Libros para escritores, para editores, para inútiles; libros para embarazadas, para amantes de la naturaleza, libros para indignados… Literatura para un público determinado. Literatura para la que no vale cualquiera. Si hubiera que etiquetar La hora violeta tendría que ser como Literatura de la Compasión.
Me explico: estas memorias -(con)fusión de ensayo y novela- narran un hecho real: la muerte por leucemia de Pablo, el hijo del escritor, antes de cumplir los dos años. La terminé hace unos días y todavía hoy me parece indecente hacer lo que estoy haciendo, es decir, escribiendo esta reseña y llamando a Pablo por su nombre. Por más que no esté en mi ánimo molestar, no puedo evitar tener la falsa impresión de estar inmiscuyéndome en un asunto privado. Digo “falsa” porque desde el momento en que Sergio saca el libro a la calle, ya es asunto mío. Mío y de todos los demás, de los que lo leen y los que no.
No acabo de entender las razones para escribir este tipo de libros. Creo saber por qué lo hace Sergio y me parece a la vez lógico e insensato. Se trata de algo tan simple como utilizar la escritura como una excusa para no perder el contacto con el objeto de la misma; como una carta que nunca llegará a su destino: “Y ahora ni siquiera te voy a encontrar aquí, en la punta de mis dedos, mientras tecleo este libro que no quiero dejar de escribir, pero al que tengo que poner punto y final. No sé qué haré sin estas páginas. Tras esta hora violeta no me espera ningún baile. No quiero ir a ningún lugar en el que no estés tú”. También como el grito agotado de un padre.
A partir de aquí, ninguna certeza. Sergio tiene razón en el artículo que publica en su blog ("¿Por qué escribo lo que escribo?"): no me competen las razones que tiene para escribir su libro; me competen mis razones para leerlo. Ni siquiera las razones para editarlo son cuestionables: se edita para aquellos que, tal como he hecho yo, quieren leer este tipo de cosas. La pregunta, pues, es: ¿por qué abro, empiezo y termino un libro de estas características? Honestamente, no lo sé, pero lo hago. Lo abro, lo empiezo y no quiero dejarlo. No es que no pueda (nada más apetecible, en realidad) sino que no quiero; me resisto a ello, como si abandonarlo por la mitad fuese una falta de respeto hacia quien llora sobre mi hombro de lector anónimo. Soy una palmadita en la espalda de Sergio.
* * * * * * * * * *
Advertencia: soy la reacción natural de una lectura. Mi sentido crítico campa a sus anchas hoy más que nunca.
Mi experiencia personal con La hora violeta ha sido un completo desastre. Yo no soy objetivo, soy padre. Hay momentos, instantes, secuencias, que son, literalmente, intolerables. Prueben a imaginarse un niño pequeño; un niño muy pequeño. Pónganle un nombre. Llámenle Pablo. Pablo tiene diez o doce meses y una fiebre que sólo se puede bajar aplicando sobre su cuerpo desnudo gasas empapadas en agua fría:
“Suena fácil, pero el contacto de la tela hiere a Pablo, que grita como si le clavásemos cuchillos. Llora sin consuelo posible. No hay brazos ni caricias que lo calmen, y a veces tiembla. De frío, de fiebre o ambos. Pasa una desesperada media hora hasta que conseguimos que la temperatura baje de treinta y ocho grados. Pablo descansa y se duerme, pero no tardaremos en torturarle de nuevo. El termómetro volverá a subir en un par de horas, la medicina no funcionará, y tendremos que recurrir otra vez a los medios físicos. Una y otra vez, una y otra vez cada pocas horas. Y Pablo no se va a acostumbrar. Cada nueva sesión va a ser tan extenuante como al primera. Los mismos llantos, la misma desesperación, el mismo ceño fruncido y la misma súplica que no atendemos. Y aunque, desde ese momento, Pablo aprenderá que no le vamos a rescatar de la tortura de los médicos, nunca perderá la esperanza y siempre reclamará nuestros brazos salvadores. Por más que se sepa que no a encontrar refugio en ellos hasta que los torturadores acaben su trabajo.”
