De: Carlos González (lamedicinadetongoy@gmail.com)
lunes, 31 de enero de 2011
Correspondencias: EL DIABLO RUSO (Segunda Parte)
De: Carlos González (lamedicinadetongoy@gmail.com)
viernes, 28 de enero de 2011
Correspondencias: INTROITO (Primera Parte)
De: Carlos González (lamedicinadetongoy@gmail.com)
Enviado el: lunes, 17 de enero de 2011 12:36
Para: Oblómov Varese (oblomov.varese@gmail.com)
Asunto: Rescatándote del olvido
(Continuará)
viernes, 14 de enero de 2011
Una crítica constructiva de "Alba Cromm", de Vicente Luis Mora
(1) Cuando Vicente, en su blog, respondía en los comentarios de la entrada a quien le preguntaba por los motivos de desvelar la autoría del artefacto que es Quimera 322, hablaba de “tantear, testar, probar, poner en cuestión, examinar la capacidad de recepción crítica de la crítica y la autorización de los procesos autoriales”, y añadía: “Había otras intenciones, ya expuestas en el blog, y otras más que saldrán en la entrevista en el próximo número, y otras más que me guardaré, cuidadosamente, para mí.” Y son estas últimas palabras las que, desde entonces, no he podido quitarme de la cabeza: quizá entre esos secretos inconfesados estaba el deseo de un resarcimiento frente a la incomprensión de Seix Barral. Puede que me equivoque, puede que no: en mi fuero interno me inclino por esto último y así aprovecho para sentirme mejor al ver como se hace justicia.
miércoles, 12 de enero de 2011
Pablo Gutiérrez
Pablo Gutiérrez, (joven y onubense, por si les interesan las informaciones complementarias, inútiles, pero un tanto inevitables cuando de lo que hablamos es de los seres humanos que escriben novelas como forma de acercarnos a ellas –a las novelas- sin afrontar ninguna en concreto pero también sin pretender meternos donde no nos llaman, esto es, en la vida privada de los demás, siendo en este caso “los demás” Pablo Gutiérrez, a quien no tengo el placer de conocer, como enseguida comprobarán), es ese tipo de camiseta rayada y chaqueta de piel que ni se afeita ni se peina cuando le van sacar una foto o que se peina y se afeita precisamente como queriendo dar a entender que no sabe que le van a hacer una fotografía cuando no es así y que además es capaz de dos cosas tan increíbles como son: no llamar la atención en la cola de la panadería y ser el artífice de novelas especializadas en ganar premios (siendo últimamente éste –ganar premios- un oficio un tanto denostado). Si Pablo Gutiérrez fuese mi vecino y se le cayese del bolsillo la lista de la compra en el Eroski de la esquina yo podría hacerme con ella, venderla y verla publicada como una pequeña obra maestra, de insultante y lúcida sencillez, acerca de los Usos y Costumbres del español de clase media de cualquier barriada decadente del sur en el próximo Granta, eÑe o Quimera. Porque Pablo Gutiérrez es ese tipo capaz de escribir como nosotros no sabemos –cubriendo así la parte mínima exigible de calidad de cualquier editorial que se precie- esa cosa tan perequiana que es lo que pasa cuando no pasa nada; ese capaz de encontrar apasionantes historias donde antes no había nada más que muros de cemento, plazas adoquinadas, templos vacíos o parque infantiles con bancadas de madera, madres aburridas y niños insatisfechos o esos mismos parques, esos mismos bancos, madres insatisfechas y niños aburridos. Y además Pablo Gutiérrez tiene una costumbre de lo más incómoda para los cazadores de talentos, del tipo que estoy siendo yo ahora, un sector en el que me incluyo temporal, única y exclusivamente por motivos profesionales: finge no existir. Y lo hace bien, diría que mejor de lo que escribe, de modo que imagínense. Si no lo hubiese visto video-registrado, siendo entrevistado con motivo de la presentación de “Rosas, restos de alas” pensaría que es invisible; pensaría que no existe nada mas que en mi imaginación y las librerías de medio país. Sin ir más lejos, ayer mismo (no siendo “ayer” ayer sino el día inmediatamente anterior al momento de escribir esto) quise localizarlo y agregar(me)lo en Facebook, pero no pudo ser: prueben ustedes a escribir Pablo Gutiérrez en el buscador de la red social y entenderá porqué. Hoy (no siendo “hoy” etcétera etcétera) lo busco nuevamente en la red, haciendo googling, con idénticos resultados. Ni adjetivándolo, ni etiquetándolo, ni poniéndole una vela a santa tecla soy capaz de dar él. Lo más parecido cercano a su persona, a lo que tengo (lo que puede entenderse como) fácil acceso, es la editorial que publicó su último (y premiado) libro: Lengua de Trapo. A ellos, a través de ese misterioso y anónimo contacto conocido como “info”, les acabo de enviar el siguiente correo:
Buenos días,
Mi nombre el Carlos González, soy el autor del blog "La medicina de Tongoy" (1). Estoy interesado en escribir una reseña (elogiosa -si acaso esto sirviera de acicate a mi propuesta-) sobre Pablo Gutiérrez. En esa reseña, que escribo cuando escribo esto, hablo, entre otras cosas y de una forma un tanto tangencial, de lo que está ocurriendo mientras hablamos y que tiene que ver con las dificultades, enormes, de llegar hasta el autor. No busco entrevistas, ni libros gratis, ni autógrafos en el pecho o en una camiseta con su rostro sonriente en blanco y negro, no soy un groupie, no tengo plaza en sanatorio alguno, ni practico la magia negra. Nada más lejos de la realidad. Mi única intención es la más humilde de todas: agradecerle haber escrito (y a ustedes publicarlo) un libro tan magnífico como "Nada es crucial". En su momento (2) hice una breve referencia a ella, al situarla entre una de la mejores lecturas del 2010, pero hoy, leyendo su anterior novela ("Rosas, restos de alas") caigo en la cuenta de lo injusto de la brevedad hacia el que considero (independientemente de las listas tipo "Granta") uno de los cinco mejores escritores españoles de 0 a 99 años.
Quisiera, en la medida de lo posible, que A) le hiciesen llegar este mensaje o B) me facilitasen su dirección de correo electrónico (estoy de acuerdo: esto quizá sea pedir demasiado y es por eso que lo hago con la boca pequeña -como última y desesperada opción-) para poder así concluir y publicar esta entrada un tanto atípica homenaje a un autor de trayectoria un tanto atípica también. En caso de no ser posible quedaría infinitamente agradecido que fuesen francos en la respuesta. Finalmente (como algo más que un recurso cortés) aprovecho para felicitarles por la magnífica labor editorial que realizan.
Atentamente,
(1) http://lamedicinadetongoy.blogspot.com/
(2) http://lamedicinadetongoy.blogspot.com/2010/12/lo-mejor-del-2010-1-parte.html
miércoles, 5 de enero de 2011
Carta a SS.MM. los Reyes Magos
(1) (y más concretamente tú, Baltasar, que gestionas mi cartera)