En esta novela realista de ficción se trata el tema de la poesía.
Yo de poesía no tengo ni puta idea, la verdad. Ni ganas. La poesía me ha parecido siempre un refugio para vagos, maleantes y espíritus contemplativos. Me gusta imaginarme a los poetas como tritones, seres feos y viscosos, desagradables a la vista y venenosos al tacto y por lo tanto carentes de todo atractivo. Cuando se meten en mi casa, me gusta golpearlos hasta la muerte.
Por eso tardé tanto en decidirme a leer el libro de David Pérez Vega. Y si lo hice no fue, obviamente, por la cuestión poética (aunque confieso que sabiendo, como sabía, además, que la novela dejaba a los poetastros por los suelos, miel sobre hojuelas) sino por algo de índole mucho más personal: David tiene un blog de reseñas literarias y pensé que aprovechando esa costumbre tan gilipollas que tenemos de leernos los unos a los otros, esta podía ser una magnífica oportunidad para dinamitar la competencia.
Y bueno, aquí estamos, dándolo todo.
Atentos a estas tres palabrejas: Visor, Hiperión y Bartleby. Todos aquellos que sepan qué tienen en común estos tres nombres, tienen un problema. El resto, sepan que se trata de tres editoriales especializadas en poesía. Exacto: tres nidos de tritones. Conviene identificar al enemigo cuanto antes. Ahí lo tienen.
Pues bien, en la novela de David se habla y mucho (casi exclusivamente, de hecho) de estas tres editoriales de poesía, pero por aquello de evitar indeseables [y] demandas, toda vez que no sabemos si las ventas darán para meterse en abogados, son literariamente rebautizadas como Bisonte, Hipérbole y Moby Dick. Todas y cada una de ellas tienen editores, que, como sabrán, son seres de natural monstruosos y purulentos, a los que no sólo se les cambia el nombre sino también el espacio vital con lo que Chus Visor, editor de Visor, pasará a ser por arte de novelista, Rucho Noarbe, editor de Moby Dick. Esto cumple una doble función de versionar el clásico “tirar la piedra y esconder la mano” y celebrar una ceremonia de la confusión que dé a entender que, independientemente de cómo te llames o para qué editorial trabajes, serás siempre la misma mierda. También puede ser un vulgar acto de cobardía.
Todo esto lo digo para que quede claro de a quién vamos a acusar de qué.
La premisa de la novela es lo de menos, pero por aquello de un mínimo rigor periodístico, ahí va: un inspector de Hacienda feo, bajo, calvo y con gafas que tiene un blog de reseñas de poesía, mantiene charlas por Skype con el jefe de estado de Corea del Norte, a quien llamaremos simplemente líder para no incurrir en innecesarias faltas de ortografía. Pues bien, el líder ha escrito un libro de poesía que quiere que este pollo valore en su justa medida, para lo cual tiene a no sé quién traduciéndolo contrarreloj. Durante los ocho días que le lleva al mindundi hacer de aquello algo legible, se suceden conversaciones en las que sólo escucharemos a nuestro leal funcionario poner al líder al corriente de las mierdas nacionales a través de su propia experiencia que es a su vez la experiencia propia de cualquiera que se dedique a la poesía.
O casi cualquiera. Porque de lo que se trata es precisamente de denunciar, con cierto humor (he leído por ahí la palabra hilarante pero convendría no hacer el ridículo adjetivando en exceso) todo aquello que es más bien constitutivo de delito. Porque si decir en una obra de teatro “Gora Alka-ETA” se considera un acto punible, maniobrar para apropiarse de fondos públicos debería estar de horca para arriba en el manual del verdugo.
