Ahora mismo debe haber en este país, tirando por lo bajo, algo así como 14.358 seres humanos escribiendo algo. Una novela, unas memorias, una biografía no autorizada, un poema, un ensayo, un apéndice, un prólogo, un post. De ese total deber haber (seguimos tirando por lo bajo) 8.976 escribiendo un cuento. Se pregunta uno, inevitablemente, si realmente hay tanto que decir; si no se darán cuenta, todos estos, que esas cosas a las que dedican tanto tiempo no interesan a casi nadie que no sean ellos, sus amigos y familiares. Si no sería mejor buscarse otro hobby y escapar del ridículo permanente de ser escritor para cuatro.
De los 8.578 escritores de cuentos que están en activo en este mismo instante (algunos se han levantado a tomar un yogourt, un bífidus inspirador, seguramente) la mitad han asistido o asisten a talleres de escritura (así, en minúscula). En esos talleres, nuevos antros de perdición, se hablará del microrrelato, porque de todo hay que hablar, y probablemente se le dirá, a los incautos estudiantes (a su vez futuros Maestros Talleristas), que el del microrrelato es un género literario tan noble como cualquier otro, que lejos de ser una variante del chascarrillo, es una herramienta compleja que exige lo mejor de uno o que no te puedes leer quince seguidos sin perder la razón.
Pues bien, es más que probable que de alguno de esos talleres fuese alumno Jesús Esnaola. Tiene toda la pinta, Jesús, de haber sido tal cosa. Podría, aventuro, ser uno de esos escritores que sólo hace unos minutos se han levantado a tomar el bífidus de las cinco. Ese será su mejor momento del día. A partir de aquí, todo cuesta abajo. Durante ese breve descanso habrá dejado un relatito por la mitad (algo difícil de imaginar si no se sabe trabajar con decimales). Ese relatito interrumpido podría perfectamente ser un primo hermano del llamado osicraN, incluido en Los años de lluvia: “Cuando quieras, Narciso; cae al río y entra en mi mundo. Te estoy esperando.” O de Ironía: “El fantasma del inventor del GPS vaga por la Tierra, sin descanso, incapaz de encontrar el camino hacia la Luz.” Ese tipo de ingenio.
Estos dos microcuentos o microrrelatos o como quieran llamarlos son sólo un ejemplo —no demasiado malvado— de lo que viene siendo el libro. Los tiene más largos. Los cuentos, se entiende. A continuación les dejo el relato considerado por un crítico de Revista de Letras como uno de los mejores. Calculen ustedes la media.
Ellas
Tal vez, si te hubiera preguntado dónde las habías visto habría podido comprobarlo. Pero preferí pensar que estabas loca, que la cordura te había abandonado y firmé los papeles, dejé que te encerraran en aquel lugar lleno de blancos, de vacíos, de rumores y gritos. En aquel momento me convencí de que era lo mejor para ti, que allí te ayudarían a curarte, a volver a ser la que eras, a olvidar los días en que todo ocurrió.
Hace una semana que no me atrevo a salir de casa. Pronto me llevarán a tu lado. Yo también he empezado a verlas.
Pues bien, la cuestión de Esnaola, es decir, su librito, es más de lo mismo durante poco más de cien páginas que contienen un total aproximado de 90 relatos minúsculos no se imaginan cuánto. Los argumentos son variados, evidentemente, pero tienen en común la intención de sorprender y quizá ofrecer un giro final que coja por sorpresa al lector, que le obligue a asentir, a sonreír, arquear una ceja, acaso a pensar que Esnaola es una inteligencia superior de puro clarividente. Esto se traduce en cuentos en los que los narradores están, en ocasiones, muertos o a punto de morirse lo que, como sorpresa, es harto decepcionante. Algunos finales son ingeniosos (no he encontrado ningún ejemplo), otros, de juzgado de guardia (“Hoy, en el súper, he sentido un escalofrío cuando lo he visto coger los yogures de delante, sin comparar con los de más al fondo la fecha de caducidad.”) pero la mayoría se demuestran más que lamentables en una segunda lectura.
Yo no sé si el microrrelato es un género literario o una excusa para no quedar en ridículo tratando de juntar demasiadas palabras pero espero, por el bien de la literatura, que Esnaola no sea un referente. Quizá en la barra de un bar, al salir de clase de nanonarrativa o twitilites, saque pecho junto a sus compañeros de pupitre por haber logrado publicar, algo que ellos (panda de fracasados) no, pero en el mundo real, en el mundo donde la gente lee algo más que la lista de la compra o las instrucciones del mp5, en ese mundo, lo que hace Esnaola y lo que sospecho que hacen otros cuentistas del mismo palo, no pasa de memez. Y esto incluye a Hipólito G. Navarro reescribiendo el cuento de Monterroso: “El dinosaurio estaba ya hasta las narices” (Los últimos percances, Seix Barral, Pág 319).
Selfservice
Introduzco dos monedas por la ranura. La pantalla, táctil, me ofrece varias opciones y me decido por «Castillo», «Noche» y «Tormenta». Pulso siguiente y de nuevo he de elegir, esta vez «Ama de llaves» y «Niño autista». Tras avanzar otra página «Cuchillo», «Llanto», «Oso de peluche» y «Pozo» me parecen oportunas. Por último, prefiero «Final Abierto». OK.
La máquina ronronea, carraspea y dispara su impresora. Expulsa un papel.
«Su microrrelato, gracias.»
