domingo, 24 de noviembre de 2013

Una aproximación a “La Casa de Hojas” de Mark Z. Danielewski

(O hablar por hablar.)

Hoy vengo sin intención crítica. Esto quiere ser poco menos que una reflexión. Una excusa para hacer una pausa y aclarar las ideas. Llevo una semana sumergido en la lectura de “La casa de hojas” y en “Jota Erre” de Gaddis (y a ratos Cartarescu y a ratos Joseph Frank y a ratos Dostoievski y a ratos Gerónimo Stilton —paternidad obliga—y a ratos qué sé yo). 

Y a ratos duermo, también.

Cuando escribo estas palabras los editores de “La casa de hojas” acaban de anunciar en twitter que van a sacar la tercera edición. A falta de información sobre volumen de las tiradas, la noticia invita a la prudencia tanto como al entusiasmo. Pero nos alegramos, en cualquier caso y nos hacemos eco.

(Nos hacemos eco, qué gracia.)

Se habla mucho de La casa de hojas. Twitter arde. Facebook arde. Todo son fotos, posados, el libro sobre un fondo de piedra, sobre el verde musgo de un bosque, sobre una mesa. Se intuye que pronto llegarán los fondos nevados, los villancicos y los paquetitos de Amazon a los pies de un abeto. Esa costumbre tan nuestra de hacer el gilipollas. Para sacarle una foto a un libro sólo hace falta una cámara. Sin embargo, para leer “La casa de hojas” parece que hace falta algo más. Valor, por ejemplo. Paciencia. Sincero interés. Tiempo. 

Cierto grado de tolerancia.

No me hagan mucho caso, soy el menos indicado para hablar. Cuando escribo estas palabras voy por la página 350, por lo que ya habré leído unas 450. Sí, han leído bien. Tiene truco, claro, la magia no existe: prefacios con numeración romana y extensos y delirantes apéndices como notas finales. Está todo inventado.

Vaya por delante que estoy disfrutando BASTANTE “La casa de hojas”. Lo pongo en mayúsculas para que quede claro. Podría ponerlo también en azul, pero no me apetece; vengo un poco saturado de jueguecitos (orto)gráficos. 

Intento que esto no se parezca demasiado a un promoción gratuita (e innecesaria), pero supongo que será un esfuerzo inútil. Al final este post es mi particular fotografía del libro sobre un fondo de mi culo en una silla y no se me ocurre mejor recomendación que esa, honestamente.

“La casa de hojas” se vende como una novela sin fronteras. Se acompaña, en las críticas de la red, de grandes nombres: Borges, Nabokov, Derrida, Joyce, Julian Rios. Cervantes. Así es, amiguitos, al entusiasmo habitual de las promociones hay que sumarle los elogios desmedidos propios de las obras de culto. También está la querencia a complicarlo todo hablando de deconstrucción, interpolaciones, digresiones, notas, geometrías no-euclidianas de planos de ficción y un largo ecétera, que sin estar faltos de razón tampoco invitan a nada si no se acompaña de un poco de fe. 

Por lo que he podido comprobar, la novela de Danielewski es un lío del demonio que conviene afrontar con entusiasmo y tiempo libre. «[se aconseja] una lectura en cuantas menos sesiones mejor, lo más seguidas que se pueda, en cuatro o cinco días como mucho, para no perder ni el hilo narrativo ni, francamente, el efecto de la lectura sobre el ánimo del lector» dicen en este blog

El mismo ocioso crítico dice (la negrita será mía): «Está escrito usando diferentes tipografías, a veces en función del contenido, otras en función del narrador, y esta distinción no es ni anecdótica ni aparente, es fundamental para la comprensión del texto y uno de sus mayores logros» algo con lo que no puedo estar demasiado de acuerdo. Cierto: es muy útil. Y bonita. Es lo que tiene, también. Pero no es fundamental en absoluto. Hay soluciones mucho menos “visuales”. El dramatis personae de Jota Erre, por ejemplo, nombra más de 120 personajes diferentes; casi todos cuentan con voz pero ninguno necesita ir acompañado de una tipografía especial, ni azul ni verde ni colará, ni cursiva ni georgiana. Y no será por pantones. Bien mirado, el recurso de Danielwski es un recurso fácil y visualmente tan efectivo como efectista. 

Mi impresión inicial, ya que no me lo preguntan, es que DE MOMENTO (recién llegado al ecuador) “La casa de hojas” es un bello y retorcido objeto que oculta una interesante novela de terror pero también mucha paja. Un libro que, o mucho me equivoco, o terminará siendo mucho más comprado y comentado que realmente leído. Ojalá me equivoque. 