Les cuento, a modo de ejemplo, un caso que en la novela se reproduce cambiando, cómo no, los nombres. Aquí debía ir una cita, pero es demasiado larga y prefiero resumirla, no se me vayan ustedes a herniar. Para los más valientes la dejo en el primer comentario del post (1). Para los menos, una recomendación: no dejen de echarle un vistazo; en ocasiones hacer justicia exige cierto sacrificio:
EN LA FICCIÓN, el jurado del premio de poesía de León formado, entre otros, por jóvenes poetas de esa ciudad, seleccionó para la gran final diez obras entre las que no se encontraba la de un tal Rubén Rodrigáñez. Juan López Cubero, matón de la poesía española, se indigna y ordena buscar el puto ejemplar entre la pila de desechos, perdón, desechados. Se busca y se encuentra y se incluye y no contentos con eso, se premia. De no figurar a reinar en treinta minutos. Algunos nacen con una flor en el culo pero otros directamente se la ponen con la lengua.
EN LA VIDA REAL, el premio sería el Ciudad de Burgos; Juan López Cubero, Luis García Montero y Rubén Rodrigáñez, Daniel Rodríguez Moya. Esto es muy viejo, pero todavía no ha prescrito. No sé qué hacemos que seguimos confiando en Luis García Montero y no sé qué hacemos que no le hemos quitado el premio a Daniel el travieso o, a modo de castigo, la catedral a Burgos. El premio: 7.200 euros. Edita: Visor. Y olé.
Lo más fascinante es que no ocurre nada. Nada. Es decir, NADA. Que ya hay que tenerlos, también, para ir después dando lecciones por la vida adelante o pretender meterse en política (Montero fue el desastrado candidato de IU a la presidencia de la comunidad de Madrid en 2015) o llorar porque te llaman ladrón. Angelito.
Esta es la mierda más grande que se denuncia en el libro, un poco por el montante del premio y otro poco porque los actores son de sobra conocidos. Pero dejando a un lado la corrupción en los premios, de Los insignes emergen nada más que los pequeños males de siempre: poesía de tontos para tontos; blogs de mediopelo; infantilismo, machismo, feminismo; malas artes; editores que reclaman anticipos a los propios escritores o bien les invitan a comprar trescientos ejemplares, que para el caso es lo mismo; reseñas que se compran y se venden en medios culturales absolutamente desprestigiados pero a pesar de todo leídos y compartidos por autores sinceramente emocionados y agradecidos. Y todo esto sobre una base de egos inflamados y blogs horteras infames plagados de lameculos. Lamentable sí, sobre todo porque son legión y porque a pesar de que la poesía ostenta categoría de género absolutamente marginal, sigue siendo buque insignia de la oferta cultural de ayuntamientos varios.
Pero a cada cual lo que corresponda según su tontería porque si algo queda meridianamente claro, si algo subyace en el texto de David es la (iba a decir idea, pero no) certeza de que al poeta común o a más común de los poetas lo que realmente le interesa, mucho más que escribir poesía y muchísimo más que leer poesía, es publicar poesía, es tener su mierdilibro con su nombre impreso en pan de oro y relieve sobre un fondo de color negro paleto. Y todo para qué. Y todo para nada. Porque ya nadie lee poesía. Ni siquiera los poetas leen poesía. Las ventas son las madres. Las que compran los libros y las que lamentan no haber dado una buena educación al nene o la nena y tener que aguantarlos ahora haciendo el ganso y llamando a puertas de ladrones y mentirosos y corriendo con sus gastos de autoeditado y financiando su inutilidad, son las mamis.
Y todo lo demás no es poesía, todo lo demás es una burbuja poética que no acaban de explotar; es la mierda de siempre: víctimas que guardan silencio esperando su turno de entrar en una rueda que no deja nunca de girar.
Yo de poesía no tengo ni puta idea, la verdad. Ni ganas. La poesía me ha parecido siempre un refugio para vagos, maleantes y espíritus contemplativos. Me gusta imaginarme a los poetas como tritones, seres feos y viscosos, desagradables a la vista y venenosos al tacto y por lo tanto carentes de todo atractivo. Cuando se meten en mi casa, me gusta golpearlos hasta la muerte.
