Advertencia: no lo parece pero esta reseña es de pago por lo que si van a seguir leyendo sepan que, de un modo u otro —ya veremos cómo—, lo acabarán pagando.
* * * * * *
Yo no sé si lo que pasa en este país con Alberto Olmos es de manual de sociología o directamente de frenopático. (Y ojo, que cuando digo “en este país” me estoy refiriendo única y exclusivamente a la parte de la población que siente interés por el mundillo [literario español], entendiendo éste como esa cosa viscosa que se agita, gimotea y, en ocasiones, aletea. La misma que, dicen, Alberto Olmos ha venido a poner en su sitio, no le vayan a quitar la etiqueta de malote ahora que parecen haberlo domesticado.)
Si miran hacia según dónde o si navegan por según qué webs, y siempre y cuando no hagamos caso de la reseña que aparece en el Babelia de este fin de semana, lo último de Alberto Olmos —su novela de madurez, su novela mayor (anoten madurez y anoten mayor)— roza a estas horas el estatus de obra maestra espontánea, que es, por otro lado, el estatus habitual en la primera semana de toda novedad que se precie.
Hay mucho que decir (es un decir) y pocas ganas; a ver qué tal se nos da aquello de brevedad y concisión. Imagino que fatal.
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La promoción de esta novela arrancó oficialmente el día que Juan Palomo dijo que en ella Alberto Olmos ajustaba cuentas; que algunos sujetos del mundo editorial no iban a ser tratados, no, con amabilidad. De lo cual se extraía que Alabanza iba no tanto de literatura como de literatos. Claro. Creía uno que ya habíamos superado ese punto de creer que tiene algo de original o subversivo hablar de lo que sucede entre bambalinas pero se ve que no dejamos de equivocarnos.
De todos modos y antes de que empiecen a salivar déjenme advertirles: no esperen puñaladas reales o secretos inconfesables o nada que no sepan, intuyan o se imaginen; confórmense con este tipo de cebo:
«Él ya la estaba viendo como novia venidera, y dejándose llevar por los parques de su mano; hasta le parecía precioso que ella llegara a escribir también cuentos y acabaran siendo una de esas parejas de escritores que enchufan a sus hijos en los periódicos y votan a la izquierda».
Pero venga, va, al lodo.
En Alabanza es 2019. La literatura ha muerto. Sabremos, sin entrar en mucho detalle, que los unos han dejado de leer y los otros han dejado de escribir. Que ya nadie ni lo uno ni otro. La culpa de todo la tiene Sebastian, un escritor de relatos que, cuando se pasa a la novela comercial lo peta y todo es sumar capital y restar prestigio a costa de hundir el navío o explotar la burbuja o lo que sea. Por razones que tienen que ver con la necesidad de huir, se marcha con su pareja al campo a darse a lo suyo, esto es, la literatura de verdad (por aquello de que la novela trate del amor a la literatura y tal). Ella, mientras tanto, busca iglesias con Wifi y acosa viejecitas. El plan de Sebastian es reconciliarse con el mundo gracias a una colección de relatos que debería titularse La amadas o Las mamadas, no recuerdo, (con cuatro aes, como Alabanza, que ya es casualidad también, jaja, me parto).
Sebastian es Olmos en plan crisis de los cuarenta, echando la vista atrás y tomando conciencia de él también fue a EGB. A continuación les dejo un fragmento (editado) de lugares comunes de la infancia de la generación que nos ocupa:
1. El empapelado de las paredes; […]
2. Un orinal debajo de la cama de sus padres.[..]
6. Mearse en la cama. [..]
9. Jugar a los bolos en el pasillo. [..]
10. Jugar al fútbol con chapas de cerveza y de refresco, [..]
12. Mezclar refresco de limón con refresco de cola. [..]
13. Un diminuto ajedrez magnético que guarda las piezas en su panza de espuma.
14. Hacer los deberes viendo la tele. [..]
18. El vídeo. [..]
26. La propina de los domingos, [...]
31. La cartilla con las notas, [..]
39. Los platos Duralex.
40. Bizcochos Noé.
41. Ajax.
42. Spar.
43. Sugus.
44. María.
45. Martínez.
46. El cubo de Rubik. [..]
Y así de enternecedor hasta cien.
También está la tontería esa que le ha dado a algunos de hablar de ausencia de trama (excepción que debe hacerse a eso momentos-intriga con los que el autor salpimenta la narración, no vayamos los lectores a olvidarnos el libro en algún bar) como si la ausencia de trama fuese un mérito y no un algo puramente anecdótico que tiene lugar cuando la novela es el ejercicio de recrearse en los recuerdos de la infancia y los recuerdos de la adolescencia y los recuerdos de la supuesta madurez y lo que te rondaré morena. Si lo piensas, en este plan cuatrocientas páginas son pocas, sobre todo si te das el lujo de hacerte algunas pajillas (mentales, se entiende): «su impermeabilidad a la nostalgia está intacta, pues su hipótesis de que no somos lo que fuimos se ve avalada por la dificultad de saber lo que fuimos, en comparación con lo que lo fueron todos los demás, que tantas veces recuerdan haber sido nosotros». En mi opinión sí hay trama, pero es una trama chiquita modelo chinche que caga un relleno que parece poliestireno expandido.
