Esto puede haber sido así: Juan Soto Ivars tiene quince, dieciséis o dieciocho años y fantasea con ser escritor y por eso escribe en su diario frases sueltas que luego enviará por email o correo ordinario a sus novias de verano de la playa de Salou o similar o bien las guardará, avergonzado, en un cajón. Son frases tal que así: “Cruzaría el río si supiera que en la otra orilla encontraré la paz” o “Si pones atención, escucharás el tictac de un inmenso reloj que vive bajo el hielo” o “en todo el día, solamente un triste pájaro cruza el cielo. Aunque esperas la compañía más que ninguna otra cosa, verlo te ha producido un gran temor” o “Nubes tan cargadas de tormenta que al pasar arrastran lentamente los tejados.” Son construcciones que, quieras que no, llevan su tiempo. Con todo debería ser habitual entre los escritores echarlas sin miramientos al fuego en momentos de crisis existencial, cual Sábato enfurecido. Soto no. Soto las guarda y a los veintitantos se hace un libro y las utiliza para salpimentarlo: serán las citas de un hombre incapaz de escribir. Este libro que cuentan las leyendas que Soto se resistía a publicar es Siberia. Pero esto es sólo otra paja mental de las mías; cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
El protagonista de Siberia es un escritor (qué puta manía, de verdad, con hacer protagonistas tan miserables) que después de publicar su primer libro y ser operado de un tumor cerebral trabaja sin éxito en su segunda novela a la que no acaba de encontrarle el centro y sobre la que únicamente escupe frases ininteligibles -como las de arriba- que son como chorradas supinas que no hay modo de casar unas con otras pero que dan una idea de lo que se cuece en su interior. Y es que el protagonista vive sumergido en una depresión de libro (valga la redundancia) de la que no acaba de ser del todo consciente y que le obliga a deambular sin rumbo fijo ni rumbo móvil ni razón de ser. El caso es mediado el libro, este tipo, este escritor, este capullo hace algo despreciable -que no puedo contar por razones obvias- y se autoexilia. Pero ya estoy contando de más; será mejor que lo dejemos aquí.
La Siberia de Soto Ivars no es un lugar, sino un estado de ánimo. Siberia es la desazón de estar dónde no quieres, ser lo que más odias, tu propio enemigo; es el infierno en la tierra y morirte de frío que es un poco morirte de pena y soledad y de asco, para que nos entendamos. Por eso Siberia es un título tan cojonudo.
Hoy harás lo mismo que siempre, será un día normal. La realidad del horror siempre tarda un tiempo en alcanzar al presente al que ya has dejado atrás. Después del veranillo de San Martín sí que entenderás lo que significa Siberia. Y entonces viene la tarea horrible de desandar dolorosamente los días, volver al momento del error, y repetir la pregunta: ¿Qué harás hoy? Y todo lo que has hecho entre un momento y su comprensión se olvida, pero los días siguen pesando.
La Siberia de Soto Ivars no es un lugar, sino un estado de ánimo. Siberia es la desazón de estar dónde no quieres, ser lo que más odias, tu propio enemigo; es el infierno en la tierra y morirte de frío que es un poco morirte de pena y soledad y de asco, para que nos entendamos. Por eso Siberia es un título tan cojonudo.
Siberia es también –al menos desde ahora, al menos para mí- la razón que me faltaba para dar segundas oportunidades a escritores de primeras novelas infumables o todo lo infumables que le pueden parecer a uno ciertas primeras novelas. Tengo entendido que “La conjetura de Perelman” fue escrita después de Siberia algo que, visto ahora, resulta tremendamente curioso. Curioso y acertado, en mi humilde opinión, y es que sin ser Siberia la novela genial que muchos prometen sí es verdad que tiene la calidad suficiente y resulta lo bastante interesante para preguntarse a qué vino aquello de Perelman o si uno estaba en sus cabales cuando la leyó o no supo ver algo que quizá estaba allí y no tenía que haberla dejado. Que ya les digo yo que no; son novelas demasiado diferentes como para poder establecer cualquier clase de comparación que sería siempre injusta.
