Resulta que este librito de Javier López Menacho está teniendo, para lo que viene siendo habitual, bastante éxito. Paseo por la red y encuentro una reseña tras otra, una entrevista tras otra, un mención tras otra y casi todas (las que leo) tienen ese punto elogioso de reconocerle un mérito enorme, ya veremos cuál. No se elogia el aspecto narrativo –no lo merece– pero sí el estilo ágil, directo, desenfadado, coloquial, ideal para reflejar el absurdo del mundo laboral. Pero sobre todo se glorifica (tómese esto con pinzas) a Menacho por haber escrito un libro denuncia de la generación del empleo precario. El acabose, esto.
El libro (de momento no lo llamaremos novela) es una compilación de crónicas en trabajos de mierda que ha sufrido (más que tenido) el autor en empresas que, por cierto, no se atreve a mencionar no vaya a necesitarlas algún día. Cosas como vestirse de chocolatina o captar clientes para una empresa de telefonía o promocionar coches durante la Eurocopa o campeonato futbolístico similar.
Pero entremos en materia.
Hay un párrafo muy interesante que se repite en por lo menos dos de los blogs de reseñas que he visitado y que no me resisto a comentar:
Estoy aprendiendo los límites del mercado laboral, la degradación de la dignidad humana alrededor de la idea de que para vivir hay que trabajar, estoy viviendo una época de la historia que resulta deprimida pero apasionante y, al tiempo, aprendiendo mis propias limitaciones como persona. La incertidumbre de no saber qué hay más allá del mañana es, en cierto modo, adrenalina pura, algo que te hace sentir vivo.
Vamos a ver: ¿estamos tontos o qué? Ahora va a resultar que en este país sólo hay funcionarios; que nadie ha pasado por lo mismo que el autor; que a nadie le han pedido experiencia laboral con veinte años; que nadie ha sufrido el momento incorporación al mercado laboral, ni ha tenido que comer arroz cinco días a la semana; que nadie ha encadenado trabajos de mierda mal remunerados hasta dar con uno decente. ¿En serio este libro-crónica de empleos precarios tiene algo de novedoso que lo hace merecedor de tanta atención? ¿Acaso sirve para algo más que para demostrar la importancia de los talleres de periodismo? ¿Descubre algo que no sepamos, que no veamos cada día en el telediario, contra la que no vociferemos cada semana en alguna manifestación? Dejen, ya les contesto yo: no, no y no. NADA. NI-UNA-PUTA-COSA. Tiene como novedad que el protagonista sea durante un rato una chocolatina, por ejemplo, que es algo sobre lo que yo nunca había leído, pero vamos, que no sé si tamaña estupidez es digna de mención una sola vez no digamos ya repetirla durante setenta páginas que es lo que dura el trabajito con el disfraz dichoso. Ahora va a resultar que hacer encuestas por la calle se inventó ayer.
Pero más allá del absurdo de la pretensión del libro (que ya supongo poco más que un entretenimiento para el autor, no así para la crítica que, una vez más, se cubre de gloria con la glorificación) está la cuestión del resultado. Medio libro es él siendo una chocolatina, ya lo he dicho, pero es que ser una chocolatina no da para medio libro si no es a base de repetir desgracias tipo cuánto-pesa-el-puto-traje y desde luego no justifica discursos infantiloides de consolación:
Marcos [5 años] y yo fuimos amigos sólo dos horas pero, durante ese tiempo, fuimos los mejores amigos. Y hay gente que no consigue un mejor amigo en todos los días de su vida. Me enseñó que aunque yo tenga perdida la guerra, hay batallas que aún puedo ganar y que este trabajo, por ridículo que parezca, está lleno de pequeñas, minúsculas satisfacciones que valen su peso en oro.
Céntrense, hagan el favor: o tenemos un trabajo de mierda o no tenemos un trabajo de mierda pero baboseos, los justos, que luego parecerá que en el fondo disfrutamos de la violación (de derechos, se entiende).
Bromas aparte esto no es, ni de lejos, lo peor. Lo peor viene después, en el último trabajo de los relacionados (¿habrá segunda parte?), cuando a la cosa le salen las pelotas:
El tiempo pasa con mi ración de comentarios plagados de tópicos futbolísticos y un público escaso pero agradecido.
Este comentario lo hace mientras trabaja como captador de público para los partidos de la Eurocopa del año pasado que parece que al final ganó España. Enhorabuena, por cierto. Una vez captados, a los veinte o treinta telespectadores les da un poquito la paliza con mira-este-coche-qué-bonito. Pues bien, quizá como demostración de que la cita anterior no es fruto de la casualidad, el libro, durante cuarenta páginas, encadena citas futbolísticas con otras de corte crítico con otras de corte lastimero con otras de corte bondadoso con otras de corte y confección. Juro por mi gato que no miento:
España parece más fuera que dentro cuando marca Jesús Navas, un niño de un barrio pobre de Sevilla. Iniesta controla una pelota elevada de Cese, la para majestuosamente con alguna zona del pecho y, ante la salida del portero, le da un pase medido a Navas, que marca con un chut exagerado que parece que va a romper las mallas.
Yo, esto, cuando lo leo, vomito. Yo. Claro, habrá a quien le guste el fútbol. Habrá quien recuerde aquello como uno de los grandes acontecimientos de su vida y ahora venga a sentirse un poco gilipollas por no haber pensado en todos aquellos que, como Menacho, malvivían y maltrabajaban y eran maltratados por la sociedad —esa ramera— mientras ellos se acababan la quinta cerveza. En cualquier caso la transcripción de un partido de hace meses sobre fondo de tristeza no hay libro ni afición que lo aguante.
Y mira, no. La precariedad ha existido siempre aunque ahora esté en caída libre y sin frenos, pero novedades, las justas. A ver si va a resultar que la reciente propuesta del Banco de España de pagar a según qué trabajadores por debajo del salario mínimo no es una realidad desde siempre. (Y bueno, sí, eso se lo concedo: a los que viven en los mundos de Yupi les hará gracia el libro.) También el fútbol ha sido siempre un engañabobos. Y lo seguirá siendo. Y la literatura, esa cosa con letras, prestigio y ventas al por menor, también es precaria en lo que respecta a su calidad, y lo es, entre otras razones, por culpa de libros chorras como este, diseñados únicamente para matar el tiempo unos y quitarse, otros, la espinita de la solidaridad.
"Una época de la historia que resulta deprimida " ¿Le damos Prozac a la historia a ver si se anima o nos lo inyectamos en vena al ver el éxito de "cosas" como esta? Espero que al menos no tenga faltas de ortografía.
