Limbo se vende como una novela, pero conociendo la política artística de Agustín Fernández Mallo (de la que me declaro casi absoluto desconocedor más allá de los prejuicios propios de la nocillitis y una más que decepcionante lectura de la obra que abrió la caja de pandora) decidí enfrentarme a ella como si de un misterioso artefacto se tratase, dándole, con esto, todos los créditos posibles. Yo quería —y resalto el quería— que me gustase Limbo y de hecho mi entusiasmo inicial fue mayúsculo. Una pena que al final, una vez más, acabase todo en desencuentro. Eso sí, un desencuentro con ventana abierta a la esperanza. Esa clase de feliz desencuentro.
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Esta foto de la derecha (que me ha llevado lo suyo montar) es un ejemplo de lo que uno puede encontrarse, página sí, página no, en Limbo. Y no me refiero al hecho de integrar una fórmula en la narración, algo a lo que ya deberíamos estar más que acostumbrados, sino a la reflexión que la acompaña. Porque otra cosa no, pero reflexiones, en Limbo, hay para aburrir.
(Abro paréntesis: si lo desean pueden ver, la cita elegida, como una trampa mortal; como una nueva maldad de este blog, en esa práctica dicen algunos que habitual de elegir ciertos momentos, sacarlos de contexto y presentar el resultado como un fracaso más de la literatura española. Y harán bien.)
Y sí y no porque con contexto o sin él, en Limbo las citas de este calibre someten, literalmente, la novela, ahogándola en las pajas mentales de unos personajes que creen que, con ellas, tienen algo que aportar. (Eso, o que no contextualizo adecuadamente, que todo puede ser.)
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En Limbo se cuenta una historia. O dos. O tres. O una que son dos que son tres. O tres que se funden en una. Cualquiera sabe.
En la primera, la más breve, se cuenta como Heisenberg, el físico, crea, durante un retiro en Helgoland en 1924, la siguiente intuición, gracias a la cual nace la mecánica cuántica moderna: «[…] entender cómo es el mundo fijándose únicamente en los estados iniciales y finales de las cosas, sin preocuparse de cuanto ocurre en medio de ambos.»
En la segunda historia una mujer (que lleva “un colgante con unas pequeñas bolsas de porcelana”) relata un viaje que hace con su pareja a través de los Estados Unidos y las razones de cada uno para hacerlo: «El verdadero objetivo era llegar a Los Angeles. En realidad, ése era el objetivo de él; lo que a mí me interesaba era el viaje en sí, el camino; para mí, Los Ángeles sólo constituía el inevitable extremo que todas las cosas poseen. Pero él buscaba lo que desde hacía meses venía denominando como El Sonido del Fin, sonido del que, aseguró, viajeros de todas las épocas han hablado.» Las aventuras y desventuras de ese viaje (narrado en primera persona y donde su pareja es apenas una sombra) se acompañan del relato de un secuestro que sufrió en el pasado así como de las reflexiones propias de una mujer secuestrada. Léase un ejemplo:
«Por ejemplo, un libro como el Quijote no es lo que es porque el Quijote sea un buen libro —que también—, sino porque el propio Cervantes —no el escritor sino esa persona del siglo XVII llamada Miguel de Cervantes Saavedra— tuvo, tiene y posiblemente tendrá el beneplácito de la opinión pública; en pocas palabras, cae bien. Te pongo otro ejemplo —continuó mi cerebro—, éste en negativo: Hitler, personaje justamente desdeñado, escribió Mein Kampf. Puede que Mein Kampf sea una obra maestra de la literatura universal, puede que Mein Kampf sea un Quijote o un Otelo, pero eso nunca lo sabremos, y cuando digo nunca quiero decir exactamente nunca, hay una imposibilidad física de que eso ocurra debido al carácter netamente monstruoso del autor. Del mismo modo —propuso el cerebro—, puede que los secuestradores sean estupendas personas, puede que sean los buenos del mundo, los buenos de la historia, sólo que nadie lo sabe ni lo sabrá nunca.»
En el tercer y último relato (un relato que en un momento dado se abre dando lugar a algo que se parece mucho a una imposibilidad lynchiana) se narra el retiro del propio Agustín a un chaetau en Plougras, en la Bretaña Francesa, para grabar un disco con un colega. En este relato, Mallo, al igual que Heinsenberg, parece tener una epifanía cuando, al tratar de expresar aquello que le pasa por la cabeza cuando escucha una canción —que no es otra cosa que el negativo de otra— piensa, entre otro millar de cosas que el autor no pierde ocasión de enumerar, lo siguiente: «[…] y pensé que viajaba a México D. F. a promocionar una de mis novelas, y que alguien me aconsejaba que fuera a una librería porque cuando vas de promoción te llevan a muchas librerías». Y a partir de este momento exacto la historia da un giro y Mallo deja de estar en un chateau y pasa a estar en México, en una librería, donde conoce a una mujer que lleva “un colgante con unas pequeñas bolsitas de porcelana”.
