Hay en el interior de Australia un pueblucho pequeño como un cactus, y en ese pueblo un colegio y en ese colegio un profesor y en ese profesor una amargura que nace de su condición de profesor de colegio en pueblo de mierda en el centro de Australia. Al profesor de nombre John Grant se lo pueden imaginar ustedes, si quieren, con un cheque en la mano, cerrando una puerta y colgando el cartel de cerrado por vacaciones. Por delante, algo más que seis semanas de libertad condicionada; por delante, la posibilidad de huir a pastos más habitados, civilizados, menos agrestes, menos deprimentes. Problema: del pueblo A al pueblo C hay que pasar sí o sí, por B. Y pasar la noche allí. Esto parece sencillo pero no lo es tanto.
Nuestro profesor, que parecerá en un principio el clásico personaje lúcido, mordaz y seguro de sí mismo resulta ser en realidad, una vez que entra en contacto con la especie humana, un poco falto de todo: de lucidez, mordacidad y seguridad. En ese punto B, de nombre casi impronunciable, tropieza con un policía que lo lleva a un local en el que, sin comerlo ni beberlo (o tal vez por no haber comido pero sí bebido) decide jugarse algún dinero, no mucho, en un juego bastante tonto de apuestas que no me molestaré en describir. Gana. Gana mucho. Pero mucho mucho mucho. Gana tanto que ni se lo cree. Y ha sido todo taaan fácil. Tanto, tanto, taaan fácil. Decide ganar más. Ya saben: estamos de racha. El juego es lo que tiene: rachas. Y así es que se lo juega todo. Y así es que lo pierde todo. El famoso cheque, su finiquito, su billete de avión, también. Que ya hay que ser imbécil.
Así nuestro héroe se despierta una mañana sin apenas un centavo en el bolsillo, sin amigos, sin familia, y sin posibilidad de amigos o familia en un pueblo demasiado alejado de todo, un pueblo poco esperanzador. Es tan pobre, nuestro amigo, que, por poder, no se puede tomar una puta cerveza.
Y así es como, más o menos (hablamos de la página 56), arranca esta novela de autodestrucción, ese género literario. Y arranca bien pues no podríamos imaginar, llegados a ese punto, una situación más adversa que la planteada ni podríamos esperar un desarrollo más alcoholizado ni una caída más en picado. Teniendo en cuenta que en ese parte del mundo no hay mayor desprecio que rechazar una invitación a beber una o dos o veinte cervezas (que dicen que puedes matar a su hijos y comértelos vivos y todo se perdona, pero hay de ti si me dices no a un Calsberg) y puesto que nuestro héroe necesita ayuda y carece por completo de personalidad, le esperan tres días de borrachera sin fin también como una forma evitar un problema para el que no encuentra solución. Dará con mujeres que se lo querrán follar, con hombres que lo quisieran golpear y vivirá noches salvajes de cazar canguros a navajazos que marcarán un antes y un después en su vida de personaje caído en desgracia.
John Grant lo ha perdido todo. Todo. Por lo tanto, ¿ya qué más da, se pregunta? La novela plantea una huída hacia delante, inevitablemente cuesta abajo, donde nuestro amigo conocerá personajes estrambóticos, generosos e intimidantes en una Australia solitaria y terrible, terriblemente solitaria, y vivirá un sin fin de situaciones a cual más absurda que le llevarán a pensar que no es tan fácil hundirse como creía, que se puede vivir sin nada más tiempo del que cabría esperar o desear, que es una lenta agonía el vivir. Esa es un poco la enseñanza.
La novela es entretenida, pero no mucho más. Desde luego no es la octava maravilla que se jura y perjura por ahí pero sí me ha parecido lo bastante buena como para no prenderle fuego y además terminarla, que más de lo que se puede decir de la mayoría de los libros que se publican actualmente. Lástima que el final no esté a la altura de las circunstancias (y lástima también no poder hablar de ese final abiertamente sin estropearles la diversión, final que probablemente sea, de todos los posibles, el mejor, hecho este que no lo hace más satisfactorio sino simplemente algo tan inevitable que obliga al conformismo).
Y porque no me parece que tampoco sea una novela que se preste a mucho monólogo, lo vamos a dejar aquí. Que la disfruten con salud.
Hay una adaptación cinematográfica de 1971, Wake in Fright, que reproduce minuto a minuto y plano a plano la novela. Lo terrible del caso es que las escenas de cacerías nocturnas de canguros son reales (atentos a las palabras clave con que la IMDB describe el film: animal cruelty), y el sacrificio inútil de decenas de animales fue inmortalizado para vengüenza del 7º arte. Eso sí, al final un aviso informa que la masacre era conocida y consentida por no sé cuál organismo oficial australiano medioambiental bla, bla. Repugnante.
ResponderEliminarNo conocía la anécdota de los canguros. Qué salvajes. La estuve ojeando anoche. Terrible. Imperdonable.
