lunes, 9 de marzo de 2015

‘Sacrificio’ de Román Piña

Aquí el protagonista, un investigador en plan modernización del tirado de los años cincuenta; un Borgart venido a menos: «Llevaba poco tiempo en el negocio y no podía permitirme una secretaría. Mi cueva era un habitáculo de cuatro metros cuadrados, algo demasiado modesto para infundir confianza en los clientes. No tenía aseo y la electricidad se la chupaba al vecino de al lado. Mi ordenador cazaba el wifi de la oficina de turismo del ayuntamiento, ubicada en el piso principal. Un funcionario colega me había pasado la contraseña».

Chupar la electricidad, cazar wifis, tener funcionarios colegas nos da el tono cutresalchichero intencionado. Nos falta el caso. Uno esperaba una mujer hermosa y vengativa, fumadora empedernida, pero, no podía ser de otro modo, Piña se desmarca con un caso tonto a rabiar solicitado por un varón de mediana edad. A saber: un profesor de lenguas clásicas, que se autodefine como un hueso, ha recibido un par de llamadas a hora intempestivas y quiere saber quién es su “acosador”. 

Claro. Si el tema es este, malo.

Afortunadamente no lo es. Afortunadamente semejante planteamiento y su resolución apenas ocupan el primer capítulo y con él únicamente se espera dar a conocer a dos de los principales protagonistas (uno indiscutible, otro secundario) de la trama, amén de posicionarlos ideológicamente. Podía haber sido menos ridículo, cierto pero es casi lo de menos; el tema, en realidad, es este otro: literatura y crueldad. 

Sacrificio es, si lo piensan, una novela bastante sádica.

La cuestión es de rabiosa actualidad: libros oportunistas, editores sin escrúpulos. 

Abrimos paréntesis.

Al comienzo de la segunda parte de La Mala Puta (una parte que trata, grosso modo, el tema de los escritores y el fracaso), Román Piña se cita a sí mismo al hacer público un correo que acaba de escribirle a un escritor equis en el que le dice lo siguiente:

«No voy a publicar tu novela autobiográfica. […] No quiero que la escribas. No quiero que llegue a publicarse una novela, por buena que sea, contando tu vida, una vida que tú mismo (y cualquiera) llamas vida de maldito, de fracasado, la historia triste, accidentada, […] No quiero que el mundo conozca ese rosario de incidentes lamentables de tu vida que en efecto son dignos de un relato de ficción, pero también patéticos, tristes».

No quiero, no quiero, no voy a publicar… Así no hay manera de hacerse millonario. Román Piña finge olvidar lo fundamental de las biografías: la miseria de los miserables se vende mejor que las fantasías eroticofestivas de un hombre satisfecho. Sacrificio vendría a ser algo así como la prueba.

Cerramos paréntesis.

Ahora sí, lean un resumen de lo que realmente trata Sacrificio: 

Un tronco es secuestrado. El tronco, «un personaje público de gran fama», «había nacido sin brazos ni piernas. Sólo con una especie de alita, como un dedo extraño, donde debía nacer su brazo derecho», a pesar de lo cual o precisamente por era enormemente popular y querido: «Todo el mundo adoraba a Horacio Topp».

Pues eso, que un día lo secuestran. Tarda en aparecer, no sé, una buena temporada, tres meses, creo recordar, puede que algo más. Aparece en un caja, delante de su casa, en un estado que…, bueno, decir lamentable sería quedarse corto. Ya no era ni tronco, si acaso un triste tallo marchito. Y como viene, se va. Sus papis, sin entrar en detalle, se lo llevan y a partir de ahí ya todo es silencio administrativo.

Y entonces, la misma editorial que un buen día publicó un libro suyo que apenas vendió lo justo para cubrir gastos, publica un libro contando, con todo lujo de detalles y en primera persona, el infierno por el que pasó Topp durante su secuestro. Lo peta, claro:

«La noticia de la aparición del libro había salido en la prensa con una cobertura a la altura de su importancia. «Se publica una novela que relata el secuestro de Horacio Topp» y similares titulares en la prensa española e internacional no respondían a la sensibilidad del periodismo del momento ante la literatura, sino a su adicción a los aspectos más oscuros del comportamiento humano».