Total, que Sebastian o Alberto es de pueblo hasta que un día sale del pueblo y se finge de ciudad. Escribe un libro y tal, porque él quiere ser escritor, porque cuando él llega a la literatura, la literatura, al menos en su inocente cabecita, es eso que brilla en la oscuridad y no la oscuridad misma, como viene a descubrir por las malas.
«Así, en las reuniones de autores de la casa, en las presentaciones, los festivales y las demostraciones solidarias que armaban cada tanto los escritores, Sebastian simulaba ser uno de ellos, otro escritor más con las ideas claras, indiferente y casi contrario al mercado, orgulloso de no ser leído más allá del mapita de puntos rojos y dolorosamente concernido por todos los problemas sociales de su tiempo. Sentía el suplicio de ser un infiltrado y de estar tomándole el pelo involuntariamente a todos aquellos intelectuales severos y revolucionarios. Le dolía, más que nada, por el propio Editor, al que notaba encariñado con su rencorosa personalidad, que interpretaba quizá como subversiva. Sebastian sólo se dejaba llevar, y en su indolencia venía determinado, sin que él mismo se diera cuenta, un momento en el futuro en el que daría ese paso hacia la literatura estrictamente comercial».
Apasionante, no me digan.
Bueno, pues esto que he resumido tan malamente y con tanto rencor fruto de la envidia es lo que algunos (me suena que él mismo) han dado en considerar como LA NOVELA MAYOR del autor toda vez que Ejercito Enemigo ha demostrado no dar la talla.
Novela mayor, al menos en este caso, podría perfectamente ser aquello de salir a cazar elefantes con una escopeta especial para matar elefantes y volver con un ganso disfrazado de avestruz o cualquier otro animal, preferentemente palmípedo, con querencia a la introspección y facilidad para la autocomplacencia, la autocompasión o el onanismo.
No es una imagen fácil, tómense su tiempo.
La tercera parte de la novela es, ahora sí, una crítica al mundo (que no mundillo) literario, con sus corruptelas y sus miserias y todo lo que los lectores habituales de Alberto Olmos están hartos de conocer y en muchos casos padecer. Es la parte que más parecen disfrutar unos cuantos lo cual viene a demostrar lo que ya sabíamos.
La idea de que Alberto Olmos escribe siempre un libro diferente es más falsa que Judas. Tal como él mismo ha reconocido lo único que ha hecho (al menos en este caso en concreto) ha sido dar la vuelta a algunas situaciones de la novela anterior: marque la casilla: Internet sí□ no□; Sexo si□ no□ y ¡elija su propia aventura! En el fondo (y en la forma) todos sus libros son calcos; todos, de algún modo, padecen siempre la misma falta de ideas interesantes más allá de la anécdota; en todos ellos los personajes tienen siempre la profundidad de un plato de sopa y hay, en lo que escribe, al menos últimamente, una especie de necesidad de provocar, de tratar temas que puedan invitar la debate, asuntos con los que el propio autor lidia habitualmente, como si sólo así (y no con novelas brillantes y originales o simplemente interesantes) lograse llamar la atención. Hay sombras que son auténticos lastres.
* * * * * * * *
Y termino.
Aunque tengo facilidad para empatizar con casi cualquier ser humano me cuesta mucho entender que la gente se vuelva tan loca con una novela que, independientemente de la calidad de su prosa (hecho esto que ya se debería ir dando por supuesto, que ya son ocho las novelas, joder, y muchos los años de practicar la crítica literaria) no es más que una “autobiografía” que si parece interesante es únicamente porque trata temas que pueden tocar la fibra de aquellos a los que va dirigida (no olvidemos que Alberto Olmos tiene un público de un rango de edad muy específico y que fuera de ese asfixiante círculo el escritor apenas existe y de ahí la necesidad, intuyo, de hablar de cara a la galería de novela mayor como un nuevo intento de despegar de una puta vez, de librarse de esa sensación de ser eternamente joven ergo permanentemente infravalorado).
Alabanza es, en pocas palabras y dejando al margen al escritor, una novela de la que se sale exactamente igual que se ha entrado.
Déjenme hacer un pronóstico: esta novela que hoy parece tan especial, mañana, una vez haya pasado el momento de la promoción, será poca cosa, apenas nada. Dentro de un año, será sólo una más, otra más, una línea que añadir a un artículo de Wikipedia. Dentro de diez años, directamente no será. Y eso, se diga lo que se diga o se insinué lo que se insinúe, no puede ser bueno.
«[..] sus libros, que obviamente apenas se vendían, tampoco figuraban nunca en los listados de mejores libros del año, ni devengaban invitaciones a festivales o cócteles literarios, ni avalaban el viático de una colaboración en prensa. Eran libros que les servían a los prebostes culturales para señalarlos contra los lectores mayoritarios; eran libros que ejercían de primera línea en el frente de la guerra y que, por tanto, caían los primeros, morían enseguida y se olvidaban como héroes menores».
"Nunca volveré a hablar de Olmos en este blog".
ResponderEliminarHola. Pollas.
Debiste ser la única que se lo creyó.
EliminarPues a mí Ejercito Enemigo sí me gustó aunque yo hubiera suprimido tantas páginas de sexo explícito...
