viernes, 6 de febrero de 2015

Una aproximación a ‘Los huérfanos’ de Jorge Carrión

Les voy a contar dos chistes y ya otro día, si les parece, cuando termine el libro, entramos en materia.


Chiste para intelectuales número uno.

Forzar una relación es esto:
«Después de casi una hora de conversación trivial, Mario me ha preguntado qué me pareció Los muertos. Recuerdo vagamente esa serie, de la que vi algunos capítulos aislados, pero que nunca me acabó de llamar la atención: demasiado confusa, demasiados personajes, si te despistabas veinte minutos ya era imposible recuperar el hilo. A Laura le pasó lo contrario: vio todos los capítulos y me insistió en que no podía perdérmela. Como tantas otras veces no la escuché, y ahora es demasiado tarde; quiero decir que en aquella época el aplazamiento tenía sentido (la veré, recuerdo que le dije, te prometo que durante alguna de las próximas vacaciones veré Los muertos), pero ahora ya no lo tiene.
No la vi, a Laura le encantó, pero yo no encontré tiempo para verla.
Daría cualquier cosa por tener conmigo Los muertos, me ha dicho, por poderla volver a ver, pero todas las copias se evaporaron con la Nube o se quedaron en el campamento.
¿Por qué?, he escrito, en inglés, en mi pantalla, mientras pensaba en el milagro que significaba que la misma pregunta apareciera, en el mismo momento, en la suya, mientras la radiación se extendía por mar y tierra y aire entre nosotros.
Porque siento que me perdí algunos de sus significados.
¿Y tan importantes son para ti?
Sí, Marcelo, sí, en ellos están las razones por las que estoy aquí.
¿A qué te refieres?
Se ha cortado la comunicación».

Los muertos, para los desinformados, es una novela de Jordi Carrión. La publicó Mondadori y fue vendida como la primera parte de una trilogía; trilogía de la que, a pesar del éxito arrollador, se desentendió rápidamente Mondadori y que tardaría muchos años más de los deseados por algunos en ver la luz. Y esto sólo gracias al misterioso (por sospechoso-de-algo) rescate llevado a cabo por Galaxia Gutenberg, que lo ha reeditado y acaba de publicar (de esto me he enterado hace apenas dos días) el inevitable cierre de la trilogía (Los turistas).

La pregunta viene a ser esta: trilogía, por qué. Es decir, qué hace de estas tres novelas una trilogía y no simplemente tres libros tres. Pues no se sabe. Ni se sabe ni se dice. Se insinúa. Recuerden que es un chiste para intelectuales. Yo, que leí hace eones la primera parte, no veo modo de establecer relación entre ellas, pero eso debe ser porque no siempre las tengo todas conmigo. Si me lo preguntan, creo que aquí se intenta tomar por imbécil al lector. Lo triste es que seguramente lo sea. Imbécil, digo. El lector, digo, claro. Puedo estar equivocado, pero sería la primera vez.


* * * * * * 

Chiste para intelectuales número dos.

Al protagonista le gusta mucho El Diccionario («El Diccionario es el altar blanco en que sacrificamos al negro lenguaje; por su infinitud, como el cuerpo de Cristo, tenemos que conformarnos con un fragmento, con una sinécdoque».). Hay un momento (hay muchos, en realidad, pero este es el peor) en el que ese personaje/narrador nos regala una perla imprescindible: un párrafo de más de 500 palabras (que voy a regalarles) llenito de palabras del diccionario y que incluye, amablemente, en algunos casos, una breve descripción (o similar) de su significado para los que son de ciencias.

El prometido chiste está oculto. Han de encontrarlo ustedes. Yo lo hice y todavía me estoy riendo. 

