Pablo d’Ors es sacerdote. Nos ha jodido. Personalmente soy de la opinión de que ser miembro de un club te define y, bueno, ya ven, Pablo d’Ors es sacerdote. Pues, con todo, lo leo. Y lo leo porque me lo han recomendado, para que luego digan que la blogosfera no sirve para nada. Ocho euros, me he gastado, total para un libro que no se puede ni prestar, ni quemar, ni vender, ni utilizar para ocultar amapolas, ni para dejar muescas de semen restos del frenesí sexual de alguna convivencia vocacional. Bromas aparte, esto rollo lo largo para que entiendan que no es fácil afrontar la lectura de una novela con más prejuicios de los que yo tenía cuando la empecé. Porque yo, a los curas, ni agua. Si con esto y con todo la novela me gana para su causa entonces es que algo debe tener. O no.
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Para no dar muchas vueltas podríamos decir que no está mal, “Andanzas del impresor Zollinger”, sobre todo al principio, cuando a uno lo asalta la impresión (valga la redundancia) de que se puede ser español, escribir bonito y además tener algo que contar que no sean las primeras reflexiones de un joven escritor y su entorno mediodramático. Los inconvenientes propios de las primeras impresiones.
Zollinger es un muchacho de veintipocos y mente limpia que un día decide ser impresor, pero los impresores de su pueblo, que como competencia son un poco desleales, lo amenazan de algo, de muerte seguramente, y el pobrecito Zollinger echa a correr como alma que lleva el diablo. Desaparece durante años, como siete o así. La novela cuenta qué hace, dónde y de qué manera. Esas son las Andanzas. Y son cinco: Zollinger es guardavías, es soldado, es ermitaño, es escribiente y es zapatero, pero aunque la cosa parezca variadita, en realidad trata siempre de lo mismo. Trata de esto:
"Hay una posibilidad de vivir y de experimentar la plenitud de la existencia en cualquier lugar, en cualquier momento, con trabajo o sin trabajo, con amigos o sin amigos, con casa o sin casa, con proyecto o sin proyecto, con reconocimiento o sin él, algo que tiene que ver con la aceptación, con la nobleza, con la ilusión, con la gratitud, con la capacidad de asombrarse, con la atención cuidadosa a lo que se tiene entre manos y con el descubrimiento tranquilo de la sorprendente belleza que tienen todas las cosas en todas partes."
¡Claro que uno puede ser feliz pasando el puto día pegando sellos y mirando el horizonte! Faltaría más. Que se lo digan al clero. Pero retomando, la cosa está escrita como si un angelito caído de los cielos dirigiese la mano del pater y que es todo uno leerlo y dejar el paño perdido de lágrimas: “Y así, en esa fragua de celos y de amor, estuvieron él y ella durante meses, concediéndose un minuto al día y dedicándose el resto de la jornada, casi por completo, a pensar y ensoñar cómo podrían quererse más en el nuevo minuto que se les brindaría al cabo de unas horas.”
Luego está la cuestión de saber si hay algún mensaje oculto de Dios en todo esto o si a la historia se le marcan las costuras del cilicio. Temazo. Pues un poquito sí, para que nos vamos a engañar, sobre todo en la parte del Zollinger Ermitaño, que todo es naturaleza salvaje y árboles cantando y votos de obediencia y castidad:
“Cuando ya se alejaba de su cabaña, quiso August escuchar a un árbol más, solo a uno —lo prometió—, con la esperanza de que aquello que este le dijera iluminaría definitivamente su destino. Jurando acatar el mensaje que se le transmitiese y sin pensar a cuál de todos aquellos pinos debía escuchar, August oyó del árbol que abrazó la palabra «lejos» con la misma claridad con que días antes había oído aquel temible «fuera». Y ya no quiso recurrir a más árboles. Había prometido obediencia; tenía que irse lejos —esa era la consigna—.”
