lunes, 24 de marzo de 2014

Ochenta páginas de “Goat Mountain” de David Vann

Y digo ochenta páginas porque son las que aguanté. Cabe esperar, por lo tanto, que lo inmediato sea una no-reseña de una novela no terminada. Hay a quienes esto les molesta mucho. Para ellos, Google bendito Google. Para los demás, esto es lo que pasó.

Esto es lo que pasó

Lo que pasó fue que se me agotó la paciencia. Que me cansé de saltar palabras, frases, líneas, párrafos, páginas enteras tratando de salir de sopor con el que Vann nos castiga a los lectores durante cada doloroso minuto que dura la lectura. Buscaba algo a lo que aferrarme para seguir, algo tipo “para eso te he traído, lector, asómbrate”. Pero nada, no hubo modo. Total, que en la página ochenta me di por vencido.

En mi opinión de experto, David Vann viene demostrando una trayectoria descendente desde hace tanto tiempo que uno se pregunta si no habrá caído en un pozo sin fondo. Eso o que se puede vivir eternamente de las rentas de haber escrito un único libro decente si papá Mondadori (ahora Penguin Random House Mondadori Alfaguara Felipe Froilán de Todos los Santos) te avala. 

El caso es que esta nueva novela de David Vann (la cuarta que se publica en nuestro país y la tercera que edita Mondadori) es, exactamente más de lo mismo que los anteriores. Esto no tiene nada de malo, si te gusta. Y uno entiende que guste: violencia, traumas, niños que sufren o hacen sufrir… La vida. Pero bueno, en algún momento habrá que ofrecer algo más y no siempre algo menos. Billy Wilder tenía diez mandamientos,  nueve de ellos eran no aburrir. Si vamos por ahí, Vann merece el infierno.

Goat Mountain va de esto: un abuelo, un padre y un hijo y un amigo del segundo (Tom) se van unos días caza. Paseando ven, a lo lejos, un furtivo que se ha colado en sus tierras. El papá apunta con su escopeta al ignorante cazador, mira por el objetivo y le dice al nene, nene ven mira y el nene, que tiene once años y le han prometido que esta vez sí podrá cazar un venado, va y mira. Y dispara. Claro, nadie quería que el niño matase a ese señor; no es esa clase de libro. La cosa es más bien ¿qué cojones le pasa al niño? y tal, como si la cosa viniese de atrás. El abuelo dice que es un hijo de puta y que deberían matarlo. El abuelo, eh. El padre dice que no y Tom no dice nada porque no es de la familia. Esto es todo lo que hace Vann para definir a los personajes. Miento: sabemos que el abuelo está un poco gordo y que el niño, efectivamente, es un ser absolutamente amoral que lo mismo le da matar un cristiano que un ciervo. Si acaso que sin cuernos no luce igual la cabeza sobre la chimenea. A Tom lo define su humanidad: él no quiere matar al niño, sólo denunciarlo a la policía. Pero a ver, estamos en el bosque, el tipo era un furtivo, nadie ha visto nada… ¿qué te costará enterrar el cadáver, Tom, cabronazo, mala gente? Bueno, pues no, todo el rato es Tom dando por culo con los remordimientos de conciencia y no queriendo tocar el cadáver no se le vaya a pegar algo y el viejo erre que erre que te voy a matar y el niño erre que erre que no y el padre no sé, por ahí anda, haciendo de chófer o algo.

Yo sé que, visto así, no pinta del todo mal, que incluso a mí me apetece retomar pero luego llegas al libro y abres una página y es todo uno leer y bostezar y ya no es que no pase nada sino que el mejor momento es saber qué va a cenar el viejo esa noche. Y no puede ser. 

Vale que David Vann ha tenido una infancia muy dura pero no veo qué culpa tenemos los demás.

Ya en Caribou Island había paja para aburrir, aunque la historia principal no estaba del tomo mal. En Tierra se le fue la mano con el bricolaje pero al menos estaba lo de la vieja encerrada que tenía su aquel, pero aquí es que no hay nada a lo que agarrarse que no sean esos tres señores que son como tres sombras de pura indefinición y uno niño malo como la peste que tampoco sabes muy bien qué culpa tiene la criatura de ser como es si luego van y cada dos por tres le ponen una pistola en la mano. Y luego la culpa es de los videojuegos. Si es que…

Total, que para ver a cuatro tíos con pistola malamente desarrollados, una acción que no acaba de arrancar y una prosa carente de todo atractivo, mejor me pongo el Zombi U y así por lo menos las hostias las doy yo.


15 comentarios:

  1. Hola.

    Leí Sukkwan Island y ya me gustó menos de lo que esperaba y que al resto. No seguí leyendo y me esperaba esta opinión tuya. También tuve la impresión de que estiraba irrelevancias en párrafos sin sentido y me costó terminarlo, tampoco el final mereció demasiado la pena. Un saludo.

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  2. Pues nada, que el libro, visto así, apetece un poco. Tal vez acaben matando al niño y el abuelo se lo come para cenar. A mí me pica la curiosidad.
    En todo caso, esto será un subidón para Condónumbilical, ese lector famoso por reseñar libros que no lee.
    Saludos!

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    1. Bueno, yo no suelo hacerlo porque soy muy vago, pero si lo piensa realmente tiene mucho más sentido, en un blog que comenta lecturas (que es lo que son estos espacios, no nos engañemos), hacer mención de aquello que se abandona, especialmente si uno le ha dedicado cierto tiempo. Otra cosa ya, entrar en valoraciones. 

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    2. lazarillo de tormes leídas 60 páginas hasta ahí llego la historia no fluye los personajes son arquetípicos la prosa es aburrida (entiendo que el autor no quisiera poner su nombre) basura encumbrada por siglos de crítica literaria complaciente y menos inteligente que yo en resumen pura bazofia que no merece la pena

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    3. ¿Tan famoso soy que me suplantan la identidad?

