miércoles, 22 de febrero de 2017

“Veinticuatro horas en la vida de una mujer” de Stefan Zweig (Trad. Mª Daniela Landa)

El tema de hoy es Veinticuatro horas en la vida de una mujer o cómo hacer pasar por buena una novela sobre el encoñamiento de una tarde de domingo.

Aviso para navegantes: no voy a privarme de destripar, si me place, todos y cada uno de los detalles de la historia, fundamentalmente por dos razones: una, porque para hablar de vaguedades ya están los demás y, dos, porque no se puede hacer sangre sin hundir la hoja siquiera un poquito.

La historia comienza con un hombre defendiendo a una mujer que antes de la medianoche ya se había fugado con un joven malandrín que conoció a la hora del té. Otra mujer, entrada en años, como sesenta y cinco años de entrada, escucha la conversación, las acusaciones y, sobre todo, la defensa que nuestro héroe y narrador hace de la mártir. Nace así en su corazón la esperanza de ser comprendida, a su edad, que ya no contaba. Resumiendo: la cosa acaba en confesión a la luz de las velas. Que si ella hizo lo suyo, también, hace años; que si ahora, viendo posibilidad de aceptación por parte de tan ilustre y sensato y, por qué no decirlo, guapo caballero, le da por compartirlo. Y esto es lo que sale de su desdentada boquita:

Se casa joven. Tiene hijos. Dos. Cuando ella tiene cuarenta su marido muere. Ay. Entra en la viudez con un hijo de dieciocho y otro menor que no ve porque está estudiando, angelito. Se aburre, claro, así sin nada que hacer. Pasan los años. Dos años. Se-a-bu-rre. Se va de viaje, será por dinero. Paseos paseos paseos. Inevitable: Montecarlo. ¡Casinos! Para dejarlo claro: es la clase de burguesita que a los cuarenta disfruta más en un casino de Montecarlo que atendiendo a su prole al calor de la chimenea o preparando muffins de arándanos, por más que ella lo venda diferente:

«Hablando con sinceridad, he de decir que eso se debió al tedio, al afán de ahuyentar aquel penoso vacío de mi corazón que no podía nutrirse sino de pequeños estímulos del mundo exterior. Cuanto mayor era mi atonía, más intenso era en mí el deseo de hallarme allí donde la vida se agita más febrilmente. Para quien se siente desasido de todo, la apasionada inquietud de los otros produce una sacudida en los nervios, como el teatro o la música».

Ya lo siguiente es ella con una prima acodadas en la barra mirando la vida pasar o buscando braguetas abiertas, no sé. De entre todos jugadores hay uno que llama su atención: joven, guapo, apasionado, expresivo. VITAL. Típico imbécil que lo pierde todo, que abandona el casino, huye al parque, se sienta en un banco, llueve y se moja, como los demás. Y así, en camisa, bajo la lluvia, húmero y transido de dolor es como ella lo enfrenta, lo sube a la calesa, «¡Llévenos a cualquier pensión!», y no queriendo no queriendo no queriendo no deja de querer.

«Y aquella noche estuvo tan llena de lucha y de palabras, de pasión y de cólera, de odio y de lágrimas, de promesas y de embriaguez, que pareció haber durado mil años. Hundidos en el abismo, dando tumbos, el uno deseando locamente la muerte, el otro absolutamente ajeno a lo que había de acontecer, salimos ambos de aquel mortal tumulto transformados con otros sentidos y otros sentimientos».

Polvazo, vaya.

Luego, lo habitual: ella: por favor, acepta mi dinero; él: que no que no, bueno, vale, sí pero quedamos a las siete. Y más: que si huyamos o no sé qué pero antes déjame darme una ducha; que si dónde está, por qué no ha venido; que si qué haces aquí, gastándote mi dinero; que si lo quieres tómalo aquí lo tienes, ya no te necesito; que si me lo juraste, que si tú no eres así. Que si…, que si… pero al final que no. Que si la prima en lo alto de la escalera, muda de asombro y estupefacción y adiós reputación y adiós todo y dónde habré dejado las bolitas chinas.

Resumiendo: media novela son las manos del jugador sobre la mesa, otra media es ella justificando sus arrobos y el resto (me van a permitir la licencia matemática) es simple decoración. 

Total, QUE TAMPOCO.



