“Si no fueras tú” -le preguntan en el Proust de Sigueleyendo a Gabriela Wiener- “¿quién te gustaría ser?”. “Hank Moody”, contesta, toda llena de razón. Para los que no estén al corriente: Hank Moody es el protagonista de Californication, una serie interpretada por David Duchovny, a saber, Mulder en Expediente X. Pues bien, en la serie, Moody es un atractivo escritor que se pasa la serie follando, bebiendo y fumando porque follar, beber y fumar es el sumun de la irreverencia en Estados Unidos y estoy viendo que aquí también y así nos va. Y será por ello que Gabriela (que no lo sé, hablo por hablar) se ha hecho un libro a medida de relatos o artículos o una mezcla indistinguible de ambos que, no podía ser de otra manera, tratan de: follar, follar, follar. O no. Mucho sexo. TODO SEXO, en cualquier caso.
Los articulitos se publicaron aquí y allá. Primero en un libro llamado Sexografías que tuvo mucho éxito (o eso dice) y gracias al cual recibió varias propuestas para hacer más de lo mismo en El País, Primera Línea, Cosas Hombre o la argentina La mujer de mi vida. Por lo tanto este libro es, tal como advierte Gabriela, “una selección de muchas de esas columnas y reportajes”. Esto se traduce en que yo -que como norma no me leo las columnas de los diarios- ya estoy, en la página 55, hasta los cojones (valga la redundancia) de leer sobre vaginas y pollas y otras cosas del querer, a saber: la de una iguana que tiene dos pollas, penes, perdón; una webcamer que intercambia papeles y ejerce de observadora; un repaso a la sala Bagdad (que me salté casi entera de puro apasionante) o unas entrevistas a una dómina y a un vampiro (de mentirijilla, claro) que le quedaron, en mi opinión, un poco demasiado Serés. Hay muchos más, claro, para aburrir hay, pero tampoco estoy por la labor de resumírselos todos porque en realidad yo en mi tiempo libre me dedico a hacer otras cosas que no son esta.
Tengo que decir que, independientemente de la sobresaturación temática o precisamente por ella (habrá quien piense que el sexo ahoga la narración), me sorprendió descubrir que a medida que avanzaba en la lectura Gabriela me iba ganando a cada cuento un poco más, de lo que podría deducirse que al final acabé medio encantado sin ser esto ni remotamente así. Digamos que me hubiese gustado leer a Gabriela escribir sobre asuntos menos repetitivos porque entre los amantes de follar en coches o usar vibradores o las pollas pequeñas o los tríos o tirarse a borrachas o probar con viejos o en hoteles o con gente violenta o con el pelo largo o los pies bonitos hay siempre eso que tiene que ver con ponerse cachondo y querer meterla o interiorizarla (a excepción de uno de los artículos, que estaría entre los mejores, que trata precisamente de todo lo contrario), digo que con todo esto se cansa uno un poco de tener que poner cara de sorpresa a cada puto minuto.
Independientemente de la temática -de la que me voy a abstraer ya completamente durante estos últimos dos minutos de reseña para entregarme a una malintencionada digresión- debo confesar que he descubierto en Gabriela a una más que interesante articulista. Articulista, insisto; ni relatista ni novelista ni cualquier otra ista, al menos de momento o hasta dónde yo sé. Es más, creo que si dirigiese ella la revista Quimera y no su machaca -como ha venido ocurriendo hasta que he tenido esta genial idea- lo más probable es que los artículos fuesen, si no mejores (tengo que suponer que trabajaríamos con la misma materia prima y bueno... uff) sí más dinámicos, más entretenidos o mucho menos afectados por esa estupidez tan del Quimera de ahora, que es un poco de morirse de asco un mes tras otro. Venga, va, ya está, ya se me pasó la tontería. Pues nada, eso, que el librito ni fu ni fa pero que la niña algo mejor. No sé, tengo buenos vibradores. Vibraciones, perdón; tengo buenas vibraciones. Veremos.
En breve deberá cambiar de rumbo, o de lo contrario se expone a interpretaciones maliciosas, tres de tres y ninguna de ellas le llega más allá de la cintura en el mejor de los casos.
ResponderEliminarLas interpretaciones maliciosas son mis especialidad. No me quite el pan, no sea cruel.
EliminarComo que me da la sensación que le has cogido gusto y esto de la malsanía empieza a dejar de ser un hábito y se va transformando en vicio.
ResponderEliminarEn fin, tú verás. Hace ya muchos años se escribió sobre los efectos nocivos del exceso de lectura (aunque imagino que ya estarás informado).
Saludos.
