Aloma Rodríguez ha escrito una colección de relatos increíble. Más que increíble, inolvidable. Lo digo completamente en serio. Tal vez no por las razones que a ambos nos gustaría, seguramente no, pero el caso es que si uno lee o intenta leer este libro le garantizo que nunca nunca nunca más olvidará el nombre de la supuesta escritora.
Un dato: los textos de Aloma Rodriguez aparecen en las antologías “Última temporada” (Lengua de Trapo) y “Bajo treinta” (Salto de Página). Sabrán sus antólogos la razón.
Al grano.
En el primer relato, uno de mis favoritos, Aloma (el personaje de Aloma, vaya, sabrá ella hasta qué punto es, todo esto, autobiográfico) va a pasar una temporada a casa de tío suyo que vive en Francia. Allí conoce gente y tal y cual. Desayunan croissants cuando ella vuelve de juerga y se pone tibia con un maromo. Lo habitual. Bueno, pues ya está, eso es todo lo que hace, todo lo que ocurre. Miento: también aprende a hacer una tortilla (incluye receta para la versión sin cebolla) y cómo se prepara el salmón en no sé qué salsa. Ese tipo de cosas. Eso es un cuento a la vez que una estupidez, de ahí su mérito, supongo.
- Lo más importante para hacer la tortilla de patata es cortar la patata muy fina y que se vaya friendo poco a poco y con mucho aceite —me había dicho mi madre—, por eso es un coñazo, cuesta mucho tiempo. Tienes que acordarte de la proporción de huevos y patatas. ¿Cuántos vais a estar? — Liza me había dicho que seríamos ella, Konrad y Julie, Chistopher y yo. Y había sonreído.- Cinco, creo.- Bueno, ¿comen mucho tus amigos?- No lo sé, mamá. Nunca he comido con ellos.- Calcula un huevo por persona.- Vale. ¿Y las patatas?- ¿Qué?- ¿Cuántas?- No sé, un kilo o kilo y medio.- Vale.- Sobre todo, córtales en rodajas muy finas y fríelas a fuego lento.Mi madre me había dicho que lo más importante era la sartén, además de cortar las patatas en rodajas muy finas. Entré en el tranvía con una bolsa de patatas y huevos, un bote con aceite de oliva y una sartén decente.
Por este y otros como este, la universidad de Zaragoza le dio no sé qué premio que tenía que ver, si no he entendido mal, con la literatura. Gracias a esto, el libro se editó. Recibió una ayuda, una subvención o algo que tenía que ver con la difusión de la (atentos) cultura.
Si la cosa va de ser la Tal Lin de Zaragoza, vale; ahora bien, si se tienen otras aspiraciones, malo.
* * * * * *
Cuando durante la lectura, llegando al ecuador del libro, comenté en Facebook que “Jóvenes y guapos” era probablemente el peor libro de relatos que había leído en toda mi vida alguien me dijo (quizá tratando de darme a entender lo equivocadísimo que estaba) que la protagonista hacía muchas cosas por primera vez con lo que venía a dar a entender que era, en definitiva, una “obra” de aprendizaje.
Bueno, en fin.
No quiero pecar de hijo de puta pero hay algo que debo confesarles: a la vez que leía a Aloma (durante el día) (re)leía (por la noche) a Raymond Carver. Ya, ya, ya sé que me estoy pasando, pero finjan que no se dan cuenta. El caso es que uno de los relatos, el primero para ser exactos, trata sobre dos compañeros de trabajo que quedan para cenar por primera vez con sus respectivas parejas en casa de uno de ellos. Bueno, en ese relato aparecen, además de los dos matrimonios, un bebé muy feo, una dentadura y un pavo real. Hay mucha tensión, en ese relato, ya se pueden imaginar. Lo digo completamente en serio. Al final todo sale, bueno, más o menos mal, pero no demasiado. La verdad es que podría decirse que incluso sale todo a pedir de boca. Es complicado. Digamos que los personajes aprenden algo. Digamos que evolucionan “sin moverse del sitio”, durante una sencilla cena.