Esto así doscientas putas páginas no hay quien lo aguante si no es bajo el efecto de las drogas, las cosas como son. Afortunadamente (no sé para quién) hay oasis: los oasis de esperanza de unos padres entonces ignorantes de lo que vendrá. En cualquier caso da igual, esto no es un diario y nada de lo que ocurre puede ser compensado del mismo modo que nada de lo ocurrirá podrá ser evitado. No hay nada a lo que aferrarse.
La hora violeta es un libro completamente inútil para todos los que no sean Sergio o su mujer o su familia, pero fundamentalmente sólo es útil para quien lo ha escrito, para quien necesita escribirlo. Es un libro inútil que sirve única y exclusivamente a los intereses particulares de Sergio. Para los que no somos él no nos sirve absolutamente para NADA, si acaso para lagrimear; para sentirnos afortunados; para tener una media más real de las cosas; para relativizar que tu hija amenace con romperse por la mitad haciendo el pino o se empeñe en frenar la bicicleta con los pies; para relativizar todo lo demás, también. Para no volver a olvidarte, en la puta vida, el beso de buenas noches a tu hija antes de meterte en tu cama de tío con suerte. Así de inútil es este puto libro de Sergio del Molino. Así, o más.
Aquí no hay juicio que valga. No se puede juzgar lo que no se comprende. Aquí lo que hay es un padre que ha perdido un hijo y un lector que difícilmente conseguirá ponerse en su lugar. Y malditas las ganas. Este libro es el dolor de Sergio, un dolor común en la medida que puede ser común el dolor de todos los padres que se encuentren en la misma situación. En mi opinión, la decisión de publicarlo sólo puede ser entendida como la necesidad del escritor de compartir un grito de dolor. Pues bien, el grito de Sergio del Molino cuesta 16,90 euros, 12 en versión digital. Lo edita Mondadori.
Pues tu reseña me ha salvado porque lo tenía en mi lista de lecturas y no me gusta perder el tiempo.
ResponderEliminarBorrando...
Ni tanto ni tan calvo. NO quería dar la idea de que no me ha gustado. La "novela" no es mala en absoluto. Así de entrada bastante más interesante que el año mágico de Didion.
EliminarSe intuye un cabreo en la reseña. Me pregunto si el libro hace sentir frustración por su contenido o por que es un producto malogrado.
Eliminar¿Es morbosa?
No, no es morbosa. De hecho nos ahorra, a los lectores, los peores momentos. Producto malogrado tampoco, pero está por ver si Sergio es capaz de repetir la experiencia de desasosegar al lector sin un hecho real como este.
EliminarHola, qué tal. El libro es francamente bueno, viendo lo que se ve por ahí. Naturalmente, juega la baza de 'basado en hechos reales', como tantas y tantas obras en este panorama actual de la literatura. Pero está bien escrito, no dice tonterías, tiene ingredientes muy, muy interesantes, como el toque intertextual más que frecuente... En fin, muy bien trabado libro de un escritor bien interesante.
EliminarControvertido y problemático el tema. Por eso interesa. Soy de los que cree que cuanto más dura, problemática, personal e inútil, mejor. Curioso el símbolo de Eliot. El título llama la atención. En cuanto la consiga te digo qué tal.
ResponderEliminarPor cierto, estoy con Víctor Sabaté y bien. Una excepción al buenismo. La publica Rayo verde y evidentemente ciertos críticos no se han cortado un pelo.
Un abrazo.
Yo también estoy con el de Sabaté. Y también bien; entretenido. Todavía no he leído ninguna crítica; no sé qué han dicho.
EliminarEn general bien. Pero vamos, nada que ver con lo acostumbrado si hablamos de las grandes. Ya sabes. Hay que decir que ha tenido mejor recepción en catalán que en castellano. A todo esto, tiene una entrada curiosísima en su blog sobre la antipromoción.
EliminarAl final va a tener razón Bluff con lo de la fiebre de la novedad. Si es que no hay puta manera de escapar a ella. Yo entre ellos, como todos.
Saludos.
Vivimos en el mundo, Vincent. La novedad es inevitable. Otra cuestión ya no ser capaz de salir de ahí, pero no creo que sea tú caso.