ResponderEliminar"... la para majestuosamente con alguna zona del pecho".
ResponderEliminar¿A ver, Pepito, relacióname las zonas del pecho...?
Pepito permanece unos instantes pensativo, dudando; arranca a hablar:
¿La teta, la entreteta y... lah bolillah lah tetas?
¿Y lo de "majestuosamente" qué, de eso no dices nada? ¿Por qué los balones se paran majestuosamente? ¿No hay formas más sencillas de hacerlo?
EliminarAh, pero ¿"Yo, precario" no es una autobiografía del escritor en modo "confesión sincera de su incapacidad como tal"?
ResponderEliminarFlipping away, man!!
El éxito de este libro en los medios de comunicación se debe a su sencillo empaquetamiento; a que se vende con dos frases: Yo, Claudio: libro sobre lo puteados que estamos los jóvenes. Libro social, relato de una época, hueco que forzosamente tenía que ser rellenado por alguien. Parada obligatoria, como la cerveza sin.
ResponderEliminarEste libro es como el tabaco mentolado, la leche sin lactosa, los cacahuetes sin sal, los monociclos o los monóculos; los relojes sin números o las fórmulas de los 40 principales: es posible hacerlo, a alguien le gustará.
Yo creo que este libro ha caído en tanta gracia debido precisamente a lectores de alrededor de 50 años con vidas laborales más sencillas (porque sí, también hay que aceptar que hay unas generaciones que lo han tenido más fáciles que otras, aunque todos nos sintamos algo "abuelo batallitas") para los que la vida precaria de la que habla el López Menacho este (que sí, que también es verdad que siempre ha existido, pero, como ahora, no para todos) ha sido siempre pura ficción de telediario.
ResponderEliminarNi uno de mis amigos lectores que están en el paro o tienen trabajos de mierda siente el más mínimo interés por leerse este libro (¿Para qué? No parece que vaya a tener una calidad literaria exagerada -al menos no es lo que se ha decidido promocionar y reseñar- y lo que cuenta es pan de cada día para todo aquel que tenga de treinta para abajo y no sea hijo de político, como tú dices).
Me alegro por López Menacho, pero me alegro como el que se alegra por un empresario listo que ha sabido aprovechar la oportunidad que se le pintaba en un momento de desgracia.
Ojo, y también me alegro por Menacho, faltaría más, tan hijo de puta no soy. Ahora, que alucino con la peña, sí, mucho. A colorines. Pero estamos en lo de siempre: a los buenos no se les critica. Pues ya sólo por eso, dos tazas.
EliminarHaces bien, aunque podías haber salvado la portada, por lo menos.
EliminarAhora va a resultar que el paro y el empleo precario es algo que se inventó anteayer.
EliminarEstaría bien que los que tienen de treinta para abajo se quitaran el complejo de Adán, y de que con ellos nace y se acaba el mundo.
Amén, Sukbum.
EliminarMike Libros, Menacho no ha hecho nada, toda esta promo exagerada viene del listillo de su editor, que ha visto dinero en la crisis, qué paradoja. El chico no tiene la culpa, sólo se ha dejado llevar ilusamente por el maestro de ceremonias de un circo. La pena es que igual el pobre sale mal parado cuando los lectores que esperan leer al nuevo Paul Auster se encuentro con unas crónicas ya escritas mil veces antes.
ResponderEliminarDe esto se puede sacar una única conclusión: muy mal tiene que estar el mundo del libro para que a un folletín se le dé tanta bola y nos quieran vender a su autor como la reencarnación de Cervantes.
¿Ilusamente? A ver, que Menacho querrá vender su libro a toneladas, digo yo. La calidad, habiendo ventas, da por culo.
EliminarAnónimo:
ResponderEliminarLa culpa de esto, de haber llegado a este despropósito, la tienen esos editores de cuentos que llevan años vendiendo jóvenes talentos incapaces de escribir novelas, incapaces incluso de escribir cuentos. Ahora llega el más listo de la clase y riza más el rizo todavía y ni siquiera nos vende un libro de cuentos, sino una amalgama de crónicas laborales que parecen, con tanta promoción, una obra mucho más sólida y trascendente para la historia de la literatura que Madame Bovary.
Lo de Salto de Arcada ya supone una malaleche evidentísima hacia la editorial de Pablo Mazo, me temo. Luego has intentado publicar en ella o en cualquier otra de cuento (si no, no se entiende) y te han dicho que nasti de plasti. Luego eres en realidad un cuentista inédito y frustrado, con un matojo de relatillos dentro del cajón. Luego tú tampoco llegarás nunca a novelista, ni siquiera de engendros como "Yo precario". Se siente.
EliminarEsto no va más allá de la mera opinión, Salto de Arcada, pero creo, me parece por lo que he oído por ahí y por lo que intuyo, que tu madre es un poco puta. Que se la folla todo el barrio. Y a muchos ni les pide dinero. Esa intuición me lleva a pensar, es una opinión, eh, no es nada personal, que tú eres un gran hijo de la gran puta. El hijo de la más puta del barrio. Tú, fíjate qué coincidencia haberte encontrado aquí, por casualidad.
EliminarEl libro da, como muchísimo, para un articulo de una carilla en un dominical, quelos lectores de domingo, con una caña en una terraza, son muy comprensivos y siempre piensan que eso podría pasarle a sus hijos. ¿Que Menacho ha estado puteado? Y otros, hace un año, y dos, y catorce, ofreciendo quesos, repartiendo hojas de publicidad y pizzas en vespinos cutres; ni ser chocolatina, oso de gominola o ir disfrazado de ratón Mickey cutre en un parque infantil, que la precariedad no es nueva, ni la filología o la historia o una licenciatura en económicas (por decir tres cualquiera) daba de comer entonces.
ResponderEliminarExacto. Diferencia: antes no había está crisis. Ese el TODO el mérito del libro.
EliminarJavier López Menacho, con este libro demuestra cosas muy sencillas: categoría humana, dominio de la crónica, sinceridad y nobleza sin necesidad de quemar coches. Esta crítica me sirve para ver como hay gente que se conforma chapoteando en la charca.
ResponderEliminarLa categoría humana se le nota, la sinceridad se le supone y la nobleza sin necesidad de quemar coches va un poco de la mano de lo anterior, pero yo no busco un amigo y todo eso, literariamente hablando, me la trae floja y pendulona. El dominio de la crónica sí, pero tampoco es para tanto, honestamente. Confundimos corrección con calidad y en este país debe haber algo así como medio millón de periodistas en paro.