EliminarEn wikipollas cuentan que las escenas de caza se rodaron aprovechando una cacería que ya se iba a llevar a cabo de todas formas, consentida por el organismo oficial de marras. El equipo de rodaje consultó con organizaciones ecologistas antes de incluirlas en el montaje final de la película, y éstas les aconsejaron que las incluyeran para denunciar las matanzas de canguros. Por lo tanto, no se mató a ningún animal a propósito para la película sino que se utilizó el material filmado de una caería real. En cuanto a la escena en la que el protagonista apuñala a un canguro, esa está rodada con trucajes.
EliminarSinceramente no veo de qué forma mostrar esa mantanza puede ayudar a concienciar a nadie de su inutilidad. En un documental de denuncia lo entendería, pero en una película de ficción, lo que es yo, no lo puedo ver. En cuanto al disclaimer que menciona la wikipedia, en la copia que proyectaron en el festival de Sitges 2014 yo no lo ví (igual estaba tan asqueado que me fui antes de que apareciera). Es único que recuerdo es el que informaba que era una cacería autorizada por el gobierno australiano, justo al final.
EliminarEn cualquier caso, no entiendo el porqué de esa tendencia a disculpar siempre a los directores cada vez que hay una sospecha de crueldad con los animales en sus películas. A 'Pa Negre' de Agustí Villaronga le persigue la polémica por la escena inicial del caballo depeñado por un barranco, lo mismo con los no sé cuántos toros de más que se cargaron en 'Blancanieves' de Pablo Berger para una escena que seguro que lo mismo no llega ni al minuto en el monteje final (es hablar por hablar, no la he visto). Me asombra es que en nombre del "arte" se puedan masacrar animales y que al público le deje indiferente. Al final parece que solo las organizaciones de defensa de los animales sean las que cuestionen esas acciones y son precisamente percibidas como "extremistas" al denunciar a los equipos implicados.
Yo creo que unas secuencias como esas pueden hacer conocer al público variado que va al cine algo que ignoraba que estuviera sucediendo. Yo vi la película en youtube después de leer la reseña de Tongoy, y al final dicen lo de las organizaciones ecologistas.
EliminarPero estoy totalmente de acuerdo en que siempre se disculpa, o se le ríe la gracia a un director, si mata a algún animal en una de sus películas, cuando lo que tendrían que hacer era meterle un buen paquete (o una mano de hostias, pero eso, en cambio, está mal visto). Un ejemplo lamentable es Ricardo Franco, que hizo lo que hizo en su también lamentable "Pascual Duarte". En cambio se rodó con trucajes la famosa y polémica secuencia de la muerte del lobo en "Furtivos", de José Luis Borau, y el propio Borau dijo que, de ser una muerte real, como sostuvieron muchos cuando el estreno, quemaba la película.
Joder, Tongoy, para demostrar que no soy un robot me han hecho seleccionar de una serie de fotos de comida las que tenían platos con pasta...
EliminarPues yo no he sido. No tengo establecido ningún tipo de filtro o control.
EliminarHola:
ResponderEliminarTongoy veo que estás leyendo Mátate amor.
La prosa febril de Ariana me encantó y espero con ansia su novela La débil mental, la cual todavía no se ha publicado en España, creo.
Ahí te dejo mi reseña de Mátate amor:
http://www.devaneos.com/libros/matate-amor-ariana-harwicz-2012/
Este lunes comienzo La mirada del observador. Ya te contaré, si es taaaaaaaaaaaaaaan bueno.
PD. Si pones en un enlace en tu blog de mi blog es posible que pueda llegar así a las 50 visitas mensuales y dejar mi pagerank en 1 o 2, si me apuras. Un saludo.
Bueno, pues en esto no estamos muy de acuerdo. Matame, amor me pareció insoportable. La novela se sostiene única y exclusivamente por una prosa poética que al cabo de veinte páginas resulta cargante en exceso; la historia no da ni para dos folios a doble espacio. No ocurre nada. Todo es un personaje girando sobre sí misma hasta marear(se).
EliminarLo termiré por orgullo. Pocas veces he tenido tantas ganas de cerrar un libro.
La mirada del observador es buenísimo. No sé si taaaaaaaaaaaaaaaan bueno, pero buenísimo, seguro.
P.D. Link añadido. Bienvenido a la familia.
Agradecido esta vida y las venideras por formar parte de tu familia de links.
ResponderEliminarRespecto a Mátate amor será que como me gusta la prosa poética cargante en exceso lo leí con un estado de excitación tal que no veía el momento de abrirlo, más que de cerrarlo. ¿O me lo leí de un tirón?.
Leyendo este párrafo. ¿No falta un no y sobra algún acento?.
(que dicen que puedes matar a su hijos y comértelos vivos y todo se perdóna, pero hay de ti si me dices que a un Calsberg).
Si veo este libro por la biblioteca quizás me lo lea. A saber.
Todo corregido. Millón de gracias.
EliminarESta novela está bien, se deja leer. ;)
Una tontería: hay una errata en el título del post, en el nombre del autor [Borrar después de corregir]
ResponderEliminarMuy buena pinta tiene el libro, si señor.
ResponderEliminarMe gusta tu Blog, te añadí a mi Blogroll, me gustaria que me incluyeras en el tuyo también. Opino sobre distintos temas de actualidad e históricos. Este es:
deacuerdoqueno.blogspot.com
Un saludo!!
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