EliminarNada hay más horrible que el sufrimiento de un hijo –y no digamos ya su muerte–. Comparto bastantes cosas de las que comentas. Personalmente, y dicho esto con todo el respeto al autor, no soy demasiado "partidario" de (o aficionado a) este tipo de libros, con excepciones muy puntuales. Por ejemplo, 'Mortal y rosa'. Umbral no es, ni mucho menos, uno de mis autores de cabecera, aparte de que siempre me pareció un imbécil ensoberbecido y un anti-dandy, a pesar de sus pretensiones (o mejor dicho, un dandy francamente hortera), pero ese libro, 'Mortal y rosa', es muy bueno.
ResponderEliminarabz.
Ey, Cadou, nos hemos cruzado en el ciberespacio :) He notado una vibración en la fuerza, o algo.
EliminarBesos
Esa Zombieeee
EliminarNunca quise intentarlo con Mortal y rosa. Tentado sí, muchas veces, pero me pasa lo que tu dices: es una literatura que... uff. Supongo que en este caso me pudo el hecho de que fuese un libro nuevo, un escritor joven... ¿qué se yo? LA cosa de probarse a uno mismo.
EliminarComparto la definición que hace Cadou de Umbral. Y estoy de acuerdo en que 'mortal y rosa' es muy bueno. De hecho, 'mortal y rosa' es desde hace años, mi libro favorito. No te lo recomendaré, Carlos, porque basta que yo me ponga de un lado, para que tú te hagas fan del contrario. Pero mola. Te diría más, pero no se me ocurre. Debe ser el handicap de ser de ciencias cerradas. Debí aprender a leer y escribir cuando se empeñaron nuestros padres.
EliminarBicos, my brother
Ya hablamos alguna vez de él. De hecho lo tengo por casa, creo que versión digital. Pero mira, no. Y estuve a punto muchas veces, pero no.
EliminarHola. La de Del Molino es obra que se entiende más y mejor si se conoce Mortal y rosa, que es un libro impresionante y que no abusa del dietarismo.
EliminarYo como madre me siento incapaz de leerlo. Desde que nace tu hijo vives con estos miedos, notas su respiración en la nuca y tratas de frenarlos para no darles alas, para que no te arrastren y condicionen, así que leer algo así para mí es como permitir que campen a sus anchas.
ResponderEliminarY sin embargo, no puedo dejar de desearle al autor que venda un montón de ejemplares (a gente menos cobarde que yo, eso sí).
¿Leiste Diario del hombre pálido de Armendariz o Bajo el signo de Marte, de Zorn? ¿Qué opinas, en qué se diferencian de este otro si es que se diferencian?
Un abrazo
Ninguno de los dos. ¿Crees que debería?
EliminarPues una pena que no lo queráis leer, porque es un libro profundamente humano. Y sí, te afecta, porque no puede dejarte impasible lo que cuenta. Lo que cuenta y cómo lo cuenta. Eso es lo que tiene un buen libro: que te llega, que te toca, que no pasas de puntillas sobre él para olvidarte en cuanto cierras la última página.
ResponderEliminarNo se trata de no "querer" leerlo, anónimo, sino de la fórmula o, si quieres, del subgénero en el que se inscribe, un territorio en el que es prácticamente imposible que el yo se extrañe del objeto de la narración (la desgracia) y que, por ello, exige mucho oficio para evitar los (muchos) peligros que entraña este tipo de literatura. Digo esto sin haber leído el libro y no lo digo, por supuesto, "contra" este libro. Hablo en general. Por lo demás, espero que tenga éxito.
EliminarPues yo te invito a leerlo, porque creo que el autor no cae en esos peligros que nombras. Solo quería decir que no leerlo porque hable de una desgracia es un error a la hora de enfrentarte a este libro. En cualquier caso, todo es cuestión de gustos y opiniones.
EliminarTambién yo creo que Del Molino no cae en esas tentaciones ni en esos peligros.
EliminarY a mí que me parece un libro estupendo por lo que tiene de autoconciente.
ResponderEliminarEl narrador sabe en todo momento que está tratando un tema delicado y que conlleva una problemática estética y moral de alto calibre. Se pregunta una y otra vez por el hecho de su necesidad de escribir la trágica muerte de su hijo, al igual que tú Carlos te preguntas por tu necesidad de leerlo.