ResponderEliminarMe divierten tus críticas, lo confieso. Hay agilidad e inventiva, curiosamente me recuerdan a las de Juan Mal-herido. Pero coño, si ridiculizamos todo, al final la credibilidad se va un poco a tomar viento. "El Quijote es un ladrillo de un tío que va con un tipo gordo y tontorrón hablando de chorradas todo el puto día y de vez en cuando le sale gente por el camino y se pelean y hablan y hablan y luego castillos, duques, una novela que no tiene nada que ver y al final llegan a Barcelona y el tío loco se vuelve medio cuerdo".
ResponderEliminarPEro es que hay que ridiculizarlo todo y cuánto menos se preste, con más ganas. La credibilidad no tiene nada que ver con el humor. Hay que leer entre líneas. ;)
EliminarPues lo del "cobro" será broma, pero yo a una "selección y recopilación" de algunos de tus momentos estelares como "testimonio de una época" le veo un futuro comercial tremendo. Piénsatelo.
ResponderEliminarAquellos maravillosos años... No me veo yo, Ire. Casi prefiero que me pirateen. :)
EliminarPues a mi Alberto Olmos me parece uno de los críticos más entretenidos de este país, sin perjuicio de que coincida con él o no. Pago con mucho gusto por leer sus críticas, las veo originales, Al parecer por tu irónico comentario no te parece bien que cobre y por supuesto los que pagamos debemos ser aspirantes a llenar el frenopático del que hablas.
ResponderEliminarComo novelista no voy a decir que me mate pero con todos los respetos y con todos los antecedentes y sin poner en duda la objetividad de tu opinión creo que era bastante esperable tu veredicto. Lo que me sucede con tu blog es que no pareces dar una opinión sino una réplica a la industria editorial. Tomas como argumento los hinchados parabienes fabricados por el marqueting y la publicidad para ridiculizar las novelas que no te gustan y en mi opinión (que no leo los suplementos literarios oficiales ni me interesan aunque por otro lado todos conocemos el paño) esto desluce bastante tus opiniones.
A mí Alberto Olmos me parece no uno de los críticos más entretenidos de este país sino el más entretenido. Y lo digo completamente en serio, diferencias personales a un lado. Que cobre por sus reseñas no me parece bien, me parece mejor. Sólo faltaba, vamos. Lo que digo lo digo únicamente por hacer el chiste. Otro cantar es que yo pague por leerle. No es el caso (tampoco he pagado nunca por leer sus novelas). Pero, ¿cobrar? Coño, pues claro. Además, Olmos debe lo que es a Malherido, si alguien se ha ganado el derecho a amortizar el esfuerzo, ese es el crítico.
EliminarMire, entre nosotros y ahora que no nos escucha nadie, para ridiculizar una novela que no me gusta no necesito tirar de argumentos de parabienes publicitarios (aunque sí es verdad que así es más fácil y yo he sido siempre de natural vago), pero aunque así fuese, aunque mi blog sólo fuese una réplica a la industria editorial… ¿qué hay de malo en ello? Por otro lado y si lo piensa bien, Olmos ha escrito una novela de casi 400 páginas para hacer exactamente lo mismo.
Muchas gracias por pasar a comentar.
Un saludo,
Hombre , de malo no tiene nada pero creo yo que tiene usted mimbres para ir más allá. ¿Se imagina usted un blog de alguien llevándose las manos a la cabeza porque el detergente no blanquea tanto como dice la sorprendida señora del anuncio, o rasgándose las vestiduras porque toma cereales integrales todas las mañanas y para nada tiene los tersos glúteos de la señorita que luce un minúsculo biquini en la trasera de la caja?
EliminarLa cuestión es que al chiringuito publicitario hay que darle la importancia que tiene.
Creo yo.
Exacto. Hay que darle la importancia que tiene. La novela de Olmos se sostiene sobre esa base tan endeble que es el mundillo literario pero lo que se critica es al blog que critica el libro. Que me parece bien, que conste, no me quejo (al contrario) pero no deja de ser curioso, ¿no cree?
EliminarEl chiringuito publicitario es un chiste. De ahí lo mío. ;)
Algo me dice que este post va a tener una laaarga cadena de respuestas.
ResponderEliminarNO apostaría yo demasiado por eso. La gente está un poco harta, ya, de Olmos y otros vicios. Y con razón.
EliminarBravo, tongui. Ya es hora de que a este maula de narrador lo vayan poniendo en su sitio. Supongo que si critica el mundillo en su obra distópica aparecerá su alter ego como el vómito que a a todo el mundo asquea. Porque nunca he visto a nadie con menos calidad literaria y más pábulo. El ASCO:
ResponderEliminarIba a protestarte, Tongy, porque iban ya 6 comentarios y nadie se cagaba en Olmos. Un Anónimo enfurecido y miope, ya era hora.
ResponderEliminarComo es escritor es malucho, pero como persona es lamentable.
ResponderEliminarNótese que hay un libro de Antonio de Guevara, tan del gusto de nuestro amigo Sebatian Le Diable, a la sazón fan confeso y hasta martir del amigo Olmos, que se llama "Menosprecio de Corte y Alabanza de Aldea" y, por lo que cuentas, por ahí van los tiros en esta última novela del segoviano. Cosa distinta es que acierten en el blanco, o las balas se hayan ido, por ahí, a tomar por el culo. Que todo puede ocurrir ;-)
ResponderEliminar—¡Abuelo Sebastian, abuelo Sebastian --dijo con su vocecilla más irritante—, cuénteme otra vez cómo era el mundo antes de que se inventara internet! —Y se echó a reír.