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Limbo tiene un algo inaprensible por culpa —entre otras cosas que tienen que ver con el tedio— del abuso de absurdas referencias circulares así como de reflexiones supuestamente divertidas de un Fernández Mallo humorista con un talento especial para el caos (los detalles de un pespunte de un bolsillo, la irrepetible sonoridad de los espacios ocupados, la realidad de los perfumes, las clasificaciones de la luz en México, los trayectos efectuados en Street View, la gravedad como una mentira colosal…, y un largo etcétera). La novela, llegado el final, nos devuelve al principio, un principio que puede ser visto, si se desea, como un final; final que, para más inri, no es tal. Esto parece abrir muchas puertas, pero en realidad lo que hace es cerrarlas, por más que tanto giro pueda, puntualmente, despertar cierto interés. Al final finalísimo todo lo que queda, una vez procesado el relato, es la sensación de que alguien ha dedicado demasiado tiempo a dibujar un artefacto imposible esperando, tal vez, que de la confusión salga algo con forma de relato innovador cuando no pasa ni tan siquiera de entretenido.
«En efecto, era el Nuevo Testamento el primer libro fragmentado de la Historia, con el añadido de que en él tenía su reflejo exacto la forma en que se organiza la Red, malla en la que vas de un site a otro site sin pasar por lugares intermedios. Los Apóstoles se perfilaban, pues, como los primeros autores de una clase de literatura que con los siglos daríamos en llamar internauta. […] El Nuevo Testamento era el zapping original, aquel del que habían salido todos los zapping posteriores. Por descontado, también era el Nuevo Testamento un conjunto de microrrelatos, boceto de bocetos.»
[…]
«Pensé entonces que leer diarios no tiene nada que ver con leer la vida de alguien, sino con la ilusión de que se puede leer el tiempo de alguien. No así los blogs, me dije, que no siguen una línea temporal, sino que barajan el tiempo, toman los objetos, los utilizan y al momento los abandonan. Y esa manera en que los blogs se valen de las cosas, ese usar y tirar materiales para al instante tomar otros que también abandonarás, está ya en el Nuevo Testamento, que no fue el Libro de los Libros, sino el primer blog, el Blog de los Blogs. En efecto, el Nuevo Testamento se apropia de una idea y premeditadamente pierde el hilo, hilo al que volverá páginas más tarde, sí, pero ya será otra cosa, volverá como un objeto retro. Coger y abandonar, coger y tirar. Estamos, me dije, ante la propia esencia del consumismo, en el Nuevo Testamento está ya representada al completo la palabra «consumo» tal como la entendemos hoy: la sucesiva muerte y resurrección de nuestros cuerpos a través del compulsivo uso de ideas y objetos.»
Vaya cerebro pedante tiene esa señora, ¿no? Ahí, pensando con guiones y mayúsculas...
ResponderEliminarAhora en serio: qué pereza de hombre.
Tiene buenas ideas y sería muy interesante si el autor no rellenara las páginas con referencias de ridícula subcultura y anécdotas más que intrascendentes. Sin ellas se hubiera quedado en un cuento muy bueno.
ResponderEliminarNo sé si "muy bueno" pero mejor, seguro.
EliminarQue el Nuevo Testamento es un blog. Ahá. Buenas ideas. Sí.
EliminarNada más que añadir, señoría.
si, tiene buenas frases para el mundo de la publicidad y el marketing, vamos, a lo q se dedica de comun acuerdo $$$$ con Alfaguara... ya la montaron con Borges, etc, etc... ahora, a pasearse por los medios otra temporadita...si Cunqueiro levantara cabeza... hombre, en principio se tiene q follar algo mas dedicandote a estos circos, q currando en un laboratorio, pero nunca se sabe, q se lo digan a Olmos...
EliminarPor cierto, el último párrafo es de un "etnocentrismo inocente" tan grave que asusta pensar que al autor realmente pueda pensar así...
ResponderEliminarEl otro día en una entrevista en la cadena ser dio a entender que, con matices, estaba bastante de acuerdo con las ideas expuestas en la novela.