Creo que esa autoreflexión es lo que hace del libro algo mucho más importante que una mera transcripción del dolor de un padre, ya que tanto va de la muerte de Pablo como de la misma escritura de la literatura del dolor.
Ojo, yo no "necesito" leerlo. Yo me pregunto por mis razones para hacerlo (las mías y las de los demás). Necesidad, ninguna. Sé que no lo abandono, una vez lo empiezo, como una demostración de respeto a los afectados, pero ese momento de coger el libro y empezar a leerlo, siendo un tipo de literatura de la que suelo huir (y más después de leer el peñazo de pensamiento mágico de Didion), ese momento, decía, es el misterio que sólo puedo justificar por esa puta manía de estar al día. Una excusa bastante pobre.
EliminarHola Tongoy:
ResponderEliminarEstuve en la presentación de la novela en Madrid; y la tengo firmada en casa. A ver si la leo pronto, a mí sí me apetece. Leí Mortal y rosa hace tiempo y me gustó mucho.
Sobre el tema de la utilidad e inutilidad en literatura habría mucho de lo que hablar. Recuerdo un artículo de Javier Cercas en el que decía que la literatura de verdad era inútil, como La metaforfosis de Kafka; y que la literatura de bestesellers era útil porque aprendías cosas, sobre historia por ejemplo. He visto usar ese argumento: leo Alatriste de Pérez-Reverte porque aprendo sobre la época.
Yo tuve una temporada que leí mucho sobre los refugiados de campos de concentración nazis. Era un tipo de literatura testimonial que me fascinaba. Leía sobre el dolor y también sobre la condición humana. Digamos que la literatura de verdad habla de la condición humana, y cualquier tema debería ser igualmente válido. Al final lo único importante es el talento del escritor para contar cualquier cosa que quiera contar.
Ya lo leeré y comentaré en mi blog.
Por cierto, estoy leyendo un libro ahora debido, en parte, a una reseña positiva que hiciste: Chromic city de J. Lethem. Me está pareciendo realmente bueno.
Saludos
David, sobre la cuestión de la utilidad de la literatura...es complicado. Yo no necesito que sea útil, pero al menos ha de proporcionarme cierto placer. Esto ya valdría como "utilidad". Yo con Alatriste lo intenté una vez y nunca más. Así me muera. Qué paliza de libro. No sé cuánto se aprende de los betsellers, honestamente. Yo creo que aprendes muchas más cosas leyendo, qué sé yo, la Muy interesante, por ejemplo (si es que todavía existe). Es broma, es broma. No sé, sería un tema para hablar con más calma, pero con este sol y este calorcito, ¿no estaríamos mejor tomando unas cervecitas?
EliminarSobre Lethem: llama aa Mondadori. Avísalos. Quiero mi comisión en un sobre blanco.
EliminarEl de Lethem es magnífico.
EliminarPero creo que aunque llame a Mondadori te vas a quedar sin comisión: lo he sacado de la biblioteca.
saludos
La Sargento Margaret de "Patrulla..." exigirá, por supuesto, que los beneficios de la venta del libro vayan a parar a la Asociación Española contra el Cáncer
ResponderEliminarJajaja... sí. Tengo que pasar por allí a ver cómo quedó la cuestión. Abandone el debate pronto y luego me olvidé. Cosas de los fines de semana moviditos.
EliminarYo también estuve en la presentación, y si no tuviera decidido leer el libro de Sergio en breve, esta reseña me daría motivos para hacerlo.
ResponderEliminarEl hecho de que una lectura trascienda al propio libro y modifique nuestra visión de las cosas, me parece suficiente para pensar en buena literatura.
Un saludo.
Roberto, la reseña no pretendía, en ningún momento, espantar al lector. Esta vez no. Sí advertirle sobre el contenido, que sepa que una novela, lo que se dice una novela, no es.
EliminarTienes razón, Tongoy, al menos yo he entendido así tu reseña. Llevas razón, aunque el autor sostiene que sí es una novela. Bueno... Lo que decíamos antes: 'basada en hechos reales'. Y cada cual, que juzgue.
