Les pongo en antecedentes: de Franzen he leído tres libros: la novela “Las Correcciones”, la recopilación de ensayos “Cómo estar solo” y uno chiquitito llamado “Zona Templada” que es en realidad un pequeño relato autobiográfico excesivamente caro se mire por donde se mire. Sobre “Cómo estar solo” es un fenomenal conjunto de ensayos que merecía una reseña digna y de “Las Correcciones” jamás escribí nada porque lo leí hace ya demasiados años y en el recuerdo tiendo a idealizar ciertas lecturas a pesar de olvidar los detalles. Sí es verdad que se convirtió de inmediato en uno de mis libros favoritos aunque esto no fuera suficiente para "interesarme" por la obra anterior del escritor porque entonces yo creía que uno era tan bueno como lo último que escribía y que lo otro no era nada más que el medio para alcanzar el fin que es el presente nuestro de cada día.
Esto lo digo para que se entienda el exceso de confianza y se conozca el nivel de las expectativas con que enfrenté la lectura de “Libertad”: la convicción de estar frente a un monumento más que ante un libro, una actitud a todas luces excesiva porque al fin y al cabo no dejaba de ser una novela más en su trayectoria y Franzen un ser humano común tirando a pelín zumbado a quien con el paso de los años he ido idealizando con manifiesta voluntad de que así fuese porque también quiere uno ilusionarse con algo de vez en cuando.
El argumento es muy sencillo (por lo que tiene de común) aunque difícil de resumir (por lo que tiene de extenso). Quedémonos con la idea de un drama familiar moderno, esto es, donde el reto no es escapar del hambre o la guerra sino errar continuamente el camino que conduce a la felicidad, saberlo y no evitarlo. Los protagonistas son varios (novela coral, pues): Patty, un ser bastante odioso con el que sin embargo logramos simpatizar en varios momentos (“Ella era ya en sentido pleno aquello que en el resto de la calle no había hecho más que empezar” Pág.14); su marido, un tipo íntegro, leal y condenado a sufrir por amor (“Desde luego era muy paciente: tenía el metabolismo de un pez en invierno” Pág.28) y sus hijos, ella y el, dos elementos también de cuidado, más el segundo que la primera, una muchacha a quien Franzen obvia inexplicablemente. El quinto es discordia es el amigo bohemio, un tipo liberal e inteligente que nos las va a hacer muy felices a los lectores por la parte de culpa que tiene en el enredo huracanado en que esto se convertirá. Así es en general la estética de la novela: todo muy USA, muy de retrato familiar de la era Bush Junior: la pequeña gran novela americana –le pese a quien le pese- de la década inmediatamente anterior a esta.
Lo grande de Franzen es lograr que lo anodino y vulgar que pueda tener ser una aburrida ama de casa del medio oeste sea el acontecimiento literario del año y encima tengamos que darle la razón porque no se trata de ver lo mal que cocina la buena de la mujer sino de entender porqué se le queman siempre las magdalenas. Figuradamente, claro. La escritura al servicio de la historia (por supuesto, hablamos de Franzen); de una exquisitez envidiable. No importa el argumento, de verdad que no (en el sentido en que no debería ser esta la razón para leerla o despreciarla) y en cierto modo eso la hace más interesante por la capacidad que tiene de atrapar desde la primera página -obviando el hecho de mi más que optimista predisposición inicial- y por lograr que nos importen las pajas mentales de unos y otros así como sus devenires por caminos trillados: una concentración de lo visto en televisión estos últimos diez años elevado a la enésima potencia, concentrado y servido en copa de lujo marca Franzen.
Bueno, éste cae fijo por Navidades.
ResponderEliminarSin que tenga nada que ver, Tongoy, ¿no van a despedirlo a Vd. un día del trabajo? espero que no tenga un trabajo de riesgo, como operario en una fábrica, por ejemplo, que se le va a ir un dedo un día de estos si está por otras cosas.
Saludos
Arriba Franzen!!!!
ResponderEliminarAbajo la portada de la edición de Salamandra!!!!
¡Qué miedo! Llevo unos días dándole vueltas a la idea de la memoria de las lecturas, y ahora vas tu y dices "...jamás escribí nada porque lo leí hace ya demasiados años y en el recuerdo tiendo a idealizar ciertas lecturas a pesar de olvidar los detalles."
ResponderEliminarPrecisamente por eso sería más que excitante escribir reseñas partiendo del recuerdo de la lectura, sin recordar si quiera el nombre de los personajes, los detalles propios del libro: solamente recordar las sensaciones de su lectura, lo que sabemos del autor, el lugar donde lo leímos, qué nos pasó durante aquella época, a quien le explicamos el libro, si lo perdimos, si lo volvimos a leer pero ni por esas recordamos el nombre del protagonista...