Y hasta aquí puedo leer o me matan.

Además da igual porque básicamente esto es todo lo que necesitan ustedes para entender el chiste.

La enseñanza de Sacrificio es la que señalábamos más arriba: si quieres vender, vende basura. Sin entrar en jugosos detalles les diré que Topp las pasa putas putísimas. En ese sentido Sacrifio es una novela gratamente violenta que en modo alguno me hubiese esperado de un escritor como Román Piña pero que va muy bien con el perfil editorial de Salto de Página, editorial especializada en malotes. Nada que objetar; nos gustan los malos. Tampoco por la parte del entretenimiento: Sacrificio se lee en un suspiro no sólo porque sea breve, sino porque sabe interesar al lector. También es verdad —y esto no es ningún secreto— que resulta mucho más fácil suscitar interés hablando del sufrimiento físico y mental de un ser inocente e indefenso que hacerlo narrando la experiencia un escritor que va de veraneo a la aldea de su infancia por más que el fondo sea, en ambos casos, la literatura. En el fondo Sacrificio no es muy diferente de lo que denuncia. 

El problema (aquí estamos otra vez) es que lo que denuncia, además de tener un público bastante “literario” ergo limitado (pese a que va camino de gran verdad la afirmación de que hay más escritores que lectores), no está realmente a la altura de lo esperado sin saber exactamente en qué estamos pensando.

Piña se repite y va camino de acabar pancartista total si no empieza a matar “sin doble intención”:

«—El mundo ha cambiado. No sé cómo es, sólo sé que es un mundo en que ningún libro volverá a ser un bestseller como los de antes.
—[…] mi error fue no darme cuenta de que el libro no contaba nada nuevo. […] El fallo estuvo en que no habíamos ofrecido una nueva tragedia que deslumbrara al público, un secreto aterrador». (Sacrificio)
 o
 «En el siglo de la información, el progreso, la educación y el bienestar en Occidente, la insignificancia de la literatura, la irrelevancia de la figura del escritor (“el escritor no es nadie”, me dice Sara Mesa), y la confusión y perversión de la pequeña sociedad literaria, arrojan una predicción funesta: la extinción de los lectores. No creo que valga aferrase a que hoy escriben en España una legión de Cervantes. Si sus obras no las leen a su vez legiones, el saldo es lamentable». (La mala puta)

Sí, el mundo ha cambio; claro que ha cambiado. Claro que “el escritor ya no es nadie”. Por qué iba a serlo. Seamos serios: ¿a quién le importa el escritor? La gente no compra escritores. La gente compra novelas. Los escritores existen porque necesitamos figuras a las que odiar, mitos que derribar y experiencias que repetir. La peor biblioteca del mundo tiene más libros de los que se pueden leer en una vida. Los escritores no mueren, se suicidan. La literatura es ya un juego, nada más. Se acabaron los betsellers, se acabaron las doscientas traducciones, las setenta ediciones. Todo es mentira. Pero esto no es nuevo. Hace tiempo que viene siendo así. Me vendo: díganme una buena novela, sólo una; una novela realmente buena, una novela indiscutiblemente buena que haya sido escrita en los últimos veinte años. Una novela española jodidamente buena. Una. Mi blog por una buena novela. 

Es un decir.

Ultima observación antes de bajar el telón: se echa de menos, en Sacrificio, el lamento habitual de los últimos tiempos: el pirateo. No se puede hablar (como se habla aquí, por más que uno no espere realismo) de una primera edición de 50.000 ejemplares que se agota en un día y no decir nada de los cientos de puestos de trabajo que se pierden por las cifras millonarias que se dejan de ingresan tras la estimación, siempre a la baja, de los cuarenta o setenta y cinco millones de descargas diarias. El pirateo como la última esperanza y fantasía erótica del fracasado.


55 comentarios:

  1. No vale. Piña y tú sois amiguitos de Facebook, que lo sé yo de buena tinta. El colegueo ha llegado a la isla Tongo(y)

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    1. Aplaudo la sospecha (sólo faltaba…) pero no, lo siento, estaríamos simplificando demasiado. Soy una persona muy sociable; tengo muchos “amiguitos” en Facebook y nunca he tenido ningún problema en criticar sus novelas. No tengo un vínculo especial con Román Piña. Insisto en que la sospecha me parece justa y necesaria porque no me creo inmune a los partidismos, no soy tan ingenuo, pero lo que sí tengo claro es que a los amigos no se les reseña y de hecho no lo hago (algún ejemplo hay público y notorio) pero a los amiguitos sí. Si además precisamente los amiguitos son los que mejor saben cómo va esto.