Resulta ridículo y un tanto patético, ver a hombres hechos y derechos dedicar tanto tiempo a tamañas nimiedades total para ser ignorados un microcuento tras otro. Desde luego hay que tener muy poco amor propio para dedicarse a esto, tanto, que uno no puede evitar preguntarse si no hay que ser también un poco retrasado o, como poco, infantil, para no caer en la cuenta de tanta tontería acumulada. Propongo acabar con el género acabando con ellos, con Los Microrrelatistas. Aíslenlos, por favor, no les compren sus libritos miserables de gracietas varias. Acabemos de una vez con sus prosas de pitufos.
EL MICRORRELATO (Microrrelato para C.G.P)
ResponderEliminarMe sorprendí al ser extirpado de entre mis hermanos, abandonando con un sonido rasgado el cómodo lecho de edición provinciana para entrar en contacto con un aire incierto y gélido. La habitación con el ordenador de destellos pornográficos dio paso a un pasillo decorado con paródicos retratos de miembros de la Generación Nocilla para, finalmente, llegar a un cuarto de baño que hizo que se estremecieran los pliegues de la hoja en la que un tal Hipólito G. Esnaola tuvo a bien escribirme.
El loco hombre de gafas y barba de tres días se bajó los pantalones para sentarse en una expectante taza de váter que parecía no estar demasiado sorprendida por tan extrañas prácticas lectoras. La mano que había ejecutado las crueles órdenes de su cerebro me arrastró por siempre hasta una cueva oscura repleta de olor y de mugre, donde permaneceré hasta un fin de los tiempos al que dé paso la descomposición de mi celulosa.
Esto ha sido todo un detalle, Mike, gracias. PEro tendré que matarte de todos modos. Escribirme un micro, qué osadía.
Eliminar/Que patética esta reseña. La ha escrito una persona que no sabe nada de cómo hacer una. Se trata de comentar un libro, no de hacerse el gracioso ni de destilar bilis. Además, es de muy baja calidad (me encanta eso de "no tengo ningún ejemplo). Para ser lector y no darse cuenta del nivel del libro de Esnaola mejor dedicarse a reseñar recetas de cocina. Félix Terrones
ResponderEliminarPero sí si se ha dado cuenta del nivel del libro: paupérrimo.
EliminarHola, Félix, encantado.
EliminarMe jode ser yo quien te lo diga pero partes de un error: se trata de comentar un libro, hacerse el gracioso y destilar bilis. Razón: me hace feliz ir de malote. Para aburrirnme ya os tengo a vosotros.
Con todos los respetos por tu trabajo, ojo.
Cuando despertó, Jesús Esnaola aún estaba llorando, por culpa de la reseña de Tongoy.
ResponderEliminarNo, que va; se lo ha tomado francamente bien. Al menos de cara a la galería. Ya supongo que joder, jode, pero tiene el apoyo de un montón de gente. Microrrelatistas, relatistas... ESA gente.
EliminarBueno, lo que tiene es unos amigos que son un tesoro, como ese Félix Terrones. ya me gustaría a mí que alguien me defendiera así, ya. Ese es el mayor éxito que se puede tenr, más que el literario (y lo digo sin asomo de ironía, de verdad)
EliminarHaces bien en darle caña al microrrelatismo, a los microrrelatistas, a los cuentistas y al cuentismo, al novelismo y los novelistas. A las editoriales y al editorialismo. Que cada uno aguante su parte de responsabilidad en esta decadencia absoluta. Lo tuyo también es de pena.
ResponderEliminarBesos a todos.
Gracias. Aceptamos la carga encantados.
EliminarApoyo tu reseña como siempre, Carlos. Me parece pertinente y acertada.
ResponderEliminarNo entiendo que se pueda calificar de patética la opinión sincera que se da sobre unos relatos que se consideran flojos y en la que se ofrecen comentarios pertinentes sobre el patético, ahora sí, panorama de la escritura en nuestro país.
Yo suscribo lo dicho por Carlos, aplicado al panorama de la escritura teatral en España. Sobran "autores" que escriban sus textos sin una mínima base técnica y humana para plasmar sus ideas como material dramático. Cualquiera que haga un cursito de escritura ya se cree capacitado para emular a Shakespeare o, peor, al último autor moderno de moda, ya se llame este Koltés, Müller o Sarah Kane.
El panorama teatral se me escapa, ya sabes, pero esto es igual en todas partes: novela, relato... tanto genio incomprendido.
EliminarTongoy, no tienes ni idea. Lo de los micro relatos es un chollo. Yo gané 900 euros por una parida que escribí en 10 minutos. Con eso vivo un mes. Hay que escribir muchos micro relatos y presentarlos a todos los concursos posibles antes de que se pasen de moda. Ahora bien, leerlos es harina de otro costal, menudo coñazo!
ResponderEliminarEl último libro de micros que leí fue el de Isabel Mellado, "El perro que comía silencio". Terrible. No pude ni acabarlo.Autores como Neuman, Tizón o Navarro (cómo no) lo ponían por las nubes.
En este tipo de libros los autores deberían al menos ser honrados y poner al final lo mismo que ponía ALvarez Rabo en sus tiras del TMEO:
"Esta tira la he hecho con la poya en 30 minutos".
Bueno, al menos A. Rabo solía tener gracia.
Con 900 euros al mes no tengo yo ni para limpiarme el ojete. No me extraña que te premiaran la parida.
EliminarHay textos de un par de frases, de un párrafo apenas, que son verdaderas joyas: Kafka, Baroja, Lorca, Proust... lo han demostrado. Hay novelas de 653 páginas que son pura palabrería. Creo que la calidad de un relato, de un poema, de cualquier "producto literario" no se encuentra, ni mucho menos, en la distancia que hay entre su primera y su última letra. Y otra cosa distinta es que te guste lo que hace Espada o no... son cosas distintas, creo. El microrrelato ya es un hecho, un formato "de moda", pero un formato en sí, y ahora hay que esperar a que alguien venga y nos demuestre que además, es un buen formato.
