El mes de Julio empezó con dos miserables abandonos. Últimamente todos mis meses empiezan igual. El primero de ellos fue
"LAS TRES BALAS DE BORIS BARDIN" de Milo J. Krmpotic
Esto que viene ahora es una putada porque Milo, sin conocerlo personalmente, es un tipo que me cae bastante bien. Es algo instintivo, no busquen justificación o lo estropearán. Bien, ya lo he dicho; ahora, procedamos: la novela de Milo tiene uno de los peores comienzos que le he leído últimamente (siendo "últimamente" un período de tiempo demasiado extenso y siendo "comienzos" lo que va de la página uno a la veintidós) a excepción de las primeras líneas de "Alma". No me refiero, ojo, a una primera frase tipo "Lo que les voy a contar a continuación cambiará su vida para siempre" o similar (el habitual sistema de enganche) sino a un conjunto de frases enooooorme. Mi problema durante/con la novela, lo que leí de ella al menos (ya les diré luego exactamente cuánto fue) era más bien de tipo -permítanme el adjetivo- "inaprensible"; es decir, que por alguna extraña razón - que puede que sí tenga explicación- la información facilitada por Milo no estaba siendo capturada debidamente por las ventosas de mis ondas cerebrales. Algo así. Que no me estaba enterando, vaya; pero tal como he dicho, puede haber una explicación para esto.
Creo recordar que lo empecé a leer el viernes pasado. Estoy casi seguro que de sí. Hacía calor y la enana chapoteaba en la piscina. La novela, parecía ideal para este tipo ambiente pero no se dejó querer. Entre eso y las continuas interrupciones opté por dejarlo para otro momento más feliz. Al día siguiente volví a intentarlo: misma situación, idéntico resultado. No hubo manera. Me cansé, me rendí, me enfadé. Lo que más me molestaba de todo era que no lograba enterarme de qué iba exactamente (miren si tenía fe en Milo que llegué a echarle la culpa a mi hija y su manía de entrar y salir del agua continuamente): ¿cuál era el argumento y porqué se resistía tanto a hacerse evidente? Sé lo que están pensando pero no, la contraportada no sirve para nada. Allí sólo nos cuentan cosas sobre el apellido del escritor, nos dicen que nos fiemos, que el muchacho es más español que el rey y recomienda a las librerías que no lo ubiquen en la sección de literatura rusa. Mejor le iría, creo yo, pero allá cada cual. También nos dice que por culpa de la crisis podemos acabar igual o peor que Argentina. En fin. Pero lo mejor es que para contar el argumento nos remite al primer párrafo de la novela. Cito textualmente:
“La cosa va de esto: Llegué al lugar de madrugada, en auto, del modo en que uno debería siempre enfrentarse por primera vez a una ciudad argentina. Y puede que también a las del resto del mundo, pero sigo sin estar en condiciones de asegurarlo. Nunca salí de este país, lo que me dispensó el privilegio de verlo hundirse una y otra vez en la mierda. Y de hundirme a su lado, que las grandes fidelidades están para eso, para hacerte la ilusión de que hay alguien en condiciones de salvarte y acabar ahogándote de todos modos, sí, pero en compañía. Es la gran virtud de Argentina, que jamás te deja solo. Las miserias son compartidas o no son.”
¿La cosa va de qué, exactamente? ¿De las memorias de un argentino en caída libre? ¿De la Argentina en caída libre? ¿De cómo hacer turismo en Argentina? ¿De cuáles son las mejores horas para viajar? ¿De las miserias y su condición? ¿Puede alguien por favor hacerme el favor de decirme de qué (coño) va la novelita de marras? Porque yo, se lo juro, ni en la página 50 -cuando lo cerré definitivamente- lo tuve claro. Eso fue anoche. Dejé apartado el libro de Philip Roth que tenía entre manos y ya más tranquilo me puse a ello. Pero nada, imposible. Ni con música. Por el amor de dios, ¿pero de qué trata?!!!
