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De: Carlos González (lamedicinadetongoy@gmail.com)
Enviado el: lunes, 17 de enero de 2011 12:36
Para: Oblómov Varese (oblomov.varese@gmail.com)
Asunto: Rescatándote del olvido
Estimado Oblómov:
“Si usted tiene aficiones a la atorrancia; si a usted le gusta estarse ocho horas sentado y otras ocho horas recostado en un catre, si usted reconoce que la divina providencia lo ha designado para ser un soberbio "squenun" en la superficie del planeta, múdese a las inmediaciones de Canning y Rivera. Todas sus ambiciones serán colmadas... y el reino de los inocentes le será dado, por añadidura”. (Roberto Arlt, “Nuevas Aguafuertes”)
¿Oblómov? ¿Hay alguien en casa? ¡Cuánto hace que no tengo noticias tuyas, mi buen amigo! Tanta ausencia, incluso viniendo de ti, es preocupante. Y no te veo, honestamente, entre Canning y Rivera ni entre Triunvirato y Canning. Directamente no te veo. Te confieso que me quedó mal cuerpo después de nuestra pequeña "discusión" (si podemos llamarla así; me refiero a la que tuvimos al final de aquella entrada múltiple en la que me apropiaba de tu identidad para comentar tres libros –el Quimera, el Carrión y el Colomer). Sospecho que no te pareció bien la propuesta –la de romper nuestro acuerdo de “cancelación de proyecto común” para ir un poco más allá (aka “enredar el enredo”)- pero no puedes estar enfadado por eso pues ya ves que al final quedó todo en nada. Aún así, por pura prevención y a riesgo de aburrir: perdona: sé que me he excedido y lo lamento; que tenías buenas intenciones para tu blog y que te hice perder seguidores. De aquellos diez que llegaste a tener (¿fueron diez o lo soñé?; ya no sé) veo que sólo te quedan, incluyéndome a mi, cuatro: los únicos que sospecho no se sintieron engañados. Voy a tratar de compensarte con una nimiedad, que seguro, (ya lo estoy viendo) te va a parecer fatal: le he enviado a uno de los míos, de mis seguidores, un tal León Tolstoi, un tipo con un blog, también como el tuyo (es decir: muerto donde estaba siniestro) un correo en el que le hablo de ti y de tu espacio y de tu abandonada afición por la literatura rusa. La excusa que me he inventado ha sido la de agradecerle su “afiliación”, por lo que si se pone en contacto contigo trata de no descubrirme. No he tenido todavía respuesta pero estoy seguro de que lo ha leído (“confirmación de lectura”: ya ves, estoy en todo) y después te leerá a ti. Casi seguro. Te adjunto el mail, para que veas venir lo que sea que acabe viniendo, porque algo vendrá. Bueno o malo ya no lo sé, pero un rato divertido seguro que es. O no. No sé, Oblómov, no sé.
Espero que esta suerte de pipa de la paz sea suficiente como señal de reconciliación porque es todo lo que, aparte de las palabras, puedo ofrecerte. (Y que conste que las palabras están bien. En realidad están mejor que bien. Fíjate sí están bien que se me ha ocurrido que deberíamos plantearnos empezar a cruzar correos del modo que hacían los grandes (Tolstoi, Flaubert, Cortázar): sabiendo que en el futuro nos leerán masas “ingentes de gentes”, replicando nuestro estilo, ahora obsoleto pero a punto de ser resucitado, y hablarnos de lo divino y de lo humano, de todo aquello que llegue arrastrado por la marea hasta las orillas de nuestro entendimiento).
Recibe un fuerte abrazo de tu amigo que te quiere y todo eso.
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De: Carlos González (lamedicinadetongoy@gmail.com)
Enviado el: lunes, 17 de enero de 2011 09:15
Para: León Tolstoi (lev.n.tolstoi@gmail.com)
Asunto: Agradecimiento
Señor Tolstoi:
Soy Carlos González, el autor del blog “La Medicina de Tongoy”, del que he visto que se ha hecho recientemente seguidor. El objeto de este correo no es otro que agradecer: agradecer(le) el gesto que ha tenido al hacer pública su filia y contar con su complicidad en mis tramas literarias.
