Esto va de una niña que deja el campo por la ciudad para vivir la gran aventura de la modernidad. La muchacha se llama Antonia y al ser un poco paleta se deja influenciar fácilmente por todo -por la lírica, la ética, la estética- lo que la lleva a ir cubriendo las etapas más temidas de la paternidad: neohippy, indie, mística, comunista, artista bisexual, radikal, solidaria, gótica y misionera. Pues bien, la cosa va de esta niña que se muere no sabremos cómo hasta el final y de un biógrafo de encargo que se ocupa de documentar el acontecimiento que fue su vida y en cuyas redes cae a pesar de ser consciente de la imbecilidad que destila la niña y del poco peso de sus pasiones. Esto así contado no tiene mucho interés y lo cierto es que escrito tampoco es para revolcarse en el barro pero en conjunto tiene su aquel. Hasta le dieron un premio y todo.
En general la novela es irregular, pero no necesariamente mala (aunque sí prescindible, olvidable y el tan temido largo etcétera.) Tiene ese punto de cierta originalidad que se acompaña por algún momento especialmente interesante como pueda ser, por ejemplo, el dedicado a la Tania Comunista. Mención aparte merece también la paliza que le da al Nocilla Dream -el único libro que Tania se ha leído “gracias a la brevedad de los capítulos y las pocas letras con las que su mente disléxica ha tenido que pelearse”. El caso es que le dedica un buen montón de páginas (demasiadas, otra vez) y no todas ellas bonitas en el sentido de elogiosas aunque por el camino acabe quedando más o menos clara la idea de que sí es un libro que ha marcado un antes y un después en la literatura asiática, por ejemplo. El reverso oscuro del asunto es que por culpa de cosas como esta, tan de concreción espacio/temporal, el pobre libro tendrá que pagarlo caro cuando de aquí a veinte años ya nadie sepa de qué cuernos está hablando este señor, qué problema tiene con la nocilla y cómo se me pudo ocurrir leer esto.
Por ir terminando... Ya he dicho que la historia no está mal, también que detrás hay un escritor que trata de hacerlo diferente (fin del elogio) pero el libro dichoso se va haciendo poquito a poco pelín pesado ya que las etapas que va quemando la niña por más que se consideren importantes para demostrar una evolución que se consolida con el paso del tiempo (y que dará que hablar en el ya mencionado capítulo final) resultan bastante repetitivas (por no decir "de sobra conocidas") y que la diferencia entre la Tania “solidaria” y la Tania “misionera”, por ejemplo, esté nada más que en ir a ayudar a los negritos y regalarnos otro par de risas con la evidencia de su ignorancia supina. Una última cosa que no me quiero dejar en el tintero: no me ha disgustado nada cómo escribe este Enrique Rubio, la forma que tiene de retratar la actualidad con una prosa ágil y divertida. Tiene momentos realmente buenos y no sólo uno o dos por lo que deduzco que no son fruto de la casualidad sino del saber hacer, lo cual me ha animado a buscar (infructuosamente, pero es que acabo de empezar) su anterior novela que ya supongo no será fácil de encontrar.
Creo que el premio F.Casavella (Amén. Larga vida a su memoria) es para novelas de escritores que no hayan publicado nunca.
ResponderEliminarEl planteamiento de esta novela me recuerda a "El juego de Cartas" de Max Aub, muy pero que muy recomendable
El premio, me parece, busca un perfil joven y de descubrimiento, pero no es para primeras novelas. Leí la ganadora del año pasado, El alquiler del mundo, de Pablo Sánchez, y me pareció una novela entretenida y digna. En cambio la de este año no me apetece nada.
ResponderEliminarA mí "Tengo una pistola", de este autor, me gustó bastante; aunque es cierto que en algunas partes se hizo excesivamente monótona (la del videojuego). Es un autor bastante creativo.
ResponderEliminarSí, esa es la impresión que tengo yo. Una pena, el sábado estuve en la Fnac y olvidé buscar su libro. Otra vez será.
ResponderEliminarMe anoto también "El alquiler del mundo". Y el de Aub, claro. No son ustedes de mucho ayuda, la verdad. Recuerden que manejo un presupuesto lamentable.
Un saludo,
Compré 'Tengo una pistola' sin saber de qué iba el autor, y eso, tratándose de un autor joven en el panorama actual, ya era extraño. Acerté, claro. Es un placer conocer a un autor por su libro primero, no como en tantos otros casos. 'Tengo una pistola' me pareció una buena novela, con buenas ideas, bien desarrolladas (es cierto que lo del videojuego de los zombis se ponía un poco nerdy). Leeré Tania con i, sin duda. No lleva mala trayectoria este chico, ¿eh?