(Hoy) me rindo. Opto por tirar de google. El primer resultado es una reseña de El Cultural escrita por Santos Sanz Villanueva. Aquí un extracto:
“El autor, Milo J. Krmpotic […] es algo así como el Ferran Adrià de la novela criminal: la deconstruye, conserva sus ingredientes básicos y elabora, en lugar de la espuma de tortilla de patata, una espuma de thriller. De ahí que se evite la exposición orgánica de un acto criminal que avanza con claridad en esta historia tramada con los hilos del suspense.Crímenes y delitos y violencia y policías e intriga que se aclara muy al final como resolución del misterio o suspense se encuentran en Las tres balas de Boris Bardin, pero la exposición de ninguna manera sigue las pautas previsibles. Krmpotic es un esmerado artesano del sugerir, insinuar, decir con medias palabras, o, mejor, de no decir lo que ocurre como lo haría una crónica periodística de sucesos; un forofo de no proporcionar nunca a la primera los datos evidentes; en fin, un apóstol del camuflaje anecdótico. Krmpotic pertenece a la última hornada de prosistas que tratan de insuflar nuevos aires a nuestra narrativa mediante un acusado vanguardismo formal.”
¡Una novela desestructurada!! ¡Acabáramos! Voy a aprovechar este instante de felicidad para cagarme en las novelas desestructuradas. Ya está; mucho mejor, gracias. Sigamos. Villanueva me absuelve con el final de su reseña:
“El enfoque elusivo paga, sin embargo, el alto precio de una dificultad de lectura muy grande por culpa de un virtuosismo algo gratuito y de unas ganas excesivas de complicarle la vida al lector.”
Miren, a mi no me importa leer novelas desestructuradas, se lo juro. Es verdad que puestos a elegir prefiero las que ya vienen montadas pero si tengo que leerlas las leo y tan amigos. Cualquier día de estos encontraré una que me guste, ya verán. Pero hoy no, todavía no y desde luego NO de policías. Y menos aún con “Rayuela” todavía sin leer -quizá el mayor y más imperdonable de todo mis pecados-. Y desde luego NO si el virtuosismo es gratuito (que Milo escribe bien es innegable desde la segunda página, pero eso es algo que ya suponía) y TAMPOCO si recurso de complicarle la vida al lector oculta un secreto indescifrable.
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La historia del abandono de UMBRIA, en comparación con la de Milo, es una memez pero también más breve, lo cual supongo agradecerán. El asunto fue más o menos así:
Un día, en Facebook, me encontré entre las fotos de un conocido una serie de recomendaciones a cual mejor. Entre ellas estaba este libro, el único del que no había oído hablar. Yo, que soy muy bien pensado, me tiré de cabeza a la piscina sin mirar si había gente. Cuando recibí el libro la semana pasada fue cuando me di cuenta de que me había equivocado. La novela de Antonio Calzado va de esto:
“Un antiguo cuadro holandés desaparece de la abadía de Umbría. Cuatro siglos antes, el autor del lienzo, Dirk Van Nister, recibe una cuantiosa herencia que le permite viajar por todo el orbe, hasta que conoce a un misterioso personaje que le encarga un retrato.Durante la investigación del robo, el detective Dantas descubre detalles de la vida de Van Nister que parecen guardar extraña relación con horrendos asesinatos que se han perpetrado en la ciudad. En el curso de sus pesquisas, Dantas contacta con un librero llamado Montenegro, tras cuya figura podría agazaparse la presencia del propio Van Nister.”
Miren, seguro que es cojonuda, de verdad, pero a mí el fantástico (como género) ahora mismo no me apetece por mucho ambiente seductor, por mucho emotivo y deslumbrante final y por mucho inusual talento para crear tramas absorbentes en la que latan las principales preocupaciones que inquietan al ser humano desde el albor de los tiempos (estoy citando a la editorial). A la piscina me tenía que haber llevado este y no el de Milo, que lo sé yo, pero lo pensé tarde y ahora estoy a otro rollo y ni uno ni otro y a de ahí el abandono y si te he visto no me acuerdo.
Si cambiamos la piscina coruñesa por una playa argelina también podríamos cambiar el nombre del blog por "La medicina de Meursault".
ResponderEliminarEso, tu dame ideas.
ResponderEliminarMersault... ¡Para cuando Camus!
ResponderEliminar¿Es una pregunta? ¿Una petición de lectura? Bueno, "El extranjero" no lo tengo demasiado fresco y planes para el resto no tenía a corto plazo... Hagamos una cosa: en la próxima entrada lo citaré y a ver si así le curo el gusanillo.
ResponderEliminarUn saludo, anónimo
Y digo yo una cosa: ¿Por qué narices el señor Sanz Villanueva (todos mis respetos, don Santos) en su crítica en EL CULTURAL no habla claro? Si la novela de Milo Krmpotic no le ha gustado, y al final de la reseña parece dejarlo entrever, que lo diga, contra. Por no soltar un taco.
