No sé cómo funciona esto de la escritura.
Pregunto: ¿a uno se le ocurre una idea y la lleva a cabo directamente o, antes de arriesgarse a perder el tiempo con chorradas, lo consulta con la almohada o con su vecina o con su novia o con su perra? ¿Y después qué? Digamos que lo escribe. Digamos que el escritor (joven, atrevido, melena al viento) dispone de tanto tiempo libre que no le importa jugársela o no lo tiene (tiempo) pero va sobrado de pasión y fe en sí mismo o simplemente cree a pies juntillas en su idea. Digamos que se levanta, nuestro héroe, una mañana y escribe aquello que quería escribir. Quién dijo miedo. Que se joda el mundo. Pongamos que lo termina en un plazo razonable. Seamos generosos: un año de documentación y otro de escritura. Una vez terminado se lo enseña a su padre, a su madre, a su hermana. También a su vecina, a su novia y a su perra. Ellos, todos, lo leen (puestos a fantasear, podríamos incluso decir que lo disfrutan) y una vez leído asienten con sus cabecitas, se secan la lagrimita (también la de cocodrilo) sonríen con sus boquitas y con sus manitas dan palmaditas en la espaldita de nuestro joven y aguerrido escritor, besan su mejilla, le dicen que le quieren, alaban su buen gusto, su sensibilidad, su humor. Su buen hacer, en general.
Hasta aquí todo normal. Medianamente normal. Hasta aquí nuestra historia podría estar interpretada por cualquiera de ustedes. Podría ser incluso yo, si me apuran. Pero no; estamos hablando de Daniel Gascón. El del tiempo libre o la fe en sí mismo o en la idea genial de aquel sábado por la tarde. El de los dos o tres o cuatro años dedicados a esto. O los tres meses, no sé. Da igual, para el caso es lo mismo. El resultado es Entresuelo y eso ya es inamovible. También los agradecimientos son inamovibles: «La lectura y las sugerencias de Marta Valdivieso, Ramón González Férriz, Jonás Trueba, Pippi Tetley, Antón Castro, Carmen Gascón, Aloma, Diego, Jorge y Sara Rodríguez han ayudado a mejorar este libro».
Han ayudado a mejorar este libro, dice. Me parto.
Pero bueno, vale.
El caso es que bien, de acuerdo: Gascón, el joven Gascón, escribe un libro basado «en las conversaciones que he oído en casa, en mis propios recuerdos y en entrevistas a miembros de mi familia». Lo bueno de todo es que al bueno de Gascón no se le ocurre mejor cosa que dárselo a leer a esa misma familia de la que se habla en el libro, porque como todo el mundo sabe la familia es siempre el mejor recurso de quien escribe una memorias familiares y busca un mínimo de objetividad.
Tela con el listo de la familia.
Entonces el libro se manda a una editorial. A Mondadori, por ejemplo.
Y yo aquí es cuando me pierdo. Porque una cosa es que uno escriba para sí mismo o la familia y que esta te apoye (qué menos) y otra muy diferente que una editorial considere que tal cosa es merecedora de tener una difusión nacional. Y precisamente Mondadori, una de las editoriales más fuertes y de más prestigio del país y parte del extranjero.
Y miren, si fuesen unas memorias (por más que sean robadas: «aquí no quería escribir sobre lo que recuerdo, sino sobre cosas de las que no me acuerdo».) interesantes o amenas o divertidas o con un trasfondo histórico de especial interés… si fuesen algo de eso aún bueno, pero es que ni eso. No son interesantes, ni amenas, ni divertidas y encima parecen escritas por un estudiante de la ESO al que han obligado a redactar un texto que trate sobre La familia o sobre La vaca, por ejemplo, que es algo por lo que, quien más quien menos, ha tenido que pasar en la vida, y que medio-invita a dar lecciones de biología tipo “la vaca da leche” y cuatro obviedades más:
«Mi madre me contó que había leído la historia de un tipo que estaba cagando cuando una rata subió por el váter y le mordió el culo. Yo debía de tener cuatro o cinco años y mi madre me contó la anécdota como si fuera una historia graciosa. Pero me pareció aterradora. Las ratas me daban miedo en general: te contagiaban la rabia, eran resistentes al veneno, los gatos no podían matarlas y estaban en todas partes, aunque no las vieras. Si se sentían acorraladas, te saltaban al cuello».
