Cuatro años, ya, y sin embargo parece que fue ayer cuando empecé a vomitar el resultado de mis lecturas. Y parece que fue ayer, también, cuando esta actividad empezó a ser considerada por algunos iluminados como “crítica literaria”. En fin… También parece que fue ayer cuando, sin comerlo ni beberlo, escribí un post que aumentó considerablemente las visitas para lo que venía siendo habitual hasta entonces. Sí, parece que fue ayer cuando dejaron de ser personales las redes sociales, cuando fui agregando y conociendo gente; o antes, incluso, cuando empezaron a llegar los correos de editores y escritores, unos y otros ofreciendo libros, unos y otros celebrando el humor, la crueldad; unos y otros aparentando una complicidad que no se sabía muy bien a cuento de qué venía, ni cuánto tenía de sincera, ni hasta dónde podía llegar.
Y yo, Mono feliz, me dejé querer. Y me dejé querer porque creía, en mi infinita ingenuidad, que la independencia era posible en tanto los demás fueran advertidos de la misma. Esa ética que lenta y naturalmente se había instalado en la medicina parecía incorruptible. Supongo que siempre lo parece. Quiero pensar que lo sigue siendo.
Hay un cuento de Augusto Monterroso llamado “El mono que quiso ser escritor satírico” que probablemente ya conozcan. Se lo dejo en el primer comentario del post, por si necesitan refrescar la memoria. En el cuento un mono que quiere ser escritor satírico se mezcla con la gente con la intención de conocer de primera mano la naturaleza de aquellos a quienes un día deberá criticar. Huelga decir que no logra su objetivo o pobre moraleja nos quedaría a los demás, humildes lectores. Cuando llega el día en que debe trasladar su experiencia al papel, y aunque sí es perfectamente capaz de reírse de la estupidez ajena, se siente incapaz de publicar sus escritos temiendo con ello hacer daño a quienes hasta ayer habían sido sus compañeros de copas. Y es que hasta las ratas se les coge cariño.
El Mono podría ser cualquiera. Y de hecho lo es. También podría ser yo. Podría serlo o podría llegar a serlo.
Pero no.
Si algo he aprendido podido confirmar desde que empecé esta actividad hace cuatro años es que la independencia, entendiendo ésta como el decir lo que uno piensa realmente, pasa, o bien por el anonimato o bien por la indiferencia y yo de la primera no pero de la segunda voy sobrado. Desde luego dos que comparten barra de bar no pueden ser enemigos, no, al menos, declarados. Eso es algo de sobra sabido pero creía un servidor de ustedes que habiendo tanta tierra de por medio (estoy más cerca del fin del mundo que de la capital) sería fácil evitar ese roce que devienen en afecto. Y bueno, follar no me quiero follar a nadie, pero es verdad que tampoco estoy libre de pecar.
Me consuelo pensando que no ha llegado la sangre al río, esto es, que ninguna crítica ha llegado a ser falsamente complaciente, pero no estoy tan seguro de que, en cierto modo, se hayan suavizado, en según qué momentos o que, por razones siempre innecesarias, haya ido como caricia lo que bien merecía haber sido una hostia. No puedo poner ejemplos (si acaso La casa de hojas, que tuve rectificar poco después de haberla publicado), pero al igual que pasa con las meigas, haberlos haylos.
Leía el otro día en una revista literaria de corte masturbatorio una entrevista en la que Manuel Astur era entrevistado por la que, si no me equivoco, era (y es) su pareja sentimental. No mucho antes, hace unos meses, leía, en otra revista, ésta de corte populista, otra entrevista a Soto Ivars realizada por una buena amiga suya. Y como estos doscientos casos más: editores que reseñan libros de editoriales amigas o escritores/críticos literarios como Alberto Olmos que se indignan cuando reciben una mala crítica a su libro alegando que ya podía el crítico jugar con el pan de su puta madre, como si ahora la crítica literaria tuviese el valor de un vale descuento del Eroski y como si con semejante comentario no desprestigiase su labor diaria de crítico mordaz remunerado. Y hablamos de las nuevas generaciones, que vaya usted a saber cómo está el panorama en las plantas superiores. Pero no nos engañemos: a esto hemos llegado hace mucho tiempo y de hecho se ha venido denunciando (incluso por los aquí denunciados) desde que tengo uso de razón.
Pero estoy divagando.