ResponderEliminarQué pereza, qué pereza el eterno debate. Qué pereza los sectarios de un lado y los inquisidores del otro...
ResponderEliminarTengo la sensación de que usted no se ha leído el libro entero.
ResponderEliminarHa ido a los textos de menor extensión y ha picoteado aquí y allá y ha sacado sus conclusiones, para las que, a fin de cuentas, estaba predispuesto y preparado. Me tiene que reconocer que eso es muy injusto por su parte. Yo he leído el libro entero y hay textos que nada tienen que ver con los meramente ingeniosos, con los más flojos que usted muestra. Tampoco he encontrado esa sobreabundancia de finales sorpresa que menciona; me consta que al autor no le gustan.
El microrrelato titulado Ellas me parece un buen texto, de calidad. No voy a entrar en el sempiterno debate porque está muy polarizado y así no hay manera de discutir con algo de lógica y criterio.
Un saludo
Meeec, error. Claro que me he leído el libro. Y algunos relatos dos veces, lo cual es todo un logro. No tengo ningún problema en reconocer cuando no puedo terminarme un libro. A la derecha, en la columna de la izquierda, hay un link a un libro de una tal Viola di Grado en el que comento el abandono de una lectura. Y no es la única, aunque no sabría decirle ahora mismo cuál. Por lo tanto ese "me tiene que reconocer que es muy injusto por su parte" se lo digo yo a usted: me tiene que reconocer que es muy injusto por su parte dar por hecho que no he leído el libro. Digo yo, vamos. NO se lo tome a mal, no lo digo para molestar.
EliminarNo discutir porque un debate está polarizado nunca lo he entendido, pero lo respeto, claro. Gracias por pasar y dejar el comentario. Un saludo.
A ver, rectifico entonces, he sido injusto yo, sí que se ha leído el libro entero, pero dudo no, afirmo que es como si no se lo hubiera leído porque lo ha leído directamente con prejuicios y con ninguna gana de verle algo positivo. Eso es ser injusto, o nada imparcial si quiere. Como decía alguien por ahí, si quieres ver mierda pues la ves.
EliminarQué quiere que le diga, a mí me gustan los debates claro, pero los debates con argumentos, en los que ambas partes se hayan tomado la molestia de saber de que va el género, o no género o subgénero o brote surgido del relato que eso me da igual, de haber leído otros libros de microrrelatos o cuentos o relatos breves, pero los debates de sí o no, pues no me gustan y es lo que yo llamo polarizado, es un debate absurdo porque ambas parte se sitúan en un punto y de ahí no se mueven, hasta es un debate un poco como se estila ahora en la tele basura de criticar sin más y que los fans de uno u otro bando entren a dar palmadas y jalear a su líder o a su orador favorito (usted también tiene un buen grupo de amistades que le bailan el agua y le apoyan y hasta le hacen la pelota, algunos pelotean ojo, no digo todos).
En uno de los comentarios afirma usted que cuando publique Esnaola su próximo libro no tendrá problema en leerlo ya que los libros de micros se los en dos patadas, ese es uno de los problemas: la manera en que usted encara la lectura de los microrrelatos, lo que opina en general de lo breve, relato, poesía y lo obtuso que se pone usted ante la simple mención de la palabra micrrorelato. Un debate en el que no hay nada qué hacer porque usted lo tiene muy claro y no se apea del burro, no tiene sentido. Es como si se le quisiera convencer de algo cuando lo tiene muy claro. Si siempre va a leer así los microrrelatos no hay nada qué hacer, aún en el supuesto de que todo un libro fuera muy bueno. Y si le gustan textos breves, los va a llamar cuentos, negará que haya caído en la ridiculez de leer microrrelatos, antes muerto que lector de micros. Bueno aceptamos barco, si los llamamos cuentos entonces ¿quizá lea algún día un libro de microrrelatos con otra mirada más limpia sin contaminar por sus prejuicios?
Si es por nomenclaturas que no quede. Y nadie ha linchado a nadie, al menos aquí en su blog, sin embargo algunos de sus fans son bastante groseros y linchadores.
Al que aconseja follar, que sepa que los microrrelatistas follan mucho y bien, cosa que dudo de algunos de los anónimos que aquí comentan, tienen muy mala follá, algunos repito, no todos.
Un saludo
No deja de sorprenderme que se le felicite a Esnaola por lo deportivamente que se lo ha tomado y tal y tal, qué esperaban que echara espumarajos por la boca y dijera: mira lo que ha hecho la guarra de tu hija?
Me gustaría ver si ustedes se vieran sometidos a la misma crítica cómo reaccionarían, sobre todo los algunos anónimos que he mencionado a lo largo del comentario y que rápido tiran de la ofensa gratuita y el gilipollas y la mierda. Usted no Don Carlos, a sus pies de usted.
" lo ha leído directamente con prejuicios y con ninguna gana de verle algo positivo." Es que si lo leo con ganas de verle algo positivo estaría pecando exactamente de todo lo contrario y como de eso (de ver el lado positivo de las lecturas) está el mundillo lleno, pero lleno a rebosar, pues vengo yo, me pongo la capa de malote, mucho más bonita que la de buenote, y le busco las cosquillas al texto. Por compensar.
EliminarTambién se puede ver como que soy un hijo de puta, pero ahí ya no me meto.
No, el debate está menos polarizado de lo cree. Nunca me he resistido a nada y de hecho durante el día de hoy he tomado la decisión de leer más libros de relatos (todavía no sé cuáles aparte del de Antonio Báez que tengo en alguna carpeta) y de hacerlo además tal como se dicen por aquí: a sorbitos.
En el caso de Esnaola, insisto: algunos los he leído dos veces, algunos tres, y algunos rápido y otros lento. La conclusión es la misma.
