martes, 12 de marzo de 2013

Una reflexión en torno al Buenismo

Adoro que me hagan preguntas para las que no tengo respuesta. La última la formuló un anónimo en el post: ¿Por qué no hay más blogs de “simples aficionados” que escapen de esos dos males, el buenismo y la ausencia de criterio? 

Esto venía a cuento de lo siguiente: en la misma reseña en la que se formuló la pregunta (Glaciares” de Alexis Smith) se planteaba, indirectamente, en los comentarios, la cuestión acerca del buenismo en la crítica literaria que se lleva a cabo desde la blogosfera. Alguien (Amelia Noguera) planteaba que quizá fuese hora de que las editoriales dejasen de regalar sus libros, esto es, que creía que una parte importante del buenismo tenía su razón de ser en el agradecimiento. Intolerable. E innecesario puesto que, al igual que la mentira, la honradez se puede pactar (en el buen sentido de la expresión). Desde mi corta experiencia personal puedo asegurar que los libros no dejan de llegar a pesar de las malas críticas que se les puedan hacer. Lo digo por si interesa. De todos modos: joder, será por libros. 

En cualquier caso lo planteado por Amelia sólo da respuesta a un parte de la cuestión. Me pregunto qué pasa con los otros. (Vaya por delante que no trato de cuestionar la generosidad de las editoriales, que al fin y al cabo no hacen otra cosa que su trabajo). Barajo, y me ayudan a barajar, en público y privado, aportando varias posibilidades no excluyentes, las siguientes razones: 

1. Que hay “todo un mercado y sistema literario montado detrás que se basa en la apariencia y el engaño de un grupo de notables que apenas si se inmuta ante nada porque no está pensando hacia los lectores, de hecho, más bien, ese grupo desprecia a los lectores de a pie.” (Anónimo dixit). Y sí, es cierto: hay un desprecio hacia el lector de a pie que es palpable desde el minuto cero. No estar dentro equivale a estar fuera. No hay medias tintas. Por otro lado, es de agradecer. 

2. La práctica de reseñar únicamente libros buenos, algo que cae por su propio peso cuando uno ve cómo se reseñan algunos. (El post anterior vuelve a ser un ejemplo perfecto de esto). Pero ahí está. Pasa mucho eso de preguntarse “por qué hablar de un libro que no te ha gustado (o te ha gustado poco)”. En mi opinión la respuesta debería ser la misma que a la pregunta contraria “por qué hablar de un libro que sí te gustado”. ¿Para ejercer una crítica crítica, quizá? Resulta sorprendente lo poco que cuesta decir que determinada película es una mierda y en cambio cueste tanto hacer lo propio con la literatura, como si el esfuerzo de tres personas mereciese mucho más respeto que el esfuerzo de doscientas. 

3. Existe la idea absurda (nótese la fina ironía de la cursiva) -que comparto al 100%- de que hay un grupo numeroso de blogs cuyos reseñadores son aspirantes a publicar. En Facebook esto se ve mucho y en algunos casos da auténtica vergüenza ajena leer según que cosas. Ejemplo: pienso en una persona que acostumbra al elogio desmedido de cierta editorial (editoriales, si me apuran y si no me apuran, también). Esa personita, tras muchas felaciones, compartió no hace mucho en Facebook la felicidad de acabar la novela y enviarla a ya suponemos todos quién esperando seguramente nada o un poco de sinceridad (je). Ya supongo que no es la excepción. Yo tengo poca gente agregada en Facebook porque soy más de leer los posos del café pero no me quiero imaginar todo lo que me pasa ante las narices y no veo o sí veo y no me entero (que también se me da bastante bien). 

4. Corporativismo. No iba a ser el mundillo literario la excepción de esta práctica tan extendida. Supongamos que soy escritor (supongan también mi arcada queriendo salir) con blog que un día publica un libro, lo promociona, lo vende… En fin, la mecánica habitual. Supongamos ahora que en la próxima feria del libro de Teruel me toca sentarme a la derecho del pollo que ha escrito ese libro tan malo que puse a parir hace poco. Y puestos a suponer, supongamos también que la semana que viene tengo un congreso de blogs literarios donde me toca departir con Fulano, Mengano y Zutano, que me tienen ganas porque también a ellos les di cerita en su momento. Ahora supongan a toda esa gente detrás de un blog esperando que caiga mi puto libro en sus manos. Y yo en Babia creyendo que mi próxima novela se la coloco a Mondadori de puro promotable. Que igual sí, oye, pero igual no. 

5. Es un tanto simplista recurrir a la frustración (temazo) como razón para las malas reseñas pero aquí nos ha gustado siempre mucho simplificarlo todo. Enrique Rubio, con su habitual visceralidad, arremete contra todos: los buenos, los malos y los peores reseñistas. Aquí no se salva ni el tato (no digamos ya Patricio Pron). “[..] una reseña responde al prejuicio del lugar de origen, la nacionalidad o la edad del autor. También existen blogueros que llevan dentro un escritor frustrado y que sistemáticamente ponen a caldo todo aquello que sea escrito por un autor nacional más o menos de su edad y glorifican los clásicos porque ya no suponen ningún peligro. Y en el peor de los casos, una mala reseña responde solamente a que el autor te cae como el culo, a su físico mediocre o simplemente a cómo te suena su nombre. Y cuando son buenas, un 67,9 % responden a un interés personal del crítico con el autor, cuando no por pura amistad (la amistad en literatura se reduce a intereses editoriales y enemigos compartidos) y un 32,1% responden a una moneda de cambio por la publicidad de la editorial en el medio (cuando no porque medio y editorial son del mismo grupo y todo responde a una mamada a su propia polla).” (Link)
Enrique tiene la solución; extrema, según su costumbre: “Yo propongo airear el odio, el prejuicio y el instinto depredador por aquello de desenmascarar la realidad [y] por aquello de salir de la rutina biempensante y mentirosa.” Lo dicho: un hombre de extremos. 


Volviendo a la pregunta inicial: ¿Por qué no hay más blogs de “simples aficionados” que escapen de esos dos males, el buenismo y la ausencia de criterio? 

Ni puta idea. Supongo que porque a los que no escriben, editan o traducen (o fantasean con hacerlo) todo esto de la crítica y el mundo literario se la trae floja y pendulona o les parece tal soberana estupidez que ni cinco minutos le dedican. Quizá, si acaso, comentan de vez en cuando en algún blog tipo este. 

Se deduce, por exclusión, que el resto sí tiene intereses por lo sospeche que deben cuidarse muy mucho de decir según qué cosas o caer en según qué verdades como templos. Yo mismo, por ejemplo, dejé de criticar algo criticable, condenable, ajusticiable, sólo porque una de las partes afectadas era o había sido un viejo amigo y también porque algunas cosas no se pagan con cincuenta euros (la idea era publicarlo en Diario Kafka). Quiero decir que si yo, que vivo en la periferia más periférica y presumo de ejercer la independencia más independiente, si yo, insisto, que voy del rollo “a mí no me importa nada”, acabo cayendo en esto, ¿en que no caerá uno que tiene que verse la cara, día sí, día no, en directo o en diferido, con este, con el otro, con el de más allá? Que nadie se equivoque: no hablar de los libros malos no es una política crítica sino una vulgar excusa.

Creo sinceramente que el escritor (o el editor) debería dejar de ejercer la crítica, al menos mientras no sea capaz de romper la actual dinámica casposa e interesada. Y creo también que el lector de a pie -el único que parece tener la capacidad suficiente de abstraerse de los intereses empresariales- debería dejarse de hostias y de pamplinas y baboseos y peloteos y mamoneos, y si va a ejercer y practicar la crítica crítica literaria que se asegure de que ésta resulte, como poco, creíble. Todo lo demás es basura, luces de neón y publicidad barata (léase twitter) y a sus artífices, los críticos amateurs, toda vez que se demuestran inútiles como tales, más les valdría reciclarse en escritores inéditos y perder así el tiempo en sí mismos, evitando al menos que nosotros lo perdamos con ellos. 



100 comentarios:

  1. Por experiencia como profesora de talleres de escritura te diré que al 90% de la gente le parece que hacer una crítica negativa de un libro te convierte automáticamente en una mala persona, así de simple e increible. "No quiero parecer una arpía" "Van a pensar que soy un borde" etc, etc. Y aquí nadie se juega nada, ya me dirás... En muchos casos lo que hay detrás de tanta ñoñez es miedo, falta de seguridad, piensan, ¿cómo voy yo a decir algo negativo de un libro que la crítica está poniendo por las nubes? un libro que ha ganado el premio de no sé dónde o que mi compañero de al lado que lleva gafas de pasta ha dicho que era sublime...
    A nadie le apetece quedar mal. Es mejor equivocarse por el otro lado, te juegas menos.
    Resumiendo: si esto ocurre en un taller de escritura, un espacio cerrado en el que la implicación es nula, cómo no van a multiplicarse todos estos prejuicios cuando se trata de un blog, revista o lo que sea?

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    1. Bueno, ahora debería ir el chiste sobre la clase de personas que se apuntan a talleres de escritura. Pero sería un chiste demasiado fácil e indigno de mí.

      Yo creo que la clave es esa: ¿que se juega el crítico?

      .......................... (Rellene la línea de puntos)

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    3. A mí me parece que uno de los problemas es de pura educación, es decir, si desde el colegio nos enseñaran que criticar un texto no significa criticar a una persona sino a un mero artefacto literario, algo que suena muy obvio pero que se confunde constantemente, no seríamos todos tan cobardes por un lado y tan susceptibles por otro.
      Pero aquí hay una gran tendencia a confundir y mezclar todo, tanto a la hora de escribir como a la de leer.
      Falta profesionalidad en ese aspecto y mucha, mucha tolerancia para admitir opiniones distintas a la nuestra (para eso no hay más que ver los muchos comentarios insultantes que se generan en estos blogs)
      Quizá la crítica que tenemos no sea sino un reflejo de cómo somos.

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    4. Zombie, por el amor de dios, deja de ponerme los cuernos (literarios) con el amigo Tongoy y dime algo de lo que te mandé, que me tienes en ascuas y no has dejado caer ni un miserable "pse, no está mal"... joder.