Eliminari empieza el festical Mallo, chascarrillos a gog´o, pues vale, el deivid lynch de los Carpatos, mujeres sin menstruaci´on que se comen el coco y tal, luego a encerrarse en una jaula con un micro a lo Lecter con el humorista Porta y a facturar bolos por congresos, Cervantes y universidades yankis, la modernidad era esto, la formula del crecepelo, a ver si logran meter a la viuda de Borges en la promo pa vender la moto
ResponderEliminarYo no me leo un libro de este pavo ni aunque me metan una picana eléctrica por salva sea la parte.
ResponderEliminarUna vez más, gracias Tongoy (y eso que la reseña tampoco es para tirar cohetes, eh?)
Sí. Es cierto que la reseña te ha quedado algo "gris" : )
ResponderEliminarLo sé, lo sé. Esto pasa por escribir sin muchas ganas. La novela no se prest ni para eso. Ahora estoy leyendo una genial que estoy deseando comentarla.
EliminarNo entendí lo del final, ¿pasa como en Oficio de Tinieblas 5?
ResponderEliminarHombre, hablar del final... no quiero estropearlo. A mí no me ha gustado, eso sí.
EliminarY mira que le tengo un respeto reverencial a ciertas profesiones,la de físico entre ellas.
ResponderEliminar—propuso el cerebro—
ResponderEliminarEstá todo dicho, nada que añadir.
Me queda una duda Don Carlos.
ResponderEliminarEn el primer párrafo de la reseña usted indica que le entusiasmó el inicio y que a pesar de todo hay una puerta abierta a la esperanza.
¿ Me podría indicar qué partes le han llevado a esa esperanza?
Gracias
Que sí parece una novela. Y que superado el aburrimiento de la primera parte del tercer "relato" se lee con cierto "interés". De hecho yo la dejé y la retomé por pura cabezonería.
EliminarNo únicamente el Nuevo Testamento, sino toda la literatura anterior al nacimiento de la novela, desde La Iliada y la Odisea hasta los Romanceros del Renacimiento, pasando por los cantares de gesta mediavales, es fragmantaria.
ResponderEliminarEn cuanto que la verbalidad, precursora de la escritura, lo es. Es solo a partir del siglo XVII: Don Quijote, Gargantúa, cuando los escritores comienzan a trabajar un argumento estructurado con continuidad temporal, una sincronicidad, una trama.
La idea de Mallo por tanto, comparando el nuevo testamento con los blogs, es sugerente, sí, pero igualmente obvia. Vamos... que tampoco esta vez entiendo yo que se haya dado con ese redescubrimiento de la polvora que los postestructuralistas de nueva hornada parecen buscar con tanto ahinco.
¡Un abrazo para todos!
"cuando los escritores comienzan a trabajar un argumento estructurado con continuidad temporal, una sincronicidad, una trama..."
EliminarPues no sé, pero a mí me parece que El Asno de Oro, de Apuleyo, tenía ya un argumento bastante estructurado, trama, continuidad, etc. En cambio, el Quijote, en comparación, es más bien una superposición de aventuras que se pueden leer independientemente unas de otras (aunque, obviamente, es mucho más que eso).
Y es verdad que este escritor comenzó publicando en una editorial pequeña? A que se debió entonces tanta difusión de su primera novela? Salu2.
EliminarJuan, te dejas por el camino nada menos que a "El Lazarillo de Tormes" y "La Celestina", entre otros, antes de los que citas...
EliminarZamora B. No he leído "EL Asno de Oro", pero me parece que es un batiburrillo de historias entremezcladas.
EliminarPHSXXI. No se si te dirijes a mí. Pero bueno... por lo que tengo entendido -que tampoco estas dos me ha dado por leerlas- El Lazarillo es una crónica de historias sueltas y la Celestina una obra teatral.
En cualquier caso, señalaros a los dos -como haría un charlatán de las tertulias de la radio y la tv cuando lo pillan habiendo metido la pata- visionarios han existido siempre ¡je, je...! que se han encagado de ser la excepción que confirma la regla.
Abrazos!
Sí eres tu Julian, perdona, te he rebautizado
EliminarNo son ni una cosa ni la otra. El Lazarillo es novela avant la lettre amigo mío, una pobra maestra de la litetrarura universal.
La Celestina no es una obra teatral, no se escribió para ser representada. Es una tragicomedia. Un portento innovador, fuera de género.
Me hace mucha gracia eso de "historias sueltas". ¿Quién te ha dicho eso?
El mismo Mío Cid, muy anterior a éstos (aunque se encuadra dentro de la literatura oral porque se construyó para facilitar su memorización y ser declamado) contiene los mismos elementos narrativos que cualquier novela.