EliminarÉl no replicó; se limitó a dar otra calada a su cigarrillo y a apuntarle con el dedo índice de su mano libre. Descerrajó el pulgar un par de veces.
Claudia empezó a liarse un cigarrillo. Sebastian sacudía ya la ceniza del suyo sobre el mapa en piedra de España.
—Menosprecio de corte y alabanza de aldea —recordó Claudia, con su primera calada.
—Morir viviendo en la aldea —completó Sebastian— o vivir muriendo en la corte.
Ambos miraban hacia el pueblo mientras hablaban; sus ojos se repartían los campanarios.
—Pasan los siglos, ¡los siglos!, y sigue vigente.
—Desde Horacio sigue vigente en los muertos, en efecto.
—¿Yo estoy muerta? ¿Qué muertos?
—En la literatura de los autores muertos, quiero decir; en los clásicos, incluso en la literatura de los autores olvidados. Dime la última novela que leíste, de un autor vivo, que estuviera ambientada en el campo.
—Pues...
—Dime el título de una sola novela relevante de la Literatura Tal y Como Se Conocía en el Año 2013 en la que aparezca un pueblo, una aldea. No ya la alabanza de la aldea. Sólo el entorno rural.
—Me lo pones difícil.
Claudia pensó un momento, pero finalmente se encogió de hombros.
—Dime.
—Basta, por Dios.
—... un solo cuento mío en el que aparezca la palabra pueblo.
—Tú eres un moderno.
—No, modernos son los demás. Yo soy un autor comercial.
(Extracto de Alabanza)
Al contrario de lo que opina Olmos, en España falta desde siempre una literartura urbana. O, mejor, cosmopolita. Todo lo que aquí lo ha partido (y lo parte, veáse últimamente "Intemperie") es rural. Desde El Camino al Pascual Duarte. Desde El Jarama hasta Alfanhui. Desde Luis M. Diez a Torrente Ballester. Desde Lorca a C. Bonald. Desde Merino a Llamazares. Todo, todo, todo... es rural. O, si no, provinciano y los ejemplos de esto último son tan evidentes que ni siquiera hace falta -creo yo- que los enumere. La cultura urbana en este país no pita. Y no es ni mejor ni peor que la otra, pero el establishment cultural que se perpetúa, uan generación tras otra, es el que viene a considerar a Leonard Cohen el colmo de la transgresión y la modernidad. Un MAmis o un EastonEllis aquí, son de todo punto inimaginables. Aunque se trate de un duplex de la calle Ayala, el menú va a continúar consistiendo en un buen platazo de garbanzos. Con pedazo de cebolleta al lado. Semos asín.
ResponderEliminarSí, hostia, da mucha envidia que todo el mundo tenga pueblo del que hablar y unos pocos no. Me parece una gran injusticia.
EliminarLo cierto es que a mí lo que me jode es que Olmos me ha pisado la novela.
EliminarBluff, eso es porque, al fin y al cabo, en las ciudades todo el mundo es de pueblo. Vamos todos de gafipastas y a la que levantamos los brazos se nos nota la marca de la faja en la barriga
EliminarEs muy sugerente eso que dices. Me vienen a la cabeza nombres de grandes escritores y la mayoría nacieron y vivieron en pueblecitos, villorrios, aldeas...
Alberto Olmos es el Pato Lucas de la literatura española
ResponderEliminarhombre...el pato Lucas todavía tenía su gracia...
Eliminar-Olmedo le ve las orejas al lobo, cuando tienes 30 tacos, te tomas una pepsi y lo flipas. Reig, retirada al pueblo, Cerce, y apertura de libreria. Hotel Kafla...? Los fresys, por ahi perdidos. La gloria internetica esta haciendo destrozos. Me comentan que Olmedo es en realidad Fresan y este lo escribe Handke.. Me sabe mal que el pueblo ese de las viudas no tenga nombre japo. Ahora, curioso lo del Babelia> a Olmos, lo depelleja con sarna el tipo ese, y en la otra pagina a Jenn Diaz le hacen una columna resumen de las partes de la novela, pa no mojarse. Curioso. De todos modos, ya se sabe que un autentico genio digital vive de resultar incomprendido *La conjura de los necios. La mejor novela de Olmos, es aquella de Anagrama, la de palpar paredes...
ResponderEliminarBLUMM, critico joyceano
Alguien me puede explicar algo? Poeque esta no la voy a pillar, pero cayo en mis manos la cosa rural esa tan alabado, Intemperie, y vaya dolor de muelas..El cursilismo como una de las bellas artes...
ResponderEliminarCoincido. Intemperie me parece un truño. Además, el lenguaje utilizado y los hechos que cuenta son incompatibles. Cabe pensar que el autor podrá hacerlo mejor en su siguiente intento. Eso sí.
EliminarCoincido en eso también. Realmente el drama Olmos sería: "¿Por qué a mi y no a Carrasco?". Tragedia en la estepa. Respecto a Fresán, no hay comparaciones: tienes que tener la vida muy muy resuelta para escribir esos tochos meta-literarios desde las montañas de Barcelona. Es otra liga. La liga de las vidas solucionadas.
