Mes completo, mes de extremos. Lo que bien, muy bien; lo que mal, fatal. Cierto, también hubo términos medios; ya he dicho que ha sido un mes muy completito.
Al grano. Las novelas leídas fueron las de la imagen. Inmediatamente después, un resumen de cada una.
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‘El aliento del cielo’ de Carson McCullers
Sin ser un fan del relato sino más bien todo lo contrario tengo que reconocer que alguna de las piezas incluidas en este recopilatorio son realmente magníficas por razones que, como ocurre en la mayoría de los relatos, ni yo mismo acabo de entender o sí y no me apetece hablar de ello. Que el relato de una mujer observando a sus vecinos a través de la ventana sin mayor repercusión que los ires y venires ajenos se le quede a uno grabado a fuego en la pupila tiene un mérito enorme toda vez que de estas memeces está la literatura llena. Por haber sido leído a finales del mes pasado (pero terminado a comienzos de este) muchos relatos son ya un recuerdo vago, pero un recuerdo agradable.
El resto del tomo incluye una serie de novelas cortas de la escritora de las que ya hemos hablado en su momento y que también muy bien. Todo genial. Super. Muy recomendable.
‘Siempre hemos vivido en el castillo’ de Shirley Jackson
Pueden ustedes leer la reseña aquí: pero por si les da pereza (no debería, pero allá ustedes) les diré que esta cosa viene a ser algo así como la precuela de algún cuento infantil con casa oculta en el bosque pero en versión adulta. Esto suena genial y en parte lo es y en parte no tanto. A pesar de que a ratos es alargada en exceso resulta un buen entretenimiento y, se me ocurre, una forma ideal de introducir a los críos (críos de cierta edad, tampoco hay que forzar) en una narrativa diferente pero con el atractivo de lo que para ellos venía siendo costumbre hasta la fecha.
Extracto de la reseña: «La cosa va de esto: Merricat, la narradora, era una encantadora, traviesa y desobediente niña de doce años «a la que enviaron a dormir sin cenar» el mismo día que cuatro miembros de su familia fueron asesinados por envenenamiento. Arsénico. Arsénico en el azucarero. Arsénico sin compasión. Seis años después Merricat vive en una casa con jardín y bosque y portal con candado con su hermana y su tío, únicos supervivientes de aquella cena fatal. La hermana, acusada en su momento de la masacre y absuelta por falta de pruebas, padece una severa agorafobia que le obliga a vivir recluida con ese viejo inválido y esa niña, Merricat, que es todo imaginación desbordada y que parece que tenga sometida a la banda de dos con su candor, mayúsculo en comparación con la degradación que los rodea».
‘Matate, amor’ de Ariana Harwicz
No quiero perder más el tiempo con esta novela. Les dejo un fragmento de la reseña que pueden leer íntegra AQUÍ: «Matate, amor es, mejor que un título, una magnífica idea que presume de la siguiente estructura: principio, caos y fin. Defina caos: querer contar, pero no saber qué; querer decir, pero no tener ni idea de por dónde tirar. Ir a lo fácil, jugar al despiste, pajaritos preñados y versitos encadenados. Fingirse moderno hablando de pollas, mujeres salidas, armarios empotrados o abusos varios. No haber superado todavía el cacaculopedopis y vivir para contarlo».
Junto con la siguiente, una de las peores lecturas de este año.
‘Los huérfanos’ de Jordi Carrión
Idem que la anterior: novela horribilis que directamente me ha quitado las ganas de leer cualquier otra cosa del escritor. Esto no me pasa todos los días, de ahí la mención especial. La reseña, aquí: y una aproximación a la misma, días antes, aquí.
‘Sacrificio’ de Román Piña
Sorprendentemente, no ha estado mal (léase entretenida y no se fuerce mucho la vista). Digo “sorprendentemente” por aquello de ser, Piña, un algo-menos-que-joven escritor y la editorial pequeña y su trayectoria (la de Piña) (la literaria) un tanto irregular y, desde mi corta experiencia (sólo había leído Stradivarius Rex), decepcionante.