      Interesante reflexión, Carlos. Ninguna editorial me ha regalado nunca un libro (¿cómo se hace para que te los regalen?) y siempre escribo lo que me da la gana. No digo que sea tu tesis, pero eso de que porque uno afirme que un libro merece la pena se convierte inmediatamente en sospechoso de mamoneo, buenismo y cosas similares es la típica tesis del resentido insoportable. Y sí, en este país pones a parir un libro porque te parece una mierda e inmediatamente el sujeto pasivo de la crítica asume que es un ataque a su persona, no a su mierda.
      abrazo.

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    5. Jajajaja, que sepas que estoy leyendo tu libro con entusiasmo y poniendo en ella toda mi atención, incluso me estoy sintiendo mal por no estar a veces a la altura, joder, eres demasiado para esta zombie descerebrada...
      Eso sí, evitaré cualquier indicio de buenismo en mi crítica, sólo buena fe y honestidad :)

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    6. Bueno, ya sabes que yo soy un defensor a ultranza de la sospecha. Es una forma de vida. Y oye, me va bastante bien.

      Los libros no siempre son un favor, que conste, salvo excepciones esto no es como ir de compras a la fnac. LO cierto es que recibo poco de editoriales. Cada vez es más habitual que sea el propio escritor quien se ponga en contacto conmigo. Me cuesta decir que no por lo que tiene de cumplido y porque me interesan saber qué hacen las pequeñas editoriales. Conseguir el libro de Chirbes en la biblioteca no es un gran problema (ni con la crisis, afortunadamente) pero uno de, qué sé yo, Sloper, Zut o Underbrain ya es otro cantar.


      Pero oye, si es por libros, yo te mando alguno. ¡Pero a ver qué reseña me haces!

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    7. Zombie... ¿estás leyendo el libro de Cadou? ¡Hostiá!

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    8. Vaya te había contestado pero me ha dado un error... Decía que sí, que aunque a mí los editores no me regalan libros gratis, lo de ser muerta viviente me otorga otros privilegios como tener una buena relación con otros seres inertes :)

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    9. ¿Cadou inerte? Mujer, es verdad que se prodiga poco, pero tanto como inerte....

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    10. jajjaa, lo digo sólo por lo del personaje que se sentía mueble!! Qué malvado eres... La persona detrás de la silla aseguro que está muy viva y que tiene mucho que decir :)

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  2. La verdad es que al ver mi nombre ahí arriba al lado de esa afirmación, la de que las editoriales quizás no deberían regalar los libros, he "repensado" la cosa. Es un argumento demasiado simplista. Para empezar, yo misma he regalado mis novelas a los blogueros que me las han pedido y, al principio, incluso se las ofrecía y no era pensando que de ese modo iban a hablar bien de ellas. No siempre es así. Hay reseñistas que dan opiniones buenas y malas y a esos acudía yo. ¿De qué me sirve engañarme a mí misma? No tengo tiempo para eso. Así que no he sido justa al generalizar con otros títulos. De hecho, yo regalo mis novelas en e-book a quien me las pide para que no las pirateen, me jode enormemente que otros se lucren hasta con una novela que se vende por lo que cuesta un café. Y no lo hago para que las recomienden. No he hecho bien generalizando.

    También es cierto que, en algunos casos, probablemente, si las editoriales no enviaran los títulos, ¿podrían los críticos no profesionales comprar las novelas? Hay blogueros tan prolíficos que impresiona. Siempre queda el pirateo pero muchos aún prefieren el papel.

    En fin, me has hecho pensar sobre esto. Quizás la principal razón del buenismo sea el huir de la polémica. ¿Por qué decir realmente que una novela me parece mala? He visto las broncas que se montan entre autores que se critican unos a otros y también ataques a blogs donde una novela se ponía a caer de un burro. A algunos eso les pone pero a otros les espanta.
    Además, claro está, de otras razones extremadamente interesadas en las que no me meto porque me sobrepasan y vosotros las analizáis muchísimo mejor que yo.

    Un saludo.

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    1. 1. Respecto al primer párrafo: no has hecho tan mal generalizando porque parto de la base de que cuando uno "generaliza" realmente "no generaliza". Es decir, partimos de supuesto que pueden ser faltos, pero en este terreno puede la intuición.


      2. No sé si los críticos no profesionales pueden comprar novelas. Lo que sí sé es que yo tengo el blog desde hace dos años y que hasta ahora nunca me ha faltado material para leer. Y no soy millonario. Todavía. De todos modos, no creo que la gente con blog necesite los libros para poder leer. Aporto mi experiencia: de los 115 libros que leí en 2012, 28 fueron “regalos editoriales”, 7 los compré yo (compré más, pero sólo leí 7 de ellos) y 80 los saqué de la biblioteca. 26 de esos 80 fueron desideratas propias.


      3. Sobre los comentarios: bueno, siempre está la opción de cerrarlos. Mira el caso de Enrique Rubio, por ejemplo. Él no los acepta. Yo no contemplo esa opción ni remotamente (bastante me jode ya tener moderación) pero ahí está y es evidente que puede dar mucha “libertad”.

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    2. Coño, entonces... ¿es verdad esa leyenda de que las editoriales o los autrores os envían libros? Pues ahora mismo me monto un blog de éstos, a ver si cuela... lo llamaré, por ejemplo: "Jonan acepta Libros. Y jamones también". ¿Mola o no mola?

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    3. Jode, me preocupa esto. Tiendo a darte la razón, Carlos. Te la doy en los puntos 1 y 2. En el punto 3, no. Muchos blogueros andan por otros lados y no se quieren aislar. Y cerrarte a los comentarios a mala hostia supone cerrarte a los otros o moderar y, al moderar, ya estás leyendo, con lo cual te amargan la tarde. Aunque esto no justifica nada.

      Por cierto, que esto del buenismo tiene que ver mucho con la cuestión de la piratería que me entusiasma. Las propias editoriales son las primeras que lo practican, esta vez por razones obvias, y muchos lectores están hasta las narices de comprar libros a 20 euros que en teoría son la leche para abandonarlos. Muchos blogs de crítica que no son críticos terminarán también cayendo por eso. Te la dan una vez o dos, no más.

      Y, por cierto, gracias por tomarte tan en serio también mi comentario como para haber creado un post.

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    4. No sé yo eso de la piratería por parte de las editoriales. A no ser que te refieras a eso como la cesión de libros físicos.

      Si fuese del otro modo (digitales)me vendría muy bien que Anagrama de pasase en pdf o mobi el de Miguel Angel Hernández (Intento de escapada) que acaba de salir y me han rechazado en la biblio. Lo pido de buen rollo. Me apetece leerlo.

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    5. No me he explicado bien, lo que quiero decir es que he escuchado muchísimas veces a muchísimos lectores decir que están hartos de que TODOS los libros de las editoriales sean el mejor del año, que TODAS las reseñas de algunos libros sean maravillosas, que TODOS los premios Planeta sean fabulosos y que luego vayan, compren el libro carísimo (según ellos) y les decepcionen continuamente. De ahí a que se pasen al pirateo hay menos de un metro.
      Muchos lectores se sienten ofendidos por las elecciones de algunas editoriales que de vez en cuando pierden el rumbo. Esto de andar por ahí entre clubs de lectura de entre dos mil y cinco mil lectores te da una visión de ese mundo que, estadísticamente, se repite. Y esa opinión es generalizada.

      El buenismo no hace ningún bien a la literatura. Los lectores NO son tontos. Y el bien más preciado de un lector es su tiempo, más allá del dinero, tú lo sabes bien. Si un lector empieza a pensar que le están tomando el pelo con tanto buenismo, justifica la piratería mucho más por sus desengaños que por su precio. Y mil libros no pueden ser todos los mejores del año. Sobre todo si salen en enero.

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  3. En mi humilde opinión, solo a los críticos profesionales, es decir, los que cobran por publicar sus reseñas, se les deben pedir cuentas de su buenismo, pero también del 'malismo', que hay mucho cabroncete rencillero y rencoroso por ahí, o simplemente son capaces de lo que sea para que se fijen en ellos y aumentar el caché.

    Los blogs de 'aficionados' pueden responder a muchos motivos: pasar el tiempo, promoverse en la red con vistas a publicar un día u otro también, opiniones sinceras - porqué no - aunque no necesariamente compartidas.... Pero está bien que haya mucha gente hablando del mismo libro, mejor que solo uno o dos. A veces es suficiente ver cómo se dicen las cosas para hacerte una idea de la calidad real del libro, más que fijarte en qué se dice.

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    1. Sí que hay malismo, sí. Bendito sea. Yo pillé alguno escandaloso. Un acto de venganza en toda regla, pero lo normal es "no hablar de lo que no gusta". Yo no digo que haya que pedirles cuentas a los aficionados bondadosos, pero no entiendo muchas veces que gente MUY CRÍTICA, cuando les cae un libro en las manos de según quién o según por qué, rebajen escandalosamente sus niveles de exigencia.

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    2. Jaja, ¿y qué esperas? Los codazos están bien, que son muy escandalosos y llaman mucho la atención, pero nada como arrimarse al braserillo para no quedar fuera, que nunca se sabe dónde van a repartir sopitas.

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  4. Muy buena y necesaria entrada, Tongoy, pero supongo que "para gustos (y métodos) colores" (lo que ya decía una vieja comiéndose sus propios mocos).

    En mi caso he tenido que sufrir muchas mierde-lecturas por cuestiones semi-laborales y, ahora que vuelvo a dedicarme de pleno a la lectura por placer, descubro que soy incapaz de avanzar más allá de la página cuarenta en un libro que no me está motivando. Llegados a este punto ese libro desaparece de mi mesita (vía devolución -a mi querida biblioteca o a la librería-, regalo o reventa como artículo de segunda mano) y me olvido de él, ya que no me veo legitimado para escribir una reseña con tan pocas páginas leídas.

    Pero creo que llevas razón... quizás tenga que inaugurar una nueva sección en mi blog que se llame "Los libros que me han aburrido antes del tercer capítulo" para dar fe de ellos. Quizás mi criterio en la (te aseguro que esforzada) inicial selección no sea suficiente... En cualquier caso, volvemos al tema de la vieja y de su buenismo al juzgar el sabor de sus propias excreciones nasales.