EliminarNo le resto valor a Menacho, pero en lo que le corresponde.
acaso no haces eso que criticas tú también? Porque no me parece más que una critiquilla de mierda. El libro puede ser simple, pero estamos hablando de la época en la que vivimos y es en esta época en la que vivimos en la que también ocurren estas cosas y se publican. Refleja no sólo cómo se vive un trabajo de mierda, sino también cómo queda reflejado en la manera de ser. ¿Por qué no profundizas más allá de los párrafos con símiles futbolísticos? Prefiero mil veces que una crítica social de este estilo se haga eco que las biografías de ricos y famosos.
ResponderEliminarY que tendrán que ver en todo esto las biografías de ricos y famosos...
Eliminar¿Qué por qué no profundizo más en los párrafos no futbolísticos? Porque no me da la gana. Porque la cagada está en esa parte y es una cagada muy gorda. Gordísima. Tamaño industrial. Se le va completamente de las manos.
A mí no me parece que el trabajo de mierda se quede reflejado en la forma de ser. ¿En qué momento ve usted eso? Yo lo que veo es que un trabajo de mierda NO afecta a su forma de ser, que también tiene su mérito.
Estamos en lo de siempre: creer que lo que le ocurre a uno es lo bastante especial para que le importe a los demás. Y lo siento pero no. No lo es. No en este caso. Pero da igual, al margen de eso es una crónica muy repetitiva con dos momentos especialmente pobres: el atraco y el último curro.
“Porque no me da la gana”
EliminarA los defensores del Precario tampoco les da la gana de escribir cosas que pudieran gustarle a usted.
Sus ganas contra las ganas de “la crítica que, una vez más, se cubre de gloria con la glorificación”, por sus ganas y porque están en su derecho como usted está en los suyos.
“¿En serio esto no le parece aburrido, innecesario y repetitivo? ¿Necesita más citas?”
No, nadie necesita indagar más en la ganas. Las ganas pueden ser Santas, Reales y groseramente adjetivadas, pero son como los culos, se tienen por nalgas y aunque similares, nunca exactas, siempre van de la mano, de aquellos tan aparentes en su olvido por habitar en el escroto, fontana inagotable del razonamiento hispánico.
“….hacer alguien lo que le da la ~. fr. coloq. Seguir el propio gusto o arbitrio sin atender a nada más” …cómo es esta RAE
Si respetásemos ese "derecho" en los demás…cuantos disgustos nos ahorraríamos.
Veo que no soy el único que se queda con lo que quiere.
EliminarMe cito: "¿Qué por qué no profundizo más en los párrafos no futbolísticos? Porque no me da la gana. Porque la cagada está en esa parte y es una cagada muy gorda. Gordísima. Tamaño industrial. Se le va completamente de las manos."
Porque aunque no me da la gana, lo hago. Yo soy así, no hace falta que me lo agradezca.
Y ahora le cito a usted:
"No, nadie necesita indagar en las ganas." No, en las ganas no, EN LAS CITAS. Ya supongo que es mejor obviarlas, no vayamos a caer en la cuenta de algo.
Y sí, las ganas son como los culos, claro y por eso me parece de puta madre que cada uno escriba lo que le salga ¿del culo, decíamos?. Lo que yo no voy a hacer es ser más "delicado" sólo porque el tema sea "sensible", que parece que es lo que se insinúa.
Caer en la cuenta de que sus ganas son más y mejores, no vayamos a creernos otra cosa, que las citas las carga el Diablo, el de verdad, y "lo de sensible", es evidente que no ha captado mis ganas.
EliminarCita:"...y por eso me parece de puta madre que cada uno escriba lo que le salga ¿del culo, decíamos?", pues lo disimula bastante.
Relájese, no es para tanto, esto es para divertirse, decíamos antes en algún otro lugar...¿O No?
Lay back and Be Cool....
Veo que no pillamos ni una.
EliminarNo se equivoque, no puedo estar más relajado ni divertirme más. Miento, quizá esto último sea mejorable. Me pongo a ello.
Los equivocados siempre son los culos ajenos. Será eso. Ademas de no pillar ni una. Pero puedo estar equivocado, vamos, seguro que lo estoy.
EliminarSí, se tiende a confundir la dramática situación del autor con la calidad literaria, y sólo alguien medio cabrón se atreverá a decirlo. Justo ahora hay por ahí circulando varios libros de esta clase.
ResponderEliminarTengo sobre la mesa los libros de Colau, Verstrynge y Fallarás. Supongo que hablamos de lo mismo.
EliminarY puede agregar la mayor parte de la "literatura" del duelo.
EliminarBueno, Habemus Tema.
ResponderEliminarEsto es el principio. A ver a dónde nos conduce, literariamente hablando. De momento parece que la cosa no tira, y no será por falta de motivos 'literarios'.
Saludos
Perdona, Ire. Tardé en sacar tu mensaje; se me coló.
EliminarNo sé si no tira. Desde luego con este libro no. Dicen que el de Chirbes está muy bien. Lo tengo en casa, pero me da mucha pereza porque me obliga a romper "el calendario" y para una vez que soy medianamente disciplinado...
Pero sí, yo también creo que es un tema muy interesante pero si va a salir una "gran novela" sobre el tema desde luego no será pronto.
Léete a Chirbes, si no ahora cuando te apetezca. Y verás que la cosa no está tanto en el 'tema' sino en quien lo explica y cómo.
EliminarSaludos
Pues mira, me ha picado el gusanillo. Ayer terminé el libro que estaba leyendo y estoy en ese momento de decidir el siguiente. Chirbes puede ser una opción (Guillermo Aguirre es otra, Ariana Hardwicz otra, Yuri Herrera otra, etc). Luego le echo un vistazo.
EliminarChirbes es crítico, duro, incisivo, reflexivo. Ha entendido a la perfección de qué va esto y lo cuenta magníficamente. Yo creo que te gustará.
EliminarLo acabo de empezar. Sólo el primer capítulo. Creo que seguiré pero como "segunda lectura".