No digo más. Hay una reseña escrita. Está en el horno. La próxima semana en sus pantallas.
‘La primera mentira’ de Marina Mander
Iba a decir “decepcionante” pero mentiría como un bellaco porque lo cierto es que no esperaba gran cosa. ¿A qué viene entonces leer algo de lo que no se espera demasiado? Pues qué quieren que les diga, a nada. Ha sido un acto de pura maldad.
Mismo caso que el anterior: la reseña está escrita. Me pillaron, las dos, con ganas de hablar y me han quedado un poco largas. Además confieso que me lo pasé especialmente bien escribiendo esta. A riesgo de repetirme: la próxima semana, más o menos, en sus pantallas.
‘Cuatro por cuatro’ de Sara Mesa
De esta no hay (ni creo que llegue a escribirla) reseña. Razón: ninguna. Simplemente no apetece. Cuatro por cuatro, que resultó finalista del premio Herralde hace, no sé, un par de años, me ha dejado un poco frío, la verdad. About la novela: después de una más que decente y breve y prometedora primera parte llega una segunda bastante más floja y con querencia a desinflarse en su avance. Argumentario: en un colegio de pago, de mucho pago, donde conviven los alumnos de primera (clase A, digamos) con los hijos de los empleados (clase B) pasa algo terrible, que es una forma tan buena como cualquier otra de llamar la atención. Se sabe, se intuye, se va descubriendo con el narrador y se va aceptando la náusea. A disgusto se percibe que se le da muchas vueltas a eso tan malo; se llama a las cosas por otro nombre y se asiste a situaciones muy poco creíbles. Con todo, un buen entretenimiento. Con todo, un mero entretenimiento. Se esperaba algo más del Herralde, pero supongo que hacen lo que pueden con lo que reciben.
‘Alias Grace’ de Margaret Atwood
Magnífica. No de cinco estrellas, que esas las reservamos para novelas que nos hagan explotar la cabeza, pero muy buena muy buena muy buena novela. La reseña, que pueden leer AQUÍ, tiene dos días de vida. Comprendan mi desgana a la hora de volver sobre ella. Si este fuera un blog de pago pondría un poquito más de mi parte. No es el caso y porque no es el caso es por lo que vamos a dejarlo en acto de fe: les invito a leerla (la reseña y, por descontado, la novela).
‘El castillo’ de Franz Kafka
Cuando empiezo a escribir es post no han transcurrido ni cinco minutos desde que he terminado de leer la susodicha. No quiero hablar de ella, no me apetece o sí me apetece pero no he pensado todavía en ella, no, al menos, lo suficiente. Total, que no he llegado a ninguna conclusión pero así, de entrada, puedo decir que la he disfrutado más de lo que esperaba y por momento algo menos de lo que quisiera y eso que no conocerán a nadie menos interesado que un servidor en leer novelas inacabadas de escritores muertos (jódete Foster Wallace). Pero, coño, estamos hablando de Kafka y mira, hablamos de edición ilustrada y de Sexto Piso y uno, qué quieren, tampoco es imbécil y si se lo ponen en bandeja y lo adornan bien, si el lacito es colorido, cae con todo el equipo y tan feliz que lo hace, que ya quisiera no dejar de hacerlo, de caer, si fuese siempre así la cosa de resultona.
En nada, la semana que viene, me pongo con la reseña o la aproximación o lo que sea que sirva para hablar un poco de esta novela sin final.
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En la categoría de abandonos o rendiciones incondicionales, dos novelas muy diferentes:
‘Los jardines estatuarios’ de Jacques Abeille parte de una premisa que no puede ser más interesante ni queriendo. Un hombre llega a un país en el que los jardines son de piedra: enormes estatuas crecen como enredaderas y se han de podar con martillo y cincel. Dos veces la he empezado y dos veces la dejé en la página 50, no porque sea mala, no lo parece, ni por costumbre; simplemente no es todo lo interesante que aparenta, lo que cuenta, la forma de hacerlo, como dos jubilados estuviesen poniéndose al día, no resulta lo bastante atractiva. Que no está a la altura de las expectativas generadas, vaya.
