Que en este país tenemos un problema con la calidad, empieza a ser evidente; que lo tenemos con la imaginación, parece que también.
La novela que hoy nos ocupa trata sobre la lucha por la supervivencia, que es una cosa tan original que lleva de moda como setenta años en la literatura y cien mil en la naturaleza. Si no te cae un meteorito, se llena el planeta de tierra, polvo, ceniza o hielo o se te mueren las lechugas y si no es eso es un virus que deviene en pandemia o los muertos que reviven o que se retrasa otra vez la edad de jubilación. En alguna parte hay un catálogo de desgracias al que los escritores de género recurren cada vez que piensan publicar un libro; esto da como resultado tropecientos mil novelas idénticas en las que lo único que cambia es el nombre del barco en el que los protagonistas se refugian para echar el polvo de las tres. Curiosamente, por alguna misteriosa razón (de esas que tanto les gustan a ellos) toda esta gente a la que, en un arrebato de generosidad, llamaremos escritores, no se acusan los unos a los otros de plagio, no se denuncian ni se dan palizas por la calle. Al contrario: aceptada su falta de originalidad, se reconocen mutuamente los méritos, caso de haberlos. Dicen: gracias a fulanito, zutanito y menganito que han sido fuente de inspiración, ayuda y ha dirigido, desde el cielo en que habita, mis pasos. Y después llega el listo del editor y menta, en la faja o contraportada (ya no las distingue uno, la mitad de las veces) a la madre del cordero y a Philip K Dick, Ballard o John Windman. Y tan anchos. Después sólo queda esperar que suene la flauta y, promoción editorial mediante, se te haga el libro famoso, que del resto ya se ocupa la falta de criterio de la gran mayoría de los lectores de género y la ignorancia del vendedor de libros (casi se me escapa la palabra librero) de El Corte Inglés, como aquel que, recomendaba hace apenas unos días los libros de Dolores Redondo como lo mejor que se hacía actualmente en materia detectivesca: vea, si no me cree, decía, que van por la 24ª edición, que como prueba de la estupidez general es irrefutable. Pero hablábamos de Juan Carlos Márquez y su último libro: Los últimos que, como prueba de falta de imaginación, también.
La cosa, ya se imaginarán, va del fin de mundo.
Algo hace bluf o chis o paf o fiu, una luz cegadora (un disparo de nieve), fulmina todo lo que pilla al sol del membrillo, dejando como únicos supervivientes aquellos a los que ese día no les tocaba sacar el perro. Siendo yo chaval había un comic en el que esto mismo, o parecido, le pasaba a quienes en determinado fatídico momento no tenían la suerte de estar bajo el agua. A partir de ahí, en la novela de Márquez, la vida ni es vida ni es nada y andan todos con bombonas de oxígeno y mascarillas y peceras en la cabeza. Y todo bien hasta que mal, que es más o menos cuando los humanos empiezan a mutar y acaban todos zombies perdidos dándose al canibalismo más extremo. De ahí a correr delante de los walkingdead de turno y rendir tributo a Cormac McCarthy hay un único paso que el amigo Márquez da con una ligereza pasmosa. Como estará de mal la cosa que nuestro grupo protagonista pone rumbo al planeta Marte, toda vez que éste se ha convertido en la última esperanza de la exigua humanidad. Allí también pasan cosas, pero si cuento más detalles me denuncian fijo.
La novela tiene forma de diario. El protagonista deja por escrito, unos días sí y otros días no, aquello que puede ser de interés general para generaciones venideras. Por ejemplo:
«La radio dejó anoche de emitir. No hubo consejos ni listas de supervivientes. Solo la repetición de Have I told you lately that I love you, de Van Morrison. La misma canción una y otra vez. Tras eso, silencio».
Y gracias que no era Camela. Pero no, claro, esto (siendo esto la acción) está necesariamente ambientado en Estados Unidos o a estas alturas ya estaríamos sin novela, que aquí naves espaciosas no tenemos. Esa es otra: como estará de mal la literatura en este país que no la queremos ni de música de fondo.