EliminarLa situación laboral actual es muy distinta a la de nuestros padres. En épocas anteriores, tener carrera era garantía de un buen empleo. Pero sucedió que de repente "todos" pudimos ir a la universidad y, obviamente, no había ofertas de trabajo cualificado para todos. Esto sumado a una crisis sin fin, lleva a la gente a ingeniárselas como sea. Menacho ha decidido ingeniárselas escribiendo un libro, describiendo una situación que, aunque no sea novedosa, sí que está llegando a extremos inauditos. Estará mejor o peor escrito, pero el libro está teniendo cierto éxito. Dejémosle disfrutar en paz del empleo más digno que seguramente haya tenido. Nadie está obligado a leerlo al fin y al cabo. Claro que se puede criticar la calidad del mismo, pero hay por qué ensañarse... Denota envidia y bastante mal gusto.
ResponderEliminar¿Envidia y mal gusto? Jesús... Lo segundo puede ser, para qué negarlo, lo primero ya le adelanto que no, ninguna. Envidia por qué, ¿por escribir? ¿Por publicar? ¿Por tener éxito? Lo siento pero no, ninguna. Mis inquietudes no van por ahí.
EliminarPor lo demás... entiendo lo que quiere decir pero por esa regla de tres no criticaríamos nunca a nadie, los dejaríamos vivir en paz, a todos, y felices por ser tan buenos escritores que no haya nadie capaz de soplarles la oreja. Lo siento, el éxito, ya lo hemos dicho cien veces, nada tiene que ver con la calidad. Menacho sólo depende de la publicidad y los grandes medios para tener éxito. El resto, es paja.
Decir que está peor que mal escrito no es ensañarse, es valorar.
EliminarY tanto que no es novedosa.
EliminarHace veinte años ya había ETTs, y licenciados para dar y tomar, repartidores de propaganda por las calles, y gente que se las ingeniaba para sobrevivir disfrazados de mimos en las bocas del metro, y desesperanza hacia el futuro. Y libros que lo reflejaban, como "Matando dinosaurios con tirachinas", de Pedro Maestre.
Y antes, también.
No es que se diga que está mal escrito. Se habla del libro con tal desprecio a lo largo del artículo que la propia crítica pierde veracidad. Desde luego no era necesario llegar al insulto. No creo que el autor creyera estar haciendo nada distinto ni novedoso ni valedor de un Nobel de literatura. No todos los autores tienen las mismas capacidades ni aspiraciones. La crítica es absolutamente necesaria, pero desde el respeto.
ResponderEliminarHum, no estoy muy de acuerdo en lo del desprecio. Vea:
Eliminar1. "se glorifica (tómese esto con pinzas) a Menacho por haber escrito un libro denuncia de la generación del empleo precario"
2. "Pero más allá del absurdo de la pretensión del libro (que ya supongo poco más que un entretenimiento para el autor, no así para la crítica que, una vez más, se cubre de gloria con la glorificación) está la cuestión del resultado."
No, yo no creo que Menacho tuviera grandes expectativas.
La parte casi más dura de la crítica se dirige a quien ven en esto una crónica "necesaria" de puro actual. Y digo "casi" porque sí es cierto -en esto de le doy la razón- que he disparado duro (pero no lo suficiente, en mi opinión) contra la última parte del libro porque, y esto se lo digo completamente en serio, me parece una tomadura de pelo todo el tema futbolístico. Si lo que el escritor quiere decir es que mientras el país se hundía nosotros, como bobos, veíamos el fútbol, podía haberlo hecho ahorrándonos los detalles. Pero como el movimiento se demuestra andando se voy a poner algunos ejemplos y así los señores que nos están leyendo sabrán de qué narices estamos hablando:
El partido comienza y la selección busca dominar secuestrando la pelota. Italia es una selección que siempre fue defensiva y acostumbraba a regalar la posesión, pero hoy no juega así, y eso sorprende a España. Y es que estamos gobernados por prejuicios. Creíamos conocer tan bien a nuestros vecinos que, llegado el momento, se convierten en absolutos desconocidos. Resultan mejores de lo que creíamos.
Nunca se conoce del todo a nadie. Ellos se organizan en torno a un centrocampista veterano, Pirlo (que en italiano debería ser «perla», por eso de su valor), de excelsa calidad, que dirige al equipo como lo haría un emperador romano, sin mucho esfuerzo y dejando que otros corran por él. Pero su plan estratégico es que se ataque cuando él quiere y en la zona que quiere, y que se defienda de la misma manera. España, por su parte, tiene una lectura unidireccional: el equipo lo forman una panda de jugadores bajitos que ganan si se pasan mucho y bien la pelota. A veces parece que todo el país hiciera lo mismo, organizarse en torno a un balón de fútbol.
¿Más? Venga, va, otra:
El partido por fin comienza. Irlanda es el segundo rival del grupo, un equipo de escasa entidad futbolística. Basan su potencial en el orden y la disciplina más férrea. Su entrenador es Giovanni Trapattoni, italiano incombustible de setenta y tres años que conoce todas las mieles del fútbol. España juega con un 9, tal y como pedían (y casi exigían) algunos analistas deportivos. AI seleccionador siempre le gustaron los delanteros capaces de fijar o desorganizar centrales a conveniencia. Es la enésima oportunidad del «Niño» Torres, ojalá todos tuviéramos las mismas que él. Por lo demás, el equipo jugará como viene siendo habitual en los últimos años, obsesionado con que la posesión del balón es el camino hacia la victoria. Irlanda, por su parte, ya ha anunciado su táctica: once hombres defendiendo y a esperar la suerte del contraataque. Lo mismo que pasa con la sociedad, unos eligen qué quieren ser, otros se conforman con lo que les dejan.
¿En serio esto no le parece aburrido, innecesario y repetitivo? ¿Necesita más citas? Las busco, si quiere, no me ha llevado ni dos minutos dar con estas. En el siguiente comentario le dejo una, un poco más larga, para que se haga una idea de lo que es leer a Menacho en un recorrido largo:
Todo esto viene a que la selección española está, hoy, en el mismo lugar en el que se encontró mi amigo al volver de Estados Unidos: pudiendo elegir cómo enfrentarse al mundo. Irremediablemente asocio Estados Unidos a un fracaso, el de la derrota de España en los cuartos de final del Mundial 94 frente a la Italia de Baggio, con ese codazo de Tassoti a Luis Enrique que pasó a la posteridad. Tenía yo doce años, más o menos la misma edad a la que mi amigo se fue. Ahora estamos en Ucrania y son los cuartos de final de un europeo, una eliminatoria históricamente maldita para España. Nos la jugamos contra Francia, a la que nunca se ha ganado en partido oficial y que, además, cuenta con una selección temible. Sin embargo, después de dos torneos seguidos como campeona, la gente da por hecha la victoria de España. La selección hace menos de cinco años no podía vivir consigo misma, estaba condenada a cometer una y otra vez los mismos errores, y su estima competitiva era insignificante. Llegaban los momentos de la verdad y no daba la talla. Pero algo hizo Luis Aragonés, el seleccionador anterior, que cambió el rumbo de la historia. Se aferró a su puesto contra la opinión de todo el mundo, aguantó las críticas, y los jugadores se sintieron, por fin, libres. Libres de una historia de perdedores y libres para jugar al fútbol. A todos les sorprendió la clarividencia con la que la selección ganó la Eurocopa de 2008, y la fidelidad a una idea que provocó que ganara el Mundial 2010. Y ahí está el mérito, aunque tenga que competir contra viejos fantasmas o la tradición diga que no ganará, porque siempre sucederá lo contrario: hoy en día nadie duda de la selección.