Siberia no ha acabado de convencerme por muchas razones. Me jode tener que decirlo así porque no quiero dar a entender que me haya parecido una mierda. Ni de lejos, vaya; esto que quede claro. Leí Siberia con curiosidad y sobre todo con creciente interés y la dejé con la agradable sensación de haber sido envuelto por la historia que iba ganando a medida que autor iba soltando el lastre de la experiencia de ser escritor para ocuparse de asuntos más mundanos -por calificarlos de alguna manera, aunque sea equivocadamente- como la miseria de ser un hijo de puta, un cobarde, una mala persona, un pedazo de mierda. Por el lado malo, ya lo he dicho, demasiada digresión, demasiada reflexión, demasiado andarse por las ramas y las chorrocientas diferencias entre un escritor y uno que escribe que no sé, de verdad, a qué vienen. Y es que el gran problema de los jóvenes escritores que escriben historias protagonizadas por jóvenes escritores es que les preocupa demasiado dónde se ponen las comas o en qué lugar se oculta el verdadero talento.
En cualquier caso y cayendo en tópico más repugnante, tengo que reconocer que me ha sorprendido gratamente esta Siberia a pesar de ser una primera novela, una pequeña novela, una novela menor, poco más que una anécdota interesante y quien sabe si el principio de una hermosa amistad, entendiendo esto como la relación entre un escritor y sus lectores, entre los que me incluyo a partir de hoy, a partir de ya.
Siberia no ha acabado de convencerme por muchas razones. Me jode tener que decirlo así porque no quiero dar a entender que me haya parecido una mierda. Ni de lejos, vaya; esto que quede claro. Leí Siberia con curiosidad y sobre todo con creciente interés y la dejé con la agradable sensación de haber sido envuelto por la historia que iba ganando a medida que autor iba soltando el lastre de la experiencia de ser escritor para ocuparse de asuntos más mundanos -por calificarlos de alguna manera, aunque sea equivocadamente- como la miseria de ser un hijo de puta, un cobarde, una mala persona, un pedazo de mierda. Por el lado malo, ya lo he dicho, demasiada digresión, demasiada reflexión, demasiado andarse por las ramas y las chorrocientas diferencias entre un escritor y uno que escribe que no sé, de verdad, a qué vienen. Y es que el gran problema de los jóvenes escritores que escriben historias protagonizadas por jóvenes escritores es que les preocupa demasiado dónde se ponen las comas o en qué lugar se oculta el verdadero talento.
En cualquier caso y cayendo en tópico más repugnante, tengo que reconocer que me ha sorprendido gratamente esta Siberia a pesar de ser una primera novela, una pequeña novela, una novela menor, poco más que una anécdota interesante y quien sabe si el principio de una hermosa amistad, entendiendo esto como la relación entre un escritor y sus lectores, entre los que me incluyo a partir de hoy, a partir de ya.
Un escritor y uno que escribe tienen demasiadas cosas en común. Ese corte invisible que separa la mierda de lo que van a leerse varias generaciones se llama talento. Talento: una pestaña caída en la mejilla de uno que a otro siempre se le mete en el ojo. Por eso los que escriben leen a los genios y desean más que ninguna otra cosa imitarlos. Piensan que aprenden de los libros a escribir mejor. Piensan que a escribir se aprende. Que escribir es una técnica que se perfecciona. Que una segunda novela puede permitirse ser mejor que la primera, que cada vez hay que escribir mejor. Esa exigencia es falsa. La segunda diferencia entre el escritor y el que escribe: el escritor no piensa, llega a conclusiones. Por eso el otro no puede adoptar su proceso. No hay proceso, no hay método para ser escritor. Hay que sentarse y permanecer quieto en la silla, moviendo solamente los dedos sobre la página. Mirando siempre la página en blanco y nunca la palabra ya escrita, nunca la letra. Esa palabra tiene que estar en lo cierto. Un escritor no comete palabras equivocadas.
Permítanme cerrar esta reseña con un breve apunte sobre la cuestión editorial de las novelas de JSI:
Siberia está editada en papel por la editorial El Olivo Azul al precio de 16 euros aunque se puede comprar en digital por Sigueleyendo por 3,99 euros IVA no incluido (esta es la edición que leí yo). Por otro lado la versión en papel de "La conjetura de Perelman" se puede encontrar, por ejemplo, en Amazon a 17,10 € y en digital, en el mismo espacio, a 1,89 €. Estaba tan barato que no puede evitar comprarla. No estoy diciendo todo esto porque tenga complejo de hombre anuncio sino para llamar la atención sobre esa política de precios consistente en rebajar al máximo las versiones digitales ante la que me quito el sombrero y hasta la peluca si fuera necesario. No sé cómo ha sido con Ediciones B, pero me consta que en el caso de Siberia es un acuerdo entre las tres partes implicadas (editoriales y autor) tal como explica el propio JSI en el prólogo que pueden leer íntegro siguiendo este enlace: PRÓLOGO.
