Ave María purísima.
¿Cuánto hace de la última vez? ¿Un año? No. Año y pico. ¿Año y dos meses? Casi.
Que ya no está mal.
Lo que he pecado desde entonces, madre mía. Ni se imaginan.
Pero bueno. Aquí estamos. Otra vez. O eso parece.
Les confieso que llevo algo así como la mitad de ese tiempo jurándome no volver y otro tanto fantaseando con la idea de hacerlo, animado por comentarios, insinuaciones y otras nostalgias propias (y ajenas) de la edad, al menos las mías. Como pueden ver, ha ganado ella. De modo que, bueno, probemos, a ver que sale: si sale algo o no sale nada o sale rana o se sale de madre, que sería lo suyo.
* * * *
Un año y dos meses dan para mucho, sobre todo si parte de ese tiempo te lo vas a gastar mirando la vida pasar.
En circunstancias normales (en circunstancias normales confinado, no en circunstancias normales normales) hubiese leído no menos de doscientos libros, reseñado cien y cervezas ni te cuento. Pero no ha sido así. Durante el confinamiento me ocurrió lo que a tantos (quiero pensar): una absoluta e irritante falta de interés hacia todo lo escrito, fuese lo que fuese. Y por libros no era, eso se lo aseguro. Ni por ganas. Pero ni modo: durante meses fueron cayendo uno tras otro contra el cemento. Su peso en plomo. Dos páginas, dos, y a veces ni eso, era cuanto necesitaba para detectar la impostura, la mentira y la falsedad en cada palabra, en cada frase. Saltaba a la vista aquello que había estado siempre allí: la mediocridad. La pandemia o la necesidad de devolverle a las cosas la importancia que nunca debieron perder, parecía hacer evidente lo que hasta entonces había encontrado la forma pasar desapercibido, de ser disimulado, edulcorado o diluido; ocultado, en cualquier caso, a la vista de todos.
Y ahí se quedaron, tantos libros, no sabe uno si tirados o caídos, la mitad de las veces, la mitad de ellos. Por el resto hice un esfuerzo, en ocasiones merecido, otras no tanto, pero pocas, muy pocas, con resultados “reseñables”, valga la redundancia.
Tengo para esto la teoría antes insinuada, una teoría de un único uso, magnífica, cargada de razón y mala hostia que viene a dar a entender que en tiempos de pandemia —como espacio asolador y que sobrepasa con mucho a la cruda realidad de antes—, prevalecen aquellos libros que tiene un valor que va más allá del ombliguismo de quienes los escriben y la ignorancia supina de quienes los leen (y la estulticia de quienes los editan, porque no-me-jodas). Esto es, ¿qué sentido tiene leer el último de Javier Marías teniendo, por ejemplo, a Montaigne? (Y que dios me perdone la comparación).
Pero.
Quisiera estar en condiciones de decir que el poco tiempo que servidor de ustedes ha dedicado a la lectura ha sido de un aprovechamiento ejemplar, fuera de toda duda, digno de un Tongoy de clase A. Pero no. El tiempo que quien esto escribe dedicó a la lectura, y salvo honrosas y en algunos casos notables ocasiones, se malgastó y se perdió como se malgasta y se pierde el tiempo escribiendo, editando y publicando según que cientos de miles de millones de libros.
Se me está pasando por la imaginación dejarles un botón de muestra, esto es, una relación comentada de aquellos libros que sí he podido terminar, pero creo que será mejor ceñirnos a la idea original: saludar, insinuar una vaga declaración de intenciones y poco más. Al menos de momento. Quizá (que coño “quizá”, si ya he empezado) en los próximos días me ocupe de desgranar aquellas lecturas, dedicarles el tiempo que merecen, incluso más, pero no será hoy. Hoy no. Porque, no nos engañemos, todos sabemos que por encima de las quinientas palabras no hay dios que aguante a un post así sea de lo que sea.
Y no seré yo la excepción.
P.D. He llamado a este post 2.0 por razones obvias. Ignoro qué Medicina nos deparará el destino pero sí puedo asegurarles una cosa: volveremos a hablar de literatura; de la de verdad y de la otra. Que ya iba siendo hora, también, tanto Netflix tanta hostia.
