miércoles, 28 de octubre de 2015

Una reflexión en torno a ‘Mientras agonizo’ de Faulkner

Leer a Faulkner, hoy.

Qué locura, no?

Reviso mis últimas lecturas y me encuentro lo siguiente: me encuentro a Connolly, que, bueno, bien; me encuentro a Brodkey y a Salinger, que, bueno, genial; me encuentro al Doctorow cuentista, que no al novelista (lamentablemente). Me encuentro relatos de Schwebling y una novelita de Larry Brown que lo mismo podía haberlas leído como no. Ah, y a un desconocido Steve Erikson (Zeroville), que también bien. Incluso el rescate de un comic de Peter Kuper tuvo su aquel. Y hasta aquí. Después de eso, la muerte: Clemot, Pablo Ramos, Aixa de la Cruz, Recaredo Veredas, Juan Vilá… Hablamos de novelas o relatos completamente inofensivos en unos casos, ofensivos en otros pero insultantes en cualquier caso. Y uno no deja de preguntarse qué sentido tiene todo esto. A qué viene que yo lea tanta chorrada que no vale ni para ser comentada. 

En el mundo hay dos clases de personas: los que escriben y los que leen. Hay otras clasificaciones, pero aquí estamos a lo que estamos. Los que escriben son gente que, un día, después de mucho leer (o no) se dicen, porque algún imbécil se lo ha dejado caer, que deberían probar suerte al otro lado de la barra de este bar. Qué coño, si a ellos les ha sobrado siempre talento. Entonces escriben un cuento, por ejemplo, al que dan provisionalmente el nombre de relato número uno, un poco por hacerse los interesantes y otro poco por darle al asunto carácter de continuidad. El relatito tiene tres o cuatro páginas a doble espacio y lo quieren publicar, claro, porque uno escribe para que lo lean. Y buscan y rebuscan y dan con una revistita medio casa de putas medio medio literario que se ofrece a publicarlo (toda vez que, entremientras, se han ido dando a conocer) en el mes de abril, por ejemplo, que es un mes genial para todo lo que tenga que ver con leer porque llueve mucho, no apetece salir y ya habrá terminado la última temporada de Walking Dead. No pagan, lo siento, con dinero (en la revistita no hay pasta) sino con promesas de futuro. Entonces nuestro joven héroe, grita: me van a publicar, me van a publicar, en abril, aquí. Dónde. Aquí. Aquí, dónde. Porque abril lo conoce todo el mundo pero aquí no. Aquí (señalando con el dedo). Y todos: geeeenial! La respuesta es inmediata: dos le piden que les regale un ejemplar (madre y pareja, generalmente), siete se lo comprarán, lo juran por Dios, de hecho llevan horas deseando que salga; dieciséis demuestran interés pero no saben dónde encontrar la revista; cuarenta y tres le dan su más sincera enhorabuena y seis (colegas, me temo) prometen pillarse la del siglo a su salud. Y después están los dos gilipollas que guardan silencio, esperan pacientemente, se compran la puta revistita y se lo leen, el cuentito number one. Pues bien, de estos dos gilipollas, yo soy el de la derecha, el guapo.

Qué se me habrá perdido a mí en esa revista, me pregunto. Qué se me habrá perdido en Aixa de la Cruz o en Veredas o en Vilá o incluso en Ramos (que parecía que sí hasta que le pasó por encima el tren del tiempo). Qué se me habrá perdido en una novela o colección de relatos que sé positivamente que no me llevará a ninguna parte; en la que todo lo que se cuenta ha sido contado ya; en la que todo lo enseña está más que sabido; que está plagada de gansos de tercera, traumófilos y memos injustificadamente tristes; burguesitos de mierda obsesionados con bajarse lo último de Marlango, alicaídos por no follar lo suficiente, alicatados de puro encorsetados.