EliminarEspaña tiene la confianza de los aficionados y periodistas en su enfrentamiento contra Francia. La gran mayoría cree que va a ganar. Pero si quiere ganar, debe ser respetuosa consigo misma y con los adversarios. No va a conseguirlo sólo por apariencia. Si gana, lo hará porque es lo suficientemente fuerte a nivel mental como para seguir haciendo las cosas tal como nos había acostumbrado, jugar al fútbol de manera excelente, y también porque es lo suficientemente madura como para saber que, sin trabajo, ni llegan ni se mantienen los resultados. Ganará por todo eso y por una poca de suerte. Nada más, nada menos.
Ahora que han pasado quince minutos desde el pitido inicial, que a Francia le cuesta oler la pelota y que España se sigue comportando de la misma manera con la que ha ganado su reciente prestigio, ya no me quedan dudas: España terminará ganando este partido y pasando a semifinales. Yo puedo pensar en todo esto porque apenas hay gente en la sala. Somos quince en total y ya les he regalado balones a los más pequeños.
INSISTO: yo, esto, cuando lo leo, vomito.
Y ahora una pequeña maldad: cuando Elías decía que Menacho era un buen cronista no sé si en realidad quería decir “comentarista deportivo”, que todo puede ser.
¿Saben que sería gracioso? Que lo mismo de lo que Menacho “acusa” al país, es decir, de embobarse con el fútbol, estuviese ocurriendo en su novela: que las cróniocas futbolisticas nos embobasen de tal modo que no resultase fácil dar con la crítica social.
EliminarEs curioso cómo se juzga incorrecta una crítica negativa, con el argumento de que "la crítica es necesaria pero desde el respeto". Entonces ¿por qué este anónimo no critica las decenas de reseñas condescendientes que se han escrito sobre este libro? Creo, por otra parte, que puede parecer peor de lo que parece si se lee como novela, que no lo es ni, y eso habla bien del escritor y del editor, pretende serlo ni se dice en ninguna parte del libro que lo sea. Es, como dice usted, un conjunto de artículos que bien podrían aparecer en el suplemento dominical.
EliminarYo también vomito al leer esto. Es vergonzoso, eso del fútbol es relleno, relleno y más relleno. Gracias por abrirnos los ojos a los que podíamos haberlo adquirido (yo). Para eso prefiero leer un blog.
EliminarVOLPONE
Tongo, ¿por qué lees estas cosas?
ResponderEliminarMasoquismo, curiosidad. El ejercicio del mal. Ese tipo de cosas.
EliminarY que para poder opinar hay que saber de lo que se habla.
La portada me recuerda los anuncios horrorosos aquéllos de Qé caña! o un producto hiperglúcido de nombre similar. Se te quitaban las gans de comer cualquier cosa durante un rato.
ResponderEliminarPor otro lado ¿de verdad la editorial se llama "los libros del lince"? Pues espero que se está vendiendo bien y justifiquen el nombre, porque si no, lo de lince debe venir de que están a punto de extinguirse, también ellos....
No sé yo la editorial. Leí otro libro de ellos, uno de relatos con una portada horrible pero no me había dicho mucho. Era de una tal Marina Perezagua. Criaturas abisales se llamaba.
EliminarDA igual, es de esas editoriales que están condenadas a desaparecer aunque quizá esto les de algo de oxígeno.
Recuerdo haber leído(hace un carajal de años) un libro de relatitos de un tal David Sedaris, creo que en Mondadori, donde explicaba su experiencia laboral como muñeco promocional. Me hizo bastante gracia. Ya sé que el humor es una puta mierda y que la literatura buena tiene que ser un coñazo casi por obligación, pero explicaba lo mismo que este en diez veces menos espacio. Al menos eso.
ResponderEliminarQuique
Lo leí. NO me acordaba de él. Fue hace unos cuantos años. No estaba mal, es verdad. Era más divertido que este. Por lo menos no hablaba de fútbol, que ya es mucho.
EliminarMear fuera de tiesto y esta crítica, la misma cosa es. Entiendo y respeto que toda crítica contenga su parte de subjetividad pero cuando ésta se disfraza de gracil y vacía incontinencia verborreica y exceso adverbial, merece el suspenso y el látigo de la indiferencia.
ResponderEliminarVamos a ver: primero deberías revisar tu estilo, puntuación y sintaxis - irregular e imprecisa - para poder criticar lo de otros (la ortografía bien, se nota que no te regalaron el graduado escolar). A continuación, emitir un juicio en relación al hecho de que siempre ha existido precariedad (y que no es ninguna historia nueva, en eso te doy toda la razón) ¿deslegitima al joven escritor que quiere plasmar esa realidad en forma de crónica? Porque planteas una cuestión de si el autor está legitimado o no para ello. Y además, lo haces de forma burda, vulgar y poco imaginativa llegando a utilizar un lenguaje cercano a lo soez e implícitamente en un tono de absoluto desprecio (en tu derecho estás pero no aspires a un reconocimiento estilo Carlos Boyero).
Imagino que los comentarios en tu apoyo tan vacíos de contenido como de ponderación refuerzan la imagen tan distorsionada que has construido en torno al libro de Javier López Menacho.
Puedo entender que te sientas tan lejos de identificarte con la vida del escritor; no todos hemos tenido seguramente lo elevado y trascendente de tu experiencia vital (que es lo que se desprende de tu escrito). Y que mientras los pobres, humildes y sufridos ciudadanos, como yo o López Menacho, simplemente vamos, nos encontramos que la insolencia y la soberbia ayudan a otros a ir y volver, no una, sino varias veces del averno a los confines del firmamento.
Esta crítica es - francamente - harto mejorable. Y lo sabes perfectamente.
Cordialmente y tal y tal
Bloque 6. Cubículo 4. Las cloacas de la Ciudad Condal.