Amiguismos aparte creo sinceramente que Sigueleyendo ha dado con la clave para la comercialización del libro electrónico. Sería muy interesante que todas aquellas pequeñas editoriales a la que cuesta tanto dar el salto a lo digital, quizá por miedo a desaparecer entre tanto bit, fuesen pensando en estas alianzas en las que todos, lectores incluidos salen (salimos) ganando.
Siberia está editada en papel por la editorial El Olivo Azul al precio de 16 euros aunque se puede comprar en digital por Sigueleyendo por 3,99 euros IVA no incluido (esta es la edición que leí yo). Por otro lado la versión en papel de "La conjetura de Perelman" se puede encontrar, por ejemplo, en Amazon a 17,10 € y en digital, en el mismo espacio, a 1,89 €. Estaba tan barato que no puede evitar comprarla. No estoy diciendo todo esto porque tenga complejo de hombre anuncio sino para llamar la atención sobre esa política de precios consistente en rebajar al máximo las versiones digitales ante la que me quito el sombrero y hasta la peluca si fuera necesario. No sé cómo ha sido con Ediciones B, pero me consta que en el caso de Siberia es un acuerdo entre las tres partes implicadas (editoriales y autor) tal como explica el propio JSI en el prólogo que pueden leer íntegro siguiendo este enlace: PRÓLOGO.
Amiguismos aparte creo sinceramente que Sigueleyendo ha dado con la clave para la comercialización del libro electrónico. Sería muy interesante que todas aquellas pequeñas editoriales a la que cuesta tanto dar el salto a lo digital, quizá por miedo a desaparecer entre tanto bit, fuesen pensando en estas alianzas en las que todos, lectores incluidos salen (salimos) ganando.
Hombre, la reseña de los lunes. Para inaugurar el comentatorio quisiera decir que me parece hasta cierto punto normal que alguien que quiera ser escritor empiece por intentar escribir especialmente bien. Si se les llamase historiadores probablemente se esforzarían en hacer mejores historias.
ResponderEliminarDe todas las claves que puede haber, yo creo que la principal es la honestidad. Es decir, no pretender escribir mejor de lo que se es capaz si no vamos a saber disimularlo.
Es decir, si somos tímidos y sentimentales, mejor no vamos a la discoteca a pretender pasar por un follador inmisericorde porque no va a colar y probablemente haremos el ridículo porque se nos va a juzgar como los folladores inmisericordes que no somos y nunca seremos.
Y hasta aquí mi aportación de hoy lunes para quien la pueda considerar útil.
Buf, Tongo, te estás ablandando mucho últimamente. Ahora todo te parece bien, o al menos disculpable :) Qué estás leyendo ahora?
ResponderEliminarHombre, tanto como bien... Es mejor que Perelman, eso es cierto. Pero tiene razón: me estoy ablandando. Yo creo que es el olor del verano que se acerca, que me aturde y lo veo todo color de rosa.
ResponderEliminarAhora estoy siendo un desastre, cojo y dejo libros con una facilidad pasmosa (por eso quité el "estoy leyendo..."). Leo, a ratos, Lolita y quería ponerme con Cosmópolis de Delillo cuanto antes pero no sé si hacerlo antes o después del último de Carlo Padial o uno de Goran Petrovic. El viernes me puse con Berhard; el sábado saqué de la biblio Leavitt... un puto caos. Así no hay manera. Creo que la culpa es que no hay ahora mismo nada que se publique que me apetezca realmente.
Me tengo que poner serio y limpiar mi propia mesa antes de limpiar la de los demás.
nos movemos dentro de parámetros demasiado reducidos. a lo mejor ahora se está publicando algo que podría interesarte y no lo sabes, no es algo que descubriremos en Babelia.
Eliminardelillo puagh. leavit me gustó en su momento pero es muy limitado; como la tarta de chocolate (una tarta de chocolate sin más, que las hay que te corres al primer bocado). bernhard antipuagh. lolita no es una novela para leer a ratos, pide demasiadas veces decir basta ya como para encima ir sobre la cuerda floja. no conozco a carlo padial.
popsubnormalypunkintelectual
"A ratos" no es lo que parece. A RATOS es cada día un poco, media horita o así. Me refiero a que no puedo tirarme dos horas con ella como he hecho con otras porque el tiempo no siempre es el mismo por mucho que digan. Pero yo creo que antes del viernes me la ventilo. Eso es A RATOS.