“Entresuelo” está lleno de anécdotas apasionantes. No importa por qué página se abra, siempre se encontrará alguna cita destacable. Es lo mejor que tiene:
«Después estuvieron en la casa unos familiares, Vicente y David, con un chico que hacía Medicina y tocaba muy bien la guitarra. También vivió con ellos otro estudiante que se llamaba Leoncio, como mi abuelo, que los invitó a su boda, en el Pirineo».
«[…] en mi infancia prefería un parque más cercano: el Parque Bruil, que tenía una osa tuerta enjaulada. Hace unos meses descubrí que la osa se llamaba Nicolasa. También he sabido que en el Parque Grande y en el Parque Bruil había otros animales: monos. Los monos son importantes, aunque cuando era niño ya no quedaban monos en el parque. Pero esta no es la historia de mi niñez en el parque. Es la historia de mi padre».
Porque esa es otra. “Mi padre, mi héroe” o cómo llevar al lector a la náusea: «Mi padre creía que aprender mecanografía era muy importante para ser escritor». Alguien tiene que decirlo: asquísimo. La familia Castro/Gascón/Rodríguez como referencia, como inspiración, como tema de conversación, como argumento literario… qué pesadez. ¿Hasta cuándo?
«Me ha divertido ver que hace más de quince años ya escribía sobre mis abuelos y su piso».
Forever, pues. Acabáramos.
Y hete aquí que el joven y documentado escritor se encuentra que la profusión de datos es exagerada, pero han sido tantas las tardes dedicadas al noble oficio de la conversación (o acaso simplemente carece del valor para borrar o la inteligencia para descartar o la capacidad para resumir o la habilidad para disimular) que le cuesta renunciar a ellos, por lo que decide recurrir al socorrido método de la lluvia de recuerdos, esto es, capítulos de párrafos numerados repletos de información im-pres-cin-di-ble que va dejando por el librito según se le va a ocurriendo:
«12) Durante un tiempo, mi tío vivía en Barcelona, pero tenía una obra en Calatayud y pasaba a menudo por Zaragoza. Mi abuela le preparaba morcilla y alcachofas. Una vez mi tío dijo: «No quiero comer muchas alcachofas, tengo una reunión y son un poquito flatulentas».
«13) Platos de mi abuelo: gazpacho. Siempre hacía dos distintos. Uno con ajo y otro sin ajo. A mi abuela no le gusta el ajo».
«3) De niño, alguna vez fui a misa con mis abuelos. Lo que más recuerdo es el momento de darse la paz. También que mis abuelos caminaban hacia la iglesia con los brazos entrelazados, como muchas parejas mayores. Me parecía una postura incomodísima. A mi novia le gusta».
«12) El marido de mi tía se hizo la vasectomía y se recuperó en casa de mi abuela».
Llegados este punto creo que importante aclarar algo: juro por mi vida que no me estoy inventando nada. Las citas son literales y están sacadas del libro “Entresuelo” de Daniel Gascón, editado por Mondadori para su distribución a nivel nacional.
Otro recurso para deshacerse de ese material inútil es el Método Wikipedia (también conocido como el Wikimétodo Desesperado de Salvación) que consiste en facilitar información que no servirá para nada pero al menos dejará al lector pegado a la silla:
«Tuvieron hijos: Carmen, que nació el 31 de diciembre de 1958; Isabel (Isa), que nació el 25 de febrero de 1961; Francisco José (Paco), que nació el 4 de junio de 1962, y María de los Angeles (María Angeles), que nació el 2 de agosto de 1966».
«A mediados de los ochenta hubo una reforma. No quedan muchos rastros de ella en la casa: algunas cosas en el baño, como el lavabo, la taza y unas tablas de madera que rebajan la altura del techo. Fue una reforma menos drástica que la de 1990, cuando mis abuelos eliminaron una habitación para agrandar el comedor y pusieron las baldosas grises —feas pero sufridas— que ahora hay por todo el piso, salvo la despensa, el baño y la cocina. Fue la familia la que hizo las reformas. Mi tío Paco se encargó de la fontanería y la electricidad».