Y uno va leyendo estas cosas, a esta gente, y pese a no disfrutar exactamente con ello le (les) acaba cogiendo cariño, un afecto a todas luces inmerecido pero en cierto modo inevitable. Es incluso capaz, uno que yo me sé, de justificar frente a desconocidos el valor de ciertas lecturas apelando a pobres argumentos: que es por estar al día en literatura actual; por saber qué se cuece o qué caminos toma la literatura; por ser el primero en dar con algo realmente sorprendente. Fantasear con ese día, dentro de cuarenta años, en que uno pueda ya gritar el esperado os lo dije, os lo dije, os lo dije justito media hora antes de morir, a escasos segundos de ser verdaderamente consciente de que ha desperdiciado su vida leyendo las memeces de cuatro imberbes y siete perroflautas.

Y acordarse entonces de Faulker. Y cagarse en todo lo que se menea.

Acordarse, por ejemplo, con meridiana claridad, de Mientras agonizo, aquella novela que por nada queda sin leer tan ocupado que uno estaba con el catálogo de Salto de Página o Lengua de trapo. A esto,ha estado uno de darlo por vencido. Y es que, entre lo incontestable está, además del pésimo momento por el que pasa la literatura (hecho este que no nos cansaremos de repetir, porque conviene no olvidarlo y tener siempre muy presente, para no caer en lo que se denuncia, que ya sólo leemos humo y que cualquier día la OMS nos vendrá a decir que leer narrativa española actual provoca cáncer de vista), está también, decía, entre lo incontestable, que Mientras agonizo es, citando al famoso pensador que todos tenemos en mente, una puta maravilla.

En Mientras agonizo, y sin ánimo de hacer la menor crítica, se concentra todo lo mejor que uno espera encontrar en una novela. Una historia, unos personajes, una estructura… Porque no se olvida, y esto es así, lo que en ella tiene lugar. Porque no se puede olvidar. Hay cosas que quedarán para siempre en la retina y cuando digo esto pienso en esa madre viendo a su hijo montar el ataúd en el que pronto viajará; esa lluvia torrencial; ese carromato con la carga inestable y a reventar de hijos y padres; ese madre que es un pez; ese río; esa testarudez. Esa épica de pobre, inolvidable. Y ese final. Ese final. Ese padre y ese final. Ese padre. Esa sonrisa de padre.

Ya no se escribe así, pienso mientras pienso en la novela. Ya no se busca la inmortalidad. Ya es sólo un hobby, escribir, una forma de llamar la atención. Y publicar, el único objetivo. Ni siquiera ser leído. Publicar. Y ya. Hemos comprado la maquinita de escribir y ya todo se escribe igual; ya se publica nada más que la misma mierda una y otra vez y otra puta vez y que si ahora fulanito ahora zutanito ahora menganito y la crisis de los cuarenta, de los sesenta, de los setenta y esa total ausencia de humor, humor sutil, inteligente, no de monologuista de garrafón; y ese postureo en la prosa, invento de poetastros venidos a menos que nada más que lo dejan todo perdido de un afectado e insoportable lirismo robado a poemas no escritos que nadie leerá.

En 1930 Faulker era escritor de relatos, de tres o cuatro novelas y vigilante nocturno. Es decir, NADA. NADIE. Escribió Mientras agonizo a los 33 años, justo después del El ruido y la furia. El ruido y la furia, ¿vale? Que te puede no gustar, pero hay que escribirlo, ¿vale? Vale. Y después: Mientras agonizo. Vale. Y entonces, y sólo entonces, escritor de culto. Ahora para ser escritor de culto sólo tienes que escribir quince relatos y quedar más o menos bien en las fotos de la contra. Y entonces ya esto, por ejemplo: «Esta es la primera novela de una autora de culto» (es decir: la primera; es decir: no jodas!) o «[1978] es autora de dos libros de relatos que bastaron para convertirla en autora de culto, y que merecieron elogios de la crítica», como si ahora los elogios de la crítica, esto es, suplementitos pagados y blogs de amigos y vecinos o colegas de profesión, fuesen garantía de algo y no un simple dedo acusador.