EliminarCarlos, es una reseña brillante y elogiosa, difícilmente puede serlo más. Es curioso que alguno no pille la ironía de ese "no sirve para nada". Sin duda hay lectores para este tipo de libros. Seguro que al autor le ayudó su escritura a soportar el dolor, y parece que es un buen escritor. El paso de escribir algo tan íntimo, si es pura verdad, si no está ficcionado, a publicarlo es lo que me produce un pudor insuperable y me impide asomarme a esas páginas por buenas que sean. Es decir, las leería si fueran un blog, gratis, porque sabría que así una tragedia, un dolor terrible de uno y más de uno, no ha servido para que una empresa gane dinero. Ni siquiera el autor, a quien va aquí mi pésame.
ResponderEliminarRPV
Gracias, Román. Hombre, tal como le acabo de decir a David, es una utilidad muy relativa. Me es útil de una forma muy personal y porque yo quiero que lo sea pero realmente el libro no tiene la intención de cambiar nada. Gracias por pasar (no me olvido de ti). Un abrazo.
EliminarHola Roberto:
ResponderEliminar¿Estuviste en la de Madrid?
Creí reconocerte, pero al final me dio corte y no te pregunté si tú eras tú.
Otra vez nos saludamos.
Saludos virtuales.
Sí David, me paso justo lo mismo.
ResponderEliminarCosas de la timidez :)
Sobre este libro no opino, que no me gusta andar cotilleando sobre estas cosas, a pesar de que la publicación del libro nos aliente a ello. Tengo muchas ganas de leer lo que venga de del Molino, ya en terrenos de la ficción, especulo y espero, y eso es lo importante. Una reseña inteligente. Mis respetos.
ResponderEliminarPues yo ya me encuentro mal, sólo con leer ese extracto.
ResponderEliminar¿Para qué sirve escribir? ¿Debe servir "para algo" y ese algo debe ser igual para todos, escritores y lectores (y editores y libreros y reseñistas y el ministro de cultura)?
Lo de un mundo plural queda cada vez más lejos. Llamaré a Tomás Moro.
Hoy no comentaré. Mi personaje no nació para comentar este tipo de cosas. Coño.
ResponderEliminarQuique
Soy padre y no sé si leeré el libro, pero el patetismo del lector es siempre mucho peor que el del escritor. Si alguna vez lo leyera habría tanta distancia por medio como si fuese una novela, porque creo que esa debe de ser la relación con todo lo escrito.
ResponderEliminarSaludos
Escribir sobre el dolor propio real es el acto literario más egoísta del mundo. Con esto quiero decir que es un intento de huir de la locura, del suicidio, es un intento de recuperar algo de la 'normalidad' previa a esa experiencia, como lo es la literatura del Holocausto, que alguien ha comentado antes.
ResponderEliminarLo que ocurre es que existe la posibilidad de que ese dolor te alcance, como parece que es el caso, según se desprende de la reseña de Carlos y los comentarios. Hablar de 'dolor' no es igual a 'transmitir dolor'. Si es así, el lector puede decidir si está dispuesto a eso o no.
En cualquier caso, le deseo lo mejor a Sergio del Molino, en ese y todos los sentidos.
“No se puede juzgar lo que no se comprende”
ResponderEliminarUn negro, literario, recibe el encargo de escribir la historia de una mujer, descendiente de comunistas asesinados por los nazis, que antes de perder la memoria por culpa de la bebida, escribe un diario donde relata, de manera atroz pero algo inconexa, cómo a raíz de la pérdida de una hija tras una penosa enfermedad, es abandonada por un marido quien en realidad huye de la ruina del paro y de las preferentes; desengañada acaba por compartir su vida con un maltratador, jugador empedernido y turbio exconcejal, al que intentará ayudar por amor. Desahuciada de su casa, su último bien y condenada a la indigencia, se refugia en una biblioteca pública, donde escribirá el diario, un blog anónimo que acabará llamando la atención de un editor…
- un momento, ¡Por el amor de Josipovici!, ¿pero quién se va a tragar esta enajenada patraña?
- esa será tu labor, hacerla pasar por verdadera, real y todas esas cosas, verosímil lo llaman, creo, ¿No es eso, acaso, la Literatura?