Y después está el humor del que ya han sido testigos en las citas anteriores. Para Daniel Gascón, el humor es terminar así los capítulos o cerrar lapidariamente fragmentos de memoria:
«Lo único que había hecho era tumbarse a leer debajo de los árboles», dice mi abuela. Sabía de libros y árboles frutales.
«En mi familia se contaba que siempre decía que la cena era una comida absurda, porque uno se acostaba inmediatamente y al levantarse volvía a tener hambre. Al parecer, una noche decidió no cenar, pasó mucha hambre y cambió de opinión para siempre».
«Mi abuelo, que engordó de mayor, tenía otra teoría con respecto a la gordura masculina. No era grave si uno se la veía para mear».
Podría seguir así todo el día. El libro de Daniel Gastón es una fuente inagotable de placer para los lectores masoquistas, que los hay.
Pero esto no es culpa de Daniel. Él es como es. Quiere a su familia y ha gustado de homenajearlos. Chapeau. Como hijo, al menos. Como escritor ya no digo tanto. Ahora bien, que Mondadori, el Mondadori de Claudio LaMadrid, editor de referencia en el mundo mundial se preste a publicar esta cosa es de juzgado de guardia.
Si este libro viniese firmado por José García, fontanero y escritor aficionado, ¿lo habría editado también, el bueno de Claudio? ¿Tiene algo que ver que Daniel sea hijo de Antón Castro? Y lo que es peor: ¿en qué situación, exactamente, deja esto a Mondadori y qué debemos esperar de sus otras apuestas literarias nacionales si a la que te fijas un poco te encuentras nada más que figurines mediáticos escribiendo soplapolleces?
Seré yo, que odio la literatura, pero a mí esta apuesta por la mediocridad me descoloca completamente.
Me ha gustado la entrada. Respecto a lo que dices del proceso creativo, creo que es como las relaciones: lo mejor surge de forma espontánea. En cuanto uno planea algo, se va al garete. Está comprobado. ¿Sobre el libro? Ni idea, pero sé que lo leeré, me ha gustadolo que he visto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Joder, pues si te ha gustado lo que has visto cágate loro.
Eliminar¿Vicentico...?
EliminarY te has quedado corto sacando las relaciones familiares de este hombre… ¿Cómo se tiene que sentir uno cuando sólo te publican por ser "hijo de"?
ResponderEliminarLo sé, pero es que el libro es tan malo que no hace falta recurrir al parentesco. Se hunde sólo, él y la editorial.
EliminarPues oye, bien mirado es casi de agradecer que una editorial como Mondadori publique y venda arefactos como éste porque a los escritores frustrados -al menos a mí- nos repercute muy pero que muy favorablemente en la autestima.
ResponderEliminarAhora sé que soy infinitamenet mejor que Gascón, escritor de Mondadori (ahí es nada) aunque yo no haya publicado ni un dosier de fotocopias encuadernadas a canutillo.
Otrosí, ¿venderá algún ejemplar?. Y si lo vende. ¿Estará el gabinete jurídico de la editorial preparado para defenderse de las demandas de los incautos que la compren, y además la lean?
Bueno, claro,visto así... ¿TE imaginas a este chico diciéndole a la chavala del fondo de la barra "¿sabes que yo edito en la misma editorial que Roth?". No sé tú, pero yo me casaría con él.
EliminarDe todos modos, no es por joderte la autoestima pero para se mejor que Gascón no hace falta mucho.
¡Vaya,Carlos!Con el subidón que tenía...
EliminarEs vergonzoso, de verdad, y luego los editores de semejante bodrio se llevarán las manos a la cabeza y los culpables serán los que se supone que piratean a mansalva mierdas de este calibre. VERGONZOSO.
ResponderEliminarPaparruchas, estoy convencido de que si no fuese por la piratería, este libro hubiese vendido no menos de 10.000 ejemplares. O más.