Yo, de momento, y habiendo dicho todo lo que tenía que decir, sigo a lo mío.





[SIGUE LEYENDO AQUÍ LA RECTIFICACIÓN A ESTE POST: 


30 comentarios:

  1. A mi me fascinó el libro y disfruté como un enano, pero no vi tampoco el motivo de tanto alboroto ni el vender su lectura como si fuera una tarea propia de Hércules. Será porque vengo de leer a Wallace, al (mencionado) Gaddis o a los clásicos más abstrusos de Faulkner o Nabokov, pero sinceramente Danielewski me resultó tremendamente legible y además divertido.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Coincido: yo también disfruté como hacía tiempo que no me pasaba. No siempre, pero casi.

      Eliminar
  2. Justamente hace un momento estaba viendo un post donde aparecía el libro fotografiado, tanto por fuera como por dentro (algunas partes), y la verdad es que me parece -al menos visualmente- un lío de libro. El contenido ya se verá si es bueno o no.

    ResponderEliminar
  3. Es cierto que hay mucho efecto bajo la etiqueta de "literatura ergódica", pero más allá de eso hay chicha. La paja en muchos casos aporta significado al texto. También creo que es uno de los pocos libros que genera una atmósfera que toca teclas en el lector.

    Lamentable portada, por cierto. Copiada de la original de mala manera. Pero se valora el esfuerzo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. LA portada es una cagada en toda regla. Lo salva el contenido, que en palabras del propio Mark, lo clava. Mañana lo desarrollo (no quiero extenderme mucho en este post que muere en dos días) pero la parte de la paja me parece sobre todo la de Truant, que me aburrió soberanamente. Si se hubiera limitado a la parte del expediente le hubiese quedado una novela de 10.

      Eliminar
  4. Tampón Dominical. Tu con leer la portada vas que chuta, majo.

    ResponderEliminar

  5. A mí me interesó el libro cuando lo vhojée en una librería , sin saber nada de él, pero todavía no me he decidido. Y precisamente, una de las razones es ese supermegaentusiasmo que parece que ha generado en los medios. Será que tengo el culo ya muy pelao (perdón por haceros visualizar esa imagen), pero cuando algo genera el entusiasmo unánime o al menos colectivo, yo suelo salir escopeteao en sentido contrario. Aunque al final igual me ablando y me decido a ir por él, ya veremos....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La promo salvaje y el seguimiento que se le ha hecho a este libro espanta más que atrae, es cierto, pero al final lo que importa es el puto libro. Yo lo dije mientra lo leía y lo repito ahora que lo he terminado: no lamento la inversión.

      Eliminar
  6. Danielewski. Suena bien. Danielewski. ¿Me puede gustar, Tongui?

    Quique

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues estoy pensando que igual sí, Quiquín. Espérate a la reseña (mañana la empiezo, i promise) y decide. Es rarecha, pero especial y al menos la mitad vale mucho la pena.

      Eliminar
  7. Ha muerto Garcia Viño, DEP.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Anda, es verdad. Pues sí, pobre, el gran maldito de las letras españolas. Ahora surgirán merluzos que reivindiquen que Nos matarán jugando y Polución son buenas novelas. Lo de siempre. Pero también hay que reconocer que de la misma forma que él no era tan malo como lo pintaban, ni mucho menos, Marías tampoco es tan malo como lo pintaba él. Sea como sea, descanse en paz.

      Por cierto, se ha perdido mi comentario anterior de esta entrada, me temo.

      Saludos.

      Eliminar
    2. ¿Qué comentario? NO he visto nada en pendiente. He vuelto a darle a "publicar" a tus últimos comentarios por si las moscas. También es verdad que estaba en el móvil y a cuatro cosas.

      P.D. Marías me parece lo peor.

      Eliminar
  8. La primera palabra clave es esta: TALENTO.

    La segunda: OBJETIVIDAD (de criterio).

    Puede escribirse una novela que se ajuste milimétricamente a lo cánones del clasicismo y ser una obra maestra. Puede escribirse una modernez y adquirir un prestigio bestial. Ya que cuanto más nos alejemos de los cánones, las posibilidades de hacer trampas por parte del artista van a cada a ser cada vez mayores en la medida que al lector va a resultarle más difícil -NO hay reglas- saber si el escritor lo ha hecho bien o mal. Dependiendo en este caso los entusiasmos acaso más de afectividades generacionales, de grupo...-elitistas en suma- hacia esa obra, o incluso hacía ese autor, que de la propia sustancia del texto. Dodecafonismo vs. Mozart. Throbbing Gristle vs. Cocteau Twins.

    Las ligas en la que juegan los primeros es ditinta de la liga en la que juegan los segundos: "La liga del rigor"/"La liga del capricho".