Saldría una obra nueva, igual que cuando nos ponemos a recordar, que desenfocamos e inventamos, y así surgen otras realidades que explican mejor lo que en verdad fue, o lo que ahora es...
Mismamente como la mismísima literatura
Hola Carlos:
ResponderEliminarYo acabé también este libro hace unos días y, aunque no había leído antes nada de Franzen me ha gustado bastante; como tú dices, su capacidad para engancharte es muy alta.
A mí también me llamó la atención el detalle de que no se detiene a hablarnos más de la hija, Jessica.
Aunque lo de "anodino y vulgar" de Patty tampoco me lo parece tanto: es alguien que ha sido violada en la adolescencia, que ha sido una estrella del baloncesto con una amiga pirada, que pincha las ruedas del coche de su vecino facha..., me ha parecido un personaje muy interesante.
He sacado de la biblioteca Las correcciones, con la que me quiero poner la semana que viene o así. Ya hablaré de ella.
saludos
Por cierto Danilo, aunque no te guste, la portada tiene todo el sentido: es la reproducción de una reinita cerúlea!!!
ResponderEliminarsaludos
Hola a todos. Una cuestión para Carlos y para todos los demás. No he leído nada de Franzen, ¿Qué me recomendarían para empezar con él? Gracias por adelantado.
ResponderEliminarPues mira, Daniel, voy por la mitad de esta y me está gustando bastante, pero le recuerdo algo más de placer a Las correcciones. Pero vete a saber, habiendo pasado tantos años.
ResponderEliminarOtra opción es no leerte ninguno de los dos y, en su lugar, explorar el placer anal, que está ahí mismo y lo tenemos olvidado.
Empieza por el principio.
ResponderEliminarGracias a los dos. Preguntaba porque, a veces, ciertos escritores tienen alguna obrita muy representativa, ya me entienden, que viene muy bien para entrar en ellos (no analmente, Quique, no me confundas) y ubicarte y todo lo demás. Para saber si la cosa te place o no te place, vamos (el escritor y sus libros; no el placer anal, que encierra otra clase de delicias sin cuento). Bueno, cuando termine las lecturas pendientes cogeré el primer libro de Franzen y a ver si me animo... También me anoto la oportuna sugerencia de Quique sobre el asunto de irme a tomar por el culo, que un poco de autoexamen nunca viene mal...
ResponderEliminarHombre de Dios, ni mucho menos era mi intención enviarte a tomar por el culo sino únicamente recordarte las bondades que son propias del ojete y su correcta manipulación. En serio. Soy más gilipollas que mala persona.
ResponderEliminarNo pasa nada, Quique. No te había tomado por tal. Cuando leí el segundo párrafo de tu comentario, lo tomé simplemente por una ocurrencia ingeniosa, perfecta para un tío tan redicho como yo. Estoy trabajando con el ordenador y me he echado unas risas en condiciones. Quizás, bueno, seguro, estoy todavía susceptible después de la batalla de los últimos días. Si he cometido el error de meterte en el mismo saco, que no era mi intención, perdona. Por cierto, en tu blog hay cosas buenísimas; que se anime la gente a visitarlo, porque está muy bien. ¿Las ilustraciones son tuyas? De nuevo, gracias a ambos.
ResponderEliminarGracias, buen hombre. Todo es mío, sí. Lo tengo abandonado por haberme sobrevenido nuevas obligaciones. Pero en cuanto se me ocurra una buena gilipollez la pongo en tu honor. No tardaré mucho.
ResponderEliminarEstoy bastante de acuerdo. El (odioso) personaje de Patty me parece lo mejor de la novela de largo. Es el personaje más elaborado, sin ser tan exagerado como el hijo ni tan arquetípico como el amigo bohemio. Es por ello también el personaje más atractivo, y el que hace que la novela sea adictiva.
ResponderEliminarPuedo decir que me gustó mucho, pero no me parece la Gran Novela de nada. Esa sigue siendo Las Correcciones (que yo leí hace no tanto).
Saludos.
Buenas,
ResponderEliminarDanilo, a mi la portada tampoco me gusta pero lo que dice David es cierto, no tanto porque sea un reinita como por lo que eso representa en el sentido de que es una portada bastante acertada. Lo cual no quita que sea fea, que lo es. Hay otra por ahí que es una F gigante (F de Franzen, F de Freedom) pero claro, aquí (en España) no pegaba ni con cola.