Pues bien, en los relatos de Aloma dijeyo Rodríguez también salen matrimonios y parejas que vienen y van y chicos que salen de las habitaciones de las amigas; se viaja mucho, se conoce mucha gente (hay no menos de cinco personajes en cada relato de quince páginas aunque bien pudieran ser siempre los mismos cambiándose de nombre: el guapo, el gay, la amargada, el profesional…) y se tienen muchas experiencias o tal vez es la misma, que a fuerza de repetirse, parecen varias. La protagonista es actriz, forma parte de una, dos o veinte compañías de teatro y... bueno, en fin, que no trata de ella despertando cada mañana, sino de ella un día metiendo cajas en camión, otro metiéndolas en una furgoneta. Sin embargo y a pesar de este derroche de actividad, no se ve en ni uno sólo de esos relatos un mínimo de evolución personal, si acaso laboral. Aloma, o su personaje, es siempre la misma; unas veces está triste, otras salida, unas veces come mejor o pasa más calor o más frío de lo normal. Pero poco más. Da la sensación de que ni metiéndole a la fuerza una dentadura de oso panda a un bebé y montándolo en el pavo y atando éste a las piernas de Aloma y dando con ellos de comer a los cerdos, sufriría, ella o sus personajes, el menor rasguño emocional.
El libro de Aloma es un fraude como “viaje iniciático” (su especialidad, dicen) y una tontería como diario personal. Como colección de relatos premiada, como artista revelación o como valor en alza es, directamente, una vergüenza. Sin duda hay una razón por la que Aloma está ahí (siendo ahí, ahí), pero desde luego y leyendo estos relatos, cabe pensar que no es porque lo merezca.
Mi novio y yo nos miramos. No entendíamos nada. Los amigos de Sylvie se pasaron la noche despreciándonos solo porque éramos más jóvenes. Me sentía como si tuviera que pedir perdón por haber nacido en los ochenta, como si la edad se pudiera elegir. No tenían sentido del humor, se tomaban tan en serio a sí mismos que resultaban aburridísimos. Nos fuimos a otro bar.
- No tenemos la culpa de ser jóvenes y guapos —dijo mi novio.- Tranquilo —dije yo—, se nos curará con los años.
El punto de sal, a la receta de la tortilla de patatas le falta el punto de sal. Es la clave
ResponderEliminarLo de la tortilla me ha matao. Sin más. ¿Cómo se le ocurre leer estas cosas? Con la cantidad de libros majos que abandona o pierde la gente en los mercadonas y estaciones de tren.. Ultimamente se escucha mucho lo de "no me gustó mucho, pero tiene 26 años..hay que confiar", como si esto fuera atletismo. A ver, si la autora está buena, o no todavía pero podría llegar a estarlo, o vive en Brooklyn y da un curso en alguna Universidad, o se twittea con Olmos o con Fresy...entonces, sí. Se perdonaría hasta el haber publicado un libro. Pero me da la sensación de que hoy hoy -febrero 2014- es más fácil publicar en una editorial que autoeditarte.
ResponderEliminarDr J, gerente de la biblioteca pública del penal de la Iglesia de Filadelfia.
La tortilla de patatas o lleva cebolla o no es tortilla de patatas.
ResponderEliminarJajajajaja, Tongoy, me ha hecho reír, una vez más. Tengo muchas dudas sobre usted. Vamos a ver, ¿le mandan los libros para que los lea? Es obvio que no (al menos no generalmente), porque no los destriparía de esa manera (o sí, pero entonces ¡dejarían de enviárselos!). Entonces, ¿de dónde le viene ese masoquismo? Estoy seguro de que ha leído muchísimo, pero también de que aún le quedan autores importantes de la historia por leer. ¿Qué clase de perversión le lleva a irse siempre hacia lo que aborrece? Es que hay algo de misterio cómico en su hacer. Parece comprometido con la causa de denunciar y denunciar las cloacas de la literatura contemporánea, y yo se lo agradezco, pero en su lugar no pasaría de seis meses leyendo tanta basura. Rara vez leo un libro que tenga menos de veinticinco años precisamente porque, según mi experiencia, pasan mucho este tipo de cosas. Eso, salvo que mi curiosidad sea mayúscula o esté (me hayan) persuadido de que UNA OBRA en concreto va a ser genial, lo cual muy raramente pasa. Pero apuesto a que antes de abrir el libro usted no daba ni medio duro por él. ¿Entonces? En fin, que me hace gracia. Un saludo.