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    4. Vale, el comentario anterior lo puse sin leer el resto de comentarios...

      Creo que el hecho de dejar una lectura también habla de lo que consigue o no el escritor. Tongoy no ha necesitado completar el libro para saber que no funciona. ¿Te tienes que tragar el libro entero? Cada uno hace lo que le apetece. Más allá de eso, mi blog es una especie de diario de lecturas personal y meto casi todo lo que leo, aguante o no. Sentiría que me miento a mí mismo si sólo incluyera lo que me gusta o lo que acabo.

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    5. Pero si además no es de ahora. Son ganas de berrear o es que es nuevo por aquí. Sólo en la columna de más vistos hay dos lecturas inacabadas y comentadas. Y si rascas en el blog, encuentras más. 
      Eso y que antes tenía más paciencia y me los terminaba.

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    6. "el hecho de dejar una lectura también habla de lo que consigue o no el escritor"

      ...Sí, es verdad, pero también de lo que es capaz el lector.

      Un lector es un creador; es alguien capaz de conectar con un discurso artístico e intelectual más allá de la simple y llana sucesión de acontecimientos que se suceden en una narración. Para lo cual, a menudo, se necesita de curiosidad, esfuerzo, paciencia, conocimiento, humildad, respeto y pasión: las misma virtudes que debería atesorar un creador

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    7. Mi archienemigo... te echaba de menos. No hace falta reflexionar mucho para desmontar lo que dices. Partes de la base de que cualquier discurso con forma de libro es artístico, lo cual es una falacia. Aparte de que exiges un kit mental y emocional estándar con el que encarar un texto (paciencia, pasión, esfuerzo, etc.), como si la encargada de levantar esas cualidades no fuera la obra. Si entras en un libro con la mentalidad de que tienes que poner esfuerzo y ser apasionado, ya estás añadiendo cosas que en el fondo debería generar el propio libro. Precisamente ahí está la diferencia entre arte y excremento.

      Además, no todo el mundo conecta con las mismas cosas y las mismas personas. En parte, ahí está la gracia también, es lo que enriquece la literatura. Sigo defendiendo que el lector perfecto es el que es capaz de salirse de sí mismo y presentarse como un folio en blanco delante de cada texto, pero sin dejar de consultar de reojo sus lecturas pasadas y estando abierto a que el escritor mueva los hilos interiores.

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    8. O tienes muchas ganas de provocar, o de ponerte en evidencia, o de que nos riamos todos a mandíbula batiente y pasemos juntos un buen rato.

      Es decir, por extraer la esencia de tu reflexión y según tu punto de vista, el excremento es aquella obra que exige de esfuerzo por parte del lector.

      PRIMERA VALORACIÓN:
      ¡Vamos anda, no me jodas!

      SEGUNDA VALORACIÓN
      jajajajajajajajajajjajja. Tómate otra amigo.

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    9. Simplificas una vez más... cuando aprendas a percibir los matices de las cosas me llamas, aunque a lo mejor te pilla ya a una edad...

      Lo pongo en una frase estilo diccionario para que lo entiendas: la obra de arte es aquella que invita naturalmente al receptor a realizar tareas a priori incómodas, como una reflexión extremadamente sesuda y concienzuda o un esfuerzo lector exagerado. Ejemplo: "La broma infinita" de David Foster Wallace.

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  3. Interesante discusión sobre como debe ser un lector: activo o ¿pasivo?.
    Dante o tomante.
    Yo estoy más con Pobrecito: la lectura para quien la trabaje.
    En cualquier caso sois grandes bloggers los tres, sí, venga, Tongoy también.

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  4. Acabo de terminar de leer "Goat Mountain" y he de decir que me han sorprendido las valoraciones negativas vertidas. Doy la razón a quien dice que al comienzo del libro el sopor puede adueñarse de la voluntad de uno e inducirlo a abandonar el libro. De hecho, en mi caso, tuve un periodo de unos diez días que no lo toqué, por pura pereza. Pero me he llevado una grata sorpresa a medida que la historia ha avanzado. El pasaje de la muerte del ciervo y el posterior tratamiento al cadáver del animal me tuvo dos noches sin poder dormir bien. Hacía mucho que no sentía verdadero terror al leer un libro, y he de reconocer que me trastrocó. Tanto como la descripción de la personalidad del abuelo, que a medida que el argumento se desarrolla, vas descubriendo que te encuentras ante un auténtico psicópata o un sociópata. Miedo. Miedo ante los diversos intentos del abuelo por llevar a cabo su propósito.
    Por otro lado, me ha gustado bastante la comparativa que hace de lo que va transcurriendo en el libro con diversos pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento, y el análisis que con ello hace el autor de la naturaleza humana y sobre todo de lo que significan los convencionalismos impuestos en cuanto a las relaciones familiares y a la sociedad en general, la vida, la muerte y lo más animal que anida dentro de cada uno de nosotros.
    Sí, es cierto, que me costó sumergirme en el universo de Vann y en su prosa y su forma de describir (al igual que me ocurrió en sus anteriores novelas), pero una vez que te dejas llevar por su manera de contar, lo cierto es que lo he disfrutado y lo he sufrido (no por aburrimiento, sino todo lo contrario, por lo que te hace plantearte y por terror, puro terror), hasta el mismo desenlace. Me ha vuelto a dejar poso, al igual que en sus novelas anteriores. Esperemos que en futuras obras, deje de un lado las relaciones paterno-filiares, de las cuales ya hemos tenido buen surtido en todas sus novelas, y se vaya por otros caminos y nos haga pensar y sufrir con otras facetas de la naturaleza humana y sus miserias.

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