lunes, 9 de junio de 2014

“La joven ahogada” de Caitlin R. Kiernan

Antecedentes

Llego a esta novela animado por los comentarios que los editores (Valdemar, casi estrenando el sello Insomnia) hacían en Facebook. Y esto a pesar de saber que la primera norma de un blog literario es no hacer ni puto caso a los editores que promocionan sus libros en redes sociales, pero tratándose de Valdemar y siendo como es un sello nuevo y teniendo por costumbre la pasión por la novedad y veinte euros ardiéndome en el bolsillo, no hubo modo de resistirse y nos dejamos caer en la red: todavía no había salido a la venta cuando ya la estábamos comprando.

El caso es que llegué a ella tan entusiasmado como libre de prejuicios total para esto: tardé casi un mes en terminarla. No fue culpa suya, pobre (no completamente, al menos) pero la realidad es la que es y yo tardé casi un mes en terminarla, que ya es difícil. 

Supongo que, en parte, tuvo mala suerte y en parte se la buscó.

Acostumbro a leer dos libros a la vez. Lo normal es que no pase nada relevante, pero cuando uno de ellos destaca me tiene en exclusiva mientras el otro sufre las consecuencias y es abandonado miserablemente. Pues bien, “La joven ahogada” fue el otro nada más y nada menos que seis veces consecutivas, que es un dolor equivalente al de llegar tarde a recoger a tu hijo en el colegio durante toda una semana. Fue miserablemente adelantada por: Matar a un ruiseñor, El cadillac de Big Bopper, El santuario, El coleccionista, Doctor Glas y El mago

Lo que quiero decir con esta introducción tan larga es que “La mujer ahogada” no es mejor que ninguna de las citadas, lo cual, siendo las que son, equivale a no decir absolutamente nada.

Y ahora vamos con la novela.



La novela

“La joven ahogada” se resume fácilmente si se simplifica hasta la náusea: una joven (la ahogada no, otra) narra una historia de fantasmas que, tiempo atrás, sufrió en primera persona y que tiene que ver con una chica muy mona que sale completamente desnuda de un río (que ya me dirán qué puede tener esto de miedo).

¿A qué es fácil? Bueno, pues no.

La protagonista tiene un pequeño problema mental que no ayuda precisamente a que la narración sea un fluir, pero es que tampoco se pretende. Lo que se busca (lo que la autora busca, que no es lo mismo que busca la protagonista que simplemente se deja llevar, que es ella misma y sus circunstancias a jornada completa) es una excusa para romper con la narración lineal y así, el miedo, más que llegar a él, te lo vas encontrando por el camino.

Hay que insistir en que la protagonista está como un cencerro y hay que hacerlo porque esto es fundamental, tanto por la estructura como por la historia. Acompañaremos a nuestra heroína en un viaje a la locura y asistiremos a su encuentro con los fantasmas, con los lobos o con las sirenas. También es una historia de amor.

Bien mirado (y ordenado) “La mujer ahogada” es como un cuento infantil para adultos sin miedo. Sin miedo a no enterarse de casi nada. La novela se compone de un algo que ocurre, que debería provocar terror y de muchas páginas de digresiones que no parecen conducir a ninguna parte pero qué de alguna manera ayudan a reforzar la idea de la mente desequilibrada de la protagonista y su lucha contra percepciones que el lector se verá obligado a interpretar. 

Parece complicado pero no lo es tanto: el truco está en dejarse llevar y disfrutar del paisaje.

Me quedo, de todo, con el personaje (la personaja) capaz de mantener durante toda la novela la atención del lector con sus delirios y con su medio novia y con su locura asumida y no me quedo con lo que se supone debería ser uno de los fuertes de la novela, la falta de oxígeno en la narración, que a veces se dilata en exceso. Hay un momento en el que tanto “ahora no puedo hablar de esto, más adelante volveré con ello, si puedo” hace pensar que se está cruzando la línea que no se debería. 

En resumen: interesante, irregular, en ocasiones irritante pero en general satisfactorio paseo por la fantasía animada de ayer, hoy y siempre de una demente que ve cuentos de hadas por todas partes, sobre todo cuando se le acaba el tranquimazin. 


3 comentarios:

  1. ¿Entonces sí es sí o sí es no o todo lo contrario? Porque parece que al principio no pero al final casi sí pero sin demasiada convicción.¿No?

    ResponderEliminar
  2. La frase resumen es un vivo retrato de un porcentaje elevado de los timeline de las mujeres con las que estoy enlazado (virtualmente)

    ResponderEliminar
  3. Parece que no carece de interés pero es que a mí no queman los veinte euros en el bolsillo. Los alardes de rareza narrativa están bien cuando el autor los maneja a la perfección y hacen parte de un plan maquiavélico, de lo contrario, a mí me aburren.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.