Es bonito conocer gente, sobre todo si tienes que sacar a pasear el perro, pero lo cierto es que a la larga y a la corta, a la hora de escribir una reseña es mucho más… complicado, digamos, si previamente has cruzado correos, privados, oportunas confidencias, me gustas o, qué coño, si no quieres perjudicar a esa pequeña editorial que te ha enviado el libro con la mejor de la intenciones. O si directamente has decidido no leer ese libro de esa escritora tan simpática, no vaya a ser…
Y eso pasa. Y cada vez más. Y uno calla cuando, tal vez, lo que debería hacer es gritar.
Y, honestamente, uno ya empieza a estar hasta los cojoncillos de tanta bondad no pedida y tanta concesión gratuita y de tanto Mono entre tanta fauna salvaje.
La verdad es que en estos cuatro años no he aprendido gran cosa pero sigo teniendo claro que si monté esto fue para divertirme. No para hacer publicidad (claro que tampoco es que pueda evitarlo), ni favores, ni para medrar, ni para hacerme un hueco en la industria, ni para tener una columna en El Diario, ni para colocar un libro de mi vecino, ni para colar uno mío, que parece que es en lo que se acaban convirtiendo la mayoría de los blogs. No, para eso no. Y puesto que NO, lo que queda es hacer lo contrario de lo cabría esperar llegados a este punto de sometimiento general: dar un pasito atrás, recuperar el espíritu original de esta medicina antes de que, ciego de alcohol, me descubra bailando un sirtaki abrazado a una boa constrictor.
Y bueno, en ello estamos.
Arranca el año cinco.
El mono que quiso ser escritor satírico
ResponderEliminarAugusto Monterroso
En la selva vivía una vez un Mono que quiso ser escritor satírico.
Estudió mucho, pero pronto se dio cuenta de que para ser escritor satírico le faltaba conocer a la gente y se aplicó a visitar a todos y a ir a los cocteles y a observarlos por el rabo del ojo mientras estaban distraídos con la copa en la mano.
Como era de veras gracioso y sus ágiles piruetas entretenían a los otros animales, en cualquier parte era bien recibido y él perfeccionó el arte de ser mejor recibido aún.
No había quien no se encantara con su conversación y cuando llegaba era agasajado con júbilo tanto por las Monas como por los esposos de las Monas y por los demás habitantes de la Selva, ante los cuales, por contrarios que fueran a él en política internacional, nacional o doméstica, se mostraba invariablemente comprensivo; siempre, claro, con el ánimo de investigar a fondo la naturaleza humana y poder retratarla en sus sátiras.
Así llegó el momento en que entre los animales era el más experto conocedor de la naturaleza humana, sin que se le escapara nada.
Entonces, un día dijo voy a escribir en contra de los ladrones, y se fijó en la Urraca, y principió a hacerlo con entusiasmo y gozaba y se reía y se encaramaba de placer a los árboles por las cosas que se le ocurrían acerca de la Urraca; pero de repente reflexionó que entre los animales de sociedad que lo agasajaban había muchas Urracas y especialmente una, y que se iban a ver retratadas en su sátira, por suave que la escribiera, y desistió de hacerlo.
Después quiso escribir sobre los oportunistas, y puso el ojo en la Serpiente, quien por diferentes medios -auxiliares en realidad de su arte adulatorio- lograba siempre conservar, o sustituir, mejorándolos, sus cargos; pero varias Serpientes amigas suyas, y especialmente una, se sentirían aludidas, y desistió de hacerlo.
Después deseó satirizar a los laboriosos compulsivos y se detuvo en la Abeja, que trabajaba estúpidamente sin saber para qué ni para quién; pero por miedo de que sus amigos de este género, y especialmente uno, se ofendieran, terminó comparándola favorablemente con la Cigarra, que egoísta no hacía más que cantar y cantar dándoselas de poeta, y desistió de hacerlo.
Después se le ocurrió escribir contra la promiscuidad sexual y enfiló su sátira contra las Gallinas adúlteras que andaban todo el día inquietas en busca de Gallitos; pero tantas de éstas lo habían recibido que temió lastimarlas, y desistió de hacerlo.
Finalmente elaboró una lista completa de las debilidades y los defectos humanos y no encontró contra quién dirigir sus baterías, pues todos estaban en los amigos que compartían su mesa y en él mismo.
En ese momento renunció a ser escritor satírico y le empezó a dar por la Mística y el Amor y esas cosas; pero a raíz de eso, ya se sabe cómo es la gente, todos dijeron que se había vuelto loco y ya no lo recibieron tan bien ni con tanto gusto.
CONGRATULATIONS
ResponderEliminarY que cumplas muchos más.
ResponderEliminarTu brother.