Y no, no esperaba espumarajos, pero no todo el mundo se lo toma con la misma deportividad. Garrido, por ejemplo, no lo hizo después de decirme que había que estar a las duras y las maduras y otros tampoco. Casi siempre don nadies con su primer libro, que ya tiene cojones. De todos modos, a lo que me refería es al gesto de entrar al blog a decirlo, mas que a tomárselo a mal en otro lugar. Normalmente estas cosas llegan vía email.
No sé los demás cómo se tomarían las críticas. Yo las adoro.
Hijo de puta no le considero, que se aburre
Eliminarmucho sí, que piensa que es necesario también. Yo seguiré esperando un blog que hag a crítica imparcial sin más. Ni jaboncillo ni mala hostia.
Error. Necesario es comer cada día, no un estúpido blog de reseñas literarias.
Eliminarlo que usted busca ya existe. Seguro.
Si te das cuenta, Tongoy, has cavado tu propia fosa. Los microrrelatistas son legión y tienen a gente importante detrás. No es coña. Te acabas de automutilar. Por otro lado, tampoco pasa nada, este blog es un reducto de fracasados resentidos que no han publicado ni en el periódico de la guardería. Los comentarios os avalan: todo lo que se escribe en este país (de una línea a mil paginazas) es una ful lamentable. Ya. Puede. Puede que haya mucho gilipollas de taller escribiendo sus chorradas de taller. Pero luego hay gente mucho más gilipollas que las lee, las comenta y las tritura. Al menos, los primeros se divierten. Los segundos deberían follar más. Creo.
ResponderEliminarJoder, cómo se pone el personal con medio Frenadol, no?
EliminarLos 'micros' que ha colgado Carlos son una mierda, objetivamente. Si los hay mejores en el libro, que no lo sé porque no lo he leído, podrías poner algunos para contrarrestar, no? o qué?
PEro vayamos a lo importante: ¿vendrá usted al entierro o no? Lo digo porque estoy encargando los pinchos y es por calcular. Con usted sería siete.
EliminarEs conmovedor: la esencia de la fractura que vive estos días el madridismo, trasladada al mundo de la literatura: mourinhistas contra piperos, buenistas (¿y ese palabro?)contra malotes. Ay, la condición humana...
ResponderEliminarAl lío y por partes.
En primer lugar, encantado, Señor González Peón. En segundo, y con el debido respeto, argumentando me recuerda usted un poco a Vargas Llosa: primero la convicción consolidada, la premisa, y después el análisis de la obra que valide la proposición inicial: el microrrelato es un género espurio, y ya veréis como este libro lo demuestra. No le culpo. De hecho, la mayoría procedemos igual. Por tanto, el comentario (que no reseña), me parece un tanto sesgado. E incluso hay algunos tramos que quizás me parezcan de mal gusto, pero eso es porque probablemente yo sea demasiado sensible. Usted aducirá el poder del humor cáustico. Y yo le diré que, como estrategia, pues tampoco está tan mal. Lo prefiero a los discursos untuosos.
Pero, discúlpeme, hay una cosa que me parece que usted no ha entendido sobre el microrrelato. La enorme función social que cumple. (Ahora hablo como parte de ESA gente; sí, sí, yo también he sido arrastrado). La autoestima, señor González Peón, el valor de la autoestima, la sensación inigualable de mendigar halagos y recibirlos, recibirlos a manos llenas, en un ejercicio de prodigalidad sin reservas. Dígame, cómo renunciamos a eso, cómo vamos a renunciar, así, sin más, a una forma tan efectiva de colmar nuestra autoestima. No son prosas de pitufos. Ese es el pretexto. Es complejo de Jorge Bucay o Paulo Coelho, pero al revés: la escritura como resorte y no la lectura. Apíadese un tanto de nosotros, y en todo caso, deje que se quejen los psicólogos, los grandes damnificados de todo esto.
Ahora bien, hay una cosa que va más allá de este debate sobre el microrrelato y que no le perdono: cada vez que paso por aquí, usted me despierta la bestia. Lo entenderá enseguida: yo estaba leyendo Luciérnagas, de Ana María Matute; la estaba leyendo porque se la tengo que explicar a mis alumnos de Bachillerato; la estaba leyendo y la estaba sobrellevando, incluso era capaz de verle algún acierto. Y de repente, me paso hoy por aquí (sí sí, ya sé que no tiene que ver nada la Matute con el Esnaola), me viene a la cabeza algún otro comentario (que no reseña) de los suyos, y, et voilà, intento proseguir con la lectura y soy incapaz de leer más de tres páginas (todas, evidentemente, cargadas de defectos). Yo tengo que leerme ese libro. Ya ve que utilizo la perífrasis de obligación. Y si no soy capaz de leérmelo estoy desatendiendo las obligaciones que me dan de comer. Usted no nos hace ningún favor a los profesores de lengua y literatura. Usted me dirá que nadie me obliga a pasar por aquí. Y tendrá razón, claro.
Y por último. Y respecto al libro objeto de la crítica. Pues no hablo, porque resulta (oh, sorpresa) que yo al autor lo conozco personalmente. No puedo ser objetivo. Supondrá, señor González Peón, amistades aparte, que no me pareció tan malo como a usted. Pero ahí está el libro, publicado, y si está publicado está en el escaparate, para que opine quien quiera.
Y eso es todo, amigos,
Saludos.
"Y yo le diré que, como estrategia, pues tampoco está tan mal. Lo prefiero a los discursos untuosos." Esa es la idea, efectivamente. Es que si digo las cosas como los de Tormenta en un vaso se me duerme el personal. Hágase cargo. Tengo un negocio que mantener.
