El archivo en el que escribo estas palabras lleva el mismo título que el encabezamiento de este post: #diariodelectura. Con esto lo que quiero dar a entender es que si ya nunca debieron esperar de este blog una reseña medianamente decente, ahora mucho menos. Ténganlo claro y nos llevaremos bien. Sirva pues, este espacio, a mis intereses personales —intereses que poco o nada pueden tener con el slogan promocional de este blog, aquello de ser la memoria de la literatura y estar por ello pie de guerra, etcétera— que no son otros que el enésimo intento de dejar por escrito las impresiones de las últimas novelas (o no) leídas para cuando el alzheimer y eso.
Dentro del género de terror está la categoría específica del niño que desaparece, ya sea porque alguien lo robe (el narrador, que pasaba por allí) ya porque echa a correr y cae en un armario, que para el caso es lo mismo. Pues bien, en esta novela eso es exactamente lo que pasa: que desaparece un niño. Y la cosa está en ver cómo (si fue el león, la bruja o el armario) y por qué, para lo cual la narradora concentra en algo menos de doscientas páginas (gracias, por cierto) la historia, muy resumida, de cuatro generaciones de mujeres y su relación entre ellas desde una casa construida años antes por el pater familias, un tipo despreciable en grado sumo que empieza de putero y termina como se merece.
Sin rodeos: Carcoma es una novela “con” casa encantada, que no “de” casa encantada porque aún habiendo en la choza motivos suficientes para dos trilogías, Layla Martinez concentra sus esfuerzos en hablarnos de quien la habita, a saber: la bisabuela, la abuela, la madre y la nieta, siendo la segunda y la cuarta quienes que se reparten la voz cantante en capítulos alternos en los que, con la excusa de explicarnos la milonga del niño en cuestión, desarrollan largo y tendido el drama familiar de ser pobre y encima no saber rodearse de otra cosa que hijos de puta.
Se ha cogido la costumbre, cuando se habla de este libro, de hablar de feminismo, violencia de género o lucha de clases, así como de venganza y justicia a raudales y, bueno, sí; sí pero y qué. Sí, pero y nada. Que no les líen: Carcoma funciona porque hay una vieja medio cabrona y una nieta que es el mismo demonio y una casa encantada y un fantasma o dos o ciento y la madre en medio puñado de páginas. Y encima desaparece un niño. Y un libro puede ser la hostia porque es la hostia o puede ser la hostia por comparación, porque estamos tan acostumbrados al truño y al tocho que nos dan un aquí te pillo aquí te mato mínimamente decente y ya nada más que “queremos a Layla”.
Jeje, quería leerlo y ahora, tras leer tu reseña, ya no sé si sube puestos en la lista de pendientes o baja varios de golpe...
ResponderEliminarAcabo de terminarlo. Es drogaina pura. Da lo que promete, esto es: lectura entretenida y disfrutable. Pero además añade un par de extras que la acaban de redondear: unos temas de enjundia, una voz original y una pizca de riesgo estilístico.
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