«Suciedad, sucintarse, sucio, súcubo, súcula (cilindro), sudación, sudadera, sudar, sudario (lienzo que envuelve un cadáver), sudestada, sudeste, sudor, sudoral, sudorífero, soñado, soñante, sueño, suero, suerte, sufrible, sufrido, sufridor, sufrimiento, sufrir (padecimiento, dolor, pena; sostener, resistir; someterse a una prueba o examen), sugerencia, sugerir, sugestión, sugestiva (que suscita emoción o resulta atrayente), suicida, suicidarse, suicidio, sujeción, sujetador (sostén, prenda interior femenina, pieza del bikini que sujeta el pecho), sulfurar, sumar, sumario, sumarísimo, sumersión, sumidero, sumir, sumisamente, sumisión, sumo, súmula (compendio de los principios elementales de la lógica), supedáneo, supeditación, supeditar, superable, superante, superdominante, superestrato (lengua que se extiende por el territorio de otra lengua; cada uno de los rasgos que una lengua invasora lega a otra), superficial, superficie, superfino, superior, superiora, superioridad, supernauta, superpauta, superponer, superrealismo, supersónico, superstición (creencia contraria a la razón), supervalorar, superyó, suplantación, suplantar, súplica, suplicación, suplicante, suplicar, suplicio, suprema, supremacía, supriora, sur, súrbana, surcador, surcar, surco, súrculo, sureño, sureste, surrealista, sursuncorda, surtida, súrtuba, suruví, susceptible, suspensión (en música, prolongación de una nota que forma parte de un acorde, sobre el siguiente, produciendo disonancia, indica el estado de partículas o cuerpos que se mantienen durante tiempo más o menos largo en el seno de un fluido, éxtasis, unión mística con Dios), susurro, sutil, sutura (costura con que se reúnen los labios de una herida), suturar, suyo, suya, tabalear, tabelión, tablestaca, táctica, táctil, tacto (acción de tocar o palpar, manera de impresionar un objeto al sentido táctil, habilidad para tratar con personas sensibles o de las que se pretende conseguir algo), tachable, tachador, tachadura, tachar, tachón, tafanario, tafo, tagarote, tahúr, tahucesco, taiga, taja, tajada (acribillarle de heridas con arma blanca), talco, talón (punto vulnerable o débil de alguien), tala, taladrar, taladro, talmúdico, talón (de Aquiles), talla (cantidad de moneda, escultura, medida convencional, altura intelectual o moral), talladura, tallar, talle (cintura), tamaño, tamaña, tambor (de forma cilíndrica), tamizar, tampón (almohadilla empapada en tinta, rollo de celulosa que se introduce en la vagina de la mujer para que absorba el flujo menstrual), tanatorio, tanga (la pieza, sobre la que se pone la moneda), tangente, tangible, tango, tanguista, tanque, tanteador, tantear, tántrico (sexo, sexo, sexo, sexo), tapaculo, tapadillo, tapado, tápalo, tapapiés, taquicardia, tarta, tasar; tatuaje, tatuar tatuarte, tautología (repetición de un mismo pensamiento expresado de maneras distintas, que suele tomarse en mal sentido por inútil y vicioso), taxidermista, teatral, teátrico, teatro, tecla, teclado (conjunto de teclas de piano y, por extensión, de aparatos o máquinas), tejedora, tejer (discurrir, tramar un plan), tela, telar, telaraña (tener uno telarañas en los ojos), telarañoso, teledirigir, telemetría, telenauta, teleshakesperiano, telespectador, televidente, televisado, televisor, televisual, temeridad, tempestad, templar (enfriar bruscamente el agua), templo, tempo, temporal, tenazas, tenebroso, tener, tenerte, tensan tensión (estado anímico de excitación, impaciencia, esfuerzo o exaltación), tenso, tensa, tensar, tensor, tentación, tentar; tentetieso, teocracia, teocrático, teología (ciencia que trata de Dios), tercería, terciopelo, terraplenar, terrícola, territorialidad, territorio, terrorismo, terrorista, terrosidad, terroso, terruño, tersar, tersa (limpia, clara, bruñida, resplandeciente, lisa, sin arrugas), tersura, testamento (de la zorra), testicular, testículo, testigo, testificar, testimonio, teta (pezón de la teta), tetada, tetar, tetera, teticiega, tetilla, tetina, tetona, tetragrama, tetrarca, tetrarquía, tétrico, textil, textorio, texto, textual, textualista, texturizar, tez, ti (común a los casos genitivo, dativo, acusativo y ablativo), tía (ramera), tíbar (de oro puro), tibia (templada, entre caliente y fría; mancharse, ensuciarse mucho; hueso; flauta), tictac, tiemblo (álamo temblón, temblor).»

Y ahora, con su permiso, les dejo, que tengo un libro que quemar terminar.


12 comentarios:

  1. Jaja, tenías que contárselo a alguien ¿eh? ;)

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  2. Además de un pésimo escritor (que sólo ha publicado por amiguismos: tesis sobre Goytisolo le hace conocer a Goytisolo quien lo recomienda a Galaxia Gutenberg), este hombre es un prepotente y un endiosado, y os lo puedo decir yo que lo he tratado en numerosas ocasiones.

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    1. No lo conozco a nivel personal, no puedo hablar, pero como escritor sí creo que es bastante deficiente. Al menos como escritor de ficción. Dicen que el ensayo se le da mejor y debe ser verdad y él debe saberlo porque en esta novela se refugia mucho en los pequeños falsos documentales. La putada es que ni así mejore el resultado.

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  3. Ostras, lo que cuentas es tan pretencioso como la portada del libro al que te remites.

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  4. Tengo la sensación de ser el primer intelectual sin sentido del humor.

    Algo de lo más común...

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    1. Justo, yo a ti te imagino así: sin sentido del humor. Anda que....

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  5. El alquimista del tedio6 de febrero de 2015, 22:16

    !!Por amor de Dios!!

    Como la reseña de este libro sea a golpe de párrafos, va a ser casi tan dura de leer como La Broma infinita y los que vamos a acabar muertos vamos a ser nosotros. Y no creo que de risa. ¿El chiste tiene algo que ver con la tanga?.

    Leer esto a estas horas es ideal para caer en un estado letárgico y abrazarse a Morfeo hasta el día sigu..

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    1. jajaja, no, el segundo chiste (entiendo que el primero es más fácil de ver) tiene que ver con "teleshakesperiano". Teleshakespeare es el título de un libro de Carrión sobre series y literatura (no estoy seguro, no lo he leído). El chiste es incluirse, en cierto modo, en el diccionario, aunque sea a través de una ficción que tiene lugar en el futuro. ¿A qué es gracioso? Esos geniales e imaginativos escritores nuestros, con ese sentido del humor tan fino, tan sutil, tan de reírse nada más que ellos solos.

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  6. La novela, aburrida, sin tensión, no se intuye por qué seguir leyendo. El tono, mecánico. Sin embargo hay ciertas imágenes buenas acerca del sótano, etc. También una historia de un ajedrecista (ocupa dos o tres páginas) que funciona. Y una mención a DFW.

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