Lo mejor de la novela, por hablar un poco de ella, es que se lee con cierto interés y eso que lo que se cuenta no podría ser más aburrido ni queriendo. Me refiero a que centrar el tema en el tedio y la monotonía es mucho arriesgar. Te puede salir bien, ahí tenemos a Buzzati, pero también te puede salir fatal, no hay más que ver lo que le pasó a Isaac Rosa en su penúltima novela, precisamente aquella en la que la monotonía del empleo era una pesadilla y no la ventaja de aquí. Las andanzas quedan a miedo camino de ambas, que sin ser nada del otro mundo ya quisieran muchos hacerlo medianamente parecido. Personalmente creo que d’Ors salva la situación gracias a que el protagonista (uno que parece sufrir una tara mental de grado límite) no acaba de ser nunca consciente de su situación. También puede que simplemente sea imbécil y yo lo haya entendido mal, pero lo dudo.
No sabia que el descendiente de Xènius fuese cura (gremio que nada me interesa, aunque se haga llamar Francis, como la mula y la señora), yo lo conocía sólo como fan de Tintín; por eso mismo me alegra que no lo hayas masacrado y que prácticamente le perdones la vida.
ResponderEliminarOff the topic (como se dice en catalán), el pasado verano, que terminó ayer o antes de ayer, en la Albertina de Viena me topé con una retrospectiva de Gottfried Helnwein. Así pude descubrir que lo que se vislumbra en tu imagen de cabecera es apenas la punta del iceberg de un mundillo morboso, deprimente y directamente evitable. Pero del que no se puede evitar apartar la mirada. Tongoy, aplíquese el cuento.
Me enamoré de esa fotografía en cuanto la descubrí en un blog que tenía por ahí Javier Avilés. Uno de fotografías, no el que todos conocemos de Portnoy. Nunca me atreví a ponerla entera.
EliminarLa novela de d'Ors se lee bien. NO es una compra que lamente y eso ya es mucho decir.
Tomo nota, porque sus recomendaciones van a misa (cuando no van directamente al exorcista de guardia).
ResponderEliminar¿Pather?
ResponderEliminar¡Ay, las prisas! Acuérdate de mí y dime algo, Tongui, majo.
Saludos.
PD - Da gusto leer entradas tuyas en las que se suscitarán menos comentarios negativos (¿o esperas encontrarte un tropel de santones defendiéndose entre ellos?)
Es que era muy tarde.
EliminarNo, espero que no venga casi nadie. Iba a poner algo de Dosto, ya directamente para quedarme solo, pero lo voy a dejar para octubre aprovechando que estaré casi todo el mes en OFF.
Te debo una respuesta a un mail. PErdóname. Suplico perdón. Soy un puto desastre.
Pather. Pink Pather.
ResponderEliminarQuique
Jajajaja, que sí, que sí, que ya me han dicho.
EliminarTongoy.
Tiene buena prensa en la Blogalaxia, de hecho lo tengo anotado como una futura lectura pendiente. Supongo que a los que les gustó te lo defenderán con uñas y dientes, de eso se trata ¿no?, seguiremos el contraste de opiniones. Leyendo el fragmento del Zollinger ermitaño supongo que era inevitable que surgiese cierto misticismo religioso…
ResponderEliminarJajaja muy buena crítica! Personalmente, a mí la novela me ha gustado mucho y me ha gustado ver una opinión bastante diferente a la mía. Quizás tenga que ver con el hecho de que yo no sabía nada sobre el autor, solamente el que fuera Español, y me acerqué a esta novela sin prejuicio alguno; sólo por la sinopsis.
ResponderEliminarLa verdad es que me ha gustado tu visión de este libro y me has hecho preguntarme algunas cosas en las que no había caído ;)
Un abrazo!
Mira, Tongui, otra antología y tiro porque me toca: http://eldescreditoviajes.blogspot.com.es/
ResponderEliminarAlgún día alguien les hará pagar tantísimo mal. Me voy a largarlo al facebook.
EliminarSolo se salva Óscar Esquivias.
EliminarY Vila-Matas, y Sánchez Ostiz, y algún otro cuyo nombre me ahorraré para que no sea insultado.
EliminarA mi la novela me gustó hasta el punto de leer su "El amigo del desierto", en Anagrama, que me pareció mejor aunque levemente más apostólica, no obstante se subtitula como "relato de una vocación".
