a las pobras criaturas. Pero no adelantemos acontecimientos: en breve, una entradilla, breve también. Inmediatamente después me puse con una de esas recomendaciones que roba uno en blogs de fiar: “Sukkwan Island” de David Vann, un relato padre/hijo injustamente comparado con “La carretera” de McCarthy, con el que apenas guarda un par de casuales coincidencias (un padre, un hijo, un entorno hostil y punto.) Me gustó mucho. Es de las que acompañan durante semanas después de leída.
Y cerrando el mes, tres libros. El primero “Viaje de Invierno” de Amelie Nothomb es una divertida ficción en torno al amor y el despecho que dio lugar a una entrada que de puro mala me he negado a publicar. El segundo fue otra recomendación robada: "Venganza Tardía" de Ernst Jünger: un interesante relato autobiográfico en el que autor rememora su época de estudiante de primaria. El tercero y último, acabado por los pelos el último día del mes, fue otro libro de Jim Thompson. “Hijo de la ira” es una novela rápida y dura que trata sobre el odio. Hasta aquí puedo leer. Es un relato mucho menos cruel de lo que esperaba pero que igualmente deberían evitar todos aquellos que sufran del corazón.
Y eso fue todo; que ya no estuvo mal. En general me llevo un recuerdo sensacional del fallecido mes de abril, Javier Marías incluido. He disfrutado de todas (t-o-d-a-s) las lecturas, incluso de las peores, por unas razones o por otras, da igual. Y es que de las malas novelas también se aprende mucho. Quien sabe, quizá por eso las escriben.
Carlos,veo que estás nothombizado,a ver si te pasa como a mi,que devoré varias y al final tuve la sensación de leer siempre lo mismo con ligeras variantes.
ResponderEliminarabrazos
Lo estoy (nothombizado). ¿Se me nota, verdad? Y lo que no sabes... te lo cuento yo: cayeron dos más este mismo mes. Uno el día uno y otro el día dos. "Estupor y temblores" y "Cosmética del enemigo", por ese orden. Luego paré porque no tenía mas y aproveché la pausa para ponerme riguroso: seguiré el orden cronológico de escritura. Para mi próxima visita a la biblioteca me he anotado cuatro, que deberían durarme no más de una semana, vista la extensión de los mismos.
ResponderEliminarEso si no cambio antes de opinión y me paso al melodrama de campo: ahora vivo seducido (siendo "ahora" la media hora inmediatamente anterior a este comentario) por "Las primas" de Aurora Venturini que en la página cincuenta ya se ha colocado entre lo mejor del año. Tela con la Venturini.
Pero hablábamos de Nothomb. Efectivamente la sensación es de ser siempre lo mismo con variaciones. Pero bueno, lo mismo que las películas de Woody Allen (que adoro) o las muchas series de las que fui en su momento consumidor habitual (lo mismo infinitas veces hasta que reviente). Lo que me gusta de Nothomb es la forma de ir al grano, de evitar los paseos turísticos a los que suelen obligar muchas novelas sin venir mucho a cuento (ayer dejé "Las viudas de Eastwick" precisamente por esa razón).
Seguiremos pues, consumiendo hasta reventar.
Un abrazo, Jordi, y gracias por pasarte.
Hola Carlos:
ResponderEliminar¡Menudo ritmo de lecturas!
He descubierto tu blog hace poco, gracias a las chicas del ejercito de salvación, y lo que he leído en él me resulta muy interesante.
El de Nocilla a mí tampoco me gustó nada, con el de Tao ni pienso acercarme.
El de Salinger también lo leí (está en mi blog comentado, como el de la nocilla) y me encantó.
Cosecha roja, genial. A ver si vuelvo con Hammett.
Y con Jim Thompson debería ponerme, que lo tengo pendiente desde hace mucho.
Estupor y temblores me gustó, pero no repetí.
De Pinchon no me gustó el lote 57 ¿Los demás de él son mejores?
El de Las primas de venturini lo leí el verano pasado y me encantó. No sé si has visto que caballo de Troya acaba de sacar otro de esta mujer ahora mismo.
De Delillo me encantó Ruido de fondo, y bastante menos Fascinación.
Con Marías debería volver.
Bueno, encantado de haberte descubierto y nos vemos por el ciberespacio. Te sigo.
Saludos
David
Hola David,
ResponderEliminaryo tu blog lo conocía de antes. Me lo encontraba muchas veces con el google. La última que recuerdo fue hace un par de semanas precisamente con Nocilla. Me encantó encontrar alguien afín. De ahí me enganché con un artículo muy interesante sobre Macedonio Fernández, de quien tengo a medias los "Papeles de recienvenido".
Bien por lo de Tao. Aún así no descartes echarle un ojo si algún día sale en digital.
El de Pynchon es "La subasta del lote 49". A mi me gustó mucho porque me pareció delirante y completamente diferente a... a todo. No soy un experto. Sólo leí ese y los relatos de juventud que no me gustaron y éste mencionado (Vicio Propio). Tengo a medias "V", que me agotó pero también me fascinó y no acabo de saber porqué. El resto los compré todos y los tengo esperando por mí en la estantería. Yo leo mucho pero soy un desastre planificando y cambio de parecer continuamente. Sumo libros y más libros a mi estantería y siempre encuentro la manera de no leer ninguno. De ahí que mi amor por Pynchon esté pendiente de consumación.
Ahora que dices lo de Venturini es verdad que me había dicho alguien que tenía otro. Imprescindible desde ya. Y no sé ni de que va. Estoy a punto de terminarlo y me está encantando.
De Salinger poco más puedo decir. Es un personaje fascinante y me mata pensar que llevo odiándolo casi treinta años. ¿Cuando veremos lo que escribió todos estos años? Esto me recuerda que tenía pensado leer un libro suyo cada mes y para este de mayo no lo tengo en el calendario (que publicaré en un rato). A ver si le puedo hacer un hueco.
Muchas gracias por pasar. Nos vemos en la red.
Hola:
ResponderEliminarVale, el lote era el 49 y no el 52... lo escribí de memoria y lo leí hace tiempo, y escribí mal Pychon. Aquel libro me produjo bastante extrañamiento y poco placer estético o literario; sin embargo, Pychon es un autor con el que creo que me pondré algún día.
Macedonio es un tipo bastante raro, no sé si leerlo es más por constataar una rareza que por placer.
El de Tao no me interesaba porque Fresán, admirador de la literatura norteamericana, no lo puso nada bien.
saludos
me sigo pasando.
David