ResponderEliminarLeí Tania con i, con (pocas) dudas, porque el año pasado al premiado anterior y me gustó. La de Tania también me ha gustado, y también buscaré su anterior novela. Me apunto la mención a Aub.
ResponderEliminarYo aluciné con Tengo Una Pistola y he vuelto a alucinar con Tania con i. Es solo mi opinión, no puedo decir más, sé que nadie está en posesión de la verdad. A mí no se me ha hecho aburrida ni repetitiva en ningún momento. Y el personaje del escritor y su transformación es super interesante y muy hilarante. Y el capítulo final y el epílogo es de los mejores finales que he leído en muchísimo tiempo. ¿Me podéis recomendar algún autor similar a este que no sea Bukowski o Palahniuk?
ResponderEliminarMarta
El último anónimo es "Juanjo Boya" el ridículo agente literario. Empleó las mismas palabras en la presentación del libro en Barcelona. ¡Ahora quiere ser una tía!
ResponderEliminarQueda claro que el editor o agente se ha pasado por aquí a dejar un par de comentarios...
ResponderEliminarSi planea leer a Pablo Sánchez, señor Tongoy, le sugiero que pruebe mejor con Caja negra, superior, a mi modo de ver, a El alquiler del mundo. En todo caso, es uno de los cinco o seis nombres punteros en la desesperada carrera de la literatura joven.
Yo estuve en la mencionada rueda de prensa de Barcelona y sólo hablaron la editora y los miembros del jurado, aparte del autor. Que yo sepa, en las presentaciones no hablan los agentes, pero en fin. Caja Negra es mucho mejor que El alquiler del mundo
ResponderEliminarLaura F.
El autor escribe bien y tiene giros originales y divertidos, pero el conjunto de la novela cansa pronto. La he abandonado a pesar de que le reconozco cierto mérito. A veces nos pierde la modernidad.
ResponderEliminarEmpar F
Anónimo de las 09:16, modérese, hombre, que le va a dar algo. El anónimo que dijo eso no es Juanjo Boya. Digo yo que habrá gente a la que le hayan gustado los libros de Enrique. Aprovecho también para decir que tildar de "ridículo" o insulto similar a nadie resta bastante de credibilidad a cualquier comentario.
ResponderEliminarCaja negra, Tengo una pistola, El alquiler del mundo, El juego de cartas... empiezo a arrepentirme de haber abierto este post.
Un saludo y sean buenos. Dejen algo de bilis para entradas futuras.
Con toda humildad, creo que el creador de este blog lo abrió para que a los que nos gustan los libros pudiésemos hablar de ellos, de literatura, libremente, y a veces me da la sensación de que hay gente que se pasa por aquí a la que lo que menos interesa es, precisamente, la literatura; a la que le interesan, sobre todo, los aspectos más mezquinos del negocio editorial. Por favor, hablen LIBREMENTE de la obra, del estilo, del argumento, de los temas, de si les gusta o no, de los precedentes, de las fuentes, de intertextualidad, de las dificultades, del oficio, pero dejen el negocio para los empresarios, y las referencias personales negativas hacia los autores para la tele basura, porque si no, empozoñamos algo que es hermoso, apasionante, excitante, algo que nos redime a menudo de ser como somos: la literatura, mala, buena, regular o mediopensionista, la literatura al fin.
ResponderEliminarApoyo a El Pobrecito Hablador. Eso no quita que no sea divertido hablar de lo otro (lo mercantil y mezquino y la mala leche), pero no se debe hablar solamente de lo otro.
ResponderEliminarYo tengo que decir que a mi la novela no me resultó pesada, es más, creo que en cada momento Enrique Rubio aporta el ritmo adecuado. Es un libro muy recomendable.
ResponderEliminarLaura F. no tiene ninguna credibilidad como testimonio, más que una periodista es una petaca.
ResponderEliminarJoel77 tu perfil en internet es de... ¡ayer! Todo un veterano, nada oportuno. ¡Bravo, Booya, casi no se te nota!
Como ya sabes, reseñé Tengo una pistola sin saber que ya se había publicado esta segunda novela de Enrique Rubio.
ResponderEliminarMe resulta curioso ver cómo el trasfondo de tu reseña de este libro coincide con lo que he querido decir de Tengo una pistola. Este autor parece tener el propósito firme de pasar de las cuatrocientas páginas por libro, Algo parecido a lo que le ocurre a Tom Wolfe, pero éste con las setecientas páginas. Con esa supuesta finalidad, termina por repetirse y cansar al personal. Por fortuna se atisba inteligencia e inventiva y una técnica que nos deja la esperanza de que dentro de diez años nos agracie con una gran novela propia de la madurez que sólo da el tiempo.
Estoy de acuerdo. Si Enrique se baja de las doscientas páginas le puede quedar algo muy chulo. Será cuestión de tiempo.
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