    Un saludo.

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    1. Lo hice una vez. Me refiero a hablar de un libro que no pude terminar. No veas la que se montó. Fue el segundo post más visto del blog: http://lamedicinadetongoy.blogspot.com.es/2011/10/setenta-acrilico-treinta-lana-de-viola.html

      Miento. Tiempo después volví a repetir la experiencia: http://lamedicinadetongoy.blogspot.com.es/2011/09/un-dia-me-esperaba-mi-mismo-de-miguel.html
      Tampoco le fue mal en lo que a visitas se refiere.

      Yo entiendo, en parte, que la gente se enfade pero por otro lado no veo nada malo en decir: he dejado de leer este libro por esto por esto y por esto. Volvemos al símil cinematográfico: no pasa nada por decir "he dejado de ver esta película porque era aburridísima", ¡¡pero dios te libre de hacer lo mismo con un libro!!

      En fin. En cualquier caso con un libro que no me da ni para terminarlo, y salvo que sea por razones que claman al cielo, no suelo tener mucho interés en perder el tiempo con él.

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    2. ¡Pues vas a repetir número de visitas con este! Llevas razón de que no pasaría nada por decir cuando un libro ha sido tal peñazo que ha obligado a uno a dejarlo... prometo hacerlo.

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    3. Si se me permite terciar, os aconsejo que dejéis cualquyier libro en el momento en que os esté aburriendo.Incluso podéis hojear para ver cómo acaba y santas pascuas. No pasa nada y sienta de maravilla.
      Yo acababa todos los libros que empezaba, a veces con dolores propios del estreñimiento con almorranas, hasta que topé con "Las máscaras del héroe", de Juan Manuel de Prada, y no pude pasar de la página 70, o así... Nunca le podré estar suficientemente agradecido a ese hombre.

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    4. Un amigo me dio un consejo que sigo a rajatabla: Si cuando llegas al tercio de un libro no hay algo que te haya interesado hay que dejarlo. No hay vida suficiente para leer todo lo bueno que se ha escrito.
      Así que si en una novelita de 150 páginas el autor no ha conseguido motivarme en las primeras 50 cierro el libro y abandono. Sin culpa. Y regodeándome en mis mocos. ;)

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    5. Es la misma medida que utilizo yo. O debería. Muchas veces no llego a tanto, pero otras, como con TIERRA, uno quiere pensar que sí hay algo que está a punto de llegar pero cuando llega lo hace en la página 150 (de un total de 250). Y claro, llegados a este punto tiras un poquito más, aprovechando que justito ahora se ha puesto interesante. En la 200 ya ves que va a volverse a la nada pero, coño, te quedan 50. Ya qué más da si además son casi las doce de la noche. Un empujoncito y no te quedas con la duda. Ahora bien, en la reseña me desquito.

      Algunos libros parece que tenga planeada la estrategia.

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  5. Y comparto la opinión de Zombie. Pasa en la vida: si criticas algo desfavorablemente, eres un coñazo. Molestas. La gente prefiere callarse. Las razones de la crítica buena no hace falta argumentarlas pero ojo como digas que algo te parece una porquería, ya puedes tener claro por qué. Y lo que tú has dicho, Carlos, también es así. Si digo que un libro de otro escritor me parece malo, puedo ir preparándome para lo que vendrá para el mío, aunque sea una obra de arte (que no es el caso).
    Los escritores solemos llevar mal la crítica. Algunos más y otros menos. Pero los hay de los que te convierten inmediatamente en enemigo como oses decir que algo suyo no te ha gustado. Y no merece la pena. Supongo.

    Y también me he encontrado quien valora tanto la creación literaria que no quiere dar un disgusto al autor. Después de todo lo que se lo ha currado. Ese buenismo me gusta. Es humanidad. Será porque tengo clarísimo que la creación literaria es anterior a la crítica. Se creaba antes de saber teoría. Por eso, lo que a un crítico espanta a otro maravilla. Y obras que por su construcción teórica deberían ser rechazadas por el público, son amadas. Emocionan, quizá, no sé. Algo tienen que escapan al juicio de la teoría.

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  6. No comento casi nunca, pero hoy me aburro soberanamente. Llevo media hora intentando poner algo inteligente y elaborado, y no hay manera.

    Sólo se me ocurre que tal vez todo sea más sencillo y menos perverso de lo que parece. Por más que lo intento, no me recuerdo pidiendo a mis amigos íntimos (ninguno de ellos escritor) que no lean tan o cual libro. No es complicado toparse con historias fallidas, ladrillos infumables o que directamente indignan por haber pasado unos supuestos filtros editoriales, pero creo que en esos casos, obramos aplicando la indiferencia como el peor de los castigos. En otras ocasiones, sencillamente dudo de mi propio criterio, y no tengo motivación alguna para impedir que alguien, en el peor de los casos, pierda 15 euros en un libro y algo de tiempo. Que cada uno juzgue por sí mismo.

    Sin embargo, no me cuesta nada recomendar sin parar cualquier cosa que me haya gustado. Soy el típico pesado, termina regalando aquello que recomienda para que sea leído, YA. De alguna manera pienso que lo bueno (lo que yo considero bueno) debe ser apoyado y voceado. Por supuesto que hay mucho de utilitarismo en la crítica o en la ausencia de crítica, pero repito, creo que todo es más sencillo y menos perverso de lo que parece.

    Un saludo

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    1. Anda, mira qué bonito. ¿Qué es eso de que vienes sólo cuando te aburres? Maldita sea, nunca me acostumbro a ser el segundo plato.

      Yo tampoco creo que sea perverso. Bueno, un poco sí. Es decir, dependiendo de dónde venga. Pero "perverso"... no, no creo. Interesado, en todo caso, pero eso es perfectamente legítimo. Es como las fajas de los libros. Es que... a ver, a veces uno lee cosas (críticas) que resultan escandalosas porque parece (y a veces ES) un amigo reseñando a otro. Mira, por ejemplo, la chulipandi Montero y cia, los poetastros, que van encadenando obras maestras. ¿Cuál es el valor de esas reseñas? Cero y no porque esté dando por hecho que falten a la verdad sino porque en eso casos aplico el criterio de prudencia y la presunción de culpabilidad. A los buenos libros uno acaba llegando siempre.

      No pretendo decir con esto que cada vez que se abra un libro haya que machacar al escritor. No, no se trata de eso, pero hay un término medio y en todo caso está, como tú dices, el silencio. Y ahora voy a poner un ejemplo: yo soy amigo de una persona que escribe y me he leído sus libros (todos). Uno de ellos me gustó, bueno, bastante sin llegar al orgasmo. Escribí una breve reseña que nunca publiqué primero porque seguramente nadie me creería y segundo, y más importante, porque no estoy del todo seguro de hasta qué punto he sido objetivo. Creo que no del todo. Quizá por eso defiendo con tanto ahínco la “independencia”, entendiendo esto como aquello que nos provoca la indiferencia suficiente como para decir lo que nos plazca sin tener remordimientos. Cuánto más cerca he estado de la cierta gente menos libre me he sentido. Y mira, para una ventaja que tiene estar en este parte del mundo….

      Me alegra verte por aquí.

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    2. Carlos, todos sabemos que la objetividad absoluta no existe, como tampoco existe la libertad. Ni siquiera tú puedes ser objetivo al 100%. Siempre habrá mil variables que no controles. Si quieres hacer una reseña de un amigo, veo absurdo no hacerla. Permítete ese pecado, lo contrario es como de monaguillo con mala conciencia. Luego te fustigas, y punto. Creo que bastaría con que en la propia reseña dejaras clara tu relación con el tipo en cuestión, como ya sueles hacer en otras reseñas. Luego ya, confía en el criterio de tus lectores para ponderar hasta qué punto era Tongoy, o Carlos, el amigo de fulanito. Y en cualquier caso, esto es literatura, no cirujía de alto riesgo. Todos nos podemos equivocar.

      PD. leer, leo siempre. Lo que me da pereza es comentar :)

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    3. Pero es que yo no quiero ser objetivo. Es decir, trato de "objetivizar" un poco durante la crítica, pero lo justo y necesario. El mínimo imprescindible. O eso quiero creer. Soy muy de piel y si un libro me llega ya puede ser de Corin Tellado que me parecerá igualmente maravilloso. Y viceversa. No es el primer Tostoi que me parece un tolso. Yo creo que es por esto que no me fichan los del Quimera.

      Mira, casi me has convencido con lo de la reseña. He sido siempre un chico fácil, lo admito. Como es chiquita voy a juntarla con otra(s) y un día cualquiera
      le doy al Publicar. Acabo de volver a leerlo y bueno, lo que se dice bueno, bueno, bueno, tampoco he sido.

      P.D. Me están llegando tus mensajes por duplicado. Sólo estoy "validando" uno (Y gracias por leer siempre. Ni siquiera yo lo hago).

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    4. Tienes un montón de gente que comenta en tus publicaciones. Creo que es precisamente porque das tu opinión. No practicas el buenismo, me parece. Pero la objetividad ¿existe? Creo que hay toda una teoría sobre eso. Yo opino que jamás se es objetivo. Incluso una misma novela puede resultarte una maravilla con treinta años y una mierda con cuarenta. A mí me ha pasado con muchas. Quizás sea porque yo no leo como una crítica. Intento leer como una escritora y a veces tampoco lo consigo y leo solo para disfrutar.
      Pero ¿el crítico es objetivo? Yo creo que nunca. Incluso aplicando la teoría que han intentado explicarme alguna vez, siempre hay margen para encontrar divergencia. Creo que eso es porque entra en juego el arte.

      Sobre lo que decías más arriba de generalizar con mi opinión sobre las editoriales y sus libros generalizados, solo he intentado ponerme en el lugar de más blogueros. Me he dado cuenta de que resulta que conozco a un montón y no todos practican el buenismo ni a cambio de libros gratis. Pero sí se vende el que va por ahí pidiendo que nos hagamos seguidores de su blog para conseguir el mínimo que una editorial le pide. También el que dice de todas las novelas que lee??? que son cojonudas para que sus autores digan de la suya que también lo es. Y eso sí lo he podido comprobar en persona. Entre escritores. Malos escritores. Pero a veces hace más el ruido que las nueces.