EliminarNi le han dicho, los cabrones de Mondadori, que el humor mata. Sin humor todavía podría tener un pase. Bueno, no. Para qué nos vamos a engañar. Lo que me jode es que ser hijo de ese señor que no sé quién es sea mejor que ser amigo tuyo, con lo que tú lo petas en la digitalidad.
ResponderEliminarQuique
Pero es que los beneficios de ser mi amigo se notan a largo plazo, Quiquiño. A los setenta, lo petamos, ya verás. Tú elige un premio bonito que yo te lo consigo. Como en una feria.
EliminarLa sonrisa vertical, pues. Obviamente.
EliminarQuique
Todavía recuerdo el primer pedo que se tiró mi hijo mayor. Mis suegros vinieron a verlo a casa, pero no al hospital, porque viven en Inglaterra. A los dos años, la mediana decía "afajito" en lugar de "necesito". Y a la pequeña se le cayó el primer diente este verano. Fue un martes. Lo recuerdo tan bien porque ese día jugaba la selección. Lo tenemos guardado en una cajita, con los de sus hermanos.
ResponderEliminarAhora sólo me falta pulir un poco la historia.
Un respeto, Carlos, que una de las apuestas literarias nacionales de Mondadori es ni más ni menos que un servidor. Aunque cueste creerlo.
ResponderEliminar¿Pasado (ya he visto que sí), presente o futuro?
EliminarFuturo cercano, si todo sale según lo previsto. Aunque, siendo sincero, ya ni me acuerdo de la última vez que algo salió según lo previsto...
EliminarEl Antón Castro y Claudio López serán amiguetes: esa es la edición de los grandes sellos hoy en día: echarse unas risas.
ResponderEliminarHummm, no sé. Yo lo veo más en plan cagada monumental de la editora (no recuerdo el nombre) que lleva Mondadori (ya supongo que Claudi está a otro rollo por más que este sello sea la niña de sus ojos). Un poco lo de Antonio Rodríguez.
EliminarNo seas malo, Carlos, que lo de explicar las chorradas cotidianas tiene mucho tirón, lirón. Y que también tiene que haber un público para eso. Otra cosa es que se pongan en marcha las prensas, pero total, mejor que tenerlas paradas, que da más gasto.
ResponderEliminarSerá que no hay cosas que prensar. Seguro que Wallace tiene un par de libros más metidos en un cajón. Y ahora en 2015, ¿no es cuando acaba el rollo ese de Salinger inédito? Y mira, si nos vemos muy apurados, Alan Moore tiene una novela de un millón de palabras que está deseando publicar.
Eliminarhttp://www.abc.es/cultura/libros/20140913/abci-alan-moore-jerusalem-201409121734.html
Pregunta 1: ¿Esto es verdad? Vamos, ¿el argumento del libro es todo así?
ResponderEliminarPregunta 2: ¿Esto es verdad?
Pregunta 3: ETCÉTERA.
Me está dando una crisis de ébola.
La respuesta es siempre sí. Ya te digo: un horror.
EliminarEs así, Sara. Yo lo compré en Zaragoza por recomendación de un librero y no lo pude acabar. Y mira que es finito. La escritura, de colegio. La trama, insoportable. Cero interés. Me llama la atención que tanto Gascón como Aloma tiren tanto de su vida familiar (común) para narrar.
EliminarDe todas formas, de Gascón he disfrutado alguno de los relatos que aparecen en las antologías para imberbes que se han publicado últimamente.
el librero no sería el muermo de la librería Portadores de sueños?, porque esos con el Castro lo tienen muertecito, los que son de Zaragoza ya saben como se las gasta esta cuadrilla del gallego metido a maño, insufribles, pero fachas del copón, como no seas de su cuerda lo llevas clarinete,
EliminarYo iba a preguntar lo mismo que Sara. Me parece increíble...
EliminarPaseando por FNAC he visto el libro de marras. Y lo he tocado incluso, pero sin abrirlo. Qué mala impresión de libro anoréxico frente a otros que tenía al lado, misma editorial, de no menos de 200 páginas.
EliminarEs urgente y necesario pagar a un psicoanalista jungiano para esa familia, pobrecitos. Y que nos dejen tranquilos a los lectores.