Espero que me permita disfrutar de su compañía todo el tiempo que sea posible y, si no es mucha molestia, le quedaría infinitamente agradecido si me diese su opinión general acerca del blog.
Nuevamente gracias y reciba un afectuoso saludo.
Atentamente,
P.D. Me va a permitir algo más. Deje que le recomiende la lectura de otro blog, el de un amigo que casi con total seguridad, si ha explorado La Medicina, ya conozca. Me refiero a “Oblomovka Herida” (http://oblomovkaherida.blogspot.com/). Se trata de un blog que durante cierto tiempo, por motivos egoístas alenté como propio a favor de una dualidad publicitaria, un perversión del marketing más básico (llegando al extremo de engañar a mi propia familia; pero el arte, ya sabe, es lo primero). El caso es que este amigo, Oblómov (que, insisto, a pesar de las sospechas que pesan sobre nosotros puedo asegurarle que es tan real como usted y como yo), es aficionado a la literatura rusa ―o lo fue en su momento―, un sector en el que me he permitido incluirle, en vista de su perfil.
P.D.2.: He visitado su blog. Promete llegar a ser muy interesante aunque lamento ver tan poca actividad. Espero que en el futuro podamos contar con sus opiniones y no simplemente con las citas en él reflejadas. Estaré atento y prometo hacerme seguidor en cuanto (usted) ofrezca esa posibilidad.
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De: León Tolstoi (lev.n.tolstoi@gmail.com)
Enviado el: lunes, 17 de enero de 2011 21:36
Para: Carlos González (lamedicinadetongoy@gmail.com)
Asunto: Re: Agradecimiento
Estimado Carlos,
Muchas gracias por sus agradecimientos pero, y discúlpeme la franqueza, los considero del todo innecesarios. Al menos en mi caso demostrar simpatías a través de la afiliación es en realidad la constatación de cierta pereza a la hora de comentar, algo que se me da peor que escribir pues nunca he estado muy dotado para la sociabilización y dudo mucho que a estas alturas de mi vida vaya a cambiar demasiado.
Respecto a su blog, bien, es interesante, pero, ya que me lo pregunta, un tanto irregular. Supongo que ese ejercicio de dependencia de otro blog, por muy amigo que sea, le ha debido hacer más mal que bien. Personalmente considero la frase anterior un elogio más que una crítica puesto que todo aquello que nos separa del rebaño es a la larga lo que nos distingue y si esa excelencia que tan jocosamente parece usted buscar es un objetivo real no le quepa duda que de todos los caminos el tomado es el más abrupto y solitario pero también el más honesto y con más posibilidades de éxito (y de fracaso, me temo). Le invito a no caer en el desánimo en aquellos ejercicios que resulten menos populares o en los comentarios de aquellos libros que por antiguos gocen menos del favor del público. No quiero dejar escapar la oportunidad de insistirle en la lectura de “Los dos húsares” siempre y cuando no lo utilice como excusa para volver a alejarse de nuestro común amigo Tolstoi, una vez que lo haya conocido.
Atentamente,
P.D. A su amigo Oblómov sí lo conocía. De hecho si llegué a usted fue a través de él y de una entrada en que hacía referencia a Goncharov, autor de la deficiente “Oblómov”. Aunque lo sea no me he hecho seguidor de su blog porque he tenido siempre la impresión de que no volvería a escribir.
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De: Oblómov Varese (oblomov.varese@gmail.com)
Enviado el: martes, 18 de enero de 2011 01:12
Para: Carlos González (lamedicinadetongoy@gmail.com)
Asunto: Re: Rescatándote del olvido
Amigo Carlos,
No hay nada que disculpar o mas bien nada que quiera echarte en cara. De aquella discusión no quedan ni los restos pues, para no enturbiar mis recuerdos, la he borrado de mi buzón de correo. En una ocasión, lo recordarás, al comienzo de nuestra relación, te dije que deseaba establecer entre las cláusulas de nuestro acuerdo de amistad que el silencio no pudiese jamás considerarse censura. Hoy apelo a aquellas palabras, para aliviar, en la medida de lo posible, el malestar que de algún modo pudiese haberte causado.