David Leí tu reseña justo antes de terminar la mía y me gustó ver que no sólo coincidíamos en gustos sino en la apreciación del detalle “insignificante” de la hermana. Le he dado muchas vueltas y creo que realmente el problema, de estar, está en lo poco que tiene ella que aportar a la historia por sí misma. Me explico. Es un poco como la parábola del hijo pródigo. El hermano bueno, el que se queda cuidando al padre mientras el otro se marcha a desperdiciar su vida (sin que esto sea exactamente así puesto que las novelas del niño malo seguro que son mucho más interesante que las novelas del niño bueno) tiene muy poco protagonismo porque realmente no hace mucho aunque su verdadero papel reside, creo, en servir de comparación. Bueno, esto simplicando mucho. Tampoco sería muy normal que toda la familia tuviese tanto que contar. Siempre tiene que haber el normal. Es muy americano también eso, lo de la hermana “ejemplar”.
Y no, es verdad, no es la vida de Patty exactamente “anodina y vulgar”. Lo decía en la primera impresión que produce la contraportada o la imagen que tenemos de ellos después del primer capítulo. Aún así, por mucho pasado deportista, no deja de ser una joven de familia bien que ahora ejerce de ama de casa. Eso es lo que yo entiendo por anodino y vulgar.
Pobrecito Hablador, la idea está bien; me gusta. Pero imagínese lo que podría salir de ahí. Es decir, cuando uno quiere saber qué tal esta un libro, ¿le sirve realmente saber lo que estaba haciendo el crítico en el año 2000? No sé. Sería cuestión de probar. Me lo anoto por si algún día tengo que rescatar alguna novela.
Quique, eres un cochino. Te lo digo siempre: hay que venir follado. ¿De modo que la estás leyendo? Pues ya dirás, ya dirás. Te estás haciendo de rogar, por cierto, antes venías mas.
Daniel ya has visto lo que yo he leído. Yo empezaría por Las Correcciones, la verdad. Más que nada porque si las anteriores no te entusiasman puedes quedarte sin ganas de cara a LC, que sí vale mucho la pena y no deberías perderte. Yo estoy pensado en leer cosillas anteriores en breve.
Juan, Gran Novela no, pero Pequeña Gran Novela un poco sí. Es un buen reflejo de una década y una estupenda novela.
Gracias a todos por pasar. Un saludo,
una estupenda nota a Franzen hecha por otro escritor, el de El ruido de las cosas al caer:
ResponderEliminarhttp://www.lanacion.com.ar/1416730-franzen-en-el-nombre-de-la-libertad
Saludos
Las correciones, buen comienzo, si se encontrara o encontraria... Alguien sabe si tienen previsto reeditarla? Para no tener que estar pendiente de préstamos y bibliotecas. Algún día habria que hablar de las bibliotecas de este país, con pelos, nombres y señáles.
ResponderEliminarDr.
Nuevo Drama 482 - Jonathan Frazen 16.
ResponderEliminar"El ruido de las cosas al caer". Mira, un libro que nunca me apetece leer. No he acabado el artículo pero de momento tiene cosas interesantes.
ResponderEliminarDr., ahora lo tengo prestado pero no tengo inconveniente en hacérselo llegar cuando me sea devuelto. Claro que esto pueden ser diez días o una eternidad.
No parece que vayan a reeditarlo y es realmente curioso porque pocas oportunidades mejores que esta tendrán.
La conversación de las bibliotecas... ¿por qué lo dice?
De Franzen hay, afortunadamente, poco que criticar. Menos es siempre más.
ResponderEliminar¡Viva Franzen!
ResponderEliminarHola Carlos,
ResponderEliminarqué ilusión! por fin reseñas un libro que he leído. Bueno, justo estoy leyendo en estos momentos. Yo también estoy enganchadísimo. Por ahora estoy en la 'autobiografía' de Patty. He pasado de odiarla en el primer capítulo a empatizar mucho con ella. Es, desde luego, un personaje complejo y muy atractivo.
Eso es por no hacerme caso. Si leyeses lo que te digo coincidiríamos mucho más. De cajón, esto.
ResponderEliminar¡Qué bueno saber de ti, por cierto! (Tómate esto como una (in)directa).
Abrazos,
De Franzen empecé y no pude con Ciudad veintisiete. No hubo manera de quedar enganchada al libro y se lo presté a alguien que no suele devolverlos. Sin embargo si que me gustó Como estar solo. Durante un tiempo estuve tras Las correcciones pero desistí. Me apunto Libertad
ResponderEliminarCarme
Me ofende usted Sr. Peón pues me paso por aquí lo mismo que siempre aunque comente menos, más que nada porque tengo menos que comentar. Al no ser del gremio me pierdo fácilmente entre Bellveres, Ibrahimes, Lunas y tal.