EliminarVALE :)
EliminarPor cierto, yo hace unos diez días tampoco sabía quien era Carlo Padial y de repente en twitter no se hablaba de otra cosa que de un libro y un video de youtube de Carlo Padial que recien se estrenaban (http://www.youtube.com/watch?v=LhL7R9VXU8c) y pensé "a este lo tengo que leer yo". Y bueno, nada, esa es la historia. La verdad es que yo tampoco tengo ni puta idea de quién es Carlo Padial.
Eliminarme ha parecido magnífico el vídeo. he pensado: "lo tengo que leer", hasta que me he fijado en que realmente sí lo conocía. he tenido la oportunidad de leer fragmentos de "Erasmus..." y me han dado completamente igual. es como una revisión y mejora en clave literaria de aquella película tan mala en la que salía amelí pulán. aquí hay ingenio sin duda, pero ¿hay talento literario? me da la impresión de que últimamente nos tratan de vender que el ingenio es extrapolable a cualquier disciplina, es una cosa que me he empezado a preguntar con varias de las últimas ediciones de los amigos de Blackie. mi respuesta es que no, claro, otros responden que sí y además esa respuesta me parece una estrategia comercial. aunque si a conformarnos vamos, siempre es mejor un poco de ingenio, claro.
Eliminarpopsub
Hola. Estupenda reseña, sin ánimo de peloteo. Y tres comentarios, si se me permite:
ResponderEliminar1- Las frasecitas sueltas que mencionas parecen sacadas de un libro de Paulo Coelho. Sólo les falta alguna conclusión tipo spa para almas que no encuentran la paz y el bienestar consigo mismo. Por ejemplo: "Sipones atención, escucharás el tictac de un inmenso reloj que vive bajo el hielo. Y ese sonido no es otro que el latido más profundo de tu propio corazón.Escúchalo". Le podía haber quedado un bonito libreo de autoayuda.
2- ¿A estas alturas no habéis aprendido de que hay que huir como de la peste de los libros protagonizados por escritores? Y si la novela la ha escrito un joven escritor y el protagonista es también un joven escritor, eso ya es denunciable ante el Tribunal de La Haya.
3- "Siberia" es un título cojonudo (de hecho, por esa razón me interesaba que hicieras esta reseña para saber de qué iba el libro). pero, por lo que cuentas también es una metáfora un pelín obvia del devenir de la historia. Haber copiado algo de Shakespeare, como hace javier Marías... "El invierno de nuestro descontento", o algo así.
En fin, que gracias a tí, sr. Tongoy, no lo voy a leer, para qué engañarnos (lo de las gracias va a en serio, ¿eh?). Un saludo.
Conociendo el percal, le recomiendo "El premio Herralde de novela", Jordi Bonells, editorial Funambulista. No le defraudará.
ResponderEliminarCaña al infra mundillo editorial.
Respecto a "Siberia", anotar con alegría como las auto-ediciones se parecen cada vez más a las ediciones de prestigio. Fabuloso.
Algún día, todos los relojes se fabricarán así.
Así que todo lo que tenía que mostrar los del Nuevo Dramón era este pareado de frases líricas esteparias, Perelman y los chascarrillos del Bellver. Vale.
Anotado y localizado el de Bonells. Esta semana me lo pillo.
EliminarMuchas gracias,
Pues sí que estamos apañaos. Yo sigo con el Plantador, por si a alguien le interesa (me imagino que no) pero me ha puesto morcillón una entrada antigua del David de la ciudad sin cines acerca del último que escribió Flaubert.
ResponderEliminarTe tienes que centrar, Tongo, que te veo disperso. Y un poquito amariconao.
¿Morcillón...? ¿UUUUhhhh, cómo...?
EliminarAnda, Quique, que no ha páginas apropiadas en interné y te vienes a hacer guarrerías a la mía!!!
Bouvard y Pécuchet es un gran libro. A ver si me releo todo Flaubert, que merece la pena.
saludos
Pues me lo he apuntado para este verano, a ver de dónde saco tiempo. Y en francés. Con dos cojones. Si lo encuentro.
