lunes, 19 de enero de 2015

‘El balcón en invierno’ de Luis Landero

Leer a Landero, al menos al de esta novela, es algo parecido a echarse una de esas siestas fugaces propias de los jubilados en las sobremesas, siestas de sentarse frente al televisor antes de bajar a echar la partida, siestas de cabecear al principio, de caer con todo el equipo después…, de rezar para que un martillo neumático te arranque de ese permanente sopor, esa pesadez, ese embotamiento general de los sentidos.

La historia arranca con Landero queriendo escribir, un buen día, una novela de ficción (hay que andarse con ojo con esto, que ahora Cercas ha (re)inventado la no-novela o, como él la llama, la novela sin ficción y conviene dejar las cosas claras):

«Ayer comencé a escribir mi nueva novela, y aunque al principio las cosas iban bien, e incluso me abandoné a deliciosos raptos de euforia por la facilidad con que despachaba los primeros compases del relato, luego, al apurar la tercera Mahou de la mañana y al leer de un tirón lo que acababa de escribir, y según leía, me fui poniendo cada vez más y más triste, hasta que al llegar al final me sentí profundamente abatido, como nunca en mi ya larga vida de escritor».

Me fui poniendo cada vez más y más triste. Me sentí profundamente abatido. Lo de no saber beber, vaya. La imagen de Landero como un Bukowski ibérico, poniéndose ciego a cervezas a las diez de la mañana me gusta mucho, pero mucho mucho. No lo hacía yo tan gamberro, tan outsider. Pero se ve que sí.

«Y no, yo no quería ser oficinista, ni casarme ni echar barriga sentado ante una mesa, yo quería ser vagabundo y poeta, o marino mercante, o maquinista de tren, cualquier cosa menos oficinista».

Y míralo ahora, qué pena, echando barriga (cervecera, además), detrás de una mesa, frente a una pantalla o una máquina de escribir o, no sé, tal vez un bolígrafo (no sería el primero), peleando por sacar adelante los frutos de su desbordada imaginación. Pero no todo son peros, pues tiene, la tristeza de Landero, una razón de ser, un sentido pleno y justificado ya que la novela que escribe, que se niega a continuar y de la que nos deja un exteeeeenso fragmento, es tal que así de horrible:

«Por las tardes, después de la siesta, salía a dar un largo paseo por la ciudad. Siempre iba limpio, bien afeitado y bien vestido. A veces iba por Cuatro Caminos hasta la plaza de Castilla, otras tiraba hacia la Puerta del Sol, o hacia el Manzanares, o se desplazaba hasta las barriadas del extrarradio, aprovechando su abono gratis de transporte [¿tienen los jubilados ahora abono gratis de transporte? Preguntar a mi madre o en el bar Asturias]».

Lo que quiero decir, y con esto pretendo justificar este desatino, es que es imposible escribir semejante cosa (tendrían que leer el resto para hacerse una idea) y no morir de tristeza o de asco o de algo. O apedreado. O sin amigos. Es imposible escribir esto y no evadirte; imposible no pensar en tu madre en el balcón, por ejemplo, o volver a tu infancia y creer que tu vida, comparada con esa cosa que has escrito, tiene algo de especial o algo que aportar a la literatura.

Pero estoy divagando. ¿En qué estábamos? Ah, sí, reseñando.

Se destaca, en esta obra, el lirismo («La poesía me hizo fuerte y me asignó un lugar en el mundo»), como si esto fuera algo positivo, pero es que además es falso. Puestos a poner etiquetas, podríamos hablar mejor de documental novelado o una novela documental porque a pesar de que sí hay momentos en lo que el poeta que hay Landero muestra su colorido plumaje, también hay otros demasiados en los que recurre al más podre de los estilos, a saber: 

«Comíamos casi a diario garbanzos con repollo, tocino y morcilla, gazpacho, migas, y a veces bacalao con arroz, con patatas, con tomate, frijones, sopa de fideos con hormigas, sopa de tomate, sopa sorda de poleo, sopa de trapos, guisos de caza, ancas de rana, pan con aceitunas, pan con tomate, pan con quesadilla de cabra, pan con queso de oveja, queso de oveja con café negro portugués, aceitunas con troncho de col, buche, cachuela, pestorejo, chanfaina, chorizo de oveja modorra, caldereta, peces de la rivera, perrunillas, bolluelas, rosquillas, dulces recios y nutritivos hechos en homo de leña, pepitas tostadas de melón».

