lunes, 31 de enero de 2011

Correspondencias: EL DIABLO RUSO (Segunda Parte)

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De: Carlos González (lamedicinadetongoy@gmail.com)
Enviado el: martes, 18 de enero de 2011 12:53
Para: León Tolstoi (lev.n.tolstoi@gmail.com)
Asunto: Re: Agradecimiento


Estimado León Tolstoi (me mata escribir esto):

Gracias por sus sinceras palabras. Me ha divertido descubrir cómo llegó hasta La Medicina de Tongoy y constatar que en el fondo mi poder de convocatoria es menor de lo estimado. Me deja usted anímicamente hecho una piltrafa, que lo sepa. Es broma. La realidad es que su correo me ha ayudado a coger confianza y eso da rienda suelta a las payasadas que vendrán a partir de ahora.

Me alegra que nombre “Los dos húsares” de León Tolstoi porque precisamente lo leí el otro día y disfruté mucho de él. Mi problema es que cada aproximación a Tolstoi me hace sentir unos irrefrenables deseos de volver a ver Doctor Zhivago y a todo no se puede estar. Estaré encantado, si lo desea, de departir sobre él con usted.

Nuevamente, gracias. Prometo (con la boca pequeña) regalarle la vista con alguna entrada a libros que puedan ser de su interés.

Atentamente,


P.D.: Me he puesto en contacto con Oblómov Varese y lo he visto con el buen humor habitual (que en una escala normal tiende a ser más bien escaso). Eso me hace albergar esperanzas sobre alguna nueva entrada en un futuro cercano. Insistiré, si me lo permite, con el argumento del espíritu del escritor ruso como seguidor incondicional pero no le prometo nada: el entusiasmo, con Oblómov, tiene el efecto contrario al habitual y acaba terminando en espantada, ofreciendo la callada por respuesta.









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De: Carlos González (lamedicinadetongoy@gmail.com)
Enviado el: martes, 18 de enero de 2011 15:12
Para: Oblómov Varese (oblomov.varese@gmail.com)
Asunto: Re: Rescatándote del olvido

Querido Oblómov:

¡Qué bueno volver a leerte! ¡Cuánto echaba de menos tu necrotizado sentido del humor, tus frases lapidarias y ese derroche de mordacidad! He estado a nada de hacerte un epitafio pynchoniano en La Válvula de Espato, pero me ha frenado el sentido del ridículo (y que fuese un espacio común con un contenido tan temático (¡ah, si fuese sólo mío!)). No temas por las ausencias, no me molestan, simplemente me sorprendió la duración de esta última, pero también entiendo que el motivo está más que justificado. Y aún no estándolo…, qué remedio.

Siento la muerte de tu amigo. Nunca sé que decir en estos casos y éste no es una excepción. Permíteme pasar de puntillas por ello y deja que ocupe de esa otra parte del correo que más impresión me ha causado: ¿Qué ocurrió en ese tren? ¿Qué fue “eso” que ha cambiado tu vida? ¿En qué sentido lo ha hecho? ¿Qué ocultas en casa que no quieres mirar, que no puedes hablar de ello? No me dejes con la duda, O., por mucho mal que te haya hecho. Me he acordado, cuando lo contabas, de aquella curiosa historia que tuvo como protagonista a Nietzsche. No sé si la conoces. Resulta que el filósofo, paseando por Turín a comienzos de 1988, se abrazó al cuello de un caballo caído que estaba siendo objeto de un brutal maltrato por parte de un cochero. Lo más curioso del asunto es que ese acto tan sencillo (demostración palpable del poder de la literatura en la filosofía), que daría comienzo a lo que luego sería considerada “la locura de Nietzsche”, fuese la repetición, bastante fiel, de una situación vista en Crimen y Castigo de Dostoievski (concretamente en el capítulo cinco de la primera parte) en la que Raskólnikov, durante un sueño que lo retrotrae a la infancia, dominado por la compasión, se acerca al cuello de otro caballo que estaba también siendo objeto de la violencia desmedida de unos campesinos borrachos y lo “coge el hocico inmóvil y ensangrentado y lo besa; besa sus labios, sus ojos..”.

Quedo a la espera. A la espera y ansioso. A la espera, ansioso y taquicárdico.

Un abrazo,



P.D.: Tolstoi ha hablado conmigo. Je. Me encanta tener mi propio Tolstoi, pero, ¿por qué me tocarán todos los raros? ¿Qué interés les persigue, Oblómov mío; qué tengo yo que mi amistad procuran? Es decir, ya sé que empecé yo el cruce de correos, pero fue él quien dio antes conmigo. Por cierto: la nueva imagen “freak” de Tongoy, por si sientes curiosidad, responde en parte a eso (siendo “eso” la fauna que lo habita) y en parte al irresistible atractivo de la fotografía que me sedujo desde el primer instante. Y ahora transmito el mensaje Tolstiano: “Escriba usted que yo le leo”. Si me dicen eso a mí seis veces tengo una erección; con doce, consumo. La cita está sujeta (la he sometido yo) a libre interpretación: él dijo otra cosa pero quería decir esto. Atiende a tus fans, Oblómov, y deja ya de joder con epifanías.








