miércoles, 2 de julio de 2014

“Picnic extraterrestre” de Arkady y Boris Strugatsky

Al tema. 

Permítanme un exceso: “Picnic extraterreste” es cojonuda.

No descubro nada, era público y notorio, al fin y a cabo la historia que se cuenta en la novela sirvió de base para hacer una película que hoy está considerada una obra maestra y no sé cuántos videojuegos y seguro que también alguna pulserita. No se llega a esto así como así. Me refiero a Stalker (ambas adaptaciones bastante libres) ya saben, la película rusa esa tan rara que no hace mucho fue llevada a la literatura por Geoff Dyer con el nombre de “Zona (un libro sobre una película sobre un viaje a un habitación)” y unas aventuras gráficas, o como demonios se llamen, ambientadas en Chernóbil o por ahí.

Libros que generan películas que generan otros libros… no me digan que no es genial. Bueno, pues todo empezó aquí, aunque la contra de “Zona” se haga la tonta y no le reconozca el mérito.

“Picnic Extraterrestre” está situada en Canadá, concretamente en un lugar imaginario llamado Harmont que, al igual que otros cinco lugares del mundo, fue “visitado” por los marcianitos hará cosa de treinta años. Llegaron y se fueron y dejaron todo hecho unos zorros, de ahí el acordonamiento, el control militar y los laboratorios de investigación. Stalker es el nombre que reciben quienes entran en la zona en busca de objetos que, como otros dejan basura cuando van de picnic, dejaron los visitantes durante su estancia en la tierra. Ni que decir tiene que los objetos son, como poco, peculiares (tecnología que no acaba de ser entendida aunque en algunos casos sí utilizada) ni que la zona está lejos de ser un lugar habitable y seguro, especialmente para los Stakers, que han hecho de esto una forma de vida que ven peligrar en el momento en el entran en escena los señores de corbata e iniciativas, que es una plaga que no respeta nada, ni la artesanía de un lento suicido.

«El problema es que no nos damos cuenta de cómo se van los años, pensó. Al diablo con los años; no nos damos cuenta de que todo cambia. Sabemos que todo cambia, nos enseñan desde chicos que todo cambia y vemos cambiar las cosas con nuestros propios ojos, muchas veces; sin embargo somos totalmente incapaces de reconocer el momento en que el cambio se produce, o lo buscamos donde no está. Ahora hay nuevos merodeadores, creados por la cibernética. El antiguo merodeador era un tipo sucio y sombrío, que se arrastraba centímetro a centímetro por la Zona, de panza, con tozudez de mula, juntando su botín. El nuevo merodeador es un pisaverde de corbata fina, un ingeniero que se sienta a dos kilómetros de la Zona con un cigarrillo en la boca y un buen vaso al lado, sin nada que hacer, salvo vigilar unas pocas pantallas. Un caballero a sueldo. Muy lógico. Tan lógico que a nadie se le ocurren las otras posibilidades. Pero hay otras posibilidades: la escuela dominical, por ejemplo.
Y de pronto, desde la nada, surgió una oleada de desesperación que lo tragó por completo. Todo era inútil, sin sentido. Dios mío, pensó, ¡no podremos hacer nada! ¡No tenemos fuerzas para combatir esta plaga! No porque trabajemos mal, ni porque ellos sean más inteligentes, sino porque así es el mundo; y así está el hombre en el mundo. Si nunca hubiéramos tenido una Visitación habría sido otra cosa. Los cerdos siempre encuentran el barro».

“Picnic extraterrestre” significó mi reencuentro con la ciencia ficción tras muchos, muchos, muchos, ¿tantos?, años. (Siempre y cuando no tengamos en cuenta el collage de Vandermeer (ver el desastre en reseñas anteriores)). Feliz reencuentro. Picnic no es una novela que destaque por nada en especial (si acaso esa idea, esa premisa, esa genialidad propia de los argumentos más simples) pero que tiene todos los ingredientes para atrapar y seducir a un lector ávido de historias que sean algo más que refritos de otras pero sobre todo por lo que decía hace medio segundo: es que todo tan sencillo... Es que, si lo piensan, estamos hablando de hombres rebuscando en la basura ajena. Así de fácil y así de apasionante. Si es que no se puede hacer más con menos. En serio. Pasear por Hamond, Canada, como si fuese la cara oscura de la luna, rastrear con tornillos, gelatinarse las piernas.... todas las maravillas imaginables sin salir del pueblo. 