      La novela de Román me parece mero entretenimiento, pero es un entretenimiento sin alardes extremada y desenfadadamente cruel. NO es una novela que yo, digamos, recomiende leer (en goodreads, para que se haga una idea, el puse dos estrellas sobre cinco) pero no ha sido para nada una mala lectura.

      Estamos muy acostumbrados (y de eso tengo sólo yo la culpa) a los extremos: o muy bueno o una mierda. Y no, claro, hay matices. Muchos.

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  2. No hay esa novela. Ni española ni en español. Tu blog está a salvo. El penúltimo párrafo de esta reseña te ha quedado antológico, Tongoy.

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  3. Hola Carlos:

    Yo venía aquí por lo de la novela buena de los últimos veinte años ¿vale escrita en español o sólo valen españolas? Si valen escritas en español propongo El traductor del argentino Salvador Benesdra, que se publicó en 1996.

    http://desdelaciudadsincines.blogspot.com.es/2013/12/el-traductor-por-salvador-benesdra.html

    El primer anónimo quiere la destrucción absoluta, eres Tongoy o no eres Tongoy, nadie quiere una zona gris en Tongoy.

    A mí me ha gustado lo de "Un tronco es secuestrado", podría haber sido un título alternativo de la novela.

    Saludos

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  4. Yo siento disentir y señalarme ahora cuando nunca he escrito por aquí, pero...

    El día del Watusi, de Francisco Casavella.

    Un saludo,

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  5. Reconstrucción, de Orejudo

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    1. Me lo has quitado de la boca. Añadiría del mismo autor Fabulosas narraciones por historias.

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  6. Y yo me pregunto: ¿qué más da que en los últimos 20 años no haya ninguna novela indiscutiblemente buena escrita en español? ¿Qué se trata de demostrar?

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    1. Qué los españoles somos medio gilipollas, fundamentalmente. Que el sistema de valores en este puto país es un puto desastre. Que la formación de humanidades en las escuelas es de risa. Que los canales públicos de difusión cultural no son pura broza ¿Sigo...?

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    2. España es un país sin cultura. Su literatura es un reflejo de esa diletancia endémica.

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    3. No puedo estar de acuerdo con usted. A España le falta diletancia y le sobra oficialidad. Es es otro de los males de nuestra literatura. Los entendidos que hay (pocos) son, casi al ciento por ciento: ortodoxos, oficialistas.

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    4. Julian, entonces cuando en España se ha escrito alguna novela indiscutiblemente buena (el Quijote, por ejemplo) ¿ha sido porque el sistema de valores, la formación en humanidades y los canales públicos de difusión cultural eran mejores que los de ahora? ¿Y eso también es aplicable al resto de los países donde se habla español (Colombia: Cien años de soledad)? ¿Los países con mejor formación en humanidades, con mejores sistemas de valores y con mejores canales públicos de difusión cultural producen más novelas indiscutiblemente buenas? ¿Algún ejemplo de los últimos 20 años?

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    5. Y ya puestos: ¿qué es una novela indiscutiblemente buena? ¿Según qué criterio?

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    6. A ver, al colega de las 10:02. No sea demagogo, bombón.

      Por supuesto que sí, rotundamente. Pero todo eso eso lo debe usted juzgar con la mentalidad de la época y en relación con los medios con los que entonces se contaba. De la cultura, estoy hablando. Jamás, como ahora, la gente ha tenido tantos medios a su alcance para sesasnarse y, sin embargo, es MUY cazurra. ¿Más que nunca? En términos absolutos... seguro que no. Pero es que los términos absolutos nos son los que permiten que las cosas funciones. Y en, términos relativos ¡ay! estaría por asegurarle que sí. Lamentablemente.

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    7. A mí Orejudo, de los que habéis citado, me gusta. Creo que escribe bien. También Chirbes. Me apunto a Andrés Ibáñez, de quien no he oído decir absolutamente nada hasta ahora, y como eso es rarísimo le entro con ganas. A ver.

