Cuando una novela me parece insoportable, la dejo. Sin embargo, si ha empezado bien pero va decayendo hasta quedar en nada o casi nada, la termino un poco por la curiosidad de ver si remonta y otro poco por aquello del “total para lo que queda...”. En ambos casos hablamos de un grado de tolerancia algo, altísimo y en ambos casos hay razones que justifican una reseña porque siempre, SIEMPRE, se me ocurren chorrocientas excusas diferentes para mandarla a la mierda y contarlo. No es el caso de esta novela. No se equivoquen: “El joven vendedor…” me ha parecido un coñazo monumental pero no ha sido fácil llegar a esta conclusión. Bueno, vale, me han pillado, es broma.; sí que ha sido fácil. Ha estado chupado.
Cuando hace un par de años leí la anterior novela de San Basilio, "Mi gran novela sobre la Vaguada" no salí precisamente encantado, pero tampoco completamente decepcionado. Tuve la sensación de que tenía algo. Estaba esa normalidad, ese escribir desde abajo y llegar a todas partes, hacerlo bien, hacerlo bonito. Joder, parecía tan sencillo escribir que estuve a nada de intentarlo yo también. No, no es cierto, esto. Pero es verdad, así es cómo lo hacía San Basilio. Cuando no hace mucho me enteré de que esta nueva novela se publicaba en Impedimenta, quise pensar que era por algo. Creí que ese saltar de Caballo de Troya -editorial de batalla y promoción- a la liga de los listos (que es la liga en la que –aunque sólo sea por el precio- se ha ido metiendo Impedimenta) tenía que ver con ese algo saliendo a flote al fin; un algo en el que yo creía a un poco a pies juntillas. ¿Lo tengo que decir? Me equivoqué, joder, vale, lo reconozco. Crucifíquenme, si quieren.
Ya sé que no pasa nada por equivocarse. Errar es de humanos o de sabios o de algo. Errar está bien. Esto último podría, si quisiera (quiero, sí), no decirlo tanto por mí como por San Basilio, que en mi opinión se ha pasado un poco de listo con esta novela que me ha hecho perder dos o tres horas. Que no, que tampoco es para matarlo, al fin y a cabo no me he gastado un pavo en ella.
"El joven vendedor y el estilo de vida fluido" trata sobre lo que ocurre en un centro comercial cuando no ocurre nada en un centro comercial. Quienes practicamos el deporte extremo de entrar en ellos ya sabemos que hay gente que va y que viene, guaridas de seguridad, un puto informativo, restaurantes y tiendas varias de ropa o regalitos o telefonía o qué-sé-yo. Los protagonistas de esta novela que son esos seres humanos que sufren detrás de un mostrador. De eso va esto. Así de complicado. Mercedes Cebrian afirma en el prólogo que le hace a esta pequeña obra maestra del costumbrismo que “lo fascinante de la literatura de San Basilio es que logra convencernos de que el centro comercial La Vaguada y sus aledaños […] son la metáfora perfecta del aquí y del ahora.” Y no. Ni metáfora ni leches: son el aquí y el ahora pero eso no quiere decir nada más que lo quiere decir, esto es: NADA. En otro momento del glorioso prólogo dice: “Esa inquietante mezcla entre ignorancia soberana y conocimiento de baratillo que puebla las mentes de los personajes de El joven vendedor y el estilo de vida fluido es pavorosamente hiperrealista y nos muestra una vez más el talento sambasiliano para un Costumbrismo 2.0 que va mucho más allá de la mera descripción pormenorizada de situaciones cotidianas.” Y no sólo se queda tan ancha otorgándole a San Basilio la renovación de la novela homenaje al tedio sino que no le duelen prendas ir un poco más allá, como hasta el exceso, más o menos: “En esta aventura que transcurre a lo largo de un día, como si se tratase de una versión del Ulises ambientada en el Barrio del Pilar madrileño, acompañamos a Israel, el protagonista, en su frenética búsqueda de «las cosas que de verdad importan»”. El Joyce de la Vaguada, hay que joderse.