Si gustan, les invito a descubrir y a pasar un buen rato en compañía de esta estupendísima novela. Si quieren, o si pueden porque, verán, “Picnic extraterreste”, que así es como se titulaba la edición de Emecé de 1978, está descatalogada, como también lo está la de Ediciones B de 2001. Todo descatalogado. He buceado en librerías de segunda mano y en bibliotecas. He mirado incluso debajo de las alfombras. Nada. Cero. Se los ha tragado la tierra. Afortunadamente parece que la editorial Gigamesh planea reeditarla, no sé si en breve o no pero en cualquier caso es una noticia que debe ser celebrada como se merece, siendo esto algo todavía por decidir. Claro, existen alternativas, digamos, eh, gratuitamente tramposillas, (no seré yo quien les invite a delinquir), pero está la cuestión de la traducción, que merece una revisión y, ya saben, lo habitual, el encanto del papel y tal y casi mejor esperar. O no, qué coño. Hagan ustedes lo que crean. 

Gigamesh date prisa.



15 comentarios:

  1. Hace usted muy bien en volver a la ciencia ficción. Una fantasía, por mal escrita que esté, siempre es más atractiva que los ampulosos ombligos de muchos de nuestros novelistas. Los Strugatski, además, son la repera aun (o sobre todo) si prescindes de la "clef" del "roman". Le recomiendo "El lunes empieza el sábado" una divertidísima sátira aunque no sea propiamente ciencia ficción. Este lo editaron los de Nevsky Prospects hace poquito. Y le animo, si está con ganas, a echarle un vistazo a Cordwainer Smith

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  2. Divertidísima, dice? Menuda mierda el divertimento.

    Quique

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    1. Para divertida Las sirenas de Titán, Quiquiño. Apúntala por ahí.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Gracias por tu amable sugerencia Quique. Hubiera bastado con un simple "no me parece divertido" o un más osado "creo que tiene usted un gusto peculiar que no comparto". Pero bien, esa contundente "mierda" lo deja todo mucho más claro.

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  5. Perdona, JL. Me refería al humor en general. No me gusta el humor mezclado con la literatura. Humor=caca. Era más un comentario que una respuesta. Mil perdones, pues.

    Quique

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  6. Hola, chicos, ¿qué tal? Soy Nacho Rabadán. Trabajo en Galaxia Gutenberg. Me gustaría pasaros info del nuevo libro de Jordi Carrión, Los huérfanos. ¿No tendréis un mail donde poder contactaros? Abrazos y gracias,
    Nacho

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    1. Hola Nacho. Puedes escribirme (este blog es de una sola persona) a carlosglez27 arroba gmail.com

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  7. Hola, chicos, ¿qué tal? Soy Nacho Rabadán. Trabajo en Galaxia Gutenberg. Me gustaría pasaros info del nuevo libro de Jordi Carrión, Los huérfanos. ¿No tendréis un mail donde poder contactaros? Igual le interesa repetir. Abrazos y gracias, Nacho

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  8. Esto no se hace. Me dejas con la miel en los labios y ni puñetera forma de dar con él. Muy mal.

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  9. Si estás en modo c-f, échale un ojo a Ubik, de Philiph K. Dick.
    ¿Qué traducción de Picnic has leído? No conozco la de Barceló, la de Edith Zilli al parecer tira para atrás a mucha gente por los localismos y cierto apego a la sintaxis rusa. A mí personalmente me encanta la de Zilli, pero puede ser por pura resistencia al cambio y nostalgia.

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  10. No había leído tu anterior entrada (me paso por aquí de pascuas a ramos y leo de golpe todo lo atrasado). Veo que Ubik está ya leída, así que nada más que comentar.

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  11. No conozco el libro.La película "Stalker"de Tarkovski está basada en esta obra.Y es muy buena.La mejor de las que he visto de él.Por cierto que Tarkovski tuvo que rodar la película de nuevo al completo al acabarla.Se le estropearon los rollos de celuloide.

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  12. Alucinante. Excelente. De una sencillez profunda.
    Hasta jugué los juegos inspirados en esta obra.
    Estoy en busca de la película ahora.
    Qué refrescante leer ciencia ficción a travéz de los rusos, y su peculiar forma de ver la vida.

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  13. Había leído "Qué difícil es ser dios" de los hermanos Srugatsky y me pareció curiosa. Después he leído esta novela y me ha parecido más inquietante y sugerente.

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