      Por eso me gusta tu blog y algunos otros que sigo. No parecen así.

      Y a mí no me aburre esta entrada ni sus comentarios. Será que estoy harta de peleas.

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    5. Quería decir "y sus libros regalados" no generalizados. Eso es que hoy debo dejar ya el bicho.

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    6. LA eterna cuestión de la objetividad. No, yo creo que no existe, no del modo que se exige, al menos, aunque sí hay formas de valorar objetivamente una obra. Esa debería ser la tarea del crítico, pero este es un debate agotador y tan recurrente...

      Fascinante lo que dices de blog pidiendo seguidores. Nunca me ha ocurrido. A veces me piden que pongo el link en mi blog a cambio de su blog linkando mi blog. Siempre digo lo mismo: que no teniendo intereses económicos (publicidad) no tiene mucho sentido que llene mi blog de sitios que no visito. Pero, seguidor... no, eso no me lo han pedido nunca. Estaría bien identificarlos. La gente, qué poca verguenza tiene.

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    7. Te puedo contar bastantes anécdotas similares, las anoto. Cuando me metí en este berenjenal jamás podría haber imaginado que esto era así. Otra cosa es que tenga cojones a decirlo en alto algún día, además ¿para qué? Los escritores o críticos que usan esas artimañas para ¿triunfar? caen por su propio peso. Unos más tarde que otros pero caen. Si necesitas de eso para que lo que escribes llegue al lector es que estás muerto, literariamente hablando y, lo que es más patético todavía, lo sabes.

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    8. Lloriqueos relativistas.

      Como sólo se puede tener razón al 99.78738653% se os ocurre soltar estos disparates.

      Todos sabemos que a esto se le llama tener razón y ser objetivo.

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  7. Tongoy, no puedes tirar la piedra y esconder la catapulta: aclara el punto 3. También me aburro soberanamente hoy.

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    1. Hostia, centro de ocio Tongoy.

      No, el punto 3 no lo aclaro. Quizá más adelante. Prefiero... ¿cómo decirlo?... guardármela. Todo se andará.

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  8. Señor Tongoy,
    Me alegro de que le gusten las preguntas de pesados como yo, sobre todo porque no es la primera y siempre empieza respondiendo que le cuesta responderme. Me gustó su entrada. Pero, ahora bien, si bien ha desarrollado y explicado aquello del “buenismo” de una manera clara, por el contrario, me queda un poco corta su explicación de la “ausencia de criterio”. Quizás usted hace alusión al tema, incluso, hace una muy loable mea culpa, al referirse a su salida de Diario Kafka, algo que yo le mencionaba en el comentario. Pero enseguida relaciona esa salida con cierto “buensimo” de su parte y luego no hace referencia alguna al otro blog del que yo hablaba, en donde, por más que no se los pueda criticar de “buenismo”, o de “buenistas”, desde mi punto de vista, desde hace un tiempo a esta parte carecen de todo criterio, sobre todo, les falta coherencia. De hecho, aquello que critican en unos, sobre todo, los tres de siempre, lo reivindican en otros. En fin… pero para no entrar con el tema de ese blog, pongo otro ejemplo: cierta ausencia de criterio en gente respetable, formada y que no apela al “buenismo” como es el caso de Ignacio Echeverría. Entiendo que en Ignacio Echeverría se nota bien aquello que quise decir acerca de los “notables” que desprecian a la plebe. Para darle un ejemplo claro, y para justificar el por qué del interés y respeto que tengo para con este blog, si bien por momentos dicen lo mismo, creo que la crítica de Tongoy no es para nada igual a la crítica que Echeverría hace de la novela “Intemperie”. Pequeña diferencia, para comenzar y no abundar: Tongoy ha leído la novela, Echeverría la desprecia porque la novela es una novela literaria que vende y no entra dentro de los parámetros estéticos por él defendidos. Es decir, lo que defiende Echeverría no es la crítica sino su lugar, su trabajo y su imagen. Tanto en el caso de Echeverría como en el caso del otro blog, el punto en el que, a mi entender, todo hace agua es el siguiente: los dos se ubican en el lugar de “salvadores”, por encima del resto de los mortales, y siempre obviando que pretenden “salvar” la literatura sólo en base a sus propios criterios estéticos. Creo que es el revés de la moneda, y, por tanto, lo mismo, que el “buenismo”: dos imposturas asumidas por algunos para formar parte del baile del mundillo. No es casual que tanto unos como otros desprecien a los medios virtuales. En su caso, al contrario, lo que encuentro en sus entradas es sinceridad. Es la fuerza de este blog, básicamente que usted dice aquello que le sale de los cojones, y, sobre todo, dice aquello que le sale luego de haberse leído los libritos. No se trata de ser objetivo o subjetivo, buena persona o rencoroso, todo eso es indefinible. Se trata simplemente de ser sincero o de llamarse a silencio.
    Saludo cordial

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    1. Esperaba su visita para explicarme/disculparme.

      Empecé queriendo hablar de todo (buenismo, ausencia de criterio y Patrulla de Salvación) pero se me fue la mano con lo primero y luego no supe "recortar". Ni supe ni quise, pero sobre todo no supe. Tendría que ver lo mal que lo paso en twitter. Total, que al final decidí que aunque tanto la ausencia de criterio como el tema de La patrulla bien merecían ser tratados no podía (no quería, ahora) someter al lector a un post infinito. Me pongo muy nervioso cuando paso de 1500 palabras porque es más o menos cuando yo empiezo a saltarme las parrafadas de otros. O antes, incluso.

      Estoy de acuerdo con usted en casi todo y digo casi porque si he de ser sincero (de este me cae una colleja seguro) llevo unos meses sin seguirle mucho la pista a las amigas de La Patrulla. Me llegan sus entradas al mail y les echo un vistazo pero no suelo entrar a leer los comentarios porque prefiero aprovechar ese tiempo para leer una novela. Mal hecho, lo sé, pero cada vez tengo menos tiempo para leer y no estoy dispuesto a robárselo a la literatura. También es cierto que la deriva “feminista” de La Patrulla no me parece especialmente atractiva.

      Creo que todos argumentamos en torno a nuestros propios criterios estéticos. De otro modo no se entiende que unos veneren y otros odien la misma novela. Yo, por ejemplo, rechazo de plano las novelas demasiado líricas o preciosistas, cuando hay un montón de gente que las adora. Léase reseña de Marcus Versus y comentarios, por ejemplo. En mi defensa diré que si me seduce (caso de El valle de los avasallados) no tengo problema en tirarme de cabeza.
      A Echevarría y a la Maggie, ahora que lo dice, nunca se me había ocurrido verlos como BUENISTAS, pero lo cierto es que sí apuntan maneras.

      Me quedo con ganas de más debate, pero debo atender a mi hija. Prometo volver cuanto antes. Disculpe la brevedad, no quería dejarle con la palabra en la boca.

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    2. Señor Tongoy,
      Gracias por la respuesta. En resumidas cuentas, lo que quise decir es que hay dos posiciones, sea cual sea el medio desde el que se escriben, la posición de objetor de conciencia con respecto a un campo de intereses determinados o la de lector. Y creo que la literatura se hace de lectores. Por eso me gusta su blog.
      Dos o tres cosas a partir de los comentarios: en ningún momento hubo desprecio cuando hablé de “simples aficionados”, más bien lo contrario. Y si creo que se puede hablar de “ausencia de criterio” y de “buenismo” en la misma frase es porque, a mi entender, es la base del problema: es la postura del alienado o del cínico. Evidentemente cada uno puede escribir lo que quiera desde un blog, ya que un bloguero no tiene más obligaciones que sus intereses personales, evidentemente que la presencia o ausencia de dinero para hacer una crítica cambia el asunto -por más que sean la promesa de cincuenta euros, para poner el caso del señor Tongoy en el diario Kafka-, pero lo que me interesaba señalar es precisamente que se producen los mismos efectos en uno y en otro lado. No creo que se trate de una simple coincidencia sino que tiene más que ver con una ideología, entendiendo por ideología a un conjunto de ideas que justifican un campo determinado de intereses. Creo que en el ámbito literario lo único que se opone a eso es la lectura.
      Llamándome a silencio, le envío un cordial saludo y espero verlo por nuestro terruño gallego

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    3. He vuelto. Mis disculpas. Está estoy muy animado y trato de no parecer un maleducado haciéndome el interesante.

      Sólo una cosa más sobre lo que ha dicho y ya termino. Se trata de la apreciación de que la PdS reivindica para unos lo que critica en otros; esa práctica referente a Salvar La Literatura.
      Esta lucha por la salvación es su razón de existir, si bien es cierto que en ocasiones llama la atención su “defensa” de ciertos escritores (y no porque yo les tenga manía). Creo que ese es el error. Cuando Maggie se limitaba a “condenar” tenía sentido, porque en mi opinión TODO debe ser cuestionado, pero en el momento en que entras a defender algo concreto, un escritor concreto, o quizá cuando entras a criticar algo en comparación con eso otro, entras en un juego de espejos realmente complicado y del que no puedes salir nunca bien parado. Tienes que estar muy seguro de que sea un algo incorrupto y no me refiero al brazo de santa Teresa. En mi opinión el problema de PdS está en que a veces lleva a cabo tareas que, en origen (el que ella se ha autoimpuesto), no le corresponden, como es el caso de la crítica literaria. Ni tiene sentido ni es necesario pero sobre todo es un error. También es cierto es que atacar siempre lo mismo (es inevitable que todo aquello susceptible de ser atacado tenga un efecto recurrente) es cansino en demasía. Maggie dice mucho que se aburre y es normal, lo entiendo y por eso estaré siempre de su lado, porque se impuesto una tarea de la que, por fuerza, tiene que acabar hasta los huevos. Digamos que algunas veces con pecadillos de santo. Otro cantar es que en este mundillo la cosa está cada vez más aburrida.

      Y otro cantar más es la cuestión de la contradicción. Yo cambio de opinión con facilidad y me equivoco más de lo que acierto. Quiero pensar que los demás también. Me ayuda a sobrellevar lo mio.

      No sé si me ha quedado muy claro. Lo leo y no, pero sospecho que en el fondo se entiende lo que quiero decir. Quiero pensar que sí.