El caso es que siendo como es la novela un visto y no visto (pocas páginas, entradas cortas de diario y otras cosas tan-de-ir-al-grano) el resultado es inevitablemente una producto ágil que juega a satirizar el género de la ciencia ficción, llevando al extremo de lo [in]creíble todas aquellas posibilidades a las que otros muchos escritores dedican, han dedicado y sin duda dedicarán cientos y cientos y miles y millones de páginas. Esto lo digo como un cumplido. Si no vas a aportar gran cosa, al menos no obligues al lector a perder demasiado tiempo.
Pero.
Pero mezclar argumentos, por más que estos pongan en evidencia o ridiculicen los tópicos del género, no demuestra imaginación sino cierta habilidad para la macedonia.
Resumiendo: novela entretenida, más bien gracias a su estructura que a su argumento, que deja al lector unas veces con ganas de más y otras veces con ganas de menos pero que en general pasa por el cerebro lector sin pena ni gloria, siendo el entretenimiento de un sábado noche a la vez que una pieza, un engranaje más de esa inmensa maquinaria que se retroalimenta y fabrica subproductos y genera, también, residuos en forma de reseñas que hablan de escritores de referencia y novelas ejemplares y otras cosas, sí, del querer.
Me encanta el olor de las reseñas cenutrias por la mañana.
ResponderEliminarLo que sea por alegrarle el día.
EliminarEstoy de acuerdo. Márquez es un buen escritor, pero esta novela no es gran cosa. Eso sí, me decepcionaron más que la novela, las reseñas alocadamente elogiosas que se han publicado. Puede ser más o menos entretenida, tener cierto estilo, venga, apurando un poco, y digamos que aportar algo de ironía al genero, lo acepto. Pero de ahí a lo que se ha escrito por ahí...
ResponderEliminarEs que en general, la ciencia-ficción apesta. Iba a decir 'ciencia-ficción contemporánea' pero no, hay tantísima fulaña clásica escrita en este género que no hay que reducir a la actualidad. Y que conste que no lo digo por este libro, que no he leído y no creo que lea, pero se pueden contar con los dedos de una mano los autores que merecen la pena. Claro que eso tampoco es exclusivo de la ciencia-ficción. En fin, más suerte con el próximo y gracias por el aviso.
ResponderEliminarEsto de la falta de calidad y de imaginación me trae a la memoria La Joven Ahogada, del que pude llegar solamente a la página veinte. Un pestiño, un timo. Debe ser algo epocal.
ResponderEliminarPues fíjese que, aunque en su momento esa novela no me volvió loco, con el tiempo la voy recordando con cariño. Puede que vuelva a leerla por aquello de salir de dudas.
EliminarEstoy resarciéndome con El quinto en discordia, de Robertson Davies, que es obra maestra.
ResponderEliminarLo tengo pendiente desde hace tiempo. Me lo anoto para enero. En serio, quiero decir, no como hasta ahora.
EliminarMenudo mediocre y chupapijos el Márquez, más dedicado a los amiguismos y a las redes sociales que a escribir algo mínimamente original o con personalidad.
ResponderEliminarEn 5 años, nadie sabrá quién es.
Algunos (y algunas), es que se empeñan en ser escritores y venga y venga y nada,mi Derbi Antorcha arrancaba mejor. Jo,yo hace tiempo que me dí cuenta de que se me daba mejor el macramé. Y tan contento,oiga.
ResponderEliminarYo creo que el problema está en las editoriales (y el de las editoriales en la sociedad y el de la sociedad en... ¿se me entiende?) pero si uno se da cuenta de que se le da mejor el macramé y deja de escribir, puede que sea un cobarde, no un mal escritor. Escribir exige años de dedicación y esfuerzo en los que hay que comer y muchos deben publicar cosas mediocres porque les ayuda a comer, si las editoriales/etc no lo hicieran e, importantísimo, tuviéramos becas de verdad para escribir, la calidad de la literatura podría mejorar. En resumen, el problema no es que alguien se empeñe en ser escritor y no le salga, el problema es que haya que leerlo, que no, pero el esfuerzo, en general me parece elogiable y si usted intentó escribir -hasta su encuentro con el macramé- debe saberlo de primera mano.
EliminarYo qué quieres que te diga,después de La carretera,¿cómo pretendes que me lea una apocalíptica de uno de Bilbao? Si todavía fuera de fantasmas...
ResponderEliminarJajaja, lo has clavado.