      El problema, me temo, es que la gente no lee y, por lo tanto, no es el lector quien criba a los escritores sino que estos ya vienen cribados por los medios, que nos los sirven en bandeja de plata, aunque al final sea solo de plástico.

      Otra cosa que me parece a mí, y que seguramente no tiene nada que ver, es que estamos mezclando la literatura 'popular' de toda la vida, la que la gente usa y tira y ha usado y tirado toda la vida, que cumple su función y que con la perspectiva de los años se revaloriza por su función social, con la literatura 'culta', o la que perdurará dentro del tiempo que sea. De esa siempre ha habido muy poquita,aunque El Quijote fuera un éxito de ventas en su momento. ¿Pero cuánta gente sabía leer entonces?

      Pues eso, que tenemos muchísima literatura popular. Y eso no es malo. Pero sería buenísimo que de vez en cuando también tuviéramos alguna obra maestra, pero eso no es tan fácil. Orejudo y Chirbes tampoco entran en esa calificación, me temo.

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    8. Y, sobre todo, ¿QUIÉN sabía leer entonces?. Gente que o bien había tenido una formación académica - cuatro mal contados- o seminaristas que lo eran para tener acceso a la cultura. Tampoco ha cambiado tanto el panorama actual.

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    9. (Ire, he estado mirando, curioseando: la música del mundo, pintaza)

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    10. No, no, el Quijote era literatura popular... Es un error considerar que era alta literatura. Cervantes estaba convencido de que si pasaba a la historia por alguna obra sería por el Persiles, su novela bizantina. Desde luego no por el Quijote, que era una obra de consumo y mercado, literatura popular por excelencia. Su obra "rara y elevada", el Persiles, ahora mismo solamente se lee en la universidad. Sobre la alfabetización de la época, si te interesa el tema, Ire, Maxime Chevalier, "Lectura y lectores en la España de los siglos XVI y XVIII" y Roger Chartier en su Historia de la vida privada. Las cifras te van a sorprender bastante. Sí se leía. Más de lo que creemos. Sobre todo, se leía de forma colectiva: uno en voz alta a los que no sabían leer...

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    11. Ya, Al. A Petrarca le pasó lo mismo con el Canzoniere. También hay que tener en cuenta que son de las primeras obras en 'vulgar' que empiezan a tener relevancia. Con Shakespeare pasa lo mismo porque sus obras también tienen dos niveles de lectura, como el Quijote.

      Era una simplificación, es cierto. Saludos.

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  7. "Crematorio", de Rafael Chirbes. Por ejemplo.

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  8. Brilla, Mar del Edén de Andrés Ibáñez
    Mundo maravilloso, de Javier Calvo
    Tu rostro mañana, de Javier Marías

    Como dice el anterior anónimo, también Crematorio de Rafael Chirbes.

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  9. La música del mundo, de Andrés Ibáñez es el libro más bello y más extraño publicado en España durante el siglo XX. Desconocido, porque a veces el valor de un libro se mide por el secreto que lo rodea.

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    1. Es un gran libro, pero creo que Brilla, Mar del Edén es aún mejor

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  10. Andrés Ibáñez es el gran desconocido de la literatura española. Un alienígena. El único con un talento desbordante. Luminoso. Alejado del sarcasmo y del carácter de chanzas ante lo sublime tan típico y tópico y nauseabundo de la literatura española.

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    1. Acabo de acabar Brilla mar del edén. Y es un libro monumental. Una rareza prodigiosa. Una aventura filosófica con regusto amoroso donde a veces la lectura es dura y farragosa, con episodios dado a la categorización, pero donde una vez acabadas las 759 páginas, sientes el orgullo de haberlo acabado. Lo recomiendo a todo aquel que busque en la literatura humor, suspense, aventura, intriga, filosofía, música, metafísica........y todo ello con una prosa torrencia y subyugante.

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    2. No es algo temprano para andar jodiendo?

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  11. La música del mundo me da a mí que a Tongoy no le gustaría nada. Es lenta, un poco cargante a ratos y los puntos suspensivos pueden sacar de quicio.