Lo que yo no sé es si este prólogo es en sí mismo una metáfora de algo, un justificar lo injustificable o un querer hacernos tontos a todos. En cualquier caso fue todo uno leerlo y sentir vergüenza ajena y saber que algo iba mal, porque tanto elogio y tanto 2.0 y tanto Ulises y tanta hostia en vinagre no pueden nunca jamás salir del simplismo de esta novela. Porque una metáfora del aquí y el ahora son también mi abluciones matutinas o el cartero quejándose de que nunca estoy en casa o mi madre haciendo unas rosquillas en Navidad. En el joven vendedor hay un chaval que tiene que ir a trabajar, que tiene cuatro euros en el bolsillo y un rollo medio cachondo (es lo mejor y lo único salvable de la novela) con su fe ciega en un libro de autoayuda que ayuda o pretende ayudar a llevar un estilo de vida fluido (siendo esto un algo demasiado largo de contar para tan pocas ganas). Y vale, que bien. Pero el resto de la novela es, se mire como se mire, el niñato paseando por el centro comercial y tomándose unas cervezas y queriendo ligar y enamorándose de quien menos lo esperaba y un poco de todo y un mucho de nada. Y me jode (es un decir) ser tan radical y tan bestia y tan cabrón y tan mal lector para no saber valorar el esfuerzo ajeno pero este es el modo en que reacciono cuando creo me la quieren meter doblada. Porque si de algo estoy convencido es de que esta cosa será la novela del año de la Liga Supraventas. Al tiempo.
Que no, en definitiva, que no. Y ya.
La verdad es que reconozco tu mérito (y lo hago, aquí y ahora, de forma pública).
ResponderEliminarjajaja, hombre, tanto como eso... Pero gracias, gracias.
EliminarAtención, Tongoy_ Estaba en Tipos Infames tomándome una Fanta limón cuando escuché que Redel decía que San Basilio era el Joyce del siglo XXI_ Lo decía en la presentación del libro_ pero hay cosas que no se pueden decir ni en una presentación_ ¡Y yo que pensaba que el Joyce del siglo XXI era Alberto Olmos! (Que ya lo echaron de Mondadori y ahora publica en la editorial de su pueblo.)
ResponderEliminarLas cosas como son: hay que tenerlos muy grandes para hacer semejante afirmación. La pena que tengo de vivir tan lejos del cotarro, coño. Con lo bien que me lo pasaría yo en esas presentaciones....
EliminarEstimado amigo anónimo,
Eliminar(por cierto, creo que lo mínimo que puede hacer uno cuando hace una alusión es firmarla. Por comodidad, para saber a quién nos dirigimos, y sobre todo porque es de personas capaces de defender sus posiciones sin complejos). No suelo entrar en polémicas, y menos cuando se trata de críticas a libros que uno publica. De gustibus non est disputandum, que diría el clásico, y cada uno tiene su foro para decir las cosas que le da la gana (aunque sea, de nuevo, anónimamente). Pero me gustaría puntualizar, quizá por alusiones, algo incorrecto (y con un cierto olocrillo maledicente) que has despachado en tu anónima respuesta.
Se trata de la alusión, algo maledicente, me parece a mí, sobre que yo en la presentación del libro en la librería Tipos Infames (de mis buenos amigos Gonzalo, Curro y Alfonso, gente maja) insinué que Fernando San Basilio, que es autor mío, y cuya novela publiqué porque me encantaba, era el nuevo Joyce. Nada más lejos de la realidad. Afirmar algo así constituiría una necedad imperdonable, y me molesta que me llamen necio. Efectivamente, creo que hay un cierto aire joyceano en la obra de San Basilio. Lo digo con conocimiento de causa, porque conozco muy bien la obra de Joyce (quizás mejor que la de cualquier otro autor, por cierto), y opino que en la novela hay varios homenajes deliberados al Ulises (y así lo dije en la presentación a la que tú aludes, sí, esa en la que mezclaste la fanta limón con algo ignoto y muy dañino que me temo te hacía escuchar cosas que no fueron dichas; quizás te referías a eso y escuchaste mal): el desarrollo de la trama en una sola jornada, la alusión velada al mito del judío errante, el alcohólico descenso a los infiernos al estilo del capítulo del Hades del Ulises, los personajes que se cruzan, la constatación de que en realidad, argumentalmente, poco pasa en la novela (ya lo decía el articulista: en la novela no pasa nada, y ahí ha dado en el clavo), y muchas otras alusiones que no reflejaré aquí para no extenderme.