Por eso tardé tanto en decidirme a leer el libro de David Pérez Vega. Y si lo hice no fue, obviamente, por la cuestión poética (aunque confieso que sabiendo, como sabía, además, que la novela dejaba a los poetastros por los suelos, miel sobre hojuelas) sino por algo de índole mucho más personal: David tiene un blog de reseñas literarias y pensé que aprovechando esa costumbre tan gilipollas que tenemos de leernos los unos a los otros, esta podía ser una magnífica oportunidad para dinamitar la competencia.
Y bueno, aquí estamos, dándolo todo.
Atentos a estas tres palabrejas: Visor, Hiperión y Bartleby. Todos aquellos que sepan qué tienen en común estos tres nombres, tienen un problema. El resto, sepan que se trata de tres editoriales especializadas en poesía. Exacto: tres nidos de tritones. Conviene identificar al enemigo cuanto antes. Ahí lo tienen.
Pues bien, en la novela de David se habla y mucho (casi exclusivamente, de hecho) de estas tres editoriales de poesía, pero por aquello de evitar indeseables [y] demandas, toda vez que no sabemos si las ventas darán para meterse en abogados, son literariamente rebautizadas como Bisonte, Hipérbole y Moby Dick. Todas y cada una de ellas tienen editores, que, como sabrán, son seres de natural monstruosos y purulentos, a los que no sólo se les cambia el nombre sino también el espacio vital con lo que Chus Visor, editor de Visor, pasará a ser por arte de novelista, Rucho Noarbe, editor de Moby Dick. Esto cumple una doble función de versionar el clásico “tirar la piedra y esconder la mano” y celebrar una ceremonia de la confusión que dé a entender que, independientemente de cómo te llames o para qué editorial trabajes, serás siempre la misma mierda. También puede ser un vulgar acto de cobardía.
«[…] nunca, pero nunca, te fíes de un español con un sobrenombre que contenga el sonido “che”. Evita cualquier trato con un Cucho, una Ichi, un Pancho, un Focho... [Un Chus] Huye de ellos, porque el sonido “che” en español lleva dentro la esencia del pijo insoportable, del burgués infantilizado, del niño gótico (como decía Jaime Gil de Biedma) tonto y caprichoso, del adulto que no concibe que las cosas no salgan como él desea, como le hicieron creer sus abuelas y sus tías cuando era un niño que se disfrazaba y cantaba y le aplaudían. De esa forma consiguieron convertirle en un frágil imbécil».
Todo esto lo digo para que quede claro de a quién vamos a acusar de qué.
La premisa de la novela es lo de menos, pero por aquello de un mínimo rigor periodístico, ahí va: un inspector de Hacienda feo, bajo, calvo y con gafas que tiene un blog de reseñas de poesía, mantiene charlas por Skype con el jefe de estado de Corea del Norte, a quien llamaremos simplemente líder para no incurrir en innecesarias faltas de ortografía. Pues bien, el líder ha escrito un libro de poesía que quiere que este pollo valore en su justa medida, para lo cual tiene a no sé quién traduciéndolo contrarreloj. Durante los ocho días que le lleva al mindundi hacer de aquello algo legible, se suceden conversaciones en las que sólo escucharemos a nuestro leal funcionario poner al líder al corriente de las mierdas nacionales a través de su propia experiencia que es a su vez la experiencia propia de cualquiera que se dedique a la poesía.
O casi cualquiera. Porque de lo que se trata es precisamente de denunciar, con cierto humor (he leído por ahí la palabra hilarante pero convendría no hacer el ridículo adjetivando en exceso) todo aquello que es más bien constitutivo de delito. Porque si decir en una obra de teatro “Gora Alka-ETA” se considera un acto punible, maniobrar para apropiarse de fondos públicos debería estar de horca para arriba en el manual del verdugo.