    El ciclo de las innovaciones literarias es un ciclo ciercular, hace ya muchos años que se halla definitivamente cerrado. Pero igual que los niños van apareciendo por el mundo y no dejan de creer en los reyes magos. Los entusiastas letraheridos van apareciendo sucesivamente por las bibliotecas y no dejan de creer en Breton, en Perec, en Pynchon, en Danielowski. Ahora en Tao Lin. Enternecedores.

    ResponderEliminar
  9. Dos matizaciones:

    La primera: la génesis de este comentario, amén del excelente artículo (algo a lo que nos tiene más que acostumbrados pese a que a veces me recuerde a Herodes, y no sólo físicamente je, je...) de Tongoy sobre "La Casa de Hojas", "ponderado," nace, igual, del artículo del blog de Ferré sobre el referido libro, "rendido y entregado".

    La segunda: el error en el que incurrí en mi intervención previa. Obviamente, y pese a lo que he escrito unas líneas más arriba, Mozart y los Cocteu Twins son el clasicismo, y Throbbing Gristle y el dodacofonismo, la innovación. Mis disculpas, por tanto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ahora nos falta un símil literario con Esplendor Geométrico.

      Eliminar
    2. Aquí lo tienes:

      Las instrucciones del IKEA para montar un aparador. En alemán.

      Eliminar
    3. "El ciclo de las innovaciones literarias es un ciclo ciercular, hace ya muchos años que se halla definitivamente cerrado"

      O sea Bluff, que Fukuyama tenía razón: de la misma manera que hemos asistido al final del historia, también estamos asistiendo al fin de la literatura.

      No creo que ninguna generación sea capaz ni haya sido nunca capaz de certificar como válidas o consolidades las innovaciones artísticas cohetáneas. Se necesita perspectiva histórica y afortunadamente no vivimos más allá de los 80 años, excepto los consumidores habituales de kéfir, pero éstos no suelen leer.

      Por otro lado, la vanguardia, la innovación o la ruptura en arte, cuando se consolida, deviene en regla o norma y por tanto pierde su esencia transgresora.

      Ahora iba a hablar del papanatismo, de la mentecatez, y de la corte de eruditos a la violeta que rodean siempre a un artista rupturista, pero esto es algo de conocido, se hace cansino

      Eliminar
    4. "la vanguardia, la innovación o la ruptura en arte, cuando se consolida, deviene en regla o norma y por tanto pierde su esencia transgresora"

      Gran verdad. Tanto es así que podemos decir que en estos momentos la verdadera vanguardia es escribir como en el XIX.

      Tao Lin es otra película, Julián. Yo detesto sus novelas, me aburren, me duermen, pero hay que reconocer que el chaval ha dado en el clavo. No olvidemos que lo mismo que decimos de Lin es lo mismo que se decía a principios de siglo de Joyce. Yo llevo meses tratando de decidir si es una maldita genialidad o una tomadura de pelo. Algunos incluso dijeron de Joyce que no aguantaría ni tres telediarios, y ya ves. Y empiezo a pensar que con Lin pasará lo mismo, porque el tío le ha cogido el truco y no para. Y a veces no se trata de escribir bien como de encontrar un estilo propio que te identifique. Y cuando leo sé que es Lin por lo mal que escribe el bastardo. Pero lo sé. Y cuando lo sabes y la certeza es tan evidente eso es literatura en estado puro.

      Eliminar
    5. Pero aburre. Tendrá el truco, pero mira, que lo disfruten dentro de 50 años.

      Eliminar
  10. Yo digo un poco lo que dice el grandísimo M John Harrison sobre HOL:

    "Danielewski’s arid self-flattering maze of layered & ultimately unproductive discourses": http://ambientehotel.wordpress.com/2012/04/27/spring-cannibalism/

    (http://en.wikipedia.org/wiki/Leveson_Inquiry)

    Es un buen artefacto, un buen objeto, pero no es tan buena novela, tan buena literatura. Lo que sí tiene es que la va a leer mucha gente que normalmente se mantiene a buena distancia de este tipo de "experimentos", y eso sí es bueno (sin entrar a dar explicaciones sobre la definición de ese "bueno", Dick nos libre).

    Y si se convierte en un bestseller, mejor que mejor, porque espero que redunde en que las pocas editoriales que pueden hacerlo se suelten un poco el pelo y se arriesguen con material que no tiene garantizas (a priori) las ventas.

    Arroth

    ResponderEliminar
  11. INFORMO: acabé el libro ayer. Mañana quiero ponerme con la reseña, a ver si me dejan. La subiré enseguida, prometido.