Debe suponer Landero que está su lector ávido de conocer, no ya los detalles de su lejana vida privada sino también la de sus familiares, conocidos y vecinos del Club Gastronómico Amigos del Sintrón o el Club de Fotografía “Tengo una foto para ti” o el de la Memoria Histórica A Corto Plazo:

«Muy bien expuestos tras las amplias y luminosas vitrinas acristaladas de los mostradores, había cortes maravillosos de ternera asada, de rosbif, de chuletas de Sajonia, de salami, de sobrasada, de butifarra, de jamón de Parma y de Virginia, de asado de gallo relleno de bogavante, de mortadela, de pavo con melocotones, con pistachos, con arándanos, con bayas de mirto, con trufas, con ciruelas y piñones, con setas, y había todo tipo de salchichas, de Viena, de Frankfurt, de Lyon, de Bolonia, de hígado con hierbas, y todo tipo de pasteles y hojaldres, de carne, de merluza, de berberechos, de langosta, de pulpo, de aguacate con gambas, de sesos de liebre, de mollejas de alondra, de fricasé, de sardinas con salsa de ostras, y una sección sola para los encurtidos, y otra para los quesos, […]»

Y sigue, ojo, pero tampoco es plan de subirlo todo; con uno que se aburra es suficiente. Bromas aparte (o no) esto debe ser lo que Landero entiende por “hacer evolucionar un personaje” o tal vez son trucos para modificar el contexto histórico y demostrar cuánto han mejorado las cosas (el primer corte corresponde a los recuerdos de 1950 y el segundo a los de 1964), para dar sensación de movimiento.

«Por lo demás, todos en mi familia vestían más o menos igual, los hombres chaqueta, chaleco y pantalón oscuros, de pana, de dril o de cutí, camisa clara de rayas, sombrero rígido de fieltro, pelliza en el invierno, y botines de becerro color caoba hechos a medida por los dos o tres maestros zapateros que había en el pueblo por entonces».

Zzzzzz.

Lo que más asco da, y me van a perdonar la agresividad, es que luego tenga uno que aguantar babosadas tipo las del The Huffington Post diciendo que «cualquiera con un mínimo de sensibilidad literaria gozará con esta travesía por la vida del autor» o que «No se sale indemne de su lectura». O a los de El placer de la lectura asegurando que El balcón en invierno es, agárrense, «un excepcional ejercicio de metaliteratura». No, a ver, igual no se sale indemne de los diarios de Ana Frank o de los delirios de Anna Karenina, pero de los recuerdos de Landero se sale más que indemne, se sale pitando y con ganas de hacer cualquier otra cosa. 

Y es que tenemos tanto que perdonarle a la poesía…: «Y luego, un día, no sé de qué manera, dejé de creer en Dios y me encontré creyendo en Gustavo Adolfo Bécquer».

Y todo esto sin mencionar a Paco. Que ya, si nos metemos a analizar lo de Paco, la tenemos seguro. ¿Cómo que qué Paco? ¡Este Paco!:

«[…] un día se presentó en Madrid mi primo Paco, al que yo tanto admiraba desde muy niño. Mi primo Paco, el escultor, el pintor, el inventor, el guitarrista, el torero, el zahori, el cazador y el pescador, el electricista, el mecánico, el que todo lo sabía y todo lo podía, el versado en misterios, el que no se cansaba nunca de soñar y vivir».

Paco es media novela sin ficción, medio balcón, ya se adelanto: que si Paco esto que si Paco lo otro o lo de más allá, que si ahora toca la guitarra que si ahora se hace torero. Paco y el déficit de atención o Landero y el déficit de interés o Tusquets y el déficit de rigor o Babelia y el déficit de grado superior o todos y sus déficits. Paco no era nadie, si acaso uno que le llenaba al joven Landero la cabeza de pájaros y alocadas iniciativas flamencas y al que parece ir dirigido este libro que ya podía haberse quedado en correo electrónico.