ResponderEliminarAhora el recientemente publicado en Pretextos; "El olvido de sí" ya fue demasiado. Sólo el primer párrafo ya hace alarde de su contenido diciendo que el ayuno y la oración son los caminos para ver a Dios... y las aventuras del cura Foucauld, camino del desprendimiento emocional, acabaron con mi paciencia. El lado anticuril, contra el que había luchado para leerle resurgió de nuevo en mi y fin de Pablo d´Ors.
Yo busqué algo más pero me fui encontrando con religiosidades varias y temí por mi salud mental. No creo que vuelva a intentarlo. Al final la cabra siempre tira al monto.
EliminarEsta novela está muy bien pero sigo sin saber por qué (misterios de la santísima trinidad). El capítulo de los árboles es el más flojo (el mejor para mí el del funcionario: momentazo las páginas dedicadas a la música de los sellos y tampones), pero aún así el libro deja una sensación de buen rollo total: seguro que en las próximas semanas te descubres fregando los platos, sacando al perro, escribiendo una reseña de un libromierda y diciéndote "¡Ánimo, Carlos, que el colgado de Zollinger disfrutaría con esto!". Autoayuda bonita y bien escrita, que a pesar del tópico no todo ha de ser descenso a los infiernos.
ResponderEliminarTiene mérito que te haya gustado a pesar de todos los prejuicios que tenías. Aun así, a mí no termina de atraerme. Leo lo que nos cuentas del argumento y tengo la sensación de que es un tipo de historia que ya he leído muchas veces... y ahora mismo no me apetece repetir.
ResponderEliminarUn saludo.
NO me ha vuelto loco, ojo. Se lee bien y es cortita. Cachonda. Con el tiempo va perdiendo y el mensaje le resta puntos.
EliminarPor cierto, si me da tiempo a escribirla, esta semana publico la reseña de Lara Moreno.
Me tiraba para atrás precisamente que fuera de Pablo d'Ors, los prejuicios me matan. Pero Impedimenta siempre tiene un plus, que contrabalanceaba pelín la opción de meterle ojo a esta lectura. Y viendo comentarios por un lado y otro, y leyendo tu reseña llego a la conclusión de... que si quiero saber si me va a gustar o no, a convencer o no, no me va a quedar otra que leerlo.
ResponderEliminarGracias y un saludo!
"...si quiero saber si me va a gustar o no, a convencer o no, no me va a quedar otra que leerlo".
EliminarAna, ¿puedo usar tu comentario y citarte y ponerlo en el blasón familiar -a modo de lema- y aplicarlo en todo momento y ocasión?
En caso afirmativo, usaré tu comentario y te citaré y miraré el blasón y lo aplicaré unas diez veces al día (como si fuera una letanía), siempre, como medida disciplinaria para juzgar cualquier cosa.
Ahora dejo las ironías aparte y pregunto en serio: ¿de verdad utilizabas otro método, para saber si algo te iba a gustar o a convencer, que juzgar por ti misma?
Espero se entienda que está dicho sin intención de polemizar; no quiero robarle protagonismo al anfitrión.
Saludos.
Descubro que eres un lector más mental de lo que esperaba. Saber esto es muy útil para en un futuro entender con más precisión tus reseñas.
ResponderEliminarCreo que hay que tener un mínimo de sensibilidad espiritual para que el libro te llegue, y no estoy hablando de ser religoso. A mí Pablo d'Ors me parece uno de los mejores escritores españoles de la actualidad, por estilo, humildad, contenido... "El amigo del desierto" es mejor que ésta, pero también es más espiritual. Otra cosa muy diferente es que te bombardee con temas religiosos, eso no le gusta a nadie, pero todavía no he dado con algo así.
No soy espiritual. Creo que no me iba a entusiasmar. Estoy con la Escoba del Sistema y me parece acojonante el amigo David, a tan tierna edad.
ResponderEliminarQuique.
De acuerdo contigo en la valoración de sus libros... Ahora si quieres bombardeo religioso de verdad lee "El olvido de sí mismo". Se me olvidaba. Su ensayo "Biografía del silencio" (Siruela) es interesante pese al tufo cristiano que emana y que no casa para nada con la meditación de zazen sobre la diserta. Pese a todo los interesados en el budismo zen nos podemos ver reconocidos, aunque sea de modo oblicuo, en estas impresiones o meditaciones sobre el silencio activo.