Lo otro... está claro que Mondadori tiene una cuota de "favores a gente que nos interesa" y acabarán publicando una recopilación de, qué se yo, listas de la compra para ir al supermercado de alguien. Al tiempo.
Siempre habrá que agradecerle al perla este que haya hecho que escribas una reseña que tiene más valor que todo lo que pueda llegar a vender con este engendro.
ResponderEliminarSi no fuera por esta gente, ¿de qué iba a vivir yo, eh?
Eliminar(Gracias)
Alguien siempre pregunta, con respecto al tipo y tono de reseñas como esta -creo que en este mismo blog ha sucedido, en alguna entrada pasada- por qué perder el tiempo y el esfuerzo en comentar libros mediocres patentizando su condición cuando lo mejor simple y llanamente sería ignorarlos. Difiero de este sentir. La realización y publicación de obras como la reseñada es como la ejecución de un crimen por parte del perpetrador que además sale impune del acto. Reseñas como la presente vienen a representar una especie de justicia, aunque sea poética, muy necesaria.
ResponderEliminarY para airear un poco el ambiente enrarecido una buena noticia: Sexto Piso anuncia la publicación este noviembre de Los reconocimientos, de Gaddis, claro. Y Tusquets anuncia a su vez la última novela de Pynchon, que no pinta nada mal. Para, ahí sí, relamerse los labios.
"La realización y publicación de obras como la reseñada es como la ejecución de un crimen por parte del perpetrador que además sale impune del acto."
EliminarBRAVO.
Estoy de acuerdo. Pero eso no me impide recomendarle a Tongoy que de vez en cuando se tome unas vacaciones, abandone la valentía de ser contemporáneo y lea algo que no sólo sea soportable, sino, de hecho, bueno.
Eliminar¿De vez en cuando? Hummm.... Mire, mis últimas lecturas:
Eliminar"Jimmy Corrigan: el chico más listo del mundo"
"Axiomático" de Greg Egan
"Hombres salmonela en el planeta porno" de Yasutake Tsutsui
"Muero por dentro" de Robert Silverberg
"Pistola y cuchillo" de Montero Glez
"La insólita reunión de los nueve Ricardo Zacarías" de Colectivo Juan de Madre
"Entresuelo" de Daniel Gascón
"Leche" de Marina Perezagua
"Sobre el acantilado y otros relatos" de Gregor von Rezzori
"El patrón" de Goffredo Parise
"Edipo en Stalingrado" de Gregor von Rezzori
"Tom Jones" de Henry Fielding
"El hombre que amaba a los niños" de Christina Stead
"Anna Karenina" de Lev Tolstoi
"La muerte de Ivan Ilich" de Lev Tolstoi
"Galveston" de Nic Pizzolatto
"El genuino sabor" de Mercedes Cebrián
"Humillados y ofendidos" de Dostoievski
Y ahora estoy con Bronte y la bio de Dosto. Variadito, yo creo, no?
La cuestión es, ¿de verdad Mondadori tiene ese prestigio?
ResponderEliminarApuestas nacionales de Mondadori: Daniel Gascón, ¡Elvira Navarro!, Antonio J. Rodríguez, Jorge Carrión, Gonzalo Torné, Mercedes Cebrián, Alberto Olmos, ¿Antonio López-Peláez?, ¿Miguel Ángel Ortiz?... Es muy de risa todo, de lo peorcito de lo nacional.
La reputación de Mondadori viene por los escritores extranjeros, si no ¿de qué y de cuándo alguien se iba a acordar de estos?
Gracias por la parte que me toca.
EliminarDe nada mindundi.
EliminarEl prestigio tiene más que ver con la visibilidad que otra cosa. TE ganas un puesto en la mesa de novedades solo por editar con ellos. Es así de sencillo. Dudo que vendan mucho, honestamente.
EliminarUna de las siguientes reseñas (ya está escrita) es la de Mercedes Cebrián, por cierto.
Anónimo descarado, qué dices de Alberto Olmos que te rajo.
EliminarNo jodas Tongoy que los entrecomillados son verdaderos y no nos estás vacilando...