Bienvenido de nuevo al mundo, en todos los sentidos de la expresión.
ResponderEliminarGracias, hermanísima. A ver cómo nos va. ;)
EliminarQue digo yo, que ya ha pasado el tiempo suficiente como para recuperar las ganas de ser quien en su día Usted fue. Más que nada porque se le echa de menos. Más leer y menos internet.
ResponderEliminarBueno a mí de abusar de internet se me puede acusar poco. De lo que sí, de no leer, pero estamos en tránsito.
EliminarYo también creo que ha pasado ya tiempo suficiente.
Te estábamos esperando...
ResponderEliminarGracias. A poco estuvieron de esperar para nada, eh.
EliminarMola, claro.
ResponderEliminarGracias
Hola Alberto. Un placer verte otra vez por aquí.
EliminarPues aquí estamos para seguir comentando la jugada. Rebienvenido sea. Yo ya estoy echado a perder. Ni libros ni cine ni series. No puedo con nada, me di por vencido.
ResponderEliminarBueno, seguro que podemos arreglarlo.
EliminarNi he leído el post, lo haré mañana más fresco, que hoy ya es tarde, pero ni te imaginas las ganas que había de volver a leerte.
ResponderEliminarGracias, muchas gracias.
EliminarBienvenido, será interesante, como siempre, leerte.
ResponderEliminarCrucemos los dedos.
EliminarSe agradece su regreso.
ResponderEliminarEl otro día, decía Claudio Magris en El País que no podía leer durante el confinamiento, que los libros se le caían de las menos. Más o menos como usted. Yo tengo que reconocer que nunca leí tanto como en esos meses. No sé si debería sentirme culpable...
Sí, he leído a mucha gente quejándose de lo mismo. No sabía lo de Magris. ME consuela, de algún modo. Alguien debería pararse a analizar esto de por qué unos sí y otros no siendo en muchos casos perfiles tan similares.
EliminarNos alegraremos mucho si esto vuelve a ser lo que fue. Alguien tiene que decir ciertas cosas que si no, confinado, uno puede empezar a pensar que es el único del mundo que ya no puede más con la tontería narrativa en general.
ResponderEliminarOjo: no sé lo que va a ser. NO estoy por la labor de volver a leer mierdas solo por darme el gusto de destrozarlas. Está vez habrá que hacerlo gratuitamente. Más gratuitamente, quiero decir.
EliminarMenos cháchara y más raja.
ResponderEliminarToda la razón.
EliminarPerdonen que haya tardado tanto en contestar. Problemas técnicos, me temo, ya resueltos.
ResponderEliminarLe conocí cuando cerró el quiosco. No sé de cómo me llegó el ruido de la persiana al alzarse de nuevo. Me alegro mucho. Entro. Cerrado (o desatendido) ha sido todo un acontecimiento leer lo que dijo. En esta nueva versión hasta le concedo el beneficio de la duda. Me alegro mucho. Gracias por lo que aporta.
ResponderEliminarMuchas gracias, muy amable. No lo merezco y eso, pero gracias igualmente.
EliminarTongoyyy! Q alegría verte de volta. Botámoste moitísimo de menos. Unha aperta.
ResponderEliminarMoitas grazas. Tamen eu me botaba en falta. Agora estou coma un neno con zapatos novos. Aperta.
EliminarAperta, caro. Non sabes o que te botei de menos. Viva Tongoy!!!
ResponderEliminarmoitas gracias, confío que o disfrute coma antes. Imos falando.
Eliminar... Sin pecado concebida... ya tenía ganas ya, y va y cuanto menos esperas, apareces. Me alegra saber que vuelves con tus mordaces críticas. saludos desde Valencia
ResponderEliminarQué bonito Valencia. Muchas gracias.
EliminarMadre mía, ¡¡debo de ser la última en enterarse de tu advenimiento!! En mi defensa diré que estoy bastante a por uvas... pero me has alegrado el lunes. ¡¡Bienvenido, maestro!!
ResponderEliminarEhhh, mira quién ha venido. Si lo llego a saber me arreglo un poco. Que bueno verte, Debo. A mí también me has alegrado el lunes (aunque hoy sea jueves, pero he estado liado).
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