EliminarLamento lo de la Matute. Eso se cura leyendo antes alguna mierdecilla que tenga por ahí. Son cinco minutos. Luego Matute recupera el tono. Garantizado.
Venir por aquí no es obligatorio, no, pero sí muy aconsejable. Hay unos contertulios maravillosos; lo mejor de la red.
ME quedaría más, pero no son horas. Le ruego me disculpe. Gracias por pasar y dedicarnos su tiempo. Un cordial saludo.
Varios relatos elegidos al azar. Los he buscado breves, eso sí. Si hay quejas por temas de derechos, los borro.
ResponderEliminarMalos tiempos
El monstruo de Frankenstein se plantó en la mansión de su creador y pidió una hoja de reclamaciones. Y es que asumía que lo hubiera hecho torpe y pesado; que su cerebro fuera el de un perturbado estúpido; incluso que le diera por arrojar niñas a los lagos. Pero aquellas cicatrices...
Reflejo
Despierto en el lado de la cama contrario al que me acosté. Parece que la noche fue más movida de lo que recuerdo. Me levanto sin despertar a Bea y me sirvo de la cafetera que dejé hecha ayer. Después voy al baño, me lavo la cara y me miro en el espejo. Cojo la cuchilla con la mano izquierda, para afeitarme, pero me detengo y me miro las manos, extraño. Veo a mi doble al otro lado del espejo y decido, de momento, fingir que soy su reflejo.
Paréntesis
Este es un hombre. Pasa por una esquina y la mujer de la esquina le dice (vive). El hombre se pone a vivir, como recién salido del útero materno. El hombre sigue yendo por la esquina y la mujer le sigue diciendo: le dice (ama), le dice (perdona), le dice (odia), le dice (olvida). El hombre ama, perdona, odia y olvida. Es feliz.
Un día la mujer dice (muere) y después añade un día, una hora, un lugar.
Hoy es el día, el hombre está en el lugar, casi es la hora (espera).
Persistencia
Siempre me dice lo mismo el abuelo, cuando va a pescar al río. Me dice, quédate aquí quieto, sentado en el tocón de la encina, y no te muevas, me dice. Y por si tengo la tentación de desobedecerlo me asusta con la historia de la poza, de la poza y de la vaca, de la vaca que la poza se tragó. Yo le digo que la poza no se tragó a ninguna vaca, que fue a mí al que engulló, ¿no te acuerdas, abuelo? Pero él no escucha y sigue a lo suyo.
Equilibrio
Pocas veces en la vida te encuentras a alguien tan odioso como el tío Gregorio así que, mientras miro el velatorio a través del cristal, con todos los familiares y vecinos llorando sin causa y alabando al viejo sin ninguna fe, me dan ganas de entrar y sacudirlos de las pecheras, de arrancarles de las manos los pañuelos sin usar. Pero al entrar en la sala me quedo parado, pendiente de las imágenes que me devuelven los cristales del tanatorio, los reflejos de los llorones que se vuelven personas alegres, sonrientes, el duelo de este lado, convertido en celebración.
Capitalismo
Con la noche, un río de sangre aparece en las aceras, sangre roja, oscura, como de lava pero lejos de reflejar la luz que lo ilumina, se la traga y la absorbe. Brota de portales a los que llega saltando por la escalera, formando cortinajes líquidos en el hueco del ascensor por el que cae como si fuera una cascada roja que mana de debajo de las puertas de las casas, de las habitaciones donde duermen los hombres (las mujeres), con las arterias abiertas, con las venas al descubierto, expoliados.
No queda rastro por la mañana.
¡No jodas! Esto es así, ¿de verdad?
EliminarSabía que no tenía que haber mirado. Te debo una (por cierto). Y me vuelvo a dormir...
Madre mía, no te acerques a Valls o los suyos, que no son pocos, con medio Babelia al frente. Como te dé por publicar algo en el futuro, las reseñas pueden ser cri-mi-na-les. Qué guay!!
ResponderEliminarJajaja, lo comentaba el otro día con unos amigos y sí, es verdad, como para publicar nada. Bendita falta de inquietudes.
Eliminar"ERA PREVISIBLE
ResponderEliminarApremiado por las urgencias de siempre, me propuse ganar tiempo. Era un desafío insensato y también, como siempre, el tiempo me ganó a mí. Es un adversario temible." Con tu permiso.
Tú también, Bruto? ;)
EliminarBuenas, perdón, estaba cenando, no he podido venir antes y luego me he dado un voltio por el muro de Esnaola: tengo algo que decir: los amigos del escritor, a los que supongo microrrelatistas también (ya supongo que no a todos) están escribiendo más de lo que han escrito en su vida. Menos bonito me dicen de todo pero está bien, está bien, es divertido y así también hacen dedo. Cualquier día se les escapa una novela. Si lo tenéis agregado en facebook os invito a pasar por allí.
ResponderEliminarhttps://www.facebook.com/jesus.esnaola
Los microrrelatos son una mierda. Cosa de subnormales. Lo siento, pero así es. Cortázar, Monterroso, Borges, Arreola escribieron microrrelatos ingeniosos, pero si por algo son recordados (salvo los gilipollas que creen que Monterroso es El dinosaurio), es por el resto de su obra, o mejor dicho, por su obra. Ah, y Valls es un pésimo crítico, pedante y sin criterio.
ResponderEliminarBueno, los anónimos también son cosa de subnormales (yo tengo muy asumida mi duplicación de cromosomas). Curioso que nadie diga que las novelas en general son una mierda porque Sandra Barneda, la maciza bollera de Telecinco, o Boris Izaguirre (ejem) las han trabajado con éxito. Yo leo lo que me hace feliz, sea el género que sea. Si un wc me huele a mierda, bajo la tapa y a otra cosa. Pero no me da por mearme encima para no entrar nunca más en uno.