34 comentarios:

  1. "Hablando con sinceridad, he de decir que eso se debió al tedio, al afán de ahuyentar aquel penoso vacío de mi corazón que no podía nutrirse sino de pequeños estímulos del mundo exterior. Cuanto mayor era mi atonía, más intenso era en mí el deseo de hallarme allí donde la vida se agita más febrilmente. Para quien se siente desasido de todo, la apasionada inquietud de los otros produce una sacudida en los nervios, como el teatro o la música"

    Solo en este parrafito hay más diversidad léxica que en muchas novelas completas y una perfección sintáctica inédita en la mayoría de obras publicadas en esta década, cuyos autores no han leído ni leerán en su vida a Zweig ni a otros escritores clásicos como Zweig.

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    1. Nada que objetar. Zweig es prácticamente impecable.

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    2. Universalmente se estima el acumen de aquella persona muy poco perceptivo referente a cualquier asunto considerado como más provechoso de estudiar por mortales dotados de sapiencia si ignora eso que es lo más alto en doctrina erudita y ciertamente por razón de ese elevado ornamento de la mente en ellos merecedor de veneración constantemente cuando por consentimiento general afirman que en igualdad de las demás circunstancias por ningún esplendor exterior se asevera más eficazmente la prosperidad de una nación que por la medida de hasta qué punto haya progresado el tributo de su solicitud hacia esa proliferante continuación que de los males es el original si está ausente y si afortunadamente presente constituye el signo seguro de la incorrupta benefacción de la omnipotente naturaleza. –Ulises.

      Zuaig es un moco, como casi todo.

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  2. "Porque para hablar de vaguedades ya están los demás", lo dice el hombre que decidió hacer una crónica de Patria habiendo leído 60 páginas. Paradójico.

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  3. Tongoy lee porque no debe de tener nada más que hacer. Carece de sesibilidad artística, es antipático y distante y cede fácilmente l insulto y a la falta de respeto para con autores, personajes y lectores más los lectores de su blog.
    ¿Qué por qué lo leemos?. Tal vez un día nos sorprenda con un hallazgo si bien lo dudo.

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    1. Jesús bendito, tener que explicarlo todo... Que Dios me libre de perder el sentido del humor.

      Y tú no me lees por eso, bandida.

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    2. Estoy de acuerdo con Gloria. El desprecio con el que habla de todo y de todos (autores, títulos, personajes...) resulta incomprensible. Se está convirtiendo en una caricatura de sí mismo.

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  4. Yo soy super fan de Zweig y esa pasión decimonónica con que se desarrollan sus dramones amorosos y vitales. Por no hablar de la precisión de su prosa, tal limpia, tan impecable y tan certera. Una vez dicho lo cual, no entiendo el vapuleo a Tongoy porque a él no le guste. Precisamente es esa lengua viperina que tiene lo que más me gusta de sus posts, por más que a quien destroce sea uno de mis ídolos literarios. Ea!

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    1. A mí no me disgusta zweig. Me parece sobrevalorado, pero no me disgusta en absoluto. Otra cosa ya es que me quiera cachondear un poco de una novelita menor, por muy correcta que ésta sea.

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  5. Yo lo leo porque, en lo que se refiere a blogs sobre literatura, es lo más parecido que tenemos a Sálvame.

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    1. Ya bueno, la diferencia es que yo no veo Sálvame. Y usted parece más que dispuesto a leerme a mí.

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    2. No se ofenda, que no he dicho que ver Sálvame o leer su blog sea algo malo. Si usted lo cree, siempre puede optar por cambiar el blog o ceerrarlo.

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    3. No me ofendo. Considero que Sálvame es un mal programa porque es un programa aburrido (el tema, al final, casi acaba siendo lo de menos). Personalmente, jamás se me ocurría visitar (con cierta regularidad) un blog que fuese aburrido.

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    4. Lo peor de este blog es que se habla demasiado del propio blog.

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    5. Tongoy. Siempre intentando ser demonio y santo al mismo tiempo.

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    6. Cómo te ha jodido la comparación, Tongoy, si tu blog es puro Sálvame, y es justo lo que buscas además. Te creerás mejor que ese programa y todo.

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    7. Estoy desolado porque además es la primera vez que me dicen tal cosa y claro, me ha pillado por sorpresa.

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  6. ¿No será porque ese es el objetivo de su autor?

