miércoles, 31 de agosto de 2022

“Temporada de huracanes” de Fernanda Melchor

Me he empeñado en reseñar cada lectura (de modo que no esperen las Obras Maestras de la Crítica Literaria a las que estaban acostumbrados) pero realmente no hay mucho que decir de esta novela que, según me cuentan, ha sido la obra más aplaudida y comentada en México en los últimos 5 años. “Todo un fenómeno”. Que cinco años no es nada, ya sabemos, pero AUN ASÍ.

Y es porque no me sugiera nada por lo que me cuesta entender la razón de tanto elogio y desmesura, pero qué sabré yo de literatura mexicana contemporánea más allá de Rabasa, Saldaña Paris, Ruiz Sosa, Arriaga, Bellatín, Monge, Luiselli, Enrigue, Herrera, Herbert, Velázquez, Ignacio Taibo II, Nettel, Villoro, Navarro o las reseñas en Goodreads de Julieta Venegas. Pues no les voy a engañar: nada, la verdad. Con todo, y desde la supina ignorancia, insisto: me extraña, sobremayúsculamente, que esta novela de Fernanda Melchor, que el fin y al cabo es pura forma sobre un fondo ligeramente descafeinado, haya sido lo más comentado de los últimos cinco años, sobre todo si tenemos en cuenta recientes y llamativas novelas de Ruiz Sosa o Brenda Navarro donde además del argumento el estilo es también un valor a tener en cuenta y no en menor medida que en Melchor.

Porque, las cosas como son, al final todo se reduce a doscientas veinte páginas de esto:

«Le decían la Bruja, igual que a su madre: la Bruja Chica cuando la vieja empezó el negocio de las curaciones y los maleficios, y la Bruja a secas cuando se quedó sola, allá por el año del deslave. Si acaso tuvo otro nombre, inscrito en un papel ajado por el paso del tiempo y los gusanos, oculto tal vez en uno de esos armarios que la vieja atiborraba de bolsas y trapos mugrientos y mechones de cabello arrancado y huesos y restos de comida, si alguna vez llegó a tener un nombre de pila y apellidos como el resto de la gente del pueblo fue algo que nadie supo nunca, ni siquiera las mujeres que visitaban la casa los viernes oyeron nunca que la llamara de otra manera. Era siempre tú, zonza, o tú, cabrona, o tú, pinche jija del diablo cuando quería que la Chica fuera a su lado, o que se callara, o simplemente para que se estuviera quieta debajo de la mesa y la dejara escuchar las quejas de las mujeres, los gimoteos con los que salpimentaban sus cuitas, achaques y desvelos, los sueños de parientes muertos, las broncas con aquellos aún vivos y el dinero, casi siempre era el dinero, pero también el marido, […]»

Brevemente.

La historia comienza cuando una bruja maruja es defenestrada y tirada a río. Simplificando hasta la náusea, la novela es la recreación, desde varios puntos de vista, de las maneras y los motivos de este crimen, incluyendo introducción con los sinsabores de la victimada. A medida que la novela avanza la historia retrocede en un intento de dar una respuesta coral a los desencadenantes.

El atractivo fundamental reside en el México rural que describe Melchor, que es negro como un pozo sin fondo, poblado por auténticos monstruos y donde solo hay víctimas, unas de los hombres, otras de las circunstancias. Lo rural es lo que tiene. Pero como esta película ya la hemos visto, no solo en México sino también en Knockemstiff o Yoknapatawpha, por citar solo dos lugares comunes, la sensación que se tiene a medida que se avanza en la lectura (y mira que es chiquito el libro) es que más allá del estilo, que tampoco me parece que sea para tanto, no hay mucho más ni qué rascar ni en qué profundizar. Quiero decir con esto que si ya otros lo han hecho mejor y más miserable, para qué.

Y si no es la estructura y si no la historia y si no es lenguaje entonces qué es ello que llama tanto la atención e invita a tanto elogio. Pues mira, no lo sé. Quizá lo truculento, que nos llama. Quizá que lo necesitamos, nada más: un éxito de masas o descubrir una autora agazapada tras un arbusto en algún lugar de la frontera.

O quizá simplemente está todo tan mal que ya nos vale cualquier cosa.

Con todo: México lindo. Seguiremos probando. También con Melchor.

6 comentarios:

  1. Gracias por la reseña. Por ahora, me ahorro el libro. Por cierto, tu blog está huérfano del inmenso Roberto Bolaño. ¿Para cuándo Estrella distancia, Los detectives saljaves, El Tercer Reich, Putas asesinas...?

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    1. No se pueden hacer idea de la pereza que me da Bolaño. Pero bueno, haremos el esfuerzo.

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  2. Respuestas
    1. Vale. Si leo alguno, será este. Lo compré ayer. Miro de hacerle un hueco pero ya les adelanto que Bolaño está lejos de ser una prioridad.

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  3. Se agradece, Tongoy. A mí me encandiló, en especial los detectives salvajes. y eso que no empecé bien con Nocturno de Chile, pero los detectives creo que llegaron en el momento correcto.

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  4. Qué buena medicina que me cura de querer leer esta novela. Saludos cordiales desde Lima.

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