Oye, Tongoy, amigo: mira, desde el ratito que pasé antes y dejé el comentario, hasta ahora, que he tenido una idea como para un relato y es posible que, alargándolo, pueda dar hasta un cuento y, si me pongo e insisto, igual consigo una novela breve. No sé; creo que exprimiendo las posibilidades de los cuatro personajes que ya imaginé, puedo construir (quizá de forma un poco apurada) una serie de, al menos, nueve libros (novela novenada) y -aquí quería llegar yo-, me encuentro con una fenomenal duda metodológica que, si le parece bien, aprovecho para exponer.
ResponderEliminarEl asunto es el siguiente: todo este entramado está ambientado en el momento actual (pese a que haya cambios en las secuencias que se alinearán no temporalmente, conforme los personajes viajen hacia sus recuerdos o se proyecten en un futuro que imagen con mayor o menor claridad). Y, pese a esa contemporaneidad del momento literario, los protagonistas no usarán ni twitter ni condones (lo primero porque se le otorgará rango de irrelevante en las relaciones que se establezcan entre ellos u otros) (en cuanto a la omisión en el uso de condones, no corresponde a un amor no exento de riesgo -no es una metáfora de la búsqueda irresponsable del momento presente-, sino que, sencillamente, los protagonistas no follarán) (en todo caso, se les permitirá un cierto tono de intimidad no promiscua que será ajena al foco de la narración - que lo harán a escondidas y "el acto" (o actos) no serán nunca mencionados).
La pregunta es evidente: ¿será posible cumplir con la tarea, sin necesidad de que el libro pase, necesariamente, por arcano?
Ahora creo que ya podré retirarme a dormir.
Ojo no vayas a ahogar la historia con tan poco sexo. Un poquito de cerdeo nunva va mal. Ayuda a ir pasando paginitas y de repente has llegado al final sin darte cuenta.
EliminarA dormir tenías que haberte ido antes, Alberto, no me jodas. Cualquier idea que materialice nueve libros es una mala idea. Esto es de primero de primaria. Mira Stephen King, con su torre, que forma de cagarla, por no ser comedido.
ResponderEliminarHoy sin twitter ni condones no se hacen novelas. ¿Qué sería del argumento sin ellos? La novela hecha de tweets está al caer. Lo veo.
Me imagino a Lázaro de Tormes twiteándose con el ciego
EliminarLa novela hecha de tuits ya existe. Unas cuantas, de hecho. Es más, existen clásicos revisados en forma de tuits. En fin, el mileniarismo, que está llegando.
ResponderEliminarLo siguiente será venderlos tuits como novelas a cinco céntimos. Veo negocio. Necesito miles de amigos. Me haré millonario.
EliminarLa de tonterías que publica la You'll fuck. Su criterio es que seas guay, que estés en su Feisbuk y pulses sus "I like", que vivas en Barna y te pases por el local de Siguechupandodelbote a tomar algo y que escribas como el culo (o sea, como don Carrión). ¡País!
ResponderEliminarAquí me pierdo. No sigo a esta chica (ni en facebook ni fuera) y no acabo de pillar el chiste.
Eliminar¿Dirías que es la nueva Anaïs Nin? jaja, que hasta ella llegaba a hartar, y eso que escribía bien. Están pesadísimas todas estas tías con tanta polla, como si no hubieran visto ninguna en su vida.
ResponderEliminarAnais Nin... sí, menos que más. Seguramente no llegará a ser nunca mucha cosa. Espero equivocarme.
EliminarCuando Lázaro anduvo me pareció un libro insoportablemente progre, políticamente correcto, literariemente más que flojito, repetitivo y predecible a más no poder. Exagero, quizás, pero si se compara con La mala muerte uno no puede sino enfadarse. También entiendo a Royuela: uno escribe una obra maestra en Alfaguara y el mundo no se entera, entonces entra la depresión y la confusión y sólo queda jugar al progre y al moderno.
ResponderEliminarCuando lázaro anduvo está siendo un poco coñazo, efectivamente. Empecé con ilusión pero el propio libro me está acabando con ella. Llevo 150 páginas y no consigo interesarme.
EliminarMientras sigan disfrazando de 'sexualidad femenina' estas mezclas entre Cosmopolitan y Callejeros lo llevamos claro. Aunque igual es su rollo.
ResponderEliminarVamos, pero si te lo has leído de cabo a RABO, Tongo, a otros "logos" con esa caperucita. No convences a nadie con eso de que "el sexo ahoga la historia". Ahora me soltarás que no te gustan las pelis porno porque "no tienen argumento"... Amos anda...
ResponderEliminarPues así seguramente esta chica se ha equivocado de medio, Inma. Tendría que escribir 'relatos calientes' en alguna revistilla de esas, no? Los hay que ponen mucho.
EliminarJe je, puede que sí, Ire, desde luego, no apetece leerla, aunque a lo mejor ¿quién sabe? La leemos y nos gusta y todo...
ResponderEliminarNo te digo que no, que estas cosas llaman mucho. Y cuanto más bizarrete sea el rollo, pues casi mejor.
EliminarSaludos