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    4. Hemos cruzado mensajes. No se llame al silencio, haga el favor. Ya sabe que me gano la vida con esto. ;)

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    5. Hum... interesantes matices.
      Me ratifico en la intransigencia hacia el crítico profesional. Antes he hablado de 'cobrar', pero ahora lo amplío a poner tu nombre en una publicación con un logo, aunque sea por la jeta. Los peores son los mercenarios, aquellos que a cambio de favores presentes o futuros practican el buenismo más espeluznante - y a veces el malismo- .

      Los blogueros 'de a pie', por nombrarlos de alguna manera, no tienen por qué dar explicaciones sobre sus gustos y preferencias, más que en las reseñas que publican. Eso sí, se agradecería algo más que 'este libro me ha encantado' o 'una grata sorpresa'.

      Y para acabar, PdS tiene una gracia que no tiene casi nadie: entra al trapo en los comentarios, en lucha 'cuerpo a cuerpo', que por algo son 'castrenses'. Su blog es lo más parecido a un zafarrancho de combate, y a veces libera bastante. Tiene una manera de 'imponer' sus criterios que a mí me resulta muy divertida. Y de todo eso, de vez en cuando, acaban saliendo cosas que valen la pena.

      Saludos

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    6. La alegría de la huerta sí que son. Agitan el panorama. Sólo por eso merecen vivir para siempre.

      Y yo me acabo de que dejé a Maggie con la palabra en la boca hace semanas. Me va a matar.

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  9. Centro de ocio Tongoy, sí.
    ¿Facebook, has dicho? Tienes pocos "amigos". Toda una tarde para investigar. Qué divertido.

    {Nos tienes mal acostumbrados a la sangre y mira lo que pasa}

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  10. Respecto al punto 3, ¿a quien no le gustaría ser arquitecto tras ver la S. Familia, ser el escritor de "Pedro Páramo", pintar como Vermeer, por ejemplo?
    La inteligencia es lo único que puede salvar en estos casos como en otros (querer tener un marido como A, Jolie...).
    Nunca quise ser escritora pero asistí a un taller literario para leer mejor. Por eso vengo por aquí.
    El resto es como la vida misma.

    Valeria

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    1. No iba por ahí. Es para demostrar una presunta teoría: por cojones, un escritor debe hablar (reseñas, críticas) de libros de otros, si se monta un blog.

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    2. ¡El punto 3! Perdón, estaba pensando en otra cosa. Vale. Bueno, no daré nombres tampoco. ¿Has dado con ella, Bernarda?

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  11. El asunto es que el buenismo tiene también mucho que ver con el miedo. Es fácil rajar de un autor desconocido pero difícil rajar de un consagrado. A pesar de que no estoy de acuerdo con las formas de Rubio (no me importa quién es Pron sino cómo escribe Pron) dice una gran verdad:

    "También existen blogueros que llevan dentro un escritor frustrado y que sistemáticamente ponen a caldo todo aquello que sea escrito por un autor nacional más o menos de su edad y glorifican los clásicos porque ya no suponen ningún peligro."

    Estoy de acuerdo. Lo jodida es decir y justificar (ojo) que la nueva de Iván Repila no tiene nada que envidiar al Amras de Bernhard; que la Siberia de Soto Ivars no es tan mala como la pinta la blogosfera y que el chaval promete si se centra; y que Martha Asunción y Ben Clark, no tan conocidos como Medel o Luna Miguel pero mejores poetas con diferencia, escriben unos versos realmente cojonudos de los que por desgracia nadie habla.

    Por cierto, leeré a tal Enrique Rubio. Pero leyendo algunos fragmentos de sus libros en su página que baje Goethe del cielo y me explique qué puta diferencia hay entre lo que escribe él y lo que escribe Pron. Si al final todos escribimos la misma mierda subjetiva, posmoderna y la hostia de cool. En fin, no sé, al final va a ser que todo cristo aquí quiere ser la puta rehostia y que le den a la puta literatura. La realidad es que escribes sobre Olmos y Vila-Matas y tienes tropecientas visitas. Escribes sobre Trías y Lope de Vega y que te follen. Ésa es la puta realidad.

    Lo único que le interesa al lector 2.0 es lo que hay en el escaparate. Si te pones a hablar de literatura de verdad en la blogosfera y en los medios (como se hace en la universidad) te comes los putos mocos. Eso es lo que he aprendido este año haciendo el gilipollas en la blogosfera. Es lo que ocurre cuando democratizas algo tan jodidamente elitista como lo es la literatura.

    Un abrazo, Tongoy.

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    1. Pues sí, la puta realidad es esa (la de que si escribes de Lope sólo te visitan los íntimos). Pero hombre, yo creo que es normal. Supongo que en todo caso el truco estará en actualizarse. Meter la reseña en un contexto actual, resucitar el libro y hacerlo atractivo. Las reediciones son una oportunidad excelente para sacar estas novelas a la luz aunque algunas acojonen (nunca me he atrevido a reseñar Madame Bovary). Sin entrar en detalles te puedo decir que los pocos clásicos que he reseñado últimamente (Tolstoi, Hnos Grimm, Rysselberghe, etc y especialmente Nabokov) han funcionado asombrosamente bien en lo que a visitas, incluso comentarios, se refiere. Que sí, que muchas veces tiene más que ver las fiestas que se montan en los comentarios que con el propio libro, pero en todo caso está ahí y se lee y uno se interesa o no. Pero claro, sólo clásicos, espanta a cualquiera.



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  12. Añado otra posible razón. No sé la cantidad de libros que lees al año pero ¿por qué tú no aciertas siempre o casi casi siempre? Tus razones tendrás y tú las sabes mejor que nadie, pero para mí es muy difícil acertar tan poco como lo haces.

    ¿Cuánto podrías acertar si quisieras? ¿El 85%? ¿el 95%? ¿Las razones son únicamente de los demás?

    Me encanta tu blog. Felicidades.

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    1. Fantástica pregunta, pero no son horas. Me retiro a leer. Espero que no le importe que le conteste mañana. Lo haré mejor de lo que lo haría ahora. Le adelanto que de los 19 libros que llevo leídos este año sólo he reseñado ocho. Quiero decir con esto que quizá el porcentaje de acierto es más alto de lo que doy a entender.

      Mañana lo sabremos.

      Muchas gracias.

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    2. Es difícil establecer el porcentaje de acierto. Suponemos siempre que la lectura es aquello que elegimos como fuente de placer y lo cierto es que yo, además de eso, leo mucho por interés, para conocer, descubrir, para no hablar sin conocimiento de causa y porque soy un hombre de tiempo, con la condena que eso supone a la hora de elegir lectura, que dónde podía recurrir a Dostoievski recurro a Teju Cole.

      Le voy a mostrar una lista.

      "m" de Juan Vilá

      "Fuera de lugar" de Victor Moreno

      "Los pájaros amarillos" de Kevin Powers

      "Bleak House Inn" de VV.AA (Ed. Care Santos)

      "Ciudad abierta" de Teju Cole

      "Intemperie" de Jesús Carrasco

      "El niño que robó el caballo de Atila" de Iván Repila

      "Un mundo para Mathilda" de Victor Lodato

      "Un matrimonio de provincias" de Marquesa Colombi

      "Artefactos" de Carlos Gámez

      "La vida para principiantes" de Slawomir Mrozek

      "Glaciares" de Alexis M. Smith

      "Norteamérica profunda" de Juan Carlos Márquez

      "Incendios" de Wajdi Mouawad

      "Limónov" de Emmanuele Carrere

      "La mujer de sombra" de Luisgé Martín

      "El elefante" de Slawomir Mrozek

      "Stoner" de John Williams

      "Las buenas chicas no leen novelas" de Francesca Serra

      "Tierra" de David Vann

      (sigue)

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    3. Todos son libros empezados y terminados este año por un servidor. Hay otros que están a medias, pero prefiero no incluirlos. Pues bien, de todos ellos sólo he reseñado los que están en negrita, lo cual deja fuera (al menos temporalmente) muchos libros interesantes. Stoner, El elefante, Limónov y, sobre todo, Incendios, una obra de teatro absolutamente maravillosa, que es, sin lugar a dudas, lo mejor que he leído este año: el único libro que me pegó el culo a la silla y me quitó el sueño. Fíjese, incluso La mujer de sombra y Norteámerica profunda han sido lecturas relativamente sorprendentes, en el sentido de “adictivas” (tómese estos con pinzas). ¿Por qué no he hablado de ellas? Supongo que porque se me da mejor tocar las huevos que acariciarlos, pero no desespere que todo se andará. La mujer de sombra saldrá en los próximos días y ahora estoy con Stoner y pronto con Limonov. Soy tan vago….

      Pero hablábamos de porcentajes. De todos estos libros el único que me arrepiento de haber leído es el de “Bleak House Inn” y precisamente ese lo leí para escribir la reseña para Diario Kafka, es decir, que lo hice por trabajo y para ganar un dinero (está por ver si acaba siendo así). Fue el único. El resto, aún gustándome poco, no me arrepiento en absoluto de su lectura. Miento. “Un mundo para Mathilda” fue una cagada por mi parte, pero es que yo creía que valdría la pena. Lo creía de verdad. (No pensaba lo mismo de Bleak House Inn, que ya apuntaba maneras). Fíjese: incluso Glaciares. Es una chorrada, cierto, pero me ayuda a conocer mejor la deriva editorial de Alpha Decay y me pone sobre aviso de cara al futuro. Digamos que cumple su función.

      Por el camino he descubierto algunos escritores: Cole, Powers, Colombi, Carrasco, etc y ya sabré a qué atenerme la próxima vez. ¿Qué podría haber ocupado mi tiempo leyendo Moby Dick? Sin duda. ¿Qué hay un montón de rumanos geniales? No lo dudo. Pero yo cuento con llegar este año a los cien libros y por lo tanto me puedo permitir un porcentaje algo de “error” o de “lectura informativa”.

      Lo que no hago casi nunca, por cierto, es acabarme un libro que no me gusta. Y si lo hago es por alguna razón, generalmente la esperanza de que mejore en algún momento. Léase Tierra, por ejemplo.