Amén de ésta, hay otras razones, quizá a tu entender más excusables, por las que llevo ¿cuánto, dos meses? sin dar señales de vida. Una de ellas fue un viaje, un larguísimo viaje que duró entre tres y cuatro semanas y que comenzó al poco de escribir y publicar aquella última entrada en la que pretendía sin conseguirlo pedir disculpas a todos aquellos seguidores que se habían dado de baja en el blog. Un par de días después de aquello recibí un mensaje de la hermana de un íntimo amigo en el que me informaba de su muerte por causas que por aquel entonces estaban todavía pendientes de esclarecer. Como imaginarás, inmediatamente hice la maleta y cogí el primer tren. Allí, en el tren, durante el trayecto, ocurrió algo que cambió mi vida y cuyo recuerdo, constante, no logro quitarme de la cabeza. Algo que está en el mismo lugar en que lo dejé al llegar a casa. Algo de lo que no puedo hablar todavía.
Lo que trato de pedirte y no sé cómo es que seas paciente, una vez más, y que comprendas que en ocasiones sobran los motivos para guardar silencio. (Tu idea de llevar una correspondencia formal me parece la menos delirante de cuantas has tenido y no descarto retomar el asunto en el futuro pero, al menos de momento, dejémoslo estar).
Atentamente,
P.D. Al respecto de tu nuevo amigo Tolstoi que sepas que no era necesario. Si buscabas una excusa para hablar con él me parece perfecto, pero insisto,: no era necesario. No he visto que de momento se haya dado de alta por lo que supongo que en esta ocasión tu treta no ha dado resultado o simplemente no ha creído una sóla palabra de lo que sea que le hayas dicho. Confieso que, en el fondo, me alegro, porque eso supondrá que salgan a la luz nuevas y renovadas formas de publicitarte. Recursos con los que nos reiremos, hasta que nuevamente hartos, discutamos para caer nuevamente en el silencio. Tu afán de popularidad acabará por arrastrarnos a los dos a la locura.
(Continuará)
Interesante correspondencia, sobre todo por la continuación que promete. Hoy en día ya no se envían cartas pero tampoco emails. Mucho spam, avisos de accciones en redes sociales, publicidad de eventos, pero mails no. Van quedando en el olvido. De hecho yo sólo me carteo contigo. A los dos nos gustan las cartas, odiamos el teléfono y rehuimos el silencio. Parece como si las palabras costaran dinero, o como si se prefiriera rentabilizarlas en formatos públicos, que otorgan notoriedad y a veces incluso algunas monedas.
ResponderEliminarPor otro lado, ese Tolstoi no me parece trigo limpio del todo. No tengo nada en contra de los rusos, y mucho menos de las rusas. Sin embargo, tengo la impresión de que Tolstoi puede terminar saliendo por peteneras. Ten cuidado, y prevén de ello a nuestro común amigo Oblomov, tan delicado de sentimientos.
Un abrazo.
Lo de la correspondencia es un desastre. Ya no se respetan las formas. Cualquier día de estos Daniel Glattauer escribirá y le publicarán (no sé que es es peor) una epistolar en sms (nivel maestro, es decir: con más símbolos que palabras) y ya nos podemos dar por jodidos: 3.000.000 de ejemplares vendidos, película en formato mp4 y banda sonora en el iTunes.
ResponderEliminarSi es que no somos millonarios porque no nos da la gana.
Respecto a Tolstoi: tenías razón. Lo verás en la segunda parte. Y mañana en la tercera. A Oblómov dejarás de verlo en la cuarta. Y mi reputación también caerá, pero en la quinta. Y luego, cual Ave Fenix, me tocará resurgir de mis cenizas.
(La he liado con los comentarios anteriores; soy un poco obsesivo compulsivo. Bórralos del todo, please.)
ResponderEliminarPues sí que hay que leer... Mañana lo leo; prometido está.