ResponderEliminarClaro que me mandan libros. Tampoco es que necesite secretario para organizarlos, pero alguno cae. Y sí, hay quien ha dejado de enviármelos. A otros les da igual, prefieren que se hable de ellos a que no se hable. La mayoría (editoriales) ni lo intenta.
EliminarLa respuesta a su pregunta la he dado muchas veces: me gusta hablar con conocimiento de causa. Es muy fácil hablar de lo bien o mal que escriben los jóvenes españoles sin haber leído una puta palabra. Son ciento veinte páginas, tampoco es la muerte de nadie.
EliminarY acabo: yo no voy siempre hacia lo que aborrezco. Mientras leída a Aloma, ya lo he dicho, leía también a Carver. Anoche leía a Zafón y a mediodía a Tolstoi. Suele llevar dos lecturas paralelas.
Es importante también batir las claras a puo de nieve, y sólo después mezclarlas con las yemas
ResponderEliminarEste blog ya aburre a las ovejas
ResponderEliminarMe consta que no a todas.
EliminarCoincido con uno de por ahì: ¿quièn te manda a leer tamañas basuras?
ResponderEliminarSaludos.
He contestado un poco más arriba. Nadie. Es masoquismo puro y duro.
EliminarTodas esas mierdas que lees, ¿pagas por ellas? ¿Te las regalan? ¿Las coges en una biblioetca? ¿Las chorizas en una librería? Porque son ganas...
ResponderEliminar
EliminarEs la primera vez que me hacen esa pregunta. Un poco de todo. Generalmente las robo y después las quemo.
¿Por qué existe este libro?
ResponderEliminar“Aloma Rodríguez (Zaragoza, 1983), hermana de Daniel Gascón, hija de Antón Castro”
Nada nuevo bajo el sol. Si algo cuenta en España es la familia. Y los amigos de la familia.
Qué familia más guay, que cada uno se apellida diferente.
Eliminar¿Eso es coña, no? Si tienen apellido diferentes.
EliminarNo, no es coña, son familia. No lo he mencionado en el post porque no me parece que guardase relación con la calidad de los relatos. Si acaso sí con el hecho de haber sido editado por Xórdica, pero eso solo podemos suponerlo.
Eliminarhttp://antoncastro.blogia.com/2013/112001-daniel-gascon-secretos-de-familia.php
Ah pensaba confundida que hablábamos de otro Castro que creo que ahora es familia de Jenn Díaz, tu amiga. Madre mía qué familiares todos en este país.
EliminarFamilia Díaz-Castro, gallegos.
EliminarFamilia Rodríguez-Gascón-Castro, mañicos.
Para comparar escritores que por perfil y escritura resultan más cercanos... ¿cuál resulta más preferible/soportable? ¿Aloma R o Ainhoa R? A mí Aloma a veces me suena un poco como Russian Red en música: futilidad edulcorada, vender lo leve y agradable. Ainhoa a veces resulta un poco cargante con tanto egotismo, pero cuanto menos tiene un sentido del humor más deshinibido y resulta menos relamida.
ResponderEliminarMe niego a elegir. No soporto a ninguna de las dos. Aloma vende lo leve, pero no es agradable. Ainhoa me parece que fuerza todo un poco, prosa incluida. La publicación de ese último libro que más parece un “ajuste de cuentas” que otra cosa y esa declaración de intenciones en la que decía que quería que su próxima novela fuese “más académica, mas Proust” es como para cortarle las venas.
Eliminar¡Más académico, más Proust!
EliminarFrase antológica que no olvidaremos nunca, o hasta que suframos Alzheimer. Vivan las entrevistas.