ResponderEliminarEstimado Carlos:
ResponderEliminarEn primer lugar, muchas gracias por leer el libro y dedicarle un espacio en tu blog. No hay ironía en este agradecimiento; aunque sólo lo visito de forma ocasional, creo que no es nada habitual que reseñes un libro de microrrelatos (más aún de un don nadie como yo). Te confieso que ayer, hasta lo comenté con un conocido, tampoco veía grandes motivos para agradecértelo, pero sólo se debía a ese pequeño cabreo que uno coge cuando lo enfrentan al espejo.
Además, creo que tienes bastante razón en mucho de lo que comentas, desde luego los microrrelatos con los que ilustras la reseña son difícilmente defendibles. Creo que el nivel del libro es muy irregular y alterna algunas piezas apreciables con otras que no debieron ser incluidas. La pregunta inmediata es ¿por qué las incluiste entonces? Vaya, supongo que perdí la perspectiva. Tal vez, como comentas, me despisté sacando pecho en el bar porque un editor creyó que merecían ser publicados. De todo se aprende.
Es verdad que en mi muro de facebook han arremetido contra ti, tengo buenos amigos, pero yo no he interpretado en ningún momento que hubiera nada personal en la reseña, al fin y al cabo no nos conocemos, así que me ha resultado fácil olvidarme un poco de la forma, que considero más parte del show que de otra cosa. He entendido que la crítica iba dirigida al libro y, por extensión, al microrrelato.
Y si me centro en la reseña tengo que reconocer que, aunque ahora no me resulte muy útil, un rapapolvo de ese calibre me habría venido de maravilla cuando estaba montando el libro. Sin ninguna duda, el resultado final habría sido mucho mejor.
Por último, lamento decepcionarte pero seguiré escribiendo entre bífidos y bífidos (ostras, ahora hasta mi mujer me dice, anda calla y tómate el yogur). Qué quieres que te diga, me gusta, me lo paso bien. Y sin que suene a amenaza, si algún día perpetro otro libro me encargaré de que te lo hagan llegar, aunque me consta que te habrán quedado pocas ganas de repetir.
Un abrazo
Gracias, Jesús, me quito el sombrero, y no porque yo tenga o deje de tener razón sino porque desde el primer momento has encajado la crítica con una deportividad digna de elogio.
EliminarEspero ese nuevo libro. La ventaja de los microrrelatos es que se leen en una patada y si he sido capaz de leer treinta páginas de Fresy Cool, podré con eso y muchos más.
Sobre arremeter contra el crítico: bueno, como amigo de criticar al crítico lo único que puedo hacer es aplaudirlo. Que el criticado sea yo simplemente lo hace más divertido. He estado a un tris de intervenir un par de veces pero me parecía que estaba fuera de lugar y preferí seguir el debate como un espectador más.
Muchas gracias por pasar. Un abrazo.
Yo no lo veo tan claro.
EliminarUn verdadero gentleman no hubiera introducido jamás la matización esa, a modo introductorio del grueso de sus argumentaciones, de que solo visita este blog de forma ocasional ¿A santo de qué?. Huelga el inciso. No dice nada y punto.
¡Un saludo para todos!
Sobre todo cuando todo el mundo sabe que todo el mundo lee todos mis post. Siempre. Es público y notorio.
EliminarPues a mí me parece un comentario lleno de mérito.
EliminarEs curioso que la mayoría de estos comentarios, y en especial los que defienden con más ahínco el "género" de los microrrelatos, sean más extensos que esos propios microrrelatos.
ResponderEliminarPor otro lado, el sr. Jesús Esnaola Moraza,por lo que acaba de comentar, todo un "sportman". Con gente así, da gusto.
Lo que sin duda, Jonan, a mí me reafirma en que a veces se usan demasiadas palabras. Yo, en particular no defiendo un género, defiendo todos, incluído los que no me gustan, como la poesía, porque no los entiendo, no los disfruto, o vaya usted a saber. Y Jesús, por supuesto, en un gentleman.
ResponderEliminarPues habrá que quitarse el sombrero ante este señor y sus grandes, hermosas y compactas pelotas. Y su honestidad.
ResponderEliminarPor otro lado, me ha llamado la atención eso de que a lo mejor el editor tiene parte de la culpa por animarle más de la cuenta y no ayudarle a pulir el resultado final.
No porque no esté de acuerdo, ojo. Algo de eso habrá, seguro. Entre los que no mejoran lo que publican, los que directamente lo empeoran y los que deciden no publicar ciertas maravillas (yo mismo soy un buen ejemplo de geniazo por descubrir), tenemos lo que tenemos.
Dicho esto, me han entrado ganas de probar con el microrrelato. En serio.
Quique
En este blog ya se ha hablado de autores de textos muy breves como Mrozek y Jarms. Me parece que la vía del microrrelato es tan interesante o tan poco interesante como cualquier otra.
ResponderEliminarAntonio Báez.
Eso no eran microrrelatos. La tradición centroeuropea y rusa no se inventó esta idiotez. Son historias cortas, relatos.
EliminarA mí, y aunque solo sea por llevarle la contraria a Carlos un ratito ;) los microrrelatos como género, si se quiere llamar así, me gustan. Son como pequeñas cápsulas de sentido, que no llegan a hacer efecto hasta al cabo de un rato. No creo que sea fácil escribir un buen microrrelato. Todo tiene que estar calculado al milímetro dentro de una gran sencillez aparente. Nada que ver con un 'twit', por supuesto.
EliminarY la elegancia de Esnaola, como la de Gámez en su momento, dicen mucho de sus dotes como escritores.
