A continuación -y por riguroso orden cronológico- lo de siempre: el resumen resumidísimo de todo lo que servidor ha leído unas veces y se ha tragado otras durante el recientemente fallecido mes de junio. (Incluye abandonos.)
El mes no podía empezar mejor, o eso pensaba yo entonces: iba a leer la esperadísima y no tan nueva novela de Aurora Venturini, "Nosotros, los Caserta". Después de la excelente “Las primas” todo invitaba a pensar que me iba a encontrar otra demostración de genio y de hecho así lo pareció durante un número considerable de páginas. Pero aquello no iba a más sino a menos y acabé dejándome llevar hasta el final de la susodicha porque soy bondadoso en grado sumo, no porque valiese la pena. Pero todo tiene un límite y cuando después de una lectura mediocre viene otra directamente aburrida pues me pasa lo que le pasaría a cualquiera: que estallo. Las manchas de sangre todavía salpican este blog en una entrada conocida como “Crónica de un enfado monumental (y dos reseñas salvajes)”. En ella encontrarán explicación a lo que digo así como la reseña de lo que acabó siendo el primer abandono del mes: “El frente ruso" de Jean-Claude Lalumiere, la pobrecita novela -hoy siento pena de ella- que acabó cargando con una culpa que no era toda suya.
Cuando uno elige tan mal como lo estaba haciendo yo entonces lo mejor es echarse a un lado y dejarse hacer. La bibliotecaria, una mujer en extremo amable, me llamó en el momento más oportuno para decirme que podía pasar a recoger "Knockemstiff" de Donald Ray Pollock, una colección de relatos que tenían en común el lugar en el que se desarrollaba la acción: uno de los peores lugares de la tierra para vivir. Nacer en Knockemstiff es nacer jodido. Los cuentos magníficos, pero no todos. De quedarme me quedaría con los primeros lo cual me hace pensar que puede ser más un problema de cantidad que de calidad. Juzguen ustedes mismos. Inmediatamente después llegó el segundo abandono del mes pero no por las causas que imaginan. Se trataba de "La herida de Spinoza. (Felicidad y Política en la vida postmoderna)" de Vicente Serrano, ganador del premio Anagrama de Ensayo, que gira en torno a la figura de Spinoza y su filosofía. Me pareció interesante en su momento pero no tardó en hacerse evidente lo erróneo de afrontar al filósofo sin unas bases más firmes. No descarto leerla en un futuro.
Después le tocó el turno a “En la carretera: el rollo mecanografiado original” de Jack Kerouac. Ya he dicho por activa y por pasiva en entradas anteriores que me gustó mucho -de hecho fue lo mejor del mes- pero ya no digo más. Cuando tenga tiempo, ganas y el cuerpo a favor acabaré el post que tengo a medias y lo hablamos con la calma que se merece.
De las siguientes puede que hayan leído las entradas que les dediqué este mismo mes pero también puede que no. Para los más vagos, aquí va la versión corta de:
- "Acceso no autorizado" de Belen Gopegui es algo así como la versión “que pienso yo de todo esto de la crisis y qué me gustaría que hubiese ocurrido con según quién en según qué caso”. El problema de la novela es que todo lo que insinúa es demasiado evidente y la autora se olvida de dejar algo a la imaginación del lector. Por otro lado está tan vinculado a un momento concreto que me juego lo que quieran a que envejecerá fatal y de aquí a seis meses nadie la recordará.
- "El espíritu de mi padre sigue subiendo en la lluvia" de Patricio Pron es una interesante novela que trata sobre padres, hijos y dictaduras, la relación de unos con otros y la necesidad de reconciliar los recuerdos de cada uno con los de los demás (memoria histórica incluida).
- "Mi gran novela sobre la Vaguada" de Fernando San Basilio es una novela de las de leer y olvidar. Es un decir. Novela ligera e intrascendente pero divertida sobre el panorama laboral actual. Novela sobre los sueños rotos, vaya.
- "Sin límites" de Alan Glynn es un betseller cuya adaptación cinematográfica pueden ver estos días en sus pantallas. Thriller de intriga, acción trepidante, dinero a raudales, etcétera, etcétera. Un poco lo de siempre sólo que más trabajado y sin el regusto amargo de creer que esto ya lo habíamos leído antes.
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Las últimas lecturas del mes las tengo sin comentar porque están a remojo. Haré lo que pueda, lo prometo, pero a este ritmo voy a tener que plagiar la idea de ese blog solidario que ofrece reseñas de menos de 330 palabras. Si alguno quiere trabajar gratis en mi beneficio que me avise: estoy a favor de la explotación intelectual masiva. Eso sí, las reseñas han de ser claras, frescas y en la medida de lo posible, divertidas. Aquí no hace falta demostrar que se es muy listo porque es algo que se da por hecho.
Bromas aparte, "Nuestro trágico universo" de Scarlett Thomas fue una buena recomendación, una novela interesante e inteligente de las que predican con el ejemplo: para hablar de las historias sin historias se escribe una historia sin historia y se deja que lo descubra el lector solito. Bien por Scarlett. La única pega: los defectos de la edición. Una colleja para la editorial de mi parte por todo lo que clama al cielo, que es bastante.
"Confesiones de un comedor de opio" de Thomas de Quincey lo tenía empezado desde hace tiempo y lo fui leyendo a sorbitos. Tampoco se merecía más. Está magníficamente escrito, es verdad, pero se hace muy pesada y además el autor me fue cayendo más y más antipático a medida que avanzaba la narración pasando de parecerme un pobrecito huerfanito a un yonki snob medio hijo de puta. A ver si un día de estos me animo y se lo cuento con más detalle.
Después leí "Acantilados de Howth" de David Perez Vega. David es un individuo al que descubrí en la red gracias a su blog. Me gusta la forma sencilla y natural que tiene expresarse; una cosa llevó a la otra y acabé sintiendo curiosidad por su libro. Trata sobre la madurez, básicamente, sobre lo que es tener veintitantos y cruzar la barrera de los treinta y pasarlo unas veces mejor y otras peor. Su gran virtud: construir una ficción que cuesta cree que no sea real. De esto, casi seguro, habrá entrada en un futuro cercano. De momento llevo 460 palabras pero me voy a coger unos días libres y por eso David se va a quedar sin reseña hasta que yo esté bien moreno.
De “Residuos” de Tom McCarthy, mi última lectura, también prefiero hablar otro día. Es interesante (la novela, no lo que diré) pero quiero darle un par de vueltas antes de decir nada. Les adelanto una cosa: la lectura de esta novela ha mejorado la opinión que tenía de otra (ya buena de por sí): la última de Mercedes Cebrián, “La nueva taxidermia” que me voy a tener que volver a leer para estar completamente seguro. Ya hablaremos.
Y ahora lo siento pero debo dejarles por una mujer. Su nombre es Lucette Destouches y me tiene contar algunos secretos sobre Celine. Les tendré al corriente. Tengan un buen fin de semana.