“Uno es tan bueno como lo mejor que ha hecho”
Cita de Lector Mal-herido hablando de este mismo libro
Generalmente los post (nadie se imagina lo mucho que odio esta palabra) los empiezo con Word y los acabo en el editor del propio blog. Lo primero que escribo es “Comentario de” y a continuación el título del libro; de ese modo al guardarlo me evito tener que teclear nada. El problema es que en esta ocasión, y a pesar de haber acabado el libro en cuestión hacía apenas dos días, me encontré con que se me había olvidado el título y no tenía nada que poner. Ya les estoy oyendo: “¿Y cómo puede pasarte eso, pedazo de gilipollas? ¿Qué clase de lector eres que no valoras el arte como se merece? ¿A santo de qué viene ese menosprecio por el esfuerzo ajeno?” No se alteren, hagan el favor, que no es para tanto y además tengo excusa. No me acuerdo del título porque el título me trae sin cuidado; porque lo que a mí me interesa de esta nóvela no es su nombre, sino su autor. Y me importa tanto su autor que me leería cualquier cosa suya independientemente del título, género o estilo.
UN POCO DE HISTORIA
A Antonio lo descubrí con “Ventajas de viajar en tren”, novela a la que no recuerdo cómo llegué y que probablemente sea una de las “más mejores que he leído endejamás de los jamases” (iba a decir “en mi puta vida” pero no me parece elegante). Es tan tan tan rematadamente buena que sólo ella basta para hacer realidad la cita de Mal-herido que encabeza esta entrada.
Después, aprovechando el tirón del orgasmo, empecé y acabé “Reconstrucción”, de la que ya hablé en su momento y cuyo comentario pueden leer siguiendo este enlace: aquí.
Creo que fue entonces cuando localicé en internet “La nave” una novelita corta, (probablemente lo primero de publicó Orejudo) que aún gustándome no me dejó una huella imborrable en el recuerdo (al punto que hoy la he olvidado por completo).
“Fabulosas narraciones por historias” era la que a priori parecía menos interesante (y es que a mí la generación del 27 me dio siempre mucha arcada) pero que, claro, había que leerla, estábamos hablando de Orejudo. El resultado no pudo ser mejor: no se convirtió en “lo mejor que he leído de” porque eso es algo que difícilmente podrá ocurrir mientras siga existiendo “Ventajas de viajar en tren”, pero estuvo cerca. Lo lleva jodido Orejudo para superarse, pero todavía es joven; hay tiempo.
UN MOMENTO DE DESCANSO
Este fin de semana fue el turno de “Un momento de descanso”, a la que no sé cómo hacerle un comentario y mucho menos una crítica sin caer en el chiste fácil de decir "¿Se habrá tomado el ingenio de Orejudo un momento de descanso?", porque yo no hago estas cosas por muy poco que me haya gustado el libro en cuestión. Y en honor a la verdad tampoco es que no me haya gustado (o no estaría hablando de él) sino que de toda la obra de Orejudo me parece la menos memorable; la más prescindible. Recuerdo muchísimos detalles de su lectura: haberme enfadado bastante al poco de comenzar cuando descubrí un párrafo que parecía calcado (debería decir robado) de otra novela todavía por identificar. Cuando busqué el objeto de ese plagio con la intención de utilizarlo de excusa para esta entrada se escondió (sí: lo hizo) y de ahí que me esté mordiendo (poco, es verdad) la lengua, maldiciendo y rogando (pero con el mazo dando) por descubrirlo algún día y retomar entonces como se merece esta pequeña maldad. Inmediatamente después de ese asunto insignificante la historia ganó en interés y sobre todo en calidad: Orejudo es un narrador excepcional y lo estaba demostrando página tras página; al menos hasta que llegó la segunda parte. Una segunda parte muy interesante pero tan desligada de la primera que tuve que recurrir en varias ocasiones a la contraportada para asegurarme de que no estaba ante una novela construida a base de relatos (ver “España” de Manuel Vilas, como ejemplo práctico de este sistema que cada vez me gusta menos (iba a decir "sistema de mierda" pero otra vez me pudo la elegancia). La tercera y última parte recupera el ritmo de la primera; el relato se complica y despierta, como poco, el interés: tramas, intrigas y mentiras sin descanso pero sobre las que permanece -flota- la sensación de estar frente a un texto poco elaborado; sobre una construcción un tanto endeble. En aquel momento hubiese apostado casi cualquier cosa a que las excusas que Orejudo ponía en boca de uno de los protagonistas (él mismo) para justificar la inconsistencia de ciertas partes eran reales; en definitiva, que estaba siendo consciente de sus propios agujeros y había optado por huida hacia delante: un pequeño giro argumental como forma de ("truco para") evitar el pequeño desastre que se le echaba encima. El resultado es no saber si estoy frente a una buena novela mal construida o frente a una mala novela bien rematada. Esa pequeña incertidumbre es la misma que evita mi inclinación al elogio en esta ocasión; a la precaución de no entusiasmarme en la recomendación y a desear que esta sensación de haber sido víctima de un engaño no sea nada más que otro golpe de efecto de genial Antonio Orejudo.