De ahí, efectivamente, querido amigo, a decir que cualquier autor, por bueno que sea, es el nuevo Joyce, media un abismo. Quizás es que digo cosas sin ser muy consciente de ello, pero por si acaso tienes grabada mi intervención (creo que alguien la grabó, puede que así salgamos de dudas), por favor, házmela llegar. No quiero que la gente piense que digo esas burradas que tú dices que digo.
Y la próxima, por favor, fírmala, más que nada para saber a quién me dirijo.
Siempre tuyo,
Enrique Redel
IMPEDIMENTA
No quiero entrometerme en una polémica que no me afecta, pero (dejando firma de mi aserto, para no molestar a nadie por escudarme tras un anónimo), he de decir que leer el siguiente párrafo, que copio textualmente, "...insinué que Fernando San Basilio, que es autor mío" me hizo pensar si el señor Redel (si es quien dice que es), antes de dedicarse al noble oficio de editor, había empleado su tiempo en una cuadra (desconozco de qué especie animal).
EliminarEse sentido de la propiedad sobre un autor que publica en su editorial (a la que, con toda propiedad, puede considerar como suya), me resultó ciertamente hiriente.
Un cordial saludo.
Señor Impedimenta-. Soy otro anónimo, no el que tanto ha molestado obviándonos a los demás, y se lo explico, no firmo porque no cobro ni obtengo beneficio alguno por lo dicho, que de ser de otra manera, no dude usted de que lo haría.
Eliminar¿Homenajes? Judío errante, descenso al Hades, una sola jornada, y sobre todo, sobre todo, no pasa nada. ¿De verdad en el Ulises no pasa nada?
Y ya puestos, no basta con los homenajes, reales o imaginarios, no basta, ni justifica, ni es de recibo, para hacer de algo encuadernado ser digno de ser llamado novela.
Como editor al cargo de una cuadra debería saber leer, es lo menos que se le pide, no entiendo esa manía por justificarse una vez que se sabe objetivamente que nadie se traga la milonga. Ni con prólogo.
¿Desgrava impuestos o se obtiene bula papal? Por favor explíquenoslo.
Bueno, veo que están las cosas algo tensas.
EliminarRedel, muchas gracias por la visita y el comentario. Y la aclaración, claro. Y, al margen de lo más o menos que me haya gustado esta novela en concreto (o alguna otra), enhorabuena por el trabajo.
Coño, Alberto, yo no le veo tan grave ni tan insultante. Quiero decir... que sí, San Basilio, al menos por esta novela, es autor suyo. "Autor incluido en el catálogo de Impedimenta" sólo suena mejor pero yo creo que entender se entiende perfectamente lo que quería decir.
Un saludo y gracias a todos por pasar.
Bueno, que si tengo que pedir disculpas, lo hago. Principalmente, por estar en casa ajena y no me gusta armar follón cuando estoy de invitado. Y, secundariamente, porque era un asunto que no me afectaba, aunque me molestó el tono que intuí en Redel (a quien no tengo el gusto de conocer).
EliminarEs posible que la (pre)potencia que, a mi juicio, destilaba su comentario, estuviera muy lejos de sus verdaderas intenciones; presento (si es el caso) públicamente mis disculpas. En caso contrario, cedo la elección de arma a emplear al ofendido y reservo para mí el establecimiento del momento de satisfacer la cuestión a lo clásico.
O si no, que Tongoy (en el cumplimiento de sus labores de anfitrión) diga lo que se debe hacer para desfacer el (en)tuerto.
Saludos
No, hombre, disculparse no. Bueno, como quieras tú pero yo no lo veo necesario. Cada uno dice lo que piensa. Lo que yo quería decir (quizá el tono no se entendió: mea culpa) es que la "actitud" de Rendel me parece de lo más normal. Se limita a defender lo suyo. Lo que yo no entendería es que fuese otro el tono. Si a él le gusta la novela, cojonudo. Cosas peores he leído.
Eliminara buen tendedor, pocas
EliminarJoven escritor busca tema para próxima novela, no decidiéndose entre si:
ResponderEliminar1ª Un detective, hipocondríaco llamado Corman Cormoran investiga la escasa vida real de sus conciudadanos perdidos en una red de fantasmas virtuales que donan sus órganos a una ong de argentinos desubicados, enamorado como está de un gótica con gafas LED pensando todo el tiempo en un Newyolk de donde recibe cartas de un marine, investiga las palabras que no los hechos, dice él, así recuerda a una pija adolescente madrileña que practica el Tao desde pequeña, todo esto en un solo día y leyendo a Proust comiendo muffins, para descubrir que en la tierra alunizó hace dos días una pareja de fresas y chocolate, reconocidos por lo tatoos donde se lee Tunguska, malévola alusión a Tongoy y sus secuaces.