«Pero ¿cómo vas a dejar ahora la Central, un puesto tan bueno y tan seguro, para dedicarte a la guitarra? En la voz de mi madre había ya sin embargo un tono de rendición ante lo inevitable. Hablaba sin dejar de coser, aunque cosiendo más despacio. Ya sabía yo que ese Paco no tardaría en llenarte la cabeza de pájaros».

‘El balcón en invierno’ no es una travesía (si acaso por el desierto) ni un ejercicio de metaliteratura ni nada que se le parezca. Es Landero en pleno ataque de nostalgia y falta de ideas y falta de ganas y falta de interés y falta, supongo, también, de capital. Ya le puede dar Landero gracias a diosnuestroseñor por contar en este país con críticos en edades próximas a la suya y por lo tanto, queremos suponer y vamos a suponer, con recuerdos similares y similares también ataques de nostalgia de veranos de vendimias y graneros de festivas masturbaciones colectivas y ganas de joder a personal con tanto buenismo y tanta bondad y tanta alabanza de aldea y alpargata y tanto elogio de abuelo y tanta chochez y tanto volver la vista atrás y no ver nada más que siegas, hogazas de pan con tomate, verbenas o el deseo inconfesado de volver a cagar de campo y sodomizar gallinas a escondidas. A ver si deja de ser de una puta vez la nostalgia, la afectada nostalgia de lo propio, una forma de salir del paso para tanto escritor sin imaginación. 

«Era una época de libertad, casi de impunidad. Los días eran largos, las noches claras, había mucha gente yendo y viniendo por los caminos y veredas, las cuadrillas de segadores se desplegaban con sus camisas blancas y sus grandes sombreros de paja por los trigales amarillos, y uno podía vivir a su albedrío, subirse a los árboles, bañarse en la alberca, cazar ranas y grillos, perseguir perdigones, correr y correr sin cansarse jamás, incluso bajo el sol implacable de la siesta, el joven corazón invencible enamorado de la vida como quizá no volvería a estarlo ya nunca...»

29 comentarios:

  1. Es curioso como ciertos escritores vuelven su mirada huidiza hacia la nostalgia... otros hacen lo propio mirando hacia la guerra civil, la transición, el franquismo o las musarañas... todos territorios asiduos de conformistas y añorantes... Y esto resulta más patético en un momento como el actual en el que el país padece una crisis ética y económica tan importante y decisiva. Y no solo los escritores veteranos hacen esto, estoy cansado de leer obras de teatro y guiones de cine de jóvenes de 20-27 años ambientados en dichos territorios. Es como si la realidad actual les diera de lado o no tuvieran ningún comentario certero, inteligente o acerado que verter sobre la misma.

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    1. Ahora se ha puesto de moda volver al campo. De visita. En las novelas también, siempre de visita, no se nos vaya a pegar algo. Si en una novela, en su contra, pone Guerra Civil, ya ni sigo leyendo. Coincido: parece mentira, con la que está cayendo que sigamos recurriendo a lo mismo. Supongo que sí, que en los lugares comunes se asumen menos riesgos.

      Abrazo, Agapito.

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  2. Entonces, ¿qué me leo antes? ¿Los Hermanos Karamázov o esto? Jajajaja, me ha encantado la crítica: dura y certera. Buen trabajo, Tongoy. Por cierto, ¿es ud. fan de Sábato? De ser así, le invito, si quiere, a que se pase por aquí. Un abrazo :)

    http://www.ourgodsaredead.blogspot.com.es/2015/01/el-tunel-el-abismo-del-alma-humana.html

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    1. Descubrí a Sábato con dieciséis años cuando leí, sin saber dónde me estaba metiendo, Sobre héroes y tumbas. Leyendo el informe de ciegos creí saber lo que era descubrir uno mismo una obra maestra. Después, años después, leí el Túnel, pero ya fue lo mismo. Lo cierto es que no es una novela que recuerde con especial cariño. Ahora, Sobre héroes y tumbas....

      Luego me paso por allí. Gracias por el aviso.