¿Que con mi crítica pretendo desligitimar a Menacho para escribir esta crítica? Cielos, no, jamás. ¿De dónde ha sacado tal cosa? Menacho habla de su experiencia, ¿yo que tengo que legitimar? Cada uno habla de lo que sabe. Otro cantar es por lo que pretendan los medios hacer pasar este libro. (Relea el primer párrafo). Lo que yo critico es todo aquello que tiene que ver con repetir las mismas cosas o con meter relleno futbolístico, que digo yo que eso sí será harto evidente. ¿Hace falta que meta más cintas?. Que las hay, ojo, las hay. Y muchas. Tenga en cuanta que se comentan no sé si cuatro o cinco partidos. Ahí es nada.
EliminarCuatro o cinco partidos y cuatro o cinco días siendo una chocolatina. A mí, insisto, eso me parece repetitivo, machacón y simple relleno. A mí. A los medios no y a usted tampoco, por lo que veo. Lo siento, pero pocas veces he estado tan seguro de una crítica como lo estoy de esta.
Respecto a mi experiencia vital: no se aventure tanto; en esta reseña no hablo de mí, ni me utilizo como ejemplo de nada. Yo, no. Lo siento.
Gracias por pasar. En serio. Tomo nota de las recomendaciones.
A nadie le tiembla la voz al salir del cine si la película no le ha gustado. Es fruto del trabajo de decenas, alguna de hasta cientos, de personas, pero nos sentimos como somos; libres de decir que es bazofia pura si lo merece. Ahora, mucho cuidadito con los libros ¡un respeto!, que detrás de esas páginas hay un pobre ego de escritor sufridor y está muy feo criticar aunque el libro contenga errores que un curso iniciático de escritura (o muchas horas de lectura en su defecto) hubiera arreglado.Viva la cretinocracia.
ResponderEliminarMenacho es esta clase de escritor. "Sacrificaría casi cualquier cosa de mi vida por la escritura porque no sé vivir sin escribir."
EliminarHablando de morir, a mí estas cosas me matan.
Respecto al curso. Sí lo hizo:
SM: Al leer lo que tú llamas ‘una autobiografía precaria’, da la sensación de que el acto de hacerlo explícito a través de la escritura sea para ti como una catarsis…
JLM: Tenía la necesidad absoluta de hacerlo, si no conseguía algo que me sacara de esos trabajos que estaban consumiendo mi esencia vital no iba a poder resistir haciendo de chocolatina o de promotor. Por aquel entonces estaba haciendo el curso de periodismo narrativo de Jordi Carrión en la Pompeu, pero no lo estaba pagando, me invitó a ir de oyente. Ahí vimos a Hunter Thompson, Fresán, Martín Caparrós, Gabriela Wiener… A raíz de eso, me entró el gusanillo del periodismo narrativo y pensé en ponerme a escribir esas experiencias, no a la manera del periodismo gonzo, sino cuando yo llegara de casa con las emociones muy en caliente, y así nació.
http://www.sovietmag.com/2013/04/02/javier-lopez-menacho-sacrificaria-casi-cualquier-cosa-de-mi-vida-por-la-escritura-no-se-vivir-sin-escribir/
Es que la idea de que no se puede criticar un libro editado (o una película o un blog), porque "si no te gusta no lo leas" (es decir,que un libro es como las lentejas, que o las comes o las dejas) es ridícula y además, contradictoria en sí misma. En primer lugar porque quien lo critica, para bien o para mal es precisamente porque lo ha leído (o lo ha intentado, al menos), a partir de ahí, se lo puedes recomendar a todos tus amigos o ponerlo a parir en un blog,según el caso, pero tienes derecho a hacerlo porque: En segundo lugar, el propio concepto de PUBLICAR algo consiste en ponerlo bajo el arbitrio del PÚBLICO, lector en este caso, no bajo una campana de cristal en un entorno con la temperatura y la humedad controladas. Y el público lector... ay, amiguitos... a veces es muy cabrón.
EliminarSeñor Tongoy, cuéntenos de sus lecturas recientes y planes inmediatos. ¿Luisgé Martín, Yuri Herrera? ¿Qué más hay por ahí?
ResponderEliminarHe estado bastante entretenido. Últimamente he leído a Candeira que, bueno, normal, pero los microrrelatos de Esnaloa son un bluff y Glez Montero me ha parecido directamente espantoso.
EliminarMás: “Donde dejé mi alma” de Jerome Ferrari no ha estado mal y de Vonnegut leí la novela “El desayuno de los campeones” (comsí comsá) y la colección de relatos “Mire al pajarito” que me pareció, en general, buenísimo. “Los hermanos Sisters” (¿a qué viene esa mierda de traducir medio título?) ha sido decepcionante. “Todos los perros son azules” de Rodrigo de Souza empezó bien pero se perdió en el camino.
Pero usted pregunta por Yuri Herrera y Luisgé Martín. Al primero lo estoy leyendo ahora; no el libro que quería (La transmigración de los cuerpos) porque no lo he conseguido pero sí “Trabajos del reino” que si destaca por algo es más por el lenguaje que por la historia, que tira un poco a la chorrada.
El de Luisgé me ha gustado mucho. Más que “La mujer de sombra”. En teoría salía el lunes la reseña pero se coló el amigo precario. Yo creo que el viernes la publico.
Y a partir de ahora, una vez acabe a Yuri y Chirbes, seguiré, creo (no necesariamente por ese orden), con “El ruletista” de Cartarescu; “Leonardo” de Guillermo Aguirre; “Shakespeare y la ballena blanca” de Jon Bilbao; “Mi primo, mi gastroenterólogo” de Mark Leyner; “Todo va bien” de Sócrates Adams y “Standards” de Germán Sierra (cuando los compre); “Pancho Villa toma Zacatecas” (novela gráfica); “2020” de Javier Moreno; “Menos joven” de Rubén Martín (tercer intento) y cosillas varias: Lunar Park, Nocturno de Chile, Bosques y Cielo de Mouawad, “Los combatientes” de Cristina Morales, “Del infierno” de Manganelli, “Chesil Beach”, etc.
Será por ganas.
Ardemos en deseos de lo que puedes decir de Candeira. Aunque conociéndote, y por tocar los cojones, lo mismo lo pones por las nubes. No se conoce un proyecto de escritor malo de narices que se lo monte mejor. Madrecita, la que nos está cayendo.