2ª escribir sobre la NADA, (pero cree que algún francés ya lo hizo)
Se ruega ayuda, no se descarta pagar en especies diarias.
Jejeje, la NADA se está imponiendo como género literario predominante, sin duda.
EliminarEl argumento de la primera novela se lo compro yo. Me busco un negro que me lo escriba y a vivir.
Se lo advertí, señor Tongoy, una decepción. Con todo, tras leerla, no me ha parecido una pérdida de tiempo. Y sí, el mérito de San Basilio era que escribir parecía tan fácil. Y ahora, al leer la novelita, parece que escribir es tan inútil.
ResponderEliminarPor cierto, entre sus proyectos de lectura veo El XIX en el XXI. A mi modesto parecer, una verdadera joya. Imperdible, entre otros, el ensayo sobre Galdós. Al leer a Chrisopher Domínguez Michael, guste o no guste su estilo, esté uno de acuerdo con sus afirmaciones o no, el lector atestigua, atónito, las serias limitaciones de los críticos españoles a la Echevarría. Espero ansioso su veredicto.
Mis respetos.
Sí, lo recuerdo, pero había que intentarlo. No volveré a pecar. Bueno, vale, sí lo haré.
EliminarEl siglo XIX en el XXI lo tengo empezado. Como son artículos pequeñitos los voy leyendo en los momentos tontos, que son pocos, me temo y de ahí que tarde tanto. Pero sí, sin duda: a Echevarrias varios se les debería caer la cara de verguenza, claro que entonces no sería todo esto ni la mitad de divertido. A mí casi me gusta más así.
Mis agradecimientos.
A ver si me aclaro, Carlitos: ¿Te ha gustado o no? Mira que eres misterioso.
ResponderEliminarSaludos
Cuando dije “El joven vendedor… me ha parecido un coñazo monumental", trataba de no ser misterioso pero miraré de dejarlo más claro la última vez, no sé cómo, insultando, supongo. Ah, no, ya sé. El próximo libro de mierda que lea te lo voy a dejar tan claro que creerás estar viendo al mismo dios. (Y algo habrá, no digo yo que no).
EliminarEra broma, tonto. Por cierto, cuando tengas un minuto me vas haciendo un prólogo para lo mío. Gratis, por supuesto. Y rapidito. O, mejor, que lo haga tu hermana, mucho más sensible a la genialidad que tú.
EliminarSaludos
Sabía que tarde o temprano alguien tenía que darse cuenta de lo mucho que valgo. Que Quique haya sido el primero solo demuestra lo listo que es y lo atento que está a los detalles.
EliminarSi me necesitas, Quique, te espero con el boli en la mano.
Saludos al artista.
Vale, y otro saludillo para Carlos, no se me vaya a poner celosón.
Marieta
El Redel está ultimamente muy despistado a la vista de lo que publica, que cada vez baja más la calidad de su Impedimenta...
ResponderEliminarHola Agapito. Si he de se sincero no soy muy seguidor de esta editorial y no sé mucho de esa bajada. Aparte de Gibbons, Lem, Adón, este y una chuminada chiquita de George Elit que leí anoche no recuerdo haberme metido con mucho más. Bueno, tengo por casa La juguetería errante, pero no me apetece mucho ahora y anotado también a Spark, pero estaba pillado el otro día cuando fui a la biblio. Bueno vale, y le había echado el ojo a uno de Döblin... Ah, sí, y el Diccionario de literatura para snobs... No, si me pongo... Un día de estos me voy a poner en serio a revisar su catálogo.
EliminarSaludos,
De Impedimenta creo que deberías anotar también a Eudora Welty.
ResponderEliminarsaludos
Como no pares me voy a tener que enfadar. Venga va, anotado "La hija del optimista". A ver si para el 2014...
EliminarSigues siendo el malvado de siempre. Mira que insinuar que una novela más mala que buena puede llegar a estar entre los más vendidos. Ni que esto fuera los 40 principales.
ResponderEliminarNo diga eso. Soy peor.
EliminarLo de los 40 principales es una buena comparación.