EliminarSaludos
Nada más fácil. Si tienes Kindle (o aplicación compatible) te sale gratis: http://www.amazon.es/Bouvard-et-P%C3%A9cuchet-ebook/dp/B004TUXMES/ref=sr_1_13?ie=UTF8&qid=1338363616&sr=8-13
EliminarEn el mismo amazon.es también lo tienes en papel.
¡Tarde, joder, tarde!
Eliminar¿Te gastaste mucho?
EliminarAcabo de curiosear en la página de El olivo azul y me he encontrado con una novela titulada "Pitcarn", de Alejandro Garcia Ingrisano, donde sale un personaje "joven aspirante a escritor, llamado Juan Yvars". ¿Casualidad?
ResponderEliminarNo, destino.
ResponderEliminarEsta reseña "lachanizat". Sábato es un chambón que podría presidir la escuela de lo que aquí se critica, "sobretodo" es una pieza de ropa y Valera no tenía razón defendiendo el leísmo.
ResponderEliminarMuchas gracias por dedicar su tiempo a este blog, por el comentario y por las correcciones. Es un placer y un privilegio contar con lectores tan atentos y entregados.
ResponderEliminarUn saludo,
Fb
ResponderEliminarHe leído un par de Bonells y el tio es bueno.
Tongoy, no se abre el link del prólogo que has puesto. Y al anónimo de las 14:23 habría que explicarle lo que es una autoedición, porque en este mismo post queda claro que Siberia la ha editado El Olivo Azul en papel, como cualquier editorial normal, y Sigueleyendo comercializa su versión digital. En la autoedición sólo interviene el autor, o, en algunos casos, el autor le paga a un "editor" para que le publique el libro, lo cual es, si cabe, más patético.
ResponderEliminarNo sé qué puede ocurrir. A mi el link me funciona perfectamente. Le dejo la dirección: http://eldiariodetongoy.blogspot.com.es/2012/05/prologo-de-siberia-de-juan-soto-ivars.html
EliminarAl Anónimo de la 01.14 habría que explicarle que la editora de El Olivo Azul es la novia de Juan Soto Ivars, que no se entera de nada.
ResponderEliminar¿Soto es novio de Elena Medel? ¡No me extraña que escriba sobre una violación!
EliminarBueno, venga, sean buenos; tengamos paz.
EliminarHola, Corominas.
EliminarTongo espabila, Abdulllah busca pelea
ResponderEliminarhttp://antoniojrodriguez.megustaescribir.com/2012/05/25/no-volvere-a-cuestionar-la-critica-en-internet-x100-o-hacia-un-refinamiento-de-lo-hooligan/
Lo vi el viernes por la noche. Le iba a contestar aquí pero me pilló leyendo y bueno, uno tiene sus prioridades.
EliminarLo cierto es me siento halagado… Debería decir “nos sentimos” (me voy a permitir hablar también por mi querida Margaret). Últimamente se le presta mucha atención a ciertos blogs lo cual no deja de ser gracioso. Bueno, a mí me lo parece. Pero está bien, me gusta. Tengo que acordarme de darle las gracias.
A todo esto. Vincent Diable, comentarista habitual de este blog le respondió un par de días después. No deberían perdérselo:
http://vincentdiable.blogspot.com.es/2012/05/juego-de-tronos-retrato-de-sofistas-y.html
Un saludo y gracias por el aviso.
Tongo, un juego: Viajas en una avioneta y tienes que tirar peso o te estrellas. ¿A quien tiras? ¿A Antonio Jose o al murciano ivars?
ResponderEliminarNo sabría decirle. Me divierto mucho con los dos. Yo creo que la cosa estaría entre morir con ambos o vivir sin ninguno, nunca dejar coja la mesa.
ResponderEliminarEntre Ivars y Antonio J. no pesan lo que Tongoy. Me temo que, a falta de anónimos, el arrojado sería él. Iría haciendo la reseña de la caída mientras cae en su paracaídas de gallego.
ResponderEliminarTONGOY queremos ver como le haces una reseña jabonosa a AINHOA REBOLLEDO.
ResponderEliminarHola Ainhoa.
EliminarYo no daría nada por hecho, pero allá usted. La reseña está escrita desde la semana pasada, por cierto, pero está descansando.