Eliminar¿2019?, ¿Sebastian, así sin acento?, ¿J.F. Sebastian?, ¿Sueñan los autores y sus futuros lectores con ovejas eléctricas?
ResponderEliminar¡Menudo replicante estás hecho, Tongoy! Sinceramente, no me seduce demasiado esta novela, aunque ya veo que debo ser el único androide que todavía desconoce a su autor, con lo que no puedo opinar al respecto.
La de Carrasco sí que la leeré en breve, a ver que tal…
Estás muy bien sin conocer a Olmos pero lo de Carrasco tampoco es gran cosa. Ahora bien, se lee en una patada, es lo que tiene de bueno.
EliminarHola.
ResponderEliminarSalvo Pose creo que haber leído todo lo de Olmos. En ejército enemigo creo que escribía con el freno de mano echado. Olmos puede hacerlo mucho mejor si se esfuerza o igual el segoviano no da más ya de sí.
Los párrafos del libro que has elegido son perfectos. Leyéndolos dan ganas de no leer Alabanza, por muchas que reciba. Por cierto tú crítica (y el resto) son cojonudas. !Arriba el humor, abajo lo plúmbeo!.
Respecto a Babelia, le pasa lo que a Fotogramas, que todas las pelis son buenas o muy buenas. Y todas tienen un pase o dos. Si hay tres partidos de fútbol del siglo a la semana también hay varias obras maestras de la literatura cada semana y en cada editorial. Cosas del marketing.
A Olmos le pierde el estar dándole vueltas una y otra vez a temas que sólo le interesan a él, pero que al resto, me incluyo, nos parecen un coñazo. Olmos debe quitarse la oferta y la demanda de la cabeza, olvidarse del mercado, de la mano invisible, y emplear las que tiene para escribir algo que vaya más allá del sexo e internet, porque en Ejército enemigo de ambos temas iba sobrado y con ambos agotaba.
Leer un libro que te deje igual que como has entrado, no me apetece, pero si lo veo en las novedades de la biblioteca, igual hasta me animo, que acabo de leer El último viaje del Omphalos de Willy Uribe y habida cuenta de la rebaja en mi nivel de exigencia, lo mismo Alabanza me resulta hasta potable.
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ResponderEliminarYo he leído poco de Olmos, sus malheridos que me parecían interesantes por el tono irreverente y a veces, el criterio inteligente, que no siempre. A veces el tono me recuerda al de este blog que también me gusta mucho. Leí Tatami de Olmos y me gustó bastante poco, así que a partir de ahí, comentar sería hablar con prejuicios, pero la verdad es que no me atrae gran cosa.
ResponderEliminarSaludos
Gracias Tongoy, una vez más.
ResponderEliminarA ver, ¿alguien ha leído alguna vez los cuentos de García-Márquez? Me refiero a algunos como "Sólo he venido a hablar por teléfono", "La Increíble y Triste Historia de la Cándida Eréndira y de su Abuela Desalmada", "Ojos de Perro Azul", y tantos y tantos otros? Pues bien, AQUÍ TIENEN LA CRÍTICA DEL SEÑOR MAL-HERIDO a "Todos los Cuentos" de García-Márquez. Lo siento, cada vez que leo eso de que Olmos como escritor, bueno, no, pero como crítico es de lo mejor que hay, ME SANGRAN los ojos. Por favor, si alguien piensa lo contrario, que lo rebata con alguna crítica deslumbrante, para que me los pueda sanar ¡que yo no las encuentro! Un saludo, Tongoy, lo triste fue leer la crítica de "Alabanza" en tantos sitios.
Pobre Olmos: saca "Alabanza" un par de meses después de la aparición, para colmo de males, en la misma editorial de "La parte inventada" de Fresán que se ocupa de lo mismo (pretensiones de Novela Total, el fin de la literatura y el infinito mundillo literario, la figura de El Escritor en problemas, un futuro próximo y yermo para las letras, Bob Dylan) sólo que está mejor escrita, es más rompedora en su forma, tiene más gracia y ha recibido reseñas mucho mejores. Me sorprende que ningún crítico haya hecho una lectura comparada de estos dos libros pero tal vez se deba a que ahí fuera no queda ningún crítico.
ResponderEliminarLas críticas de Olmos me divierten. Aunque no me las trago. Son una pose.
ResponderEliminarDe sus novelas sólo leí (hasta que el tedio me venció) la que fue finalista en el Herralde. Sin restarle mérito a eso de escribir en segunda persona, que requiere mucha atención, no vi nada que me llamase la atención. Como todo lector tiene algo de masoquista, algún día me animaré con ejército enemigo, pero con poca fe.
Hola:
ResponderEliminarEn El Cultural Nadal Suau comentó “La parte inventada” y “Alabanza” casi en semanas seguidas. Si no recuerdo mal, no establecía términos comparativos, pero parecía que ninguna de las dos le acaba de convencer ,aunque también veía en ellas puntos positivos.