Les cuento, a modo de ejemplo, un caso que en la novela se reproduce cambiando, cómo no, los nombres. Aquí debía ir una cita, pero es demasiado larga y prefiero resumirla, no se me vayan ustedes a herniar. Para los más valientes la dejo en el primer comentario del post (1). Para los menos, una recomendación: no dejen de echarle un vistazo; en ocasiones hacer justicia exige cierto sacrificio:
EN LA FICCIÓN, el jurado del premio de poesía de León formado, entre otros, por jóvenes poetas de esa ciudad, seleccionó para la gran final diez obras entre las que no se encontraba la de un tal Rubén Rodrigáñez. Juan López Cubero, matón de la poesía española, se indigna y ordena buscar el puto ejemplar entre la pila de desechos, perdón, desechados. Se busca y se encuentra y se incluye y no contentos con eso, se premia. De no figurar a reinar en treinta minutos. Algunos nacen con una flor en el culo pero otros directamente se la ponen con la lengua.
EN LA VIDA REAL, el premio sería el Ciudad de Burgos; Juan López Cubero, Luis García Montero y Rubén Rodrigáñez, Daniel Rodríguez Moya. Esto es muy viejo, pero todavía no ha prescrito. No sé qué hacemos que seguimos confiando en Luis García Montero y no sé qué hacemos que no le hemos quitado el premio a Daniel el travieso o, a modo de castigo, la catedral a Burgos. El premio: 7.200 euros. Edita: Visor. Y olé.
Lo más fascinante es que no ocurre nada. Nada. Es decir, NADA. Que ya hay que tenerlos, también, para ir después dando lecciones por la vida adelante o pretender meterse en política (Montero fue el desastrado candidato de IU a la presidencia de la comunidad de Madrid en 2015) o llorar porque te llaman ladrón. Angelito.
Esta es la mierda más grande que se denuncia en el libro, un poco por el montante del premio y otro poco porque los actores son de sobra conocidos. Pero dejando a un lado la corrupción en los premios, de Los insignes emergen nada más que los pequeños males de siempre: poesía de tontos para tontos; blogs de mediopelo; infantilismo, machismo, feminismo; malas artes; editores que reclaman anticipos a los propios escritores o bien les invitan a comprar trescientos ejemplares, que para el caso es lo mismo; reseñas que se compran y se venden en medios culturales absolutamente desprestigiados pero a pesar de todo leídos y compartidos por autores sinceramente emocionados y agradecidos. Y todo esto sobre una base de egos inflamados y blogs horteras infames plagados de lameculos. Lamentable sí, sobre todo porque son legión y porque a pesar de que la poesía ostenta categoría de género absolutamente marginal, sigue siendo buque insignia de la oferta cultural de ayuntamientos varios.
Pero a cada cual lo que corresponda según su tontería porque si algo queda meridianamente claro, si algo subyace en el texto de David es la (iba a decir idea, pero no) certeza de que al poeta común o a más común de los poetas lo que realmente le interesa, mucho más que escribir poesía y muchísimo más que leer poesía, es publicar poesía, es tener su mierdilibro con su nombre impreso en pan de oro y relieve sobre un fondo de color negro paleto. Y todo para qué. Y todo para nada. Porque ya nadie lee poesía. Ni siquiera los poetas leen poesía. Las ventas son las madres. Las que compran los libros y las que lamentan no haber dado una buena educación al nene o la nena y tener que aguantarlos ahora haciendo el ganso y llamando a puertas de ladrones y mentirosos y corriendo con sus gastos de autoeditado y financiando su inutilidad, son las mamis.
Y todo lo demás no es poesía, todo lo demás es una burbuja poética que no acaban de explotar; es la mierda de siempre: víctimas que guardan silencio esperando su turno de entrar en una rueda que no deja nunca de girar.