No me joda. ¿Me va a dejar sin conocer el final de la historia? ¿Qué ocurre? ¿El editor se fija, le propone un libro, la mujer lo escribe y se hace millonaria? Tiene razón. Nadie se tragaría esa patraña.
EliminarGeneralizar es siempre un error. Yo lo he hecho en esa cita. Entono un mea culpa y suplico el perdón de los reyes: Lo ziento. Meh quivocado. No volverá ocurrir.
El editor se suicida, previamente…
EliminarEl negro escribe la historia. Arrambla en las listas. Se rueda un blockbuster, en inglés, titulado “Lo inefable”, la mujer acaba canonizada por los sátiros y las bacantes de Menéame, y antes de saltar el escándalo, todo era, ay, mentira, todos, todos hemos ya hablado del asunto.
El prestigio de la letra impresa:
EliminarEn el fondo este libro es literatura , en qué grado, deberá juzgarlo la posteridad. Clasificarlo de otro modo es ceder a la pareidolia del Reality Show Business.
Cierto, la posteridad nos pondrá a todos en nuestro sitio. Ya supongo que a muchos injustamente. Pero mientras ese momento llega, y viendo que la parte de posteridad que yo veré se reduce cada días un día más, pues nos tenemos que conformar con los juicios prematuros, influenciables e interesados del presente. Es que si nos ponemos en plan "que el cielo lo juzgue" cerramos todos y nos demos a la cópula. Que tampoco me parece mala idea.
EliminarPues sí, por ejemplo. El ratio polvos echados/libros leídos jamás debería ser menor que 1. Se me ocurre. Diré más: todo lo que baje de un 10/1 me parece poco sano y, reconocedlo, la mayoría de vosotros ni se acerca.
EliminarEn otras palabras, follada más y leed menos o se os acabará cayendo la picha a cachos.
Con amor, Quique.
A mi no me gusta presumir, pero... da igual. A mi no me gusta presumir.
EliminarCon amor, Tongoy.
Es evidente que ningún código HTML trasluce bien la ironía, y la maldad, literatura, es esa cosa que se enseña y posteridad, somos todos, hoy mismo, toda vez que leemos hacia atrás. ¿Justicia?. Para todos, faltaría más, y para Espigado, toda, que tanto lucha por ella.
EliminarSalud, y Pan.
Nosotras quizás seamos demasiado frívolas, pero este libro va a ser que no. Leerlo parece casi un ejercicio de masoquismo. Y lo sentimos mucho por el autor, conste.
ResponderEliminarNo creo que sea frivolidad. De todos modos cualquier excusa es buena para filtrar lecturas.
EliminarEl caso es que estaba yo ahora echándole un ojo a vuestro blog y me preguntaba: ¿cómo veis el panorama de libros autoeditados en Amazon? Dime la verdad: ¿hay mucha mierda? ¿Habéis encontrado algo especial?
Hay de todo, como en las editoriales tradicionales, que también publican cada truño que espanta. Sí que hay obras con bastante que mejorar (incluso en alguna ocasión nos ha dado la sensación de que el autor no las ha leído antes de publicarlas) y que no creemos que pasaran el filtro de ninguna editorial (aunque fíate), pero también hay cosas muy buenas (vale, ahora mismo estamos en modo "lectura ligera") y también muy comerciales. Eso sí, de edición y maquetación mejor no hablamos. Hemos leído ebooks de autores de EEUU y están perfectos: no ves una sola línea mal colocada, ni un espacio donde no debería, ni una letra que de repente está en otro formato... Aquí aún hay mucho que aprender en ese sentido. Pero si el libro te gusta te olvidas de eso. De las faltas de ortografía no te puedes olvidar, desgraciadamente.