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    2. Sábato es espectacular como escritor. Quien no sepa verlo es que es ciego. O tonto.

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    3. Sábato no sabía escribir. Nunca supo, por eso lo recubría todo con una densa capa de psicologismo inane.

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    4. Veo que consideras que Bolaño sí.

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  3. ¿Es este el Paco de Landero?

    http://youtu.be/RS_4HosMJuE

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  4. El alquimista del tedio19 de enero de 2015, 22:02

    Landero ya en su comienzo se ve incapaz de escribir una novela y si, va a lo fácil y Landero que sabe escribir entre recuerdos y mucha melancolía puebleril se saca de la manga este librito que a sus coetáneos les gustará mucho.
    No es si mejor novela, Absolución o Juegos. ..son mucho mejores,
    Si de esta novela tan pavisosa no se sale indemne de Jota Erre ni os cuento
    Creo que reseñé esta novela en mi blog hace unos meses, por si alguien le quiere echar un ojo, o los dos

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    1. NO te costaba nada poner el link, alquimista, está feo hacernos trabajar. ;)

      (http://www.devaneos.com/libros/el-balcon-en-invierno-luis-landero-2014/)

      Veo que, en general, te gustó. Hummm. Yo es que a la prosa de Landero no le veo nada especial, honestamente, más allá de la corrección de manual.

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  5. Jajajaja. Buenísima reseña. Hila fino últimamente, qué risa.
    Yo de Landero leí la del guitarrista. Me la recomendó un amigo, pero no dejé de hablarle a pesar de ello.

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  6. Más de una vez has expresado tu odio por la poesía, Tongoy, así que ahora no te quejes si no sabes apreciarla. A mí lo de "había todo tipo de salchichas, de Viena, de Frankfurt, de Lyon..." me ha estremecido.

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  7. Hola Tongoy.

    Más alla de que la prosa nos guste a unos más que a otros, más allá de que esta novela sea un tanto oportunista, en lo que sí coincido es en que hay por ahí novelas como esta de marras que reciben unas reseñas hiperbólicas, desmedidas.

    No es esta la mejor novela de Landero, sí que se sale indemne de ella -tanto que si la lees al tiempo que cabeceas la lectura de esta novela resulta enriquecedora y reparadora- y no es ni de lejos, para mí, una de las mejores novelas del año pasado, y es ahí donde el marketing e intereses de todo tipo sirven para encumbrar esta novela sin ficción (y sí, quizás con muy poca imaginación) hasta unas cumbres que no se merece ni de lejos.

    Decía un día Olmos que en Un centrímetro de mar, Ferrando agotaba el tesauro marino (cierto). En este Balcón [...] invierno, Landero agota, o casi, el tesauro rural (lo rural está de moda: Intemperie, Alabanza, Es un decir, ahora éste), y ahí sí que resulta cansino.

    Respecto al enlace (por cierto, si mi blog pasa a ser una lectura habitual pues...), tras Jota Erre estoy un poco flojo, desganado hasta para hiperlinkear, y todo lo que leo me parece una caca, así que para quitarme el mono hoy comienzo Los Reconocimientos, que por cierto ¿te gustó más o menos que Jota Erre? ¿O no se puede comparar?.

    Un placer leerle, como siempre. Lo he dicho por ahí en algún sitio. Si Podemos es el faro de la izquierda, La Medicina sería ese Cirio Virtual, que ilumina en la oscuridad al lector pérdido entre aludes de libros (infumables la mayoría).

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    1. A lo rural habría que sumar el "Por si se va la luz" de Lara Moreno (http://lamedicinadetongoy.blogspot.com.es/2013/10/por-si-se-va-la-luz-de-lara-moreno.html). Conste que yo no tengo problema con que las novelas se ambienten en el campo. Es un campo minado de posibilidades, el campo. Je. Lo cargante es esa afectación tan poco natural y que el tema de la novela sea uno camino del monte (Olmos, Moreno) o volviendo al monte (Landero en el recuerdo) o haciendo cosas propias del monte (así Carrasco y el arreos del burro). En el monte pueden pasar cosas terribles. Ahí, un tanto extremo, tenemos Knockemstiff o El gran cuaderno y a otro una de mis novelas preferidas que aprovecho nuevamente para recomendar: "la niña que amaba las cerillas" de Gaetan Soucy donde el campo sí tiene una importancia vital, sin ser el tema de la novela.

