A continuación, el repaso habitual a las lecturas de este mes que llega a su fin. Hoy acabaremos pronto, de hecho si llego a las quinientas palabras podemos darnos con un canto en los dientes.
“La verdad en la ilusión” de Luis Antón del Olmet fue mi primera lectura. Recibí, por sorpresa, el libro de la propia editorial y me puse con él casi inmediatamente, animado por el interés que siempre despierta un hombre que se asoma al futuro. Pero, lo siento, no puedo con cierto humor: «A mí, al escuchar todo aquello, me sentía cada vez más anarquista. De buena gana le hubiera dado un puntapié al tinglado ridículo de aquella civilización absurda, y hubiese plantado sobre las ruinas del intelecto una plebeya y fragante mata de claveles.» (RESEÑA)
“Limbo” de Agustín Fernández Mallo ha sido la más reciente reseña. No creo que quede mucho por decir. Mallo es un producto interesante, sus novelas no tanto. Sabrá Alfagura lo que quiere vender, yo sé que no volveré a comprar. (RESEÑA)
“Mientras los mortales duermen” de Kurt Vonnegut. Libro que incluye "mejores y peores" relatos rescatados del olvido. Fue publicado hace ya unos años por Sexto Piso. Se agradece el rescate, pero lo cierto es que es una colección que no invita al entusiasmo aunque ya quisieran muchos escribir relatos la mitad de buenos que estos. Con todo, es Vonnegut, joder.
“La vida secreta de Walter Mitty” de James Thurber es una colección de relatos que leí única y exclusivamente por culpa de la película de reciente estreno. Película que, ahora lo sé, me perderé. Es una colección de relatos curiosa, algo desapasionada, pero que sirve para dibujar el perfil del hombre de los cincuenta, con sus aspiraciones, sus desengaños, sus frustraciones, sus fantasías, sus quiero y no puedo. Todo eso de lo que somos tan dignos herederos.
“Consejos para niñas pequeñas” de Mark Twain. Consejos para las niñas pequeñas, pese al título y apariencia infantil, no es un libro apto para tiernos infantes y no lo digo únicamente por la elaborada prosa: «Si en cualquier momento consideras adecuado castigar a tu hermano, no lo hagas con barro, nunca, bajo ninguna circunstancia, le eches barro, porque le ensuciarás la ropa. Es preferible rociarlo con un poco de agua hirviendo, puesto que así obtendrás los resultados deseados. Te asegurarás de que preste atención a las lecciones que tratas de inculcarle enseguida y al mismo tiempo el agua caliente eliminará las impurezas de su persona y probablemente también de su piel, incluidos los granitos.»
“El coloquio de los perros” de Miguel de Cervantes, me acompañó durante un par de noches de obligado insomnio. Viendo que la cosa (del insomio) no quedará en casual, pronostico numerosas lecturas y relecturas de clásicos populares. Divertido (a ratos) experimento metaliterario del amigo Cervantes incluido en sus memorias ejemplares que tendrá una reseña un tanto especial.
“Ánima” de Wajdi Mouawad. Bueno, Wajdi Mouawad. Palabras Mayores. El post inmediatamente anterior puede dar un pista. Cuando escribo estas palabras estoy a nada de terminarlo, apenas ochenta páginas; cuando las publique, estaré con la reseña.
“El lazarillo de Tormes” (Anónimo). ¿Recuerdan lo que les acabo de contar de las noches de obligado insomnio? Aquí otro ejemplo. Habrá reseña, hasta entonces, me reservo la opinión.
MARZO
Ah, marzo, marzo.
Viendo que de la previsión de lecturas de febrero que hice en enero sólo leí un libro (ni uno más) me voy a saltar esta parte de promesas que no cumplo jamás. Sospecho que sí caerán “Los Modlin”, más que nada porque lo tengo bastante avanzado. Mismo caso con “El patrón” de Goffredo Parise y “Frankenstein” de Mary Shelley. Seguramente añada “Washington Square” de Henry James y “En las montañas de la locura” de Lovecraft, aprovechando que ambas son reediciones y que no hay mejor excusa que esta para (re)leer a los clásicos. En el apartado “comic”, “Órbita 76” de Gabriel Noguera. Y luego está lo nuevo de Rodrigo Fresán ("La parte inventada") que una me va y otro me viene.