No eres radical, ni bestia, ni cabrón, ni mal lector. No te des tantos golpes en el pecho, que el que tiene que mear culpa es el autor.
ResponderEliminarA todo esto, ¿por qué se prologa la novela de un chaval? ¿Para pagarle a otro chaval?
Bueno, las reseñas está bien acompañarlas de un poco de drama.
Eliminar¿Por qué se prologa la novela? Esta claro: para explicarnos lo que de otro modo no veríamos. En otras palabras: porque no estamos a la altura.
Hombre, también por aquí el Lector Nauseabundo. La última vez andaba buscando a su padre por los estercoleros. Y robando.
EliminarEl ínclito Basilio goza de los favores de los dependientes de libreria, al ser él uno de ellos (Casa del Libro, etc). Verá su libro siempre muy bien colocadito, a la vista.
ResponderEliminarCon lo de Ulyses, la Cebrián, becada de la Resi de Estudiantes, en plan nuestra querida Elvirita Navarro, simplemente paga favores. Hoy por mi,mañana por Constantino Bértolo. Pero Ulyses era el comienzo. Vean en la web de la editorial las últimas autoreferencias mundiales del autor: "el centro comercial es Macondo". Etc, etc. Lo dicho, una plaga actual muy extendida, la autocomplacencia. Una frase para un cuento, una idea para tres páginas, se la cuentas a la parienta, te dice que eres la hostia y tiras de novela. Bueno, de novelita. Y venga, a darle a la manivela de las subordinadas. Yo era la Vaguada porque el estilo de vida fluido era yo y yo era la novela. Fenomenal. Usted lo ha clavado. Nada x nada = de qué cojones va esto?
Ahora, usted piensa que la novelita va pa superventas?
Lo dudo.
Que era lo que pretendían editorial y autor, con el título y el rollo jocoso del estilo fluido, eso no lo dudo.
Una lástima.
Otro autor que va a tener que buscar piso en Usera.
No, cielos, ¿cómo iba yo a pensar que esta novela sería un superventas? Era irónico, claro.
EliminarPecado de juventud, el prólogo de Marcos-Ricardo Barnatán para Bomarzo, con diferencia el peor que recuerdo, habla tanto de sí mismo que causa vergüenza ajena, y sobre todo: Desvela el Final…de las casi ochocientas páginas siguientes, un caballero.
ResponderEliminarNiños: no se deben leer los prólogos, ni que los firme el Autor, esos menos si cabe.
Los propileos son bonitos, pero lo trascendente es el Partenón.
Saludos.
¡Hola a todos!
ResponderEliminarHay una tendencia inveterada en los prologuistas españoles a destripar el final de la novela. Les da igual, a los tíos, que esta sea de misterio. El caso es joder la marrana. Como referencia que nos puede ilustrar al respecto, señalo a Mario Levrero ¡hasta en el Uruguay tienen constancia de la estulticia de esos aguafiestas!
Clamoroso es el caso del tontoelculo que prologa "Los Maia". Ni se los ocurra mirar lo que escribe el tipo ese. Y a los de PRETEXTOS, por colocarlo ahí, al principio del libro ¡también les vale, eh!
Mejor entonces los prólogos de ahora que se centran sobre todo en las exhibiciones de sexo oral ¡por lo menos no te dicen quien es el asesino!
Saludos (y no se lean los prólogos)!
El aburrimiento como nueva forma de entretenimiento. El entretenimiento que entretiene ya no mola: el tedio es la metáfora del aburrimiento, y éste del vacío, y éste de la nada...
ResponderEliminarUFFFFFFFFFFF...
La mejor metáfora de la nada es un puto libro con las páginas en blanco. Escritores que no tengan NADA que decir: NO ESCRIBIR. ¿Es tan difícil?
Yo creo que el problema ha sido el prólogo y el mercadeo. Si esta novela la hubieras encontrado sin saber nada de ella ni del autor, estoy seguro de que habrías sido bastante más entusiasta. No como para declararla "mejor novela del año", obviamente, pero sí por lo menos para reconocer que no es estúpida, que es lo que son la mayoría de las demás (novelas de escritores españoles jóvenes, se entiende).