Decía Julio Anguita que hay comer en casa de uno, a diario; que cuando él fue diputado, siempre comía en su casa de Madrid; que las pretendidas comidas de trabajo no son más que excusas para establecer puentes afectivos que acaban por influir en las decisiones.
ResponderEliminarSigue libre Carlos. Seguiremos por aquí.
Abrazos fuertes, y cuídate mucho
Felicidades... tus consejos y comentarios son muy útiles, así que sigue con esta estupenda página. Muchos seguiremos leyéndote.
ResponderEliminarMe he acordado de un experimento sociológico que vi una vez en un documental sobre la empatía. Cogían a un grupo de gente (4o 5) y les decían por separado que iban a participar en una prueba sobre la agresividad o no sé qué otra cosa. Sólo a un par de ellos les hacían esperar en la misma sala juntos durante un minuto: justo tenían tiempo de presentarse, de saber sus nombres. Entonces les hacían la prueba: uno de los de la salita se ponía frente al resto (todos desconocidos, claro) y elegía a uno a quien dar una bofetada. Ni que decir tiene que el 90% nunca elegía a la persona a la que se había presentado, la dejaban para último lugar.
ResponderEliminarAsí que no te mortifiques, Tongoy por conservar aglún rasgo humano y que a veces (sólo a veces) esas hostias se te suavicen un poco. No te resta credibilidad:)
Un abrazo y felicidades
El día que dejes de ser Auténtico tendrás muchísimos más seguidores… pero ni de lejos tan buenos como los que asoman regularmente por tu casita virtual, despellejados aludidos incluidos, porque al final ya sabemos que es el poder de la palabra quien da o quita razones.
ResponderEliminar¡El mono borracho en el ojo del tigre!... el ojo del huracán de esa crítica literaria que casi todo lo devora, tan sólo permanece lo realmente bueno se sobreentiende, que nadie dijo que alcanzar la Posteridad fuera tarea fácil.
Felicitats!
Alles Gute zum Geburtstag.
ResponderEliminarTu blog resulta imprescindible en una blogosfera llena de tristes y aburridas reseñas de libros que, no hay quien se lo crea, siempre nos descubren obras maravillosas e imprescindibles.
Jope, que he empezado a leer y me estaba empezando a entrar nerviosismo...
ResponderEliminarPorque es un muchacho excelente,
Porque es un muchacho excelente (refrain)
¡¡Ya estamos, mentando a Alberto Olmos!!
ResponderEliminarEspera, voy a seguir leyendo el resto, que he parado ahí.
Independencia no sé, pero el cariño que le tienes a Sexto Piso se te nota mucho.
ResponderEliminarPues no. Se equivoca. Realmente el cariño que le tengo es mucho mayor, pero tampoco hay porqué entrar en detalles. O sí. Mire, a Sexto Piso la he criticado cuando lo ha merecido, y ellos lo saben, no tiene más que buscar las reseñas de “Como amigo” o “Los pájaros amarillos” o Valeria Luiselli y es posible que alguno más, no recuerdo. Pero también he hecho otra cosa: he callado cuando he leído buenos libros para no pasarme con tanto elogio, algo que tiene tanto o más delito que lo otro. Hablo, por ejemplo, de “El XIX en el XXI” de Dominguez, “Muss” de Malaparte o los recopilatorios de Vonnegut. O libros cuya lectura demoro para no saturar el blog con sus reseñas. Mi silencio clama al cielo. Sexto Piso, ya lo he dicho, realiza, en mi opinión, un gran trabajo asumiendo riesgos al publicar obras que nadie más parece querer o rescatando clásicos en su colección de ilustrados (El libro de la selva es una maravilla de la que apenas se ha dicho nada) pero sólo por lo que ha hecho y está haciendo con Gaddis y Barth, ya me tiene ganado para siempre.
Eliminar¿Los libros te los regala la propia editorial?
EliminarNo todos, pero si la mayoría.
EliminarNo es fácil conservar el sentido crítico y tú lo has conseguido, además con un gran sentido del humor que lo adereza y lo mejora todo. Gracias por descubrirme maravillas como El plantador de tabaco. Otro mérito tremendo es leerte libros abominables que podrías abandonar a las pocas páginas (aunque la crónica de los abandonos también es interesante) para hacer la reseña.
ResponderEliminarEspero poder seguir leyéndote mucho tiempo.
Un abrazo,
Sonia
Suena a oxímoron: tratar de mantener la independencia, mientras te enredas progresivamente en un entorno social.
ResponderEliminarSupongo que es el mal al que nos condena el dospuntocerismo.