‘Gilead’ de Marilynne Robinson es una novela de la que he oído maravillas desde que tengo uso de razón. Nada más lejos de la realidad. Creo que no he pasado de la página veinte o treinta. Un hombre, predicador para más señas, ve pronta su muerte y no se le ocurre mejor forma de aprovechar el tiempo que escribirle una laaaaarga, larguísima y aburrida, aburridíiiiisima carta a su hijo contándole, bueno, sus cosillas y tal. Un padrecito cargante en exceso.
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EN MARZO
Cosas que quiero leer:
Uno. Celso Castro se estrena en Destino con una novela llamada ‘entre culebras y extraños’. Aquí un #celsocastrista. Esto sale a la venta el día cinco. Ya les adelanto que el seis estoy yo en la librería o un día antes haciendo clic en alguna web si veo que la logística va a estar complicada, que seguramente.
Dos. Terminando estoy un libro, uno de Lydia Davis. Ni puedo ni quiero, se llama. Son relatos cortos, menos cortos, sueños, interpretaciones. Piezas breves. Me gusta Lydia Davis y me gustan sus micros pero no se lo digan a nadie. Lo negaré.
Y tres. También en marzo, el 26, ya casi abril, nuevo ladrillo de James Ellroy. 784 páginas de pura Perfidia. Vuelve el cuarteto de Los Angeles y yo con dos sin leer (El gran desierto y Jazz Blanco, si no me falla la memoria). Marzo podría ser, precisamente por ello, un buen mes para ponerse al día si no tuviese también pendiente Sangre Vagabunda. Mucho Ellroy me parece a mí para tan poco Tongoy. Ya veremos.
Hablamos.
Gilead debe leerse después de En Casa
ResponderEliminarEn absoluto. 'Gilead' es una novela publicada algunos años antes que 'En casa', y que se disfruta de forma absolutamente independiente aunque comparta paisaje y protagonistas con esta última.
EliminarPersonalmente 'Gilead' me parece una novela maravillosa y si no gusta pues no pasa nada. Pero jamás recomendaría 'En casa' si no gusta 'Gilead'
Cuatro x cuatro es flojísima... Los premios Herralde son un chiste, x otro lado.
ResponderEliminar¿Por qué Celso Castro desdeña las mayúsculas?
ResponderEliminarPorque es el más guay.
Eliminar¿¿En serio le gusta Celso Castro?? Uf, no puedo con él, leí "El afinador de habitaciones" y me pareció una vulgar cáscara vacía, la tomadura de pelo de un autor que se cree virtuoso y no tiene nada que decir. Argumentativamente absurda, deslabazada, pedante, hueca... una pérdida de tiempo y un engaño.
ResponderEliminarA mí lo del nombre y el título en minusculas me deja loco. Que el señor Tongoy nos lo explique, que seguro tiene un por qué.
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarA mí El afinador de habitaciones me gustó. Astillas algo menos. Leeré pues lo últiimo de Celso. El 99% de los escritores y escritoras de este país, escriben igual de mal con mayúsculas que con mayúsculas.
Gilead también me gustó, pero lo leí en verano y entre cerveza y cerveza la reseña no llegó a coger cuerpo.
En casa, lo tengo en mi respectiva, a la espera de que le meta mano.
De matate amor ya hablé en su día. Por cierto, ahora se publica otro libro con la misma portada.
De Sara Mesa, no he leído nada, pero veo que la mujer es un Todo terreno.
De Kafka tengo la obra completa cogiendo polvo desde que la adquirí.
El jueves Reig publica Un arbol caído, tras Lo que no está escrito y Todo está perdonado. ¿Por qué todas sus últimas novelas acaban con títulos en o?
Alice Grace, me lo apunto para el futuro.
Un saludo.
Hola.
ResponderEliminarentre extraños y culebras de celso castro me ha encantado
un árbol caído de Rafae Reig ha sido una decepción mayúscula, una Transición hacia la nadería abismal. No digo más.