Bluff, tu nombre parece hacerte honor. ¿Tienes un blog de literatura/cultura/lo que sea y no has leído "El lazarillo de Tormes" ni "La Celestina"? ¿Ni siquiera en el instituto? La verdad es que deberíamos dejar de lado las moderneces y volver a los clásicos. Te lo aconsejo, en el "Lazarillo" está todo. Es la primera novela moderna, se adelantó siglos a "Tom Sawyer", es una literatura divertida, con un lenguaje coloquial y novedoso para la época. Y además es breve. De verdad que no se puede escribir con seriedad "por lo que tengo entendido"...
EliminarVenga, tío. ¿Vas a saber, tú, en pleno 2.014, que el lenguaje del Lazarillo era coloquial y novedoso para la época? A lo mejor era un lenguaje vintage, o a lo mejor un lenguaje que recogía justo el slang de la época. ¿Cómo cojones saberlo -por mucho que hayan podido largar Lázaro Sabater o Américo Castro- si no existen testimonios escritos ni, menos, auditivos de la manera común de hablar en aquellos tiempos?. Parole, parole. O blah, blah, blah, como acostumbraba a ilustrarnos a los mindundis que andamos enredando por los blogs, el gran Rafael García Viñó. Gracias, Rafa. Donde estés. ;-)
Eliminar¿qué parte de mi comentario no has entendido?, el lenguaje del "Lazarillo" se opone al lenguaje que recogía la literatura hasta ese momento (piensa en las novelas pastoriles, las novelas de caballería...), inaugura un nuevo producto literario que no tiene nada que ver con lo que se hacía antes; por no hablar del protagonista, la primera vez que un pobre, un marginal creado por el capitalismo naciente, es el narrador de la novela. Si eso te parece poco allá tú
EliminarJulian, con todo mi cariño, no te pongas en evidencia, hombre...No desprecies lo que no conoces. Lee El Lazarillo, disfrutalo, y después opina.
EliminarEl Lazarillo no solamente fue una auténtica novedad literaria en cuanto a lenguaje, género, estilo y temática, sino que además es una de las críticas más sutiles y potentes hacia el poder y el estado de las cosas en la época. De ahí su anonimato. Muchos la inscriben como obra de un erasmista, pero... para qué te voy a contar si...
Hombre, Bluff, cómo que no se puede saber. Para eso están los filólogos, digo yo. Creo que con Don Quijote y Sancho se ve claro. Te pongo un ejemplo:
Eliminarhttp://es.wikipedia.org/wiki/Habla_sayaguesa
No diría coloquial, pero sí muy oral. Un ejemplo: los refranes o la referencia a la vagina como zapatos del Tratado IV, imagen ligada al folclore del XVI. Si mal no recuerdo hay en la Historia de Rico varios artículos sobre el lenguaje coloquial de la época. Pero la sayaguesa es el ejemplo tipificado de habla popular o coloquial. Y además sólo hace falta comparar las novelas de las mismas fechas como La Diana de Montemayor con el Lazarillo y verás la clara diferencia entre el lenguaje literario (en esa época hablamos de cortesano) de los pastores de La Diana y las marcas de oralidad de Lazarillo. Y no sólo eso, tú cuenta que al estar escrita en primera persona un Lazarillo no podía hablar cortesano. A diferencia de lo que ocurre hoy días que es un cachondeo, se tomaban muy en serio aquello de respetar el decoro.
Y sí, hay muchas novelas anteriores a Cervantes. De hecho, Cervantes no admiraba tanto las fabulas milesias que sí eran fragmentarias por ser un conjunto de anécdotas disparatadas (Apuleyo pero en Aulo Gelio se ve mejor y que hereda Rabelais) como la novela latina tardía, neosofística o también llamada bizantina antigua (Aquiles Tacio, Longo, Heliodoro).
Por no hablar de Petronio y su magnífico Satiricón, probablemente la primera novela de la historia, pues la fecha de la de Caritón que conservamos no está del todo claro. Y no hablemos de la Edad Media. Hay un mundo de prosa novelesca y novelas de caballerías. No olvidemos que los franceses le llaman roman.
Oye, qué gusto poder hablar de estas cosas en un blog.
Un abrazo.
Lo original en Mallo sería que dejase de intentar hacerse el original pero a estas alturas yo al menos albergo ya pocas esperanzas de que esto ocurra, este post algo desaborido me lo confirma.
ResponderEliminarIncluso viendo los comentarios me da que es una sensación bastante generalizada, ni siquiera se genera debate en torno a su obra (como no sea que ahora lo denuncien los herederos de Corin Tellado). Pero puede que me equivoque, es una apreciación personal, claro.