Feliz día de la poesía,
ResponderEliminarde parte de una repugnante tritón, (trataría de contarte que existen otro tipo de escritores invisibles que tiene una relación con la poesía muy distinta, fuera de ese mundo que describe el libro, y que por supuesto es muy real y denunciable, pero pa qué ;) Sigo pensando que fue una lástima que los Adisson the witt -que tienen tb su papel en la novela- lo dejaran por imposible.
Un abrazo
Zombie querida, tú eres la única que salvaría.
Eliminar¿Te puedes creer que no sabía que era el día de la poesía? DE hecho no iba a publicar este post, sino el de Sara Mesa, pero pensé que no era justo tener este tanto tiempo esperando. Y feliz casualidad!
De todos modos, si el post ha servido para traerte de pasea, bien publicado está.
Abrazo,
Como te digo, nunca he dejado de pasarme por aquí, aunque no diga nada. Y además te tengo en mi pensamiento, ayer leí esto y me dije ¿qué pensará Tongoy de este invento?
Eliminarhttp://www.innovaticias.com/innovacion/36207/Paris-primera-libreria-Europa-permite-cliente-imprimir-libro
Ah, gracias por salvarme del exterminio, me siento como un pobre oso polar flotando sobre un trocito de hielo ;)
Con todos mis respetos, y apelando a su sentido del humor, su trauma sin tener cura tiene remedio, sencillo y práctico. No lea más. Pues si estima, o sigue creyendo que la prosa es “su salvación”, es que no ha comprendido nada, es al revés de cómo usted dice, sin poesía, no hay nada, lo demás, «Cervantinas discusiones»
ResponderEliminarSi se necesitan tropecientas mil palabras para hacernos sentir La guerra y La paz, me quedo con un verso, o dos, sí, eran versos, de cualquier tragedia de Eurípides…
Saludos.
(Siempre desde el sentido del humor, sí, gracias por entenderlo).
EliminarComo sabrá Guerra y paz no emociona solo en su conjunto, de mismo modo que cierta gente puede emocionarse con un solo verso. De todos modos aquí “el problema” (el mío) es ese sentimiento, que no me llega. Yo he sido siempre más de sumergirme en una historia que de tener que buscarla por ahí. Vago que es uno.
P.D. La prosa no es mi salvación, sino la de los poetas.
http://blogs.publico.es/otrasmiradas/6199/la-poetica-de-la-militancia-la-militancia-de-los-poetas/
ResponderEliminarNo, la verdad es que debe estar Usted en lo cierto y deberíamos quemar en hoguera pública y circular a todos los poetas.
Léase tal cual…«La poesía es una posición. La militancia es posicionarse. Y nosotras tenemos una posición social y nos posicionamos políticamente. Llevamos años cavando silenciosas trincheras con palabras de belleza infinita; lucha, dignidad y justicia. Del uso, podrían haberse vaciado»
Y lo peor «Quien primero comparó la belleza de alguien con una flor, acertó. Quien lo hace ahora nos parece casi imbécil» No, nos lo parece, lo es. Sin casi, pero ellas siguen a lo suyo, pero no son tontas... Son así y así es su "Poiesis"
Ánimo, que Dios nos ha de llevar pronto.
Interesante artículo (que, entiendo, ha sido escrito en prosa y no en verso para llegar a más gente, para venderse mejor, para hacerse un poquito de publicidad y no caer en el saco roto de la poesía).
Eliminar"... a quien llamaremos simplemente líder para no incurrir en innecesarias faltas de ortografía". ¡Ja ja ja! CA-BRO-NA-ZO.
ResponderEliminarContigo no se puede Tongoy. Te pones en plan periodista-denuncia (una figura en franco declive) esto es: solemne, intransigente y hasta un poco recalcitrante para desenmascarar todo el tinglado, ese, de la poesia y los putos premios de poesia. Y tienes que soltar una genialidad como esa. Así no hay quien se cisque en tus ancestros con tranquilidad de conciencia. Yo, definitivamente, no puedo hacerlo. Incapaz. El decoro de no incurrir, escribiendo, en algo innecesario. Demasiado "dandy" para ser gallego. Por lo menos lo serás de costa, me imagino ¿no?. ;-)
Eres demasiado generoso, bluff, gracias. Te diría que no lo merezco pero ya sabemos todos que sí, qué coño. Me alegra verte por aquí.