Discrepo. Alguien tiene que leer sea basura o no. Se puede o no estar de acuerdo con quien escribe este blog pero como mínimo se molesta en leer. No todo el mundo puede decir lo mismo.
ResponderEliminarY no seamos tan pesimistas, que el tema también aburre. Tarde o temprano aparecerá alguna joya. Yo, por lo menos, me niego a pensar que no haya en España un nuevo Mateo Díez de treinta. Joder, Repila y Jenn Díaz lo hacen bien, muy bien. Que no son Roth, de acuerdo. Pero dejemos madurar a la generación. Veremos lo que hacen dentro de 20 años. No cometamos el mismo error que cometió la quinta de Echevarría al pensar que todo iba a ser Mañas y Loriga.
A la literatura de nueva generación sólo se le puede achacar que, al leerlos, le da a uno la sensación de que está leyendo a un droide literario. Culpa de la Nocilla, tal vez, puede ser. No entiendo cómo se pueden escribir novelas como las que han escrito Balcells y Martín Giráldez, que sin ser malas tampoco son buenas; pero ojo, no son buenas porque no hay puto rastro de esa humanidad que hace a la literatura ser literatura, no por la propia escritura que es más que aceptable. Pero es una opinión personal. Prefiero una crónica sin forma literaria como La hora violeta de Del Molino que toda la literatura avanzada de la que habla Ferré, Mora y compañía. Muy avanzada para los autómatas, no lo discuto, pero sensibilidad, lo que se dice sensibilidad, que es lo que interesa al lector, cero patatero.
Saludos.
Hombre, Diable, supongo que algunas obras hacen tilín al cerebro y otras al corazón, sin ser por ello unas mejores que otras. Vamos digo yo.
EliminarCompletamente de acuerdo. Estoy harto de esa literatura industrial de cámara frigorífica. Por otro lado, en esa línea se puede incluir a Wallace, que me encanta, pero es porque creo que tiene un punto de vista especial o, cuando menos, diferente.
EliminarLa gente escribe por lo que sea que escriba, que yo no lo sé pero lo que sí sé es que si publica, es para ser leída. Lo mío es casi una función social, si lo piensas.
El anónimo lo ha bordado.
EliminarTongoy, yo estoy contigo en lo de que es una función social. Tiene que haber gente que introduzca la mierda en su paladar para decirles a los demás que sabe mal.
Pues Aloma está buena, aunque en las fotos siempre aparece despeinada.
ResponderEliminarPues a mí hay algo que no me cuadra. ¿Cuáles son las perspectivas de este tipo de libros? ¿qué se pretende editándolos? Y lo pregunto totalmente en serio, porque además solo se enteran de su publicación la gente que se pasa el día en internet. Imagino, por lo tanto, que nadie piensa que van a ser un bombazo de ventas. Lo más probable es que vuelvan prácticamente todos a la editorial. Entonces, ¿cuál es el objetivo de tanta publicación?
ResponderEliminarPues que realmente las editoriales se piensan que alguna vez sonará la flauta dando cancha a bodrios así, sobre todo si la autora es "fresca, joven, tiene Twitter y está buena". Y la clave es lo que apuntaban más arriba: familia y contactos. ¿De qué si no iban a estar donde están todas las lunamigueles y violadigrados que tenemos que soportar sólo porque sus papás editores les dijeron que valían? También le dijeron a Bisbal "Lucha por tus sueños" y ahora nos toca aguantarle a los demás.
EliminarNo lo sé. Sí y no. Hay varios tipos. Por un lado, todos esos que nombras y alguno/a más, que ellos solos hacen la promo, con lo cual bueno, se puede entender que la editorial pruebe a ver si suena la flauta, porque por lo que les cuesta y lo que invierten ya está bien. Pero luego hay muchos otros casos de gente mucho más discreta, que yo diría que incluso son la mayoría. De verdad, no lo veo claro. No sé, es como si se quisiera promocionar el oficio de escritor como alternativa a la falta de empleo. Y, hombre, no sé yo....