EliminarÉste va por ahí contando chistes acerca del día en que vaya a Estocolmo a recoger el Premio Nobel. Resulta patético, porque ves cómo el tío se cree que algún día conseguirá algo grandísimo. En fin, Serafín, ya está tardando en aparecer por aquí con nombre y apellidos.
"una luz cegadora (un disparo de nieve)", ojalá por lo menos que me lleve la muerte?
ResponderEliminarTe ha salido la vena cubana, blodel?
Por lo demás, lo de siempre: qué asco me das cuando te gustas.
Me levanté musical ese día.
Eliminaryo también te quiero.
Jomío, qué benévolo siempre con este chupagaitas.
ResponderEliminarHombre, tanto como benévolo... que tampoco es un Daniel Gascón.
Eliminar"No había niños esperando el autobús del colegio. Ni madres que arrastran de la adolescencia el pelo húmedo y los labios muy pintados. Ninguna huella de la coreografía de coches que a primera hora enfilaban la avenida marcha atrás desde los garajes."
ResponderEliminarJojojo... Chúpase esa, McCarthy. Aprende, aprende a escribir y a deslumbrar. En tu libro no aparecen madres arrastrando de la adolescencia el pelo húmedo y los labios muy pintados, ni coches coreógrafos. Si es que no sabes, macho. Ha tenido que venir El bilbaíno a darte una lección.
Pluralidad de opiniones: http://www.saltodepagina.com/breves/los_ultimos-85/
ResponderEliminares la página de la editorial, ?puede decir algo malo?
EliminarGracias, Juan Carlos. Tardabas en aparecer.
EliminarTodas esas reseñas, y lo sabes bien (¿por qué no incluye tu editorial la del autor de este blog?), son producto de años chupando suelas a los individuos e individuas adecuados, de dar y obtener favores en la blogomafia.
Que te aproveche, majo. En el fondo, por desgracia, cada uno sabe quién es. Cada mañana el espejo se lo escupe.
"Blogomafia", "años de dar y obtener". Pásanos el número de tu dealer que le queremos felicitar por lo bien atado en corto que te tiene.
Eliminar¿La editorial no pone la reseña? Hombre, sólo faltaba. Está en su derecho de no publicitar reseñas cenutrias. Tongoy se ha comido -o bien interesadamente, o bien porque lee en diagonal todo o casi todo- la lectura sobre los orígenes, la familia y otros muchos detalles no convencionales en el género que hacen del libro algo más que -en sus palabras- "lo mismo de siempre".
Se dice chupando pollas, no chupando suelas. No seas antigua, Antonia, que parece que acabas de llegar del pueblo y te van a regalar una estufa de leña.
Al rincón, que eres tonto.
Estoy de acuerdo. NO tiene sentido pedir a la editorial ni al autor que suban estas reseñas. NO mientras se dediquen a vender libros, al menos.
EliminarY yo no me he comido nada; igual es que algunos ven de más.
Jo con el mismo anónimo, qué pesado. Ya sabemos que no te cae bien. Déjalo.
ResponderEliminarYo de este hombre solamente he leído el de Norteamérica. No me pareció malo. Tampoco buenísimo. Un poco engolado y pretencioso, pero con interés suficiente como para esperar unos años y volver a probar con otro libro suyo. ¿Mejor, peor? Mala leche aparte, me ha dado la impresión de que es una reseña "positiva"... en conjunto.
ResponderEliminarBueno, no quería dar esa impresión. Desde luego no es una novela que recomendaré.
EliminarYo como dice el otro anónimo, el de las citas, lo que no aguanto de estos escritores apocalípticos es cuando se ponen cursis. Añado más citas:
ResponderEliminar“¿Estás ahí?, susurró. ¿Te veré por fin? ¿Tienes cuello por el que estrangularte? ¿Tienes corazón?”
“La luz diurna cruda y fría colándose por el tejado. Gris como su corazón”
“El corazón me lo arrancaron la noche en que el nació”
“Porque yo ya estoy harta de mi prostituido corazón”.
Como cantaba Wlly Deville: Demasiado corazón, ¿no?
¿De verdad nos vamos a leer un libro apocalíptico, con lo visto que está eso, que contiene frases como estas? Pero los editores estos qué se creen, ¿que nos las van a meter siempre dobladas?