EliminarUn saludo,
Me parece alucinante que haya autores (pseudoautores) que se metan aquí como anónimos para solicitarle a Tongoy una reseña. Dónde hemos llegado. Creo, Tongoy, que deberías preocuparte más de los autores silenciosos que no piden reseñas y se dedican a escribir y no a feisbukear y tuitear.Entre ésos encuentras, al menos, dignidad. El único problema es que bajará tu rating de anónimos.
ResponderEliminarJoder, no dejen las cosas en el aire.
ResponderEliminarSoto Yvars murciano está con la Elena Medel? Hay que trazar el mapa hispánico de influencias y trapis.
La Rebolledo, con quién está? Está sola? Es tortilla? digan las cosas claras.
La reseña de Tongo ya se sabía, forma parte de su devoción por la F(a)llarás y sigueleyendo.
Atención, replicantes, hoy he visto a Pron en una terraza con un manuscrito. Madre mía. Letraherido es poco.
Y señalar que Claudio LameMadrid anuncia la novedad: una plataforma digital para lanzamiento de textos cortos.
Está claro que el capitoste de Timadori se quiere comer todo el pastel, hasta las moscas. En plan Carrefour. Oyes, si tiene pasta y le apoya la SindesCargas, qué quieres.
Voy a responder a Jonan:
ResponderEliminar"¿A estas alturas no habéis aprendido de que hay que huir como de la peste de los libros protagonizados por escritores? "
...
Querido Jonan. En la literatura no hay que huir como la peste de nada. La palabra POLLA es cacofónica pero depende de quién y dónde la escriba puede resultar literariamente correctísima.
Los escritores modernos "se empeñan" (no voy a decir nos empeñamos porque yo pertenezco a otro mundo), se empeñan en mitificarlo todo para bien y para mal. Yo personalmente creo que hay que escribir sobre lo que quieres escribir y como lo quieras escribir y no hacer eso es o traición o conveniencia. "Quiero escribir sobre un escritor, pero hay que huir de escribir sobre un escritor como la peste, así que voy a escribir sobre una abuela de provincias", no, no, no. Me niego a creer que lo correcto sea "escribir sobre algo" y no "escribir algo". Depende de la calidad del escritor que ese "mito" se haga palpable o pase desapercibido, como ocurre en "La vida exagerada de Martín Romaña" o en "El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz", de Bryce Echenique. Si Alfredo hubiera pensado en escribir sobre un guardia de seguridad esas novelas tan divertidas no habrían visto jamás la luz o no serían la novela de calidad que han sido. (Te guste más la forma de escribir de Echenique o menos, reconocible es el mérito y el idioma único de este). Estoy seguro que si miráramos en tus libros, quizá sin ir más lejos el que estés leyendo ahora, podíamos sentarnos, reirnos, señalarte con el dedo, y hacerte tragar tus propias palabras, y claro, llegado tu cumpleaños regalarte Siberia, para que entiendas por qué no hay que rechazar un libro por tópicos.
Siberia lo terminé ayer. Es un gran libro, no es Beckett porque el tipo se pudre en algún rincón del mundo, ni es Vila-Matas porque nació del cuerpo de otra mujer en el tiempo. Es Ivars y si no lo vas a leer no tiene sentido que lo critiques. Yo escribo y leo casi exclusivamente poesía, y repudio a los autores vivos en su mayoría y más aun a los noveles. He abandonado novelas que llorarías, sin embargo Siberia me la he bebido, me he reido, he pensado, he aprendido. Ahí queda eso.
Con respecto a lo de "he pensado", ahora me dirijo a Tongoy.
Querido Tongoy, respondiendo al por qué del sentido de "el escritor", "el que escribe", y etc debo decirte que (y esto es cuestión de gustos y lo entiendo) Juan Soto nos muestra una poética, un ensayo sobre "el arte de escribir" creando una poética invisible que salta de narrador a narrador. Pues los tres narradores que posee la novela son entidades individuales digamos que son "el escritor". Y fuera de ellas como un maestro de ceremonias en una fiesta de marionetas está "el que escribe", que es Juan Soto y es en cierto modo Jonás (protagonista de la novela)Creo que con estas reflexiones se crea un canal perfecto para transmitir el estado de la mente del protagonista. Obsesionado con sentarse y terminar su novela hasta que es "salvado" por la cruda realidad.
No está con Elena Medel. Dejad de fumar crack, tostadita de aceite es un clásico y como desayuno siempre mejor opción.
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