Yo he leído las dos casi seguidas también. Con la de Fresán me ocurre lo que ya me ocurrió en “Jardines de Kesington”: que lo mejor de este libro era cuando hablaba de J. M. Barrie y lo mejor de “La parte inventada” es cuando habla de Scott Fitzgerald. Es decir, Fresán es un gran lector y consigue emocionar más cuando habla de escritores que cuando intenta él crear personajes; porque parece que todos los personajes acaban siendo trasposiciones de él mismo; y la novela se fundamenta sobre la pura digresión (algunas estupendas).
En “Alabanza”, Olmos habla de temas parecidos a los de Fresán, pero creo que consigue crear personajes más creíbles (o al menos yo leí esta novela con más interés por la continuidad narrativa que la de Fresán).
Quizás, como apuntaba alguien, los temas de Olmos y Fresán en estos libros: el fin del lector literario, el triunfo del best seller, el nacimiento de la vocación artística… puede que no interesen a todos los lectores. A mí como escritor aficionado sí que me interesaban, pero entiendo que este interés pueda no ser transferibles. Si el problema de la novela de Fresán era que tiende demasiado a la dispersión de ideas, y las tramas no estaban muy hiladas; en la de Olmos, hay tres bloques, basados en recuerdos (relaciones sexuales, pasado rural, vocación literaria y acercamiento al mundillo literario) y quizás a la historia en presente de los personajes (una pareja que pasa el verano en un pueblo) le falta un poco de intensidad dramática.
Ambas novelas están muy bien escritas: Fresán usa un lenguaje torrencial, donde introduce muchos anglicismos; y Olmos busca más en la metáfora y en los rincones poco iluminados del idioma.
Esta semana colgué en mi blog la reseña de la novela de Fresán: http://desdelaciudadsincines.blogspot.com.es/2014/05/la-parte-inventada-por-rodrigo-fresan.html
Y en un par de semanas cuelgo la de Olmos.
Por si a alguien le interesa.
Saludos
Estimado DPV:
ResponderEliminarYo diría que a Nadal Suau lo de Fresán le gustó bastante mucho pero que muy más que lo de Olmos:
“Su autor es un grande, Rodrigo Fresán, quien podría decir que ‘el fantasma borgiano aún sigue habitándome”. O mejor: ‘el fantasma de Fresán aún sigue habitándome’ (…) El estilo de Fresán nos arrastra, tanto que se hace difícil escribir sobre él sin intentar estallar como él, un imposible (….) ¿Cuántas cosas es La parte inventada? Imaginary essays, relatos y bocetos de relatos, y una novela-novela arquitectónicamente incuestionable (…) En conclusión: La parte inventada es un libro que sabe por qué nos reta, y no necesita la unanimidad que inevitablemente recibirá, porque es enorme.”
Saludos
Hola:
ResponderEliminarQuizás debería haber releído esos reseñas antes de escribir nada; pero así de memoria me sonaba que Nadal Suau había dicho algunas cosas positivas de cada una y otras negativas. De nuevo, de memoria: creo que N. Suau decía que el problema de la de Fresán era que resultaba pequeño el enemigo con el que se enfrentaba en La parte inventada. (Aunque es probable que de Fresán, autor de más edad y más consagrado que Olmos me esperaba su Gran Novela, y esas expectativas no se vieran colmadas del todo).
De todos modos, tampoco quería establecer una competición entre la novela de Fresán y la de Olmos, en términos de cuál se ha llevado más elogios en prensa, y de ahí deducir que una es, por tanto, mejor que la otra.
A mí la lectura de las dos me ha resultado interesante, me parecen dos novelas ambicionas, con un lenguaje muy trabajado, y con temas comunes que, como hemos dicho, quizás carguen con el problema de que el tema de la lectura y la escritura retorciéndose sobre sí misma no interese a todo el mundo. Quizás haya más personas que demanden una novela social o de otro tipo.
Si embargo, para alguien aficionado a la lectura literaria o a la escritura, la lectura de ambos libros puede resultar cercana y estimulante.
Saludos
Buenas;
ResponderEliminarEstoy leyendo la novela de Olmos, y me encuentro en ese intransitable e ilegible paseo del tal Sebastian-Alberto por las calles solitarias de su pueblo natal. Hace tiempo que no luchaba tan tenazmente por superar un escollo literario - o aliterario, quizás-. Que si los chicos juegan béisbol con palos de escoba o los amiguitos son más valientes frente a la violencia....bueno, con perdón, no me esperaba semejantes cursilerías por parte de Olmos a estas alturas, y no me trago que a nadie le pueda seguir haciendo gracia este estilo que quiere ser literario o, como diría el propio Alberto, un estilo caudaloso en bagatelas, trastabillante de nimiedades y reincidente de sinrazones.
Como acabaría Olmos, un" laberinto palabril" de poco mérito.
Un saludo.
Bueno, bueno...estoy empezando a leer la novela y ese paseo no me parece tan "intransitable" (sic). Ya veremos.
ResponderEliminarPor otra parte, me parece digno de mención el hecho de que, cada vez que se comenta un libro de este autor, La Medicina mute en una suerte de ejercicio colectivo de psicoanálisis amateur con diván vacío.
Carlos: si tienes un momento, estaría bien que ampliaras tu respuesta al comentario de Eduardo Laporte. Un abrazo de tu amigo, que te quiere mucho (para que luego no te quejes, amor)
Pero mira que eres majo, coño.