EliminarLo más excelso de la literatura es la Poesía, por rabia que dé. Además, los poetas suelen ser guapos, salvo excepciones, y no se alimentan de papel de más como tantos novelistas infumables que nunca saben poner el punto final antes de las trescientas páginas, para desgracia nuestra. Siempre la poesía, el descanso del verso y su aliento. Muera el resto.
ResponderEliminarNo le falta razón en eso de que algunos no saben poner punto final. Alguno no debería escribir ni la primera coma. Respecto a la belleza, no tengo el placer. Con el resto, obviamente, no puedo estar de acuerdo.
EliminarHola Tongoy:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu lectura. Me ha hecho mucha gracias leer sobre mi libro aquí, esperemos que no consigas del todo dinamitar a la competencia.
Una pequeña aclaración para los comentaristas: mi libro no es un libro en contra de la poesía; de hecho el protagonistas se considera a sí mismo un "monje de la poesía" (signifique esto lo que signifique), un gran lector de lo que él entiende por poesía verdadera, y al final lo que hace es rechazar algunas prácticas poco agradables que ensucian a la poesía patria: los premios donde se reparte dinero público y están amañados por unos pocos grupos de amiguetes o los editores que quieren publicar poesía pero publican según la popularidad del poeta y no según la calidad de los versos, y aquí puede primar más que conocer la tradición y trabajar los poemas el tener mucho desparpajo y estar todo el día dando recitales en bares y llevar sombretito (algo cada vez más importante para el reconocimiento poético).
POr fortuna sigue habiendo grandes poetas y personas empeñadas en sacar esto adelante lejos de las subvenciones públicas. Estoy ahora leyendo a nuevos poetas hispanoamericanos editados por Ediciones Liliputienses y me parecen grandes libros que edita con mucho mimo José María Cumbreño. ¿Cuántos lectores tendrán estos libros? Me temo que pocos y es una pena.
De nuevo: me he reído mucho con la reseña. Me encanta formar parte de este espacio tan divertido.
Saludos
Siempre se agradece el sentido el humor. Si de algo puede presumir Sloper (editor y autores) es de eso. Gracias a ti.
EliminarP.D. me gusta pensar que todo libro de poesía o que trata sobre tal es, inevitablemente, un libro contra la poesía. No me quites esa ilusión.
Abrazo.
De la novela no opinas, lo cual es una forma como otra cualquiera de decir que no te ha gustado. Pero, claro, David es amiguete virtual y tal. Vamos, que los vicios que reprochas a la crítica tradicional los asumes y practicas. En fin, no esperaba menos. Tampoco más.
ResponderEliminarCierto, falta mi parecer: entono un mea culpa y suplico perdón. IMPERDONABLE.
EliminarAntes de llegar a eso le diré que, “lo siento”, pero se equivoca. Cuando David, con quien tengo una relación menos estrecha de lo que seguramente se imagina, me envió el libro lo hizo conociendo y aceptando las reglas del juego.
Mi opinión. No, no me gustó. Nada. Lo tuve claro nada más leer el primer capítulo y si terminé el libro fue única y exclusivamente porque podía serme de utilidad para hablar un poco de poesía. No es mi tipo de humor. También soy consciente de que yo para estas cosas soy un poco difícil, pero eso es algo por lo que no me voy a disculpar. El de esta novela es un humor un poco de brocha gorda, poco o nada sutil; se escuda en el absurdo de su planteamiento para pasar por alto algunas reglas básicas (para un servidor, se entiende), como la necesidad de transcribir, en riguroso directo, cada una de las palabras y los movimientos de un líder al que no vemos. Creo que se podría haber hilado mucho más fino, se podría haber sido más incisivo y más cruel. No esperaba a Swift pero tampoco a Chiquito de la calzada, honestamente. Diría que me decepcionó pero realmente tampoco esperaba gran cosa.