EliminarEs que lo de Candi-Candi da para una novela, quizá la que él no es capaz de escribir. Este proyecto de ser humano es el ejemplo más claro de pícaro y trepa español heredero del Lazarillo, un tipo capaz de engañar a medio mundillo literario y también medio mundillo cinematográfico (porque dice que también quiere ser guionista: papá quiero ser artista). Se da la circunstancia, que el susodicho pícaro ahora se mueve por BCN, sede de los movimientos literarios chic para jóvenes imberbes con barba de cuatro días, y le reciben los Javier Calvo, Luna Park y demás histéricos como si se vieran obligados a echarle una mano al chaval porque así lo dice un decreto ley. Pobrecito, él sólo quería ser una estrella para sonreír con insolencia a esa chicas frikis universitarias, con gafas de pasta para disimular su fealdad, con las que anda. Alguien debería contar en este blog los inicios en el mundo de la escalda de este sinvergüenza, que dedicó varios años de su vida a asistir a presentaciones de libros, independientemente de la editorial, la temática y, por supuesto, los autores... Y es que el zagal ha probado todos los platos: desde los poetas miserables de los bares hasta las amistades glamourosas con las que ahora se hace fotos que luego sube a Facebook. Lo curioso del caso es que como autor es un inmenso mediocre. Uno más a añadir a la nómina de mediocres literatos hispanos con ínfulas de estrella. Pero es un mediocre que al menos ha saldado cuentas con su autoestima gracias a su "amistad" con todos los periodistas culturales del país. Porque, verás, resulta que es un chico que sonríe mucho y pone muy buena cara y habla como si fuera humilde. Aunque en realidad tiene muy claro, desde la cuna, cuál es su trabajo de campo, mucho más que claro de lo que tiene cuál es su trabajo de oficina, al que le dedica unas horillas semanales mientras piensa en gallinas y DeLorians, una temática muy interesante y de gran trascendencia para la humanidad. La cuestión es que el nene TENIA que ser escritor a toda costa, cayese quien cayese, y como papá no podía pagarlo todo... La verdad es que su plan le ha salido bastante bien, porque se trata de un cuentista de tres al cuarto que ha tardado diez años en ser capaz de escribir una novela y sin embargo tiene más reseñas a sus espaldas que el fenómeno de Menacho, que es igual de mediocre pero mucho mejor persona. Y a decir verdad, esto sí que es importante.
EliminarConsejo para jóvenes aprendices: antes de sentaros a escribir aprended a dar palmadas en la espalda, a sonreír y, si tenéis y tiempo y dinero para gilipolleces, podéis completar vuestra formación asistiendo a las clases del erudito profesor J. Cagón, otro que vive del cuento de su pontificado, otro que se bebe las subvenciones que pagamos los que sí trabajamos.
Saludos a todos los niños y nenazas que nos leen.
Qué ganas de leer la de Luisgé Martín; para mí, fue una de las mejores novelas del año pasado, y si esta es mejor... El lenguaje de Yuri Herrera, como bien apunta usted, justifica la lectura de sus libritos. Yo me he leído los tres y me leeré el que venga. Esnaloa no sé quién es. Lo que he podido leer de Candeira me parece muy aburrido. Me gusta mucho la prosa de Montero Glez, pero no tiene idea de cómo escribir un cuento. Desayuno de campeones es un libro mítico dentro de mi historia lectora. Los cuentos de Vonnegut no los he leído, y no había escuchado buenas cosas de ellos. Habrá que ponerse. Me ahorro Los hermanos Sisters, y la de Souza, que no estaban en mis planes. Chribes es demasiado denso y algo evidente, las cosas no van por ahí, sospecho. De Cartarescu está bien leer "El ruletista" para darse una idea, pero si se va a comprar, mejor gastar en "Nostalgia", que incluye El ruletista... (Impedimenta es una editorial de la que hay que cuidarse como de un vendedor de preferentes). Leonardo está bien, muy bien, es más, comparándolo con sus pares. Estoy leyendo "Shakespeare y la ballena blanca" y aún no me formo una opinión, pero la cosa sigue, que ya es ganancia. No he leído las novedades de Pálido fuego, pero me haré con alguna, sospecho que con la de Socrates. Menos joven, no entiendo qué le vieron de bueno varios lectores distintos, yo no la soporté. "2020", le recomiendo abrirla al azar y leer fragmentos, que hay algunos destacables, porque si se lee como una novela, las cosas no funcionan. "Los combatientes" merece la pena leerlo; invita a reflexionar sobre cómo alguien capaz de escribir eso empieza a adquirir relevancia en el mundillo literario.
EliminarEste año no ha sido la mejor "cosecha", desde luego.
Mis respetos.
Anda, mira que majos los de Impedimenta. Esto debe ser como sacar 6 dvd´s especiales de la misma película. Caja, caja, caja. Pero no es mi caso; yo lo saqué de la biblio. El metro cuadrado va muy caro.
EliminarEsnaola (yo, por error, lo llamo siempre Esnaloa) es microcuentista, que es casi lo más despreciable que puedes llegar a ser como escritor. Más abajo, sólo poesía. Da igual, lo cierto es que su libro me sirve como excusa para sacar el tema del microrrelato, que es algo que llevo queriendo hacer.
Los de Vonnegut no son de morirse pero consiguieron algo que no me ocurre muy a menudo: que al terminar un libro sienta deseos de seguir con otro (del mismo autor, se entiende).
Su comentario de Los Combatientes me deja intrigadísimo. Hoy mismo lo meto en el kindle.
Yo, que ya terminé con el de Yuri Herrera (mi pilla medio-escribiendo la reseña), finalmente de decidí por Chesil Beach. Y en ello estamos.
Me alegra que mi trolete "trepa" esté para encerrar en un psiquiátrico. No sé qué haría, la verdad, si dijera cosas con sentido.
EliminarMatías, entre tú y yo: tiene que ser alguien que tengas en Facebook o con quien tuitees, porque sabe cosas que no tienen que ver con que le gustes más o menos o le caigas regular. Vamos, lo de Barcelona, lo del deseo de ser guionista o lo de diez años con la novela huele a grupo de afines como poco. Imposible que lo sepa cualquiera que no te haya pedido amistad y tú se la hayas concedido en el face. Imposible. Piénsalo, a ver si sacas algo en claro. Saludos.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEs sorprendente que aquí, donde se supone que a los comentaristas les interesa la literatura, alguien esgrima la dedicación de "varios años de su vida a asistir a presentaciones de libros, independientemente de la editorial, la temática y, por supuesto, los autores" como un rasgo censurable en un autor joven. Alberto Olmos se asombraba de lo mismo en este oprtuno artículo: http://www.microrevista.com/una-cierta-militancia/
EliminarPara el resentimiento, estimado "trepa", nuestro mejor consejo es la autoedición.