      Sobre Gaddis... bueno, hace más de un año que terminé Jota Erre y sigo sin poder quitármelo de la cabeza. Todo lo comparo con JR ergo todo es una mierda. Y así nos va. Los reconocimientos que, en justicia, no deberíamos compararla, no sólo porque es una primera novela (y como tal adolece de ciertos excesos) sino porque tiene otro planteamiento diferente al de JR, me gustó menos. LR es un 9,5. JR es un 12. Ambos sobre diez. Con todo, es puro espectáculo. Veo que te van los ladrillos, ¿has leído El plantador de tabaco?

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  8. Eduardo Mendoza es un buen escritor, pero nadie lo diría si la primera novela que se lee de él fuera Mauricio y las elecciones ... o alguna de las últimas cosas que ha publicado. Quizá lo mismo sucede con Landero (que, como Mendoza, también me parece un buen escritor). Yo recomendaría empezar por Juegos de la edad tardía o El mágico aprendiz ...

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  9. Cierto, puede ser un campo minado de posibilidades o lleno de boñigas de oveja.
    Ok. La niña que amaba las cerillas, me lo apunto, Knockemstiff del Pollo(c)K este también.

    Intemperie lo leí,disfruté y reseñé http://www.devaneos.com/libros/intemperie-jesus-carrasco-2013/

    Por si se va luz no me apetece leerlo.

    El plantador lo leí sí y disfrute creo, al releer mi reseña http://www.devaneos.com/libros/el-plantador-de-tabaco-john-barth-2013/

    El de Olmos, por mi parte cero Alaban-zassss
    http://www.devaneos.com/libros/alabanza-alberto-olmos-2014/

    Sí me gustan los tochos ladrilleros. Cuando acabe LR (un 9,5 me va bien) me pondré con las andanzas de Casanova, que además de pasarse la vida de cama en cama, pasó también su vida al papel, en una edición, no de bolsillo, sino de Mochila Dora la Exploradora con ruedas reforzadas de 3.800 páginas, tras lo cual me pondré con Las mil y una noches, que le tengo ganas desde hace tiempo y luego con los Ensayos de Montaigne, pero entre medias habrá algo más ligerito como Las opiniones de un payaso, algo de John Connolly (Todo lo que muere), Zweig y sus momentos estelares y si Reig, Orejudo, Torné, publican algo este año me los quiero leer también.
    Ah ,y tengo Contraluz de Pynchon cogiendo polvo desde hace tiempo en la estantería aunque igual doy prioridad a Al límite.


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  10. No sé si me extraña más el desproporcionado predicamento literario que este autor-de-peñazos ha tenido siempre en nuestro país, o el que haya aparentemente tanta gente que disfrute con tan soporíferas lecturas.

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  11. Creo que lo rural es como la leyenda del buen salvaje...que sólo es bueno para el que no sabe nada de salvajes o no vive en el campo.
    Respecto al último párrafo que nos trae, ese de "Era una época de libertad, casi de impunidad...", creo que lo que le fascina al sr. Landero no son los sombreros de paja, ni el paisaje Laura Ingalls´style, sino que era joven. Ay, amigo...ahí duele.
    Regio como siempre, sr. Tongoy. Un placer leerle.

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  12. De hecho salió recientemente en tve en paginados (Landero) y salía en su estudio escribiendo a mano el tío.
    Será cosa del lirirmo, igual. Ahora, indemne, ja!
    Igual tan hiperbólico como tachar de inane el psicologismo de sabato eso sí... si es q uno se apasionó sea la reseña de pago o no

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  13. "La imagen de Landero como un Bukowski ibérico, poniéndose ciego a cervezas a las diez de la mañana me gusta mucho, pero mucho mucho. No lo hacía yo tan gamberro, tan outsider"

    Me quedo con esta pequeña perla. Sublime.