¿Chiquito de la Calzada? Lo cierto es que como español con un apellido como Pérez no podía aspirar a un referente del mundo anglosajón como Swift, de eso era consciente, pero estaba intentando superar mi miserable condición de aspirante español: me había propuesto intentar emular la sutiliza y la grandeza de Benny Hill. Toda literatura es la historia de un fracaso: unos aspira a ser el Benny Hill de la literatura española y se queda en Chiquito de la Calzada.
ResponderEliminarUn abrazo, y no vayas negando por ahí que eres mi amiguete virtual, que nos averguenzas a los dos.
jajaja, bueno, Chiquito fue lo primero que me vino a la cabeza, no estoy muy puesto yo en estas cosas. Para Benny Hill creo te faltan un par de desnudos en la novela.
EliminarSobre la amistad... Qué me voy a avergonzar! Sabes que te aprecio pero siempre he creído que la amistad debe quedar fuera de la crítica literaria. Yo no reseñaría nunca a un amigo que escribiese un libro y mucho menos para elogiarlo, pero, coño, hay niveles de amistad y niveles de amistad y la que tú y yo tenemos de momento sí me permite reseñarte. Para librarte tendrás que invitarme a dos cafés, por lo menos.
Sí, a ver si es verdad que coincidimos en algún momento y tomamos ese café.
EliminarUn abrazo.
Y qué feas son las portadas de Tusquets y Seix Barral también, no?
ResponderEliminarAmigo: creo que se ha equivocado de entrada: aquí le están dando cera a la poesía o a mí. Uno de los dos, o los dos a la vez: tiene que elegir.
EliminarJo David!, q bien encajas la irreprimida sinceridad de Tongoy. Te alabo la elegancia. Y ratifico tus denuncias. No creo q lea la novela pero no por la reseña sino por el argumento. En cuanto a Tongoy creo q tras su aprensión a la poesía hay mucho de chiste fácil. No hay que tenérselo en cuenta, ni siquiera se ha resistido a hablar de las madres. Ya sabemos q la poesía, como la mierda le huele bien a quien la caga pero también q, como diría Yoda, arma cargada de futuro es
ResponderEliminarHola Perro Malo:
ResponderEliminarEL libro se lo mandé yo a TOngoy, al que sigo desde hace años, por tanto sabia perfectamente donde me metía. Obviamente no esperaba que tras defenestrar a todos los autores españoles menores de 50 años de repente mi libro le fuera a parecer a Carlos una maravilla, y más cuando es público que nos conocemos (de internet, estaba claro lo que iba a pasar. Pero que pase me hace bastante gracias, siempre he considerado "La medicina de Tongoy" como un espacio de humor con el que me he reído mucho, y que ese humor parte de uno me parece un privilegio. Lo de que "las ventas son lsa madres" me ha encantado y lo de que yo soy el Chiquito de la Calzada de la literatura española pues me ha hecho soltar una carcajada por la grlora de mi madre...
Saludos
La "Medicina de Tongoy" ¿¿¿¿¡¡un espacio de humor!!????. Como me dice mi mujer: "yo estoy en el mundo porque tiene que haber de todo". Siempre había pensado que este blog constituía una especie de revista de crítica literaria, bajo el particular prisma de un único autor. Un tío que lee mucho y es capaz de hablar de lo que lee sin necesidad de aburrir a los guppies. En cualquier caso, algo como para no ser tomado a la ligera. Compruebo que hay opiniones divergentes.
ResponderEliminarjajaja, ya sabes, Julian, que no se consuela quien no quiere.