Eliminar17 euros es un precio justo, me lo compro, lo leeré mientras veo Philadelphia, Las invasiones bárbaras o alguna peli parecida. Hay gente que paga el doble por una depilación láser, pero esto es real, dolor del bueno en formato libro. Mil veces mejor que escuchar las interminables conversaciones sobre enfermedades y miserias que abundan a pie de calle. Además, sacarle rendimiento a las tragedias personales es un acto noble, incluso muy emprendedor. Una manera impecable de otorgar importancia y profundidad a un producto. Lo apoyo y lo celebro. Ya se sabe, la importancia es un bien escaso en estos tiempos de furiosa competitividad. Solo hace falta ver los temas que tratan los reality shows o los noticiarios, por no mencionar las series de niños enfermos que tanto interesan. Literatura de la enfermedad, centrada en la enfermedad, escribía un tal Javier Rodríguez Marcos, filólogo que trabaja como periodista y sufre miopía. Un mercadeo más efectivo que pillar el SIDA y poder contarlo. Larga vida al Espectáculo. Mis disculpas.
ResponderEliminarPero todo eso no es nada, amigo anónimo, en comparación con las fotos, primero planos, del bebé africano con la boca llena de llagas y moscas, los niños hindús metidos hasta cintura revolviendo entre la basura, y la niña afgana sin piernas con el rostro desfigurado por la metralla. Fotos que se exponen, aparecen como portadas de revistas y cuyos autores ganan premios. Premios ¿de qué?. ¿De ignominia? ¿De vileza? ¿De gilipollez?
EliminarHubo un tío integro -canadiense me parece que era- que después de haber hecho fotos de esas a lo largo de su vida -imágenes de almas de niños, almas inermes sin culpa ni futuro...- tuvo la dignidad de coger un día una pistola y descerrajarse de un tiro la tapa de los sesos.
Abrazos para todos!
Cierto. Tanto leyendo este libro como mirando ese tipo de fotografías yo siento el mismo impulso de apartar la vista. Supongo que de eso se trata: de provocar (una urticaria, una reacción, lo que sea). Lo imposible gana premios; lo impasible, no
EliminarLa literatura está hecha de la vida. Se escribe del amor, del odio, de la ternura. Se escribe de la muerte, y no hay muerte tan devastadora como la de un hijo. Por eso, este libro es tan bello. Porque en él están todas esas cosas que nos hacen humanos. Y claro que nos conmueve y nos emociona. Eso hace la literatura, la buena literatura. Acusar a LHV de oportunista o decir que su autor usa la muerte de un hijo para ganar dinero es cínico y mezquino. Es un buen libro, un libro hermoso que, sospecho, ni siquiera fue escrito para ser publicado. Fue escrito como un grito de dolor, como una necesidad de vaciar la pena. Y luego, ya después, fue publicado. Mejor para nosotros, los lectores. Aquí lo criticáis y ni siquiera lo habéis leído. Eso os retrata a vosotros, no al autor.
EliminarMire, Cristina, estoy convencido ¡qué va, mucho más que convencido! de qué al señor Del Molino, con lo que, por desgracia, le ha tocado sufrir en su propia carne, todas esas fotos vergonzantes le repugnan aún más que a mí.
EliminarNo tergiverse, por favor. Se lo ruego.
Por supuesto, Cristina, sería una verdadera falta de tacto componer un documental novelado sobre una fatalidad de tal naturaleza, aunque conmover a un público ávido de emociones sea todo un desafío. No dudo de las buenas, o mejores, intenciones del autor ni de su grito de dolor. Tampoco puedo evitar imaginarme lo duro que habrá sido someterse a la amplia promoción del libro, para mí es un héroe de las letras hispanas. Suerte hemos tenido, nosotros, los lectores.
EliminarPort cierto, la BSO del libro es fantástica, espero que saquen pronto el CD y de paso la película. Se puede disfrutar aquí: http://sergiodelmolino.com/2013/03/19/bso-de-la-hora-violeta/
Por alguna razón lo de la banda sonora no me sorprende. La música está muy presente en todo el libre y de hecho yo anoté la primera para buscarla (y bajarla y esas cosas tan delictivas) pero hubo modo. Yo no me preocuparía hasta llegar al merchandising.
EliminarCambiando de tema - mucho, mucho, además - una pregunta que me corroe: ¿de verdad que te estás leyendo el libro de Víctor Sabaté en catalán? : )
ResponderEliminarSaludos
Per descomptat. Jo sempre llegeixo en català a qui escriu en català. Per alguna cosa és la meva segona llengua. La utilitzo sempre en la intimitat.
EliminarNo La veritat és que amb les presses vaig posar la foto de la versió catalana.
jajajaja!