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  14. Fetiche, ya que sacas a colación a Bukowski. Nos meteremos en harina con un interesante poema de Bukowski

    (…) Yo era un lector entonces/que iba de una sala a/otra: literatura, filosofía,/religión, incluso medicina/y geología./Muy pronto/decidí ser escritor,/pensaba que sería la salida/más fácil/y los grandes novelistas/no me parecían/demasiado difíciles./Tenía más problemas con/Hegel y con Kant./Lo que me/fastidiaba/de todos ellos/es que/les llevara tanto/lograr decir algo/lúcido y/ o interesante./Yo creía/que en eso/los sobrepasaba a todos/entonces./Descubrí dos cosas: a) que la mayoría de los editores creía que/ todo lo que era aburrido/era profundo. b) que yo pasaría décadas enteras/viviendo y escribiendo/antes de poder/plasmar/una frase que/se /aproximara un poco/a lo que quería/decir./Entretanto/mientras otros iban a la caza de/damas,/yo iba a/ la caza de viejos/libros,/era un bibliófilo, aunque/ desencantado,/y eso/y el mundo/configuraron mi carácter. (…)La vieja Biblioteca Pública de Los Ángeles/seguía siendo/mi hogar/y el hogar de muchos otros/vagabundos./Discretamente utilizábamos/ los/aseos/y a los únicos que/echaban de allí/era a los que/se quedaban dormidos en/ las/mesas/de la biblioteca; nadie ronca como un/vagabundo/a menos que sea/ alguien con quien estás/casado. Bueno, yo no era realmente un/vagabundo. Yo tenía tarjeta de la/ biblioteca/y sacaba y devolvía/libros,/montones de libros/ siempre hasta el/límite/de lo permitido: Aldous Huxley, D.H. Lawrence, E.E. Cummings, Conrad Aiken, Fiódor Dostoievski, Dos Passos, Turguénev, Gorki, H.D. Freddie Nietzsche,Schopenhauer, Steinbeck,Hemingway…

    Siempre esperaba que la bibliotecaria/me dijera: “que buen gusto tiene usted,/joven. pero la vieja/puta/ni siquiera sabía/quién era ella,/cómo iba a saber/quién era yo. Aquellos estantes contenían/un enorme/tesoro: me permitieron/descubrir/a los poetas chinos antiguos /como Tu Fu y Li Po/que son capaces de decir en un/verso más que la mayoría en/ treinta o/incluso en ciento./ Sherwood Anderson debe de haberlos/leído/también./También solía sacar y/ devolver/los Cantos/y Ezra me ayudó/a fortalecer los brazos si no/el cerebro./ Maravilloso lugar/la Biblioteca Pública de Los Ángeles/fue un hogar para alguien que había/tenido/un/hogar/infernal/(…). Probablemente evitó/que me convirtiera en un/suicida,/un ladrón/de bancos,/un tipo/que pega a su mujer,/un carnicero o/un motorista de la policía/y, aunque reconozco/que/puede que alguno sea estupendo, gracias a mi buena suerte/ y al camino que tenía que recorrer, aquella/biblioteca estaba/allí cuando yo era/joven y buscaba/algo/a lo que aferrarme/y no parecía que hubiera/mucho”.

    Creo que tanto a Bukowski como a Landero, ese par de outsiders bandarras, siempre caminando por el lado más salvaje de la vida (sí lo rural a veces se toca con lo salvaje y no hablo de zoofilias gallináceas), más allá de ponerse ciegos a birras o a whiskis, fue la droga de la literatura, los libros, las bibliotecas -el ansia viva que otros muchos padecemos- aquello que los apartó del exterminio etílico.

    Jesús. Hoy Jupiter, Absolución o Juegos de la edad tardía, no los consideraría peñazos. Absolución en concreto es muy divertido.

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  15. Estoy de acuerdo con el último comentario, aunque diría que El mágico aprendiz es quizá más divertida incluso que Absolución. Por cierto, hay que tener valor para reivindicar aquí y ahora a Landero (y también para transcribir el poema de Bukowski ...)

