miércoles, 12 de enero de 2011

Pablo Gutiérrez

Pablo Gutiérrez, (joven y onubense, por si les interesan las informaciones complementarias, inútiles, pero un tanto inevitables cuando de lo que hablamos es de los seres humanos que escriben novelas como forma de acercarnos a ellas –a las novelas- sin afrontar ninguna en concreto pero también sin pretender meternos donde no nos llaman, esto es, en la vida privada de los demás, siendo en este caso “los demás” Pablo Gutiérrez, a quien no tengo el placer de conocer, como enseguida comprobarán), es ese tipo de camiseta rayada y chaqueta de piel que ni se afeita ni se peina cuando le van sacar una foto o que se peina y se afeita precisamente como queriendo dar a entender que no sabe que le van a hacer una fotografía cuando no es así y que además es capaz de dos cosas tan increíbles como son: no llamar la atención en la cola de la panadería y ser el artífice de novelas especializadas en ganar premios (siendo últimamente éste –ganar premios- un oficio un tanto denostado). Si Pablo Gutiérrez fuese mi vecino y se le cayese del bolsillo la lista de la compra en el Eroski de la esquina yo podría hacerme con ella, venderla y verla publicada como una pequeña obra maestra, de insultante y lúcida sencillez, acerca de los Usos y Costumbres del español de clase media de cualquier barriada decadente del sur en el próximo Granta, eÑe o Quimera. Porque Pablo Gutiérrez es ese tipo capaz de escribir como nosotros no sabemos –cubriendo así la parte mínima exigible de calidad de cualquier editorial que se precie- esa cosa tan perequiana que es lo que pasa cuando no pasa nada; ese capaz de encontrar apasionantes historias donde antes no había nada más que muros de cemento, plazas adoquinadas, templos vacíos o parque infantiles con bancadas de madera, madres aburridas y niños insatisfechos o esos mismos parques, esos mismos bancos, madres insatisfechas y niños aburridos. Y además Pablo Gutiérrez tiene una costumbre de lo más incómoda para los cazadores de talentos, del tipo que estoy siendo yo ahora, un sector en el que me incluyo temporal, única y exclusivamente por motivos profesionales: finge no existir. Y lo hace bien, diría que mejor de lo que escribe, de modo que imagínense. Si no lo hubiese visto video-registrado, siendo entrevistado con motivo de la presentación de “Rosas, restos de alas” pensaría que es invisible; pensaría que no existe nada mas que en mi imaginación y las librerías de medio país. Sin ir más lejos, ayer mismo (no siendo “ayer” ayer sino el día inmediatamente anterior al momento de escribir esto) quise localizarlo y agregar(me)lo en Facebook, pero no pudo ser: prueben ustedes a escribir Pablo Gutiérrez en el buscador de la red social y entenderá porqué. Hoy (no siendo “hoy” etcétera etcétera) lo busco nuevamente en la red, haciendo googling, con idénticos resultados. Ni adjetivándolo, ni etiquetándolo, ni poniéndole una vela a santa tecla soy capaz de dar él. Lo más parecido cercano a su persona, a lo que tengo (lo que puede entenderse como) fácil acceso, es la editorial que publicó su último (y premiado) libro: Lengua de Trapo. A ellos, a través de ese misterioso y anónimo contacto conocido como “info”, les acabo de enviar el siguiente correo:


Buenos días,


Mi nombre el Carlos González, soy el autor del blog "La medicina de Tongoy" (1). Estoy interesado en escribir una reseña (elogiosa -si acaso esto sirviera de acicate a mi propuesta-) sobre Pablo Gutiérrez. En esa reseña, que escribo cuando escribo esto, hablo, entre otras cosas y de una forma un tanto tangencial, de lo que está ocurriendo mientras hablamos y que tiene que ver con las dificultades, enormes, de llegar hasta el autor. No busco entrevistas, ni libros gratis, ni autógrafos en el pecho o en una camiseta con su rostro sonriente en blanco y negro, no soy un groupie, no tengo plaza en sanatorio alguno, ni practico la magia negra. Nada más lejos de la realidad. Mi única intención es la más humilde de todas: agradecerle haber escrito (y a ustedes publicarlo) un libro tan magnífico como "Nada es crucial". En su momento (2) hice una breve referencia a ella, al situarla entre una de la mejores lecturas del 2010, pero hoy, leyendo su anterior novela ("Rosas, restos de alas") caigo en la cuenta de lo injusto de la brevedad hacia el que considero (independientemente de las listas tipo "Granta") uno de los cinco mejores escritores españoles de 0 a 99 años.


Quisiera, en la medida de lo posible, que A) le hiciesen llegar este mensaje o B) me facilitasen su dirección de correo electrónico (estoy de acuerdo: esto quizá sea pedir demasiado y es por eso que lo hago con la boca pequeña -como última y desesperada opción-) para poder así concluir y publicar esta entrada un tanto atípica homenaje a un autor de trayectoria un tanto atípica también. En caso de no ser posible quedaría infinitamente agradecido que fuesen francos en la respuesta. Finalmente (como algo más que un recurso cortés) aprovecho para felicitarles por la magnífica labor editorial que realizan.


Atentamente,

(1) http://lamedicinadetongoy.blogspot.com/
(2) http://lamedicinadetongoy.blogspot.com/2010/12/lo-mejor-del-2010-1-parte.html



Opción 1. Si Lengua de Trapo dice NO o simplemente no dice nada.