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De: Oblómov Varese (oblomov.varese@gmail.com)
Enviado el: martes, 19 de enero de 2011 02:00
Para: Carlos González (lamedicinadetongoy@gmail.com)
Asunto: Re: Rescatándote del olvido


Amigo Carlos:

Gracias por las condolencias. No es necesario que digas nada. Por poner una nota de humor: mejor nos hubiera ido a ambos si no hubieses dicho tantas cosas. No sé si aprecias el chiste: se me dan peor que a ti consolarme.

Que no te atormente el misterio de mi viaje pues he decidido hablar de ello y contar lo que ocurrió y ocurre. Sé que no has creído nunca en la existencia de mis fantasmas pero te lo diré igualmente: anoche me visitó uno de ellos mientras dormía y a través de los sueños me dijo lo que debía hacer para exorcizar este demonio que habita en mi hogar, oculto en el zapatero, desde que volví. Precisamente ahora estaba en ello ―por eso rechacé tu invitación a chatear (por eso y porque no te soporto en directo)― reconstruyendo lugares y personajes en la medida en que puedo fiarme de mis recuerdos de estas semanas, enturbiados como están por el terror vivido.

Sé que todo esto suena a fantasía gótica y sé también que no estás creyendo ni una palabra pero, a estas alturas y tal como veo las cosas desde esta nueva perspectiva, me trae completamente sin cuidado lo que creas o dejes de creer. Te contaré lo que ocurrió y de ti, y de los demás, dependerá creerlo o no. Hay demonios, Carlos, demonios que quieren acabar conmigo. Con nosotros.

Ahora no más. Mañana. Hablaremos mañana.

Recibe un fortísimo abrazo,



P.D.: Carlos, ándate con ojo: no sabes quién es ese Tolstoi ni de lo que es capaz. Sé por experiencia propia que tienes una peligrosa querencia a dejarte llevar por el entusiasmo con toda cuanta fauna literaria se preste a cruzar dos palabras contigo, incluido servidor, máxime cuando esas palabras vienen acompañadas de elogios. Te lo diré una sola vez: los elogios que vienen de los amigos, aunque sean supuestos como éste, son peligrosos porque enaltecen nuestro ego y van justos de objetividad. Ahora ya sabes por qué nunca he piropeado tu blog. Bromas aparte, ten cuidado. Pisa firme y no des más confianza que la justa. Incluso a mí. En estos momentos, especialmente a mí.






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De: León Tolstoi (lev.n.tolstoi@gmail.com)
Enviado el: martes, 19 de enero de 2011 08:59
Para: Carlos González (lamedicinadetongoy@gmail.com)
Asunto: Re: Agradecimiento


Estimado Carlos:

Me alegra que conozca el arte del Tolstoi original y no el sucedáneo que soy yo pero me alegra mucho más que le haya gustado. Ahora que con los años me he vuetlo vuelto innaturalmente prudente ya no me ocurre pero de joven solía tener una reacción similar a la suya cuando me enfrentaba, desde la ignorancia, a la lectura de los clásicos rusos. No sólo me cambiaba el humor sino que adoptaba el de aquel personaje de la obra con el que más me identifique o cuyo poder de atracción parecía mayor, en ocasiones engolando la voz y vistiendo el frac de mi abuelo. Creo recordar que cuando leí aquel relato por primera vez me dio por jugar al bacarrá y seducir mujeres eslavas, ya ve usted qué locura. Tenía entonces diecisiete años y era un auténtico cretino.

Estaré encantado de departir con usted sobre Tolstoi y sus personajes pero bajo ciertas estrictas condiciones: sepa que soy de un rigor kantiano, como el maestro, y que no cejaré hasta que usted también lo sea puesto que no hay mejor modo de entenderlo que sumergiéndose en su filosofía. Lo que le ofrezco es mi colaboración a cambio de su alma. Veamos ahora hasta dónde llega ese fervor literario del que tanto alardea.

Atentamente,


P.D.: Si tiene usted a bien le dice de mi parte al buen Oblómov que me daré de alta en su blog en el momento que vuelva por sus fueros artístico-literarios. Dígale que también que tengo una propuesta que hacerle: puedo curar el mal oblomovista que padece. Son recetas, las que le ofrezco, de estricta observancia pero que le garantizarán el éxito en cualesquier empresa que lleve a cabo sin por ello obligarle a llevar una moral de ninguna clase, imperativos categóricos incluidos. Háblele, insístale, haga el favor: podemos reconducir su desidia. Garantícele que yo personalmente velaré por el éxito de la cura. A pesar de sí mismo, si fuese menester.


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