ResponderEliminarYo incluso veo la peli: Betweensuel, con Ryan Gosling
Contrariamente a lo qua alguien expresa antes, creo que este tipo de reseñas sí son necesarias. De hecho, son más necesarias que la práctica mayoría. A ver, Gascón ha pubicado con Mondadori, sí, la misma de Coetzee, Philip Roth, Naipaul... creo que eso es mirar hacia arriba, quizá demasiado. Y uno se expone cuando decide hacerlo.
ResponderEliminarLo de esta familia es llamativo-hablo como lector y en lo literario- y ya era hora de que alguien lo expresara como en este texto.
Y sí, el libro es flojísimo, lo peor que he leído en mucho tiempo. Soy uno de sus desafortunados lectores.
Lo peor es lo que queda...
Volpone
Bueno, no sé si los dos comentaristas que defendéis que se hagan reseñas negativas también de libros como éste habéis deducido de mi comentario anterior que yo no lo estoy... Como he repasado todos los comentarios y en el único que parece que 'aparece' una recriminación es el mío, pues me he dicho 'hostia, que igual va por mí!'. Era una bromilla hacia Carlos, que él ya conoce mi 'sentido del humor'. Nada más. No panic. Todas las reseñas son necesarias. Las de los libros que no nos gustan en especial.
ResponderEliminarNo creo que fuese por ti, Ire. Todo el mundo sabe que eres todavía peor que yo. ;)
EliminarLa editorial interesante ahora es Candaya. Ahí se parte todo el bacalao.
ResponderEliminar¡Candaya! Y yo que nunca me acuerdo de esta editorial...
EliminarY yo me pregunto: ¿quién carajo consume toda esa basura para que su edición le resulte viable a Mondadori o a quién sea? En cuanto a que el colega Gascón se ligue a la tía de la barra diciéndole que publica donde publica Philip Roth, lo más probable es que junto a ella haya un fulano que acabe rompiéndole (a Gascón) la boca de un merecido cabezazo. A ver qué va a ser esto.
ResponderEliminarLa misma pregunta nos hacemos muchos. A mí no me dan las cuentas.
EliminarTongoy, hostia, ¿sigues moderando comentarios? Al menos no hay que escribir las letritas de mierda esas para demostrar que no eres un robot.
ResponderEliminarCréame que lo siento. espero quitaros pronto, pero vamos a esperar un poco. Este mes será calentito.
EliminarDe todos modos hay buenas noticias: hace meses que no tengo que borrar ningún mensaje.
¿Quién es Mercedes Cebrián?
ResponderEliminarJoven promesa en el pasado, promesa en el presente... Promesas, promesas. ¿Cómo era aquello? ¿Prometer hasta meter y después de haber metido nada de lo prometido? Pues tal cual.
EliminarSi los usara, haría bordar ese lema en mis gayumbos.
EliminarPara mí que el editor de Mondadori debe ser un bot, sólo que en lugar de enviar correo basura a tu cuenta de e-mail, publica literatura basura y la distribuye por todo el mundo, a ver si pica algún incauto y compra uno de sus bochornosos libros...
ResponderEliminarCon los años que llevamos en crisis, el índice de lectura patrio y la consagración de la piratería, los hay que todavía ganan dinero publicando caca. Un premio a la gestión es lo que se merece Mondadori, pandilla de mequetrefes.
ResponderEliminarQuique
Que Mondadori da pérdidas desde hace años es un secreto a voces dentro del gremio editorial. Suerte que forma parte del grupo Random House, y que los demás sellos generan beneficios para mantener a flote este Titanic; porque así el editor puede permitirse hacer favores a sus amiguetes sabiendo que no le van a cerrar el chiringuito, aunque tengan el nivel de redacción de un niño de Primaria... (En serio, ¿y lo que nos reímos de ellos?)
ResponderEliminarTodo el mundo se equivoca y Mondadori no es la excepción pero esto de Gascón, créame, es otra cosa. Da la sensación de que ya da igual lo que se escriba. Todo vale. Y joder, tampoco es eso... Yo creo.