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo. La novela empieza medianamente bien teniendo en cuenta el argumento; tiene su gracia, vaya. Pero aburre antes de llegar al ecuador y cuando lo hace lo hace mortalmente. El prólogo sólo es la demostración de cómo funciona el mercado, algo que por otro lado ya conocemos sobradamente, tampoco es ninguna sorpresa. En este país de genios literatos lo que menos falta hace es la milonga de prólogos que son como reseñas de Care Santos en currado.
EliminarDiría que los prólogos son como casi todo en esta vida. Se pueden hacer bien, mal y regular. Lo feo sería que se hiciesen (si es que se hacen) para justificar su publicación.
ResponderEliminarO para "explicarle" al lector que si acaba no gustándole la novela es porque no ha entendido nada de nada y que la culpa, en consecuencia, la tiene él.
Pero solo es una opinión.
PD: Me alegra saber que, igual que sucede con el humor, el aburrimiento también puede llegar a ahogar una historia.
Se prologan porque ahora todo son ediciones 'críticas', que parece mentira que no lo veáis...
ResponderEliminarSe prologa para aumentar el número de páginas...y el de nombres para figurar
ResponderEliminarGran verdad. No por el número de páginas (al menos en este caso) ya que es un prólogo chiquitito pero sí para figurar el nombre: Mercedes Cebrián prologa a.... Lo gracioso es que no sé cuantos lectores potenciales de esta novela, habituales de El corte inglés, por ejemplo, saben quién es Cebrián.
EliminarDebemos anotar el nuevo género de la reseña/ posible /prólogo.
EliminarEste abunda mucho últimamente. Ejemplo, VD y su elogio del Costumbrismo de Olmos. Parece que la modernidad bebe de las fuentes de …Castalia.
"Fernando San Basilio es un maestro de la frase deliberadamente menor, en la que el chiste convive con la amargura sin hacerla más digestible."
ResponderEliminarCarlos Pardo (Público)
http://impedimenta.es/libros.php/el-joven-vendedor-y-el
ResponderEliminarLean aqui gratis total el prólogo (descargar capitulo uno en pdf).
La Cebrián esta es una humorista de primera: no sólo lo compara con el Ulyses, es que el autor ya tiene un territorio propio, el distrito Fuencarral.El Pardo. öle los autores con distrito propio y ojo con aquél que se los pise.
Y ojo con el territorio llamado Gilipollez Universal..
Puede uno autoprologarse? Puede?
ResponderEliminarA chupármela no llego pero se tiene que parecer mucho y hay cosas que un hombre debe hacer antes de espichar.
Marieta, cariño, tú te ves capaz de frases como la del pájaro ese de Público?
Lo cierto, Quique, es que ni en mis momentos de creatividad superlativa (tras una buena farrilla, pongamos por caso) sería capaz de escribir algo como lo de Pardo. Lo que si sería capaz de escribir sería algo que significase lo mismo, pero que no necesitase de un ejercicio de concentración previo para comprenderlo.
EliminarYo podría hacerte algo (hablamos de un prólogo, no te vayas a emocionar) con mucho amor, sin faltar en ningún momento a la verdad ni a la cordura, pero legible.
En realidad es esta manía mía de intentar que se entiendan las cosas la que me impide ser artista a tiempo completo y me obliga a ser una simple profesorilla. El realismo está muy infravalorado.
Pero estoy leyendo mucho este ¿verano? para ponerme a la altura si me necesitas. Ya casi casi parezco medio culta. Eso si, como necesitases algo medianamente parecido a lo de Público ya me podría ir entrenando en los bares.
Lo que no se, es qué podríamos hacer con esta incomprendida sorna que arrastramos (con orgullo) los gallegos y que tanto molesta a algun@s. Habría que mirarlo.
Yo los prólogos dejé de leerlos cuando empecé a pensar que era idiota por no encontrar la correspondencia que se le suponía con la novela.
A veces me los leo, nunca antes de terminar el libro, a modo de bonus track y sin buscar ningún parecido con la realidad. Para rellenar una horita muerta están bien.
Lo dicho. A su servicio.
Saludos,
Marieta.
La primera novela de San Basilio, "Curso de librería", era muy entretenida y me divertí mucho leyéndola. Aprovecho ahora para recomendarla, aunque estos hilos antiguos supongo que ya no los lee nadie. La segunda, "Mi gran novela sobre la Vaguada", no estaba a la misma altura y no me gustó.
ResponderEliminarYo los leo y seguro que alguno más habrá. Tomo nota. Gracias por pasar y dejar un comentario.
Eliminar