    A mí me encantó, uno de los libros que más he disfrutado, pero no creo que fuera una novela que Tongoy soportara. O a lo mejor sí... ¿Te gusta Escuela de mandarines, Carlos? Va un poco por ahí... pero sin parecerse en nada. Ah, y tiene mucho niño pijo que te puede resultar cansino.

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    1. Es posible que a Tongoy no le gustase. Pero eso no altera ni pizca el hecho de que La música del mundo es un libro enorme y hermoso, que no tiene nada que ver con pijos cansinos ni con escritores españoles graciosetes.

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    2. Escuela de mandarines. De Miguel Espinosa. Nada que ver con el libro que estás pensando.

      Y sí, tiene MUCHO que ver. En la atmósfera.

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    3. No he leído bien y te pido disculpas... Dicho esto reitero que Andrés Ibáñez es la última vela que nos queda: hay que cuidarlo...

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    4. A mí me gusta mucho Andrés Ibáñez. No sé si tanto como para decir que es la última vela, pero sí, me gusta. Pero insisto, es ese tipo de literatura totalmente alejada de lo real. ¿La tontería que decía Goytisolo de los autores bíblicos y evangélicos? Pues no es tan tonta. Ibáñez es de los bíblicos. Como Espinosa.
      Y ese tipo de literatura no le gusta a todo el mundo. A mí me encanta, pero no puedo evitar la distancia irónica, porque sí, los personajes de La música del mundo son niños pijos a los que a veces dan ganas de prender fuego. ¿Y qué? Es un obrón.

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    5. Cuando leí hace 12 años La música del mundo la Región Confabulada me pareció igual de real que mi vecino. Algunos días incluso más. Y hasta hoy. La clase de libro que cambia vidas. Y muy superior a la de Varick o el pájaro.

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    6. Y este comentario es la clase de comentario que vale un post. Leeré LA MÚSICA DEL MUNDO en... en nada, ya, en cuanto pueda.
      Gracias.


      Adoro Escuela de Mandarines, por cierto.

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    7. Varick me gustó bastante, pero menos que La música del mundo; La sombra del pájaro lira me pareció muy fallido, un principio estupendo y luego a la deriva... me saturé y se me quitaron las ganas de seguir leyendo más del autor en una temporada, pero ya he pasado cinco años sin atracón de Ibáñez y es un autor al que siempre regresas si te entra (que no entra a todo el mundo, recuerdo en su momento que lo recomendé encarecidamente a conocidos, buenos lectores, y no les gustó ni pizca, se les hizo muy pesado). Creo que voy a probar con Brilla, mar del Edén en cuanto pueda.

      Tongoy, yo estoy en que no te gustará porque abandonaste Los jardines estatuarios... no lo he leído aún, pero le tengo ganas; por lo que comentaste de ese libro me da la impresión de que es... el mismo tipo de literatura.

      Me sorprende que te guste Escuela de mandarines, hubiera apostado lo contrario a juzgar por el tipo de libros que salvas de la quema. Seguramente Escuela de mandarines sea uno de los libros que más me han impactado en toda mi vida y casi no se conoce, que bueno, es normal, pero es que tampoco se estudia apenas en el ámbito académico... Tristísimo.

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    8. Mi opinión sobre Abeille: muy bien. Lo he leído a raíz de los comentarios anteriores y me ha parecido excelente. Lento, incluso gélido en ocasiones, pero creo que es una sensación que el autor inenta transmitir de forma deliberada. Recordeos que estamos hablando de estatuas... Muy muy recomendable en mi opinión, aunque seguramente poco aconsejable para gente 'de acción'.

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    9. Le tengo bastantes, bastantes ganas a Abeille. Me llama mucho toda la atmósfera de Le Cycle des contrées. Espero que funcione bien el primero y los sigan sacando.

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    10. No he leído La música del mundo pero hace unos meses leí Brilla, mar del Edén y me pareció la obra de un genio. Celebro saber que su primera novela también lo era. La leeré pronto. Gracias

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    11. Bueno, bueno... Brilla, mar del Eden no me parece una obra genial, aunque adoro a Andrés Ibánez porque su obra, aunque irregular, siempre habla de la muerte del alma, es decir, de la muerte de la imaginación. Pero yo creo que su cima es La música del mundo, un esputo en la cara a todo posmodernismo hueco, un intento titánico, aunque lastrado por la peste de la historia, de recuperar el alma del mundo. Ibáñez sabe que hay fuerzas superiores, y eso es algo que el moderno y el posmoderno temen profundamente.