Nos hemos vuelto conformistas, los lectores, los escritores. Nos hemos vuelto conformistas. Y mediocres. Nadamos, buceamos en mediocridad y conformismo y lo único que va a librarnos de esto, lo único que podrá salvarnos, es Faulkner y los que son como Faulkner: escritores de verdad, no mecanógrafos. Mecanógrafos, caca. Aquí ya no queremos maquinistas, ni queremos pianolas. Aquí queremos sogas para colgarnos si no cambian las cosas pero sobre todo queremos faulkners. Ya sólo queremos faulkners. Ya sólo aceptamos faulkners, ahora.

Todo lo demás, a la hoguera. el primero.



55 comentarios:

  1. Joder Tongoy, ¿qué te ha dado? ¿Vas a dejar de reseñar plexiglás y otros nuevos materiales? La salud no perdona...En un momento u otro de la vida, los excesos se pagan

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    1. Nada de abandonos. Aquí sólo sumamos. SEguiremos leyendo novedades pero también clásicos, cada vez más, probablemente. Todo cansa, es verdad.

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  2. Pues esto te va a doler, Tongoy, pero si el señor Faulkner publicara hoy posiblemente lo haría en alguna de esas editoriales independientes que tanto odias. Hablo de Tropo, Salto de Página, Páginas de Espuma, Menoscuarto, Impedimenta, Periférica, Candaya, Jekyllandjill, Errata Naturae, Xordica, Libros de Asteroide, Libros del Silencio, Libros de Lince... Esa gente, gafapasta, culturetas, talleristas, periodistas, profesores, gestores culturales, comisarios. Ni un puto fontanero. Te joderá, pero es así. Faulkner sólo tendría cabida en ellas.

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  3. Hombre, Tongoy, con la mala hostia que se gasta la gente por aquí y va y me borra mi comentario. No sé, no sé.

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    1. Mis disculpas. Estaba en spam. Si no me avisa no me entero.

      (vuelvo luego; estoy en el móvil)

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  4. No, no, perdona, lo acabo de volver a ver ahí arriba. Disculpa.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. "Momento torpe desgracia en el río" o cómo no hacer un spoiler pero sí una referencia clara a quien haya leído el libro jajajaja.

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    2. Sí, una maravilla literaria porque nadie se cree los sublimes monólogos interiores de ciertos personajes, gárrulos en bruto de la profunda América.
      Para creerse un monologo interior hay que ir a Joyce y leer, por ejemplo, el monologo de Molly. Faulkner se autodenomina heredero del irlandès però antepone la bellesa de su prosa al realismo exigido.

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  6. ¿La vida psíquica es real? Si no la conviertes en una cosa bella es imposible de concretar. Por eso Joyce es un pionero (y Szvevo, y Woolf) pero será Faulkner el que convierta la divagación de la mente en arte. La literatura es adaptación, no imitación, Gloria.

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  7. Ostias, tío, pues claro. A veces entro por aquí y me pregunto... ¿Por qué este gordo cabrón solo reseña las obras (en el sentido de esqueletos de cemento y ladrillo, mal terminados, que calan el viento, los mosquitos, el olor a mugre) que desprecia? A ver si te ocupas, no digo siempre, si no más a menudo, de dar tu opinión, que a veces, sobre todo cuando te posas como un moscón sobre una mierda sabrosa para sorber con delectación el excremento y luego contárnoslo, con ironía si no hay suerte; con sarcasmo, si la hay. No seas tan cabrón y fíjate de cuando en vez en tantas obras maestras, no digo siempre, que también es de agradecer la paliza mezquina y zafia (no dirás que no entiendes tú de esto) al más débil. Pósate, Tongoy, alguna que otra vez en algo que te-nos rebase sin compasión.

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    1. Bueno, bueno, tampoco es así. Comento muchas veces cosas que me gustan aunque sí es verdad que me sale más natural la mala leche que la buena. Hay muchas recomendaciones en este blog y a todas se les ha siempre muy poquito caso.

      Prometo subir más.

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  8. "A qué viene que yo lea tanta chorrada que no vale ni para ser comentada".
    Será porque te gusta hacerlo ya que fastidiosamente insistes. Eres mucho mejor cuando hablas de lo que te gusta, cuando lo haces de lo que no te gusta pareces un Boyero de la literatura

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    1. Gracias por el cumplido. Creo que funciona mejor combinando ambos estilos.