Muy bonito, me despisto cinco minutos (estaba escribiendo otro post para hoy o mañana) y ya me estás llevando la contraria. Con lo que hemos sido.
EliminarA mí hay relatos cortos que me gustan. O los hubo, pero en general yo he sido siempre más de mesa que de tapeo. Eso de estar cambiando de bar cada media hora me pone frenético.
(Por cierto, Ire, acabo de terminar Chesil Beach. Bueno, vale, está bien, aunque cuenta muchas cosas que no me interesan, tipo el siguiente párrafo, la historia bien y la prosa del estilo de John Williams (aunque me quedo con aquel tanto en la forma como en el fondo) .
Muchas semanas después, otro día caluroso, tomaron una batea en el Cherwell, remaron río arriba hasta el Vicky Arms y más tarde navegaron de regreso hacia el cobertizo de las barcas. En el trayecto atracaron entre matorrales de espino y se tendieron en la orilla, en la profunda sombra, Edward de espalda, masticando una brizna de hierba, y Florence con la cabeza recostada en el brazo. En una pausa de la conversación oyeron el tamborileo de las ondas debajo de la barca y el impacto amortiguado cuando se balanceaba contra su atraque de tres postes. A intervalos una débil brisa les llevaba el sonido relajante y etéreo del tráfico en Banbury Road. Un tordo cantaba una canción intrincada, repitiendo con cuidado cada frase, y luego desistió en el calor.)
Si ese fragmento lo hubiera escrito un español contemporáneo todos acudirían en tropel a burlarse. Es un puto coñazo. Yo les metería al escritor y a los tripulantes un remo por el culo. El narrador trabaja en el National Geographic como poco: tordos que cantan canciones intrincadas, el sonido etéreo y relajante del tráfico. Anda ya.
EliminarPero es que los microrrelatos son historias cortas. Joder ¡qué daño ha hecho el dinosaurio, realmente! Hay microrrelatos en los que se identifican claramente planteamiento, nudo, y desenlace. Si te gustan relatos tan cortos como este de Mrozek, te gusta el microrrelato: http://documentaminima.blogspot.com.es/2011/08/la-mosca-slawomir-mrozek.html Lo demás es debatir sobre el sexo de los ángeles.
EliminarYo todavía no me he puesto.
EliminarNo sé, ese fragmento que copias, tiene más pinta de deberse a una traducción no demasiado buena, aunque hasta que no lo lea no lo podré confirmar.
Discrepo, Ire: la elegancia de Esnaola y Gámez no dice absolutamente nada de sus dotes como escritores.
EliminarY volviendo a lo de los micros yo creo que son como los haikus, un poema de tres palabras no lo es.
EliminarHombre, yo un libro enterito solo de micros tampoco me lo tragaría. Creo que están bien para intercalar entre un libro de cuentos, te ayudan a saber por dónde andan las cavilaciones del escritor. Me parece un poco exagerado considerarlos 'género'. Creo que son más bien un complemento.
Para ser escritor, Antonio, primero debes ser elegante y reconocer y aprender de tus errores. Si no, no lo serás nunca. Pero no solo escritor, es cierto.
EliminarFB
ResponderEliminarLas redaciones para el cole de tus hijos las repasa su madre no ? No me los imagino el domingo por la tarde enseñandotelas.
Jajaja, son seis años, todavía no hemos llegado a eso, aunque ya supongo que no tardará. El mayor disgusto que me dio fue cuando hace unos meses me dijo que estaba dibujando un poema. A nada estuve de hacérselo quemar, pero me pudo el cariño y lo guardé. Que no se diga que no tengo sensibilidad para la poesía.
EliminarEl día en que ataquéis con tanta agresividad un género entero (venga: novela) de la misma forma en que lo habéis hecho con el microrrelato, se os podrá considerar comentaristas más o menos dignos. Por lo menos, con un par de pelotas. Da la sensación de que el tirón del género ultrabreve escuece a más de uno y dos y tres. No sé, quizá porque es otro espacio creativo del que vuestro mínimo talento os va a excluir también. O porque en Babelia o El Cultural también se hacen ya y desde hace un par de años, reseñas de libros de micros, pero aún no hemos asistido al milagro de ninguna reseña de minúsculos comentarios en blogs para ingeniosetes y ciniquillos de tres al cuarto. Me juego el prepucio entero a que en la intimidad retocáis vuestros microrrelatos con la esperanza de ser el próximo domador de dinosaurios. Vaya que sí.
ResponderEliminarElephant man, micropen man.
ResponderEliminarNo seas microcomentarista. Reconoce que hablar de "ingeniosetes" y a renglón seguido jugarse el prepucio (entero) tiene su qué sé yo de osado.
EliminarTe sorprendería lo que podría hacerte una pulgada rabiosa, querido.
ResponderEliminarEstoy con Ire..., perdón: estoy de acuerdo con Ire.
ResponderEliminarAhhh! Todos estamos Ire. De acuerdo con ella, quiero decir.
EliminarAnda(d) ya! : )
EliminarMicropajas.
ResponderEliminarTongo, ¿vas a seguir con tus lecturas de cuentos o abandonas antes de llegar a la orilla? Por saber.
ResponderEliminarEstoy un poco harto de tanto relato pero no lo dejo por eso sino porque si sigo leyendo a este ritmo y acumulando reseñas no sé qué va a pasar. Me voy a buscar una que me lleve más de dos días. Pero bueno, la intención es no dejar de leer relatos. Intercalarlos, ocupar tiempos muertos, esas cosas.
EliminarMe ha gustado la elegancia de Esnaola y su capacidad para distinguir hacia dónde está dirigida la crítica. Él me ha caído bien aunque los microrrelatos me parecen una tontería.