El que sistemáticamente le da al clic en "Bueno" soy yo, no vayas a creer que no reacciono. Vale entonces, no me compro la novela de Orejudo.
ResponderEliminarBien. Entonces la otra debe ser mi hermana. Tenía la duda.
ResponderEliminarEl dinero es tuyo, haz lo que quieras, pero yo me lo gastaría en otra cosa. Acepto subvenciones. Para la defensa de la cultura y eso... ya sabes.
Vaya, con la alegría que me había dado saber que Orejudo tenía novela nueva... Y sin embargo ya he leído varias reseñas que no invitan a comprarme el libro. En fin, qué putada porque yo soy tan militante de "Fabulosas..." y de "Reconstrucción" que suelo regalarlos por los cumpleaños, Navidad y demás saraos.
ResponderEliminarVale, habrá que sacarla entonces de la biblioteca, que la economía está achuchada.
La misma alegría que me llevé yo, porque no contaba para nada con ella. Entiendo que no has leído "Ventajas..."
ResponderEliminarSí, sí, también he leído "Ventajas..."; pero, para disgusto de otros lectores de Orejudo, no es mi favorita. Intuyo que porque entré directamente en "Fabulosas...". O quizá porque la saqué de la biblioteca y no la pude subrayar... Quién sabe.
ResponderEliminarNo soy quien para afirmar, si está bien o mal construida literariamente, o si el argumento en tres partes es creíble o no... vamos que la titulitis no es lo mío, pero por si ayuda a fogar ciertas ironías que leo por aquí, me ha dejado "muy helado". No es el escritor que me aferra una tras otra a sus páginas y no suelta el libro hasta que lo acaba.. Y el humor ese que dicen que tiene, ¿dónde está? NI pizca de gracia le veo al asunto. Si ya las humanidades están de capa caida, si hacer literatura ya no está en boga,... y Antonio necesitó caer en burdos tramos de masturbaciones, no siempre mentales, y sexo fácil para salir airoso, como que sigo sin verle la gracia.
ResponderEliminarPues a mí me ha parecido genial. Y por supuesto que hay humor, pese a que el sentido final es de desencanto e impotencia ante el mundo, un mundo en el que nada ni nadie es lo que parece, y en el que las personas acaban cayendo en la relajación moral. Pero ese regusto amargo te hace pensar, cosa que no consiguen muchísimas novelas. Yo la leí de un tirón, y para mí que está al mismo nivel que su obra anterior, en lo mejor de la literatura española actual. Como siempre en este autor, original, divertido, profundo y crítico. Un lujo.
ResponderEliminarRespecto a: “Pero ese regusto amargo te hace pensar, cosa que no consiguen muchísimas novelas.” Es algo que últimamente escucho mucho (chiste privado) pero no deja de parecerme insuficiente y si de lo que se quiere hablar es de la debilidad del individuo frente al mundo se me ocurren (es un decir) mejores formas de contarlo que con esta historia universitaria tan, y perdón, irregular. Tampoco acabo de entender muy bien a qué viene todo lo narrado en esa segunda parte, en la que se supone que Orejudo nos cuenta porqué se hizo escritor.
ResponderEliminarYo tengo muy mala memoria. Una memoria horrible. La peor que conozco. Por eso lo que recuerdo de los libros no es tanto su argumento como la sensación que me produjeron durante la lectura, algo que curiosamente sí me queda grabado a fuego. Bien, durante la lectura de ésta, que fue paseando y en dos únicas tandas, lo que recuerdo es haberle encontrado demasiadas pegas. Quizá estaba yo febril sin saberlo pero nunca dejó de abandonarme esa sensación de irregularidad. Después de una primera parte fantástica (porque lo es: lo mejor de la novela) el resto parecen dos textos que han sido adaptados para construir una novela larga. Pero sólo es una sensación y seguro que me equivoco, como casi siempre.