      Lo que quiero decir con esto es que yo ya creo estar obteniendo un porcentaje alto de aciertos (85% o 90%) porque leo lo que quiero leer. Si hablamos de lecturas gratificantes, bueno, claro, la cosa está más jodida, pero es que si hablásemos de lectura gratificantes yo no estaría leyendo tanta novedad como leo. Que mi película favorita sea “la gata sobre el tejado de zinc” no quiere decir que no pueda disfrutar viendo La jungla de Cristal 17.

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  14. Mi perspectiva,

    En los blogs de crítica literaria, como en los otros, voy buscando literatura. Esto es, se trata de que estén bien escritos, ni más ni menos. Y cuanto mejor escritos estén más fiables habrán de ser las opiniones del crítico: "la exigencia bien entendida empieza por uno mismo".

    Luego, sí, contribuyen a que estos blogs de crítica enganchen más (creo que lo hacen)a los lectores que los de simple narrativa, estos dos factores:

    -Hablan de asuntos accesibles y concretos. Si Tongoy habla (generalmente de manera diestra ¡esa es la clave, no lo olviden!) de la último novela de Gejundo Gejundez, todos sabemos -e incluso podemas conocer con más detalle si nos aproximamos a la obra de Gejundez- de que este hablando el tío, si yo aludo (y también suelo hacerlo de manera diestra pero no he dado con la clave ¡je, je...!) al spleen que me provocó cierta tarde el cauce seco de un río, habrá mucha gente a la que se la refanfinflen los guijarros y mi melancolía, ya que no van a poder intimar con ellos ni, tampoco, introducirse en mi mente.

    -Y el segundo. No nos engañemos, como en general el nivel de lo que se publica no es... ejeeeem... demasiado alto, da gustirrín encontrarse con alguien que lo dice y lo dice de una manera agradable pero sin dejar de ser cruda. A todos, en casi todos los ordenes de la vida, no es grato sentir que no estamos solos. Amen de que siempre ha deparado una mayor gratificación al voyeur el resbalón de una monja con un piel de plátano que da con sus glúteos en tierra, que la imagen de esa misma monjita rezando en su celda y pasando las cuentas del rosario.

    Venga, ya está ¡Vamos que nos vamos!

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  15. Al Enrique Rubio le rechazaron una novela en Mondadori y él lo sabe. Lo suyo es despecho (y ni siquiera bien disimulado). Para mí un ejemplo de los puntos 1, 2, 3, 4 y 5 de este artículo. Un saludo.

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  16. Ya dejé escrito (en otro lugar) que haría mi propia reflexión sobre el asunto. Lamento su extensión.

    Como ya imagino que el buenismo no trata del materialismo filosófico, la teoría del cierre categorial o la consideración del hombre como animal divino (asuntos esenciales en el corpus del pensamiento desarrollado por Gustavo Bueno), sino que versará sobre asuntos (más) mundanos —o tratados más ligeramente—, asumo que la idea de la necesidad de realizar una reflexión, surge (más que urge) como una cuestión dialéctica y debe establecerse, antes que nada, los fundamentos sobre los que se apoya.

    Así que, entendido ya cómo es posible que buenismo y falta de criterio puedan encajar en la misma frase (al no tener relación con el profesor) y aceptando, de partida, que se pueda considerar a ambos como “males”, leo entre líneas y encuentro que el autor del artículo (nuestro anfitrión) trata de realizar un análisis de intenciones, ese juego tan complicado de meterse en la cabeza (o ponerse el sombrero) de un tercero, tratando de adivinar por qué alguien hace algo (a la vista de lo complejo que resulta comprender las motivaciones propias).

    Y se relacionan una serie de posibles razones que justificarían (explicarían) el buenismo: entendido, ya, como la incapacidad de realizar una reseña negativa de un libro; especialmente en los blogs de “simples aficionados” (entiéndase como un desprecio del que hace la pregunta, sujeto anónimo, no del anfitrión; “que cada palo cargue su vela”).

    No hay características que separen a los escritores (con obra publicada) de los escritores (autoeditados) o de los escritores (que lo hacen en un blog). Ni siquiera, ninguna que los haga diferentes del resto de los humanos.

    “De los hombres salen los obispos”.

    Hay, al fin y al cabo, buenos y malos escritores; como hay fontaneros buenos y malos, panaderos buenos y malos y asesores de imagen.

    El sistema del libro ha cambiado: no en los últimos años, por el cambio de formato y la ausencia de un soporte tangible que defina al objeto. Se produjo antes, como un cambio de línea de negocio, al transformar un negocio perdurable (había determinadas obras que se asumía alcanzarían la categoría de clásicos y era interesante mantenerlas vivas), para convertirlo en un negocio efímero, basado en las novedades, en un flujo interminable de renovación de stocks.

    ---sigue en parte II---

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  17. --- parte II ---

    Así que, algunas acotaciones a los comentarios numerados:

    (1) Hay un mercado que pone dentro a los autores (los operarios) y deja fuera a los lectores (los clientes). El comentario sobre un mercado que funciona así, se escribe sólo. Los que están dentro adquieren, además, el status de “notables”. ¡Bien!

    (2) “...lo poco que cuesta decir que determinada película es una mierda y en cambio cueste tanto hacer lo propio con la literatura, como si el esfuerzo de tres personas mereciese mucho más respeto que el esfuerzo de doscientas”. El esfuerzo que valora el reseñador es el propio y, por tanto, al ser siempre mayor el de terminarse un libro que el de ver una película completa, hace que, ya que tuve la paciencia de acabarlo, lo voy a poner bien, no sea que otros (o yo mismo) piensen de mí que soy gilipollas (por haber hecho un esfuerzo tan grande que resulte baldío).

    (3) Las intenciones con que la gente modula su comportamiento rozan lo patológico (cuando no son, de facto, patologías descritas y objeto de estudio de estudio de numerosos profesionales). La categoría del absurdismo (fina adjetivación) es extendida: el pelotilleo como forma de promoción social cobra cuerpo porque existen más feladores que felables.

    (4) Más que corporativismo se trataría de supervivencia social. Afecta a todos aquellos preocupados por “el-qué-dirán”, temerosos de llegar a un sarao y encontrarse aislados. Todos esos que sueñan con estar ahí y, aunque no tengan nada que decir, encuentran consuelo, más tarde, a solas, imaginando réplicas célebres con las que embobar a la audiencia.

    (5) La terapia del desaire. Encadeno, en otros, las penas que yo he podido sufrir. Dado que no hay nadie que esté el último en la cadena de estulticia, siempre podré encontrar otro a quien darle palos (y creer que puedo quedarme a gusto).

    ¿Quién más queda? ¿Existe la posibilidad de que haya otras personas que se dediquen a escribir en blogs y que no entren dentro de esta relación de posibilidades, “no excluyentes” (entre ellas, se quiere suponer), que tengan intenciones diferentes a las descritas?

    Sí, por supuesto. Lo que sucede es que no es fácil encontrarlo en un sistema cerrado. Y el del mundo del libro es excesivamente excluyente. Para encontrar otras cosas, es necesario abrir la ventana, lo que conlleva un riesgo: al crear corriente, se puede encontrar algo “que no es corriente”. Y si ya resulta complejo jugar con las cartas marcadas por otros, es infinitamente más complicado marcar uno mismo (según su propio criterio) lo que, a su juicio, está bien y lo que no.

    Esa es la cuestión de fondo: la mayoría de la gente repite argumentos; no emplea tiempo en fijar, de forma autónoma, los propios.

    Un saludo.

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    1. De vuelta (tras una excesiva pausa) he puesto a leer cosas que tenía atrasadas y he visto este comentario; volviéndolo a leer entiendo por qué no fue contestado.

      Prometo ser más comedido en próximas intervenciones.

      Un saludo.

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    2. Alberto,

      la mitad de la culpa es mía. La vorágine se comió mis intenciones de contestarte. Déjate de comedimientos, anda; parte de tu encanto está en el exceso. ;)

      Un abrazo,

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    3. Comentario (2/3).

      En su momento tuve una intuición, creyendo que "Patrulla de Salvación" instauraría un premio a "la crítica más ácida, con más mala leche y más divertida de la temporada". Evidentemente, sin valorar ahora la deriva de la patrulla, la intuición fue errónea.

      Sería posible que te animaras y convocaras un premio así. Aviso de que me presentaría con ganas.

      Saludos.

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    4. ¡Ah, amigo Secades, qué pereza! Ya me conoces, todo lo que sea trabajar...

      Pero por venir de ti, pensaré en ello. Prometido.

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  18. Me tranquiliza su respuesta. En algún momento he pensado que tenía tendencia al masoquismo y me alegra que no sea así. De todas formas creo que ha generalizado demasiado con el "buenismo". Una gran mayoría de blogs pertenece a gente muy anónima, sin compromiso alguno excepto el de ser honrados con sus lectores, sin motivos para ser cobardes y que acierta mucho porque cuida mucho sus elecciones...también es cierto que no suelen tener un hábito continuo de estar expuestos a la novedad como el suyo.

    Por otro lado, no sé hasta qué punto se puede disculpar a los lectores de este tipo de blogs que, efectivamente, son de promoción más o menos encubierta porque ¿cuánto se tarda en calarlos? Ojalá nunca lleguen a ser mayoría, de momento y en mi opinión, están muy lejos de serlo.

    Un placer leer su respuesta y un saludo.




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  19. ¿Y en qué momento se ha decidido que un blog de un aficionado debe tener una función pública? ¿Por qué debe ser útil? ¿Y para quién?
    Si escribo un blog es porque necesito hacerlo. Me da igual el número de lectores que me sigan y las razones que tengan para hacerlo, porque no depende de mí (y aunque así fuera me negaría a que me condicionara. Si quiero ser una canalla sádica o una mística en éxtasis estoy en mi derecho. Para eso es mi casa.
    Se confunde a menudo lo que es colaborar en una publicación cultural (que aunque sea digital tiene un ISSN)con lo que se escribe en un blog personal (de esos que no tienen publicidad y en los que ningún editor le regala libros al autor). A pesar de que todo esté en la red los espacios y las responsabilidades son muy diferentes.
    Que muchos bloggers lo confundan no quiere decir que los críticos culturales les deban tratar igual. Y es que el autor aficionado de un blog puede equivocarse en su percepción, pero al crítico cultural se le exige que realice un esfuerzo para que no termine exigiendo responsabilidades a quien no debe.