De Anónimo a Anónimo: el problema no es de las novelas apocalípticas. Si te lees las buenas, no encontrarás esta bazofia que acabas de transcribir. Así escriben maestrillos de la escuela de escritores esa. Los tres o cuatro que publican (gracias a la chupada de pollas a la que aluden más arriba), se dedican a pontificar desde su púlpito a pobres incautos. Imagínate al individuo este en cuestión, corrosivo donde los haya con sus alumnos (me consta), enseñando al personal a escribir como él, poniéndose de ejemplo todo el rato. Para abrirse las venas.
EliminarEstimado anónimo de las 11:09, soy David Pérez, que escribió el anónimo de las 21:45, el de las citas del libro. No me gusta escribir en los blogs como anónimo, pero me apeteció hacer un experimento. El mismo anónimo de arriba, el de la cita del libro de Márquez: "No había niños esperando el autobús del colegio. Ni madres que arrastran de la adolescencia el pelo húmedo y los labios muy pintados. Ninguna huella de la coreografía de coches que a primera hora enfilaban la avenida marcha atrás desde los garajes.", dejó esta misma cita en mi blog en la reseña sobre el libro de Márquez, cita que le parece cursi y chabacana, y pondera la maestría de Cormac McCarthy para escribir novelas apocalípticas.
EliminarLas citas que ha leído, las mías (las de los corazones), digo que son de uno de estos escritores apocalípticos, pero juego a la ambigüedad para que parezcan que son de Los últimos, cuando están sacadas de La carretera de McCarthy. Y aquí está el experimento: cómo percibe alguien lo bueno o lo malo en función de sus prejuicios. Si estaba usted pensado que el gran apocalíptico es McCarthy vea que también escribe frases cursis. Lo que usted percibe como “bazofia” está escrito por McCarthy.
De hecho, no me gusta la técnica de entresacar alguna frase de un libro para desacreditarlo. Todos los libros tienen frases desafortunadas y la gran literatura está por encima de eso.
La carretera es una novela escrita en serio, y Los últimos es una novela irónica, hay que leerlas según sus códigos. La carretera me gusta aunque quizás me pareció que fue un tanto exagerado el bombo que se le dio, no me pareció una obra maestra tan grande en relación a su contexto comparativo. Los últimos no ha tenido (ni va a tener) ninguna repercusión tan amplia y la comparación entre las dos obras me parece fuera de lugar. Los últimos es un libro divertido, que juega al posmodernismo trastocando los códigos de géneros aparentemente menores de forma irónica.
Sobre cómo se publica: puede que lo que apunta sea cierto, que el amiguismo influya, pero tenga por seguro que si lo que escribe alguien merece realmente la pena se publicará en un sitio u otro. Que esto tenga alguna repercusión pública ya es otra historia.
Saludos
El comic que mencionas no es un comic, es una novela: Mecanoescrito del segundo origen. Aunque también podrías estar mezclando esa novela con el comic El Eternauta, solo que en este caso era una nevada la que mataba a la humanidad y solo se salvaban los que tenian las ventanas cerradas. Vamos, que es un argumento muy usado.
ResponderEliminarAnda, pues puede ser. Leí Mecanoescrito hace como treinta años y el eternauta, una parte, no hace tanto, cuando se reeditó. Gracias, era una duda que tenía ganas de resolver.
EliminarNo conozco la novela de Márquez pero la crítica no la entiendo mucho y desde luego no me ayuda a saber más del libro. No encuentro explicación que vincule el cuerpo de la reseña y el resumen final. ¿Cómo se puede decir en el último párrafo que es una novela entretenida cuando se ha venido diciendo hasta entonces que es, básicamente, una mierda? ¿Cómo lo puedo interpretar?
ResponderEliminarYo no he dicho que fuese una mierda. Una novela es entretenida cuando entretiene pero yo de Márquez a estas alturas esperaba un poco más. Un poco bastante.
EliminarLo que le pasa a Márquez es que se cree novelista y no llega a cuentista.
ResponderEliminarEscribir una novela no es "juntar cachitos".
¡Bingo!