Eliminar¿El comentario de Laporte? ¿Lo de ridiculizarlo todo y el riesgo que eso supone para la credibilidad?
Bueno, pero es que yo no creo que lo esté ridiculizando todo. Si acaso, casi todo. El argumento sí, la mayoría de las veces, en este caso también (lo de que su novia busque wifi por las iglesias y acosando viejas es una adaptación malvadísima en grado sumo, por ejemplo, no así lo de "yo también fui a EGB, que sí es absolutamente cierto y motivo de cachondeo) pero es que yo creo que si uno quiere saber de qué trata la novela lo que tiene que hacer es leer la contra o visitar Amazon o la web de Mondadori. Si mi credibilidad depende de eso, apaga y vámonos. Lo he dicho hasta la saciedad: no hay mejor crítico que uno mismo y lo que yo digo sólo debería ser considerado como lo que es: mi opinión subjetiva y llena de prejuicios sobre un libro.
(El ejemplo del Quijote me lo pone a huevo: no sé si has leído esto: http://lamedicinadetongoy.blogspot.com.es/2014/03/informe-de-lectura-el-lazarillo-de.html pero ridiculizar el argumento del Lazarillo no le pareció mal a nadie, no entiendo por qué sí ocurre con Olmos (precisamente con él) ni porqué Laporte se queda "sólo" con eso.)
El plan, aquí, es tomárselo todo un poco a cachondeo y otro poco no. La novela de Olmos no me parece intransitable, ni mucho menos. Si fuese así no la hubiese "transitado" hasta el final. Lo que pasa es que me parece un poco boba, en general; aburrida, a ratos y absolutamente inofensiva una vez terminada. Como casi todas, es verdad. "La maravillosa vida breve de Oscar Wao" que estoy leyendo actualmente, también, pero al menos hay personajes que interactúan con el mundo, que son algo más que ellos mismos y sus circunstancias todo el tiempo, que han acabado siendo algo más que figuras literarias dentro y fuera del papel.
Claro que Alabanza tiene más intenciones que las que yo expongo. Por supuesto. Pero paso de escribir ladrillos, bastante larga me quedó ya. Y además tampoco es una novela en la que me interese profundizar porque en el fondo creo que las cuestiones que trata Olmos en esta novela son como callejones sin salida.
Tu Tongoy, que te quiere tanto que ha llegado a plantearse la compra de tu poemario.
El pobre Tongoy y su gusto tan, tan, tan, pero tan exclusivo que se acerca peligrosamente al extremo contrario, el lector de best seller ése que sólo lee sagas de vampiros lampiños y depilados que practican sexo con núbiles y tienen superfuerza.
EliminarDiría que los dos parten de la misma mansedumbre y ceguera retórica. El uno por solo leer para entretenerse, y el otro sólo leer para que le trascienda y le atraviese lo que sea que lea y recordarlo después, muchos años, frente a sus nietos e hijos; eso sí, de una forma específica, acotada, burrezna y casi de comunión.
Tongoy es el señor del no-gusto, de la negación de la artesanía ajena por algún arcano papel que se ha arrogado. Entre él y Condonsitoumbilical, que roza el retraso mental lector, me pregunto yo que quién nos va a salvar. Para ser prescriptor -un prescriptor de gueto, un prescriptor gangsta- y salvar lectores se necesitan hombres ecuánimes, no profetas con el gusto picao. Con lo de Oscar Wao te has coronado, hijo mío.
¿Y todo esto solo porque no me ha gustado Alabanza?
EliminarVaya.
Ung saludgo.
Eliminar¿Olmos? ¿Olmos? Me suena de algo
ResponderEliminarTongoy, perdónalos, porque han pagado a Mal-herido.
ResponderEliminarHombre, anónimo, 5 € para leer a Mal-herido es bastante poca cosa en comparación con lo que me costaría contratar a un ingeniero informático para que localice tu IP, a un tipo bregado para que te localice a ti, a un par de amigos albanokosovares para que te partan la jeta... Menudo pastizal...
EliminarPues ahórrate los kosovares y ven tú mismo, si tienes lo que con tu comentario demuestras no tener. O me dices sitio y hora y yo te hago el trabajo gratis. Eso sí, luego tendrías que hipotecar tu vida para hacerte un apaño. Piénsatelo, valiente.
EliminarMadre mía como está el patio, no puede uno ya ni hacer un chiste. En serio, da pena leer comentarios como el tuyo. Luego pasan las cosas que pasan.
Por cierto, además de demostrar un modo de pensar bastante cobarde y psicopático, se ve que, efectivamente, le habías pagado a Olmos, ¿había hendido el dedo en la llaga? Me parece muy bien, oye, que Alberto Olmos cobre por su página, y que tenga su público, y lo digo totalmente en serio. Pero aquí hay gente que se toma las cosas muy a la tremenda. Mi chiste venía a cuento de que Tongoy puede criticar abiertamente a Olmos, como hace con tanta gente, sin por ello ser "el señor del no-gusto, de la negación de la artesanía ajena por algún arcano papel" y tantas cosas que se leen por aquí.