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  20. Sin pararme en los comentarios (que son muchos y ahora no tengo tiempo), sólo tengo una cosa que decir:

    Ole, ole y ole! Pedazo de post!

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  21. Perdón por la ingenuidad, pero si una editorial quiere promocionar un libro en un blog de crítica literaria, ¿no debería pagar? A ver si el problema va a ser que en el negociado este hay más tontos que botijos...

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    1. Hay más tontos que botijos.

      Observación: el hecho de no cobrar es lo único que permite al reseñista ejercer la independencia. Lo único. Sin embargo se acepta (o eso es lo que creo yo que ocurre) que el libro sea el premio por la reseña y de ahí que ésta no pueda ser cruel. Esto puedo entenderlo si soy yo quien llama a Anagrama para pedirle que me mande un libro determinado. Sé que se hace; yo no lo he hecho nunca. Un poco porque me da vergüenza y otro poco no. Una vez, pero justamente porque había confianza (o yo me la tomé). Fue el libro de Carlos Velázquez, precisamente, y lo hice sólo porque no encontraba modo de leerlo si no era así (y un anónimo cabrón me había metido el gusanillo en el cuerpo).

      Pero es que lo más gracioso de todo es que muchas veces (bueno, “muchas” no) el supuesto favor que te hacen no es tal. El año pasado, o hace dos, me llegaron un par de libros de Destino. Los leí, los reseñé. Ninguno me gustó especialmente y así lo expresé. Precisamente uno de ellos fue el de Enrique Rubio. Así lo conocí. Después de eso siguieron llegándome libros: Clara Sánchez, Thilliez, Cabré, Zhang Ling, Lehtolainen, Pombo... cielos!! Lo intenté con algunos, pero no hubo modo. Ni me interesaban ni me gustaban y acabé por dejarlos. Ahora están ahí, ocupando un sitio que no tengo en la estantería. Llegó un momento en que dejaron de enviar, aunque el otro día me llegó el último premiado, ¿vila-sanjuan? Si es que no tiene sentido. Lo normal es hacer lo que hacen otros: mira, majo, ¿hay algún libro del catálogo que crees que te pueda gustar? ¿Sí? Pues dame tu dirección. Y todos contentos porque tú leerás un libro que quieres leer y la editorial tiene la tranquilidad, relativa, de saber que arriesga poco.

      De todos modos confieso que no tengo ni puta idea de la cantidad de libros que se mueven por ahí. Desde luego mi buzón no arde. Yo sigo siendo más de biblioteca porque la mayoría de los que quiero leer (y leo) no me los mandan y entre los que compro y me compran (en la biblio se portan de putísima madre) me arreglo mejor que bien. El hecho de que te manden libros se convierte en una carga las más de las veces.

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  22. Anda! No sabía que el libro de Velázquez tuviera tanta historia. Como al final lo tengo yo, gracias a ti, repito aquí lo que te dije a ti, que me gustó bastante.

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  23. Adónde vais con esos pedazo de comentarios, hombres (y mujeres) de Dios? Esto cada día se parece más a un Punto Pelota de la literatura. (Un debate futbolístico nocturno que la mayoría desconocéis porque sois bastante peculiares la mayoría, dicho esto con cariño, respeto y, en algún caso, incluso admiración). Y eso. Tongo, amor, tú y yo somos amigos? Quizás mi simpatía pudo alguna vez nublar tu criterio? No jodamos, no jodamos. Por cierto, yo me dejé La Montaña Mágica a medias. Me pareció un coñazo total. Y ahora ya podéis venir a por mí, que os estoy esperando. E insisto: adónde coño vais con comentarios tan largos?

    Quique

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    1. Tie... raz...

      Com... dem... lar...

      Sal...

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    2. Ignoro si somos amigos. Sé que te quiera, nada más. Con eso me basta.

      Ayer leyendo una obra de teatro me acordé de ti.

      Yo con la Montaña lo intente hace como mil años. Llegué a la página 100. O ni eso. Algún día volveré a intentarlo, lo juro.

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  24. "El buen gusto no se enseña en la escuela" y es que creo que aparte del mencionado buenismo y las pocas ganas de tocarle la moral al personal de críticos profesionales y aficionados, se nos olvida que hay gente que simplemente tiene un criterio y gusto pésimo (englobando obviamente a todas aquellas opiniones que discrepan de la mía ,guiño,guiño).

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  25. Sería una obra de teatro entretenida, original y divertida, claro. Quizás demasiado.

    En cuanto a la montaña, que te den. Estoy buscando guerra, joder.

    Tu Quique.

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    1. Ya lo sé mamalón, era por joderte el chiste. Sería más fácil si dijeses que estás leyendo 50 sombras de grey que te parece un novelón.

      El protagonista de la obra de teatro se llama Don Pollón y tiene un amigo que le pide que se la recorte para que la gente empiece a hablar de otra cosa. Algo así. Este: http://www.alhulia.es/tienda/?page_id=2&slug=product_info.php&products_id=556



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  26. Una cosa: La montaña mágica no se lee, se estudia. Cuando lo interpretas uno se percata de que se trata de uno de los mejores libros que se han escrito. Es una reinterpretación de algunos mitos clásicos (Radamantis, Castor y Pólux, el Hades). El tema principal es la enfermedad moral y la decadencia de la sociedad occidental. Como en La muerte en Venecia pero más extensa. El final es la puta polla. Y hay por el medio un asunto con una ouija de lo más siniestro. De todas formas no es un libro difícil de leer, creo yo. El que es insufrible es Doctor Fausto con ese intento de dodecafonismo en literatura.

    Saludos a los dos.

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  27. Para qué te sirve, Tongoy, la moderación de comentarios si luego se te cuela Diable con cosas como esta.

    Seguro que tienes razón, Vince. Pero tú eres montañero experimentado mientras yo solo soy un simple excursionista de fin de semana. Es decir, en el Everest te lo pasas bien tú pero para mí es una experiencia espantosa. El Everest es una mierda? No. El Everest es una mierda para mí. Y la Montaña Mágica es una obra maestra además de un coñazo absoluto.

    Saludos, Quique.

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    1. Quiquiño, del prólogo de "El plantador de tabaco":

      En Tom Jones, para mencionar otra novela afín a las intenciones de Barth, el narrador comenta sobre su héroe en íntima con¬versación con el lector, y tampoco oculta el artificio de su historia:


      Mi lector, pues, no tiene que sorprenderse si en el curso de esta obra se encuentra con capítulos muy cortos y otros en cambio muy largos; algunos que se ocupan sólo del tiempo transcurrido en un día y otros que comprenden años; en una palabra, si mi relato a veces parece quedarse inmóvil, y a veces volar. Por todo lo cual no me consideraré responsable ante ningún tribunal de jurisdicción crítica en absoluto; pues como en realidad soy el fundador de una nueva provincia del escribir, me siento en libertad para dictar las leyes que me plazca al respecto» .

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    2. A los dos: "La Montaña Mágica" se "lee". Y se lee del tirón porque el estilo con la que está escrita es fácil y fluido. Mucho más enrevesadas, donde va a parar, las novelas de Ken Follett y Palanhiuk (por recurir a los dos extremos de la balanza) ¡Qué no decir ya de las novelas de enanos y duendes, Tölkien y toda esa tropa, que sin embargo arrasan!. Igual las de detectives suecos, que sin embargo también arrasan. Igual Stephen King. ¡Las novelas de todos estos sí qué son difíciles de leer!. Las pierdes el hilo en cuanto te descuidas y abundan en argumentos sin pies ni cabeza.

      A V.D. La montaña mágica es una novela costumbrista sin atisbo alguno de crítica social. La sociedad burguesa alemana de principios del XX que refleja el libro no era decadente ni dejaba de serlo, era así. ¿Dónde es donde aparecen las alusiones de Mann a un pretendido decadentismo de su medio social? ¿Dónde sus recelos? Pero si lo que hace el tipo es todo lo contrario, por favor: ¡enaltecer a los de su medio... hasta el punto de sublimarlos (ese final)!.

      A Quique. Retoma la lectura del libro, porque ¡¡te LO estás perdiendo!! (eso sí, en lo que atañe a las conversaciones en francés con la rusa cuentas con mi placet para saltártelas).

      Un abrazo para los dos!

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  28. Sí señor. Ese es exactamente mi rollo. Te amo a ti, amo a Barth y ahora a Tom. Y a tu hermana, por supuesto.

    Quique.

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    1. Yo ayer lo retomé. Estaba uno poco harto de moderneces y así también aprovecho para reseñar todo lo que tengo pendiente. Ya hablaremos.

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  29. ¿Quiere alguien, por favor, quieres Carlos, por favor, hacerle un poco más de caso a nuestro Quique?
    Quique, amor, si yo fuese medio culta no dejaría de buscar, para ti, el libro ideal. Pero ya ves, Alá me ha concedido el don de la extrema inteligencia, el de la belleza, la simpatía, el don de gentes y tres más, pero me ha negado la capacidad de saber recomendar libros (que molen) a los colegas. Pero si hiciera o hiciese falta, aprendería a leer y escribir y escribiría un bonito libro para ti. Y todos nos ahogaríamos en él.

    Besos y abrazos

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    1. ¡Más caso! Imposible hacerle más caso del que ya le hago. Llevo una semana buscando sin descanso un libro que le pueda gustar. Me he dejado media vida en ello.

      Besos.

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    2. No te culpes, Marieta, que yo no lo hago. Para recomendar lecturas está tu hermano. A ti habrá que buscarte otra utilidad. De ti prefiero tu gusto impecable para detectar la genialidad allá donde otros naufragan miserablemente, impedidos por sus propios prejuicios y sus códigos caducos.

      Quique

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    3. Todo mi impecable gusto, al servicio de tu genialidad, mi querido Quique.