A mí, conocer tu blog me sirvió, entre tantas otras cosas, para saber cómo poner cursivas; tengo dudas de haber aprendido cuándo.
En todo caso: leer cosas tan viejunas como "dar un pasito atrás, recuperar el espíritu original", te dotan de un indescriptible encanto. Dudo en tratar de imaginarte sirtakeando siendo boaconstrictado.
Que no decaiga...
Felicidades, Tongoy. No vale la pena empeñarse en buscar grandes frases para debilitarte a base de elogios. Tu blog es una referencia y tus opiniones siempre merecen ser tenidas en cuenta.
ResponderEliminarSiga como hasta ahora, creo que esta página es una de las mejores, sin duda. Que no decaiga.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo de cabo a rabo con Francesc, al menos para servidora este blog es un punto de referencia para elegir (o desechar) futuras lecturas, sin mayores zarandajas. Y nadie me hace reír más hablando de libros que tú, eso ya es mucho. Zorionak, Tongoy!
ResponderEliminarCuando lees críticas por ahí y ves que hay quien se replantea (o afianza) sus propias opiniones tras haber leído tu opinión, te das cuenta de que si considerabas este blog importante era por algo.
ResponderEliminarA todo esto, coincido en todo. Hay que conservar la independencia, no dejarse sobornar ni siquiera emocionalmente, pero sin dejar de ser humanos como es lógico. Difícil ¿eh?
Hola Tongoy:
ResponderEliminar¡Felicidades, hombre!
Me cuesta creer que tu blog sea un año más joven que el mío.
Buenas lecturas veraniegas. Me has dado un poco de nostalgia con lo de la ciencia ficción, que fue el género con el que crecí. A ver si vuelvo.
Saludos
Cuando tras leer un libro que no me ha gustado nada leo reseñas en otras blogs poniendo ese libro por las nubes, como el último de Isaac Rosa, uno comienza a dudar de su criterio, hasta que finalmente te encuentras una opinión que casa con la tuya como anillo al dedo. Esto me encontré en este blog. Luego con otro sinfín de libros que he leído me ha pasado algo similar. El último de Olmos, por ejemplo.
ResponderEliminarMás allá de estar de acuerdo o no con las reseñas, lo cual es una estupidez, pues leemos con lo que somos (con nuestra experiencias, nuestra cultura, nuestras expectativas, nuestras taras, etc) y a cada cual una lectura nos dice algo diferente, e incluso un mismo libro no nos sienta igual según cuando lo leamos (sí, Heráclito: todo fluye, el río cambia y nosotros también), me gusta el tono distendido de las reseñas y algo fundamental: el sentido del humor.
Por eso me gusta esta Medicina, para mí convertida en Droga Dura.
A mí también me ha caído alguna vez algún libro de alguna editorial, y creo que se habrán arrepentido, pero para críticas favorables, mamoneo, comadreo y palmaditas en la espalda, ya están los canales habituales.
Pues nada, Carlos, te animo a seguir escribiendo y así tendremos unas horas de agradable lectura de reseñas, las tuyas.
No sé qué decir, me han emocionado. No, en serio, muchas gracias, son todos muy amables. Tal vez demasiado. ;)
ResponderEliminarYa sabemos que las opiniones son como los culos pero, tal como dice El alquimista, al final lo que queda o lo que espero que quede es el recuerdo de haber pasado un rato entretenido, aunque entiendo perfectamente que no a todo el mundo le haga la misma gracia.
Ahora, si les parece y tras este lapsus veraniego, creo que ya podemos ir pensando en retomar la actividad. Me he propuesto ponerme al día en lecturas pendientes, sobre todo de literatura española reciente. La reseña de hoy (a ver si me da tiempo) tiene un par de años aunque ha sido actualizada. También hay algo de Tomeo pero el resto yo creo que es (será) cosecha de 2013-2014.
Bueno, ya vamos viendo, que me gusta a mí improvisar.
Muchas gracias. Sin este blog estaría más sólo. Se le necesita.
ResponderEliminarA mí tu blog me encanta, sobre todo porque me divierte, y qué coño, porque estoy de acuerdo contigo en casi todo. Espero que cumplas muchos más.
ResponderEliminarUn abrazo,
R.
El amo puto, eres.
ResponderEliminarQuique
Guapo, tú!
EliminarEnhorabuena Tongoy, no he encontrado blog sobre literatura mejor que éste (hasta el punto de que yo no lo llamaría "BLOG", qué palabra más fea). Sigue en ello, lo haces muy bien, y en mi opinión eres necesario. Gracias.
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