lunes, 7 de marzo de 2011

Una ficción de "Materia Prima" de Francesc Serés



Quedo con Hesíodo en una terraza frente a mar. Es un día soleado de febrero, una calma entre tormentas de frío. Me llamó ayer para quedar. Vió en el blog que estaba leyendo “Materia Prima” de Francesc Serés y quiere que le haga una entrevista como las que aparecen en el libro, que a él le entusiasmó en su momento. Cuando le pregunto de qué ira (la entrevista) me dice que ya lo veré, pero que no me preocupe, que tiene mucho que ver con Serés; que lleve el portátil para transcribirlo al momento y publicarlo cuanto antes. Son las seis de la tarde cuando nos sentamos, pedimos unas cervezas y algo de picar y empiezo a escribir.

- ¿Te parece si antes de empezar dejamos claro una pequeñez? 

- Perfecto. 

Hesíodo se recuesta en la silla, cual si fuera el diván del terapeuta que siempre asegura necesitar y no se puede permitir. 

- Te llamas Hesíodo. -le digo - Tienes 38 años. 

- Correcto. 

- Y eres un ser de ficción. 

- Fruto de tu imaginación, efectivamente. 

- ¿Qué esperas conseguir con esta entrevista? 

- ¿Qué pretendo siempre? Hablar de literatura, por supuesto. 

- De Francesc Serés? 

- También, pero no exclusivamente. Si quieres podemos hablar de ese problemilla que tienes tú con las lecturas últimamente. La mala elección de la que tanto te quejas. 

- No es tanto un problema de mala elección como de malas novelas. Honestamente, estoy algo harto de ese tema. Preferiría hablar de cualquier otra cosa. ¿Te digo lo que creo? 

- Por favor. 

- Creo que me has llamado para tratar de descubrir y aclarar durante esta conversación qué significa el título del libro. Creo que la entrevista me la vas a hacer tu a mí. 

- Quizá. Prefiero pensar que nos entrevistaremos mutuamente. Sospecho que nos daremos mucho la razón el uno al otro. Es lo que tiene ser la misma persona. 

- No estoy de acuerdo. 

- Muy gracioso. ¿Qué te pareció? 

- ¿El libro? Me gustó mucho, pero no dejaba de ocurrirme algo muy curioso. Verás: ya sabes que suelo leer los libros, dependiendo del tamaño, en varias tandas, tratando de que no sean más de cuatro o cinco, es decir, un libro cada dos o tres días. “Materia Prima”, al coincidir con el fin de semana, me llevó demasiado. Lo dejé y retomé unas seis o siete veces, seguramente más. 

- Qué horror! - se ríe - ¿Qué tiene esto que ver con el libro? 

- Ahora verás. El caso es que este libro lo cerré muchas veces y todas y cada una de ellas me ocurría lo mismo: no me apetecía retomarlo. No lo dejaba por eso. Simplemente, al cerrarlo, pensaba en dejarlo. En leer cualquier otro. 

- ¿Y qué te lo impedía? 

- Orgullo, supongo pero sobre todo algo mucho más importante: sabía, a ciencia cierta (ya te digo que me ocurrió muchas veces), que en cuanto lo abriese y leyese una línea, sólo una línea, ya estaría enganchado. No querría dejarlo. 

- ¿Te enganchaba la trama? 

- ¿Trama? ¿Qué trama? No tiene trama, ya lo sabes. Son artículos en forma de entrevistas o entrevistas en forma de artículos, no sé. 

- ¿Hay alguna diferencia? 

- La intención, supongo. 

- ¿Cuál dirías que es? 

- Denuncia social, básicamente, pero no de la que estamos acostumbrados a leer. Constatación de una realidad que tendemos a olvidar. Aquello tan insignificante en lo que no se piensa pero que forma parte de esa expresión tan horrible que es "el tejido social"; lo que hace todo posible y sobre lo que todo se sustenta. 

- La materia prima. 

- Sí. Parece que Francesc quiera recordarnos cuál es ese tejido social que tanto nos gusta citar y que a fuerza de repeticiones hemos convertido en algo ajeno a nosotros mismos, algo en lo que no podemos intervenir, incidir, como si se tratase de un suceso inevitable cuando en realidad los hilos de la urdimbre de ese tejido somos tú y yo y ese señor que cruza la calle y esa niña que espera con su madre el autobús. Parece que Serés quiera recordarnos lo importantes que somos, nos devuelve la identidad que la sociedad se empeña en robarnos con sus generalidades. 

- Eso suena a artículo del suplemento de El País. 

- Jajajaja! Buena observación. Sí efectivamente, lo parece. Tendría que llamarse “Materia Prima Laboral”, que es al fin y al cabo el nexo común. 

- El trabajo. 

- Y los trabajadores que lo llevan a cabo, sí. La diferencia respecto a un suplemento del diario radica en el interés. Mientras uno, el semanal, parece trabajar con una fotografía, con el distanciamiento que implica, el otro, Serés, se sumerge en el día a día de esa persona y a base de preguntas breves y lo que suponemos miradas inquisitivas, logra ir un poco más allá de lo que estamos acostumbrados, alcanzando un grado de identificación inesperado. 

- A mí me sigue sonando a peñazo. 

- Porque tú no tienes sensibilidad. Suena a peñazo porque estamos mal acostumbrados. La “marea” ha establecido la dirección y el tono que debe tomar la literatura de realismo social, que es donde yo situaría este libro si me apuntasen con una pistola y me obligasen a inscribirla en algún género concreto, cosa que no me ocurre a diario, pero sí a menudo. Ahora mismo pienso, porque la tengo reciente, en “El apocalipsis de los trabajadores” que habla más o menos de lo mismo: de los trabajadores y sus penurias y su día a día y su falta de esperanzas. Valter Hugo Mae dedica doscientas y pico páginas a desarrollar en su novela una décima parte de algo para lo que Serés necesita poco más de trescientas, no quedándose únicamente en la historia el inmigrante que malvive en Portugal o las mujeres que van tirando como limpiadoras de hogares ajenos. Serés va a por todas y por eso dialoga tanto con una mujer que trabaja en un CallCenter como con una millonaria que no soporta a los albañiles por lo que representan. No se olvida de los taxistas que aspiran a vidas mejores en Birmania, vendimiadores, camareros de grandes banquetes, fisioterapeutas, profesores de universidad, empresarios de pymes, abogados, sindicalistas y muchos otros. 

- Suena impopular. Me refiero a la temática. ¿Vende libros este hombre? 

- Supongo que no muchos. Lo que ocurre es que Serés, con este libro, va contracorriente, ya lo he dicho, y demuestra que la suya es una literatura convencida y con mensaje; la del verdadero “regusto amargo” que no necesita excusas ni interpretaciones metafísicas. 

- Y eso te ha gustado. 

- Sí, claro que me ha gustado. ¿Cómo no me iba a gustar? Además Serés escribe de maravilla. Se me hace raro encontrar un escritor al que le importan tan poco las florituras artísticosintácticas. Serés parece haber reducido el lenguaje al nivel del tema tratado, depurándolo hasta convertirlo en un diálogo que cualquiera de nosotros mantenemos con nuestros vecinos o amigos. Va al grano. No le importan los paisajes ni le interesa transcribir sentimientos. Le importa la gente y se nota que lo único que le interesa es llegar cuanto antes al objetivo del libro. 

- La materia prima. 

- Sí. La materia prima.

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