ResponderEliminarPero los seguidores, oh Dios, esa ridícula defensa corporativa, esa indignación de tiempo completo... Insufribles.
Un abrazo, Tongui,
Pocoyó
Son buena gente. Con sus cosillas, sus ordenadorcillos, sus cuentillos, sus cabreillos. Son tiernos. A su manera. Lo del corporativismo es un temazo. Hoy me pasó una cosa que tiene que ver con eso que me dejó pasmado. Algún día la contaré.
EliminarAbrazo, Pocoyó.
A ti lo que te pasa, hermanísimo, es que eres demasiado profundo. De un libro de 100 microrrelatos a lo mejor se salvan 12 (vale, igual sólo 8), pero no estás valorando la satisfacción que se siente en el momento de dar con uno de ellos. Yo he encontrado alguno que me ha gustado en el de "mar de pirañas", ese que me regalaron por navidad y te negaste a llevar prestado. Al final son eso, micromomentos de satisfacción. Es verdad, no me compraría otro, pero tienen sus microinstantes interesantes, al menos para los que no nos pasamos la vida profundizando en la literatura. A mí, personalmente, me hacen mucho bien micromomentos de microliteratura en mis macrodías docentes.
ResponderEliminarUn día, con calma, te cuento la excelente labor que pueden llegar a desarrollar, en según qué situaciones, este tipo de libros.
Pero bueno, todo el mundo sabe que tú y yo debemos ser de padres y madres diferentes. Los míos, claramente, eran de intelecto más humilde.
Yo, con todo, te quiero igual que si fueras de mi sangre.
Bicos e apertas,
Marieta
Hermanísima. Bueno verte. Leerte. Nos veremos, nos veremos, prometido.
EliminarEse libro de microrrelatos... ya no me acordaba. Quizá sí te lo pida. Me ha gustado tanto este post que estoy pensando en repetir la experiencia. Iré cargadido de prejuicios, claro.
Besos. Te llamo mañana.
Ustedes también son una corporación, un lobby, un monopolio y sueltan bilis y crítica con mala baba a todo pasto. Me gustaría encontrar un blog de crítica sin más, imparcial, sin egos ni temas y complejos no confesados disfrazados de "soy cohonudo", que no llamen crítica a dejar mal al criticado, ni a la inoculación de mala leche y a ver cuán ingenioso soy esta vez y qué bien imito al amiguete Olmos. En fin, lo que dije, que me aburrooooo, lo único que encuentro últimamente es o jaboncillo, o lo contrario...y luego mucho egocentrismo, mucho gafapasta y mucho círculo cerrando filas de uno y otro lado, y mucho cogérsela con papel de fumar, nada que sois todos estupendos, la rehostia vamos.
ResponderEliminarGracias.
EliminarBromas aparte, si lo encuentra, ¿puede avisar? Gracias otra vez.
Gracias.
EliminarEse blog, si da con él, avise.
P.D. Yo molo mucho más que Olmos, eso se ve a leguas.
El problema del microrrelato es que los practicantes del género suelen carecer por completo de ingenio, mientras que a aquéllos que sí lo tienen no se les pasa por la cabeza la idea de perder el tiempo en semejante nadería.
ResponderEliminarHablando de microrelatos, le recomiendo, señor Tongoy, uno de su
ResponderEliminaradorado Thomas Bernhard: "El imitador de voces". breve y genial.
Un saludo.
Sí, lo conozco, pero hasta los micros de Bernhard me dan pereza. Precisamente el otro día me encontré la reedición que acaba de publicar alfaguara en un tomo junto con algunas obras de teatro. No lo compré porque no era capaz de recordar si ya tenía las obras o no. (Ahora ya lo sé: no las tenía). Habrá que arriesgarse.
EliminarPor si le ayuda a decidirse, este es el relato que da nombre al
ResponderEliminarrecopilatorio:
El imitador de voces:
El imitador de voces, que ayer a la tarde ha sido el invitado de la Asociación de Cirugía, después de su presentación en el Palais Pallavicini, en donde la Asociación de Cirugía lo tuvo como invitado, se mostró dispuesto a ir con nosotros al Kahlenberg para también ahí, donde tenemos siempre una puerta abierta para todos los artistas, mostrar su arte, naturalmente no sin honorarios. Pedimos al imitador de voces, que proviene de Oxford en Inglaterra, pero que ha ido a la escuela en Landshut y ha sido al principio armero en Berchtesgaden, que no se repita en el Kahlenberg sino que presente ante nosotros algo completamente distinto de lo de la Asociación de Cirugía, que imite en el Kahlenberg, por lo tanto, voces completamente distintas de las del Palais Pallavicini, lo que él, a nosotros que nos habíamos entusiasmado con el programa que presentó en el Palais Pallavicini, nos prometió. Efectivamente, el imitador de voces nos imitó en el Kahlenberg voces, más o menos famosas, completamente distintas de las de la Asociación de Cirugía. También pudimos hacer pedidos que el imitador de voces satisfizo muy gustoso. Sin embargo, cuando le hicimos la sugerencia de que, al final, imitara su propia voz, nos dijo que no podía hacerlo.
Oh, no era necesario. Me sobran ganas.
EliminarHola Tongoy: acabo de leer un microrrelato -que me ha fascinado- y he pensado en ti. Espero te guste.
ResponderEliminar"Cuando Caperucita miró el reloj, señalaba la página 53 y todavía no había llegado a casa de su abuelita"
Juan Amigo
Es genial, saludos
Pero mira que eres liante...
EliminarSi fueras capaz de identificar al autor (Juan Amigo), comprenderías la verdadera magnitud de la obra (y de mi intento de liarte).
EliminarCon el calor, se me hinchan las meninges, creo...