No ha podido ser: Lengua de Trapo se ha quedado sin lengua. Me quedo con las ganas de hablar con él, de saber lo que piensa (así, en general), de si siente y padece los rigores de la fama, de cómo es ser tan rematadamente bueno escribiendo y tomarse un café en un Starbucks o pedir un pincho de tortilla en unas decadentes galerías comerciales de un barrio de las afueras, típica representación del espacio vital en que suele ubicar sus personajes. Me quedo con la curiosidad de descubrir, tras una semana de silencio administrativo, qué mecanismos son necesarios para ser capaz de construir las frases como él las construye o cómo puedo hacer para convertir mis miserias, mis “días vulgaris”, en tramas llenas de pasión y envidias y celos y amores terribles y demenciales o formas de hacer la escritura todo lo ardiente, todo lo hermosa, todo lo dulce y artística, todo lo lírica que él la hace a lo largo de frases, párrafos, páginas y capítulos enteros, ininterrumpidamente y siempre de una forma, y con un estilo, rabiosamente perfecto.

Opción 2. Si Lengua de Trapo dice SI, a qué se refiere y lo que pasa después (hasta hoy –siendo “hoy” hoy).

Descartado. Obviamente.




Nota suplicante: Si alguno encuentra la forma de hablar con Lengua de Trapo o con el mismo Pablo Gutiérrez, le dan ustedes las gracias de mi parte y le dicen que estaré atento a lo próximo, sea lo que sea: poema, ensayo o crítica mordaz a los bloggers caníbales de buenos y pequeños escritores como este.

7 comentarios:

  1. Magnífica entrada, Carlos , por dos caminos me has hecho recordar al gran Cronopio, el primero ese pasaje de la Moreliana en que dice que su deseo es encontrar lectores que compartan sus inquietudes- o algo muy parecido , la cita no es literal- , y el otro es la carta a Alejandra Pizarnik que se inicia así:

    HE TOMADO BUENA NOTA
    NOTA BUENA TOMADO HE
    HE BUENA TOMADO NOTA
    HE NOTA BUENA TOMADO.

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  2. ¿No se te ha ido un poco la mano?

    Yo estoy intentando lo mismo con Pynchon, pero tiene el móvil desconectado. En su momento lo intenté con Bin Laden, que aunque no publica, deconstruye. Quería encargarle unos trabajitos, pero se ve que no está por la labor. Y sin ir más lejos, hay amigos que ni contestan a los mails. Así que qué esperas. Gutiérrez irá más por la táctica Pynchon, o quizá la Salinger.

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  3. Estimado anónimo: a falta de confirmación oficial le considero a usted amigo y un amigo (seguramente también usted) me previno un día de los elogios de quienes nos aprecian porque hacen más mal que bien. A pesar de todo: gracias.

    JL: La mano no se me fue: le llevé yo. Reivindico el derecho a hacer el payaso. Tanta lista me ha dejado tonto y quería hacer reportaje de calle y esto fue lo mas barriobajero que encontré entre mis últimas lecturas. La miseria vende mucho y lo miserable, pensaba yo pero era mentira: esto no le ha importada un pimiento a "ni dios".

    Yo hablé con Pynchon una vez que atendió el móvil pensando que era de la librería por el libro de Mal-herido que había pedido pero no nos entendimos porque se me da fatal el inglés. Al final le prometí como buenamente pude (I said: "¡I promise read your books!!") leerme un par de libros suyos este año: me dio las gracias y me mando al carajo. Eso es lo que debería hacer: leer sus libros y dejar de perder el tiempo con este blog y estas entradas infinitas. Voy a hacer como Patricio Pron y poner sólo titulares o como Andrés Neuman, que no pasa de las cien palabras y le va de puta madre que además vende libros y lo nombran "mejor de" cosas que yo nunca seré porque soy mayor que él o a pegar estadísticas como Alberto Olmos pero las mías irán sobre la frecuencia sexual de los lectores de literatura de bolsillo. También puedo hablar de cosas inútiles y ganarme el público fácil: ayer aprendí que Nietzsche pudo seguir escribiendo cuando se compró una máquina de escribir porque tenía la vista cansada y le permitía hacerlo (escribir) con los ojos cerrados. ¿Sabías que cambió su estilo: lo hizo mas telegráfico? ¿Y que el mismo cambio está teniendo lugar ahora con los sms y la era internet? ¿Qué nuestra biología mental está mutando y la forma de leer y relacionarnos? ¿Qué coño hacemos con estos blogs tan largos? ¡Pasémonos al dadaismo y a la libre interpretación!

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  4. Un regalito:

    http://www.radiotelevisionandalucia.es/tvcarta/impe/web/contenido?id=5344

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  5. El ojo de dios que todo lo ve. Bárbaro. Un millón. Sería mil veces maravilloso si pudiese bajármelo, pero ya no espero tanto.

    Se anota usted con esto, divinidad, diez puntos y cuenta con mi infinito agradecimiento. Mucho mejor lo segundo que lo primero que a la larga no sirve para nada útil.

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  6. Hay que usar google!

    http://www.eladjetivomata.blogspot.com

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  7. Claro, el google. Qué despiste!!

    Muchas gracias buen anónimo: créame: me harté de usar el google. El fallo debe estar en otra parte: las claves de búsqueda elegidas, por ejemplo.

    Le quedo infinitamente agradecido.

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