EliminarPor otro lado, estoy de acuerdo: ¿qué sería de nosotros sin estos pequeños placeres?
Tongoy lee un libro y lo pone a parir. Vale. Correcto. Otros treinta o cuarenta ponen a parir el libro sin haberlo leído, solo por lo que dice Tongoy (dos o tres sí lo han leído: tienen derecho a ponerlo a parir). Son como los palmeros de Peret: le hacen los coros y le dan las palmas. Es como una bilis por contagio, con perdón. Eso ya no me parece tan correcto. Por lo demás, ¿alguien cree de verdad que el reseñista de libros de un periódico de Zaragoza, el señor Castro, tiene tanto poder como aquí se dice? Es para flipar. A ver si resulta que por escribir en el Diario de León (El Filandón) o en El norte de Castilla (La sombra del ciprés) o en La nueva España (Culturas) o en el Faro de Vigo (no me acuerdo de cómo se llama el suplemento de cultura), uno tiene poder para publicar a alguien en Mondadori. Yo creo que la cosa no va así, pero...
ResponderEliminarNo he leído el libro de Gascón. No puedo opinar del libro. No opino. Otros, aquí, opinan y hacen el pino. Y se columpian.
Bueno, los que no lo han leído tienen la citas, además la cosa va tanto con Gascón como con Mondadori.
EliminarCoincido con usted: no me parece que Castro tenga el poder o la influencia suficiente para colocar a su hijo en Mondadori. Sí creo que tiene algo que ver, pero indirectamente. Son una familia curiosa, con esa manía suya de escribir sobre sí mismos y a Lamadrid parece que le gusta mucho eso de fichar gente de un determinado perfil (Antonio J., Olmos, Navarro...). Allá ellos, es su dinero. Yo desde luego ya no me fío más (y aun así, insistiremos).
Gracias por pasar.
Como ahorrar tiempo (y dinero)a la hora de elejir un libro. Se coje la sandia, se le golpea en el culo, preguntas al frutero si es de confianza y se cata a ser posible antes de adquirirla. Más adelante, según apetito, nos estará más o menos sabrosa. No liarse con las palabras- culo, frutero- confianza y catar para no producir una confusión graciosa para los demás. YA Cuándo era un poco más pipiolo de lo que soy ahora, pensaba que cualquier escritor por malo que fuera se merecía una oportunidad y así me fué...leyendo infumables obras que de poco me han servido, salvo para adquirir cautela y desconfianza. Ahora no, ahora abro un libro por la mitad y procuro leer al menos unos parrafos. Creanme, si el escritor no sabe escribir SE NOTA y lo mejor es elegir otra sandía. buen provecho, el tiempo es oro y como mineral se puede comer.
ResponderEliminarCon esa comparación me lo pone difícil y no porque no soporte la sandía, que también. Es lo de siempre: leo mucho, tanto que de vez en cuando me permito el lujo de leer estas cosas. Normalmente dejaría el libro, pero era demasiado increíble lo que tenía ante mis ojos. Y que era chiquitito, eso también.
EliminarCIERTO... Tener tiempo para leer "estas cosas" es todo un lujo, enhorabuena...pero es que la vida del lector es tan cortita y hay tantas sandías que catar, que, personalmente, prefiero equivocarme, dejando escapar alguna obra buena , por cierto que buena sandia es la Krauss. Hasta pronto.
EliminarSuele afirmarse que un escritor joven se refugia siempre en la forma, ya que aún no tiene nada que decir en un sentido profundo. Sorprende que el libro no llegue ni a eso, lo cual sería, si no una muestra efectiva de talento, al menos una promesa del mismo. Está chunga la cosa...
ResponderEliminarAquí se prometen muchas cosas y ninguna buena.
EliminarMe gusta mucho tenerte otra vez por aquí, Nehmo. ;)
Este no es nuestro Nehmo, que nos lo ha cambiado. El de verdad metía unas disertaciones de padre y muy señor mío que se siguen echando de menos. Yo tampoco soy el mismo, lo sé.
EliminarQuique
Paciencia, paciencia, que todo llegará. Y claro que no eres el mismo; la vida de lujo sin límite y sexo extremo desgasta al más pintao. No seas duro contigo...