      Saludos

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  30. Perdonad esta nueva irrupción en escena, Carlos, Quique y Vincent, pero los falleros y las falleras han sitiado mi calle, están tocando pasodobles, van muy ciegos, tiran petardos, no me dejan concentrarme –ni trabajar– y he venido a caer a vuestra charla sobre 'La montaña mágica' para tratar de olvidar y para no tener que sacar el Kalashnikov y apuntar desde mi ventana directamente a la cabeza de uno o una de estos y estas cabrones y cabronas. Bien, sólo quería decir que La montaña mágica me parece una obra maestra. In fact, hace muchos años empecé a escribir un ensayo –lamentablemente pretencioso, todo sea dicho– sobre el tratamiento del tiempo en la novela de Mann. Imagino que eso de que LMM es un inmenso coñazo lo decís, Carlos y Quique, para que un incauto as myself pique y salga al ruedo a decir que las conversaciones entre Settembrini y Naphta son una maravilla y bla, bla, bla...

    Vincent, tío, con todo el cariño: deja los narcóticos o modera el consumo. No sabía eso de la reinterpretación de los mitos clásicos, pero en fin, nunca se acuesta uno sin saber algo nuevo.

    abrazos fallicidas

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  31. Clément, mon ami, LPMM será lo que tú quieras pero no es para mí. Es para ti y tus contemporáneos de mediados del XX. No niego su maestría sino que emito una opinión subjetiva de persona normal de este mundo a estas alturas. Recuerdo haber pensado, tras leer El Maestro y Margarita que no me habría parecido igual de bueno de no haber sabido que a Bulgákov le quedaban dos telediarios. No recuerdo si lo decía el prólogo o si lo traía sabido de casa. Pero si para apreciar una lectura necesita uno haberse empapado de toda la literatura anterior y todos los manuales de estética habidos y por haber, lógico es que no todos estemos capacitados para valorarla en su justa medida y, por consiguiente, le pongamos peros como, por ejemplo, que para ir del sanatorio al cementerio y volver se necesiten cincuenta páginas con sus cortezas de árbol, su temperatura y su fauna local. Coño. Ahí lo dejé. La maestría posterior a eso quedó por descubrir.

    Con amor, Quique.

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  32. ¿Acaso me estás llamando viejo? Nací siete años después de la publicación de 'El plantador...', man (soy de la quinta de Tongoy... casi). Te contestaría con un comentario kilométrico al estilo del amigo Vincent, pero en este momento hay un tipo muy tajado debajo de mi casa que tiene una trompeta y lleva dos horas tocando 'Smoke on the water', ajeno al estruendo de los petardos, feliz de amargar la tarde al personal, 100 % palizable y... no tengo ánimo.
    Hablamos otro día de LMM y de Bulgákov.
    con amor igualmente.
    C.

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  33. Smoke on the water mola mazo, tronco. Imagínate que el de la trompeta se arranca con Gloria Estefan o Presuntos Implicados. Ahí te tienes que lanzar al vacío.

    Y no. No te llamo viejo. Viejuno, más bien. A veces las personas normales sospechamos que algunos eruditos construisteis vuestra erudición hace demasiado tiempo y, por consiguiente, todo lo medís según aquellas reglas. Y, hombre, los tiempos cambian. Es verdad que cada obra hay que juzgarla en su contexto pero también habrá que reconocer, tras alabar su genialidad, que escrita hoy no sería tan genial.

    Resumiendo: LPMM es un tostón. Lo es. Y, además, una obra maestra. Sobretodo si no tienes televisor en casa, no tienes novia, mujer ni hijos pequeños, ni un trabajo medianamente absorbente, ni amigos con los que salir a hacer el imbécil cada dos por tres.

    Las gordas de Rubens son unas gordas. Que en su momento estuviesen requetebuenas solo significa que en su momento estaban requetebuenas. Ahora no. Ahora se llevan livianas. Y algunos somos gentes de hoy, del 2013, y no lo podemos evitar.

    Amor, Quique.

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  34. Acepto de buen grado eso de viejuno, querido. Te pregunto, no obstante: ¿por qué se sigue representando hoy Ricardo III de Shakespeare, con todas las innovaciones formales que quieras, pero...? ¿Por que Nietzsche es un autor que sigue mereciendo la pena leer hoy? ¿Por qué se hacen retrospectivas de Goya y el museo se peta? An so on...
    Love is in the air.
    C.

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  35. Clément y valenciano. Eres una mandarina?

    Gilipolleces aparte, será que se puede ser genial sin ser un tostón. Lo de Shakespeare. Nadie necesita un asesor literario a su lado para saber que Othelo va de celos. Está chupao. A lo mejor porque lo que escribió Willy iba dirigido al populacho que soy yo mientras el amigo Tom escribió LMM para ti y tus secuaces megaleídos. Te voy a poner un ejemplo con permiso de las señoras:

    A le dice a B, en el contexto de una conversación sobre una mujer en particular (LMM):

    - Realmente espectacular, amigo B. Qué mujer! Quisiera describírtela pero cómo hacerlo con las limitaciones del diccionario? Cómo hablarte de sus tobillos, de su tez blanquecina, su mirada, su porte, su serenidad, su sí pero no, su ven que te espero pero a lo mejor me lo pienso, su escalofrío en mi nuca, su todo total?
    - Esteeeee... Y qué tal la chupa?

    Exagerando un poco, tú serías A y yo sería B. Y los dos sabemos que la chica esa es el recopón pero ¿por qué no va a chuparla? ¿Tiene necesariamente que no-chupar para seguir siendo tan maravillosa? ¿No puede ser todo eso y luego chupar como una Dyson? De acuerdo que lo uno sin lo otro no es exactamente lo mismo, pero lo otro sin lo uno se queda cojo. Creo. Y Shakespeare chupaba. Era todo lo que tú quieras pero al final bajaba, bajaba, bajaba y...

    Schulurpf! Todo un detalle.

    No sé si me explico.

    Saludos, Quique.



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    1. Quique, tú argumento es falaz.

      Vale, se supone que a los tíos ¿a todos? (nunca, nada es "a todos") les gusta que se la chupen. Pero también les importa, nos importa, quien y como es la oficiante. Y existen ocasiones -muchísimas- en las que preferimos tontear con una candidata que nos ponga mucho aunque sabemos que no va (de momento; la esperanza es lo último que se pierde) a complacernos zezualmente que quedar a tales fines (blowjob guarantee) con otra que nos resulta mucho menos atractiva ¡Qué no sólo de mamadas vive el hombre, aunque pertenezca al género masculino, Quiquín!

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    2. No has prestado atención, Julián. Para empezar, querrás decir que mi argumento es felaz. Se perdona el error tipográfico.

      Por otro lado, quisiera dejar claro que, en mi comentario, venía yo a decir exactamente lo mismo que dices tú. Que lo bueno es que las dos cosas vayan juntas, caso de Shakespeare, que era genial para todos los públicos y sin aburrir a las ovejas.

      Maldito, bien claro lo he dicho (escrito). Y vas tú y, por tus ganas de quedar como un señor, replanteas mi mismo argumento como si yo hubiese dicho (escrito) lo contrario.

      (Conozco a otros de tu calaña. Esos que, mientras hablas, les importa un bledo lo que estás diciendo y en lugar de escuchar están pensando lo siguiente que van a decir, digas tú lo que digas, con lo que en muchas ocasiones acaban diciendo exactamente lo mismo que acabas de decir tú, pero en forma adversativa. Como un monólogo disfrazado de diálogo y siempre tú de gilipollas).

      Y menos mal que solo era un comentario de blog. A saber cuán retorcidamente eres capaz de interpretar una novela de mil páginas, truhán! ¡Así se os cae la baba a algunos con determinadas novelas, si interpretáis aquello que os sale de los bigotes!

      Me has herido en lo más profundo, Bluff. Con lo que me despido afectuosamente de todos menos de ti y tus muertos.


      Amor, Quique.

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    3. Decían de Dióegenes de Sinope que iba con una luz encendida por todos los rincones de Atenas buscandoa un hombre. Y que no lo hallaba. Yo por estos blogs, busco al "escritor" sin terminar de dar con él, tampoco.

      Y bien está, querido Quique, mi impremeditada felonía -los que somos así; sobrados, genuinos... vamos tan a lo nuestro que ni cuenta nos damos cuenta de los ninguneos que somos capaces propinarles a los más cándidos- si con ella se ha conseguido que te hayas puesto las pilas... hayas apartado a un lado los tics de comentarista brasa y hayas empezado a dar lo mejor de tu valía. Aunque esto haya tenido que suceder, entroncando oportunamente tu decir con la más pura raingambre literaria ibérica, por medio del libelo. ¡Ea, ! ¡Vale también, también vale! Todo vale para que puedas ofrecer en este blog lo mejor de tí como escritor; y he de reconocerte -nobleza obliga- que difamándome de esa forma tan sugestiva has estado más que despierto. Pero errado... Y es que... yo... yo...

      Yo soy un santo Quiquín. Un puto santo (homenaje a V.D.) ;-)

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  36. Ja, ja, ja. Muuuuy exagerado, demasiado exagerado, pero me he reído.
    No soy valenciano, por cierto.
    Hasta la próxima y un abrazo.

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  37. Yo me pongo de pie, levanto la mano y confieso que descarté hacer críticas en mi blog porque aspiro a publicar. Sólo me atrevo con aquellas aberraciones que claman el cielo, y más por el humor que por la crítica en sí - pienso en lo que escribí sobre 50 sombras, por ejemplo.

    Soy consciente de que es una actitud cobarde, pero me la sopla un poco. No considero oportuno hacerme enemigos en un negocio en el que aún no he entrado. Además, es bastante probable que mi novela sea igual de ñorda y no quiero que me acribillen nada más sacar la patita por la puerta. Al fin y al cabo, es lo que pasa con los trabajos creativos, que siendo negocio llevan mucho del corazón de quien los hace.

    Por último, tampoco podemos olvidar que lo que a nosotros puede parecernos un truño para el vecino puede ser la octava maravilla. Supongo que eso también tamiza un poco el ejercicio de la crítica, sobre todo en un país en el que la gente, por lo general, sabe tan poquito de literatura. Pero poquito, poquito, poquito. Propuesta de ejercicio: escuchar la conversación literaria de un grupo de administrativos durante el desayuno.

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  40. Es precisamente el hecho de mentir y ocultar la realidad (la verdad, la objetividad), o el de considerarla inalcanzable, lo que crea la ilusión de que no se puede hablar de ella.

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