ResponderEliminarAdemás, últimamente paso 3 días por semana en un hotel con wifi de mierda. También podría tener algo que ver.
(Es que me han puesto a hacer un máster).
Pero vamos, siguen usted y sus comentaristas proporcionándome el mismo nivel de satisfacción que de costumbre, no se inquiete.
¿Ves? Otra vez yo.
ResponderEliminarEl post mejora minuto a minuto.
ResponderEliminarMuy bien, Carlos, gracias por la recomendación. Estoy ahora enfrascado con unas cosillas de filosofía, pero en cuanto termine empiezo "La niña que amaba las cerillas" y me pongo a la tarea de buscar "Las correcciones". Hay por la red una página de libros on line que, según me parece, lo tiene en el listado. A mal venir las cosas, recurro a eso. Por cierto, leí ayer un comentario tuyo en el blog de la sargento, y como en esta entrada hemos sobrevolado el arcano territorio de la analidad, me gustaría animarte a que publicaras tus especulaciones sobre Flaubert. Me has despertado la curiosidad, en serio. Y los comentarios que generaría la entrada serían ya de antología. Para ponerlos en el Levítico o algo así. A ver si te animaras.
ResponderEliminarDaniel N., ¿a qué te dedicas? Me interesas vivamente.
ResponderEliminarLlámame.
Claro, lo dice por lo de sobrevolar el "arcano territorio de la analidad". Qué cabrón. A mí que me jodan.
ResponderEliminarHola Carlos:
ResponderEliminarSobre lo de la hermana: parece claro que Franzen quería mostrarnos al joven neocon del hermano, pero pensé que iba a crear un contraste entre sus negocios turbios y la vida de editora de la hermana, que iba a hacer un capítulo siguiendo los pasos de la hermana en Nueva York y viendo cómo se va decepcionando con el mundo de los libros. Eso podría haber sido interesante.
Pero si hubiera hecho eso la novela podría haber tenido otras 100 páginas más o así, que a mí, la verdad, no me hubiera importado leer. Imagino que Franzen quería centrarse en lo que consideraba el tema del que quería tratar.
Una reflexión: me ha pasado muchas veces con las novelas más largas, que al final parecen más incompletas que las cortas, las largas abren tantos caminos, que al final más de uno se queda sin desarrollar. Y creo que querer que esas novelas largas continuen es un síntoma de que verdaderamente el libro nos ha interesado.
Sobre lo de Patty: a mí lo que más me ha gustado del libro ha sido esa parte titulada "se cometieron errores", en la que Patty hace una autobiografía de sí misma en tercera persona. Me interesó mucho su vida universitaria.
saludos
Al anónimo que recomienda la nota sobre Franzen el periódico argentino: gracias, la acabo de leer y es estupenda.
ResponderEliminarsaludos
No me tienes, Daniel, no me tientes. No la publico porque esta mal planteada. Pero.... he estado pensando en arreglarlo mientras me doy una vuelta con Madame Bovary.
ResponderEliminarSaludos,
Ah, Inmaculada, te decepcionaría vivamente. Soy un profesorcillo de Filosofía que se enfrenta todas las mañanas a una turba de chavales para los que la letra impresa no es más que el enemigo. Por eso es que busco conversación y alimento en los blogs que me interesan. Imagina mi vida de docente grisáceo de provincias, viviendo en Vetusta y con un libro de Aristóteles bajo el brazo sin poder hablarle de él a nadie. Vos, Inmaculada, os merecéis algo mejor. Soy redicho, pesado y le doy demasiadas vueltas a todo. Quique me soporta, es cierto, y también Carlos,pero eso es porque están locos y son unos cachondos absolutos. Si me conocieran en persona, me obligarían a pagarles todas las cervezas y abusarían físicamente de mí; eso seguro.
ResponderEliminarPor cierto, Carlos, yo te sigo tentando. Publica lo de Flaubert y no te cortes. Quizás haya llegado el momento de dar el salto y no sólo limitarte a comentar obras literarias, sino a ofrecer algunas conjeturas sobre la literatura misma y sus creadores... ¿No sería maravilloso?
Pues a Carlos Boyero no le ha gustado nada de nada, según he leído en el Babelia...
ResponderEliminarDaniel, una lástima... (no somos nada...)
Por cierto, Inmaculada, ¿Tienes un blog o algo? Me gustaría echarle un vistazo si así fuera.