EliminarYo me hago la misma pregunta, Ire. Al escritor lo entiendo perfectamente pero al editor no. Esto de Aloma (y tanto como esto) no tiene explicación. Fíjate, entiendo mucho mejor la publicación de Tao Lin, por lo que tiene de “juego” o de rareza, que a una Aloma, o Rebolledo o Jimina. Es que me parece alucinante que nadie esté dispuesto a arriesgar un duro en algo como esto. A no ser que les guste y crean en ello, claro, en cuyo caso la cosa está clara.
EliminarLa respuesta es muy sencilla: Aloma Rodríguez trabaja en la editorial Xordica. Pago en especie, lo llaman.
EliminarAnte todo, mucha calma. Teruel es una ciudad muy literaria..
ResponderEliminarhttp://xordicaeditorial.wordpress.com/2013/03/16/una-entrevista-con-aloma-rodriguez-en-heraldo-de-aragon-papel/
"...no seas como tantos otros escritores,
ResponderEliminarno seas como tantos miles de
personas que se llaman escritores,
no seas soso, aburrido y
pretencioso, no te dejes consumir por el
narcisismo.
las bibliotecas del mundo
se han dormido de
aburrimiento
con los de tu calaña.
no lo empeores.
ni lo intentes..."
C. Bukowski
A muchas editoriales sólo les importa el número de ventas, que nada tiene que ver con la calidad literaria. Por lo que a mí respecta sólo alrededor del 1% de los libros que se publican merecería la pena ser publicado. Claro que, para otra persona, a lo mejor es el 3%, y su 3% es distinto que mi 1%. En definitiva, si todos nos pusiéramos de acuerdo democráticamente entre lo que merece la pena y lo que no, seleccionándolo desde el conocimiento de todo lo se hace en un momento dado, a lo mejor se salvaban el 20% de las publicaciones, o al menos eso creo yo. Pero claro, hay que tener en cuenta la cantidad de libros que son comprados y nunca se leen, o aquella gente que cae víctima directamente de las campañas publicitarias, o la gente que directamente no busca otra cosa que leer por leer, o por estar en la onda, o leer algo carente de valor sólo como divertimento, o incluso de leer algo como postureo, etcétera.
Por eso, y porque creo en la libertad (y en ese sentido sí me alegro de que se publique tanta basura), yo tengo mi filtro, que es un filtro muy riguroso. No soy un Tongoy de la vida, en el sentido de que no soy capaz de llegar leerme 100 libros al año (ya me gustaría) y eso, saber que al final el número de obras que pasarán a formar parte de mi vida es muy limitado (¿2000? ¿3000? con suerte, ya sería mucha suerte), me hace ser muy selectivo.
Por esa razón jamás cogería un libro como éste, y aunque seguramente obrando así me pierda buenas sorpresas e incluso algunas joyas, en la mayoría de los casos estaré ahorrándome perder mucho tiempo. Qué digo, ¡estaré ganando tiempo, y aún mucho más que tiempo! Con todos mis respetos hacia la autora, a la que no tendré el gusto de conocer,
¿por qué iba yo a leer a Aloma Rodríguez si todavía no he leído a autores como Diderot, Papini, Céline, Brecht, Jasek, o incluso al propio Foster Wallace, del cual también tengo cierto recelo? Y eso que me esmero en leer todo lo que puedo. Si a veces incluso leyendo a autores supuestamente grandes he sentido igualmente la sensación de que no valía la pena, ¿por qué perder ese tiempo con autores pequeños, por qué si creo en la Literatura, y de los autores cuya obra más he amado aún me queda por lo menos la mitad sin leer?
Editores, conmigo no cuenten.
Tienes toda la razón, la vida es demasiado corta como para desperdiciarla en leer basura, habiendo tantas obras maestras esperando. De hecho no puedo entender a los que dicen que les gusta leer y prefieren estas mierdas a los verdaderos genios de la literatura. Yo también soy cada vez más selectiva en mis lecturas, no estoy para que me hagan perder el tiempo.
EliminarSinceramente, lo de buscar parentescos y filiaciones en el árbol sanguíneo, no se si es buen camino. Digamos que, por poner un ejemplo, Nocillas Fernández Mallo no pertenece, en principio, a ningúno de los 100 apellidos de la Marca Editorial Españía, y el daño ya está hecho, como diría Johnny Cash.