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  9. Es el libro de Faulkner que menos me gusta. Es cierto que el estilo está más depurado que en El ruido y la furia, pero como novela es mejor ésta última.
    Vardaman es otro intento de Benji. Lo del pez ya cansaba. Que sí, que el chico está muy mal de la chota. El final o no lo entendí o no me gustó nada. Los dientes... pues no sé.

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    1. Mi personaje favorito es el padre. De lejos. El que menos, el crío.

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  10. Yo también soy un cenizo. Paso de leer a ningún escritor que no llegue a los cuarenta. Y si es español ya ni te cuento... y si está publicado en alguna de esas cosas como blackie books o alpha decay, apaga y vámonos. En la librería no me acerco a ellos ni a cinco metros. Que ya me he llevado muchos chascos.
    Lo que queremos son autores que ya estén muertos, y punto. Nada de hipsters y niñitas que se creen vírgenes suicidas que se ponen a escribir porque es cool. Lo único que me ha gustado últimamente así de jovenzuelos fue un relato de la Perezagua, que también le gustó al Tongoy. Sí, usted, no se haga el longui.

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    1. Ahí me ha dado. Lo de Perezagua está jodido. Lo he dejado en manos del azar: si el libro me cae del cielo, se lee; si no, se olvida.

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  11. Hace tiempo que no comento nada, pero es que hoy, tengo ganas de gritar(te): ¡¡Aquí, aquí!! jajaja.

    http://zombiedelasletras.blogspot.com.es/2015/10/en-la-bolsa-de-pipas.html

    Abrazo fuerte

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    1. Qué fuerte! NO me lo puedo creer. Estoy por comprarme la revista.

      Enhorabuena, maja. Me alegro por ti (pese a que tenga que ser por algo como la poesía).

      Abrazo enorme. Y déjate caer más por aquí, anda, que se te echa de menos.

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    2. Nunca he dejado de pasarme ;)

      Y no hace falta que te compres la revista, no te vaya a dar un ictus o algo por mi culpa. Fíjate si te quiero que iba a regalarte mi último poemario (formato ebook) y luego pensé que el verdadero amor consistía en aguantarme las ganas.

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  12. Pues no le veo el drama al hecho de que actualmente no tengamos ningún escritor español a la altura de Faulkner. Tampoco en España hemos tenido nunca un dramaturgo a la altura de Shakespeare ni los anglosajones han tenido nunca un novelista a la altura de Tolstoi. Y el mundo sigue y no faltan cosas buenas que leer.

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    1. No es ningún drama. Lo que quiero decir... a ver, lo que quiero decir es que Faulker es muy útil para volver a poner las cosas en su sitio. NO sé si me explico. Nadie espera un Faulkner español (ni extranjero).

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    2. Ah, ya, que lee usted a Faulkner y lo primero q piensa es "pero menudas mierdas de escritorzuelos españoles me trago habitualmente". Vamos, como si no lo supiese ya...

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    3. "Aquí queremos sogas para colgarnos si no cambian las cosas pero sobre todo queremos faulkners. Ya sólo queremos faulkners. Ya sólo aceptamos faulkners, ahora."

      ¿Eso no es dramatizar y pedir escritores a la altura de Faulkner?

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    4. "Aquí queremos sogas para colgarnos si no cambian las cosas pero sobre todo queremos faulkners. Ya sólo queremos faulkners. Ya sólo aceptamos faulkners, ahora."

      Eso no es dramatizar ni pedir escritores al nivel de Faulkner?

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  13. … Y mientras tanto van agonizando (los del capítulo 1, digo) para ser inmediatamente sustituidos por otros que ya nacen muertos de imprenta.

    Es lo que hay.-

    (Sobre lo que comentas en referencia a “esa total ausencia de humor, humor sutil, inteligente, no de monologuista de garrafón", te recomiendo fervorosamente el CHAP CHAP de Kiko Amat… y así me deberás una Mahou bien fresquita por aquello de las cinco estrellas).-

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    1. Sorry! La birra mejor Estrella Dorada… por aquello de las cinco puntas.-

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    2. ¿Kiko Amat y (también Juan José Millas) humor sutil, inteligente? Uff, creo que ya podemos apagar la luz.