ResponderEliminarNo crea que este es un sacerdote al uso. A veces los prejuicios nos dan una patada en plena boca. La novela -o nouvelle- es buena, imaginativa, bien escrita.
ResponderEliminarMás interesante aún "El estupor y la maravilla".
Y su "Biografía del silencio", un gran libro.
Un afectuoso saludo.
Carlos, de tu crónica, creo apreciar en esta obra de D'Ors, una notoria influencia Walser "El Ayudante". En lo que a mi respecta prefiero ese tipo de mensajes, llamémosles "positivos", dentro de una novela correctamente escrita, que en un planfeto de esos, de autoyuda, que igual te sacan de la depresión pero no van a mejorarte un ápice el criterio.
ResponderEliminarY ya lo saben todos -ya lo sabes tu también, Carlos- para poder llegar a ser feliz hay que tener un criterio propio. Y a este respecto un gimme five a Secades, cuya intervención me ha parecido magistral.
Fdo.: julian (banned) bluff. Porque, sí, no me resisto a decirlo aquí, cuento con el dudoso honor de que una mente tan condesecendiente y resignada como la de don Tongoy, poco menos que un santo, me haya vetado en el anterior post. El sabrá por qué.
Para, para, para... ¿vetado? ¿Qué mensaje? No te he vetado ningún mensaje, Te lo juro.
EliminarTe creo. Bueno lo resumo. Lo que comenté en el anterior post, el de INTERNET y los libros digitales y los piratas y patatín y patatán fue que era uno de los más coñazos (por no decir "el más" coñazo) del blog. Y los comentarios, lo mismo: soporiferos. Me apetecía armar un poco de bulla.
EliminarAñadía que vivíamos en un país donde Luis Candelas, El Lute y El Dioni son poco menos que héroes en el imaginario popular (y verdad es que en este apartado añadía a un señor con barba de Pontev...) y que la gente se iba a seguir bajando los libros "by the face" aunque se los diesen gratis en las librerías.
Luego al final de todo, os llamaba a todos pardillos. Os decía eso de: "pardillos, que sóis todos unos pardillos". Que sabes que es algo que me pone mogollón ¡Abrazos!
Lo recuerdo. ¿No se publicó? Que raro. No está en pendientes ni en spam. Luego lo busco. Te pido disculpas, si lo borré fue por error.
EliminarBluff,
EliminarConozco a mucha gente deprimida (yo diría que a demasiada), pero no sé de absolutamente nadie a quien le haya sacado de la depresión un libro de autoayuda.
Bueno... qué más da; si, mas o menos, ha ya quedado reproducido aquí.
ResponderEliminarEn cualquie caso muchas gracias, es usted un caballero. Algo sobre lo que, por otra parte, no he albergado nunca la mínima duda ;-)
Lo encontré. Sí está, Bluff, pero tienes que ir abajo de todo y darle a CARGAR MÁS. Al pasar de 200 comentarios el post hace una especie de reducción supongo que para no saturarse. Está aquí: http://lamedicinadetongoy.blogspot.com.es/2013/09/guerra-una-apologia-pirata.html?showComment=1379749901512#c264438892207194888
EliminarYa me parecía raro.
Bueno, voy a ir a echarle un vistazo, a ver si alguno ha entrado después a llamarme hijoputa. Aunque me extrañaría ya que los comments de ese post me parece que no provienen de escritores??? de microrelatos. Que, en su descargo he de decir, que hacen justo honor a su nombre. Se esfueza uno en señarles con pelos y señales donde se equivocan y los fallos que tienen. Y ellos se limitan a responderte: ¡hijoputa!. ¡Y si eso no es el summun de la microrelatería que venga Dios y lo vea!
EliminarGilipó.
EliminarQuique
"...llas"
EliminarMejor micrelatista que tú, Quiquín. Que no os queréis da cuenta que yo soy como la Chenoa: "¡cuando tú vas, yo vengo de aquí!".
Enrique Redel ya ha publicado a su mujer y al cura que los casó. Ya solo le faltan los padrinos para cerrar el capítulo de escritores españoles publicados por Impedimenta.
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