    ResponderEliminar
  12. A mí me ha parecido entretenido en varios pasajes, especialmente los que contienen todo lo referente al relato del Expediente Navidson. Pero al mismo, tiempo he de confesar que muchas veces sentía que me estaban tomando el pelo. El capítulo IX, "el laberinto", sin ir más lejos, está concebido para cabrear al lector. Además de ser hiperpedante, tedioso, cansino y no tan esclarecedor como pretende, es un bulto al que le sobra mucha palabrería hueca y absurda.
    Por otro lado, las intervenciones de J. Truant son en ocasiones tan "stream of consciousness", que acaban perdiéndose y enredándose en una madeja psicológica tan mareante como una noria a gran velocidad. Todo ello hacía que llegara a detestar a Truant y no sentir mucha empatía con él, la verdad. Si el autor pretende mostrar su subconsciente, lo consigue. Lo que no tengo tan claro es si también persigue que yo le entienda en muchos momentos.
    A pesar de todo esto, es una lectura muy recomendable porque dudo que existan muchos libros en los que su lectura se asemeje a deambular por un espacio eterno y oscuro, como sí consigue Danielewski en la que, creo, es la parte más lograda de su creación.
    La Casa de hojas es Ciertamente un desafío a la paciencia y la inteligencia.

    ResponderEliminar
  13. Es más malo que pegarle al abuelito minusválido. Las tramas inexistentes, las personalidades, inexistentes, el terror inexistente, los personajes femeninos Tambor, culo y boba. Eso sí, muy bonito todo.

    ResponderEliminar
  14. Pretencioso, aburrido e inútil. Me lo acabo de leer. Casi me echa a perder el verano.

    ResponderEliminar
  15. Danielewski debe ser bastante pedante si ha querido reflejar su personalidad en esta novela. Demasiadas citas, demasiadas menciones, demasiado pesado para la lectura.

    La historia de Navidson; si quitásemos referencias, anotaciones, artículos...no saldría más que una historia de no más de 50 páginas. Y la historia de J. Truant a veces carece de sentido, o bien parece un tipo cualquiera consumidor de sustancias varias y vividor y de repente sin venir a cuento es poseído por un espíritu narrativo al que le sale la vena pedante, quizá tendría que haber utilizado cartas de la madre (apéndice II de la tercera edición) en la historia misma de Truant, habría tenido más "chicha".

    Si le tuviese que poner nota, le daría un 5 casi 6. Ambas partes tanto Expediente Navidson como vida de Truant tienen momentos muy amenos y que invitan a seguir leyendo, sin embargo el excesivo número de anotaciones, citas, menciones, artículos.. (inventados y reales) hacen que se convierta en una lectura muy pesada y que haga que la historia de fondo pierda su encanto, así como tampoco llegas a identificarte o acercarte a los personajes.
    Otro dato positivo, se hace muy divertido tener que dar vueltas al libro para ir leyendo, ponerlo de lado o en diagonal, o pasar como 20 páginas con tan solo una palabra cada una para leer un pequeño párrafo.

    ¿Merece la pena comprarlo? ¿Por qué no? ¡pero mejor si te lo regalan! =)

    ResponderEliminar
  16. Danielewski debe ser bastante pedante si ha querido reflejar su personalidad en esta novela. Demasiadas citas, demasiadas menciones, demasiado pesado para la lectura.

    La historia de Navidson; si quitásemos referencias, anotaciones, artículos...no saldría más que una historia de no más de 50 páginas. Y la historia de J. Truant a veces carece de sentido, o bien parece un tipo cualquiera consumidor de sustancias varias y vividor y de repente sin venir a cuento es poseído por un espíritu narrativo al que le sale la vena pedante, quizá tendría que haber utilizado cartas de la madre (apéndice II de la tercera edición) en la historia misma de Truant, habría tenido más "chicha".

    Si le tuviese que poner nota, le daría un 5 casi 6. Ambas partes tanto Expediente Navidson como vida de Truant tienen momentos muy amenos y que invitan a seguir leyendo, sin embargo el excesivo número de anotaciones, citas, menciones, artículos.. (inventados y reales) hacen que se convierta en una lectura muy pesada y que haga que la historia de fondo pierda su encanto, así como tampoco llegas a identificarte o acercarte a los personajes.
    Otro dato positivo, se hace muy divertido tener que dar vueltas al libro para ir leyendo, ponerlo de lado o en diagonal, o pasar como 20 páginas con tan solo una palabra cada una para leer un pequeño párrafo.

    ¿Merece la pena comprarlo? ¿Por qué no? ¡pero mejor si te lo regalan! =)

    ResponderEliminar
  17. Qué os parece para ser leído por una chica de 14 años?

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.