ResponderEliminarLa reseña de El Cultural termina con esto: "Tendrá que tranquilizarse Krmpotic para llegar a ser el excelente narrador que promete."
Si es así, todas las florituras del principio de la reseña sobran.
Esa es la mierda (ya no pude evitarlo) de crítica literaria que tenemos. Estos señores tan sesudos y encopetados están solo preocupados de la forma y de la estética de lo que escriben y, claro, de que nadie se enfade. Se creen buenos escritores (lo que no son) y tienen siempre presente (pegado en la frente con un "post-it") que la crítica es un género literario y creen que lo que hacen con sus reseñas es una obra de arte. Al final el resultado es que se olvidan del lector que buscaba una orientación, una linterna que le permita ver un poco claro entre la marabunta de novedades. Si quiero leer algo estéticamente grande ya me aburriré con el Ulises de Joyce pero no lo buscaré en una reseña.
Estoy muy cabreada. Mucho.
Yo me cago en lo críticos gilipollas, en eso me cago yo.
La sargento Margaret
El procedimiento a seguir en la "reseña tipo" (la de suplementos culturales y culturetas supletorios) es ir directamente al último párrafo y ver si está clarito el mensaje final. Si lo está se lee el resto de la reseña y si no lo está se pasa la página y a otra cosa mariposa.
ResponderEliminarTodos sabemos lo que pasa: no se habla de los libros malos y si ha de hacerse se hace pero también se miente y punto. Todos amigos, ahora y siempre que nunca se sabe cuando hemos de compartir cama o necesitar un favor.
Un abrazo, Mary Margaret
No soy yo quien debe defender mi novela: en realidad me sorprende antes que guste, no que disguste. Sí quiero agradecerle la confianza y el tiempo que le ha dedicado, lamentar que ese tiempo haya carecido de recompensa lectora. Y asegurarle que ni soy familia de Sanz de Villanueva ni me he acostado con él. No me malinterprete: valoro sus palabras a un nivel similar desde dos esferas diferentes (tal y como leo El Cultural lo mismo que este blog). Soy parte interesada, pero mi percepción de su texto fue que le gustó el libro pero de paso me creyó merecedor de una colleja. La sargento Margaret dijo mismamente que el libro estaba bien. Pero aquí aprovecha para hacer sangre de la crítica, seguramente porque la cabra siempre tira al monte y ahora mismo esa es su guerra. Así que cúlpeme usted, no a su pobre hija. Pero recuerde siempre que el lector no es uno y las opiniones, legión. Un saludo agradecido (insisto, no vaya a creer que es mera formalidad).
ResponderEliminarEl tiempo está sobrevalorado. No pasa nada por perder un poquito de vez en cuando. Además sentía demasiada curiosidad como para resistirme. Otra cosa es el cuerpo, que estaba de no. Por eso he preferido abandonarlo. Mas que abandonarlo, posponerlo. En otro momento, quizá; en otro de esos arrebatos temáticos de novela negra o intriga o de buenos y malos. Hubiera podido leerla igualmente y luego destrozarla pero no me parecía justo porque uno tiene que estar a lo que tiene que estar y yo no estaba para entender a Boris Bardín, amén de que Boris Bardín, Milo, no se deja entender facilmente.
ResponderEliminarLamento este pequeño "desencuento", Milo, pero aplaudo tu deportividad.
Un abrazo y gracias por pasarte,
Lo sé, todo forma parte de un aprendizaje. La anterior era mucho más complicada. Aunque parezca mentira, en esta intenté ser más accesible, que no evidente. Es decir, no quise hacer lo mismo de siempre, pero tampoco quise echar a nadie. Y por tanto lamento (pero acepto) que haya quien se sienta echado. Y sé que es mi responsabilidad.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias a usted, don Glez...
¿No vais a terminar con un beso de tornillo? Parecéis críticos literarios de El Cultural, o… de Que Leer.
ResponderEliminarLa cabra, perdón, La sargento Margaret.
Ya conoces el chiste Mary Margaret: mariconadas las justas.
ResponderEliminarUn abrazo,
¡Metan a Krmpotic en una jaula!
ResponderEliminarMe parece una excepcional injusticia que se valoré la obra literaria de Milo J. Krmpotic'. Lo suyo es meter la lengua en el culo de los escritores que se le indica, y en ese menester es uno de los mejores. ¡Seamos justos!
ResponderEliminarJuas.
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