El argumento viene a ser, grossisimo modo, el siguiente: un profesor regala al protagonista -joven aprendiz de escritor que se lamenta por no tener algo bueno que contar- la historia de Jorge, un chaval que se marcha a hacer voluntariamente las alemanias hitlerianas de la mano de la famosa División Azul. Que el protagonista sea joven e inexperto le permite a Silva regalarse la vista con la imagen perfecta de un escritor en ciernes al que dibuja asquerosamente brillante, inteligente, trabajador, diligente y disciplinado pero sobre todo lo que le va a permitir es llevar a cabo un taller de escritura en segundo plano. Soy consciente de lo raro que ha sonado esto. Pero sigamos: en general todos los personajes de la novela son bastante de mear colonia: listos o valientes o ambas cosas o muchas más. No lo digo como una crítica pues la propia novela huye despavorida de cualquier intento de novelización “tópica” y eso incluye villanos y mujeres fatales. En “Niños feroces” hay un objetivo muy claro: sacar a la luz lo que fue, lo que hizo, lo que significó y en qué quedó aquello que fue la División Azul (y por extensión La Guerra, así en genérico, que es por lo que se habla tanto de los diferentes puntos de vista con que se afronta la misma.)
Y en ese sentido nada que objetar: Silva lleva a cabo un libro impecable desde el punto de vista documental. La profusión de datos es asombrosa y realmente no se me ocurre un modo mejor ni más claro de explicar lo que ocurrió entonces. Otro cantar será que interese el tema, lo cual dependerá de cada cual, pero por si les ayuda a decidirse les diré que a mí, que de natural detesto lo bélico (salvo honrosas excepciones) y más concretamente todo aquello que tenga que ver con la Guerra Civil Española (no así la Mundial y quizá por ello) me sedujo. Quizá también porque una cosa es saber qué hizo la División Azul - como hecho aislado, como aberración nacional- y otra muy diferente verlo desde el punto de vista que ofrece la inmersión en el contexto histórico europeo, que es a la postre lo que Silva ofrece.
Básicamente esto es todo pero en retorcido, es decir, el profesor encomendando la tarea al alumno modélico y este creando la ficción de marras sobre unos personajes también ficticios. Ficción sobre ficción sobre ficción en la que a pesar de sus tres niveles resulta imposible perderse. El camino estará plagado de interrupciones por parte de los primeros para ir ofreciendo información adicional o todo aquello que cueste meter en la narración y que tenga que ver con los segundos y los terceros. Es menos complicado de lo que aparenta aunque las primeras quince páginas del libro inviten a la espantada.
Los peros (siempre ha de haber alguno) se los pongo todos a aquellas partes que me sacaron de la historia principal, que era la que realmente me interesaba. No me refiero a las conversaciones del profesor y el alumno ampliando datos que de otro modo, insertados en la ficción, hubiesen quedado un tanto forzados (a este respecto, nada que objetar) sino a pequeñeces tipo historias de amor innecesarias -es de suponer que no todos los soldados se enamoraron perdidamente de enfermeras y ya podía habernos tocado uno de esos- o lo de reunirse con legionarios con la excusa de explicar al alumno qué es entrar en combate o cómo se vive desde dentro la situación bélica más hostil imaginable -esto incluye la innecesaria parte del videojuego o el visionado de películas y documentales varios aunque no es mala idea como inserto publicitario. Entiendo que el objetivo que persigue Silva es sumergir al lector en la historia utilizando todos los medios de que dispone pero quien mucho abarca poco aprieta y hoy, viéndolo con perspectiva, me doy cuenta de que aquellos momentos, por mucha calidad e interés que individualmente tuviesen (que sí, lo tenían (casi todos, al menos)) fueron exactamente los mismos momentos en los que no me importó dejar la lectura por cualquier otra actividad. Lo mismo en la recta final, aquella que incluye un viaje por Europa o la que se mete de lleno en la Puerta del Sol con unos indignados a quienes cuesta vincular con la historia central.
En resumen, que quitando algunos pequeños detalles que a mí personalmente no me aportan demasiado y quitando también un ocasional exceso de información (aquella saturación de datos que jamás se nos quedarán en la memoria porque es del todo imposible que así sea) en general la novela me parece una más que acertada aproximación a un acontecimiento hacia el que hasta hoy había sentido escaso o nulo interés. Dicen que los buenos profesores, los realmente buenos, son aquellos capaces de estimular intelectualmente a sus alumnos, los que logran suscitar interés por la materia impartida. Si eso es realmente así (y no hay razón para dudarlo) Silva no sólo puede presumir de ser un buen escritor (técnicamente hablando) sino también un magnífico profesor tal como lo demuestra el hecho de que acabada su lectura me ocurrió lo que tantas veces me ocurre pero nunca con novelas de corte bélico: la necesidad, más que el deseo, de saber más, de entender mejor.
En esencia coincido con tu crítica. No me ha parecido un libro fácil -si alguien busca un best-seller debe ir a otro sitio- pero a mi me enganchó casi desde el principio.
ResponderEliminarCreo que tiene un esfuerzo enorme de documentación y además le saca partido.
Personalmente es de lo que más me ha gustado dentro de lo que he leído últimamente.
Me moriré sin leer a Silva, Lorenzo.
ResponderEliminarEso espero y deseo.
Y ahora, por favor, la critica de lo último de Elvira Lindo.
Es usted simpático Tongoy, pero con las críticas se va configurando un perfil de gusto bastante incoloro. Con preferencia por los clásicos y las cursiladas.
ResponderEliminar¿Cursi? Bueno, me han llamado cosas peores. Es cierto, siempre he dicho que yo soy un tipo de lo más normal.