Un abrazo
Totalmente de acuerdo. Creo que FM intenta inventar la ruedad con cada libro, y eso le lleva a descuidar el fondo y la cohesión global en pos del artificio efectista. O dicho en plata: mucho ruido y pocas nueces.
EliminarAl principio indignaba, ahora viene la indiferencia y el olvido. No creo que sea necesario prestarle más atención a quien nunca ha sabido escribir y nunca sabrá.
ResponderEliminar¿Indiferencia y olvido? Será por aquí, porque estoy seguro de que con tanta promoción venderá lo suyo.
EliminarPues por los datos que manejo (estadísticas) INDIFERENCIA Y OLVIDO es bastante acertado. Con decirles que tiene menos tirón que Gaddis.
EliminarEl tema es divertido a tope. Es el mundo al revés. Defínase usted escritor, por sus huevos, a partir de la cantidad n de entrevistas realizadas como escritor. "Yo lo que quiero es.. a mi me interesa... no quiero caer en la narrativa tradicional..". Esta generación 2.cero.coma.cero, SIN, se define por la cantidad de basura galáctica internética que genera. Mallo, Olmos, Fresy, Fresanes, y compañía publican porque no queda más cojones, pero lo tremendo es el EGO en espejo invertido: "yo SOY escritor por esto y por esto y porque me estas haciendo esta entrevista". Centrifugado puro. Descacharrante también la última promoción de Fresán cargando contra la escritura en internet -después de haber colaborado en la promo Timadori- y equiparándose directamente ya con Gaddis.
ResponderEliminar"Mallo demuestra en esta novela ser mejor escritor que novelista, y mejor prosista que pensador" (J.M. Pozuelo-Yvancos. ABC Cultural)
ResponderEliminarDa lo mismo si realmente consiguiera ser interesante. En la mayoría de artículos, Fernández Mallo llega agónico al último párrafo, lo que suele solucionar con un chascarrillo o una exageración maximalista en el último. Su obra poética es mucho más sugerente. En su narrativa, por desgracia, muchas de sus ideas se pierden en unas parrafadas a menudo insustanciales por obvias, repetitivas o carentes de impulso. Ya es el quinto libro, contando El Hacedor, de narrativa, y no parece vaya a cambiar en exceso. Eso es coherencia, dicen.
ResponderEliminarYo sigo diciendo que el problema de Mallo no es que escriba bien o mal, todo lo contrario, crea buenas metáforas de hecho, sino que como escritor tiene la sensibilidad de C3P0 (se nota que es de ciencias). Mucho nomadismo made in Deleuze y mucha liquidez made in Bauman, pero a la hora de la verdad o emocionas o en tres telediarios te olvidan. De licofrones y caramueles está llena la literatura.
ResponderEliminarA ver con Limbo, pero creo que será más de lo mismo. En serio, no se cómo no se aburre de escribir siempre la misma novela. Pero bueno, concedámosle el beneficio de la duda, no vaya a ocurrir como con Nocilla Experience. Eso sí, corre el peligro de los antinovelistas, como le ha ocurrido a las novelas de la época más experimental de Handke o los antilibros del último Cortázar. Yo no sé por qué se le ha metido entre ceja y ceja ser el nuevo Julián Ríos. Será por ver quién demonios es el escritor gallego más experimental de todos los tiempos, porque si no, no se entiende. Ahora bien, más que Cela en Oficio de tinieblas 5 que comentaban por ahí arriba, difícil.
Saludos.
La gente que comenta en estos blogs de donde cojones sale? Tanto parado hay? Culturetas aburridos? Frustrados letrillas? Menudo submundo cutre de lectores pajilleros!!
ResponderEliminarA mi el tío este de la Nocilla me parece una tomadura de pelo en toda regla
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarA mí el comienzo, con el asunto del secuestro y el recorrido que emprenden la pareja por los Estados Unidos me resultó interesante.
Luego cuando pasan al tema musical me parece un rollazo. Un cúmulo de historias o pespuntes que al final tratan de converger de alguna manera, para darle cierta estructura.
Me parece que el autor nada en un mar de naderías y chorrerías vanguardistas, como recurrir a Google Earth, a la par que tira del Nuevo Testamento, un poco de física (Heinsenberg), poesía (Brodski), rollito Nazi (Mengele) para crear algo ¿innovador?.
Estas novelas tienen tanto de modernas como de banales.
Limbo ha sido mi última lectura de este año y no me parece ni de lejos tan buena como para que pase a formar parte de mis diez mejores lecturas de este año.