Eso sí que está mal, Matías. Joder, si ya contestaste, bien por ti, majo, le echas valor a replicar a tus críticos. Pero que elimines ese mismo comentario tuyo y pongas debajo otro como anónimo (lo de la autoedición como crítica ya lo has usado antes en otras ocasiones), eso está mal, chico. Quedas un poco en evidencia, creo yo. Demasiada exposición.
EliminarMal.
Guitarrita, siempre firmo con mi nombre.
EliminarEstaba pasando un rato aburrido y decidí ver qué se cocía por aquí, teniendo en cuenta que ando especialmente disperso.
ResponderEliminarY me encuentro este "fregao".
No sé, tengo la sensación de que estamos tomando una deriva complicada si, cuando los premiados por la forma en que finalizaron su carrera se comportan como unos maleducados, retirando el saludo al ministro, en lugar de negarse a recoger el diploma (que sería lo suyo), portando camisetas reivindicativas y convirtiéndose (gracias al revuelo en las redes sociales) en unos héroes juveniles.
Antes, con esas edades, se iba a la guerra, o a correr delante de los grises (o de los maderos) y no iba uno en camiseta de manga corta a recibir halagos, sí, pero no.
En cuanto al asunto de la novela, el trabajo precario y todas esas cosas que se deben combatir, es completamente incierto que "el trabajo dignifique al hombre". Es a la inversa, "el hombre dignifica al trabajo" y, por ello, no hay trabajos indignos. Ir dentro de una chocolatina, o de Goofy, o barrer, o cualquier otro desempeño que haya que realizar es absolutamente digno. Lo que es indigno es quedarse en casa, tocándose ... y darle al clic para solidarizarte con lo que han hecho otros.
Creo que cada etapa tiene sus penurias; para trabajos precarios: colaborar en construir una pirámide, ayudar a poner las vías del primer ferrocarril o sacar carbón en cualquier mina.
Y lo siento, Carlos, por desahogarme aquí, pero me aburría tocándome y leyendo tantas aportaciones de valor.
Saludos.
EliminarTus desahogos siempre serán bienvenidos.
Lo que está claro es que siempre hay alguien que lo pasa peor, no hay más que salir a calle. Y el problema de Menacho, en mi opinión, no es que quiera abanderarse como precario, que no lo creo, sino que su libro no merece el “respeto” (por excesivo) que está teniendo aquí, allí o en todas partes. Y no lo merece porque no es bueno ni como crónica ni como reflejo de nada.
Antes de nada: hago lo que voy a hacer, porque no quiero comentar en el post de Esnaola y los microrrelatos.
EliminarComentario (1/3).
He intentado leer las citas que haces del libro, con sus crónicas futboleras, y he sentido que mis mejillas se arrebolaban pensando que alguien hubiera podido sentir lo mismo al leer las que yo hice en su momento, tal como estoy ahora, lleno de tedio por unas notas que, escuchadas narrándose en directo, provocan dolor de oídos pero, en diferido, me llenan de un sentimiento que no puedo calificar más que de "vergüenza propia".
Lo siento (X3).
¿No te gustan los microrrelatos?
EliminarYa será menos (lo de la vergüenza propia). ¿Por qué lo dices exactamente?
1 - No ahora. Hace 25 años escribí cosas así, pero afortunadamente las perdí.
Eliminar2 - He visto, con ojos de otro, cosas que pensaba que podía haber escrito yo. De ahí la vergüenza propia.
Carlos, ¿qué pasó con Donde dejé mi alma?
ResponderEliminarYo estoy terminándola y no sé si es por el caracter español de admirar todo lo francés o algún otro chovinismo, lo cierto es que he tenido ganas de gritar bravos y olés al final de cada parte. Tu "no ha estado mal" me ha dejado un poco frío. ¿Algo más que decir?
Hombre sí, me gustó mas que "no está mal". No quería dar a entender que NO. Tampoco me volvió loco, ojo, simplemente no me pareció para tanto como la pusieron por ahí adelante.
EliminarTengo que escribir la reseña, como siga esperando la voy a olvidar.
Si Vonnegut no te gusta y Luisgé Martín sí, aquí falla algo. "La mujer de sombra" es un libro bastante mediocre, efectista, sin profundidad, con un estilo narrativo plano. Podrá tener su morbillo sexual, pero es una estrategia de toda la vida, jugar con temas que socialmente están ocultos. No tiene otros recursos literarios.
ResponderEliminarCandeira como escritor es algo mediocre. Que alguien ambicione ser escritor y ponga todo su empeño en lograrlo, no me parece criticable (siempre y cuando no haga daño a la literatura). Cada uno es libre de hacer lo que quiera, luego los libros aclaran las cosas y ponen a cada uno en su sitio.
En Mujer de sombra el morbillo sexual es lo que menos me tira (sí, ya sé que es el tema). Si me inclino por algo es por el estilo, con todo lo plano que sea. Profundidades, las justas, vale; tampoco en La misma ciudad, aviso, aunque en este caso el tema me ha gustado más. Con todo es de los escritores españoles que más he disfrutado este año aunque estoy lejos de ir corriendo a comprarme sus libros.
Eliminar¿Qué le hace pensar que Vonnegut no me gusta? Simplemente Desayuno me gustó menos que sus relatos (Matadero lo leí hace demasiados años como para tenerlo en cuenta, honestamente). Desayuno me fue cansando según avanzaba. Empezó muy bien, y terminó casi casi mejor, pero por la mitad me desenganchó. Pero no, claro que me gusta Vonnegut. ¿Más que Luisgé? Sin duda, vamos.
He llegado a esta crítica a través de un tweet que rezaba "Yo, esto, cuando lo leo, vomito". Sí, tan gratuito que sonroja, pero bueno, tenía curiosidad... Hasta que he dado de bruces con ese estupendo "Mí no entender". No he podido con tanto talento desaprovechado.
ResponderEliminarHombre, desaprovechado, desaprovechado... Tongoy tiene su espacio y lo gestiona con talento. Quizá al libro de Menacho le vendría bien algún consejito a partir de ese "mí no entender" del Tongo, y luego todos tan amigos. Digo yo.
ResponderEliminarCuando mencionas los consejos a partir del "mí no entender", te refieres al "Yo, esto, cuando lo leo, vomito" ¿no?
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