EliminarAntiespañol. Rojo. Masón.
EliminarQuique
Vaya, mira que ya había rumores de que la Generalitat estaba preparando una subvención para que hicieras "La medecina d'en Tongoy" y nacionalizarte si al final hay referéndum y sale que sí...
EliminarUn saludo
Señor Tongoy, ¿qué opina de los cambios en Quimera? Me encantaría conocer su opinión.
ResponderEliminarEsa me la sé. Cualquier cambio en Quimera es una buena noticia. No sé nada de Clemot. Bueno, sé que existe, que es escritor, ese tipo de cosas, pero nada que sea de utilidad para imaginar la trayectoria que seguirá. Pero mire, cualquier cambio, el que sea, sólo puede ser para bien. El último número, que tengo sin leer, aún tiene su gracia, pero los últimos... qué se yo, diez o doce, fueron una forma bastante tonta de tirar el dinero.
EliminarAdemás empieza con especial sobre relatos y me viene muy bien porque yo estoy planeando reconciliarme con ellos. Aún no sé cómo, pero lo haré. Tengo que ir librándome de este prejuicio.
La verdad es que los últimos números fueron vergonzosos, no solo por la pobreza de los contenidos, sino por el diseño, las erratas, las faltas ortográficas, en fin. También es interesante que la Nocilla pierde la que fue su principal tribuna; estos chicos, si se descuidan, desaparecerán con la misma rapidez con la que aparecieron. Ya veremos qué tan sectario resulta Clemot, esperemos que sus malas amistades no lo acaben devorando. Algo que me gusta es que planean prestar más atención a las literaturas europeas que a la americana: ¡al fin! Lo que ha sucedido con la literatura anglosajona, que es lo único que se lee, es triste y absurdo. Ojalá, también, haya más variedad editorial, pues la Quimera de Jaime Z. era solamente Alpha Decay (he ahí el resultado), Mondadori y algo de Contexto. Y ojalá Clemot logre lo que Quimera debe hacer: brindar un panorama completo, variado e inclusivo de la literatura en español, tanto la española como la sudamericana. Por lo pronto, el primer número luce más interesante que los últimos 10 (exceptuando el de mujeres, que lo editó la mujer del editor) de la pasada etapa. Estaremos atentos.
ResponderEliminarLo de Quimera se está agitando. No sé si lo ha visto. Jaime Rodriguez Z se queja amargamente del trato recibido; es una víctima del sistema. Amigos y colaboradores acuden en masa a apoyarlo. Clemot hace mutis, con lo bien que le vendría la publicidad gratuita. El cobarde del editor ni te cuento. Y a lo tonto a lo tonto yo, por falta de tiempo, me estoy quedando sin meter un pie en la fiesta, con lo que a mí me gustan estas cosas. A ver si esta noche me pongo un poco al día.
EliminarMientras leía tu crítica, he recordado "Mortal y rosa" ( "Esa corporeidad mortal y rosa/donde el amor encuentra su infinito"), y he recordado a Umbral y a Franchi, que es como llamaban él y su mujer a su hijo. Era precioso. No se parecía ni a su padre ni a su madre. Era un gracioso pequeñito rubio de grandes y graves ojos oscuros. El libro es igual que él, precioso, breve, gracioso, grave y verdadero. Ahí Umbral afinó y dijo la verdad por una vez. Deberías leerlo, aunque no te guste la prosa"lírica". En él hay poesía auténtica. Y vida hecha escritura.
ResponderEliminarA través de la canalización del dolor se han creado algunas de las más hermosas obras de arte. Me parece que simplemente no estás a la altura del libro. Te ha venido grande. Podrías decir que no te gusta cómo está escrito, criticar el ritmo o el estilo pero me decir que algo tan intenso y grande como que el amor de un padre que ha perdido a un hijo ha creado un libro "inútil", o que no sirve para nada es, como poco, absurdamente soberbio. Inútil, la verdad, es tu crítica, pero oye, cada uno en su blog escribe lo que se le sale del mismísimo, faltaría más.
ResponderEliminarA la próxima cómprate una novelita de estas de vampiros, que igual te molan más. Saludos.
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