ResponderEliminarPrecisamente Mallo es la constatación de que a veces la flauta suena. Y la causa, a su vez, de que se perpetue esa misma idea de que la edición literaria es una lotería en la que si quieres ganar hay que lanzar apuestas al mercado de manera indiscriminada.
EliminarLa flauta suena para Mallo supongo. Su blog de copy paste se ha quedao en dos o tres comentaristas a lo mas. Para las editoriales con distribucion, el coste real de sacar unas paginas con unas cuantas letras es menor que echar una bonoloto. Atencion a Limbo, supongo q tendra q hacer otro recopilatorio Nocis despues de esto..
EliminarBueno Tongo cuéntamos tú que la estás leyendo.
EliminarEstoy en ello pero aún me llevará unos días. Apenas he llegado a la página 30.
Eliminar"Empecé a escribir cuando tenía ocho años: de improviso, sin inspirarme en ejemplo alguno. No conocía a nadie que escribiese y a poca gente que leyese. Pero el caso era que sólo me interesaban cuatro cosas: leer libros, ir al cine, bailar claqué y hacer dibujos. Entonces, un día comencé a escribir, sin saber que me había encadenado de por vida a un noble pero implacable amo. Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse. Pero, por supuesto, yo no lo sabía. Escribí relatos de aventuras, novelas de crímenes, comedias satíricas, cuentos que me habían referido algunos antiguos esclavos y veteranos de la Guerra Civil.
ResponderEliminarAl principio fue muy divertido.
Dejó de serlo cuando averigüé la diferencia entre escribir bien y mal; y luego hice otro descubrimiento más alarmante todavía: la diferencia entre escribir bien y el arte verdadero de escribir; es sutil, pero brutal.
¡Y entonces cayó el látigo!"
T. Capote
Prólogo de "Música para camaleones".
EliminarHola a todos!
ResponderEliminarSi continúa por ese camino, y sigue al pie de la letra los consejos culinarios de su mamá, esta señorita va a terminar guisando justo igual que escribe. ;-)
A ver, el de poemita de Bukowski. Antes que a Foster Wallace, con nombre de cerveza aguada, tienes que leer los "prime time". Osea:
ResponderEliminar-Luna Miguel.
-sus amigas "it girls"
-Antony Fresy Rodriguez
-Ernesto Castro
-Matías Candeira
-sus amigas y las que le dan al "like" en el feisbuk
-Ernesto Castro
-a su maestro Vicentito Luis M.
-todos los de las recopilaciones - de 30.
-los haikus de Albertito Olmos
-lo que Olmos escribe sobre Olmos
-Corominas, Jordi
-los amigos de Jordi
no, no son deberes fáciles. Pero, una vez leídos, si aún le quedan ganas de abrir un libro, es que usted ha nacido para esto, Lector de Narrativa Contemporánea.
Incluí a Foster Wallace para que no pareciera que sólo me interesan autores "antiguos", porque no. Es un caso el suyo que me llama la atención por una serie de razones, si bien me genera bastante desconfianza (tanta moda repentina, a partir de su muerte prematura, etcétera). Fíjese que a lo mejor algún día leo "uno" de los que hay en su lista, pudiera ser. A veces la curiosidad malsana puede sobre las náuseas, pero madre mía, no me negará que el fragmento del "poemita" no parece escrito ex profeso para toda la "pandilla" que usted refiere. Muy sabias recomendaciones ;) y no, no he nacido para esto, por eso me resulta tan de agradecer este blog.
EliminarHablando de Olmos, ¿alguien sabe algo de su próximo libro? Dijo su editor que lo publicaba dentro de tres meses.
Eliminarsi, se llama Conversaciones con Pron. Lo saca Timadori. Prologo de Fresy. Va de la cultura japonesa en las provincias interiores. Lo presenta Elvira Navarro en Tipos Infames.