EliminarSí, ya lo he dicho más de una vez: si como españoles estamos imposibilitados para ser Wiliam Gaddis, por la misma lógica estamos también imposibilitados para ser Harold Bloom. Y esto es casi todo.
EliminarSaludos
No he leído la novela de Pérez Vega, pero creo que la crítica al estado de cosas que denuncia en ella es muy necesaria. Supongo que precisamente por denunciar ese estado de cosas su publicación sería impensable en empresas como Seix Barral, Alfaguara o Anagrama.
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo. Si viesen negocio lo editarían. Simplemente ya da todo igual en la poesía. a nadie le importa y a los poetas menos todavía.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarAntonio: yo diría que Tongoy tiene razón aquí, cualquier tema puede ser admitido por cualquier editorial. En 2014 Fernando Aramburu ganó el premio Biblioteca Breve, editado por Seix Barral (grupo Planeta) con una novela satírica sobre poetas, titulada "Ávidas pretensiones".
Eliminarhttp://www.abc.es/cultura/libros/20140210/abci-fernando-aramburu-gana-biblioteca-201402101311.html
Pensé en leerla (en ese momento mi novela ya estaba escrita y creo que aceptada por Sloper), pero algún comentario sobre que era una novela con muchos chistes de pedos me desanimó.
Saludos
Por insistir en lo referente a Luis García Montero y su política nepocrática como jurado de los premios de poesía, todavía está caliente y en todo su hedor (septiembre 2015) la concesión del premio "Emilio Alarcos" a Iona Gruia. Iona no solo es colaboradora de LGM en el Departamento de Literatura de la Universidad de Granada sino que además es su protegida y ahijada literaria. Es el estilo departamental universitario de este país, el favoritismo y la nepocracia, y están tan acostumbrados, lo tienen tan asumido como natural, que ni se dan cuenta. Y este tío tiene la desvergüenza de presentarse a unas elecciones por Izquierda Unida. Esto pasa porque en este país la cultura no le importa a nadie una mierda. La corrupción política al menos se hace como que se persigue, pero la corrupción cultural ni eso, y no digamos ya el mundo universitario, el vertedero de Valdemingómez huele a rosas comparado con esa guarida de poltrones nepocráticos. ¡Qué asco de país!
ResponderEliminarA mí no me gusta la poesía como no me gusta la ginebra. Sí me gusta, y mucho, el gin tonic y también me gusta, mucho, la poesía contaminando casi cualquier cosa; narrativa o cine; fotografía o diarios personales. Si no eres un genio, no escribas poesía, por favor. Punto. Ah, no lo dudes NO eres un genio.
ResponderEliminarFelicitar a Tongoy por ser tan bestia y subjetivo (es lo que se espera de un blog de humor, digo, personal) Y, sobre todo, a David Perez Vega por tener tanto encaje. Lo sé, lo sé, soy un moñas.
Hombre, si le envías tú el libro a Tongoy y no tienes encaje, no veas que mal... Aquí ya sabemos a lo que venimos.
EliminarSaludos
Cuando asistí a la presentación de "Alguien dice tu nombre", Luis García Montero me cayó bien, y la novela también me gustó. Ahora no sé si entristecerme más por mi desconocimiento del submundo literario o por mi (nula) habilidad para el análisis psicológico ... David también me cae bien, aunque si me entero que lleva media vida desvalijando la biblioteca de Móstoles igual tengo que cambiar de opinión. Enviar su novela a Carlos ha sido un acto de valentía o una temeridad (o ambas cosas).
ResponderEliminarJosé Pedro:¿Desvalijar la biblioteca de Móstoles? Pero si yo le pongo papel celo a los libros que están un poco desmigajados para arreglarlos, y estoy todo el día promocionando la biblioteca de Móstoles en mi blog.
EliminarLo de enviar mi novela a Carlos ha sigo una autoinmolación. Es así.
Saludos