Al respecto del artículo de Manuel Vilas publicado recientemente en el ABC (clic) hay una pequeña intrascendencia en la biografía de J.D. Salinger que resulta, en comparación, muy divertida.
En 1938 Salinger se matriculó en el Ursinus College (Pensilvania). Tenía 19 años. A pesar de que sus notas eran buenas y su experiencia allí la recordaría siempre con agrado, abandonó los estudios a los seis meses (aunque a finales de ese mismo año tomaría clases de Escritura). (Había decidido ser escritor; vivir de la literatura. Pero esa es otra historia). Entre sus numerosas ocupaciones en la universidad estaba encargarse de la columna de críticas teatrales, y en ocasiones también elocuentes noticias de sociedad universitaria, del semanario del centro, el Urnisus Weekly, que sospecho sería el equivalente a tener un blog hoy en día. Primero la llamó “Meditaciones de un sofista social: el diploma arrojado” pero pronto quedó simplemente como “El diploma arrojado de J.D.S.” Aunque nunca pudo considerarse “literatura” la columna fue un vehículo ideal para desarrollar su vena sarcástica y nunca tuvo reparos en criticar las novelas por ser falsas. De Margaret Mitchell, la autora de “Lo que el viento se llevó” dijo: “Por el amor de Hollywood, sería mejor para la autora reescribir ciertas partes y proporcionarle a la señorita Scarlett O’Hara un ojo ligeramente bizco, un diente roto o una talla 40 de pie”. Tampoco Hemingway se libró de su pluma: “Hemingway ha terminado su primera obra teatral extensa. Esperamos que sea digna de él. A nuestro parecer, Ernest, ha trabajado poco y babeado mucho desde El sol sale también, Los asesinos y Adiós a las armas”. No está mal para un chaval que no tenía ni 20 años.
Del artículo de Manuel Vilas en el ABC destaco por encima de todo el subtítulo, en este caso también conocido como “la promesa después incumplida de lo que se suponía que iba a tratar el artículo”: “Los blogs son ya una práctica habitual entre los escritores. Un arma de trabajo pero también un arma arrojadiza. La moderna trinchera de la que se sirven para dirimir sus disputas literarias”. Digo “incumplida” porque al leerlo (el subtítulo) pensé que me iba a encontrar con el despelleje de los blogs de escritores que tiraban a matar contra otros escritores en una suerte de guerra secreta de las letras españolas, algo tipo Rafael Reig vs Pérez-Reverte, para que me entiendan. Pero nada más lejos de la realidad: lo que me encontré –y lo que se pueden encontrar ustedes si lo visitasen (no lo hagan, ya les resumo yo)- fue una tontería supina carente de todo interés. Vilas se dedica a contarlos lo que (casi) todo el mundo sabe: que A, B y C tienen blogs, que los usan para hablar de lo bien que les va y lo simpáticos que son. Unos son más divertidos (estos son los favoritos de Vilas –y los míos- y supongo que por eso no hace otra cosa que leerme noche tras noche) que otros, que son mas eruditos y quieren competir en periodismo cultural a golpe de intelectualidad. Yo ese tipo de blogs los uso mucho para curarme el problema del insomnio. No voy a dar nombres porque ya lo hace Vilas y además no es un asunto criticable; cada uno hace con su blog lo que le place. Mírenme a mí, todo el día escribiendo chorradas. Lo que sí es criticable es que nos venga (Vilas) con que los blogs de los escritores “sirven para dirimir sus disputas literarias” cuando ni va a hablar de eso ni se lo cree. Lo que pasa entre los blogs de escritores es un peloteo continuo de yo te leo tú me lees nosotros nos leemos y si no nos gusta nos callamos (o lo disimulamos escribiendo artículos ininteligibles (ahora mismo pienso en uno que leí hace poco sobre el “Richard Yates” de Tao Lin)).
Bueno, pues todo esto no viene a cuento de nada serio, es que tenía cinco minutos libres y me apetecía compartirlos con ustedes. Quiero decir que la crítica mordaz de verdad, la que pondrá a parir a los blogs literarios de escritores, no es esta. Esa la tengo todavía sin escribir porque cada vez que lo intento me da un ataque de risa y me tengo que ir corriendo al baño a mear para no hacérmelo encima. Pero para que no se vayan ustedes sin moraleja para casa les diré que de todas las críticas feroces de escritores o bloggers o columnistas o articulistas o simples pazguatos me quedo con las de Salinger, que no temía decirle las verdades a monstruos de la talla de Margaret Mitchell o Ernest Hemingway. Imagínense lo que hubiera hecho (de no morirse el pobre y vivir más cerca) con Javier Marías, Julia Navarro, Pérez-Reverte o Matilde Asensi, por poner cuatro ejemplos de escritores que todos conozcamos. Qué pena, qué pena.
Mi relación con los susodichos: con Salinger tuve siempre -hasta que se me murió - una relación fantástica y estrechísima, como casi todo el mundo. Con Vilas no, y eso que está vivito y coleando. No lo conozco de nada: ni lo amo ni lo odio (aún siendo colaborador de Quimera). Sus electrocardiogramas no me interesan especialmente y lo único que le leí (España) me dejo entre frio y tiritando. Aún así, el mayor de los respetos para él.