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    12. "Es un gran sufrimiento. Son años perdidos. Por ejemplo, llevo más de dos escribiendo una novela y ahora no sirve para nada, tengo que tirarla. Es terrible. Yo no quiero pasar más por eso. Y además, ¿para qué? ¿Para conseguir qué?"
      http://elblogdeimpedimenta.blogspot.com.es/2008/03/andrs-ibez-entrevistado-por-paul-viejo.html

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    13. El gran Andrés Ibáñez ya no tiene que demostrar ni conseguir nada. La música del mundo es ÚLTIMA obra maestra ABSOLUTA que se ha publicado (y se publicará) en España. .

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  12. 'Volver al mundo' y 'Ojos que no ven' de J. A. González Sainz
    'Ventajas de viajar en tren' y 'Reconstrucción' de Antonio Orejudo

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    1. Cualquiera de Orejudo, en realidad.

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    2. El alquimista del tedio20 de marzo de 2015, 17:13

      Fabulosas narraciones por historiase es una obra maestra

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  13. Fb

    La familia fortuna de Tulio Stella es buena.

    http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4296-2011-06-07.html

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  15. Vamos a ver, sargento, digo, Tongoy, que lo de las veinte buenas novelas españolas ya me suena de algo. No te vayan a acusar de plagio que eso evitaría considerar tu post bueno, y eso tú no te lo mereces. Lo cierto es que el nivel de exigencia de un lector (no me refiero a nadie o, mejor, me refiero a todo el que opina de lo de los demás) suele obviar el hecho de lo dificilísimo que resulta escribir una novela realmente buena. Es, por abreviar, casi un milagro. Se precisan demasiadas cosas y circunstancias, unas intrínsecas (que si talento, que si patatín y patatán) y extrínsecas (el famoso caldo, no 'Gallina Blanca', si no más bien de cultivo). Con esto quiero decir que cualquier gran lector normalmente nunca escribió novela alguna y, si lo hizo, probablemente caiga en el pecado universal del yoismo 'YO sí que me salvo de la quema' o -y es lo más normal-, no tiene ni idea de lo difícil que resulta y cree que él lo haría mejor -se miente, todos lo hacemos, ¡hay que sobrevivir, coño!- y alza unos listones que en su exquisito paladar cree más asequibles de lo que realmente son.
    Esto nos puede pasar a cualquiera y por eso edito el post, porque parecía que cargaba contra ti y creo que son cosas que nos pasan a todos.

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  16. Por cierto, esta novela es extraordinaria. Que no te engañe el hecho de que la he escrito yo
    http://www.amazon.de/INSONDABLE-Spanish-Edition-FRANCISCO-PLANCHUELO-ebook/dp/B00LLGPCLY

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  17. Disculpen la intromisión: no quiero parecer maleducando con este silencio pero inesperadas causas de fuerza mayor me obligarán a "ausentarme" unos días o, cuando menos, a guardar un irregular silencio. Mis disculpas. Gracias por los comentarios. Les leo con interés. Con MUCHO interés. Cosas buenas saldrán de este post. Lo intuyo.

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  18. Una obra maestra de nuestra tierra es La Regenta. Leéla Tongoy. Es muy buena.

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  19. ¿Es cosa mía o Tongoy explica mucho mejor por qué una novela le parece mala que por qué le parece buena?

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  20. Ahí van dos más:

    - Paradoja del interventor
    - Nembrot

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  21. Aquí hay demasiados pedantuelos reprimidos y farsantes sin vida propia que presumen de leer lo que no leen por impostura, como los que aplauden películas que les han aburrido. Por pose. Por refugiarse en la farsa. Ibáñez es insufrible. Andrés, digo. El de Mortadelo es genial.

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    1. Admite que cabe la extrañísima posibilidad de que a alguien le guste algo que a ti no te gustó.

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  22. ¡Ojalá pudiera tener el placer de equivocarme alguna vez!

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    1. No tienes masa cerebral suficiente para entender a Ibáñez. Claro que Mortadelo es cojonudo. Y Homero también.

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