Eliminar¿Quién es Alberto Olmos?
ResponderEliminarLo siento mucho pero esa información es de pago.
EliminarAhí le duele.
EliminarTongy, stop, seguro que has escrito los dos anónimos anteriores tecleando "Alberto Olmos" para que me enfade y empiece a berrear como una loca.
EliminarHace tiempo que no pasaba por aquí, pero no puedes escoger otro tema para que salte, ¿eh? ¿¡EH!?
Una entrada buenísima. Me he reído de lo lindo. Por no llorar, claro. Concidido contigo en que es muy penoso que una editorial grande publique material que no vale ni para rellenar un blog personal.
ResponderEliminarGracias por tu trabajo.
Saludos,
Cristina Monteoliva
www.laorillaldelasletras.blogspot.com
Has hecho bien en entresacar párrafos porque así nadie puede decir que exageras. Aparte de la gracia y desparpajo con que sueltas argumentos, los ejemplos hablan por sí mismos.
ResponderEliminarA veces me lo ponen fácil. Gracias.
EliminarComo yo leo a Tongoy.
ResponderEliminarTongoy es una persona imaginaria que vive en un planeta imaginario. Y se inventa un mundo poblado de libros malos, escritores torpes y editoriales magnánimas, con el que entretenernos. Ya que en lugar de desesperarse, como también le cabría hacer, prefiere optar por la sonrisa y el zig zag de florete. Todo esto de lo que les hablo -repito- en el fantasioso mundo que se ha sacado de la chistera, Tongoy.
Ni sé quién es Gascón, para el caso da igual el nombre, ni lo que es "Entresuelo", también debería dar igual el título, ni siquiera se si Mondadori existe (aunque debo reconocer que aquí don Carlos se ha esmerado buscándole un nombre ad hoc a la presunta editora) pero lo cierto es que me echo unas buenas risas con las historias, tan disparatads, que se inventa. A lo mejor es que yo también soy un marciano. Y no lo sé. ;-)
Acabo de encontrar una redacción de mis vacaciones de cuando iba al colegio. Voy a ver si Mondadori me la publica. Total, visto el nivel de la competencia, a lo mejor hasta cuela...
ResponderEliminar:-)
El inventor de libros malos. Un individuo virtual reseñaba pésimos títulos imaginarios para preservar el gusto de los lectores de posibles atentados estéticos. Por supuesto, todo esto era ficción, ningún editor arriesgaría su capital y su nombre publicando ese tipo de cosas con las que la imaginación del inventor de libros malos escandalizaba a su recua de seguidores.
ResponderEliminar¡Pedazo de microcuento!
Ahora sí, en serio y ¿NADIE PUBLICA "A MAN OF PARTS" DE DAVID LODGE?
Si lo van a publicar en Anagrama, con los pedazos de traducciones que se marcan, mejor que quede inédito y sólo se pueda leer en inglés. Opino.
EliminarPregunté directamente a Anagrama y me contestaron que NO tienen intención de publicarlo. Para los que no dominamos el inglés ¿nadie se anima, por favor?
EliminarOpinar es una palabra muy fuerte.
ResponderEliminarQuique
"La familia Castro/Gascón/Rodríguez como referencia, como inspiración, como tema de conversación, como argumento literario… qué pesadez. ¿Hasta cuándo?". Jajaja, grande, Tongoy.
ResponderEliminarAsí es. Por desgracia, este chico, en Zaragoza primero, y luego en Madrid, es un protegido. De su amiguito Jonás (hay tantos Jonases en este mundo de God...), ¿era necesario poner el apellido? Me parto.
A esto me refería, querido Tongoy, con que sirve, y mucho, ser parte de la cosa nostra literaria en España, y que el Tizón te lama las suelas desde El Cultural, y que tú le comas el porompompero a la Cagarro, etc., etc., etc. Ya lo creo que sirve. Hay un puente larguísimo que separa la fortuna del señorito Gascón de la del mencionado fontanero, y es el que acabo de mencionarle.
Gracias por las risas. Siempre son de agradecer.