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EliminarIre, por lo general, las editoriales, al publicar esta clase de libros albergan muy pocas pretensiones. Razones sí hay, muchas: parentescos, favores, malos cálculos, gustos dudosos, distracción, pereza... Las razones son casi infinitas, pues hay una diferente detrás de cada uno de estos libros. Casi infinitas, y cada una más tonta que las que la preceden.
ResponderEliminarAcerca de la inversión de la editorial, hay que recordar que la impresión bajo demanda permite hacer pequeños tirajes por un puñado de euros, que es algo que hasta hace poco no era posible. Sencillamente imprimes 500 ejemplares y con vender 200 ya has recuperado la inversión y tal vez hasta ganes algo. La literatura no gana nada, más bien pierde siempre en esta clase de transacciones.
Tongui, por cierto, abrazos y felicitaciones por la paternidad.
Pocoyó
Querido pocoyó:
EliminarAunque en parte tienes razón y lo argumentas, creo que no es el caso específico de esta autora. Vale con este libro, pero hay que recordar que apenas hace unos meses con su novelita sobre Teruel la teníamos en todos los estantes y con su etiqueta de Joven Talento Fnac. Y tenemos al hermano, compartiendo editorial (Mondadori) con Coetzee con un libro que... solo espero que Tongoy lo reseñe pronto.
Yo también escribí un libro con pocas pretensiones y ni estuvo en la fnac, ni recibí ningún premio, ni nadie me hizo favores ni nada. Creo que meter a todo este tipo de literatura en el mismo nivel que Alomas y demás por el estilo no es acorde a la realidad. Las diferencias son, precisamente, las pretensiones del autor.
Un saludo y muy interesante el debate,
Volpone
De momento lo de leer a Daniel está jodido. En la biblio me han dicho que nanai, que su libro no lo quieren. Y yo, la verdad, paso de comprarlo.
EliminarNo te pierdes mucho, Tongoy, el libro de Daniel Gascón es bastante soso. Hacía tiempo que no dejaba uno a medias y éste lo ha conseguido. Y mira que es flaco (el libro, se entiende, no voy a entrar a valorar el físico del escritor como ha hecho algún imbécil con el físico de Aloma). No es que esté mal escrito es que a mí, al menos, no me interesaron nada las andanzas de su familia.
EliminarMario Cuenca Sandoval viene en breve a mi ciudad a presentar su nuevo libro, "Los hemisferios", no sé si me dará tiempo a leerla para esa fecha. A mí "El ladrón de morfina" me gustó mucho.
ResponderEliminarTe lo comento, Tongoy, para que tengas en cuenta autores menos jóvenes y promotables pero con basntantes más tablas y cosas que contar... A ver si eso te anima.
Por cierto, ¿alguien ha leído esta nueva novela? Decidme que por lo menos mantiene el nivel de la anterior. No estoy para decepciones.
Un abrazo
Yo la tengo pedida, zombie querida, en cuanto me llegue la leo.
EliminarJoder, me la voy a tener que comprar y jugármela.. qué suerte tienes, mangarrán.
Eliminar¿Qué te traes tú con los bibliotecarios de tu barrio, les haces la declaración de la renta cada año o qué?
En fin... los hay que nacen con una flor en el culo :) Bien por ti.
http://patrulladesalvacion.com/2014/02/04/nos-siguen-tomando-por-subnormales/
EliminarZombie, querida, yo no hago nada. Será mi encanto personal.
EliminarLeí lo La Patrulla esta mañana. Muy bueno. La verdad es que la gente no tiene vergüenza. Ahora, todos a leer el libro; que no caiga en saco roto tanto esfuerzo.
¿Para cuándo un post sobre la emigración editorial a Berlín?
ResponderEliminarYo no entiendo lo de que esos tres sean familia y no tengan el mismo apellido.
ResponderEliminarIgual se refieren a La Familia, com mayúsculas ;)
ResponderEliminarTongoy: tu puta madre.
ResponderEliminarOye Frank, ¿qué te parece si le explicamos a esta gente la razón de tu malestar? Así también te enteras de lo que ha pasado.