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    3. EStá jodido lo de conseguir el libro de Amat. Voy a tener que olvidarlo.

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  14. «Escribí "El ruido y la furia" y aprendí a leer». William Faulkner

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  15. Es que lo de las jóvenes promesas y los autores de culto de 20 años cansa mucho.
    Deberían racionar más las frasecitas (demasiado) elogiosas de algunas fajas... qué cansancio...

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  16. "El ruido y la furia" está muy bien: yo le pongo un 3, sobre 5. Muy bueno eso de que hay que escribirla... Me imagino que para escribir algo como eso Faulkner estaba ya bastante harto de todo. Es decir, me lo imagino más bien en plan punky. Supongo que tendría que estar soportando mucho el escarnio de todos, sabiéndose él tan especial... No sé cuándo fue reconocido por los críticos pero me imagino que le llenó de satisfacción. Creo que cuando escribe la trilogía de los Snopes ya era un escritor bastante reconocido. Estos tres libros (publicados en Alfaguara, traducidos por José Luis López Muñoz) me parecen alucinantes. Al leerlos sí que uno tiene la impresión verdadera de que está ante algo realmente grande. "El ruido y la furia" (y más "Mientras agonizo") es algo de una dimensión más humana. Lo realmente grandioso es esa trilogía de los Snopes. Eso sí que te deja patidifuso.

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    1. Esa trilogía debería ser mi próxima parada en Faulker. Hablaremos de ella, seguro, (pero antes tengo que comprarla).

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  17. Una puta maravilla. Tal cual.
    Y no se puede decir mejor, ¡maestro!

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  18. por Dios, que cansancio... esta agonizante tortura a la que te condenas tu mismo, sin ninguna obligación ni necesidad, es ya muy cansina. Pero a ver, ¿quién te manda leer una y otra vez editoriales y escritores a los que no soportas y que sabes de antemano que te van a provocar indigestión? Creo, por algunas otras reseñas tuyas que he leído, que en realidad tienes buen gusto literario y que sabes lo que es bueno y te va a gustar... ¿entonces porque permanecer en la misma historia hasta que la ulcera ocupe todo tu estómago?? Y lo peor de todo es el disimulo, la excusa, el disfraz que te pones... es decir, TODOS sabemos ya que tipo de literatura no te gusta (tu el que más) y TODOS sabemos que la vas a continuar leyendo, entonces o bien eres masoquista o bien lo que te gusta es criticar y torturar al prójimo, y crees además que tus mejores reseñas son las que van en esta dirección (cosa que no comparto en absoluto). Joder, si sabes encontrar buena literatura (y hay tantos buenos libros como para estar leyendo hasta que mueras) y tienes gracia reseñando, ¿por qué no nos haces el enorme favor de ser feliz, elegir bien, y cuidarte la ulcera? (También puedes responderme que deje yo de leerte para cuidarme la mia.)

    Faulkner es un dios, y dios no hay más que uno (a no ser que nos pasemos a otras religiones mas amplias de mira...) aunque repito, hay muchos angelitos y criaturas celestiales con los que continuar disfrutando de la lectura.
    El mes pasado leí "Luz de agosto", una auténtica maravilla. Mi debilidad continua siendo "Las palmeras salvajes".

    ¡Suerte!

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    1. Puede que no haya un "por qué", pero quizá exista un "para qué".

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  19. Carlos, todos en el mundillo sabemos que:
    1) Hay una novela tuya que ha ido rodando por varias editoriales sin que nadie haya querido sacarla. Por mala.
    2) Las editoriales te mandan libros. Muchos.
    3) Hay autores que te hacen descaradamente la pelota. Y se nota.

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    1. Veo que los del mundillo siguen en la línea habitual de no tener ni puta idea.

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    2. Carlos, uno del extramundillo piensa que:
      1) Candaya acaba de publicar la nueva obra maestra de Matías Candeira. Anímate y manda la tuya que, estos sí, publican cualquier cosa.
      2) Cabrón, así yo también amueblo mi casa.
      3) Ya ha estado el puto Faulkner peloteándote otra vez, ¿no? Se nota.