Y ahora voy a decir algo que no me la gana de callarme:
¿Sabéis lo que estaría bien? Que los autores tomasen conciencia del valor de los comentarios en los blogs literarios, que son probablemente el primer contacto del lector con la obra. Que nos valorasen del mismo modo que valoran la crítica de Que Leer o del Babelia porque al menos los blogs no suelen estar contaminados por el partidismo y los intereses (no todos, al menos) de las revistas. Que se atreviesen a colaborar, a comentar y a defender su obra. Si os fijáis en la columna de la derecha veréis que el comentario de esta novela es el tercero más visto y ya os adelanto que no tardará en ser el segundo. Eso, sin entrar en detalles, es una cantidad brutal de lecturas para el espacio de tiempo tan corto transcurrido desde su publicación. Insisto: los blogs somos ya una fuerza imparable y el autor, en este caso Orejudo, debería empezar a moverse por estas aguas como se mueve por otras que sabemos más turbias. Y no lo digo para tenerlo aquí de visitante porque a mí este blog no me da de comer; lo digo porque lo pienso, lo digo porque el comentario anterior parece escrito por el mismísimo Orejudo con seudónimo y eso, de ser verdad, es legítimo pero también incomprensible e innecesario.
Acabo de terminar Un momento de descanso y al rato he dado con tu reseña. Sinceramente, la novela me ha parecido divertida, pero algo vacía e irregular. Me ha gustado sobre todo la sátira de la universidad española, de trazo grueso pero lograda. Había decidido no darme otra oportunidad con Orejudo, pero por tus lecturas parece que ésta no es lo mejor de su producción, así que más adelante buscaré Ventajas de viajar en tren. Gracias por compartir tus lecturas.
ResponderEliminarHola Daniel,
ResponderEliminarEfectivamente. Soy incondicional de Orejudo por muy floja que me haya parecido esta novela y si no voy corriendo a la librería cada vez que publica algo es simplemente porque prefiero arriesgar antes mi tiempo que mi dinero. Creo que es un magnífico escritor y siento por "Ventajas..." una especial debilidad, quizá porqué fue lo primero que leí de él. El resto vale mucho la pena. De "Reconstrucción" escribí algo hace mucho tiempo, al poco de abrir este blog: http://lamedicinadetongoy.blogspot.com/2010/08/reconstruccion.html Si el resto no las he comentado ha sido únicamente para no resultar demasiado cargante.
Gracias por pasarte.
Creo que el plagio del que hablas puede ser un episodio de la mancha humana de philip roth cuando al protagonista le montan un cirio por no recuerdo bien que tontería a una chica negra en su clase.
ResponderEliminarNo, no es ese aunque tampoco lo descartaría. Era algo que había leído en "Ruido de Fondo" de Delillo. Ahora hace mucho tiempo pero creo recordar que tenía que ver con cierta momento en que el protagonista se cuestiona su utilidad en circunstancias extremadamente adversas. ¿De que serviría un profesor de literatura, por ejemplo (esta reflexión es mía pero viene a cuento de lo que trato de explicar) o un funcionario de hacienda en un mundo apocaliptico en el que sólo fuesen necesarios ingenieros? Era algo así pero al final no encontré la página en Ruido de Fondo y acabé borrando la cita de Orejudo. No quise perder mucho el tiempo con eso.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por pasar.
Orejudo no lee críticas. Ni en papel ni en blogs. O eso dice. Acaban de reeditar Ventajas... "lo más mejón", sí.
ResponderEliminarSí, ya, aquí nadie lee críticas. No sé que me parece peor, la verdad. Aunque lo entiendo, que conste; le libra de muchas discusiones estériles.
ResponderEliminarEstupendo ese ventajas, es verdad.
Un saludo,
Pues a mí me parece (perdona el retraso en participar) que todo lo que dices de negativo y de positivo en esta crítica sobre "Un momento de descanso", lo podrías decir igualmente de "Ventajas de viajar en un tren". Y lo que dices de "Ventajas...", a su vez lo podrías intercambiar con tus observaciones sobre "Fabulosas narraciones por historias". No sé, tengo la impresión de que te has dejado llevar por la subjetividad de los primeros encuentros, por la magia del descubrimiento, y que si te hubieras encontrado con los libros de Orejudo en otro orden, pues eso, que habría sido distinto... Pero lo que en realidad quiero decir es otra cosa. Lo que quiero decir es que me ha extrañado bastante tu crítica, porque para ser alguien a quien le gustó tanto esa tu primera novela, pareces haber entendido del todo la poética que late en la base de la obra de Orejudo. La obra de Orejudo es un todo muy coherente, se podría entender como un proyecto global, y los defectos que subrayas en este post son parte de los mecanismos narrativos buscados en todos sus libros, también en los que más que gustaron. No sé, ¿de verdad no te pareció una novela construida a partir de cuentos "Ventajas..."? ¿De verdad allí encontraste la prosa pulida, los narradores consistentes...? ¿Ningún cabo suelto? Lo mismito que en "Un momento...". Ahí la gracia.
ResponderEliminar"pareces NO haber entendido del todo"
ResponderEliminarA mi me pareció una puta mierda ya que no trata una historia concreta y va dando tumbos sin sentido.
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