EliminarVerán, ayer, Frank McMahon, dejó el siguiente mensaje en el blog: “A Olmos ya no lo lee ni su puta madre, dispensando.”
Bueno, no pasa nada, en realidad no era para tanto, pero la verdad es que tampoco era necesario, ¿no? Pero me explico: Olmos siempre ha sido muy crítico con aquellos blogs que recurren al insulto ya sea en su entrada o permitiéndolo en los comentarios. Eso de insultar no le gusta al bueno de Alberto, no digamos ya ser insultado.
Pero yo no lo he borrado porque a Olmos pueda parecerle mal. LA verdad es que me trae sin cuidado. Ya somos mayorcitos. Lo he borrado por otra razón.
El 29 de julio, después de haber dejado yo caer en twitter que no me estaba gustando un libro de Olmos (Pose, creo recordar) me dijo que yo era imbécil. Textualmente: “Tú eres imbécil”. Inmediatamente después, publicó el siguiente tuit: “@saramber @_Eraserhead @EduardoLaporte Fue sólo un pronto, pero incluía esta frase: CGP podía jugar con el trabajo y el pan de su puta madre”.
Vaya por delante que no me sentí insultado pero con el borrado de este mensaje lo que quiero dar a entender son dos cosas: primero, que yo no soy como Olmos y segundo, que a partir de ahora, por lo que a mí respecta, Olmos puede meterse sus críticas a los blogs que insultan directamente por el culo.
No sé si me explico.
Por lo demás yo también creo que a Olmos no lo lee mucha gente, Frank. Con todo, le deseo mucha suerte en su próximo libro. Y lo digo sinceramente.
Un saludo,
Pues eso, un saludo.
Eliminar¡Hombre! ¡El debate molón por antonomasia! ¡Olmos! ¡Foster Wallace! ¡Bukowski! ¡Jenn Diaz! ¡Mafias familiares! ¡Editores retrasados que siguen teniendo para comer después de tantos años de crisis!
ResponderEliminar¡Blogueros inmisericordes que leen caca a casi sabiendas con tal de luego poder arrojar su mala leche sobre pobrecillos escritores que quisieran vivir de lo que más les gusta, cosa que todos quisiéramos pero no puede hacer prácticamente nadie que no sea un puto genio (y acierte a que se lo reconozcan en vida) o tener una suerte del copón, y se enfadan como monas porque entienden que no son lo uno y Tongoy el cabrón viene les termina de fastidiar lo otro, con lo bien que se lo habían montado para colar su (supuesto) truño en el mercado a través de un premio quizás podrido quizás no, quizás sí, y con la ayuda de este o aquel editor que le intenta hacer creer al lector lo que no es para que nos gastemos unos euros de los que él se quedará su parte siempre y cuando no lo impida el maldito bloguero gilipollas y cabrón, que un poquito lo es (cabrón) pero nos ahorra unos buenos dineros a quienes le seguimos gratuitamente! ¡Y por eso le queremos!
¿Y quién no disfrutaba (un poco) cuando alguien se metía con el chivato/pelota/tonto de la clase? ¿Acaso no somos humanos?
¡Coño!
¡Quique!
Lo de Jenn Diaz intentando ser la Martín Gaite del siglo XXl es bastante ridículo, culmen de la cursilería.
ResponderEliminarTodos vosotros sois muy listos, todos los escritores de este país son subnormales y las editoriales unas desalmados.
ResponderEliminarPor cierto todos los que necesitais la opinión de Tongoy sobre los libros que destripa para saber si merece la pena leerlos o no sois un poco corticos. En serio que no es tan difícil elegir un libro de calidad y ajustado a tus gustos personales. Yo no me trago lo del servicio público, para mi se trata de hacerse el guay a costa de los libros más flojos que encuentre por donde pasa.
¡Pero si todos sabemos de qué va esto, gente! Eso sí: me fascina que algunos saquen tiempo para leer tanta morralla intragable. Si ya sabemos lo que hay...
ResponderEliminarLa niña de papá Castro (Antón). Recibirá todas las becas y todas las subvenciones que haga falta por maravillas como la reseñada.
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