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  20. Ya quisiera Anónimo de 4 de noviembre publicar él en la exquisita Candaya aunque fuera su lista de los reyes magos. No has leído el libro de Candeira y ya estás dando por culo. La envidia es lo que tiene.

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    1. Mi lista de los Reyes Magos, además de privada, sí que es exquisita.
      Yo no era por hablar de Candeira, mis disculpas, fan/amigo/familiar/novia. Quien dice Candeira dice, bueno, cualquier otro (aunque he leído el extracto de ocho páginas disponible aquí: http://escueladeescritores.com/archivos/fiebre-matias-candeira.pdf, y eso SÍ que da por culo -y, por cierto, para exquisiteces el comentario de Vicente Luis Mora-). Era sólo por confirmar, una vez más, el quiero y no puedo inflado y autocomplaciente de, ¿cómo era?, "todos en el mundillo", y citando a alguien, "acordarse entonces de Faulkner, y cagarse en todo lo que se menea".
      La envidia (de Faulkner, si acaso), ¿qué es lo que tiene?
      Un saludo.

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    2. "El color azul y las letras en amarillo plutonio del cartel de la
      funeraria no son muy diferentes del los de una de esas tiendas
      enormes de muebles que hay en casi todos los barrios". Del los. Del los.

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    3. Criaturitas, apañados vais si vuestro argumento de enmienda sobre un libro que no habéis leído es que en su adelanto hay una errata ¡en el adelanto!; una que seguramente haya sido corregida.

      Ayer un amigo editor y yo le pillamos a la edición de Alba de Mansfield Park como veinte erratas, a razón de una cada dos páginas.

      En serio, cada día sois más tontos.

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    4. A ver, Matías, no te mosquees, tío, que no es por las erratas. Es que estás tan encantado de haberte conocido, que se refleja demasiado evidentemente en tu prosa.
      Si no es que seas malo, es que no eres ni la mitad de bueno de lo que tú crees.
      Ah, y te pones muy faltón, tontito...
      Besos.

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  21. Joder, leer esto un domingo por la mañana, cuando intento construir casi a la vez como tres o cuatro reseñas... pues tienes razón en demasiadas cosas. Yo tengo esta novela en casa hace años, en una edición viejísima traducida al catalán por Bellpuig de la Bellacasa. Tú eras el que leía en catalán? porque me encanta esa TZ en la tracucción: "agonitzo" me hace sentir más polaco o ruso de lo que me tildan de ser.
    En fín, que tengo muchos Faulkner y a ese le tocará un día de esos raros. Y que tus reseñas o lo que sea esto que es mueven más conciencias y más neuronas que muchas de las que hay que pagar por leer. Y esta va al top 5, mínimo. Salut i peles.

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  22. Uh. Los apellidos de raigambre europea. Cómo nos gustan y cuántas cosas de rancio abolengo nos evocan y qué sofisticado resulta ajustar la pronunciación o simplemente saberlos escribir correctamente. Y cuando éstos se unen con guiones, cuando resultan evocadores de rótulos esculpidos en chapa de metal y colgados en el vestíbulo de algún elegante edificio, donde un esforzado conserje en traje oscuro les saca brillo con frecuencia. Price Waterhouse. Coopers Lybrand. Suenan a nobleza, tienen aires de castillo entre bosques y montañas, ecos de jardines ennoblecidos por estatuas y fuentes. Uno imagina señores ubicados en villas donde se accede en coche y donde todo el mundo tiene aspecto sano y limpio. Hachette-Filipacchi, House-Mondadori, Condé-Nast. William-Faulkner. Este último es el culpable de este comentario. Ah, no, que William es nombre. Pues nada.

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  23. Sin duda lo más importante de esta novela fue dar título a aquel otro libro, padre del último movimiento literario que sacudió el país. Que sigue siendo años después lo más leído de la casa y memoria de los tiempos felices. Cuánto nos reímos. Gracias, Faulkner.

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