La única razón por la que este libro no entrará directamente en la categoría de Novelas Que Se Leen e Inmediatamente Se Olvidan tiene más que ver con la historia que acompaña su publicación que con la calidad de la que pueda presumir que ya les adelanto que no es gran cosa. De hecho, les invito a visitar cualquier periódico que se haya hecho eco de su publicación (no busquen blogs porque no hay; han muerto) y verán que la mayor preocupación —y prácticamente único interés— de todos y cada uno de ellos reside en los siguientes pormenores: el autor, huido desde el 1935 de una Alemania cada vez más nazi, escribía prácticamente a vuelapluma una ficción que arrancaba en la noche de los cristales rotos y terminaba no mucho después. Ulrich morirá joven dejando un bonito cadáver y un manuscrito que no verá la luz hasta 2018 en su país natal, no así en Estados Unidos, Gran Bretaña o no sé dónde, pero claro: ni puto caso. Fue hace tiempo, las cosas como son.
Han tenido que pasar ochenta años para poder tenerlo entre las manos por culpa de esa costumbre de meter manuscritos en un cajón y esperar a que se revaloricen o vengan las pequeñas editoriales de turno —conformes con las migajas que sus hermanas mayores van dejando atrás— a hacer el trabajo sucio de blanquear, dar prestigio y esplendor a obras que probablemente nunca lo merecieron.
Hora de hablar del libro.
Cero problemas con la premisa: en la noche de los cristales rotos estalla la violencia alemana contra los judíos. Detenciones, muertes, etc. Un horror, qué les voy a contar. El protagonista logra escapar por los pelos con un maletín lleno de dinero, el poco (en comparación con lo que tenía antes de) que ha podido rescatar. Y es que, claro, ya se sabe: los judíos y su inveterada costumbre de nadar en dinero, etc. Los detalles no se los cuento, no me apetece, pero sepan que la cosa va de huir o tratar de huir malviviendo en pensiones o subido a trenes que cruzan Alemania de un lado a otro. Insisto: problema cero con esto.
Ahora bien: interés cero, también y calidad por ahí le anda.
No quiero parecer demasiado genocida pero toda la novela son los pensamientos de un señor tan insufrible que llegando a la página cien ya está uno deseando que hagan zapatillas con él. Un tipo antipático quejándose amargamente una y otra vez del infortunio y un narrador empeñado en trasladar al papel todos y cada uno de sus pensamientos, que no reflexiones, dejando con esto la narración perdida de obviedades y entrecomillados infantiles.
Soporífero (realmente este es el único verdadero problema) a la par que mediocre este relato es un magnífico recordatorio de aquellos días infames pero también una novela que no logra transmitir en ningún momento el horror y la tensión por culpa de una narración apresurada, carente de estilo, pendiente en exceso de nimiedades y por lo tanto demasiado alejada de aquello que algunos esperamos de la literatura.
Señor Tongoy, me alegra verle de nuevo a toda máquina con el blog. Sin embargo, debo decirle que me parece muy sospechoso que casi todos los libros analizados sean de la misma editorial. Pareciera que esta editorial ha "comprado" su vuelta a la actividad.
ResponderEliminarLe pediría que se asome a Anagrama y acaso nos confirme la defunción de esta editorial (plenamente integrada en la ideología de género) o nos descubra alguna nueva.
Bah, lo de Sexto Piso es mera nostalgia.
EliminarPara lo otro, deme un par de meses. Me estoy reinventando.
Se nota el apego. En las últimas reseñas has puesto el nombre de la editorial en el título de la entrada cuando se trataba de libros de Sexto Piso pero no cuando era un libro de otra editorial (Anagrama).
Eliminar¡Madre mía! Prueba evidente de que Tongoy no ha vendido nada, ni Sexto Piso ha "comprado" nada, es que el susodicho reseñista nos advierte de que el libro es un coñazo. Si, acaso, la única compra habrá sido la de la de "El Pasajero" por el propio Carlos Tongoy. Que ni de eso estoy seguro. Un saludo para todos.
ResponderEliminarNo, qué va: biblioteca. Ya me conoces.
EliminarMe alegra volver a verte, Bluff.
Me alegro d q recuperes cierto ritmo... Oye y sí, desear q hagan zapatillas con narradores q t desagradan t hace parecer muuuuy genocida... Un abrazo, Hitler d la prosa!!
ResponderEliminarNo es verdad que el blog haya muerto.Hay dos supervivientes, el suyo y el mío.
ResponderEliminarMister... Alguna reseñita, no. Se echan de menos sus diatribas... Anímese, animemos
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