ResponderEliminar¿Y qué dice Boyero del libro de Franzen? No suelo leer el Babelia y no estoy enterado. Un saludo.
No me negaréis que el romance entre una Inmaculada concepción y un grisáceo profesor de filosofía de provincias promete mucha poesía y muy poca prosa si por prosa entendemos un señor que se muerde el labio inferior hasta hacerse sangre mientras embiste salvajemente lo que podría ser una mujer desnuda y, efectivamente, eso es lo que es cuando uno se fija bien y dice palabrotas, la tía, y le pregunta si va a tardar mucho en empezar a juguetearle con el agujero del culo, que ya la cosa se acerca a su buen final. No sé si me explico.
ResponderEliminarDaniel,sí tengo un blog, y tú?
ResponderEliminarQuique, no sé qué manía tienes tú con el agujero del culo, por dios, qué recansino que eres. Daniel, te daría mi blog pero no así al tun tún, si hubiera alguna manera de buscar el anonimato...
ResponderEliminarEs esta ¿verdad Conchi? http://www.elpais.com/articulo/portada/dale/gran/novela/americana/elpepuculbab/20111029elpbabpor_33/Tes
ResponderEliminarUna crítica típica de El País, de las que no dicen absolutamente nada.
Parecerá manía pero es más veneración. Deberías darle una oportunidad al tuyo. En serio. Se le ve mustio y apagado. Y suelta ya ese blog tuyo tan secreto, que como mucho nos lo vamos a leer.
ResponderEliminarEn cuanto a Boyero, prefiere hablar de él que de la novela. Creo. Con lo que saco más conclusiones acerca de él que de la novela. Afirmo.
Y ahora me voy a sentar en un cáctus, a ver qué tal.
Quique, con todo el respeto que me merece el místico que hay en ti: un día te va a reventar algo, en la bragueta o en la cabeza, pero te va a reventar... A ver qué sacas en limpio del asunto del cactus. Queremos la crónica ya.
ResponderEliminarHe leído lo de Boyero y coincido contigo; da la impresión de que habla de sí mismo y su postura frente a la literatura yanki más que de otra cosa.
Un saludo.
Pues al principio me dolió un poquitín pero, vete a saber por qué, ahora duermo con él. Me gusta. Es irónico e incisivo. Ya sabes que eso nos vuelve locas.
ResponderEliminar¿Y tú qué tal con Conchi? ¿Se va dejando?
Bueno, Quique, Daniel, hacen ustedes un dúo cómico sensacional. Me voy pensando ponerles una sección fija. Un día lo hablamos los tres con calma. Los cuatro si se traen el cactus. Los cinco si se apunta Inma.
ResponderEliminarYo también he leído el libro de Boyero. Otro que comenta los libros sin haberlos terminado! Putos críticos.
Daniel, me sigo pensando lo de Flaubert. Te advierto que yo pienso despacio.
Un saludo,
P.D.: Inma, respecto a ese blog tuyo tan supersecreto. Me ofrezco como intermediario silencioso. Ver y callar. Prometido. Mi email está a su disposición para lo que necesiten.
ResponderEliminarjeje, pero a Boyero no se le critica por eso, Carlos. ÉL puede hacerlo porque es un CRÍTICO de EL PAÍS y tiene más criterio que nadie. Anda ya.
ResponderEliminarDe lo mejor que he leído este año, sí señor.
ResponderEliminarLibertad es una novela magnífica, una de las mejores que he leído en mucho tiempo. Dicen que es un reflejo preciso de una época mediocre y gris de América (o de EE.UU),y sin duda así es: qué mayor denuncia que apostar a que las guerras son consecuencia de los intereses económicos de las personas cercanas al poder y no al revés, pero a mí sobre todo me parece un reflejo hondísimo y preciso de las relaciones personales y los sentimientos humanos más íntimos; ese es, y con mucho, su mayor mérito. Franzen es,en mi opinión, uno de los mejores constructores de personajes del mundo. Qué bien quedan reflejadas las contradicciones, decepciones y sinsabores vitales de los personajes, qué capacidad para universalizar la intimidad (¿Quién no ha sido o se ha sentido como Walter, Patti o Richard?), . Creo que más que una novela coral, es una historia sustentada en un triángulo imperfecto: el que componen el matrimonio Berglund y Richard y, desde ese punto de vista, yo no echo de menos un mayor desarrollo de Jessica. Para los que quieran leer Las correcciones, deben saber que en enero saldrá de nuevo a la venta en la editorial Salamandra, que es quien tiene ahora los derechos en España de toda la obra de Franzen.
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