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  16. Jose Pedro.
    A mí Landero me gusta tanto vilipendiarlo si es menester, como valorizarlo cuando procede, además, es uno de mis escritores de cabezada perdón, de cabecera.
    Esta última novela no me ha gustado mucho, pero Absolución sí, http://www.devaneos.com/libros/absolucion-luis-landero-2012/

    Y Hoy Jupiter http://www.devaneos.com/literatura/hoy-jupiter-luis-landero-2007/
    también me gustó

    Juegos de la edad tardía creo que me gustó, pero debo releerla antes de decir algo más de la misma.

    Repecto al poema de Bukowski es un copia y pega. Algo más me costado encontrarlo en la red.
    El de mágico aprendiz quiero leérmelo.

    Respecto a Eduado Mendoza, coincido en que la de Mauricio y ...no es lo de mejorcito de Mendoza. Son mejores a mi parecer La verdad sobre el caso Savolta, El laberinto de las aceitunas o Sin noticias de Gurb. La del enredo de la bolsa y la vida era graciosilla y Riña de gatos es la típica novela Planetaria.

    Hay ciertos escritores que una vez que cogen cierto estatus es difícil que lo pierdan, como les sucede a los entrenadores de fútbol, que van de cagada en cagada, cada vez en equipos mejores y cobrando más. Ciertos escritores ya consagrados saben que cada novela que publiquen tendrá a la ¿crítica? de su parte, panegíricos en todos los suplementos culturales y un público que está más pendiente del nombre del autor que de otras cosas. En la literatura casi todas las tendencias son alcistas. Mi abuela se acaba de leer el de Marías y me ha dicho que psssssssssssss. Y eso que lee bastante más que yo. Así que...


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    1. Sí, es verdad que pasa lo que describes ...y también sucede que, cuando una o dos novelas de un escritor te gustan, ya estás dispuesto a leer lo que vaya sacando o lo que vaya cayendo en tus manos, como quien cumple gustosamente con una tradición. A mi me sucede eso con los dos ya citados y con otros muchos (García Márquez, por ejemplo) pero no con Marías de quien no he leído nada ...

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  17. El alquimista del tedi023 de enero de 2015, 7:20

    Hola.

    Lo de leer a ciertos escritores y escritoras deviene como dices en una costumbre o tradición. Lo que explicaría el éxito arrollador y a menudo inmerecido de las sagas, como la de Larsson o ahora la de Dolores Redondo. De ésta última El guardián invisible me gustó bastante, la segunda, Legado de huesos, la leí por ver como acababa y la tercera ni me la he leído ni creo que lo haga. Con Larsson igual. No pasé de la segunda.

    El problema es que cuando eliges a un escritor, quieras o no, se establece un vínculo invisible, que se fortalece a medida que lo vas leyendo, ante lo cual es muy difícil plantearse dejar de leerlo de buenas a primeras, más allá de que unas obras suyas nos gusten más que otras y siempre acabamos concediéndole el beneficio de la duda.

    Somos animales de costumbres, para decirlo con Gomá "las costumbres son el invento que hemos descubierto los hombres para remediar nuestra finitud. Si no existieran, tendríamos que inventar el mundo cada mañana como Adán en el paraíso. Como existen, confiamos el 90 % de nuestros asuntos la costumbre, lo cual nos permite concentrar la energía y la creatividad en lo realmente importante."

    Recurrir a ciertos autores nos evita estrujarnos los sesos decidiendo qué novela leer cada mañana, qué nuevo género hollar, qué autor tendremos que descubrir cada lunes, qué país de este basto planeta va a ser objeto de nuestra atención literaria, etcétera.

    A mí de Marías me gustó Corazón tan blanco y Mañana en la batalla piensa mí. Pero luego no he vuelto a leerlo y ahora me da pereza hacerlo.

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    1. Aparte de los que se leen por tradición o por costumbre, para cada lector hay unos cuantos escritores que son un valor seguro al que puede volver cuando está cansado de descubrir novedades o cuando lleva un tiempo sin disfrutar de la lectura y quiere reconciliarse con la literatura. A mi para eso me funciona muy bien Robertson Davies, que también es muy de sagas. A los dos que mencionas (Larsson y Redondo) tampoco los he leído porque no me atrae la novela negra ...

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