EliminarSi yo no pago por Olmos es porque a mí, como crítico, no me atrae, y como persona tampoco, de lo que he leído suyo en sus blogs, que antes no eran de pago, y así había enlazado en un comentario anterior a una crítica que hacía de los cuentos de García-Márquez, porque es representativa de lo que no me gusta de ese autor, pues me parece superficial como ella sola. Pues si se valoran relatos de un autor no creo que haya que compararlo con otros maestros del género, pues todos sabemos que GM pasó a la historia por otros motivos, pero entre sus relatos hay auténticas joyas, obras maestras que el señor ése ni siquiera menciona. Así como da por sentadas determinadas influencias (como lo de Hemingway), lo cual parece que se le acaba de ocurrir, o tantas otras cosas que hay en esa crítica, y en muchos textos que he leído de Olmos, siempre por Internet, que hacen que lo que escribe ese señor a mí, personalmente, no me interese.
Pero que por hacer un comentario jocoso en ese sentido usted, anónimo (como yo), muestre esa violencia en tono de amenaza, es para hacérselo mirar por profesionales, con todos mis respetos, a menos que sea un exabrupto, también jocoso, y deliberado.
Un saludo, y por mi parte en paz. Lo siento Tongoy por las arengas.
Es obvio que fue un exabrupto deliberadamente jocoso, anónimo (soy el autor del mismo). Pero no sigamos de tan buen rollo, que igual acabamos chupándonos las pollas (es brooooma, es brooooma)
EliminarUn saludo y en paz, por supuesto.
Psicoanálisis colectivo, jaja.
ResponderEliminarPues ya me parece una gran labor comunitaria digital, tal y como están las cosas!
Dr J, sesiones de 45 minutos on-line.
Ey, Doc, cuánto tiempo; tendrías que especificar la tarifa...
Eliminarsaludos (lacanianos o freudianos, tanto da).
jaja Sí, mucho tiempo, mr Cadou!
EliminarQ tal va la vida?
Dr J
por cierto, triste día, con la muerte del director de Searching for Sugarman...
Mala pregunta me haces, Doc. Bueno, respiro, y eso basta. No me había enterado de su muerte (era muy joven, creo). Me gustó el documental (lo vi en enero más o menos: gran tipo Rodríguez)
EliminarMe costó terminarla. No me entusiasmó. Me ha gustado la reseña. No me gusta la exaltación de los comentarios. Me gusta Olmos. Su literatura.
ResponderEliminarJoder, debo ser la única que disfruta con una buena prosa. La novela está muy bien escrita, dejando aparte las animadversiones. Qué pesados que sois con si la trama o la no trama. A estas alturas de la vida. ¿No habéis leído a Bernhard? ¿A Joyce? ¿A Virginia Woolf? ¿A Bruno Schultz? ¿A Proust? ¿Qué coño de trama tienen ellos? NINGUNA. Qué re-cansinos joder. La novela está MUY BIEN ESCRITA. Tiene metáforas estupendas muy castellanas eso sí. Tiene profundidad. Y no me vegáis ahora con si he comparado a Olmos con los grandes... Solo digo que la dicotomía estilo-trama está más que superada en cuanto a definición de novela. Que se lo digan a James Wood.
ResponderEliminarOh, no, yo también sé disfrutar de una buena prosa, pero no veo que tiene eso que ver con este libro.
EliminarEs broooma.
Medio broma.
A mí no me alucina la prosa de Olmos, pero tampoco es como para pegarle un tiro. Tanto rigor y tanta puridad acaban siendo un poco cargantes pero si a él le gusta, perfecto. Yo sólo quiero su felicidad.
Y ojito calamar, que nadie tiene nada contra la falta de trama. Creo. Yo me limitaba a hacer una observación porque fueron varios los sitios dónde vi que esto era digno de mención y a mí no me lo pareció ni remotamente.
Lo de la listita es pa' mear y no echar gota.
ResponderEliminarAquí, a la espera del próximo post, que el Olmos este apesta.
Ya está aquí, ya llegó, EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL MESÍAS, con la calva recortada:
ResponderEliminarhttp://www.culturamas.es/blog/2014/05/14/alberto-olmos-a-proposito-de-alabanza-su-ultimo-trabajo/
Hola. He leído Alabanza y no me ha gustado nada.
ResponderEliminarOlmos sigue dando la tabarra con sus devaneos sexuales y sus rollos sobre el mundillo editorial. El libro no tiene ninguna consistencia, resulta desequilibrado, se le van las costuras, hecho a retazos, empalmando ideas, reflexiones y discursos esbozados antes por Olmos
El marco rural trata de ser algo singular, aunque viendo a Claudia desesperada por no encontrar internet y visto lo que entiende Olmos por lo rural, a golpe de tópico, dan ganas de reír, lo mismo que ese tono de novela negra que le da con la vieja quemaiglesias.
Cuando Olmos no sabe avanzar, con la historia te mete de matute un trío sexual, una polla en la boca, un culo en pompa, etc.
Llevo leídos este año unos cuantos libros mucho mejores que este.
http://www.devaneos.com/libros/alabanza-alberto-olmos-2014/
No conocía nada de Alberto Olmos (salvo alguna de sus críticas) y, picado por la curiosidad, me he puesto a leer lo primero que ha caído en mis manos ("Ejército Enemigo"). La historia y la idea no están mal, de momento, y hay que reconocer que el tipo escribe muy bien. Pero me da la sensación de que es, por así decir, algo como la versión cínica de Paulo Coelho.
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