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  7. Pues a mí me gusto el libro. Una historia simple y ñoña, contada de la manera adecuada, puede dar lugar a un buen libro y a mí éste
    me lo pareció.
    El autor es uno de mis favoritos y me ha importado un carajo que Tongoy se meta con él o con el libro, un poco de relax, que Zweig no padre de nadie por aquí.

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  8. Excelente crítica de Tongoy. Estar al nivel de Zweig (y ojo que no he dicho "casi" al nivel) reseñando a Zweig, no está al alcance de cualquiera. Se lo aseguro.

    Por otro lado, la gente que crítica a Tongoy y trata -siquiera inconscientemente- da bajarlo hasta su altura, ¿no se da cuenta (bueno, a lo mejor, no; no se da cuenta) de que Tongoy, en cuanto que se esfuerza un poco (y tiene suerte), lo hace de puta madre? Me "ojiplatizan" los detractores de Tongoy.

    Estoy casi convencido de que al propio Stefan Zweig lo de "las bolas chinas" y el homenaje al "Patio de mi Casa" también le hubiese hecho gracia.

    Señores detractores de "La Medicina" no pierdan nunca el sentido del humor. Pero, tampoco, deben desentenderse, así como así, del "CRITERIO" ¿Capici? ;-)

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    1. El bluff sigue tan comehuevos de Tongoy como acostumbra.

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  9. La gracieta de las bolas chinas dice mucho de quien la hace, quien la ríe y del poco conocimiento del funcionamiento del cuerpo femenino de ambos.

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    1. Ah, que con esto tampoco se puede hacer humor. Jodidos recortes.

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    2. Anónima o anónimo(con suficiente conocimiento del funcionamiento del cuerpo femenino)(suerte que tiene)de las 23:18.

      Al de las 10:33. "Emoción, misterio, enigma... me voy acercando al esphinter...". Ya le contaré. ;-)

      Lo de las "bolas chinas", en cuanto presunto objeto de placer, es algo irreal. No existe. Se habla de ellas -como hace Tongoy- para "sacar punta" a alguna situación de "desaforada lascivia femenina" como la que expone, Zweig, porque se da el caso de que, tampoco estas últimas, suceden con demasiada frecuencia.

      Es un poco lo mismo que las "muñecas inflables" y los tíos. ¿Conoce, usted, a algún tío que tenga una muñeca hinchable?

      (Y que no sea japonés, claro) ;-)

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    3. Tengo mucho conocimiento del cuerpo femenino porque nací con uno. No sé si lo que pretende explicarme con esto es que las mujeres no solemos utilizar bolas chinas.
      Pensaría que es usted el propio Tongoy si no fuera por lo mal que se explica y porque no sabe utilizar debidamente los signos de puntuación.
      Tongoy escribe bien, al César lo que es del César.

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    4. Si Tongoy escribiera bien, estaría escribiendo novelas u otro tipo de artefacto en forma de libro, en vez de reseñando las de otros. Al César lo que es del César, estimado anónimo.

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    5. Lo que quiero decir es que sabe dónde colocar las comas correctamente, por ejemplo.

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    6. No sea tan exigente, mujer; que no es lo mismo improvisar algo en un cuadradete, como usted y como yo hacemos, que tirarse una semana o incluso más -últimamente Carlos no se esmera como debería- preparando un post. Así cualquiera. Y ¡encima! a veces tiene suerte y hasta le corresponden las musas.

      Con ese tiempo para preparar nuestras intervenciones ¡hasta a mí, fíjese bien! podría salirme algo más o menos apañaete. No es el caso.
      ¡Un abrazo, coraçao! ;-)

      A la/al comentarista de las 14:13. Recurriendo la empirismo.

      PM. Las novelas que acostumbran a publicarse no son buenas.

      pm. Tongoy no publica novelas

      Conclusión: A priori, Tongoy debería escribir más o menos bien.

      Pero no hace falta ser tan cartesiano, tampoco, recurra usted a su propio criterio. Lease... pongamos, no sé... treinta reseñas de Tongoy, y, a renglón seguido, treinta páginas de una novela española reciente que haya sido objeto de publicación. Y juzgue. Pero... juzgue por usted mismo ¡como un adulto del pasado! sin dejarse uster influir por prejuicios ni propagandas. ¡Que ya es usted mayorcita/o, cojones!

      Otro abrazo para la/el la de las 14:13 ;-)

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  10. Tongoy, dile a Bluff que habla demasiado del blog, anda.

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