EliminarLa mafia cuentística española se dedica a despotricar de los novelistas con saña, pero sus integrantes se mueren por publicar novelas. Como no saben escribirlas, intentan colarnos libritos de relatos bajo ese nombre.
Ya no se molestan ni en llamarlas "nouvelle" (pedantes, más que pedantes). ¿Una novela de 100 páginas, con uno o dos párrafos por hoja? ¡Ay, qué listos son, y qué tontos los demás!
Me encanta la miserable condición humana a través de los anónimos que comentan en este blog. La mía también. Y la de Tongoy, que se está erigiendo un monumento como pope de miserables y ruines escritorzuelos. Yo soy uno de ellos. Para mí que Tongoy y Márquez están enamorados el uno del otro como buenos machos alfa. Os amo.
ResponderEliminarHola Juan Soto.
EliminarNo, chavales, lo que le pasa a JC es que es de Bilbao, y uno de Bilbao si quiere escribir una mierda de novela va pues y escribe la novela más truño de la historia mundial, porque uno de Bilbao puede hacer lo que le salga de sus santos cojones y ser lo más en todo.
ResponderEliminarEso, si uno de Bilbao quiere ser el mayor chupaculos de el mundo, lo es y punto. Con dos cojones ostia!
ResponderEliminar¿Por qué no dejáis ya en paz al pobre Juan Carlos Márquez y os dedicáis a hablar de la sobrevalorada Elvira Navarro o del petulante Patricio Pron, carroñeros?
ResponderEliminarMárquez, Márquez, Márquez... para, que se te ve el plumero.
Eliminar10 de diciembre, Tongoy. Por segunda vez t lo digo
ResponderEliminardéjate de fruslerías y comentanos algo de interés (bernhard gaddis aparte) q tienes unas fijaciones...Además lo tienes, dijiste, no? Sin perdón
no, ahora en serio, sin perdón
Vale, me rindo. Me acabo lo que tengo entre manos y me pongo a ello.
EliminarEl problema de Márquez es que no tiene humildad. ¿Divertido? Lo es. Cuenta chistes y todo, pero le falta mucho para ser Dios, ni siquiera para ser un dios en el Olimpo. Pero halando de su prosa, aunque no lo haga ni bien ni mal, regularcillo, se nota el taller de escritura, sus técnicas, más que el don.
ResponderEliminarUn disparo de Nievi...
ResponderEliminarEste es que se pensaba que podía hacer Cenital siendo un vago.
ResponderEliminarEn los mentideros literarios de utiliza mucho la expresión "tienes la boca más sucia que Juan Carlos Márquez"
ResponderEliminarJoder, se nota que le tenéis inquina y envidia. Os lo habéis tomado muy por lo personal... está claro que le conoceis y os jode su forma de ser. En esta crítica, desde luego no se ven los fallos de esta novela sino la inepcia del mal crítico, que se cree que insultar es el resultado lógico de un análisis con criterio.
ResponderEliminarLa novela de Marquez es una crítica total, por eso el desfase y el absurdo de meter Disney world y Marte. Es una crítica a este mundo donde todo vale, al idílico mundo de la publicidad. Por supuesto con esta distopía el autor aprovecha para cagarse en todas las cursilerías y "mundos naive" maravillosos donde todos cumplimos el papel perfecto. Está maravillosamente escritq, de forma original y diferente, pero el que ha escrito este post tiene el ego atrofiado, seguramente no ha escrito nada decente en su vida, y lo supongo porque no sabe apreciar las metáforas, la ironía, las verdades detrás del aburdo, la paradoja y lo quijotesco.
No está hecha la miel para la boca del cerdo.
Dice J.C en sus páginas: este tiempo que nos ha correspondido vivir es, más que nunca, un tiempo de vacíos y negaciones.
Pues sí, seguid buscando el vacío en el de al lado para no ver el propio, negaros vuestra idiocia al no saber distinguir una obra buena únicamente porque no la habéis entendido. Sois dentro del rango de los bobos, los más irritantes porque os creeis eso, que si no entendéis algo, entonces es que no es bueno.
Y ahora censuradme, o que el tordo ese que cada vez que sale un anónimo diga, "eres tu, Juan Carlos!!",
Al dueño de este post, deshazte de tus fantasmas y haz algo más creativo y productivo.
Este post es para subrayarlo entero.
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