ResponderEliminarAnónimo de las 13:11, usted se morirá sin leer a Silva (y yo seguramente sin leer nada más) pero yo me moriré sin leer a Lindo, Elvira. Eso se lo puedo asegurar.
JL, a mí sí me parece un libro fácil, que quiere que le diga. Se trata de juntar muchos muchísimos datos (ya he dicho que demasiados) y construir una ficción, eso sí, un tanto peculiar. Un poco "La historia interminable" para qué nos vamos a engañar. Otro cantar es que el tema de la División Azul, cuyos detalles desconocía completamente, y que sí están bien.
Un saludo a todos,
Después de leer tu reseña me lo apunto. Yo también siento curiosidad por eso de la División Azul.
ResponderEliminarHola Margaret.
ResponderEliminarVale, apúntatelo, pero ojo: lo interesante es lo de la división azul, no el resto. Luego no te me tires al cuello si no es para besarme.
Abrazos,
Sí, lo interesante es la historia de la División Azul. Pero también la parte de la novela en la que el personaje se une a las SS. No como parte de la historia, sino de la novela.
ResponderEliminarAl leerla también me he sentido como el aprendiz de escritor. Con ganas de saber, de conocer esa parte de nuestra historia que desconocía.
Al final, pensando en el porqué del exceso de documentación añadida, he llegado a la conclusión de que sí tiene sentido incluirla. No olvidemos que el narrador de esta historia bélica es un aprendiz de escritor y en este tipo de novelas un buen escritor tiene que documentarse. Por eso, creo, incluye toda la documentación de la que se nutre el joven para escribir su primera novela.
Celebro que te haya gustado
Un saludo.
Por desgracia en estas novelas la documentación NUNCA se tira.
ResponderEliminarEl anónimo de las 13:31 representa, en su destilación más pura, la estulticia literaria que asola nuestras tierras. Parece que la preferencia por los clásicos es ahora censurable, pero que, sin embargo, bien haríamos atendiendo a los nocilleros y demás chusma juntaletras, tan imbuídos de malditismo impostado o postmodernidad chorra carente de toda significación. A veces, Carlos, me da por pensar si acaso no tendremos lo que nos merecemos. Dicho sea de paso, un individuo capaz de adjetivar la preferencia por clásicos como, por ejemplo, Dostoievski, con el epíteto "cursi", resulta impostado y ridículo. ¡Ese Dosto era un niñita en comparación con nuestro santificado Bukowski, un tío duro de los de verdad! En fin... Me apunto la novela, Carlos, y, una vez más, te felicito por tu blog y tu estupendo trabajo.
ResponderEliminarFB
ResponderEliminarNo lo he leído pero si se notan los datos malo, los datos son para el escritor no para el narrador y menos para el lector. Yo estoy leyendo la trilogía de Zúñiga sobre la guerra civil ( tres libros de cuentos) y es muy bueno, el tema a priori también me daba bastante pereza.
Daniel, muchas gracias muy amable. Respecto al anónimo en cuestión no se enfade con él, no creo que estuviese tirando contra lo clásico. Quizá me equivoque pero yo entendí que se refería al hecho de que sólo hablo bien de los libros "clásicos" y que en lo "moderno" tiendo a lo "cursi". NO le falta razón pero tampoco la tiene toda. Hay muchos libros que me gustan pero yo no puedo pasarme el día escribiendo sobre todo lo que leo o he leído. Ni puedo ni quiero. La única parte que no entiendo es porqué sale con lo de lo cursi precisamente en este libro en el que precisamente tiro contra eso y unicamente salvo la parte que se refiere al hecho histórico en sí.
ResponderEliminarEdda, yo lo de la SS lo meto en el mismo saco. Supongo que te refieres al final de Hitler. En mi opinión quizá se metió demasiado en semejante barrizal pero no está mal, es una parte muy entretenida. Respecto a que un escritor tiene que documentarse no hay ninguna duda pero yo no tengo porque ver los hilos que mueven la marioneta. No me interesan. Para eso me compro una enciclopedia. Quiero que me los cuenten de modo que yo pueda recordarlos en el futuro no como si fuesen un libro de historia (aunque insisto en que en según qué casos, si la historia me interesa, no tengo problema en aceptarlo) y Silva hay un par de momentos en los que cae en ello.
Lo peor de la novela, con diferencia, la historia de amor, el viaje que se dan por la ciudades hacia el final y lo de los indignados. Y las primeras 15 páginas. Bueno, todo lo que no es división azul, mas o menos.
FB, por otro lado: No es una novela al uso. Es decir, los datos se notan porque el escritor quiere que se noten. Otra cosa es que a veces, como he dicho antes, se pase un poco. Voy a pasar de los cuentos de Zúñiga pero en cambio creo que me voy a leer la biografía de los Hermanos Himmles que editó Libros de Silencio hace relativamente poco y seguramente también "hasta el último momento" de Traudl Junge, la secretaria de Hitler que vivió con él sus últimos momentos. Es la historia que dio lugar a la película "El Hundimiento".
Un saludo,
Podriamos ir pasando al librito de Olmos?
ResponderEliminarVa a ser un festival de humor y alegría.
El prota sufre de sindrome de Diógenes verbal, así: como todo lo del Olmedo. Primero, porque le parece una buena ocurrencia para su ego e ingenio sin par. Y luego, porque eso escribe, es así. No hace falta mostrar nada. Si el personaje dice "mido dos metros y medio", pues ya está. Porque lo dice. Si luego se arquea, pues ya te lo dice él. Genial.
Y luego, abundan esos tejemanejes sintácticos a los que el Olmedo es incapaz de renunciar, porque él es así, como Julio Iglesias, y tanto daño hacen a nuestras retinas.
Que empiece el festival del chico de la portada en el QL. Han creado una expectativa y no debemos defraudarles.
La pequeña Dorothy.